Post-nupcial

Fic dedicado a Kea Langrey

Capítulo 15. Obertura


-Señor, los videos de seguridad muestran qu..-

-No me interesan los videos, Asuma. ¡Quiero saber dónde está mi hijo! - cortó Minato la explicación del otro, el subjefe de seguridad de la familia.

El rubio había estado tratando de controlar el terror que lo consumía, tanto como el increíble enfado que sentía hacia todo el equipo de seguridad, que no se percató de la ausencia de su hijo, hasta que él mismo les informó al demandar conocer el paradero de Naruto. En cualquier otra ocasión habría aplaudido la capacidad de su hijo para evadir a sus cuidadores, pero sin conocer su ubicación Minato no podía sino pensar en el bienestar del pequeño.

-Tranquilo- ordenó la voz de su padre plantando una de sus grandes manos en el hombro del rubio para darle un apretón y, así de simple, mostrarle su cariño, su apoyo y su autoridad.

Minato resopló quedo y asintió, alejándose unos pasos del reprendido equipo de seguridad.

-Bien. Según el pequeño Uchiha, Naruto estuvo cuestionándole sobre dónde encontrar a su hermano- comentó Jiraiya a los reunidos ahí- No es difícil suponer que mi hiperactivo nieto fue a buscarlo. Lo que nos deja con un probable destino y un problema de confirmación.

-¿Llamar al Uchiha está fuera de la mesa, señor Minato?- comentó Yamato, el segundo al mando del equipo de guardaespaldas. Jiraiya miró de soslayo a su hijo al escuchar la pregunta y notó su espalda tensa. Su hijo apenas podía contener su frustración e impotencia. El alto hombre -no por primera vez- deseó estar frente al delgado muchachito de negro cabello que había provocado toda esta situación y estamparle el puño en su bonito rostro.

Si no fuera porque sabía que Minato gustaba de esa cara y de todo lo que le acompañaba, le habría buscado para darle una buena paliza.

-No podemos contar con eso- contestó el rubio cruzando los brazos sobre el pecho y arrugando su rostro.

-Tal vez el niño pueda hacer la llamada...- sugirió el operativo.

-No. No quiero involucrar a Sasuke en esto- declaró Minato tajante.

-Maa... Entonces estamos fregados- masculló una nueva voz, una que hizo a casi todos los guardias presentes sentir un escalofrío y con algo de temor girar su vista al recién llegado. El jefe hacía acto de presencia y estaba molesto. -Afortunados ustedes que me tienen a mí.

-Kakashi...- el nombre se escuchó cansado, contrito. Minato había deseado no involucrarlo tampoco.

-¡Yoo!- saludó el recién llegado con una falsa mueca de felicidad en el rostro. Paseó la mirada de su grisáceo ojo por los operativos para detenerse entonces en su maestro. Un solo segundo de intercambio silente entre ambos, luego el joven se encogió de hombros y sacó del bolsillo de la chaqueta su celular.

Buscó con rapidez un número y se llevó el aparato al oído.

Todos los presentes, especialmente Minato, contuvieron la respiración.

-¡Colega! -saludó cuando le contestaron- Tiempo sin oír de ti... Sí, lo sé... Maa, qué puedo decir, me gusta vivir al límite... Hey, de casualidad no has visto un pequeño y escandaloso zorrito tratar de colarse en tu edificio ¿o sí?


-¡¿Y éste quién es?!- gritó Naruto dando un paso al frente, desafiante- ¿Y por qué habla así de mi papá? ¡No querrás meterte con él anciano! ¡Saldrás perdiendo, de veras!

-¿Anciano?- gruñó Madara- ¡Insolente mocoso...!

El Uchiha hizo ademán de alcanzar al pequeño pero Itachi lo sujetó con mayor fuerza y lo volvió a jalar detrás de él ordenándole al mismo tiempo que guardara silencio, mientras su mente corría a miles de kilómetros por segundo para buscar una posible salida del niño de aquel lugar. Madara miró con fulminante furia al pequeño por unos segundos, antes de resoplar y volver a portar una mueca de superioridad.

