Debo aclarar que esta historia NO me pertenece; es de CUNNING ANGEL., ella me dio su autorización para adaptarla a un Sasusaku. Así como tampoco los personajes de Naruto; ya que son de Masashi Kishimoto.

Advertencias: AU y OoC en la mayoría de los personajes, sobre todo en Sakura y Sasuke.


Rating M (+18)

Sweet Temptation

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Rendirse

"Te Amo" habían sido las palabras que murmuró su esposa en medio de jadeos, mientras le hacía el amor la noche anterior.

Era lo correcto, se decía a sí mismo, mientras intentaba encontrar en su interior algún argumento que le hiciese comprender el porqué fue incapaz de responder.

Recordó sus finos labios, el fastuoso azul diseminado en sus ojos, lo mucho que solía excitarle el modo en que sus rubios cabellos surcaban con elegancia esos impresionantes senos, pero nada. Sasuke no encontraba motivo alguno para justificar su actuar, al menos no uno que estuviese dispuesto a asumir.

La engañas con la mente —le recordó su conciencia, mientras se llevaba el humeante brebaje a la boca. El café parecía estar gélido en comparación a la abrasadora temperatura que dominaba en sus labios. ¿Cómo evitarlo? Si la adolescente se paseaba frente suyo con un diminuto pantaloncillo y una delgada camiseta, que para colmo de los males le quedaba un poco grande y a ratos le permitía una vista excepcional de su delicado hombro.

Tragó el gemido con ayuda del caliente líquido y se limitó a desviar la vista, cosa difícil puesto que la joven se empeñaba en tentarlo, de forma dulce e ingenua, pero efectiva al fin y al cabo.

De pronto notó que sus mejillas se volvían rosas, cosa común en ella, pero no a ese extremo. Sasuke se preocupó pensando que tal vez le faltase el oxígeno, o tal vez sólo era una excusa.

Gran error, ya que en cuanto se acercó a la chica esta se alejó por instinto, pero aun cubrió sus hombros como si en ello se le fuera la vida.

Vergüenza, era todo cuanto se podía sentir en el ambiente, imperante e inflexible.

Sasuke se sintió un degenerado, la acusaba en sus pensamientos de provocarlo, de tentarle con descarado y fingido disimulo, cuando el único delito de la chica había sido levantarse más temprano de lo habitual para tomar desayuno, quizás con el mismo propósito que él. No encontrarse el uno al otro…

—Lo siento —confesó angustiado, sólo para salir media hora antes de lo habitual, en dirección a su trabajo. Maldiciéndose por no contener su deseo, por no disimular el hambre feroz que le embargaba cada vez que la sabía cercana e incluso maldiciendo a Ino por dormir mientras él madrugaba junto a su hija.

A diferencia de Sasuke su esposa trabajaba sólo en las tardes, no así Sakura, quien alegando que ya conocía el recorrido se iba sola al instituto. Evitando a toda costa compartir el vehículo con el esposo de Ino.

Mantente alejado de la tentación— se recordó Sasuke, mientras manejaba lejos de su infierno personal, quería ser tan fuerte como esa niña, que pese a ser ocho años menor que él, demostraba una madurez envidiable.

Pareces tú el adolescente que ridículamente está dominado por sus hormonas— sonrió ante la veracidad de su ocurrencia, pero sin un ápice de alegría. De pronto la revelación de lo obvio se abrió paso en su intelecto y el exagerado ruido de un Volvo frenando en seco captó la atención de todos los peatones a la deriva.

— Esto no puede continuar así, hoy mismo hablaré con ella y lo hizo, esa misma noche en cuanto Ino se durmió acudió como un bandido a la habitación contigua.

No golpeó por temor a despertar a su esposa, la sola idea de ello hacia que en su pecho se instalase una opresión desgarradora. Si su mujer se enterase de lo que se maquinaba en el interior de su hogar moriría, la desilusión la dejaría hecha trisas. Ella quería a esa criatura como si verdaderamente la hubiese concebido.

Sin embargo, en cuanto su mano se situó en el picaporte unos agudos sollozos consiguieron que su cuerpo se tensara en el acto.

