Notas de la autora: (*Dik se esconde detrás del PC*) ¡Ok, sí, debería estar haciendo muchas otras cosas de provecho en vez de empezar quinientas tablas que no voy a terminar jamás, pero me importa un pito! XD ¡QUIERO ESCRIBIR!
Tabla Ling/LanFan 100% (bueno, creo que habrá alguna otra cosa de fondo, aunque advierto de plano que estará centrada en ellos dos) robada de la comunidad 10iloveyou de Live Journal, como de costumbre. La tabla que elegí fue la de Mystic, que curiosamente encajaba a la perfección con las muchas ideas que tenía para estos dos. Así que es seguro que esta tabla va a llevar buen ritmo, especialmente ahora que he terminado por fin el primer prompt, que siempre es el que más se me atraganta por ser en plan introductorio y tener que establecer el marco para todos los demás (soy demasiado obsesiva como para dejar los prompts flotando en el aire, lo siento)
Bueno, esta tabla se veía venir desde hace meses, y no sólo por la OBVIA obsesión que tengo con el Xing-tachi últimamente. A finales de enero hice un dibujo sobre Ling y Lan Fan justo después de terminar la guerra, y pensé que no estaría mal que estos pobres muchachos pasaran unos días felices de vacaciones en Resembool antes de volver a su casa, después de todo el sufrimiento que han tenido que aguantar. La idea, que empezó casi como una broma interna, fue creciendo hasta convertirse en una bola gigantesca. No hacían más que ocurrírseme ideas para oneshots. Y al final me harté, busqué una buena tabla y me puse a escribir. ¡Joer, estos dos se lo merecen! XD
Así que ahí está el origen de esto. ¿Qué vais a encontrar aquí? Pues de todo, como siempre. Algo de drama, algo de comedia, y mucho fluff. De modo que: ¡alérgicos, abstenerse! XD Que últimamente escribo lo que me sale de la punta del pie sin pararme a pensar en qué pensará la gente de ello, así que no me controlo ni me hago responsable de lo que aparezca por aquí… Sólo lo hago para desfogar el fervor frikero, juas!
Este primer prompt es una castaña, no me explico por qué siempre me pasa igual XD Pero bueno, era necesario de todas formas, y aunque se me ha atragantado mucho más de lo esperado, al final estoy satisfecha con el resultado, si bien podría estar mucho mejor. No quería hacerlo tan largo, de verdad, pero es sencillamente superior a mí… Tranquilos, los próximos serán más cortos (de verdaaaad…)
¡Espero que os guste! 8D Ahora, ¡a matar el tiempo mientras esperamos el final de la guerra de verdad!
Title: Refugio
Author: Dikana
Fandom: Fullmetal Alchemist
Characters/Pairing: Ling/LanFan
Table: Mystic
Prompt: #1 - Sanctuary
Rating: G
Warnings: nooo…
Word Count: 8.906
Disclaimer: nada de todo esto me pertenece, bien lo sabe todo el mundo XD
Summary: Una vez terminada la guerra, Ed y Al estaban deseando volver a su hogar en Resembool. Pero Ling, Lan Fan y Mei también debían volver al Este, así que ¿por qué no hacer el viaje juntos? Los Elric no se esperaban que aquello fuera a convertirse para los chicos de Xing en unas auténticas vacaciones en su pueblo natal.
Notes: en esta tabla habrá varias cosas sobre el final del manga que yo doy por supuestas, como por ejemplo que Al recuperará su cuerpo pero Ed no, que Greed va a desaparecer del interior de Ling de una u otra forma, y que posiblemente Fuu y Buccaner no sean los únicos que mueran en la batalla final… pero como no quiero meterme en temas escabrosos a tan corta distancia del final del manga, procuraré no hacer demasiado hincapié en lo que aún no ha ocurrido en el canon y me limitaré a cosas cotidianas y algún que otro flashback 8D (que me pierden, LOL)
Refugio
El viaje en tren desde Central fue una auténtica pesadilla. Al menos para los hermanos Elric. Porque en cuanto la máquina se puso en marcha, Ling empezó a hablar y ya no paró en todo el trayecto.
- ¡Qué agradable es tener de nuevo control sobre mi cuerpo! –decía risueño, sin dirigirse a nadie en especial-. No podéis haceros una idea de lo pesado que era Greed a veces. ¡Nunca comía lo que yo quería y siempre me quedaba con hambre! ¿Cómo pretendía mantener así un cuerpo que está acostumbrado a comer muchísimo más?
- Quizá tu habilidad para engullir sobrepasara su capacidad de comprensión –gruñó Ed, con la frente apoyada contra el cristal de la ventana-. Los médicos del hospital sólo te dieron el alta para que dejaras de saquearles las cocinas…
- En Xing comemos 5 veces al día –siguió Ling, ignorando la intervención-. ¡Y todo es tan sabroso! Ahhh, echo de menos la comida de Xing, allí nunca te quedabas con hambre. ¡Sobre todo el char siu! Pei siempre lo preparaba para mi cumpleaños, ¿te acuerdas, Lan Fan? Comíamos hasta reventar. O el tong sui que siempre nos hacían para después de cenar, estaba tan bueno… O el…
Y se quedó hablando durante diez minutos sobre los platos típicos de la gastronomía de Xing. Lan Fan, que se sentaba a su lado en el banco, asentía de vez en cuando con la cabeza, pero no hizo ningún comentario. Tenía el rostro serio y pálido, como si reflejara aún los sucesos que habían puesto fin a la guerra. Junto a ella, pegado a la ventana, Al apoyaba la cabeza también en el cristal, mirando el paisaje y tocando distraídamente con los dedos la tela de su ropa y el cuero del asiento, todavía maravillado de haber recuperado la sensibilidad. Mei estaba sentada frente a Ling, en el lado del pasillo, y aunque no había abierto la boca desde que inició el viaje, no hacía más que mirar a su medio-hermano con un terrible mohín de hostilidad que el otro ignoraba olímpicamente.
Ed les echó un vistazo a los cuatro antes de volver a apoyar la frente otra vez contra la ventana. Todos tenían un aspecto horrible. Él incluido. Incluso después de haber pasado un par de días en el hospital de Central para recuperarse de las heridas. Seguían pálidos, ojerosos, hechos polvo… Pero estaban vivos. Habían sobrevivido y estaban a salvo. Y sólo por eso se tragó las ganas de callar a Ling de un puñetazo.
- … le echaba cosas increíbles al chop suey –seguía el príncipe-. Me está dando hambre de sólo recordarlo. Al, ¿no tienes tú también una sensación constante de hambre en el estómago?
- Tengo muchas sensaciones y eso es maravilloso –replicó el menor de los Elric, con la cara un tanto verdosa-. Pero la que predomina ahora mismo es el dolor de cabeza…
- ¡¿Hasta cuándo vamos a tener que soportarte?! –chilló en el acto Mei, brincando en su asiento para salir en defensa de su ídolo y fulminando a Ling con la mirada.
- ¿Sabes a qué me acaba de recordar esto, Lan Fan? –Ling pasó de la princesa y se volvió hacia su escolta-. A las fiestas en honor del cumpleaños del emperador de hace dos años, ¿te acuerdas? ¡Aquello sí que fue horripilante! Se me quitaron por completo las ganas de regresar a la capital, si no llega a ser por la pobre mamá me habría escaqueado de volver el año pasado…
- ¿Pero de qué está hablando ahora? –masculló Ed, palpitándole la vena de la sien.