-Entrégame al niño- ordenó, haciendo un ademán con la cabeza- Yo me encargaré de él mientras tú llamas a Namikaze y demandas un intercambio.

Siguiendo la orden, Pain dio un paso al frente para alcanzar el menor, mismo paso que reflejó Kisame, interponiéndose; el joven sonrió malicioso ante el desafiante gesto del mulato.

Itachi apretó la mandíbula al escucharlo, sintiendo al menor apegársele con fuerza. Arrugó el ceño, dispuesto a enfrentarse a su tío, mas antes de poder emitir palabra alguna, la puerta de su oficina volvió a abrirse y Shisui entró al lugar, momentáneamente sorprendido de encontrar a tantas personas ahí sin haberse percatado de su arribo; sus ojos miraron a todos los presentes y se detuvieron un segundo en el niño rubio tras su primo.

-Lo lamento- dijo con una leve reverencia- Desconocía la existencia de esta reunión, no fue mi intención interrumpir. Uhm, ¿Qué hace aquí un niño?

-¡Ah, Shisui, oportuno como siempre!- interrumpió el mayor- Mi querido sobrino necesita que lo comuniques con el Consejo de Defensa; y entregarme al mocoso. Ahora.

-No- Itachi pronunció con voz segura y calma, deteniendo momentáneamente el latente enfrentamiento entre los guardaespaldas para prestar atención al Uchiha mayor. Rara vez desafiaba tan abiertamente a su tío. Madara arrugó el ceño y abrió la boca para retarle, mas el otro continuó sin darle oportunidad.

-Naruto se irá ahora mismo bajo la custodia de Kisame; y no vas a hacer nada para impedirlo ni para tratar de atraparlo otra vez.

La risa fría y hueca de Madara estremeció al pequeño rubio.

-Loable actitud sobrino, pero inútil.

-Igual que cualquier intento tuyo de usar al niño- continuó sin alterarse- Madara, estás dejando que tu odio por Namikaze te engañe al pensar en saborear una victoria antes de tiempo. Y podría dejarte cavar tu tumba, si no fuera porque arrastrarías a todo el clan contigo.

-¿Antes de tiempo? Ya he ganado, sobrino- Espetó Madara, y aunque tenía en su viperina lengua una respuesta contundente, la seguridad que ahora emanaba Itachi no era su acostumbrada fachada Uchiha. No. El joven heredero del Clan estaba seguro de su artillería.

Itachi sonrió con parquedad, un gesto que el pelilargo sabía sus adversarios entendían como la amenaza que realmente era. Por un instante se sintió complacido de ver un destello de duda e impotencia en el infame hombre frente a él.

Aprovechó su oportunidad.

-Dime Madara, qué crees que ganarás al usar al niño contra Minato. No, déjame replantearlo. ¿Qué crees que pasará cuando se sepa que intentas lastimar a miembros de la familia imperial?

Un silencio atronador se sintió en el lugar tras la pregunta. Madara arrugó el ceño y clavó sus ojos en el niño que hasta ese momento permanecía callado y mirándolo feo. Itachi lo observó con agudeza y reconoció el momento exacto en el que el cerebro de su tío conectó los puntos. El odio que brilló en sus ojos no dejaba duda, aun así, quiso restregárselo en la cara.

-Lo habías olvidado ¿cierto?- continuó- Aunque sean una línea secundaria al Emperador, los Namikaze son miembros de su familia. Sin importar los enemigos que tenga Minato, nadie se atrevería a condonar un atentado contra él y menos hacia su hijo, al menos no públicamente. En especial si el príncipe no tiene un heredero varón pronto...-

Itachi se irguió y le miró altanero, cuando Madara regresó sus ojos a él.

-Nadie, ni siquiera tú, te librarías de la furia del Emperador y contigo te llevarías a todo nuestro Clan. ¡No voy a permitirte arrastrarnos en tu venganza personal Madara! Esta vez yo voy a salvarte de tu propia estupidez.