Abrió la puerta con una maestría envidiable, sin emitir ruido alguno, sus pies avanzaron como si se tratasen de zapatillas de algodón sobre la plana superficie, hasta que finalmente lo único que le separaba de su hija era una larga y sensual cortina de cabello que dejaba libre un intento de trenza. Ella se veía adorable, pero tentadora.

—Es lo mejor —sollozó su pequeña, pero él no sabía si le hablaba a él o a sí misma. De seguro ya le había oído llegar y era su forma indirecta de hacerle ver que su presencia no era grata…

Acostada de boca hacia la cama y abrazada al almohadón como único consuelo a su desdicha. Sasuke pensó que en verdad Sakura era un Ángel. Su mujer podría parecer una ninfa, inclusive una diosa, pero Sakura no parecía tal cosa, Sakura lo era. En esencia y apariencia.

Sus pequeños pies descalzos se movían con desespero a un ritmo trémulo. Y sus largos cabellos se mostraban repartidos por la cama, formando una molesta barrera, él sólo podía apreciar la parte posterior de la adolescente.

Observó sus brazos, largos y delgados; apreció sus manos, frágiles; muy pequeñitas. Su vista continuó vagando: en torno a sus caderas, por la estrechez de su cintura. Alucinó cuando su vista se encontró con un pequeño y redondeado trasero, alzado de forma natural por las gloriosas curvas que le había otorgado el creador. Sí, ella era un ángel.

— Así deben ser las cosas. ¡Sé sensata, maldita sea! — sus palabras lo sobresaltaron, trayéndolo de forma súbita y abrupta de regreso al mundo real, a su presente.

Su mano a esas alturas ya se había comenzado a mover por inercia, en la búsqueda de la tibia y suave piel que clamaba por su roce. Porque él lo sabía, la había probado antes y tenía la certeza de que era tersa y exquisita. Se detuvo antes de que Sakura se alarmase, no la tocaría… ni hoy, ni nunca. Pero, entonces volvió a oírla, su llanto derramaba miel, y un nivel de suplica tan profundo que el joven padre tuvo que llevarse una mano hacia la boca para contener el gemido.

¿Cómo era posible que su niña sufriese tanto? Peor aún, ¿qué provocaría tal dolor en ella? ¿Sería él, o tal vez Neji?, de seguro Ino no podía ser culpable, ella era la única víctima en todo este asunto. Sólo en ese instante cayó en cuenta de que si Sakura no era consciente de que él se encontraba a su lado, sus recientes palabras carecían de valor. Ella se refería a sí misma, ¡Y con justa razón! Ella había sido clara "sé sensata".

— No tengo mucho tiempo… Ino acaba de dormirse y yo… Yo necesito hablar contigo —articuló con el cuerpo tenso y a duras penas conteniendo su tartamudeo. Ni en sus peores años de instituto una mujer lo había conseguido poner nervioso. Nadie, inclusive su esposa -a quien había comprobado que podía mentirle sin inmutarse- nadie excepto Sakura.

Su pequeño rostro se encontraba humedecido, quizás un poco hinchado, pero Sasuke no lo notó. Él se encontraba por absurdo que pareciese observando con hambre inmensurable sus ojos, porque en este último mes Sasuke Uchiha se había privado de ellos más de lo que podía soportar. Disfrutó más tiempo del que tenía planeado bebiendo de esa imagen, su rostro: esa pequeña nariz se encontraba roja, y bajo el hermoso par de adictivos luceros se encontraban dos caminos que habían dejado sus tiernas lágrimas al surcar su rostro.

No pasó desaperciba la rápida, pero codiciosa, mirada que su hija le ofrendó a su cuerpo. Algo en su interior hizo contacto cuando cayó en cuenta del contexto, su pequeña había estado llorando, hablaba de ser sensata, de hacer lo correcto. Él la deseaba, eso estaba lejos de serlo, y su reciente mirada dejaba en evidencia de que el sentimiento era recíproco.

Él iría a parar directo al infierno.

— ¿Puedo sentarme? — inquirió con una timidez que no poseía, a lo que la aludida se limitó a asentir. Él no tardó en obedecer, y acomodarse junto al frágil y cautivador cuerpo.