- Y yo qué sé… -musitó Al, mareadísimo.
- Mei, tú también estabas –soltó de improviso el heredero de los Yao, girando de nuevo el rostro para encarar a su hermana-. ¿Te acuerdas de la cena de inauguración, cuando Shan y Yeung empezaron a gritarse de repente, sacaron las espadas y tuvo que separarlos la guardia del emperador?
Mei frunció el ceño y apretó los labios en una mueca, alzando el mentón con orgullo.
- Quiero que sepas una cosa –soltó altivamente-. Si he accedido a unirme a este viaje con vosotros ha sido sólo por respeto a Alphonse-sama y a la invitación de Winry-san. Eso no significa que ahora vayamos a ser…
- ¿Sabías que en realidad no se pelearon por nada político, sino por una mujer? –atajó Ling alzando un dedo, cortando de golpe la perorata de la más pequeña del grupo.
Mei lo intentó. De verdad que sí. Incluso se le colorearon las mejillas del esfuerzo que hizo por reprimirse y mantener su fachada orgullosa. Pero la resistencia no duró mucho tiempo.
- ¡¿En serio?! –explotó muerta de curiosidad, inclinándose abruptamente hacia Ling con los ojos muy abiertos-. ¡No puede ser! ¿Cómo iban a atreverse a hacer algo así delante del emperador?
- Pues es cierto. Ya sabes que los Fong tienen firmados acuerdos políticos desde hace generaciones con los grandes clanes para entrenar a sus guardias de élite a cambio de apoyo comercial y esas cosas. Pues parece ser que Yeung escogió como escolta personal a una guerrera de los Fong que resultó ser la amante de Shan. Él no podía quejarse, porque se descubriría el asunto, pero intentó convencer a Yeung en privado y el otro lo terminó averiguando todo.
- ¡Es increíble! Xiaoran me lo contó en su día, pero como es una exagerada no sabía si sería verdad o se lo habría inventado.
- Es una verdad como una casa, créeme. ¡Yo he visto a la chica en cuestión! Creo que se llama Xin Xin o algo por el estilo…
- ¿De verdad? ¿Y es hermosa?
- Oh, sí, es guapísima…
- ¿Así que el príncipe Shan tenía una aventura con una de sus soldados? ¡Qué fuerte! ¿Y qué hizo al final Yeung? ¡Los dos estuvieron intentando matarse durante toda la semana que pasamos en el palacio imperial!
- Por lo que yo sé…
- Nii-san –llamó Al, con todo el rostro contraído, como si le doliera el estómago-, quiero volver a la armadura…
- Ya es tarde –gruñó el otro, apretando los dientes cada vez más y haciendo un esfuerzo por recordarse lo maravilloso que era seguir vivo-. Disfruta de tu cuerpo recién recuperado y de la alegría de volver a ser plenamente humano.
- No quiero. Mátame.
- Mátame tú a mí primero.
Y, mientras Lan Fan se iba hundiendo más y más en su asiento hasta quedarse dormida disimuladamente, ambos hermanos tuvieron que hacer de tripas corazón para soportar durante el resto del viaje la cháchara de los hijos del emperador, que de repente consideraron de sumo interés ponerse a hacer un repaso de todos los escándalos amorosos que se habían dado entre los herederos al trono durante los últimos años. "Menos mal que Mei le odiaba a muerte –bufó Ed para sí-. No quiero ni pensar cómo sería el viaje si fuesen amigos del alma…".
Había hablado con Winry por teléfono en cuanto las cosas se calmaron lo suficiente como para poder establecer contacto. No sólo quería contarle lo ocurrido, sino también asegurarse de que ella y la abuela estaban bien. La joven mecánica había insistido en presentarse en Central y reunirse con ellos, pero Ed había logrado disuadirla. Las cosas en la capital no estaban precisamente tranquilas en aquellos momentos. Además, los hospitales estaban saturados por los múltiples heridos en las diversas batallas que se habían desarrollado a lo largo de toda la cuidad. Ninguno de ellos quería permanecer demasiado tiempo ingresado. Ni siquiera Al, al que los médicos habían diagnosticado una desnutrición brutal y querían mantener en observación por lo menos un mes. Él prefería volver a casa cuanto antes y descansar en la tranquilidad de Resembool. Así que en cuanto se recuperaron lo justo para poder mantenerse en pie, los 5 jóvenes se escabulleron del hospital y reemprendieron el camino hacia el este.
Sin embargo, los chicos de Xing no tenían a dónde ir. No querían permanecer en Central, bajo la custodia de los militares. No querían más jaleos ni más problemas. Bastante hartos estaban también. Pero tampoco se encontraban en condiciones de volver aún a su país.
- Diles que se vengan a casa –había sugerido Winry por teléfono-. Tenemos sitio para todos. Pueden descansar aquí unos días antes de volver a Xing.
Y, aunque a Ed no le había hecho mucha gracia la idea (él quería descansar de verdad, sinceramente) tampoco había querido discutir. A fin de cuentas, no habrían podido alcanzar la victoria sin aquellos tres. En cierto modo se lo debía, aquella invitación era lo menos que podía hacer para agradecerles su ayuda. Pero lo cierto era que en esos momentos, oyendo cómo Ling y Mei discutían sobre la heredera del clan no-sé-qué, que había intentado seducir a uno de sus hermanastros para matarlo en la cama, sintió verdaderos deseos de tirarlos a los dos por la ventana.
En cuanto llegaron a la estación de Resembool, Ed se levantó de un salto, deseando abandonar el tren lo antes posible. Y por la cara de desesperación que lucía su hermano pequeño, supo que Al se sentía igual que él. Le ayudó a ponerse en pie, porque aún se encontraba demasiado débil como para moverse con libertad por sí mismo, y ambos salieron juntos al pasillo, pisoteando a Ling por el camino como quién no quiere la cosa.
- ¡Eh! –protestó el príncipe, y Lan Fan se despertó de golpe a su lado, brincando en el asiento con expresión sobresaltada.
- Mueve el culo y vámonos –gruñó Ed-. A no ser que quieras seguir el viaje hasta South City. No creas que me importaría perderte de vista, cansino.
Winry y Pinako les estaban esperando en el andén.
Durante las últimas noches en el hospital, Ed se había imaginado aquella escena mil veces. Aunque tenía el estómago encogido por los nervios, pensaba que estaría preparado para manejar la situación con dignidad. Pero cuando Winry se tiró a ellos para abrazarlos con todas sus fuerzas, riendo y llorando a pleno pulmón, el mayor de los Elric perdió por completo la compostura. Comprendió que hasta ese momento no había asimilado del todo que de verdad la guerra había terminado. La guerra, la búsqueda, el dolor, el peregrinaje… El paréntesis que había quebrado sus vidas años atrás se había roto por fin y la vida volvía a su curso. El mundo volvía a girar. Y ellos volvían a casa.