Madara tenía la furia ardiendo en los ojos, habría calcinado a Naruto con la mirada de poder lanzar fuego con sus pupilas. Sus puños se habían cerrado con fuerza durante el discurso de Itachi y ahora estaban tan blancos que debía ser dolorosa la presión en sus nudillos.

Itachi no pudo sino agradecer a cualquier dios que existiera por el instante en que recordó las palabras de Minato, cuando en la intimidad de su habitación y descansando entre sus brazos, le confesaba sus razones para ocultar lo más posible a su hijo; para negarse él mismo a destacar en el ámbito político y público.

-Ahora- continuó- Llévatelo Kisame; y asegúrate de que no vuelva.

-¿Itachi?- finalmente pronunció Naruto, aun sujeto de la ropa del pelinegro. El joven lo miró de soslayo.

-No volverás jamás- ordenó- Ya creaste suficientes problemas.

-Pe-pero Itachi... ¡Ah! ¡Hey, suéltame! -gritó al sentirse izado por la cintura y ser cargado por el mulato- ¡Itachi no!... ¡suéltame monstruo!

Kisame se movió sin perder tiempo, mas al pasar junto al pelinegro le dedicó una intensa mirada, prometiendo con ello que volvería lo antes posible. Gruñó una amenaza al rubio que no dejaba de moverse y salió del lugar con prontitud.

-No disfrutes demasiado este momento, sobrino- gruñó Madara- Voy a destruir a Namikaze, y tú vas a ayudarme.-

Itachi resopló desafiante.

-¿Y por qué haría eso? - dijo, su mirada altanera le decía al otro que no estaba dispuesto a seguir con su juego; que sus amenazas y chantajes no harían mella en el joven heredero. Acababa de demostrarle que no era un sumiso partícipe de su venganza, ni mucho menos un adversario a ignorar.

-Señor, mensaje de Deidara.- llamó la monótona y fría voz de Pain, haciendo que Madara le dirigiera una mirada. Un silente intercambio entre ellos y el mayor gruñó por lo bajo. Se volvió una vez más al pelinegro y su desdeñosa mirada hizo que los vellos de la nuca de Itachi se erizaran, mas el Uchiha se mantuvo imperturbable.

-Haz que Namikaze ceda a lo que pido o el nombre de la familia será expuesto. No me pruebes Itachi. Yo siempre obtengo lo que quiero.- Sin decir más, el hombre mayor se retiró, dedicándole una última mirada a su sobrino, quien sin duda entendió el mensaje.

Itachi resopló pesado cuando el otro abandonó su oficina, los furiosos ojos del hombre no le dejaron duda de que lo aniquilaría en cuanto dejara de servirle a sus vengativos propósitos y tuviera la primera oportunidad. No sólo había frustrado su plan de usar a Naruto, lo hizo mostrando la superioridad que el otro detestaba, que no soportaba de nadie, pues él mismo se sentía un dios.

Volvió a inspirar profundamente, sus pulmones parecían no poder llenarse del necesitado oxigeno; con paso trémulo alcanzó el baño privado de su oficina y boqueó por más aire mientras desesperado mojaba su rostro.

No podía ceder ahora. Todavía no...


El cíclico sonar de pronto se detuvo. Un par de segundos después, el lugar se llenó con un único y monótono silbido que acompañó una pesada exhalación. Alarmas comenzaron a escucharse para atraer la atención de los médicos a aquella habitación.

Rin, que había permanecido acompañando a Obito por ese día, se levantó de inmediato del cómodo sillón en la sala de espera cuando escuchó las alarmas y un par de minutos después, vio el equipo de respuesta que comenzó una lucha por el joven pelinegro. Sus ojos claros se nublaron de pronto mientras sus manos temblorosas subían para cubrir sus labios al tiempo que emitían un lastimero susurro.

