Después de casi 24 horas de vuelo comenzaba a sentir el cansancio en mis párpados. No suelo fatigarme con tanta facilidad, pero habían sido meses bastante intensos y por más que no quisiera decirlo cuando hablábamos por teléfono o leía alguno de sus correos, algo en mi interior clamaba su ausencia. Aún así, cerraba el computador con algo de fastidio y me volvía a introducir en algún libro o algún estudio, o trataba de colocar una voz lo más plana posible, para tener siempre la situación bajo control, después de todo, sino lo hacía, era capaz de comprar un ticket y venirse atolondradamente dejando todo botado y no era la idea. No quería eso.

Señores pasajeros… - habló de pronto una azafata al frente de la cabina - …estamos prontos a aterrizar, por favor abrochen sus cinturones de seguridad y guarden las mesas de vuestros asientos… les agradecemos su preferencia y esperamos que el viaje haya sido de vuestro agrado… muchas gracias…

Posteriormente repitió la misma frase en inglés, portugués y alemán. Pude ver a mi compañero de asiento asentir torpemente mientras se abrochaba como si el avión fuera a estallar.

Extranjeros…

En éstos años había conocido mucha gente, de variados países y sobretodo culturas muy diversas. En un principio creí que sería más complejo aprender los idiomas, pero luego de un par de semanas pude aprender incluso modismos extranjeros sin ningún problema.

Si pudiera decir que todo fue tan fácil como parece, estaría mintiendo en cierto grado. No fue insostenible, pero su ausencia se hacía plasmable cada noche antes de recostarme sobre las suaves sábanas de hilo egipcio que había traído, y no era por el lujo que me agradaban, sino que su textura me recordaba de cierta forma su piel. Estar entre ellas era lo más cercano que tenía a rozar su cara y rodear su espalda o sus brazos.

Podía entender, que si yo sentía su ausencia, para ella debía ser aún más fuerte. Recuerdo prácticamente como si fuese ayer su rostro haciendo un esfuerzo sobrehumano por darme una sonrisa mientras me daba el último beso y apretaba mi mano al punto de estrangularla. Me mostré lo más controlado posible, como siempre. Si yo vacilaba, ella probablemente no sería capaz de soportarlo. Ella sabía que yo la amaba, pero no podía perder los estribos y decirle cuanto me iba a hacer falta todos éstos meses, porque si lo hacía, todo el esfuerzo, todos los problemas… todo se iba a ir a la mierda. Aún así, cuando solté su mano y me volteé para ingresar hacia el túnel de ingreso, pude ver a través del vidrio de la pared que envolvía su propio cuerpo con sus brazos y comenzaba a llorar. Sentí unas ganas enormes de voltearme y abrazarla, de confortarla y decirle que todo iba a estar bien, pero no podía, tenía que ayudarla a crecer… teníamos que crecer.

La primera semana me concentré de lleno en mis estudios y los proyectos que me demandaba el curso. Yo creía, ilusamente luego del primer año, que todo iba de maravilla y así pasó el tiempo hasta que ayer por la noche, recibí una llamada de Ino desesperada, pidiéndome prácticamente a gritos que volviera, que Sakura estaba mal, que lloraba todas las noches y que había tenido que comenzar a tomar pastillas para dormir. Le corté tratándola como una jodida niña de 5 años, como más un padre que el novio de su amiga y me sentí como la mierda. Incapaz de llamar a Sakura y enfrentar la situación, decidí salir a un bar solo para tomarme un trago y despejarme.

No tenía idea donde mierda podía ir así que atiné a salir caminando por plena calle cuando en éstos meses mi recorrido no iba mucho más allá de la facultad a los dormitorios. Mi compañero de habitación, un chico hindú llamado Samir, no tenía una rutina mucho más extensa que la mía, pero últimamente parecía estarse integrando a la vida nocturna y solía escucharlo hablar del Raoul´s, así que pedí un jodido taxi y fui hacia allá.

Flash back

El lugar estaba jodidamente repleto y agradecí no encontrarme con ninguna cara conocida. Esa era la ventaja de estar al otro lado del mundo, nadie sabía quién mierda eras así que no tenías que andar saludando gente que no te interesaba ni fingiendo nada. Podía estudiar y todo el resto, daba igual.