Los tres se fundieron en un abrazo que duró siglos, incapaces de soltarse. Al también rompió a reír y se le saltaron las lágrimas sin poder evitarlo. De hecho, parecía muy feliz de poder llorar de nuevo. Preguntó por su tarta de manzana y las carcajadas de Winry se redoblaron. Ella se secó las lágrimas con el dorso de la mano, secó también las de Al y, echándoles de nuevo los brazos al cuello, les cubrió a ambos el rostro de besos, hasta que Ed se sintió demasiado avergonzado como para mantener aquello y empezó a protestar a gritos.
- Me alegro mucho de veros –saludó Pinako, una vez que Winry por fin soltó a los hermanos y corrió a saludar y abrazar también a los chicos de Xing, que se habían mantenido en un discreto segundo plano durante el reencuentro-. Bienvenidos a casa.
- Gracias, abuela –sonrió Ed suavemente.
Pinako parecía melancólica, a pesar de la alegría que reflejaba su rostro por verlos volver sanos y salvos. Y Ed no pudo evitar que esa melancolía se le contagiara levemente, a pesar de lo mucho que se esforzaba por pensar en lo que habían recuperado en vez de lo que habían perdido.
Las Rockbell habían ido a buscarlos en una vieja carreta, conscientes de que Al no estaba para caminatas. Y probablemente los demás tampoco. Así que Winry se montó en la parte de atrás con los demás, mientras Ed tomaba asiento junto a Pinako en el banco del conductor. En cuanto la anciana sacudió las riendas del viejo caballo y el carro se puso en marcha, Ling empezó a parlotear otra vez.
- ¡Qué bonito es Resembool! Me gustan los pueblos perdidos en medio de ningún sitio. Esto se parece mucho a las praderas del oeste, en Xing. Son las tierras del clan Yao. Tiene gracia, ¿eh? ¡Parece que nos hemos criado en lugares del mismo estilo! Pero en Xing tenemos más bosques, y el ambiente es mucho más húmedo. Si sube mucho la temperatura en verano es como si te cocieras en tu propio jugo, y cuando llega el invierno…
Ed tuvo que contar hasta 50 para reprimir las ganas de pegarle una patada en la cabeza a su "amigo", a ver si noqueándolo se callaba de una vez. Estaba harto de oírle ya y eso que ni siquiera habían llegado aún a casa. Aquellos días de convivencia se le iban a hacer eternos…
- Ling, parece que estás lleno de energía –comentó Winry en un momento determinado, sonriendo-. No me lo esperaba…
- Se nota que lleva meses atrapado dentro de su propio cuerpo sin poder hablar –añadió Al, aún con expresión mareada.
- ¡El único que ha salido ganando con esto es Greed! –Ed fue incapaz de morderse la lengua-. Se ha librado de una buena por no tener que estar soportándote todo el tiempo parloteando dentro de su cabeza.
- ¡Querrás decir mi cabeza!
- ¡Lo que sea!
Pero el heredero de los Yao esquivó hábilmente cualquier ataque verbal y volvió a salir por la tangente, retomando su monólogo sobre las tierras de su clan en Xing y rememorando viejas anécdotas de cuando era pequeño. Ed volvió a contar hasta 50, apretando los dientes con exasperación. Pero se tragó las protestas, como llevaba haciendo todo el día. No sería justo mandar a aquel tipo a la mierda, por muy insoportable que estuviese. No después de todo lo ocurrido. Y giró ligeramente el rostro para mirar de reojo a Lan Fan.
Ella no había abierto la boca en todo el día. Se hacía un ovillo junto a Ling, su rostro totalmente inexpresivo como un lienzo en blanco. El príncipe mantenía un brazo en torno a sus hombros con firmeza y Ed se preguntó en qué momento exacto lo había puesto ahí. Quizá llevara ahí todo el viaje, en realidad. Como el pequeño paquete que Lan Fan apretaba contra su pecho desde que salieron de Central.
Sabía muy bien por qué Ling no paraba de hablar. También sabía perfectamente que aquella cara de feliz entusiasmo que lucía desde que iniciaron el viaje era más falsa que nunca. Aún recordaba demasiado bien la expresión que había mostrado Ling en el subsuelo de Central, durante la batalla final. Los ojos hundidos, la fiera mirada asesina. Aquélla no había sido únicamente la cara de Greed…
Ed pensó en su padre y de repente el automail de su brazo derecho le pareció terriblemente pesado. Pero sacudió la cabeza y apartó aquellos pensamientos funestos con rapidez. No quería pensar en lo que había quedado atrás. Y estaba seguro de que Ling tampoco.
Por suerte, Winry tenía mucha más paciencia que él (a fin de cuentas ella acababa de reunirse con ellos y no había tenido que soportar al principito durante el viaje en tren) así que manejó con bastante maestría la incontrolable conversación de Ling, siguiéndole el hilo y haciéndole preguntas que el otro contestaba con entusiasmo. Incluso Mei se unió a la charla al final, animándose. Al terminó sonriendo suavemente, a pesar del cansancio y el dolor de cabeza. Y lo cierto es que, antes de darse cuenta, llegaron a la casa de los Rockbell y el viaje terminó por fin definitivamente.
Fue todo un alivio para los hermanos Elric cruzar el umbral del que se había convertido en su único hogar durante los últimos años. Ed oyó a su hermano suspirar profundamente, mirándolo todo con ojos emocionados, olfateando el aire.
- Se me había olvidado el olor de este lugar –comentó Al-. El olor a aceite de automail. El olor de la comida recién hecha…
- ¿Quieres comer un poco?
- Casi prefiero dormir primero –Al miró a su hermano con una sonrisa de disculpa-. ¡Me muero de sueño! Creo que podría dormir durante años.
Estaba claro que Al no era el único que pensaba así, de modo que Winry los guió a todos escaleras arriba para que pudieran instalarse cuanto antes.
- Vamos a tener que apretarnos un poco para dormir, pero creo que no habrá problemas de espacio –comentó por el camino-. Espero que no os importe tener que compartir habitación…
Al llegar al piso de arriba, abrió la primera puerta que encontró en el pasillo y comentó:
- Ling, en el armario de esta habitación guardamos algo de ropa vieja de mis padres. Puede que os quede grande, pero si queréis echarle un vistazo por si os apetece poneros más cómodos…
- Ah, muchas gracias –exclamó el príncipe, asomándose al pequeño cuarto. Casi tenía más aspecto de trastero que de dormitorio, por los numerosos paquetes que se amontonaban en los rincones-. De hecho, creo que este cuarto es perfecto para nosotros, no necesitamos nada ostentoso. Lan Fan y yo dormiremos aquí.
Y de repente empujó con suavidad a su escolta hacia el interior, colándose velozmente tras ella. Todos se quedaron con la boca abierta, estáticos, excepto Ed, que brincó como si una serpiente acabara de morderle la pierna. Antes de que Ling tuviera tiempo de encerrarse allí, interceptó la trayectoria de la puerta con el pie, deteniéndole.
- ¡Espera! –le chilló, descompuesto-. ¡De eso nada, listo! ¡Llevo todo el día aguantando tus idioteces, pero por aquí no pienso pasar! ¡Ésta es mi habitación!
- ¿Ehhh? –Ling compuso su ensayadísima cara de no entender, pero siguió presionando la puerta para no ceder ni un milímetro al empuje del rubio-. ¿Qué más te da? Si está llena de trastos viejos…
- ¡Esos trastos son las cosas que Al y yo guardamos de nuestra casa! ¡Nuestras cosas, nuestro cuarto! ¡Ya estás saliendo de ahí! ¡AHORA!
