Disclaimer: Los personajes de este fanfiction pertemecen única y exclusivamente a la diosa Stephenie Meyer, yo solo soy una loca fan jugosa y ociosa que ama escribir y se dedicó a jugar un poquito con sus personajes mas importantes.
No dude en que desearía que EDWARD fuera mío, pero como es de BELLA, le hice otra historia XD
N/A: En el fanfic se puede mencionar la película AMARTE DUELE ( búsquela en Google) DERECHOS RESERVADOS.
"AMARTE DUELE"
(Basado en la película "AMARTE DUELE" y la canción"Llevarte a Marte" de Natalia Lafourcade)
Summary: Edward es nuevo en el barrio. Bella vive allí con su padre desde hace varios meses atrás ya que dejó a su madre vivir feliz. Ella tiene 16 años.
Bella no tiene una muy buena situación económica, y por ende va a un instituto público.
Ella es fanática de la película "Amarte duele" y sueña con un romance como esos.
Pronto su vida cambiará al conocer a "Edward Cullen", el hijo del nuevo médico de la ciudad. Inmediatamente le llama la atención, ya que al ser tan pobre el barrio, nunca ocurría nada interesante.
En este fanfiction quedará demostrado que no importa la situación económica, ni las diferencias, ya que el amor todo lo puede.
Pero obviamente ese amor será muy sufrido. Sus padres les prohíben mutuamente verse… tratándolos así de separar.
¿Quién vencerá? ¿El amor o el Status social?
Capítulo I
-Otra vez sigues viendo esa película, Bella-Me reprochó Charlie viéndome sentada a los pies del sofá, llorando.
-Hay Papá, tu no me entiendes, es tan hermosa… y tan triste-. Le respondí.
-¡Hey Bella! Ya has visto morir a la protagonista más de 20 veces, ¿Por qué no dejas que el casete se vaya a la basura a descansar?-.
-¡Charlie Cállate!-Le rogué.
-Okay, Hay pequeña, ojalá que el día que te enamores no te ocurra algo como esa vieja película-. Me dijo Charlie.
-La historia es hermosa-. Le repetí.
-Pero muy triste…acaso ¿Quieres terminar muerta?-.
-Creo que ya estás hablando estupideces papá, adió despedí con la mano obligándole a marcharse.
Charlie trabajaba en la comisaría cercana a nuestra casa.
Aquella, era muy sencilla, tal vez algo "rústica", pero a mi me gustaba.
Tenía un ante-jardín hermoso, lleno de flores, las cuales me gustaba cortar.
Ya llevaba más de medio año viviendo con mi padre, luego de dejar que mi madre continuara su nueva vida, junto a su nuevo marido. Ella era feliz, y sabía que lo sería mucho más si la dejaba ser libre, sin tener a cargo a su hija adolescente, aunque claro, yo era mucho más madura que ella.
Estaba segura de que Charlie aún amaba a la Loca de René, mi madre. Aún podía notar como le brillaban los ojitos al referirse a ella. Pero obviamente, él seguía haciéndose el valiente y me lo negaba cada vez que lo molestaba.
Seguí viendo la película mientras me imaginaba a mi primer amor… sí, yo quería uno como Ulises, el protagonista de mi película favorita.
Aunque bueno, el barrio no me lo daría.
Nuestro barrio era algo muy sencillo, no pobre pero si modesto.
Las calles estaban revestidas de tonalidades cafés y marrones, el mercado que quedaba cerca siempre atraía a más y más visitantes, las campanas de la iglesia cercana siempre daban la hora exacta.
Tenía algunos pocos amigos, bueno en realidad muy pocos.
Pero aún así era feliz.
Tenía 16 años y podía decir que nunca me había enamorado de verdad.
Claro, algún chico me gustó en mi infancia, pero nunca fue algo serio ni tampoco loco.
Simplemente me obsesionaba con mirarlo desde mi banco en el colegio durante todas las clases y eso.
Era una joven tímida, tal vez incluso era conocida en mi barrio como "La chica vampiro" ya que nunca me veían en las calles, con suerte para ir al instituto que quedaba a la vuelta de la esquina y eso.
