Disclaimer.- Harry Potter no me pertenece, le pertenece a J. K. Rowling, solo escribo esta historia como un medio de expresión.
Redención
Capitulo 1: ¿En dónde está?
Londres, Octubre 30 de 2016
El callejón Diagon se encontraba atestado de gente igual que siempre, solo que a diferencia de la época en que los tiempos eran pacíficos las personas que lo ocupan en la actualidad se dividían en dos: refugiados y soldados.
En otros tiempos se hubieran considerado solo uno: "Rebeldes", pero en los últimos nueve años desde que el callejón fue recuperado o, más aún, en los trece años desde que el supuestamente indiscutible régimen de Lord Voldemort comenzó a desquebrajarse y estos aislados e ínfimos grupos de resistencia comenzaron a ganar terreno sobre los ejércitos del señor oscuro se les consideró nuevamente una armada, denominación que habían perdido cuando los ministerios europeos fueron destruidos por el poder de Voldemort y sus seguidores en los días más sombríos que el mundo en general haya visto. Pues desde las matanzas de muggles (orquestadas no solo por los magos tenebrosos sino también por las oscuras criaturas, que se habían aliado por las promesas de poder) habían cernido al mundo el estatuto del secreto dejo de existir, ya que ningún ministerio tenía recursos para encubrir tales catástrofes y además enfrenarse a la amenaza que representaba el innombrable, por lo tal fue revelado todo a los muggles para que así pudieran enfrentar de alguna forma el problema.
Los gobiernos, o por lo menos sus gobernantes estaban al corriente de la existencia del mundo de los magos, cosa que agilito una respuesta armada, sin embargo poco o nada se podía hacer en contra del avance del otro lado, con el tiempo dicha medida solo significo más gente aterrorizada y solo un asunto menos del cual preocuparse para el ministerio de magia. Las naciones que estaban al otro lado del mar apenas tuvieron oportunidad de prepararse para cuando Voldemort se decidiera a cruzar el océano. O eso era lo que ellos ingenuamente pensaron, puesto que apenas se les dio el aviso de la situación a los americanos, australianos y japoneses, los agentes encubiertos en todo el nuevo continente y demás hicieron su aparición. Si bien estos no causaron el mismo impacto que cuando surgieron en Europa destruyendo en un día todas las principales ciudades, mágicas y muggles, si ocasionaron un desastre de proporciones monumentales. Durante este siniestro periodo se considero perdida toda esperanza por la sorpresiva eliminación del que consideraron sería un bastión seguro para el contraataque. Irónicamente el nuevo mundo resulto ser el lugar donde dieron inicio muchas importantes victorias en contra del-que-no-debe-ser-nombrado.
En un punto olvidado de Suramérica un pequeño ejército en el que se contaban cerca de cien de mortifagos, doscientos dementores, una docena de trols y un par de gigantes irrumpió en busca de los ermitaños magos que habitaban en el corazón de la selva amazónica. La aniquilación de estos era importante, principalmente por que sostenían comunicación y convivencia con las comunidades muggles del lugar y se ayudaban mutuamente siempre que podían, lo cual se consideraba una traición a los magos según el mismo Voldemort, por lo que se dio la orden clara de encontrar y exterminar. Sin embargo estos jamás salieron de la selva. Tras rastrearlos, para saber que había sucedido, los exploradores encontraron la pequeña ciudad que buscaban sus compañeros totalmente vacía, y también los encontraron a ellos, o lo que quedaba de ellos pues sus cadáveres inundaban un paraje devastado en los alrededores del poblado, decenas de cadáveres, pedazos de las capas de los dementores y los gigantescos restos de las criaturas más grandes llenaban el lugar. A pesar de ser simples exploradores como mortifagos habían presenciado (y sido participes) en varias masacres anteriormente por lo que la crueldad no les era desconocida pero nunca antes había sido su lado el afectado por esto, por lo que la escena les ocasiono verdadero terror, lo más inaudito sin embargo fue que sus desechos partidarios se encontraban rodeando un sector especifico y no muy grande, como si todos hubieran sido eliminados tratando de sitiar a unos pocos adversarios, tal vez incluso a uno solo, era un hecho totalmente sin precedentes.
Sin embargo tuvo subsiguientes.
Ese ataque en Suramérica iba a ser el primero, puesto que al ser sitios apartados tanto está como África y ciertas partes de oriente serían el trecho final hacía la dominación total del lord oscuro sobre el mundo en general, claro a excepción de ciertos focos de resistencia aislada esparcida y mal organizada por todo el mundo, cuyo mayor logro era no haber sido eliminados todavía. Una situación como está podía dar paso a darles a los escasos refugiados algo que lord Voldemort no podía permitir que tuvieran, esperanza. Por lo que apenas se entero de lo sucedido, y tras castigar inclementemente a los que se atrevieron a llevarle tan nefastas noticias, les advirtió que ninguna palabra de aquello debía salir de aquella habitación. De inmediato un grupo más pequeño pero poderoso fue enviado para investigar qué fue lo que ocurrió allí, sin embargo no hubo necesidad de esperar a que estos reportaran nada puesto que apenas un día después de que partieran, nuevos emisarios de sus regimientos al otro lado del mar llegaron con noticias similares. Rápidamente los territorios conquistados iban siendo liberados, al igual que con la primera de estas situaciones los liberados desaparecían y sus soldados eran encontrados completamente aniquilados, ya fueran magos, trols, Gorgonas, gigantes, dementores, varios tipos de demonios menores y medios o cualquier otra criatura que tuviera bajo su mando, lo cual no dejaba de ser inconcebible, ya que muchas de aquellas bestias no habían sido enfrentadas por magos desde hace siglos, cuando fueron aisladas por primera vez hasta que Voldemort les ofreció la supuesta libertad y presas a cambio de su lealtad ¿Cómo podía quien sea saber cómo eliminarlas? y además hacerlo con semejante facilidad cuando, a pesar de no admitirlo ni para sí mismo, el mismo Voldemort sabía que necesitaría de una pequeño ejército de sus mejores hombres a parte de él mismo y varios meses para arrasar de la misma manera los ejércitos que había perdido en apenas unas pocas semanas.