- Venga, hombre, estoy seguro de que querrás compartir cuarto con tu hermano, ahora que él también puede dormir, ¿no? Aquí no habría hueco para los dos…
- ¡Tampoco lo hay para vosotros! ¡Sólo hay una cama!
- Pero a nosotros no nos importa compartirla. ¡Winry, muchas gracias por tu hospitalidad, eres un encanto! Ahora vamos a dormir un poco, que estamos muy cansados. ¡Hasta luego!
Y, sacando un pie por la rendija que mantenía abierta, le hizo una extraña llave a Ed en la rodilla, desequilibrándole y obligándole a apartar la pierna. El alquimista cayó de bruces contra la puerta en el mismo instante en el que Ling se la cerraba de golpe en las narices. En el pasillo que hizo un silencio sepulcral, oscuras y siniestras ondas cayendo sobre los cuatro jóvenes restantes.
- Si serás… ¡capullo! –gritó Ed, frotándose el rostro dolorido, y empezó a aporrear la puerta, forcejeando para intentar abrirla de nuevo-. ¡Ling! ¡LING! ¡Sal de ahí ahora mismo, príncipe imbécil!
- ¡No quiero! –canturreó burlón el otro desde dentro, atrancando la puerta con firmeza-. ¿No decías que estabas harto de oírme? Pues entonces déjame dormir tranquilo, o empezaré a contarte la historia de mi vida desde que tengo memoria.
Al pareció reaccionar a la amenaza de inmediato, estremeciéndose de horror.
- ¡Déjalo estar, nii-san! –exclamó en el acto, sudando-. Da igual. Vámonos a dormir de una vez nosotros también.
- Sí, Ed, déjalo –intervino Winry, con una gruesa gota de sudor rodando por su sien-. Yo tenía pensado que vosotros tres compartierais habitación y Mei y Lan Fan durmieran conmigo y con la abuela, pero bueno… esta opción también sirve. Podéis quedaros los dos solos en la antigua habitación de papá y mamá, que es más grande. Allí estaréis más cómodos.
- ¡Eso será lo mejor! –exclamó de repente Ling, a través de la puerta-. ¡No creo que os gustara dormir conmigo! ¡Hablo en sueños!
Los otros cuatro se hundieron de hombros, aplastados de nuevo por las oscuras ondas negras. Ed empezó a mascullar entre dientes todo tipo de improperios, pero se apartó de la puerta, rindiéndose, y puso los brazos en jarras.
- Tsk… Pues lo siento por Lan Fan, entonces…
- ¡Tranquilo! ¡Ella ya está acostumbrada!
Todos se quedaron de piedra. Mei se llevó una mano a la boca con dramatismo y soltó convencidísima:
- O sea que ellos también tienen una aventura… ¡Por Dios! ¡Todos los príncipes terminan liándose con sus escoltas!
- ¡Nadie está liado con nadie! –le gritó Ed, sonrojándose de golpe inexplicablemente ante la mera mención de algo semejante-. ¿Puedes hacer el favor de apagar un rato tu calenturiento cerebro?
- M-Mei… -sonrió Winry débilmente, sudando también ante la imagen mental que acababa de sugerir la princesa-. No te importa dormir conmigo, ¿verdad?
- Claro que no. Yo casi lo prefiero de este modo…
- Bien. En mi cuarto tengo ropa de cuando era un poco más pequeña, por si quieres tomar un baño y cambiarte…
- ¡Ah, eso sería genial, Winry-san!
Y los cuatro terminaron pasando de largo, dirigiéndose a la siguiente habitación.
Al otro lado de la puerta, Ling apartó el oído de la madera en cuanto las protestas de Ed se perdieron por el pasillo y sonrió con satisfacción.
- Ahhh, lo logramos –suspiró, estirándose perezosamente-. Qué descanso, la verd… ¿Qué pasa?
Lan Fan le estaba mirando con una expresión indescriptible, a medio camino entre la vergüenza más absoluta y la exasperación más truculenta.
- Waka, creo que este número era totalmente innecesario…
- ¿Ah, sí? –Ling señaló con el pulgar hacia el pasillo-. ¿Preferías dormir con Mei?
Lan Fan se estremeció de horror y se apresuró a sacudir la cabeza en gesto de negación.
- Entonces, ¿cuál es el problema? –siguió él, llevándose una mano al pecho con aire ofendido-. ¿No tienes ganas de oírme hablar en sueños?
Su teatro consiguió lo que se proponía. Los labios de Lan Fan se curvaron suavemente en una pequeña sonrisa.
- Tú no hablas en sueños –musitó la joven. Y, cuando él le devolvió la sonrisa, añadió amagando una broma-: Pero sí roncas. Y bastante.
- ¿Quéééé? ¿En serio? ¡Nunca me lo habías dicho!
La sonrisa se la joven se ensanchó un poco más antes de volver a esfumarse, como si nunca hubiese existido. Ling también dejó de sonreír. Y por un momento los dos se quedaron allí quietos, en silencio, él con la espalda apoyada en la puerta y ella plantada en mitad de la minúscula habitación, con la cabeza agachada y la vista clavada en el suelo. La ventana que había frente a ellos, justo sobre la cama que se pegaba contra la pared, estaba abierta y las finas cortinas se mecían lentamente por la brisa, filtrando la luz del mediodía y dándole al cuarto una iluminación muy suave y acogedora. Aún faltaba para la llegada del verano y el ambiente del campo era fresco. Sería agradable poder descansar allí. Tener algo de paz y tranquilidad, por primera vez en tanto tiempo. Quizá incluso por primera vez en su vida.
Ling se incorporó con otro suspiro y se acercó al armario que Winry había mencionado antes, abriéndolo para curiosear en su interior.
- Veamos qué hay por aquí…
- No me gusta que ella esté aquí –soltó de improviso Lan Fan, en voz baja pero cortante, como si hubiese estado esperando a que él rompiera el silencio para poder hablar ella también.
- ¿Quién? ¿Mei? No te preocupes por eso. Y no seas muy dura con ella. Ahora que nuestro objetivo inicial se ha ido por el desagüe, tendremos que cambiar de estrategia. Y Mei puede sernos muy útil.
Lan Fan torció la boca en una mueca de disconformidad, pero no replicó nada más.
- Mmm, creo que esto podría servirte –Ling cerró de nuevo el armario y se acercó a Lan Fan, con un par de sencillas camisas colgadas del brazo. Al llegar a su lado, tendió una mano hacia ella-. Dámelo.
Ninguno se movió por un segundo, pero al final la joven aflojó el agarre que mantenía sobre el pequeño paquete envuelto en tela negra y se lo pasó a Ling con sumo cuidado, al mismo tiempo que él le pasaba a ella una camisa blanca. No se miraron a la cara durante el intercambio y el joven príncipe esquivó a su escolta para dirigirse a una desgastada cómoda que había allí, rodeada de cajas llenas de trastos, y colocar con delicadeza el paquete sobre ella. Vaciló un instante antes de apartar la tela negra, pero terminó apretando los dientes y la retiró con decisión, frunciendo el ceño. La sencilla vasija le devolvió un destello metálico bajo la tenue luz del sol.