Nunca pasaba nada bueno en mi barrio, claro por algo se llamaba "Las Maravillas".
Nombre estúpido, pensé la primera vez que oí hablar de él.
El barrio quedaba en el pueblo de Forks, en el estado de Washington, Estados Unidos.
La película llegó a los créditos finalmente.
Encendí las luces del salón de estar y me acerqué para apagar la Televisión.
Saqué el Casete que llevaba el título de "Amarte Duele" de Bella y subí hacia mi habitación para guardarlo en mi cajita de cosas preciadas.
Realmente amaba esa película.
Soñaba con ser como Renata, la protagonista, o por lo menos con tener una historia de amor así, aunque bueno… exceptuando el trágico final.
Aunque bueno, aquí en este pueblito, ¿Podría existir tal galán para mí?
Si no lo había encontrado en Phoenix, donde vivía con mi madre, una ciudad mucho más grande que esta, mucho menos lo conocería aquí, en Forks.
Suspiré.
Nunca pasaba nada bueno.
Me senté en mi escritorio, que daba a una de las ventanas delanteras y comencé a estudiar un poco, tendría prueba de cálculo al otro día.
Las horas siguieron pasando…
-¡Bella, Bella!-. Me llamó Charlie desde abajo.
Desperté de mi sueño.
Me había quedado dormida estudiando, sobre mi escritorio.
Y aún no había preparado la cena.
¡Ouch!
Bajé corriendo las escaleras.
-Papá lo siento, me dormí…-.
-¡Tranquila! interrumpió.-Seguro lloraste mucho con esa película otra vez, compré pizza-. Sonrió.
-Papá, no deberías gastar dinero… reproché.
-Tranquila Bella-.
Cenamos tranquilamente como siempre, sin decir ninguna palabra.
Ni Charlie ni yo éramos muy afectivos, o bueno, sociales. En eso había salido a él.
Pronto me fui a dormir.
Subí al segundo piso, me lavé los dientes y me dirigí a mi cuarto con el pijama ya puesto.
Pero algo me llamó la atención a través de la ventana.
Se oía muchísimo ruido en la calle, cosa extraña, para este barrio tan callado.
Me asomé y pude ver todo.
Un auto lujoso se encontraba allí, tras él varios camiones cargados con cosas.
Seguramente alguna familia se trasladaba al barrio, otra cosa rara.
Tal vez habitaría la vieja y enorme mansión que se encontraba al lado del instituto.
Seguí mirando, tal vez serían otros ricachones… era lo más probable.
Los anteriores ocupantes de aquella Mansión que tanto desentonaba en el barrio se habían marchado al primer mes de habitarla. Alegaron que odiaban a la gente de allí y que les causaba repugnancia.
Los hijos también no eran muy amables que digamos.
Aunque no los habían matriculado en el instituto colindante, sino en la escuela privada que se encontraba un poco más lejos, siempre se burlaban de todos nosotros.
Suspiré.
-Bella mejor duérmete, no te hagas ilusiones-. Me dije a mí misma.
***
Desperté con sueño en la mañana.
Me había quedado mucho tiempo mirando a través de la ventana, pero ya cuando llegara al instituto podría cerciorarme de que mis sospechas eran ciertas.
¡Nuevos vecinos!
Ansiaba que esta vez si fueran gente de bien y no ricos con clase que odian a la gente más baja que ellos.
Odiaba eso.
En Phoenix se podía decir que vivía en una situación mucho más acomodada que aquí, con mi padre, pero yo era feliz con lo que tenía.
Me levanté, me bañé y me coloqué el uniforme del instituto- Una falda azul marino, camisa y una cinta como corbata- odiaba tener que usarlo, pero no me encontraba en Phoenix donde asistía con ropa de calle.
Bajé, y logré ver que Charlie ya se había ido a su trabajo.
Desayuné lo de siempre –Cereales con leche- y salí.
El día era frío, como siempre en Forks.
Llegué temprano al instituto.
Me quedé en la puerta de él, mirando hacia la casa de al lado.