No tuvo demasiado tiempo para reflexionar en esto pues finalmente lo que pretendía evitar sucedió, las noticias y los rumores se esparcieron entre sus filas, por lo que seguramente también debieron de llegar a los oídos de los supervivientes que todavía trataban de oponerse a él. Cuando los murmullos empezaron a rebosar de preocupación entre sus hombres escenifico castigos representativos para que estos recordaran que si había alguien quien le debía temor ese era Lord Voldemort. Las medidas parecieron eficaces al principio pero con el continuo avance de esta desconocida amenaza pronto no tuvieron caso, puesto que el asunto era en verdad serio. Sin embargo puesto que su mayor reino se encontraba en el viejo mundo el mismo no podía darse el lujo de ir personalmente a ponerle fin al asunto, además de que sabía que las criaturas que perdía eran fácilmente reemplazables y los magos que fueran tan inútiles como para ser derrotados con tal facilidad no le eran de utilidad. O eso era lo que quería pensar, pero pese a su propio orgullo no era ciego, como podría haberse hecho con el dominio del mundo si careciera de realismo, por fuerte que pudiera llegar a ser el enemigo, era claro que tenían que estar organizados y liderados por alguien, alguien cuyas tácticas competían muy bien con las suyas, y aunque el llamado de un desafío como este le llamara poderosamente, después de todo no había tenido oportunidad de medirse con alguien digno desde que el viejo defensor de los muggles había dejado esté mundo, no podía darse el lujo de dejar el viejo mundo, pese a las apariencias sabía bien que algunos de los inútiles que se hacían llamar sus subordinados no dudarían en aprovechar una ausencia prolongada para conspirar en su contra, así que si tenía que actuar en el conflicto debía ser solo en el momento decisivo.
Además de que esperaba que la llegada de lo que fuera que estuviera consumiendo a sus tropas encontraría su destino en Norteamérica, de todos los territorios conquistados, ese era sin dudas el más destacado por obvias razones, el resto al no poseer capacidad de respuesta igual habían sido tomados descuidadamente y por tanto la invasión no fue absoluta, lo que explicaba cómo es que tantos opositores habían logrado sobrevivir a los primeros conflictos. Sin embargo tenían el completo control de Estados Unidos con varias fortalezas bien resguardadas por lo que sin importar que tan bien preparados estuvieran sus supuestos enemigos el se enteraría en cuanto intentaran algo importante y aprovecharía para acabar personalmente y de inmediato con quien se hubiera atrevido a desafiarlo.
Sin embargo la respuesta fue lo último que se hubiera esperado, al principio dada la ausencia de actividad por varias semanas simplemente sintió que los agresores estaban planeando algo pero no le dio mayor importancia, lo cual demostró ser un error, ya que cuando finalmente tuvo noticias, estas eran inverosímiles. Las ciento dos fortalezas en todo el territorio americano fueron derribadas, a pesar de poseer los más poderosos hechizos de protección conocidos, y los batallones, formados por muchas de las más nauseabundas criaturas que se arrastran por este mundo, que residían en estas fueron eliminados en un ataque coordinado de miles de brujos y muggles, lo cual explicaba a donde habían ido los refugiados hasta ahora desaparecidos desde su rescate. Pero de ninguna manera explicaba como un montón de magos y seres insignificantes apenas cualificados se habían convertido en un ejército preparado y entrenado en poco más de dos meses capaz de extirpar su yugo de sus tierras. Las noticias llegaron por la red flu de cada regimiento casi al mismo tiempo, todos pidiendo refuerzos, algunos una vía de escape puesto que al tiempo que habían barrido sus defensas habían colocado barreras anti-aparición en el lugar para evitar que escaparan y la red flu no funcionaba para viajar entre continentes, de hecho la de los cuarteles fungía solo como comunicación directa con su máxima autoridad. El caos era tal que el mismo Voldemort no supo qué hacer, sin embargo esto no duro demasiado pues al final del día todo había terminado, ya no había comunicación con ninguna de sus bases y no se tenía idea de que era lo que había sucedido salvo por una clara e irrefutable verdad, habían sido completamente derrotados.
Pese al impacto de este hecho Voldemort tomo acción rápida, comenzó a dar órdenes para reunir una armada, en la cual se llevaría a todos aquellos de los que sospechara que podrían intentar algo en su ausencia pues sabía que no tenían las agallas para intentar derrocarlo frontalmente, y en persona acabaría con la amenaza, pero antes de siquiera terminar de organizar sus tropas uno de sus hombres irrumpió diciendo tener algo de suma importancia para el señor oscuro, estuvo a punto de recibir un cruciatus por su interrupción hasta que casi a voz de grito por el temor le aviso que Avery acababa de llegar en un traslador desde Washington pero que no podían sacarle palabra de lo sucedido.
-Tráiganlo ante mí, responderá a su señor –fueron las frías palabras de lord Voldemort parecidas a un siseo mientras ocultaba perfectamente su intriga.