Las cenizas de Fuu.
Repatriar un cadáver tal y como estaban las cosas en Amestris en esos momentos habría sido casi imposible. Los militares habían tenido el detalle de organizar un funeral de Estado para el viejo guerrero de Xing, como habían hecho también por los otros héroes caídos en la batalla final. Se había celebrado siguiendo la tradición de su país. Y eso era todo lo que les quedaba ahora a su nieta y a su príncipe: un bote lleno de cenizas.
Qué pocas ganas tenía de volver a casa. Qué pocas ganas de mirar a su abuelo a los ojos y decirle que había fracasado, que no volvía con la inmortalidad, que había perdido a uno de sus mejores hombres, que su escolta había perdido un brazo, que todos ellos habían estado a punto de morir en una guerra en la que no tenían nada que ver… Qué pocas ganas de volver después de casi un año y decepcionar a todos, y tener que empezar a luchar de nuevo por el trono contra sus hermanos, soportando los atentados, las batallas, las muertes. Cada vez dudaba más que en Xing les fueran a recibir de la misma forma que Winry había recibido a Ed y a Al… Para ellos, la auténtica guerra no había hecho más que empezar. Volver a casa no sería sinónimo de descanso, sino todo lo contrario. Ojala…
- Waka –llamó Lan Fan, interrumpiendo de golpe sus pensamientos.
Ling se sobresaltó y giró el rostro para encararla. Ella le miraba con seriedad, pero también firmeza. Era extraño poder mirarla de nuevo a la cara después de tanto tiempo, casi se le había olvidado lo expresiva que podía llegar a ser sin decir ni una palabra. O la facilidad que tenía para leer en él como si se tratara de un libro abierto. Y aquella mirada de muda comprensión le llenó de cálida nostalgia y calmó un poco el vacío que se abría en la boca de su estómago.
- ¿Qué vamos a hacer ahora? –añadió la joven.
Lo dijo como si esperase sus órdenes para la próxima batalla. Pero su rostro seguía pálido y sus ojos cargados de cansancio. Ling sonrió con tristeza.
- De momento, dormir –replicó llanamente, y se apartó de la cómoda para acercarse a la cama, desabrochándose la camisa por el camino-. Ya pensaremos en ello mañana. O la semana que viene.
Lan Fan volvió a componer una mueca, pero él fingió no haberla visto. Se quitó la camisa que había traído desde Central, dejándola colgada en el cabecero de la cama, y se puso con parsimonia la limpia que acababa de sacar del armario de los Rockbell, de un pálido tono azul. Mientras se abrochaba los botones volvió a mirar a su compañera.
- Lan Fan, cámbiate y ven a dormir, ¿de acuerdo? No has dormido nada en el hospital. Creo que ya es hora de tomarnos un merecido descanso.
Ella no contestó, aún allí de pie, con la vista en el suelo y la camisa limpia en la mano. Ling la escrutó detenidamente antes de añadir:
- Sigues sin poder mover el brazo, ¿verdad? ¿Quieres que te ayude?
Y antes de que la chica tuviera tiempo de contestar, Ling volvió junto a ella y se quedó plantado a su lado, mucho más cerca de lo que habría resultado correcto. Sin embargo, Lan Fan no se movió ni un ápice para apartarse. Aunque tampoco se atrevió a alzar la vista hacia él.
- N-no te preocupes, puedo yo sola… -y se llevó la mano derecha a la pechera de su uniforme negro, buscando con los dedos el lazo que mantenía cerrado el gi.
- No lo dudo –Ling le desató el pequeño lazo por sí mismo, sin pedir permiso-. Pero quiero hacerlo yo.
- Waka, por favor –protestó débilmente Lan Fan-. No soy una inválida…
- Eso ya lo sé –replicó él, ignorando los intentos de la joven por apartar sus manos y abriéndole el gi suavemente en busca del lazo interior.
Pero ella no le permitió terminar. Le agarró con fuerza por la muñeca, deteniéndole.
- Ling –soltó con voz grave, agachando la cabeza aún más-. Para.
El príncipe apretó los dientes, endureciendo el rostro.
- Quiero verlo –contestó con el mismo tono cortante-. Enséñamelo.
Los dedos de la muchacha se crisparon en torno a su muñeca.
- No es una visión agradable…
- Eso me da igual. Quiero verlo.
Entre ellos se hizo el silencio por unos segundos. Pero ambos se conocían demasiado bien. Ling sabía de sobra que Lan Fan no se opondría a una orden tan directa, y ella sabía que él no daría su brazo a torcer por mucho que protestara. De modo que le soltó lentamente y el joven terminó de desatar el gi negro, abriendo la prenda y deslizándola suavemente por los brazos de su compañera hasta desnudarle el torso. A las vendas que Lan Fan siempre se ceñía en torno al pecho se añadían ahora otras tantas que envolvían su hombro, como si alguien hubiese tratado de mantener atada toscamente la extremidad de metal al cuerpo de carne. Aquellos vendajes le recordaron de repente a los que usó el doctor Knox para envolver el muñón del miembro recién mutilado meses atrás. Y el recuerdo no le gustó.
- La señora Curtis me lo vendó –explicó Lan Fan, antes de que él preguntara-. Dijo que posiblemente se me habría desencajado algo y que sujetándolo un poco quizá…
Su voz se desvaneció cuando Ling empezó a hurgar entre los vendajes, buscando el nudo que los mantenía sujetos. Y, desatándolo con firmeza, empezó a desenvolver el hombro izquierdo, sintiendo un punzante nerviosismo en el estómago. Algo muy parecido a la ansiedad que precede a una batalla. El vértigo que te invade al enfrentarte a algo inquietante. Porque sería estúpido intentar negar que aquello le asustaba. Había temido ese momento desde que volvió a ver a Lan Fan en el bosque junto a Kanama, después de casi medio año. Por eso quería acabar con ello cuanto antes y enfrentarlo de una vez.
Cuando las vendas desaparecieron por fin, Ling se quedó sin aliento.
Aquello fue más crudo de lo que esperaba. La forma en que el metal empalmaba con la carne a base de tornillos y tuercas chocó brutalmente con el recuerdo que él conservaba de la antigua Lan Fan, de sus hombros estrechos y de la forma en que se encogían cuando estaba nerviosa o se cuadraban con orgullo justo antes de empezar una pelea. Las cicatrices rajaban sin piedad su piel blanca. El automail se veía demasiado agresivo, demasiado ajeno a su cuerpo.
Y aún así…
- Dios mío…
Ella alzó la vista por fin ante su susurro, con ojos temblorosos. Expectante. A Ling nunca dejaría de maravillarle el poder que tenían sus palabras para elevarla a lo más alto o hundirla en la miseria más absoluta. No pudo reprimir la sonrisa por más tiempo.
- ¿Acaso puede existir algo más hermoso que una guerrera cubierta de cicatrices?
A Lan Fan le temblaron los labios y se llevó rápidamente la mano a la boca, agachando la cabeza de inmediato otra vez. Todo su cuerpo pareció encogerse y sus hombros temblaron.
- Idiota… -murmuró con voz apenas audible, tan débil que casi no se entendían sus palabras.
- Oye, oye… ¿es ésa forma de hablar a tu príncipe?
