Obsesión

¿Los polos opuestos se atraen? Kagome e Inuyasha descubrirán que no son tan diferentes como creían.

Capítulo 8

Te amo

-No lo puedo creer… ¿estás bien Sango?

-La verdad no me esperaba esto… deberías haberlo visto Hoyo entró y sin mayor preámbulo puso los papeles del divorcio sobre la mesa pidiéndome que los firmara. Dijo que se sentía atrapado en nuestra relación- suspiró- Debo ser sincera contigo… las cosas entre nosotros estuvieron mal desde hace mucho tiempo, creo que esto es algo que yo también deseaba, y no tenía el valor de proponérselo… supongo que su nueva secretaria podrá atenderlo mejor que yo y sobre todo le dará la libertad que según él yo no le daba.- hizo una pausa - Ahora todo lo que debe importarme es mi bebé.

Kagome sabía que Sango no estaba enamorada de su esposo y hasta cierto punto se alegraba que hubiese tomado las cosas tranquilamente, aunque entendía también la incertidumbre a la que se enfrentaba. Pero ahí estaba ella para ayudarle, lo único que tenía que hacer era infundirle confianza para que retomara su carrera como pintora.

-Bueno, que te parece si te vienes a Escocia conmigo… el festival de arte se encuentra en pleno apogeo, estoy segura que encontrarás cosas muy interesantes y así no pensarás en el imbécil de Hoyo.

-Creo que te voy a tomar la palabra… la pensión que Hoyo me dará para el niño ha sido acordada, pero afortunadamente tengo ahorros y puedo usarlos para…

-¡Olvídalo!, voy a encargarme de pagar los boletos de avión y tu estancia aquí corre por mi cuenta y antes de que empieces a negarte simplemente te diré que estoy invirtiendo mi dinero en una excelente pintora que retomará su carrera y volverá a los niveles que tenía. ¿De acuerdo?

Kagome escuchó como Sango trataba de controlarse, seguramente estaba llorando. Fue hasta que pasaron unos instantes que pudo responder.

-Gracias Kagome… en cuento pueda te juro que te pagaré…

-Luego hablamos de eso – la interrumpió su amiga- podrías quedarte conmigo, sólo tendría que pedir que me cambien a una habitación doble y…

-Hay no… perdóname pero en eso si no voy a ceder… no pienso escucharte o peor, ver cuando te pongas toda cariñosita con el fabuloso hombre que conociste allá. Permite que pague parte del alquiler de otra habitación.

-Está bien… vamos a alquilar otra habitación, aunque tal vez no sea muy necesario… él nunca ha estado aquí…

-Acaso eso quiere decir que ¿no te has acostado con él?- se escuchó como reía, eso le gustó mucho a Kagome.

-¡Oye! Yo no he dicho eso…, pero bueno… ¿entonces? Dime que vendrás… trae al bebé contigo.

-No creo llevarlo, este viaje tiene como finalidad volver a meterme en el mundo del que no debí salir… debo concentrarme, conocer tendencias, nuevos artistas, etc. Creo que podré dejárselo a Ayame… ya vez como ha insistido en que le permita cuidarlo para cuando ella sea mamá. Además sólo sería durante una semana.

-De acuerdo, llamaré para reservar y te aviso a qué hora saldrá tu vuelo.

-Gracias por todo Kag.

-No digas eso… te quiero mucho y tengo muchas ganas de verte.

Se despidieron y después de hacer las reservaciones y mandar un correo electrónico para informarle a Sango se quedó pensativa.

Una semana….

Una semana era lo que le quedaba para estar con Inuyasha y al término de ésta regresaría a Los Ángeles.

Después de su encuentro en la oficina de la Universidad lo había seducido casi todos los días, apareciéndose inesperadamente en su departamento, en el estacionamiento, hasta había logrado engatusarlo para llevarlo a un museo y montarlo llegando al éxtasis.

Y sin embargo… él no la había buscado.

Kagome observó la ciudad a través de la ventana. Estaba deprimida… seguramente todo lo que había hecho fue en vano. Tal vez Inuyasha en verdad deseaba tener una simple aventura y no más. Él sabía perfectamente que el festival de arte acababa en una semana, que ella se iría y no le había dicho nada para evitarlo.

Tal vez el no quería ir más allá de esa semana que les quedaba.