Pero el mortifago no parecía reconocer a nadie, una vez en la que una vez fue la oficina del Ministro de Magia desde la cual ahora Voldemort dirigía su reinado, de rodillas ante su amo no decía nada, de hecho lo habían arrastrado hasta ponerlo frente a Voldemort, solo repetía una y otra vez.
-"Vuelvo a Londres, vuelvo a Londres, vuelvo a Londres"
-¡Contéstame Avery! ¿Qué ha sucedido? –Demandó Voldemort con fuerza pero era como si sus palabras no llegaran hasta los oídos del mago, enfurecido levanto su varita y le apuntó- CRUCIO.
Sin embargo el hechizo no pareció tener el más mínimo efecto, Avery no se retorció ni grito, solo siguió arrodillado recitando "vuelvo a Londres" como si fuera un mantra. Todos lo observaban con diferentes expresiones, muchos estupefactos algunos asustados y el resto completamente aturdidos sin comprender lo que sucedía, su maestro por otro lado pareció tener una revelación ante lo ocurrido porque se acerco hasta el hombre con su varita apuntándole al pecho y con fría indiferencia de la punta de está emanó el filo de una espada que atravesó el corazón de uno de sus más antiguos servidores ante las miradas de sorpresa de los pocos presentes ya que el hombre seguía repitiendo lo mismo sin interrupción como si solo hubieran presionado la varita de madera contra su pecho, al retirar ella hoja el cuerpo cayó de costado sin dejar de balbucear, Voldemort se giro hacia los que trajeron a Avery con un rictus de furia en su pálida faz de serpiente.
-¡¿Para qué demonios pierden mi tiempo trayéndome este cadáver inmundo?! –Reclamó.
-¿Mi-mi señor? –Preguntaron estos confundidos y temerosos.
-Esto es solo un cascaron –explicó molesto- no hay nada en su cabeza más que las palabras que continua balbuceando –mientras hablaba no alejaba su vista del ahora ausente hombre meditando sobre las palabras que claramente eran un mensaje y su posible significado.
Sabía que pese a lo exitoso de su campaña muchos magos lograron escapar de Gran Bretaña y Europa, el porcentaje era ínfimo hablando estadísticamente pero en números serían algunos miles, tal vez un par de cientos específicamente de Londres y no tenía idea de cuantos llegarían exclusivamente a América, lo cual tampoco significaba mucho porque está bien podría haber sido solo una parada antes de empezar a armar problemas, aún así estaba seguro de que no había sabido de la existencia de ningún mago, vivo o muerto, capaz de hacer lo que esté hizo, y era eso lo que le carcomía por dentro, el no saber, puesto que él se vanagloriaba de siempre saber esta situación podía generar dudas y un posterior caos con el cual lidiar, por lo que primero se centraría en encontrar al responsable y eliminar las posibles dudas de raíz. Sus divagaciones fueron cortadas cuando la voz de uno de sus segundos llamó su atención.
-Se detuvo –fue lo único que dijo, pero bastó para que Voldemort se percatará de que en efecto el cadáver de Avery ya no pronunciaba palabra alguna, sin embargo fueron sus siguientes palabras las llamaron más la atención de Voldemort- dejo de silbar.
-¡¿Qué dijiste?! –Exigió de inmediato el señor oscuro, su seguidor se amedrento de inmediato por que Voldemort le estaba hablando directamente, pero se forzó a responder sin que la voz le temblara, ya que sabía que sería mucho peor dejar a su señor esperando.
-Los silbidos –repitió con falsa calma- se detuvieron.
Voldemort regreso a ver el cuerpo con lentitud y con una nueva inquisición, lo único que aclaraba esta nueva información es que el mensaje era exclusivamente para él, pero esto dejaba muchas más incógnitas que otra cosa, pues el que le implantara el mensaje debía de ser hablante de parsel y él era el último en poseer ese don en el último medio siglo, a excepción de… pero eso era imposible, la sola idea era ridícula, pero nuevamente antes de poder analizarlo un poco más el recipiente a sus pies comenzó a sacudirse levemente, algunos retrocedieron un paso sin importarles si los tachaban de cobardes, pero Voldemort los ignoro mientras escuchaba atentamente él último silbido, esta vez atento y reconociendo claramente la lengua de sus antepasados.
-"He vuelto"
¡¡¡¡¡¡BBBBBBOOOOOOOOOOOOMMMMMM!!!!!!
-¡Fue en el recibidor!
Con ese grito como señal de parte del mismo lord oscuro todos se apresuraron tras de él a los elevadores que los llevarían al lobby, pero al llegar se toparon con una escena de lo más dantesca. Decenas de magos, todos ellos con capas negras, y hasta donde podía reconocer Voldemort todos parte de sus escuadrones de ataque especial, estaban tirados por todo el lugar indudablemente muertos. La escena era imposible, no solo porque eran de sus mejores armas sino porque las alarmas del ministerio ni siquiera habían sonado antes de la explosión inicial, lo que significaba que esos magos fueron reducidos en menos cinco minutos, y para completar la bizarra pintura el responsable, el único que podía ser el responsable puesto que era el único de pie en el salón, se hallaba erguido en medio de la masacre dándole la espalda a los recién llegados, vestía una capa ligera, a primera vista parecía negra pero detallándola era en realidad una clase de azul de media noche incluso parecía tener casi imperceptibles destellos de diminutas estrellas titilando pero estas pasaban desapercibidas ante el resto del cuadro que ofrecía su dueño, la mano en que sujetaba su varita sobresalida apenas lo suficiente para que está fuera visible pero apuntaba al suelo con desgana a un costado de quien la empuñaba, con la capucha arriba no se percibía ninguna facción del intruso que tenía su pie sobre el pecho del único sobreviviente, el cual respiraba con dificultad y se notaba mal herido, ya revisando bien el lugar Voldemort se percato de que había varios espectadores más, todos empleados del ministerio que miraban atrincherados contra las paredes con pánico en su mirada, como si esperaran ser los próximos, pero la figura no les prestaba atención.