No se notaban movimientos allí.
-¡Bella!-Me llamó Mike.
-Mike, hola… ¿Sabes quién llegó?-. Le pregunté mientras se acercaba a mi lado.
Se acercó a mí para besar mi mejilla-Aunque siempre trataba de desviarla-.
Mike era uno de mis pocos amigos del instituto.
Era joven, de cabello rubio y ojos claros.
Lamentablemente él estaba confundido desde que yo había llegado a Forks.
Sabía que me quería, pero lamentablemente el sentimiento no era correspondido.
Siempre trataba de conquistarme o coquetearme, también de besarme en varias ocasiones… pero yo lo detenía diciéndole el nombre de Jessica.
Jess era mi otra amiga, ella era algo extrovertida y un poco cuica, para ser sincera.
Vivía en otro barrio.
Pero sus padres la habían obligado a entrar a este instituto público y no al privado, por castigo.
Ella siempre se quejaba, y también estaba enamorada de Mike.
Por eso, ella siempre me servía de excusa cada vez que mi tonto amigo trataba de coquetear un poco conmigo, él sabía de los sentimientos de Jessica y yo no quería ser la culpable de romper su burbuja del amor.
El día pasó rápido, almorcé con mis amigos y tuve la prueba de cálculo.
Claro, aún quedaban dos años por delante para acabar el instituto, bueno el próximo ya se nos venía encima.
El año estaba acabando y los exámenes volaban por doquier.
Yo era una alumna un tanto aplicada, ya que al no tener nada más que hacer me dedicaba tardes completas a mis tareas y apuntes.
El timbre sonó y Mike se me pegó como caracol como lo hacía diariamente.
Él me acompañaba a mi casa, ya que vivíamos cerca.
é.
-¿Dime?-.
-¿Por qué mejor no acompañas a Jess a su casa por hoy? Debo ir a hacer algunas compras y me desviaré del camino… respondí.
Noté como su cara se desilusionaba.
-Ah. respondió.
Salí disparada con mi bolso hacia la otra dirección.
Mientras caminaba observaba la hermosa mansión, tan verde y grande.
Estaba llena de flores… me imaginaba yo con un jardín así.
Si no había llenado la casa ya de Charlie, allí podría construir mi propio rincón.
De pronto sin saber como choqué con algo tirando mi bolso, como resultados algunos cuadernos salieron volando.
-¡Lo Siento Muchísimo!-. susurró una voz aterciopelada que se agachó conmigo.
Me atreví a levantar la mirada.
Logré ver a un Joven, de no más de 17 años, estaba muy bien vestido. Tenía el pelo cobrizo, parado en punta hacia delante, sus ojos eran de un hermoso color miel.
El joven me tendió la mano.
Se la tomé levantándome del piso.
Me entregó mis cuadernos con una hermosa sonrisa.
-Toma, discúlpame por chocarte así por así, pero es que no te explicó.
No supe que decir.
Me quedé como una tonta mirándolo.
-No… No te respondí-A todos nos pasa, ¿No?-.
Sonrió.
-Claro, además… soy nuevo en el barrio-.
-¿vives aquí? señalé la vieja mansión.
-Si, una nueva adquisición de mi padre, nos trasladamos desde Alaska. Mi papá es médico y recibió una oferta de trabajo en el hospital de Forks, por eso nos mudamos-.
Suspiré.
Ricachón… otra vez.
-Pues, dije sin muchas ganas.-Debo irme a mi casa…, Adió dije y me volteé rápidamente en la dirección contraria a la mansión.
-¡Espera! gritó pero no me devolví.
Llegué a mi casa hiperventilando como una tonta.
Me tiré en mi cama y suspiré pesadamente recordando sus facciones, su pelo, su boca, su sonrisa y más aún… sus hermosos ojos color miel.
Quise saber más de él.
Pero sabía que no podía… ¡No Bella, NO!
Él no es para ti.
Pensé en mi fuero interno.
Y así era… ¿Quién era yo para el hijo de un médico?
Nadie.
Respondí.
Nadie.
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