Una vez más sentí cómo habría la puerta de mi habitación, ese sonido que hacían sus zapatos me desconcertaba siempre infinitamente. Era muy tarde, aunque no podría estar certera realmente de que hora era, pero sabía que era tarde, no acostumbraba a hacer sus asombrosas apariciones a estas horas, y realmente me pregunté ¿qué rayos se traía en mente?. Se acercó hasta el borde de mi cama, traté de hacerle el quite, pero las correas de mis brazos me lo impidieron, di vuelta mi cara hacia el lado izquierdo quedando de frente contra la pared, que en la habitación más oscura en la que había estado en mi vida, no se notaba el blanco a estas horas.
_ Isabella, pero que descortés, sólo venía a desearte un feliz cumpleaños.
Acarició mi mejilla con su dedo, en un intento de ser "tierno", me alejé instintivamente de él, quedando lo más alejada que podía mientras las correas me oprimían mis manos a la altura de la cintura, en mi tórax había otra que me oprimía el pecho y no dejaba que me moviera de las caderas hacia arriba.
Él tomó mi mandíbula entre sus grandes y bruscas manos, apretando con más fuerza de la necesaria.
_ No vuelvas a hacerme un deprecio de esa manera, ¿me escuchaste niñita?, para la otra no seré tan gentil como lo he sido hasta ahora.
Y me soltó bruscamente, haciendo que mi cara quedara impregnada en la almohada.
Llevaba más de 5 meses internada en este centro de "rehabilitación", más no puedo decir que realmente sirviera de algo, de hecho no servía de nada; esa estúpida basura venía cada vez que se le pegaba la gana, me ataba a la cama, de pies y manos y por si fuera poco, se aprovechaba de mi en un estado de total indefensa. Los primeros mese, y podría llegar a decir que el primer mes, me dediqué a escuchar charlas que se le daban a todos los locos de la clínica, a pasear por el jardín y "tomarme" mi medicamento; hasta que inesperadamente me asignaron un médico tratante, llamado James, el idiota que me dejó encerrada como si estuviera completamente loca, y quedé a su cargo sin supervisión de ninguna enfermera, les había prohibido a todo mundo sacarme de mi propio infierno, el muy desgraciado me había atado noche y día a esta cama, solamente me soltaba para ir al baño y comer algo.
Esta noche cumplía los 17 años, Feliz cumpleaños Bella, te queda más de un año de tortura para poder salir de este maldito manicomio, un año más de que ese cerdo iba a seguir acosándome sexualmente y después del desprecio que le hice hoy, mañana no se quedaría de brazos cruzados. Se me formó un nudo en el estómago de tan solo pensar en lo que me haría, no podía volver a conciliar el sueño después de su "linda" visita.
Anoche me habré dormido dentro de 3 o 4 horas después, no lograba conciliar el sueño, cada vez que la cabeza me rodaba hacia algún lado, despertaba exaltada y sudada de pies a cabeza.
Sentía que era uno de los días más calurosos de mi vida, mi estómago me pedía a gritos que le diera comida, y la camisa que tenía puesta se encontraba por sobre mis muslos y dejaba entre ver mi ropa interior. mi cuerpo se ceñía completamente a la moldura de la cama, y no dejaba poder moverme y apartar un rato la espalda del colchón, sentía toda la camisa mojada en esa zona y realmente estaba totalmente incómoda.
Como lo esperaba, la puerta no tardó en abrirse, mi corazón empezó a latir a mil, y mis manos empezaron a sudar por el terror. Se acercó sigilosamente a la cama, podía oler el olor de su excitación, aunque él intentara opacarla. De inmediato me golpeó su olor, odiaba su olor, su mano sujetó mi brazo y apretó más la correa impidiendo de esa manera mover totalmente mi mano, dio la vuelta a la cama y apretó la otra, luego subió mi camisa por sobre mis pechos y apretó la correa que tenía en mi pecho, dejándome aplastada completamente contra el duro colchón, siempre hacía lo mismo, siempre me dejaba imposibilitada para que tuviera completo control de mi cuerpo, siempre me ataba de la peor manera y me arrebataba todo el orgullo que alguna vez logré tener.
Lentamente empezó a recorrer desde mi muslo hasta mi pie con su fría mano, acariciando rudamente con sus dedos. se acercó a la cama, me encontraba tratando de quedarme absorta en mis pensamientos, pero recordaba por la circunstancia en la que me veía atrapada y no podía lograr retener mis lágrimas... si tan solo pudiera escapar. Se subió encima de mi, acariciando con sus sucias manos mis senos, subí lentamente mi pierna y le patee la cara, alcanzó a agarrarla de mi tobillo y me miró completamente furioso, se levantó y me dio una cachetada que me dejó sangrando la nariz, tomó una de mis piernas y con la correa la ató a un costado de la cama, luego haciendo lo mismo con la otra, me dejó totalmente expuesta y abierta, solo para él.
Volvió a hacer lo que antes no alcanzó a terminar, se subió sobre mi y me arrebato la poca ropa que tenía, tomó mi cara tan fuerte como pudo.
_ Un solo grito y te parto aquí mismo Isabella.
De a poco se fue apoderando de mi cuerpo, se subió en mi, y por si fuera poco con toda la fuerza que tenía me penetró lo más fuerte que tubo, al mismo instante tapó mi boca con su asquerosa mano y dejé escapar y sonoro gritito de dolor, jamás había sentido nada al momento en el que él me penetraba, siempre era asco y dolor, sus embestidas fueron subiendo de todo, mientras con su boca se deleitaba con mis senos, su manos se apretó más contra mi cara en cuanto empecé a jadear y a gritar por el dolor, sentía que sangraba, siempre lograba que sangrara, odiaba el olor a sangre, lo odiaba con todo mi ser. Se ciñó más a mi cuerpo, y con su mano derecha empezó a forzar a mi trasero a levantarse, metiendo así su mano por mi ano, levantó mi cintura y la dejó encima de él, dándole más espacio para así meter sus dedos y hacer que gritara de dolor, al momento de escucharme, volvió a introducir otro dedo en mi, volví a gritar.
_ Sigues gritando puta y juro que no te dejo viva.
No podía contener los sollozos, era un dolor terrible, mientras él se mantenía dentro de mi, sus dedos tratando de introducirse más y su mano ciñéndose a mi boca, casi sin poder respirar. Dejó su acto de introducir sus dedos en mi ano, para concentrarse más placenteramente en sus embestidas, dejándome así con sus fluidos dentro, muerta de dolor, y lo peor es que sentía que mi sangre salía de mi sin retención.
Se bajó acomodando sus pantalones y mirándome fijamente, a ver si sería capaz de gritar, me sentía capaz de gritar con todos mis pulmones, pero dudaba que alguien pudiera escucharme, y mucho menos de que él permitiera que alguien se enterara de la aberración que estaba cometiendo.
Me tapó hasta la cintura con la sábana que tenía, me besó en la boca, con su repugnante olor, que casi podía sentir la bilis subiéndome por la garganta.
_ Necesito que seas más eficiente, juro que no seré tan paciente la próxima vez Isabella, sabes que eres tan deseable que por mi no saldría de esta habitación, pero por desgracia tengo obligaciones, ¡solo compórtate y deja de ser una niñita, en la otra sesión quiero una mujer!
Y con eso abandonó la habitación, dejándome completamente destruida, y dejándome inquieta por lo que esperar hasta el otro día, no se si aguantaría una violación más, pero sabía que esto no acabaría aquí.