-¡¿Quién se atreve a desafiar a Lord Voldemort?! –Reclamó este adelantándose a sus hombres con voz de hielo, los cuales una vez superaron el horror tomaron actitudes cautas posicionándose para atacar a la primera orden formando una fila tras su maestro, mientras pasaban los segundos más magos con capas negras y algunos con capas rojo sangre iban apareciendo y rodeando el lugar.
El extraño sin embargo no se movió, ni pareció dar señal de haber escuchado el reclamo, pero tras un minuto que pareció eterno para los observadores, justo antes de que la furia del señor oscuro lo llevara a matar a aquel insensato esté finalmente hablo, la voz delato que se trataba de un hombre joven, aunque su tono era escalofriantemente neutro para alguien que acababa de matar a sangre fría a casi sesenta personas.
-¿No recibiste mi mensaje? –Preguntó en tono casual, casi indiferente, pese al desconcierto que estas palabras sembraron en los seguidores de Voldemort esto solo logró hacer una siniestra sonrisa aparecer en su rostro sin labios.
-Ah… –dijo con fingido tono de sorpresa- así que tú eres el que ha estado causándole tantos percances a mis subordinados allá en el nuevo mundo –comentó con una sonrisa que no llegaba a sus ojos, los cuales se notaban fríos y analíticos.
-Supongo que puedes decirlo de esa manera –comentó con la misma invariable voz, pero está vez se podía adivinar una sonrisa tras ella, cosa que solo enfureció más al mago tenebroso- si por percances te refieres a que los elimine, pues sí, yo pienso que fue un gran percance –comentó.
-¿Y ahora qué? –Le retó con desprecio- ¿Crees que por haber tenido un golpe de suerte tú y tú insignificante ejército tendrán una oportunidad de vencerme en mis dominios?
-No –contestó con sencillez, el asombro fue tal que muchos bajaron un poco sus varitas pero sin perder de vista al misterioso hombre- yo no tengo ejército por lo que no creo o espero nada de ellos –explicó si mutar su tono de indiferencia, como si el hecho de estar solo y rodeado por casi un centenar de mortifagos no tuviera relevancia en absoluto- yo solo les enseñe a defenderse de lo que les enviaste para reprimirlos y borre todo lo que tuviera tu huella –explicó con la misma calma- los deje pelear porque era su tierra y les enseñe a hacerlo porque no quería que me estorbaran dejándose matar a la primera de cambio, pero una vez terminado el conflicto allá e instalados sus propios puestos de resistencia en caso de necesitarlos mi asunto allí estaba terminado y debía venir aquí a continuarlo.
La explicación fue concisa, directa y fría, pero sobre todo muy clara, salvo por un punto, uno que con una sola palabra de parte del mismo Voldemort se esclarecería.
-¿Asunto? –Sin saber en qué momento su tono obtuvo casualidad, como si sostuviera una tranquila charla con un viejo amigo.
-Tú –contestó como si fuera lo más obvio del mundo y sin dejar de lado su calma- he venido a destruirte Tom.
Un instante de silencio siguió a esta declaración, tras la cual algunas risas y carcajadas burlonas de parte de los mortifagos llenaron la sala, los dos magos sin embargo eran totalmente ajenos a esto, los ojos rojos de Voldemort se abrieron inusitadamente por la sorpresa y un susurro consternado que nadie alcanzo a escuchar salió de la rajadura de su boca.
-no puede ser…
Pero como si no hubiera nadie más, como si no estuvieran a más de veinte metros, como si no existiera más sonido que ese murmullo o como si se lo hubiera gritado, como si esa fuera la señal para presentarse, el enigmático mago retiró con un dedo de su mano izquierda, la cual estaba enguantada en piel de dragón, la parte superior de su capa dejando su rostro al descubierto con un sutil gesto al tiempo que se volteaba para encarar al innombrable.
Esmeraldas contra rubíes chocaron al tiempo que todas las risas cesaban y una pesada atmósfera de incertidumbre caía sobre los presentes mientras reconocían las facciones del joven mago. Esté difícilmente parecía exceder los veinte años, tenía un desordenado cabello negro azabache, tez bronceada, no llevaba anteojos y sus ojos no poseían brillo alguno pero la cicatriz en forma de relámpago que brillaba sutilmente en su frente no dejaba duda de su identidad. Muchos mortifagos palidecieron, y no era para menos tras ver al que todos suponían muerto desde hace más de tres años.
-¡¿QUÉ CLASE DE BROMA ES ESTA?! –Exigió Voldemort, al ver que nadie respondía continuó claramente enfurecido ante el hecho de que el chico continuar respirando y de que lo hubiera hecho por tanto tiempo sin que él se enterara- ¡Yo te mate Potter! –Afirmó con una seguridad que era difícil de refutar pese a tener la prueba de lo contrario allí mismo- te mate a ti y a esa traidora a la sangre…
-Sí, lo recuerdo bien –admitió con total naturalidad el joven- fueron tú y una pequeña cuadrilla que usaste para evitar nuestro escape, dándonos apenas tiempo para hechizar un traslador pero no el suficiente para usarlo antes de que cerca de diez Avada Kedavra nos golpearan a mí y a mi esposa.