Esto no podía estar pasando. Obito no podía darse por vencido...


Shisui se había mantenido al margen de la discusión Uchiha, mas cuando el mulato tomó a Naruto para salir lo siguió de inmediato y le dio alcance. Le pasó el teléfono que había tenido consigo todo el tiempo y observó cómo el mulato resoplaba y gruñía al escuchar a quien estaba del otro lado del auricular. A lo que fuese que le dijeron, no se opuso, sólo cambió la dirección de sus pasos hacia la entrada privada del edificio. Deseaba deshacerse de su carga inmediatamente para regresar junto a Itachi.

Ni bien el auto bajó la velocidad en la última curva antes de estacionarse, Minato saltó del mismo en ágil movimiento y corrió hasta la estrecha entrada lateral del complejo. Una entrada privada y segura, probablemente diseñada para sacar del sitio a la elite Uchiha en alguna situación de peligro; esa donde ya le esperaban un fastidiado guardaespaldas, un intranquilo asistente y su revoltoso hijo.

-¡Naruto!- El llamado acalló las protestas que el pequeño rubio había estado emitiendo con fuerza al mulato que evitaba se volviera a escapar. Al instante en que escuchó la voz de su padre el pequeño hizo ademán de soltarse y esta vez no hubo resistencia del moreno. Naruto terminó de correr la distancia que le separaba de su padre y prácticamente voló de un salto hacia los brazos de Minato, quien inmediatamente lo encerró con asfixiante fuerza contra su pecho. Dispuesto a jamás volverlo a dejar escapar de sus brazos.

El beligerante niño de inmediato se agazapó en el pecho de su padre y se prendó de él con brazos y piernas mientras repetía calladamente que lo sentía y qué feliz estaba de ver al mayor. Minato sólo lograba hacer que sus labios besaran sin final la mejilla de su hijo, su frente, su sien y cualquier parte de su pequeño rostro que estuviera a su disposición. Ahora, con su hijo seguro entre sus brazos finalmente sentía que podía respirar, aunque también sentía que había perdido veinte años de su vida en esas horas lejos de él.

Minato resopló aliviado y levantó la mirada buscando al par que le había entregado a su hijo, mas sólo alcanzó a ver la espalda del mulato adentrarse al edificio seguido unos pasos detrás de Shisui.

Sin soltar a su vástago, Minato se encaminó también a la entrada de aquel lugar, pero tras un par de pasos fue detenido por el llamado de Kakashi a su espalda y la mano de su padre sujetándole el hombro.

-Tenemos lo que vinimos a buscar. Hay que irnos- ordenó Jiraiya, dando un apretón a su mano, llegando luego hasta donde podía acariciar la cabeza de Naruto con la otra. Los ojos de Minato le gritaron su imposibilidad por realizar la acción que le pedía. El peliblanco arrugó el ceño, su hijo aun seguía prendado del delgado muchachito a pesar de su traición.

Todos habían escuchado por el altavoz del teléfono la discusión de los Uchiha hasta el momento en que Shisui salió del lugar para comunicarle con Kisame. Minato sabía que Itachi se había quedado solo para enfrentar la furia de su tío y sentía que, a pesar de todo, debía ir y asegurarse de que estuviera bien. Era lo menos que podía hacer por haber salvado a su hijo de las manos de Madara.

-No papá, tenemos que ayudar a Itachi, ¡el viejo que me quería llevar es horrible, de veras!- intervino Naruto suplicante, desafiando lo que su abuelo planteaba hacer. Minato lo miró y lo apretó aun más contra su pecho, consiente de lo cerca que estuvo de perderlo.

-Maa... niño, ya creaste suficientes problemas...- dijo Kakashi con su voz rasposa y aletargada, haciendo que el menor se tensara y recordara lo último que Itachi le había pedido. Agachó la cabeza. - Además, hay otro gruñón que también quiere verte.

A la mención de Sasuke, ambos rubios voltearon a verle, Naruto pensando en lo enfadado que estaría el otro y Minato, recordando lo que el pequeño significaba para Itachi, y lo que ahora representaba para él también.