La sensación de vacío en su estómago se asemejaba a cuando la editorial iba a llamarla para informarle si publicarían su primer libro o no. Pero esta vez era su corazón el que estaba en juego.

***

La siguiente noche Inuyasha estaba en su auto estacionado frente al Hotel donde se hospedaba Kagome, ése sería el segundo día y noche que Kagome no se aparecía. El día anterior estaba esperándola a la expectativa de saber cuál sería el nuevo juego inventado por ella para seducirlo, pero las horas fueron pasando hasta que se convenció de que no iría.

El siguiente día nuevamente había estado esperándola, acudió al trabajo, dio clases siempre ansioso por verla aparecer, pero nuevamente no lo hizo… y ahora estaba ahí, frente a su hotel. Sólo tuvo paciencia para esperarla en su departamento hasta las 10 de la noche y al ver que no llegaba tomó su auto y manejó hasta ahí.

Ahora se encontraba preguntándose si debía subir a buscarla o no, si ella aprobaría que lo hiciera ó sólo estaba esperando la oportunidad de cortar para siempre la relación que tenían. Pensaba que tal vez ella deseara terminar con él ahora que faltaban tan pocos días para que ella regresara a su lugar de origen.

No podía con la incertidumbre, apretó los puños sobre el volante. Si ella trataba de terminar su relación él no se lo iba a permitir. Siempre había sido una persona muy educada, todo un caballero y ahora la vida le respondía con la posibilidad de perder a la persona más importante de su existencia. Pero no más….

Deseaba a Kagome, la necesitaba… ella lo había cambiado, hasta se vestía diferente, ella lo trajo de nuevo a la vida.

A partir de ese momento sólo tenía una idea fija en su mente: si Kagome no había pensado quedarse y no regresar a Los Ángeles él se encargaría de que ésa noche tomara esa decisión.

Abrió la puerta del auto y bajó dejando mostrar su vestimenta, iba de jeans negros pegados que marcaban perfectamente su trasero, una camisa blanca con los primeros botones desabrochados, así como saco y zapatos negros.

Iba con paso firme al hotel, sin pasar por la recepción, directamente a la habitación de Kagome.

Salió del elevador y buscó el número de la habitación donde ella se hospedaba. Tocó impacientemente.

Lo hizo nuevamente aún más fuerte pero nadie respondió. Su ánimo se vino abajo…: no estaba en su habitación y no estaba con él, entonces….

-JAJAJA- escuchó una voz muy familiar reír al fondo del pasillo. Se dio la vuelta y empezó a seguir el sonido. Apretó los puños y en sus ojos apareció una mirada posesiva que pareció encenderse cuando vio que Kagome salía de una habitación que no era la de ella.

Kagome cerró la puerta y con una sonrisa en los labios se dio la vuelta encontrando a Inuyasha de frente. Estaba muy sorprendida y un leve rubor apareció en sus mejillas. Inuyasha pensó que se debía a que la había descubierto.

-Inuyasha- dijo con la voz muy baja- ¿qué haces aquí?

Inuyasha no pudo evitar observar el escote de la blusa de Kagome pero pudo concentrarse nuevamente viéndola directamente a los ojos.

-Más bien la pregunta sería ¡¿Dónde diablos has estado tú y con quién?!

Kagome nunca había visto la mirada de Inuyasha como la tenía en esos momentos, se asemejaba a cuando estaban juntos entregándose en cuerpo y alma pero ahora además había furia, enojo en su mirada.

Ella recordó como hasta hace unos minutos había estado ayudando a Sango a acomodar sus cosas ya que hacia una hora la había recogido en el aeropuerto. Además el día anterior no había ido a buscarlo porque la angustia de pensar que tendría que irse de Edimburgo en pocos días la había embargado y la mayor parte de la noche se la había pasado llorando. Tenían que hablar, ella tenía que decirle cuáles eran sus sentimientos y esperar que él sintiera por ella aunque sea un poco de cariño.

-Inuyasha, creo que debemos ir a mi habitación… debemos hablar- Kagome pasó a su lado indicándole con el movimiento que la siguiera, pero sólo escuchó:

-¡Eso y una mierda!

Estaba muy asustada, pensó que Inuyasha se iría a los elevadores y la abandonaría pero al voltear y buscarlo lo vio dirigirse a la habitación de Sango.