-¿Cómo puedes estar vivo? –Le reclamó, no era claro si Voldemort estaba más molesto con Harry o consigo mismo, pero pasada la sorpresa inicial no parecía tan sorprendido por esté hecho sino más bien curioso, a diferencia de sus seguidores los cuales no solo estaban estupefactos sino que algunos estaban más que asustados.
-Como supongo recordaras, pues como muy elocuentemente dijiste Voldemort tú estuviste ahí, el traslador funciono… unos segundos demasiado tarde para evitar los maleficios pero nos transporto –relató con aparente indiferencia, como si aquel intento de asesinato fuera igual a una visita a la tienda de abarrotes- al llegar a mi destino me tope con la pequeña sorpresa (y créeme que yo me encontraba casi tan sorprendido como tú te encuentras ahora) de que el Avada Kedavra me afectó lo mismo que una maldición de cosquillas, molesto sin duda, irritante tal vez, pero en definitiva no mortal –la seguridad en las palabras del intruso era tal que muchos quisieron dar un paso atrás pero sabían que si lo hacían tendrían que vérselas con la ira de su señor más tarde, por lo que se mantuvieron en su sitió, rodeándolo, el resto de magos, que eran solo oficinistas casi todos forzados a continuar su labor solo por el miedo a perder a sus familias, habían escapado de lo que sabían sería una carnicería sin importar el resultado.
-¿Quieres sostener tus palabras Potter? –Inquirió Voldemort retador con una sonrisa malévola en su faz, levantando su varita frente a él.
-¿Por qué no? –Contestó sin darle importancia provocando solo mayores dudas ante sus confiados adversarios- sin embargo creó que los números no me hacen justicia, por lo que si no te importa voy a emparejarlos un poco.
Ni bien termino de decir estas palabras agito desganadamente su varita, para algunos fue como si estuvieran en el agua y una piedra golpeara el sitio exacto en el que el mago se encontraba provocando una onda que avanzaba sorpresivamente hacía ellos, los que llegaron a reaccionar conjuraron un escudo, desde los protego hasta escudos sólidos, incluso había tres escudos de plata iguales a los de Voldemort, seguro había más magos allí capaces de hacerlos pero no de usarlos en una situación así. Los desafortunados que no llegaron a conjurar ninguna protección fueron cortados a la mitad desde debajo de sus hombros cayendo sus brazos, parte de torso, cabeza y el resto del cuerpo en diferentes direcciones, incluso algunos de los hechizos deflectores no soportaron la fuerza del conjuro y se quebraron bajo la presión del mismo antes de que esté literalmente se cobrara las cabezas de aquellos magos. Nuevamente la curiosidad atacó al lord oscuro, puesto que eran escasos los conjuros con semejante alcance, ya que por ser tan peligrosos eran oscuros además de difíciles de dominar, él mismo no conocía el que se acababa de usar, para revisar lo que el chiquillo estaba haciendo ahora cristalizo parte su escudo para poder ver a través de él, cosa que solo él podía hacer con un conjuro así, lo que vio atrajo su mórbida curiosidad, otro conjuro desconocido, al principio parecía un lazo formado desde la punta de la varia que Harry agitaba con movimientos circulares sobre su cabeza sin embargo el ojo del mago oscuro vislumbro que el haz de luz plateada no salía de su varita, está solo lo dirigía, la "energía" provenía de la boca mortifago que yacía a sus pies y que poco a poco dejaba de convulsionarse, apenas tuvo tiempo de apreciar el siniestro trabajo cuando en una rápida floritura, que en retrospectiva fue casi inmediata tras el primer ataque, creo una especie de látigo perlado que acometió contra los restantes enemigos aún sorprendidos por el alcance que tuvo la primera envestida, sin embargo eso no fue nada comparado a lo que siguió.
Los ojos de serpiente de Voldemort reflejaron un claro temor que nadie más pudo vislumbrar cuando aquel lazo plateado cortó su escudo como si fuera de mantequilla, incluso fue incapaz de reaccionar para defenderse, grande fue su sorpresa y alivio cuando el látigo paso de largo atravesando su cuerpo sin mayor demérito que un leve cosquilleo, aparentemente el hechizo de Potter solo destruía protecciones, por otro lado los escasos segundos que la confusión de perder con tanta facilidad su protección les causo a los mortifagos fue suficiente para tomarlos por sorpresa. Otro conjuro produjo una segunda explosión tan poderosa como la que anunció su llegada al ministerio llevándose consigo a una tercera parte de los enemigos restantes, entre el despiste y una nube de polvo que se elevo por la fuerza del conjuro el audaz joven aprovecho para perderse de vista un instante y casi de inmediato desapareció de la vista de todos. Superando la sorpresa rápidamente se pusieron a buscarlo, pero de improviso el suelo se levanto en gruesas y altas paredes que separaron al enemigo en pequeños grupos dentro de un gran laberinto que ocupaba toda el recibidor, los magos no pudieron hacer nada para evitar encontrar su final en las sombras bajo las cuales por tanto tiempo habían recibido cobijo. Debido a la magnitud del trabajo de transfiguración (uno que por cierto del que McGonagall habría estado orgullosa) le tomo varios minutos a Voldemort deshacerlo, podría haber sido más rápido pero la idea era no matar a todos los que estaban dentro, muchos de esos aún le podían ser útiles, sin embargo todo el esfuerzo fue en vano ya que al devolver los muros de casi cuatro metros de alto al suelo se topo con que les restantes mortifagos ya habían sido eliminados.