Resopló cansado y se dio media vuelta. El resto de los presentes los siguieron de vuelta al coche.

El celular de Kakashi comenzó a vibrar.


Itachi abrió los ojos y se encontró frente a sí el rostro preocupado de Shisui que volvía a pronunciar su nombre llamándole por lo que se sentía la enésima vez. El pelinegro inhaló dolorosamente y tras toser un poco se incorporó, empujando al otro para que se apartara de su espacio personal y le diera oportunidad de acomodarse en el sillón en el que había estado casi recostado.

-¿Y Madara, qué sucedió Itachi?- cuestionó Shisui alejándose un poco de su primo, lo habían encontrado casi inconsciente al regresar a su oficina y sin rastro alguno de su tío y su eterna sombra. Itachi arrugó el ceño a la pregunta.

Un vaso con hielo y un poco de licor en color ligeramente rosáceo apareció de pronto en su campo visual, Itachi elevó la mirada y encontró a Kisame tendiéndole la bebida, con los ojos agudos pero sin decir nada. El moreno tomó el cristal sin dudar y sorbió un trago. Tosió un poco más y volvió a respirar, ahora sin tanto ardor dentro. Se incorporó más hasta dejar su postura mejor plantada en el sofá, cualquiera que lo viera diría que estaba viendo a un rey sentado en su trono.

Pero sólo estaban Kisame y Shisui, y ambos lo conocían demasiado bien.

-¿Naruto? - musitó con la voz rasposa, no pudo haber pasado tanto desde que su tío salió de su oficina y él sintió que perdía el control; no debió ser suficiente tiempo para poner al niño a salvo. ¿Entonces dónde estaba? Afiló la mirada sobre su asistente y Shisui levantó la mirada al mulato.

-Con tu querido esposo - dijo burlón, Itachi enarcó una ceja, demandando más información que esa de su guardaespaldas- Él ya sabía que estaba aquí y había venido a buscarlo. Supongo que Shisui tuvo que ver con eso.

El aludido se encogió que hombros ante la mirada de Itachi, mostrando su celular como toda explicación, realmente no importaba cómo había pasado y ambos lo sabían, había otros asuntos de que ocuparse ahora y con mayor urgencia. Naruto estaba lejos y a salvo, era todo lo que necesitaba saber del caso.

-¿Mi padre? -preguntó entonces, levantándose del cómodo sofá para acercarse a su escritorio y comenzar a trabajar en bloquear al otro.

-Nada concreto. Sólo recibí una notificación de autorización para cancelar el acceso de Madara a las cuentas centrales de la compañía- musitó acercándose al otro para tenderle una tablet con la información de la que hablaba. Itachi la tomó y de inmediato comenzó a teclear en su computador.

-¿Estás seguro de esto? - cuestionó Kisame- Una vez que lo hagas el viejo se enterará de que lo dejaste fuera del consorcio y que obviamente el consejo del clan está enterado y te respalda. No va a gustarle.

Itachi levantó la mirada y miró a los hombres. A sus leales amigos.

-Su poder dentro del clan termina hoy- sentenció con finalidad en la voz mientras ingresaba el último código para cancelar a su tío el acceso a todos los fondos de la empresa. Aun así, Itachi y todos en el clan sabían que Madara había amasado una pequeña fortuna personal que bien le valdría seguir teniendo influencia entre algunos miembros de la familia, sectores políticos y sobre todo con la yakuza. La constante presencia de Pain junto al hombre mayor era claro indicativo de que tenía una fuerte relación con ellos.

Si es que él mismo no era parte ya. Lo que podría darles la ventaja que necesitaban para deshacerse de su influencia por completo. Sólo tenían que encontrar la evidencia concreta...

El celular del pelilargo sonó. Itachi tomó la llamada sabiendo que era su padre quien estaba del otro lado.