Me senté en la barra y le pedí al robusto bartender que me diera un vaso de auténtico whisky escocés. Como para algunas personas existía la sertralina, para mi estaba el jodido whisky.

Iba en el tercer vaso cuando una chica de cabello largo y negro se sentó a mi lado. Pidió al parecer lo mismo que yo y afirmó un codo sobre la barra y luego comenzó a mirarme. Desvié la vista hacia mi vaso y me lo bebí para volver a pedir otro.

Pareces cansado… - habló con una gran sonrisa.

Traía puesta una chaqueta de cuero, una polera color azul rey y unos ceñidos jeans que dejaban poco a la imaginación.

Pasé por alto el hablarle y seguí con mi vaso, mirando fijo a través del espejo en la barra mi propia cara. La extrañaba joder… la extrañaba, y no podía decir ninguna mierda. No podía perder el control.

Estoy con unas amigas… ¿porqué no vienes con nosotras? – rió algo torpe - …te estábamos mirando y pensamos que…

Bastante hastiado me volví hacia ella.

Entonces no pensaban… - dije cortante - …vuelve con ellas y deja de perder el tiempo conmigo.

El tío de la barra me miró como si tuviera la peste y la chica se fue indignada. Me importaba un carajo así que pedí otro vaso.

Enojado conmigo mismo, me volteé hacia una mesa y entonces la vi. Era una chica de mediana estatura, piel blanca, ojos verde esmeralda y cabello rosa con ondas. Reía tan animadamente frente a otra chica y al ver que la observaba paró en seco y susurró algo a la otra chica.

Se parecía tanto a Sakura…

Podía haberme volteado y haber seguido bebiendo, pero en vez de eso me levanté y me senté en una mesa frente a ella como un jodido acosador. Debo haber pasado al menos media hora viéndola sin quitarle ni un ojo de encima, hasta que se paró dejando a la amiga sola y se fue a sentar en la silla frente a la mía.

Disculpa… ¿te conozco? – preguntó con inocencia pero sin dejar de hacer notar cierto deje de preocupación.

¿Cómo te llamas? – pregunté ignorando su pregunta.

Soy Brianna… - respondió - …pero repito ¿te conozco?

Baila conmigo… - dije utilizando aquella estúpida voz que según Naruto tenía un efecto paranormal sobre las mujeres… ¡que idiotez!

Sonrió hacia su amiga, luego hacia mi y se levantó para tomar mi mano.

El bar tenía una pequeña pista donde tocaban música electrónica bajo una especie de luz incandescente, que hacía que me comenzara a doler la cabeza. Apreté su cintura contra mis caderas y sonreí de medio lado tratando de ignorar el zumbido en mis oídos que no dejaba de molestarme.

Estudio matemáticas… - soltó de pronto - … ¿y tú? – rodeó sus brazos sobre mi cuello.

Fue entonces cuando sentí la primera diferencia. Su piel no era la de Sakura. Ni siquiera se asimilaba a las jodidas sábanas que había traído.

Soy médico… - dije sin darle demasiada importancia pero ella pareció sonreír aún más.

Segunda diferencia…

Se apretó aún más hacia mi y la ligera inocencia que había visto alguna vez en sus ojos se desvaneció como quien cambia de ser una tierna oveja a un lobo hambriento. Sin dar ningún tipo de señal apretó sus labios contra los míos y comenzó a besarme como depredadora.

Tercera y decisiva diferencia…

Su olor no era el de Sakura, más bien parecía un exceso de perfume costoso que quería ocultar su verdadero aroma y sus labios, eran todo menos los de ella.

La aparte con algo de cuidado y me fui inmediatamente del lugar. No estaba perturbado ni nada, pero comencé a extrañarla como un jodido animal. Esa chica que parecía ser Sakura, no había hecho nada más que clavarme una pierna y hacerme sentir que la extrañaba más que a nada y la llamada de Ino había sido un jodido gatillante.

Fin flash back

Apreté mis dedos contra la sien y sentí en mi estómago como el avión descendía hacia la pista de aterrizaje.