- Sabía que dirías alguna estupidez para…
- No es ninguna estupidez –la interrumpió Ling, ensanchando su sonrisa, y cogió la camisa blanca para empezar a calársela poco a poco-. ¿Sabes lo que dijo Greed cuando te vio por primera vez en el bosque de Kanama? –cogió su mano de metal, introduciéndola en la manga con la misma delicadeza que si manejara un tesoro-. Dijo que yo era un tipo hábil por tener a una mujer tan impresionante como mi arma secreta. ¿Sabes qué pensé yo? –sujetó su mano derecha por la muñeca para apartársela del rostro y meterla en la otra manga también-. Pensé que realmente tengo mucha suerte… porque me pareciste incluso más impresionante que de costumbre.
Lan Fan se encogió un poco más, contrayendo el entrecejo y apretando los labios con fuerza para intentar reprimirse. Ling aprovechó su gesto para inclinarse hasta apoyar su frente en la de ella.
- Me gusta ese brazo, Lan Fan –musitó mientras iba abrochándole los botones de la camisa-. Me recuerda tu lealtad y tu valor. No quiero que te avergüences de él, sino que lo lleves con orgullo. Tú siempre has sido impresionante. Me alegro de que ahora todos puedan verlo.
Ella asintió a duras penas, sorbiendo por la nariz. Era difícil mantener la compostura después de todo lo ocurrido. Y Ling tenía mucha menos paciencia que ella para esas cosas. Por eso ni siquiera se molestó en intentar tragarse la palabra que se escapó entre sus labios.
- Abrázame.
Lan Fan le miró sorprendida, agrandando los ojos. Tenía la mirada húmeda. Y la máscara de Ling se quebró: la sonrisa, la calma, las bromas, la sangre fría, todo se desmoronó como un castillo de arena dando paso a la angustia, el miedo, el cansancio, el dolor del corazón. Seis meses separados. Seis malditos meses. Había pensado muchas veces que jamás podría deshacerse de Greed. Que se quedaría atrapado para siempre, pagando un elevado precio por su ingenuo deseo de inmortalidad. Que nunca volvería a estar con ella como ahora, ni mirarla a los ojos, ni tocarla, ni hablar con ella, y que tendría que conformarse con verla desde lejos como un mero espectador. Y había sido horrible. Demasiado horrible como para curarse de ello con unos ridículos días de hospital.
Y ahora estaban allí, en Resembool, perdidos en medio de ningún sitio, solos y libres…
- Abrázame –repitió, su voz cargándose con un leve deje de urgencia-. Prometiste que lo harías cuando recuperaras tu brazo. Llevo mucho tiempo esperando.
No necesitó pedirlo por tercera vez. Lan Fan cerró la distancia entre ellos con la misma urgencia, como si acabaran de romper las cadenas que la mantenían estática y por fin le permitieran libertad de movimientos. Ling la recibió en sus brazos en el acto, envolviéndola con fuerza para estrecharla contra su pecho. Y ambos se abrazaron como no se habían abrazado nunca, aferrándose a la ropa del otro, hundiendo el rostro en el cuello de su compañero, buscando refugio. La joven guerrera empezó a temblar violentamente hasta que ya no pudo soportarlo más y rompió a llorar. Lloró por su abuelo, por la soledad, por la tensión, por la incertidumbre, por la nostalgia… pero también de gratitud. Era un llanto muy distinto al que había sacudido a Winry en el andén de la estación, mucho más débil, cargado de tristeza y al mismo tiempo alivio. Ling podía verlo con claridad. La conocía demasiado bien. Y supo que también había sido horrible para ella. Sólo ahí podía encontrar alivio su propia alma.
Ninguno de los dos habló durante un rato largo, hasta que los ahogados sollozos de Lan Fan empezaron a remitir. Ling no aflojó el abrazo en ningún momento, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no echarse a temblar y llorar él también. Ganas no le faltaban, desde luego. Pero cerró los ojos lentamente, suspirando, y dejó que el calor que emanaba de ella le tranquilizara poco a poco. Como en los viejos tiempos. Como siempre. A veces le hacía gracia la enorme influencia que la joven podía ejercer sobre él. Seguramente, ella ni siquiera lo supiera. Y, cuando sintió que su corazón recuperaba el ritmo normal y pausado, sus manos perdieron fuerza, soltando la tela de la camisa blanca, y se deslizaron por la espalda de Lan Fan casi con pereza, sin prisas, hasta alcanzar su nuca y desatar la cinta que mantenía el moño de la chica. El pelo negro cayó en cascada por su espalda y Ling se dio cuenta de que le había crecido bastante en los últimos meses. Se apresuró a enredar los dedos en él, hundiendo el rostro entre las finas hebras. Y respiró hondo.
- Llevamos demasiado tiempo fuera de casa, Lan Fan –le murmuró entre el cabello, sin separarse de ella lo más mínimo-. Tu pelo ya no huele a los bosques de Xing… sino a la pólvora de los cañones de Amestris.
- Deberíamos volver cuanto antes –replicó ella con la voz tomada, desde algún lugar entre el hombro y el cuello del príncipe.
- ¿Para qué? ¿Para empezar otra guerra? Ya no tenemos ninguna prisa. Hemos fracasado. No volvemos con la inmortalidad y, sinceramente, prefiero con creces que siga siendo un misterio cómo conseguirla en nuestro país. No quiero para Xing los mismos horrores que hemos visto aquí. No podría soportarlo.
- Pero… si le pasa algo al emperador antes de que volvamos…
- La teniente Ross dijo que todo sigue más o menos igual. Confiemos en que se mantenga. Además, el emperador poco importa ya a estas alturas. No es su favor el que nos conviene ganarnos ahora.
- ¿En… en qué estás pensando? –Lan Fan se incorporó para mirarle a la cara, secándose las mejillas con el dorso de la mano.
- Aún no lo tengo muy claro –Ling frunció el ceño, devolviéndole la mirada. Por Dios, qué pálida estaba… Le apartó el flequillo de la frente con delicadeza, convirtiendo el gesto en una disimulada caricia-. Tendremos que pensar bien la próxima jugada y movernos con cautela… Pero de momento aprovechemos para descansar aquí unos días. Si volvemos tal y como estamos ahora mismo, seremos carne de cañón. Y yo estoy muy harto, de verdad.
Lan Fan no pudo reprimir una pequeña sonrisa indulgente y terminó asintiendo con la cabeza, aunque Ling sabía que en el fondo no estaba de acuerdo con la idea. Ella siempre había creído que cuanto más se dejan enfriar las cosas, más cuesta después retomarlas. Y aunque tuviera razón, él era incapaz de seguir aquella filosofía en su estado actual. De hecho, se sentía como si hubiese envejecido varias décadas en los últimos meses, perdiendo el ánimo y la ilusión por todo.
Sujetando a su compañera por la muñeca, Ling retrocedió hasta la cama, arrastrándola con él, y se derrumbó de golpe en el colchón sin muchos miramientos, como hacía en casa cuando era un crío. Se le había olvidado cuándo fue la última vez que había dormido de forma civilizada. Lan Fan se subió a la cama con mucha más sutileza, como si temiera que fuera a hundirse bajo su peso. Su expresión había vuelto a teñirse de timidez, pero al menos no protestó. Y aquello fue un alivio. Ling no se encontraba en condiciones de soportar una discusión absurda sobre protocolo y demás estupideces por el estilo.