La imagen era digna de una postal. Estaban cerca, demasiado cerca, ninguno hizo ademán de eliminar esa indecorosa cercanía, pero tampoco por eliminarla. Tensos a la par se limitaron a tomar una bocanada de aire, al hacer este singular gesto al mismo tiempo, se sonrieron con nerviosismo y vergüenza. Encontrando las respuestas que necesitaban en los ojos del otro por hacer sido descubiertos in fraganti.

—Te deseo —lo soltó sin anestesia. Ya estaba dicho, pensó para sí, con un inmerecido alivio al no haber sido abofeteado por la joven en cuanto las palabras fueron vomitadas por su boca.

—Lo sé —respondió tensa, pero sin apartar la vista de esas negras gemas que la penetraban sin piedad, derritiendo toda defensa que hubiese querido levantar, antes de siquiera intentarlo.

—Es por eso que me evitabas, ¿no?

—Hay que huir de las tentaciones, la misma Biblia lo dice… —respondió casual, y de pronto comenzó a sentirse demasiado cómodo en compañía de la joven, y confiado… tanto así, que estiró su brazo para atraerla hacia sí, Sakura no se opuso, por el contrario, se sintió en el mismo cielo cuando aspiró el varonil perfume que expelía el cuello de Sasuke. Nunca estuvo más cómoda que en ese instante, recostada sobre el pecho de quien debía llamar padre.

Sakura sentía que sus pezones ardían bajo verdadero fuego, tanto así que dolía, la exquisita voz de Sasuke despertaba cosas que desconocía, sensaciones sin precedentes. Y mientras los dedos de su padre no dejaban de acaricias su larga y medio trenzada cabellera ella sólo pensaba en juntar más las piernas, intentando por todos los medios contener el palpitar de esa zona tan íntima que sólo hace unos meses había comenzado a quemar.

— Entonces, ¿admites que has estado escapando de mí? — ella hablaba en susurros al igual que él, ambos sabían el riesgo que corrían, por lo que no fue necesario dar explicaciones. Se limitaron a hablar despacio, pero aun así, para Sasuke fue muy fácil imaginarse el tierno puchero que se habría formado en su boca esbozar esa pregunta.

Y es que a estas alturas, Sasuke se había memorizado casi cada gesto en la chica. Un mes… Un mes había sido demasiado, ignorarla no le había servido de nada, muy por el contrario. Verla a diario y limitarse a un saludo se había vuelto un martirio.

— Sí, lo admito, me has pillado— musitó contra su pelo, mientras besaba su cien, entretanto sus manos repartían caricias en asenso por su estrecha cintura.

En cuanto le oyó decir eso Sakura supo que no podía seguir ocultándoselo. ¿Por qué hacerlo? Si mal que mal dos siempre sería mejor que uno, la suma hace la fuerza, tal vez con la ayuda del otro conseguirían superar este problema, y darle fin de una vez por todas a esa egoísta situación.

Sasuke soltó un fuerte jadeo cuando en un veloz movimiento la joven quedó a horcajadas suyas.

—Shhhh; yo también te deseo —susurró en su oído, antes de introducir unos finos y pequeños dedos bajo su camiseta y comenzar a subirla. Sasuke los sintió fríos y temblorosos, mas no se quejó. Nunca el frío le había parecido tan estimulante como ahora.

Cerró los ojos por inercia ante el placer que le otorgaban las caricias de la desinhibida adolescente, y aunque lo que para la inexperta niña era una verdadera lucha, para él se había convertido en un placer supremo. Sin embargo, notó que a ella le estaba costando caro su propio arranque de valentía, pero en vez de hacer lo que cualquier adulto sensato y responsable haría, tomó sus pequeñas manitas y se las llevo hacia sus labios, para depositar sobre estos un beso tan largo y sensual que esta vez a Sakura le fue imposible contener el gemido.

Sin esperar a que ella hiciese algo, lejos de actuar con la razón terminó él mismo la labor por ella. Liberándose de una maldita vez de esa molesta prenda.

Sakura se encontraba atónita, lo había visto sin polera, era cierto. Pero, jamás en su vida podría terminar de acostumbrarse a apreciar a la perfección de su anatomía, sobre todo cuando sus manos tiempo atrás se habían hecho una muy buena idea de lo bien que se sentían cada uno de esos vigorizados músculos bajo el roce de sus dedos.