Finalmente tras unos minutos, el maldito viaje había terminado y estaba en la ciudad. Atiné a tomar un taxi y me subí con rapidez dando las indicaciones con las pocas palabras que me caracterizaban.

Un viaje largo… ¿eh? – dijo el hombre tratando de entablar conversación y yo sólo respondí con un ahá.

Observé las calles. Todo parecía ser igual a excepción de que los árboles comenzaban a despojarse de sus hojas y la ciudad parecía teñida de un color anaranjado, característico del otoño. Se podía observar algo de humo producto del smog que se acumulaba antes del invierno y la gente transitaba apresurada, más que por prisa, por el frío que estaba a la vuelta de la esquina. Las luces de las farolas comenzaban a encenderse a medida que avanzábamos como si correteara el camino que seguía hacia adelante. Si bien era el mismo lugar, yo lo sentía distinto. Sentía que era una especie de máscara que cubría todo, pero que en el fondo, las cosas habían cambiado.

El auto frenó frente a una casa de dos pisos y yo pagué con algo de presura. Las luces del primer piso estaban encendidas y afuera podía ver un auto de color negro bastante familiar, uno que había insultado hace bastante tiempo. Sonreí al recordarlo… las cosas sí habían cambiado…

Levanté la maleta y caminé hacia el pórtico tratando de ignorar cierta ansiedad que comenzaba a sentir en mi garganta. Tenía que mostrarme calmado, tenía que hacerlo. Aclaré la garganta antes de tocar la puerta.

Toc toc

Podía escuchar mis nudillos sobre la fría madera confundirse con la jodida contracción del miocardio que comenzaba a traicionar mi propia voluntad.

Unos pasos crujieron sobre la madera a medida que se acentuaban y precipitaban hacia la puerta. Una risa y un grito desde el interior hizo que me hiciera hacia atrás.

La puerta se abrió y una rubia apareció detrás de la puerta, abriendo los ojos de par en par y tapándose la boca como si hubiese visto a un maldito fantasma.

¡Oh por Dios! – exclamó - ¡mierda! ¡joder! ¡ahhhh! – gritó.

Sonreí y la miré con gracia.

Un hola habría bastado Ino… - avancé hacia adentro cerré la puerta - …hace algo de frío así que permíteme… está entrando aire…

Permaneció afirmada en la pared inmóvil.

¡Itachi! – gritó - …tienes que…

Ya veo… - apareció el moreno frente a nosotros - … ¿cómo va Sasuke? – preguntó estirando la mano como si mi presencia allí no le sorprendiera en lo más mínimo.

Le saludé y luego caminé hacia el living, dejando mi maleta a un lado del sillón, frente a una pequeña estufa a gas, que parecía ser la responsable de la tibia temperatura que colmaba la casa. Escuché murmurar a la pareja un par de segundos y luego apareció Itachi con la misma expresión anterior y a Ino con una que parecía de fastidio.

Se sentaron en el sillón frente al mío y me observaron un par de minutos. Sonreí al sentirme como el centro de atención en una situación tan estúpida así que fui directamente al grano.

¿Dónde está? – pregunté con calma.

No puede ser… - contestó Ino - …después de lo imbécil que fuiste hace unos días, ahora estás aquí frente a mis ojos, pareces un jodido holograma… ¿no Itachi?

Sakura no está en casa… ha ido a lo de Jiraya… es una especie de actividad semanal de los viernes por la tarde… para formar de cierta forma el vínculo familiar, aunque bien ya…

Me lo imaginaba… - contesté.

Desde que salió del hospital… - continuó Ino - …le ha servido bastante, para llenar tu ausencia, pero eso ya debes saberlo, porque a la madre… no pasa de un hola y un adiós…

Siempre supimos que no iba a ser como antes… - bufó Itachi - …pero que descortesía… ¿un café para el forastero? – me preguntó en tono burlesco.

Estaría bien, así aprovecho de hablar con tu noviecita… así que tómate tu tiempo… - contesté.

El pelinegro desapareció tras la puerta de la cocina mientras la rubia me observaba con atención, sosteniendo ambas manos sobre sus rodillas. Antes de que yo pudiera comenzar, me quitó la palabra de la boca.