Estaba furioso, estaba herido, estaba celoso y, sobre todo estaba seguro que le partiría la cara al imbécil que se había atrevido a estar con Kagome. Empezó a golpear fuertemente la puerta.

-¡Abre la puerta pedazo de idiota!

Kagome entendió en ese momento que Inuyasha pensaba que había estado con otro hombre y estaba encantada… bueno, le encantaba la idea de que estuviera celoso, si no fuera por eso estaba segura que le hubiera echado encima el contenido del florero que estaba en el pasillo por avergonzarla ante su amiga de esa manera. El sonido de los golpes en la puerta la trajeron nuevamente a la realidad e intentó detenerlo.

-¡Inuyasha… deja de golpear esa puerta o te vas a arrepentir!

-¡¡¿Qué me voy a arrepentir?!!- hizo una pausa- Eso lo dudo- y empezó a golpear más fuerte- ¡¡Abre la maldita puerta para que pueda partirte la cara!!

En ese momento la puerta fue abierta, Inuyasha pensaba encontrar a un tipo por lo menos de su misma estatura, pero al ver que no había nadie ahí bajó la vista para encontrar a una mujer muy bonita que se ponía las manos en las caderas y se notaba muy molesta.

-Muy bien… ya está abierta la puerta Rambo… ¿y ahora qué?

Kagome rápidamente se metió entre ambos para disminuir la tensión.

-Sango… te presento a Inuyasha, Inuyasha ella es mi mejor amiga Sango.

Inuyasha estaba feliz de haberse equivocado, tanto así que la vergüenza de haber hecho el ridículo era mínima comparada con la tranquilidad que sentía de que Kagome no hubiera estado con otro hombre.

-Sango… ¿cómo estás?- fue lo único que se le ocurrió decir.

-Muy bien- contestó Sango, quien no pudo reprimir una sonrisa por la estúpida situación que acababa de experimentar- Muy bien, considerando que estaban a punto de partirme la cara.

-Bueno… yo… la verdad… es que yo… eh… no era mi intención partirte la cara… es que… estaba muy ansioso por conocerte.

-Sí, claro… escuché todo lo que dijiste amigo- contestó Sango.

-Bueno- tardó unos segundos para continuar- tal vez permitirías que… compense mi abrupta presentación si dejas que las lleva a cenar algo a las dos.

-Suena bien… - Sango observó a Kagome- pero me temo que estoy muy cansada del viaje y creo que ustedes tienen mucho de qué hablar. Te veo en el desayuno Kag. Gusto en conocerte Rambo- al terminar de decir esto Sango cerró la puerta.

Kagome trató de disfrazar la risa tosiendo y cubriéndose con la mano la boca.

-Te dije que te arrepentirías.

-Si… me lo advertiste- contestó Inuyasha.

-¿Quieres pasar?- dijo señalando su habitación.

-Claro- contestó e inmediatamente la siguió.

Después de pedir una botella de vino y tener dos copas servidas, se sentaron en la mesa. Kagome no sabía por dónde empezar.

-Inuyasha, necesitamos hablar.

Él observó su rostro, estaba triste, no le gustaba nada. Tal vez estaba buscando las palabras para terminar "limpiamente" con él.

-Adelante.

-Hay algo… que no me he atrevido a decirte… yo…

-¿Es algo malo? Si es así, no estoy seguro de querer oírlo.

Kagome sonrió pero el gesto no le llegó a los ojos.

-Bueno, entonces dependerá de lo que definas como "malo". Si tan solo supiera que es lo que piensas, supongo que todo sería más fácil.

Inuyasha no se quería arriesgar, no quería escuchar si eran malas noticias. Estaba seguro que lo único que deseaba era atarla a él para siempre. Estaba seguro que entre ellos existía algo especial, algo que había iniciado como una mera atracción sexual.

-Ven Kag… quiero que juguemos.

Kagome levantó la vista y lo observó detenidamente. No quería aceptar su invitación porque estaba convencida que debían hablar, pero la tentación de estar con él en lo que probablemente sería la última ocasión era muy fuerte. No sabía la reacción que él tendría cuando ella le dijera que estaba enamorada de él.

Tomó una decisión. Se puso de pie y se quitó la blusa seguida del pantalón y la ropa interior. Inuyasha estaba absorto ante el espectáculo que estaba presenciando.

-Ven… lo que me tengas que decir lo puedes hacer sentada sobre mí.