No acababa de registrar esto cuando noto que el suelo bajo sus pies se derretía intentando ahogarlo, con una rápida respuesta se liberó y apareció en el centro del auditorio para tratar de ubicar al escurridizo mago, lo cual no fue difícil ya que esté apareció como salido del aire a escasos cuatro metros encarándolo sin reserva alguna, de inmediato Voldemort le apuntó a la cabeza.
-Ahora me dieras como aprendiste esos interesantes trucos Potter –le dijo con suavidad, pero la amenaza implícita no evitó que el ojiverde paseara calmadamente en su dirección, esto solo incremento la ya profunda ira del señor tenebroso- ¡Imperio! –Fue apenas una sutil brisa que sacudió de forma casual la capa de Harry pero esté continuó avanzando como si no la notara.
-Eso no funcionó cuando tenía catorce años ¿por qué piensas que iba a funcionar ahora? –Preguntó con un bufido de decepción en su tono monocorde, no era una burla sino un comentario sin embargo tu más efecto que si se hubiera reído del intentó de Voldemort para controlarlo, aún sin intentarlo estaba logrando que la furia de Voldemort llegara a niveles desproporciónales, cosa que le venía de perlas para el siguiente maleficio.
-¡Crucio! –Siguió avanzando, sin apenas dar señales a haber sido maldecido más allá de ladear un poco su cabeza, finalmente un temor constante comenzó a manifestarse tanto en el interior como en el exterior de Voldemort- ¡CRUCIO! ¡CRUCIO! ¡CRUCIO! ¡CRUCIO! ¡CRUCIO!
Pero sin importar cuán seguido lo intentara o lo poderosos que fueran los cruciatus solo lograban ondear la túnica de Harry como una bandera, finalmente, cuando una ola de desesperación inundó la mente de Voldemort, arrojó el último maleficio de su arsenal.
-¡AVADA KEDAVRA!
A diferencia de los maleficios anteriores esté tuvo un efecto, aunque sin duda no era el que cruel asesino esperaba, cuando solo los separaba un escaso medio metro el uno del otro, el rayo de luz verde impacto justo en el corazón del pelinegro y lo forzó a detenerse en seco como si alguien lo hubiera empujado levemente mientras un aura espectral perlada emanaba de su cuerpo, como si tratara de escapar pero solo hiciera un débil intento por hacerlo antes de regresar por completo a su dueño y después… nada. Solo se quedó ahí de pie observando a Voldemort con aparente curiosidad y un leve toque de expectación, aunque principalmente parecía aburrido.
-¿Terminaste? –Preguntó con la naturalidad que un tutor le pregunta a su pupilo si ha terminado los deberes, Voldemort aún permanecía estupefacto observando la varita en su mano, la cual se hallaba presa de un involuntario temblor, la voz del ojiverde lo saco de su estupor pero antes de que pudiera hacer algo más que levantar su mirada fue arrojado violentamente por una fuerza invisible contra una de las columnas, varias cadenas con grilletes aparecieron y lo inmovilizaron por completo- ¿cómodo? –Preguntó con un leve matiz de burla Harry apareciendo justo a un palmo del rostro de su Némesis, por unos segundos ninguno dijo nada, pero de improviso una sombra de comprensión cruzo la cara de Harry, acaba de recordar algo en ese instante y comenzó a reír, fue una carcajada seca y libre de alegría pero tuvo el efecto de sacar al mago frente a él del miedo a la furia con la misma velocidad que un semáforo cambia de amarillo a rojo, y ahora se sacudía tratando inútilmente de liberarse, pues su varita había caído de entre sus dedos tras la sorpresa de la primera envestida y ahora residía entre los dedos de Harry- lo siento –se excusó por su falta de modales al no compartir la broma- es solo que… ¡¿No ves la ironía de la situación?! ¿No te recuerda esta escena una imagen de nuestro pasado conjunto? –Le preguntó con una leve nota de ansiedad- claro que en ese entonces ambos estábamos representando papeles diferentes –aceptó con casualidad- ahora soy yo el que regresa de la supuesta muerte y tú el que está asegurado al concreto…
-¡¿QUIÉN RAYOS ERES TÚ?! –Interrumpió Voldemort fuera de sí, Harry lo observó con sorpresa, aunque era difícil saber si esta fue ocasionada por la pregunta o por la falta de modales de su escucha.
-Es cierto que nos saltamos las presentaciones –admitió fríamente- pero suponía que en este punto no serían necesarias… Tom –comentó haciendo un leve énfasis en la última palabra, cosa que, como él sabía, molestaría más a su contraparte- soy Harry James Potter –contestó finalmente con toda la tranquilidad del mundo y con toda la frialdad de la que era capaz, como cada cosa que decía o hacía su respuesta solo pareció descontrolar aún más a Lord Voldemort.
-¡HARRY POTTER ERA UN CHIQUILLO DÉBIL QUE SIEMPRE HUÍA DE MI, ESCUDANDOSE EN LAS VIDAS DE OTROS! –Declaró convencido- ¡No existe forma en la que tú puedas ser Potter! ¡¿QUIÉN RAYOS ERES?! –Repitió el ultimátum con mayor fuerza que antes, no se daba cuenta de que ocultos a la vista varios curiosos se habían ido acumulando para ver lo que sucedía y observaban con perpleja admiración como el más peligroso mago oscuro de todos los tiempos era sometido por un desconocido que afirmaba ser Harry Potter, debido a la distancia no alcanzaban a escuchar la conversación más allá de los gritos de furia del mago tenebroso. De momento Harry eludió la última pregunta, puesto que ya la había contestado y no le gustaba perder el tiempo de esa manera.