Apoyó la espalda contra la pared y apartó un poco la cortina para poder asomarse por la ventana y ver el paisaje. Todo parecía tan tranquilo… Respiró profundamente de nuevo, esbozando una relajada sonrisa.
- ¿Te acuerdas de las excursiones que hacíamos antes a los lagos de Feng Tian? –musitó-. ¿No crees que este lugar se parece bastante a aquello?
Lan Fan se acercó un poco más a él para asomarse también por la ventana.
- Desde los lagos se veían los grandes bosques de Lau –repuso-. Aquí sólo hay praderas…
- Aún así, me recuerda a nuestro hogar… Espero que todos estén bien en casa.
- Yo también…
- ¿Crees que Xiang se habrá casado ya con ese novio que tenía?
- Seguramente… Y ya estará empezando a tener hijos para volver a estar libre en cuanto llegues y retomar su puesto en la guardia de élite. A lo mejor a ella no le importa tanto que tardemos media vida en volver…
Ling soltó una carcajada, su corazón envolviéndose en una calidez especial. Los rostros de sus amigos y su familia cruzaron su mente, devolviéndole todos los fragmentos de vida que había perdido. Aquellos meses lejos de todo y de todos parecían haberle arrancado del mundo, como si nunca hubiese existido en realidad. Le habían hecho dudar de su propia vida, de su pasado, de su presente… A veces, lo único que existía allí era la oscuridad. Pero ahora todo volvía a colocarse en su sitio lentamente.
- ¿Sabes quién debe estar deseando que volvamos? Mamá.
- Es verdad. Y te regañará por haber tardado tanto y haberla tenido en ascuas durante todo este tiempo, esperando noticias.
- Lo primero que haré cuando volvamos a Xing será ir a visitarla al palacio imperial…
Ling alzó la vista hacia el despejado cielo de primavera. Parecía tan puro… ¿Aquel sitio era real de verdad? ¿Estaba soñando, como en esas ocasiones en las que se evadía, encerrado dentro de su propio cuerpo mientras Greed tomaba el control?
- Hace mucho tiempo que no vamos a los lagos, Lan Fan…
- Sí… La última vez que fuimos, Bao aún estaba con nosotros.
El príncipe cerró los ojos.
- Me gustaría volver allí también con los demás, como antes.
- Quizá sea peligroso hacerlo en estas circunstancias…
- Sí, quizá… pero cuando sea emperador ya no podré hacerlo.
Y se dejó caer por fin, echándose en la cama cómodamente. Sí, se le había olvidado la última vez que pudo descansar de verdad. La paz que le estaba embargando era demasiado increíble, demasiado maravillosa. Se estiró sobre el colchón, acomodándose en la almohada, y entreabrió un ojo para mirar a Lan Fan. La muchacha había vuelto a perder la mirada en algún punto del suelo, aún sentada pero dándole la espalda a la ventana con gesto decaído. Y estiró un brazo hacia ella lánguidamente.
- Lan Faaan… -llamó, lastimero-. Ven aquí conmigo, ¿quieres?
Ella le miró con la boca torcida en una mueca avergonzada. Pero se rindió enseguida cuando el chico empezó a agitar la mano con impaciencia, gruñendo, y se recostó a su lado con la misma cautela con la que se había subido a la cama, como un gato desconfiado. Ling se giró de costado para quedar de frente a ella. Y ambos permanecieron mirándose durante unos instantes en silencio, ella con los ojos aún incrédulos y maravillados, él con los ojos entornados cargados de calma y sosiego, hasta que Lan Fan hizo amago de mover su mano izquierda hacia Ling y tuvo que reprimir un quejido, estremeciéndose de dolor bruscamente cuando el brazo metálico se sacudió y volvió a trabarse, como un juguete roto. La joven dejó escapar una maldición en xingo entre dientes y Ling rió por lo bajo.
- Mañana le pediremos a Winry que revise tu automail, ¿de acuerdo? –murmuró, acercándose a ella hasta cerrar las distancias, abrazándola lentamente por la cintura.
Lan Fan asintió, apretando los labios, pero aún parecía inquieta. De repente, se removió hasta alzar el brazo derecho, deslizándolo por debajo del cuello de Ling en dirección a su nuca. Y desató también con delicadeza la cinta de su coleta, soltándole el pelo para que estuviera más cómodo. Él esbozó una lenta sonrisa.
- Gracias…
La guerrera volvió a asentir, esta vez sonriendo también con ternura mientras apartaba de nuevo el brazo y se recolocaba junto a él. Se le habían coloreado las mejillas. Ling se dio cuenta de lo mucho que había extrañado su rostro, sus expresiones cuando estaban solos, en la intimidad. Y entonces apretó el abrazo hasta envolverla completamente, apoyando su cabeza sobre la de Lan Fan, mejilla contra mejilla.
- Lan Fan… cuéntame qué has estado haciendo estos meses…
- ¿Qué quieres que te cuente? –suspiró ella, haciéndose un ovillo entre sus brazos y acurrucándose contra él. La sonrisa se reflejaba en su voz.
- Desde que el doctor Knox puso en marcha el coche y escapasteis de aquella casa abandonada en el bosque.
Winry colocó la olla humeante sobre el salvamanteles de madera, en el centro de la mesa del comedor, y luego echó un vistazo hacia las escaleras que subían al piso de arriba mientras se quitaba los guantes de cocina.
- Mmm… ¿qué hacemos? –inquirió vacilante-. ¿Subimos a avisarles?
- Tú verás –Ed ya estaba inclinado sobre la olla, olfateando el guiso con ansiedad. Agarró un cucharón e hizo amago de empezar a servir los platos-. Si no bajan, mejor. A más tocamos.
- ¡Ed! –Winry le pegó en la cabeza con los guantes, arrebatándole el cucharón-. ¡Son nuestros invitados! ¡No podemos dejarles sin comer!
- ¡Pues tú misma, maldita sea! –protestó el otro, llevándose las manos a la nuca-. ¡Haz lo que te dé la gana! ¡Pero no han dado señales de vida en todo el día, así que se merecen quedarse sin cenar por antisociales!
- Deben estar agotados –terció Al, pacificador-. Lan Fan tenía un aspecto horrible, la verdad…
- Bueno, tú también tienes un aspecto horrible y aquí estás, ¿no?
Al fulminó a su hermano mayor con la mirada.
- Ed, deberías subir a avisarles, diles que la cena está lista…
- ¿Qué? ¡Yo no pienso subir!
Todos se volvieron a mirar a Mei disimuladamente.
- ¿Qué? –chilló la chica, brincando en su asiento-. ¡YO no pienso subir! Por mí como si se quedan encerrados ahí para siempre. ¡Además, a saber lo que estarán haciendo ahí dentro!
Los otros tres pusieron cara de indigestión. En ese momento, Pinako entró en el comedor desde la cocina, portando una bandeja con una contundente tarta de manzana de aspecto delicioso. Al empezó a segregar saliva abiertamente y Ed comenzó a protestar a voces, nervioso.