Kagome caminó hacia él, cuando estuvo lo suficientemente cerca Inuyasha enterró la cara en el pecho de ella. Su boca se dirigió a uno de sus pezones y sin delicadeza lo tomó y empezó a chuparlo con fuerza provocando en ella una deliciosa sensación que la hizo gemir fuertemente. Con sus manos la tomo del trasero y la recorrió de arriba abajo constantemente, acariciándola, tratando de memorizar todo su cuerpo.

Ella dirigió su mano hacia la entrepierna de él, acariciando sobre la tela del pantalón su erección.

-Sácalo Kag… sácalo y siéntate sobre él. Necesito sentirte.

Lo obedeció sin esperar un segundo más, bajó el cierre del pantalón y liberó el pene de Inuyasha plenamente erecto. Mientras ella lo hacía Inuyasha se quitó el saco y la camisa, recibiendo también las caricias de ella sobre su pecho.

-¿Aún piensas que no somos el uno para el otro?- preguntó con la voz entrecortada.

-Yo nunca…- iba a continuar pero se detuvo al ver como Kagome se acomodaba sobre su erección y él subió sus caderas para penetrarla rápidamente. Ambos gimieron ante el contacto, Inuyasha la tomo de las caderas para marcarle el ritmo pero ella se lo impidió levantándose- yo nunca pensé eso.

-Entonces… ¿por qué esperaste hasta hoy para venir?- ella se oponía a continuar, aunque lo deseara, quería que le respondiera.

-Porque…- la mente de Inuyasha le exigía que derrotara la resistencia de su pareja- porque… yo no sabía… - no pudo abstenerse más y levantó su cadera penetrándola provocando nuevamente un gemido fuerte en ambos- yo quería estar seguro de que tú me querías aquí- nuevamente permitió que Kagome se elevara- pero he decidido… que no me importa… que haré que te quedes conmigo.

Kagome sonrió, le encantó la respuesta que le dio y le correspondió cabalgándolo desenfrenadamente. Inuyasha apenas podía pensar… abrió los ojos para ver a su pareja y para meterse el pezón de ella en la boca chupándolo ansiosamente.

-Te amo Inuyasha Taisho- apenas pudo decir por la respiración rápida que los movimientos generaba- Te amo.

Pocas cosas en el mundo podían haber atrapado la atención de Inuyasha en momentos como ése. Pero esas palabras lo hicieron al instante, soltó el pezón y la miró directamente a los ojos.

-Entonces Kagome Higurashi… cásate conmigo, yo también te amo, corazón.

Kagome abrió los ojos y buscó su boca, lo besó profundamente.

-Pensé que nunca me lo pedirías….

-No quiero que vuelvas a Los Ángeles- la voz de Inuyasha se había vuelto autoritara, mandona- ni ahora, ni nunca.

-No me iré.

Inuyasha estaba feliz, y fue eso el último pensamiento coherente que tuvo, se dedicó a darle placer, a penetrarla constantemente.

Después de unos deliciosos momentos Inuyasha se levantó sin eliminar la unión de sus cuerpos y la llevó a la cama. La acostó colocándose encima de ella y otra idea le atravesó el pensamiento.

-No más pastillas anticonceptivas.

-¿Quieres que tenga un hijo tuyo?- preguntó sorprendida Kagome.

Inuyasha no respondió… se dedicó a penetrarla profundamente y a besarla con todo el amor que le profesaba.

Kagome tomó sus acciones como un sí y estaba feliz. Nunca se había planteado la posibilidad de ser mamá pero tener en sus brazos a un bebé producto de su amor con Inuyasha le ilumino la cara. Un pequeñin con el mismo aspecto de su padre o una princesa que fuera la perdición de Inuyasha era una imagen perfecta que estaba dispuesta a cumplir.

Abrió aún más las piernas para darle pleno acceso a su interior y se dedicó a sentir todo el placer que él le proporcionaba. La penetró constantemente hasta que ambos perdieron la razón llegando al mejor orgasmo de su vida…

***

Cinco años después

Inuyasha estaba de pié… estaba en las mismas montañas donde habían estado al inicio de su relación con Kagome.

Kagome

Su Kagome.

Habían pasado casi cinco años de un maravilloso matrimonio con ella. Aún recordaba el baile de la Universidad donde aprovechó para darle el anillo de compromiso.