-¿Acaso huí de ti aquella noche en el bosque prohibido? –Preguntó de manera retorica, su pregunta desarmo a Voldemort y él lo sabía, esté incluso dejo de luchar para soltarse mientras en su mente se desarrollaba una lucha por encontrarle sentido a lo que estaba pasando- tú y yo sabemos que no Tom, tú y yo sabemos que camine por mi propio pie para que me mataras en lugar de los que estaban en el castillo –Voldemort aún intentaba encontrar otra respuesta dentro de su mente y fue como si Harry pudiera ver con toda claridad lo que pensaba porque añadió- ¿Aún no te convenzo? –Preguntó con sorna- aún no te convenzo de que soy… "El único con el poder para vencer al señor tenebroso –estas palabras captaron de inmediato la atención de Voldemort que lentamente levanto su cabeza para encontrar los ojos verdes del que le hablaba, el cual dejo ver una sonrisa torcida por esto antes de continuar- nacido de aquellos que lo han desafiado en tres ocasiones, nacido cuando el séptimo mes muere… -era seguro que ya casi lo había convencido, Harry podía verlo en la expresión de incredulidad que se marcaba más en sus ojos con cada palabra que decía, así que decidió continuar- y el señor tenebroso lo marcara como su igual… -prosiguió, la sorpresa de Voldemort cambió por una de atención absoluta al ante este hecho mientras sus ojos divagaron un instante a la cicatriz que él mismo le había ocasionado al hombre en su presencia- pero el tendrá un poder que el señor tenebroso no conoce… -aquí la expresión de Voldemort se volvió expectante pero apenas confundida- y alguno deberá morir a manos del otro pues ninguno puede vivir mientras el otro sobreviva" –concluyó, un intolerable silencio cayó sobre ambos mientras el mago oscuro asimilaba todo el contenido de la profecía que le había sido restringida por más veinte años, pero como es claro no evito desconfiar.
-¿Por qué me dices esto Potter? –Preguntó con suspicacia, el aludido sin embargo solo sonrió a medias.
-¿Así que ahora si soy Potter? –Preguntó con son de burla, pero antes de que su escucha pudiera hacer algo más que torcer el gesto continuó- porque no veo motivo para que no lo sepas, al fin y al cabo esa profecía se refería más a ti que a mí, fuiste tú… quien amablemente me incluyo en ella con tu proceder –contestó indiferente, al notar que aún había desconfianza ante sus palabras agregó- si piensas que invente la última parte o que oculte algo, ambos sabemos que lo que yo diga no te convencerá de lo contrario por lo que no perderé mi tiempo tratando de persuadirte, si quieres saber más, y sé que siempre es así, te lo aclararé ahora. "El poder que desconoces" por si aún no lo has descubierto se trata de aquello que siempre te advirtió Dumbledore.
-¡¿Esperas que crea esa patraña Potter?! –Interrumpió violentamente Voldemort haciendo un gesto raro que solo Harry podría haber interpretado.
-Sí –contestó simplemente, aquella simple palabra logró confundir a Lord Voldemort lo suficiente para que se mantuviera en silencio y escuchara- porque sabes cuál fue el hechizo que uso mi madre y sus motivos para hacerlo aunque no lo quieras entender. Además si lo analizas como si solo fuera una variable más, te darás cuenta de que "eso" fue la constante que me permitió sobrevivir y derrotarte en cada ocasión –le recordó sin pizca de emoción en sus palabras, cosa que fue gratamente notada por el cautivo, que soltó unas frías y crueles carcajadas.
-¿Y ahora qué vas a hacer Harry? –Preguntó con suavidad- todo lo que te importaba dejo esté mundo, yo me encargue personalmente de eso, como planeas derrotarme ahora que ya no cuentas con ese poder –escupió la última palabra como si le dejara un mal sabor de boca- ¿o finalmente actuaras como debes? –Le retó- ¡Vamos hazlo! Sabes el conjuro, ¡Utilízalo Potter! –Casi le ordenó- Intenta asesinarme.
-A diferencia de ti yo aprendo –fue la cortante respuesta del joven Potter- no tiene sentido intentar algo si no se cómo sobreviviste la última vez –explicó de vuelta a su gesto analítico- ¿Me crees acaso tan estúpido como tú, que intentaste matarme la segunda vez que no encontramos cuando ni siquiera habías terminado de entender que fue lo que me salvo la primera vez? –Preguntó de manera retórica sin emoción visible de enojo o sarcasmo o cualquier otro sentir, lejos de enfurecerse Voldemort lo miro con cuidado, tratando de entender cuál sería el siguiente movimiento de su adversario, finalmente había recuperado su cabeza fría y las ideas surgían sin mayor esfuerzo otra vez, se libraría de esto, lo sabía y sabía cómo pero tenía que sacarle algunas cosas a Potter antes de actuar, sin embargo las palabras del pelinegro lo tomaron por sorpresa- como faltan solo tres minutos antes de que los refuerzos lleguen desde el resto de Londres y sesenta segundos para que el conjuro silencioso que estas utilizando te libere de las cadenas y puedas volver a contraatacar… –comentó tranquilamente, su escucha corto el conjuro un segundo pero luego lo retomó redoblando su concentración- lo diré directamente ¿Tú no vas a decirme amablemente cómo es que continuas existiendo o sí? –Inquirió.
-…
-Eso creí –dijo desganadamente- lo que significa que tendré que sacártelo a la fuerza –opinó acercándose un poco más mientras se quitaba el guante de la mano izquierda.