Recorrió cada una de las líneas que surcaban ese perfecto abdomen, y sin conformarse con sentirle tenso inclino su rostro para acariciarlas con su lengua.

Sasuke no se contuvo más y tomando ese pequeño rostro entre sus manos estampó su boca contra la de ella, bebiéndose los labios de la joven con una sed muy difícil de ser saciada algún día. Penetró esa cálida y dulce cavidad, con tal ímpetu que en el caminó consiguió tragarse cada uno de los gemidos de Sakura, todos con sólo una palabra flotando entre sus labios "Sasuke". Su nombre nunca más podría ser recordado por el chico con tan nivel de necesidad, porque en eso se habían vuelto los desesperados jadeos de su hija para él. Una verdadera droga.

Y él aún no tenía suficiente de su dosis…

Sin interrumpir el beso, sus manos se abrieron paso avariciosas, bajo la delgada y reveladora camiseta, rozando sin disimulo las rígidas cumbres de la sonrojada mujercita, aún por encima de la ropa interior estas parecían arder de deseo, duras y erectas, pidiendo a gritos por los labios de su ansioso padre.

Los dientes de Sasuke no tuvieron mayor complicación al alojarse sobre una de las cimas, mientras que sus ávidos dedos arrancaban esa molesta prenda.

La rosada carne sabía a cielo, y con ahogo recorriendo su humanidad Sasuke Uchiha supo que ni la mejor de sus fantasías podría hacerle justicia. Tal vez no eran tan gruesas como las de Ino, y ciertamente no eran tan oscuras como las de ella, pero el sabor que estas desprendían eran todo lo que el dueño de esos cabellos de negros necesitaba para subsistir. Aquello había pasado a ser su maná.

Con sus pieles sudadas de pura anticipación; no tuvieron que transcurrir demasiados minutos para que padre e hija se meciesen uno contra el otro. Ambos desnudos de la cintura para arriba, y con el deseo impreso en cada ápice de su humedecida piel.

La trenza de Sakura había desaparecido, y largas ondas rosadas surcaban esa pálida y tersa piel, cubriendo a medias la zona de su busto, y siguiendo más abajo; rozando con timidez la zona del ombligo de Sasuke.

Él se irguió en su puesto; rompiendo por escasos minutos el ósculo, quedando sentado sobre la cama y de paso apoyando con firmeza su espalda en la cabecera de la misma, mientras tanto Sakura rodeaba ambos brazos por su grueso, caliente y muy sudado cuello para enterrar al instante sus pequeños deditos en esa rebelde cabellera.

— Te deseo tanto…— musitó mientras su lengua delineaba hambrienta el paladar de la joven.

Ella asintió antes de abrir los ojos pasmada y exclamar un improperio, al sentir la amplia mano de Sasuke rozar la cara interna de su muslo. No era una simple caricia y Sakura estaba conciente de ello, cinco dedos nunca fueron tan gratos ni le proporcionaron tal abrigo como lo hacía su padre adoptivo en este instante.

Fuego, y una necesidad que tenía nombre y apellido comenzó a afligirla. Lloriqueando de pura excitación, a Sasuke le pareció que aún teniéndola sobre él, con posición aventajada, lo quisiera o no, Sakura Haruno sería siempre la cosa más inocente que había visto en su vida.

El calor abrasador que imperaba en su centro, seguido por el desenfrenado ardor que la sobrecogía con cada nueva caricia que le era propinada, sin lugar a dudas era algo para lo que ella no estaba preparada.

No existía Ino, no existía un hogar, no había un padre ni una hija, ni siquiera Sasuke o Sakura, sólo eran un par de chicos, ignorando los ocho años de edad que les diferenciaban, eran únicamente dos cuerpos, deseándose, sintiéndose; necesitándose, y dispuestos como nunca a satisfacer esa hambre, a sucumbir de una vez por todas a esa hoguera que ellos mismos habían iniciado.

El sonido de sus gemidos suplicando al otro por que cesase la tortura en sus caderas se implantó con soberanía en el ambiente.