- ¡Está bien, está bien! –exclamó Winry, exasperada-. ¡Ya subo yo! De verdad, sois unos impresentables…
Se dirigió al piso de arriba mientras su abuela empezaba a servir la cena, discutiendo con Ed para que dejara de berrear, y al llegar al pasillo se quedó plantada frente a la puerta cerrada del cuarto que se habían apropiado el príncipe de Xing y su escolta. Tragó saliva, acercando el oído para intentar captar algún sonido en el interior. Pero el silencio era absoluto. Tampoco se veía luz por debajo de la puerta. Así que, tomando aire con nerviosismo, llamó suavemente. No hubo respuesta.
- ¿Ling? –tanteó, acercándose un poco más-. ¿Lan Fan?
Nada. Posó la mano sobre el pomo y abrió con cuidado. La tenue luz del pasillo cortó la densa oscuridad de la habitación, deslizándose por el suelo hasta recaer en la cama, que estaba justo frente a la entrada. Winry se quedó quieta allí un momento, sin atreverse a inspeccionar con demasiada atención el bulto que se arrebujaba bajo las sábanas.
- Ling –llamó de nuevo en voz baja-. ¡Ling!
El bulto se removió un poco, pero no contestó. La pausada respiración que se oía claramente ahora le indicó a la rubia que quién fuera estaba durmiendo y se sintió tentada a dar media vuelta y salir de allí por donde había entrado. Pero entonces recordó la tendencia que tenía Ling a desmayarse por hambre. Y ninguno de los dos había comido en todo el día, desde que llegaron a última hora de la mañana. No le parecía oportuno dejarles en ayunas, estando convalecientes aún. De modo que apretó los labios con decisión y se acercó lentamente a la cama.
Al llegar hasta ellos pudo ver que el bulto que se veía desde la entrada era Ling, que dormía de espaldas a la puerta. Se había soltado el pelo y las negras hebras se desparramaban por la almohada. Winry aguzó la vista. El príncipe parecía estar solo. ¿Dónde se había metido Lan Fan?
- Ling –musitó, colocando una mano en su hombro suavemente-. Oye, Ling…
Él se removió de nuevo, gruñendo. Se llevó una mano a la cara para frotarse los ojos. Y finalmente giró el rostro para mirarla, somnoliento, apartándose el desordenado flequillo de la frente.
- ¿Qué pasa…? –contestó con voz pastosa, parpadeando ante la luz en un intento de enfocar el rostro de la recién llegada.
- Siento despertarte, pero la cena está lista. Todos estamos abajo esperando. Vosotros…
Dejó la frase en el aire. Ling había arrugado el rostro en un gesto de disculpa y volvió a bajar la vista silenciosamente. Fue entonces cuando Winry vio a Lan Fan. La joven guerrera estaba tan acurrucada contra su señor que su presencia casi desaparecía bajo las sábanas. Enterraba la cara en la pechera de su camisa azul, usando su brazo izquierdo como almohada. Y aún seguía profundamente dormida, con una expresión increíblemente pacífica en la cara. Winry se quedó estática un segundo, pensando en todo lo ocurrido en Central. Las cosas que los demás le habían estado contando a ella y a la abuela a lo largo de la tarde…
- Es que… no quiero despertarla –murmuró Ling, pasándose de nuevo la mano por la cara para espabilarse un poco-. Se ha dormido hace un rato. Además, no te preocupes… No tengo hambre.
No tengo hambre. Aquello sí que era una novedad. Winry le miró agrandando los ojos con sorpresa, pero Ling estaba demasiado ocupado apartándole a Lan Fan el pelo de la cara con una delicada caricia. Y a la joven mecánica se me escapó una sonrisa.
- De acuerdo. He hecho dos tartas de manzana, nos comeremos una para cenar, pero dejaré la otra en el comedor por si después os despertáis con hambre y queréis bajar a tomar algo, ¿vale?
- Vale. Muchas gracias…
Ella asintió e hizo amago de darse media vuelta para abandonar de nuevo el cuarto, pero Ling la sujetó por la falda del vestido antes de que pudiera dar dos pasos, deteniéndola.
- Winry –llamó, girándose en la cama lo justo para poder mirarla sin separarse apenas de su compañera-, Lan Fan se hizo daño en el brazo en Central… ¿Podrías echarle un vistazo mañana para arreglarlo?
- Claro, no hay problema.
- Gracias –repitió Ling con una inclinación de cabeza, y le dedicó una sonrisa.
No esperó a que Winry se marchara para retomar su postura anterior, dándole la espalda a la puerta y envolviendo a Lan Fan sus brazos. La rubia le oyó suspirar profundamente cuando estaba saliendo al pasillo. Y, justo antes de cerrar la puerta, dirigió una rápida mirada de reojo hacia ellos sólo para ver cómo Ling acariciaba de nuevo el pelo negro de su escolta con cariño. Mientras bajaba de nuevo al comedor, apenas veía los escalones, sus ojos aún perdidos en aquella imagen. No reaccionó hasta que llegó a la mesa junto a los demás y se dio cuenta de que todos la miraban con expectación.
- Parece que te ha dado un pasmo –soltó en el acto Ed, con su tacto habitual-. ¿Qué ha pasado? ¿Van a bajar? –torció la boca de golpe en una mueca, sonrojándose levemente-. ¿Q-qué estaban haciendo?
- No estaban haciendo nada, cerdo –atajó Winry, sentándose junto a Mei-. Estaban durmiendo. Ling dice que no tiene hambre.
- ¿Que no tiene hambre? ¡Venga ya!
Ed se echó a reír estruendosamente, pero Al se quedó mirando en silencio a Winry, que acababa de acodarse en la mesa, apoyando la cabeza en una mano con la mirada perdida.
- ¿Qué pasa, Winry?
- Mmm, nada… Es sólo que… parecían tan tranquilos ahí, durmiendo. Creo que nunca les había visto con una expresión tan relajada. Me ha sorprendido.
- Es natural –intervino Mei, aunque se calló de nuevo en el acto, como si las palabras se le hubiesen escapado sin querer. Sin embargo, al ver que todos en la mesa se la quedaban mirando con las cejas enarcadas en gesto interrogante, tragó saliva y añadió-: Bueno… No puedes tener una vida precisamente tranquila en Xing si eres un príncipe. No hay orden de sucesión, así que siempre están intentando matarse unos a otros para eliminar competencia. Las princesas no tenemos derecho al trono, y aún así también sufrimos ataques. Y la verdad es que Ling… lleva ya varios años en el punto de mira de algunos de nuestros hermanos mayores. Se ha hecho tristemente célebre entre los herederos –bajó la vista hacia su plato de estofado, removiéndolo con la cuchara-. Así que es muy posible que no haya podido dormir tranquilo en mucho tiempo. Y su guardaespaldas mucho menos. Quizá… quizá sientan este lugar como un refugio en el que poder descansar tranquilamente por fin. Al menos así es como lo siento yo también.
Nadie habló después de aquello. Ed había dejado de reírse, torciendo la boca nuevamente en una mueca. Al miraba su comida con aire ausente. Pinako suspiró, prendiendo una cerilla para encender su pipa. Y Winry giró de nuevo el rostro hacia las escaleras, antes de que una sonrisa se dibujara en sus labios.
- ¡Bien! –exclamó después, haciendo reaccionar a todo el mundo, y cogió un cuchillo con decisión-. ¿Quién quiere tarta de manzana?
--Fin--