Estuvo mal… ¿sabes? – negó con la cabeza - …eso de irte y creer que todo iría de maravilla… dejarla sola después de tanto y creer que ella se lo tomaría como algo natural…

Lo hice por los dos… - prosiguió - …no debería darte explicaciones, pero esto sirvió para que…

¿Para que tomarás un avión improvisado como un loco y te vinieras a vernos como quien vive a 2 horas de aquí? – rió con ironía - …a mi no me mientas Sasuke… no soy imbécil…

La discusión se vio interrumpida por el sonido de la puerta de entrada. Ino se puso pálida y yo apreté el cojín del asiento de forma casi involuntaria.

Ino… - habló con su suave voz - …llegué… ¿estás con Itachi? – escuché como se cerraba la puerta.

Sakura… - la rubia se paró y antes de que llegara a la entrada del living ella ya había aparecido.

Todos estos meses… años… no habían hecho en Sakura nada más que acrecentar su belleza. Traía el cabello más corto, un poco más debajo de los hombros, medio liso y con las puntas hacia afuera. Vestía un chaquetón blanco y unas largas botas de color café. Se veía perfecta. La miré casi aturdido como quien ve un ángel por primera vez en su maldita vida. Me quedé aturdido, estupefacto, todo lo contrario a lo que pensé que podía haber hecho o opuesto a cualquier reacción que habría tenido alguna vez.

Ella por su parte parecía congelada, igual o más que yo. Me miraba como un espectro y colocó sus manos sobre su estómago mientras comenzaba a tiritarle la mandíbula.

Mientras estaba en Oxford, creí que se acostumbraría, ciegamente me internaba en todo lo del trabajo y estudio para convencerme de que ésta experiencia sería crecimiento para los dos, pero al verla, tan frágil como la vez que la había dejado en el aeropuerto, caí en cuenta lo imbécil que había sido… de nuevo

¡Vaya! ¡vaya! – exclamó Itachi con un café desde la cocina - …hasta que llegaste pequeña… - sonrió hacia Sakura y caminó hasta la rubia, para tomarla del brazo - …creo que es momento que nos encerremos y dejemos a éste parcito a solas.

La rubia seguía medio congelada, mientras el pelinegro la llevaba por el brazo y desaparecían el pasillo, dejando un marcado silencio que era sólo perturbado por el crujido de la madera cuando ellos posiblemente se adentraban por las escaleras.

Sakura permanecía estupefacta y yo recobrando la compostura avancé hacia ella con cautela. Me miró de pronto, como saliendo de un encantamiento y estiró uno de sus brazos hasta mí. Su mirada esmeralda me inundó y sentí una sensación cálida que había ignorado, era prácticamente parte de mi.

Sasuke… - susurró - …Sasuke… - repitió.

Shhhh… - la abracé y rodeé su cintura con mis brazos, acercando mi mejilla a la suya.

Su piel era tan suave. El jodido algodón egipcio parecía tan áspero al lado de ella que probablemente las malditas sábanas ya no volverían a tener el efecto.

¿Pero porqué? – preguntó y elevó su mirada hasta mí - …faltan 2 meses aún y…

Te ví… - la interrumpí de pronto - …o al menos creí hacerlo… fui a un jodido bar y creí encontrarte, pero ese es el problema… no hay nadie como tú Sakura… te necesito conmigo…

Elevó la mano izquierda y me mostró el anillo de oro blanco con el que nos habíamos casado hace 1 año y medio, antes de que yo me marchara, y elevó mi dedo anular mostrando el homólogo sobre mi dedo anular.

Sasuke… - susurró - …tengo los papeles… - comenzó a sollozar y la besé con fuerza tratando de calmarla - …el lunes debo ir a la última entrevista…

¿Sakura? – pregunté no seguro de lo que quería decir.

Nos van a dar un niño… - sonrió tímidamente dejando caer una pequeña lágrima a través de su mejilla.

La apreté contra mi cuerpo y le di al menos dos vueltas sobre el aire.

El maldito título, estudio, la maldita universidad… nada se comparaba con lo que Sakura me daba y a su lado siempre iba a ser un imbécil que comprendía todo a duras penas, pero ella siempre iba a estar conmigo, eso era lo único que me importaba.