Nunca el deseo fue más prohibido y más letal. ¿Lealtad? ¿Fidelidad? No existe eso cuando la lujuria te ciega. Con su esposa durmiendo y descansando tranquila; agotada después de un arduo día, Sasuke Uchiha no se detuvo a analizar lo que era o no correcto, envió a la basura los hermosos cuatro años que llevaban de matrimonio y Sakura… La joven era un caso perdido, no recordaba ni su nombre, mucho menos se detendría a pensar en la aberrante traición que ambos le estaban infiriendo a Ino.

Interrumpieron su beso en busca de aire, con ambas frentes impregnadas del salino líquido y unidas por una fuerza superior a la atracción; tanto Sasuke como Sakura se atrevieron a abrir sus ojos. ¿Vergüenza, culpa? Todo lo que afloraba en ellos era dicha, retorcida, prohibida, pero asquerosamente adictiva dicha.

Las cimas de la adolescente repercutían traviesas contra el torso de Sasuke, fuerte y tonificado, en medio de ardientes y estremecedores roces. El trabajo que ejercían a la par se volvía tormentoso, al intentar recuperar un poco de oxígeno, tan preciado y a la vez inoportuno. Sus temblorosos cuerpos se rozaban al compás de los torpes intentos de inhalación, mientras jade y negro se atravesaban con desgarradora ansiedad. Sus ojos más que luceros evocaban una verdadera lucha: por obtener el máximo del otro, por derramar toda esa lujuria desbordante de una maldita vez, él por llenarla y ella por sentirse colmada del inhibido placer.

— Tenemos que parar— murmuró Sasuke, escondiendo en el acto su cabeza en la curvatura naciente por la unión de sus senos. Sakura no dijo nada, se limitó a suspirar y acariciar los sedosos cabellos de su padre. Su padre… ¿Podría alguna vez verle como tal?

Él aún no comprendía cómo había sido capaz de articular esas palabras. Sin embargo, estaba convencido de que no podía seguir. ¡No podía hacerla suya y continuar como si nada hubiese pasado! No la quería, por todos los cielos amaba a su esposa.

Una lágrima surcó su a estas alturas lívido rostro, al caer en cuenta de que había tenido que sucumbir por segunda vez a la tentación para comprender que amaba a su mujer, porque la amaba ¿Cierto?.

¿Qué otra cosa podría significar el desgarrador dolor en su pecho? Y la culpa…

— Shh, tranquilo— musitó la pequeña haruno, mientras besaba el remolino que formaban su oscura cabellera.

Sasuke alzó el rostro y la supo como si fuese posible más hermosa aún. Era su propia Venus traída desde el fondo del Hades. Una diosa arrastrada desde el olimpo hacia la hoguera de los infiernos, su propio infierno personal, su molestia. Tan hermosa, tan malditamente hermosa. Demasiado.

¿Qué hacía ella consolándolo? — pensaba avergonzado, mientras le redargüía la conciencia, si es que aún tenía una…

— No lo entiendes, te pido que te detengas. Pero lo único en lo que puedo pensar es en hacerte mía. ¡Te deseo a un punto en que duele! Pero-

— No me amas, es más, ni siquiera me quieres— afirmó Sakura, demasiado serena. Increíble, pensó para sí. Sin terminar de dar crédito a su actuar. ¿Qué demonios había estado a punto de hacer? Si no fuese porque Sasuke se detiene, ella no hubiese dudado en entregarle su virginidad.

Una oleada de asco le sobrevino al pensar que había estado a punto de arriesgarlo todo por un hombre que a duras penas le despertaba ternura, lo deseaba era cierto. Pero ahí se quedaba todo; ni siquiera lo podría ver como un potencial amigo, él era sexy, hermoso, exquisito… y la lista seguía, pero no lo quería.

— No, no te amo, pero me encantas. ¡Me fascinas! — Sasuke se irguió para hacerle frente, mientras la chica se cubría su delantera por inercia, hacía minutos ya que la atmosfera había cambiado entre ambos. Evidentemente la lujuria había pasado a segundo plano.