Kagome tuvo una firma de autógrafos de sus libros por lo que llegaría tarde y, como parte de la facultad organizadora Inuyasha no podía ausentarse del inicio del evento.

Estaba ansioso por verla, a pesar de que ya había aceptado casarse con él no estaría 100 % seguro hasta que hubieran firmado el acta de matrimonio. Se acercaba la hora de que llegara, el salón estaba repleto.

Kikio se acercó a Inuyasha invitándole una copa.

-Inuyasha… qué bueno que te encuentro. Mamá insiste en que te invite a comer el domingo. Tal vez entonces podríamos platicar de nosotros.

Él la observó pacientemente sin embargo ahora le parecía imposible que en alguna ocasión se le hubiera atravesado la idea de casarse con ella.

-Gracias Kikio, pero no creo que a mi prometida le agrade la idea.

-¿Prometida?... Oh- Kikio se rió discretamente- por favor Inuyasha, si estas tratando de que me ponga celosa te aseguro que ya estoy consciente de que cometí un error al terminar nuestra relación, pero estoy segura de que podremos retomarla sin ningún problema.

Inuyasha estaba muy incómodo con la situación, de repente le llamó la atención que el sonido de las conversaciones se aminoró bastante. Volteó para ver de qué se trataba y se quedó sorprendido ante la visión de la mujer más hermosa del mundo caminando directamente hacia él. Y las miradas de todos los estúpidos presentes comiéndosela con los ojos.

Llevaba un hermoso vestido azul marino que estaba pegado a su estupenda figura, de cuello alto y manga larga, se veía hermosa con el cabello recogido, se veía espectacular sin embargo y gracias al reflejo de una de las puertas de cristal observó que su vestido escondía un detalle profundamente sexy, tenía la espalda totalmente descubierta. Estaba perfecta, tanto que deseaba que sólo él pudiera verla así.

-Hola, amor- saludo Kagome a Inuyasha con un casto beso en los labios.

-Hola- Inuyasha estaba idiotizado ante la figura de su prometida, la acercó a él posando su mano en la espalda baja notando la suavidad de su piel- ven, vamos a bailar- dejaron a Kikio ahí de pié muerta de la envidia.

Eran el centro de atención del evento. Inuyasha también se veía imponente con un smoking negro.

Cuando sintió que los celos se apoderaban de él, al percatarse que sino todos casi todos los hombres presentes se comían con la mirada a su mujer consideró que era un buen momento para sacarla de ahí. La llevó a uno de los jardines y ahí le entregó el anillo de compromiso.

Después las imágenes en su mente lo trasladaron hasta la ceremonia cuyos únicos testigos habían sido Miroku, Sango y su bebé quien había sido traído al país por su madre.

La llegada de sus hermosas hijas ambas parecidas a él pero con los hermosos ojos de su madre lo habían llenado de felicidad.

Volteó a ver a su mujer que estaba desnuda durmiendo sobre una manta; habían ido a acampar para celebrar su quinto aniversario de bodas y ahí unas horas antes, Kagome le había dicho que la familia seguiría creciendo porque nuevamente estaba embarazada.

A su felicidad se había unido el hecho de que Sango y Miroku se habían enamorado siendo ella la única que había hecho que sentara cabeza a su amigo, quien recibió al hijo de Sango como propio e incluso habían tenido un segundo bebé.

Se acercó a su mujer y sonrió cuando vio que ella despertaba y le abría los brazos para que se uniera a ella.

Nunca acabaría de agradecerle a la vida el hecho de haberle llevado a la mujer más sensual y hermosa del mundo.

FIN

Perdón por la tardanza pero tengo muy buenos motivos: Robert Pattinson e Inuyasha.

1ro. Salió el DVD de Luna Nueva y por supuesto tuve que analizarla constantemente, lo que me dejó sin ningún momento para escribir.

2do. Se estrenó en mi país (México), la película Recuérdame y por supuesto me vi obligada a ir a verla por lo que apenas estoy de regreso en la tierra… así que espero que por favor me disculpen.

3ro. Estoy en shock, acabo de ver el capítulo 25 de la continuación del anime de Inuyasha y no puedo creer que falte sólo uno.

: ( Toy triste… pero ni modo… todo lo bueno se acaba…

Hasta ahí la historia… espero puedan dejar reviews.

Gracias por leer la historia : )