Crepúsculo no es mío, aunque me encantaría. Tampoco es de Eli Val, maravillosa beta de esta historia, aunque también le gustaría.
EL DÍA QUE ALICE EXTENDIÓ UN RUMOR
[Este capítulo transcurre entre medias del capítulo de El día que Alice no durmió. Es el capítulo en el que Bella llega a la casa de Alice y Jasper y les cuenta lo que ocurrió. Durante esa noche , pensábamos que Alice no había dormido porque estaba elaborando un plan, pero en realidad estaba ideando dos]
Tres días antes del día de autos, martes por la mañana.
ALICE's POV
Estaba mirando el precioso paisaje marítimo que tenía ante mí, pequeños barquitos pesqueros se movían buscando sus mejores capturas entre veleros de turistas que buscan pasar un relajado día en el mar. Mucho más cerca, en la playa, vigilaba como un guapísimo y futuro padre de familia corría por la arena, mientras me acariciaba la barriguita intentado volver a colocar un bultito que con forma de pie presionaba sobre el lateral para inmediatamente ver como volvía a su lugar. Con una sonrisa recordé cómo el día anterior mi bebé y yo habíamos recibido a Jasper con la banda sonora de Carros de fuego. Desde que él había cogido aquella costumbre alguna vez que otra se me había pasado por la cabeza sorprenderle con aquella canción, pero no había sido hasta la semana pasada cuando había visto el CD en la tienda que me había decidido a comprarlo.
Cerré los ojos con fuerza y sacudiendo suavemente la cabeza para no marearme, devolví mi línea de pensamiento a la misma dirección que había tenido desde que ayer, cuando Jasper, mi bichito y yo nos habíamos acostado. Juntos habíamos diseñado un plan A, también conocido como plan «efecto sorpresa». Un plan maduro y directo, confrontando al enemigo. Un plan que tenía toda mi confianza en que cumpliera su misión. Pero como toda buena estratega, necesitábamos un plan B. Estoy segura de que Maquiavelo, Anibal, Sun Tzu o mi madre, cuatro de los grandes, estarían orgullosos de mí. El plan B, también conocido como «rumores y mentirijillas», era totalmente opuesto al anterior. Era sibilino e infantil, socavando al enemigo en su punto justo de flotación. Y solo me faltaba una pieza para llevarlo a cabo y esta iba a encajar en el engranaje en tanto en cuanto acabara de marcar el teléfono.
―¿Sí? ―me respondió una voz somnolienta al otro lado. Joder, nena, que son las diez. Espabila, bueno o mejor no, cuanto más gilipollas se encuentre, mejor para mí.
―Jessica, buenos días, cariño, soy Alice ―le dije, rodando los ojos en mi mejor intento por no reírme. Aún no entiendo, después de tanto tiempo, cuándo esta tipa se había hecho amiga nuestra... pero en fin. Juro ante todos los dioses que si esto me sale bien, a partir de ahora la llamaré una vez a la semana... bueno, mejor cada dos semanas.
―Alice, ¡ho... hola! ¿Estás bien?, ¿pasó algo? ―preguntó apurada.
―No, tranquila. ¿Te pillo en mal momento? ¿Estabas durmiendo? ―le devolví con muy mala leche.
―¡Eh! No, bueno sí, aquí son las ocho ―susurró―. Ayer pasé una mala noche con el bebé y... bueno ya sabes cómo va esto ―me dijo haciéndome sentir culpable por mi maldad durante, ¿cinco segundos? Yo también había pasado por un terrible primer trimestre del embarazo. Yo y miles de mujeres en la humanidad lo habían hecho y lo seguirían haciendo... tampoco había que ser tan remilgada.
―Vaya, por Dios ―intenté congraciarme falsamente. No era una cínica, no lo era. Soy una estratega con una misión que cumplir―. ¿Estás mejor?, ¿tienes un rato libre para hablar?
―¿Conmigo? ―exclamó alegre. ¡Ay, pobre!, pero qué bruja soy―. Sí, claro. ¿Necesitas algo?
―No, estoy ultimando todos los detalles para este fin de semana y para la cena del jueves y quería hablar contigo... ver a qué hora llegáis, si tienes algún antojo que creas que vayas a necesitar... y ponernos al día.