-Padre...- replicó, asintiendo un par de veces a lo que le decían del otro lado del auricular- La empresa está segura y recién notifiqué a la banca para congelar sus cuentas... Desde luego Padre.

Itachi cortó la llamada y miró nuevamente a los otros dos.

-Está hecho.


Esta vez no hubo poder humano que les permitiera entrar a la habitación del paciente y todos tuvieron que conformarse con ver al otro a través de la ventana mientras los doctores les hablaban con cruel pragmatismo sobre la condición de Obito. Aunque median sus palabras, dejaban claro que no tenían esperanza de que mejorara que, al contrario, se prepararan para un final. Pues en el mejor de los casos el joven permanecería conectado a las máquinas para seguir viviendo.

La llamada de Rin había helado la sangre de todos los tripulantes de la camioneta negra, que de inmediato enfiló su rumbo hacia el hospital. Las siguientes horas las pasaron pendientes de la condición del joven, mientras organizaban una nueva red de seguridad para los pequeños y les insistían en usar discretos localizadores en sus ropas todo el tiempo.

–Kakashi...– musitó Minato al llegar al lado del su alumno, para junto a él, dedicarse a mirar el subir y bajar del pecho de Obito, eso parecía suficiente para mantener la esperanza de que despertaría.

–Él no quería esto...– musitó el peliplateado con un hilo de voz, tan bajo que Minato casi lo pasa por alto, pero lo escuchó y al girar su mirada, sintió su corazón romperse al notar el tremendo peso que cargaba el hombre a su lado. No era sólo la condición del otro lo que le tenía devastado, había algo más, así que Minato esperó porque sabía que Kakashi iba a decirlo cuando se sintiera listo.

Sabía que eso que le carcomía estaba por ser revelado...

–Juré nunca dejarlo así...


–¡Maldito!– el grito furioso estuvo acompañado del estruendo que hicieron todos los objetos que Madara estrelló en el piso al aventar cada pieza que se encontraba en su escritorio hasta ese momento. –¡Ese infeliz me las pagará!– berreó nuevamente, estrellando esta vez su puño contra la gruesa superficie de caoba. Itachi no solo le había quitado una gran pieza de las manos, también había cancelado todas sus cuentas corporativas, lo que le dejaba con un serio problema financiero, ahora tendría que usar su propio dinero si quería acabar con todos.

Escuchó pasos detrás suyo detenerse y giró tres cuartos de su rostro para encarar a Pain, cuyo semblante a primera vista no dejaba ver nada, pero Madara no había pasado los últimos cinco años junto al joven sin aprender a leerlo. Portaba un mohín de enfado en sus parcas facciones.

–El Secretario de Defensa emitió una citación para Danzo hoy mismo. Karin dijo que otros también fueron llamados, al parecer la fuente viene del Consejo, ella debió ir bajo tierra antes de que la encontraran. No estará disponible por un tiempo.

–Namikaze...– espetó con veneno el nombre- Debí saber que contraatacaría... pero no esperaba que conociera a los integrantes de la organización. Alguien se infiltró... o tenemos fugas...– giró por completo su cuerpo para enfrentar al otro, sus ojos vacíos analizaban sus opciones y conectaban puntos.

–¿Quién más está fuera?–

–Orochimaru fue removido del Instituto y está detenido. Kabuto no se ha reportado.

–Perdimos mucho tiempo enfocándonos en las acciones de Itachi, mientras Namikaze se movió para conocer a su enemigo y depurar las piezas correctas. Creí que mi estúpido sobrino sería de utilidad, pero alguien más lo supo usar mejor...

El celular de Madara se encendió con la entrada de un mensaje, el mayor lo abrió para leerlo y al instante sus ojos de llenaron de un brillo diabólico mientras una sombra de locura comenzaba a apoderarse de toda su aura. Levantó los ojos para enfrentar a Pain, una horrible mueca de odio en sus labios.

–Si este clan no va a servirme, no tiene caso que continúe existiendo– sentenció con frialdad.

Continuará...