— No paro de pensar en tu olor, tu perfume pasó a formar parte de mi vida desde ese primer día, cuando te vi en el orfanato lo supe Sakura… Sabía que esto era un tremendo error. ¡No sé en qué pensaba Ino cuando me convenció de que te adoptásemos! No hay forma en que consiga arrancarte de mi mente, tu sabor. Tengo impregnado en mis labios el gusto de tu lengua. — Sakura cerró sus ojos, aterrada, sus palabras no le dolían, por el contrario ella misma no terminaba de comprender cómo su amiga podía ser tan ingenua, o benigna, al haberla traído a su casa.

— Esta fijación por ti es… enfermiza y— los negros orbes de Sasuke no miraban las trémulas y delicadas manos que cubrían a duras penas la desnudez en sus pechos. Ellos la observaban directo a los ojos, con cierto deje de cautela. Un sutil arrebol de posó en sus mejillas, volviendo el contraste entre su barba a ras y su piel más notorio.

A la joven le pareció algo tierno.

Ella le observaba expectante, atenta a cuáles serían sus próximas palabras, el dejarla en suspenso y actuar de modo tan nervioso convertía al pésimo intento de padre en un simple chico frente a una chica, tímido y culpable, rascando la zona baja de su cabeza y observándola con precaución directo a sus ojos, demostraba cualquier impresión, menos seguridad.

— Me está matando —añadió, dando por terminada su conversación. Se levantó de la cama y se cubrió de forma rápida, con su arrugada camiseta.

Con la vista clavada en el edredón, casi saltó cuando la cálida mano de Sasuke le ofreció la parte superior de su pijama.

— Gracias— sonrió con timidez, gesto al que el ojinegro respondió con una curvatura en su boca. No era un gesto a lo que se podría catalogar como sonrisa, pero era un buen intento, torcida y sensual, pero tensa… digna del ambiente que les embargaba.

— Gracias a ti, no te mereces esto. Siento, siento como si abusara de ti. Eres tan joven ¡Y ya has visto! Al parecer no podemos mantener una conversación civilizada sin que termine poniendo mis manos sobre ti.

Ella soltó una risita que a Sasuke se le hizo entre traviesa e infantil.

— El punto es que esto no puede volver a suceder— intentó que su voz sonase firme, pero la adolescente ya había adquirido confianza. ¿De dónde? La misma Sakura no tenía idea, pero fuese como fuese el efecto era el mismo. Se había puesto en pie sobre la cama, para quedar a su altura, quien erguido junto al lecho, y con su camisa ya puesta le fue imposible resistirse al dulce beso que le propinó su hijastra.

— Ajá— musitó contra sus labios, coqueta y sensual, envolviendo la cálida piel de su cuello con los brazos y alzándose en puntillas para profundizar el tierno beso.

— No volverá a suceder— masculló con voz ronca, mientras su dulce lengua se habría paso en el interior de la exquisita boca de Sasuke, palpándola, saboreándola, y entre lamidas y succiones cayeron juntos sobre la colcha, aún tibia por el encuentro anterior.

La mañana siguiente Ino despertó con un molesto mareo, por lo que corrió apresurada en dirección al baño. Sin embargo, cuando volvió a su habitación, su malestar pasó a segundo plano, observar a su esposo dormir con una infantil sonrisa en sus labios le obligó a recordarse a sí misma esconder las pastillas que había dejado en un descuido sobre el velador. Lo último que deseaba es que Sasuke se preocupase, después de todo ¿Qué daño podría causarle no conciliar el sueño? Ninguno.

Pero, aún así era mejor tomar precauciones, y esas benditas píldoras eran una verdadera salvación para dormir como un bebé.

Volvió a la cama, era sábado, por lo que se acurrucó junto a su esposo, envolviendo su cintura con las manos y sonriendo contra su cuello.

La vida no podía ser más perfecta — pensó con optimismo, antes de sumirse en un profundo sueño.

Fin del capitulo 11...


Hola! Aquí les traigo la continuación del fic…

Agradezco los reviews que me llegaron y a las personas que pusieron la historia en alerta y en favoritos… un beso para cada uno de ustedes xD.

P.D.: Tratare de actualizar cada semana, siempre y cuando halla mínimo 6 reviews xD…no se que día pero si lo hare...aunque si no lo hago ténganme paciencia trato de actualizar pero me olvido y la universidad ocupa todo mi tiempo.

Sin nada más que decir me despido

Sakura26