―Ah ―suspiró relajándose―. Ya tenemos los billetes y lo tengo todo preparado.
―¡Qué bien! ―le dije sonando alegre, creo―. Y del resto, ¿qué sabes? Porque llegáis todos juntos, ¿no? ―le pregunté mientras jugueteaba con un lápiz y el papel donde tenía un croquis-calendario con todas las actividades y acciones programadas.
―Sí, creo que sí. Ya sabes que a mí esas cosas de organización no se me dan bien ―confesó entre risitas―, todo eso lo lleva Mike, lo que sí te se puedo confirmar es que a nosotros nos recogen en el aeropuerto de La Guardia, Edward y Leah, y luego juntos cogemos el avión en el JFK para Charleston... ―comenzó a contarme, mientras yo repasaba el croquis con todos los vuelos y viajes de mis invitados. Tal y como ella explicaba, los cuatro se encontrarían en Nueva York y allí, coincidirían también con Angela y Ben que los esperaban dentro del aeropuerto pues venían directo desde Londres.
―Ajá, ajá ―interrumpía de vez en cuando su discurso para hacerle pensar que la estaba escuchando mientras a la par me servía un poco más de zumo y comenzaba mi segundo desayuno―. Así que… hablando de Leah ―la corté, cansada de su cháchara sin venir mucho al caso e iniciando una segunda fase en mi programa― ¿qué fuerte, no? ―le dije exageradamente―. Cuando me lo dijo Edward, flipé, quién lo diría, y yo que pensaba que nunca iba a...
―¿Qué?, ¿de qué me hablas? ― preguntó curiosa, tal y como yo había pensado que haría.
―¡Eh! ¡¿No lo sabes?! ―exclamé―. Oh, Dios mío, me va a matar. Pensé que lo sabías, como Leah es tu mejor amiga, pensé que te lo habría dicho... o no... creo que les jodí la sorpresa ―dije de tirón por encima de sus intentos de interferir en mi discurso aprendido.
―¡Alice! ―gritó unas cuantas veces―. Por supuesto que lo sé ―mintió descaradamente―, Leah me llamó y me lo dijo ―continuó dubitativa.
―¡Buff!, menos mal ―murmuré fingiendo alivio quedándome en silencio esperando que el pez picara el anzuelo.
―Ya, no quieren decir nada todavía así que supongo que tenemos que guardar el secreto.
―Claro, claro ―sonreí alegre―, menos mal que solo lo sabemos nosotras dos, bueno y mi madre... claro fue a ella a la que Edward le pidió el... bueno ya sabes.
―¿Quién lo iba a decir, verdad? Edward ca... casándose con Leah ―comentó indecisa, esperando mi reacción.
―Tú lo has dicho, no yo ―confirmé riéndome tontamente. Tocado y hundido. Plan B en marcha―. Bueno, cariño, nos vemos pasado mañana y recuerda no se lo podemos decir a nadie ―le expliqué, a sabiendas de que en menos de veinticuatro horas todos, menos los protagonistas, estarían enterados. Me hubiera echado a reír con la risa malvada de las películas de Disney pero miré hacia arriba y vi como mi amiga salía al balcón. Estaba muy pálida y con unas grandes ojeras que enmarcaban unos ojos rojos e irritados. La chisté con la intención de que advirtiera mi presencia y la conminé a acompañarme en la terraza.
A ella no hacía falta que Jessica le extendiera el rumor, por alguna especie de malentendido incomprensible para mi inteligencia y tras una conversación con Emmet, ya pensaba que Edward se iba a casar con Leah en unos pocos meses, me lo había comentado hacía unas semanas de pasada como si no le importase, justo cinco segundos antes de que yo llamara a mi queridísima cuñada y me confesara que todo había sido un malentendido. Por lo que sabía, nadie se lo había aclarado y ahora ese hecho nos iba a venir muy bien. Precisamente, de ahí había tomado yo la idea, aunque nunca debería de confesar la fuente, ¿no?
Bueno, ya sabemos un poco más sobre este tema. Espero que os haya gustado y muchísimas gracias por seguir ahí ;)