-¿Y cómo supones que… -empezó a decir Voldemort con la voz cargada de burla entre carcajadas impasibles, sin embargo se detuvo al ver lo que tenía Potter en palma de su mano, era un tatuaje con una forma muy peculiar un circulo partido por la mitad con una línea horizontal y rodeado por un triangulo, al principio no le dio importancia, hasta que la línea se separó dejando ver lo que en realidad era ese manifiesto- el ojo de samsara –murmuró por primera vez con miedo verdadero por no decir terror ante lo que veía, un poder tan antiguo que su auténtico origen era desconocido y que él mismo busco por muchos años antes de finalmente catalogarlo como una burda leyenda y abandonar su investigación.
Durante ese breve segundo antes de que el ojo tocara su frente tuvo el instante de claridad en el que sus dudas fueron despejadas, ahora sabía cómo Potter había adquirido su poder actual y como había destruido a sus enviados en el otro continente con tanta facilidad, no sabía cómo pero el muchacho había obtenido el poder del entendimiento. A partir del momento en el que Voldemort fue tocado por el ojo nada importo, su Oclumancia no importaba, su preparación mental y mágica no importaba, el ojo lo vería todo y le daría su significado a Potter.
-¡AAAAARRRRRGGGGGHHHHH!
En la mente de Harry las imágenes pasaban sin control como el rodaje de una cinta de proyección de video antigua, solo que con imágenes diferentes y sin secuencia perceptible, sin embargo gracias a su práctica previa era capaz de asimilar casi una cuarta parte de lo que estaba absorbiendo, normalmente podría absorber más de la mitad pero los conocimientos del mago oscuro parecían no tener fin, más tarde cuando tuviera tiempo de revisarlo asimilaría lo demás. Le tomaría tres días completos revisarlo todo, pero ese conocimiento solo encerraba el poder de Voldemort, necesitaría por lo menos otra semana más para comprenderlo por completo. Como en todas las mentes, los conocimientos que poseen son como las piezas de un tangram, si se tienen las correctas y se saben combinar hay un sinfín de posibilidades. Aunque muy pocos son capaces de hacer esto dependiendo de las "piezas" el ojo de samsara facilitaba enormemente la tarea y con unas piezas como las de Voldemort… aún sin los conocimientos y habilidades que obtuvo de los ejércitos de esté en América, borrarlo por completo del mundo no sería más difícil que borrar un mal trazo en un dibujo a lápiz. Por otro lado tomaría tiempo, en especial si quería salvar a los que de una u otra forma se hallaban prisioneros y aún dejar suficiente del mundo para que ellos lo recibieran al final de la guerra, Europa estaba podrida hasta la medula y los avances en otros lugares de parte de la armada oscura del Innombrable eran considerables, tomaría más de una década terminar el trabajo sin duda y tal vez menos de quince años, pero ahora no podía estar seguro.
La cabeza le dolía horrores.
-¡Aaaaarrrggghhhh! –Un gruñido de agonía finalmente escapaba de sus labios a pesar de que se concentraba por evitarlo, las atrocidades dentro de la retorcida mente de aquel ser no tenían fin y trataban de corromperlo, sin embargo tan pronto como empezó terminó y el proceso estaba completo, Voldemort ya no gritaba, se hallaba inconsciente con su cuerpo solo sujetado por las cadenas, jadeante se alejo unos pasos casi trastabillando antes de caer sobre su rodilla.
-¿E-está muerto? –Escuchó que alguien preguntaba, con una extraña mezcla de esperanza y temor, al voltear a ver se encontró con cerca de cincuenta empleados rodeándolo con intranquilidad.
-No –contestó llanamente mientras se erguía sobre sus pies- se necesitará más que eso para matarlo, a una persona normal se le hubiera licuado el cerebro luego de esto pero él solo se desmayo, su mente es demasiado fuerte –comentó más con irritación que admiración mientras se alejaba.
-¿En verdad eres Harry Potter? –Preguntó otro a sus espaldas, al voltear a ver noto que ahora eran unos cien los que se habían aproximado de sus escondites para verlo mejor. Todos con expresiones variadas pero que compartían un cierto toque de esperanza, eso le fastidió.
-Sí –contestó con un toque de molestia que fue muy claro para los que escuchaban- pero si creen que he venido hasta aquí para salvar sus perezosos culos están mucho más que equivocados –les advirtió causándoles sobresalto por la dureza de sus palabras- cada quien deberá luchar por sí mismo si quiere ser libre de Voldemort –les avisó sin reparó y sin importarle las exclamaciones de temor u escalofríos que recorrieron el lugar tras pronunciar el nombre, con un movimiento de su varita una enorme sección del suelo en el que estaba de pie se desprendió y comenzó a flotar- si les interesa, les puedo enseñar cómo –ofreció, ahora era la duda la emoción que se respiraba en toda la sala- no tenemos más de un minuto antes de que este lugar esté lleno de mortifagos nuevamente así que lo simplificare, ¡aquellos que no estén conformes súbanse!
Casi al momento unas docenas treparon rápida y torpemente cuando Harry apuntaba su varita a la enorme sección de piso, la cual comenzó a emitir un leve brillo azulado, como si esto hubiera sido una señal los que quedaban mandaron al diablo todas sus dudas en un arrebato del que pocos o ninguno se llegaron a arrepentir y tocaron la madera justo a tiempo para sentir como eran arrastrados lejos de aquel infierno.
Ese fue el inicio de todo, las victorias en América fueron claramente remarcables, pero la intrusión en el ministerio fue sin duda alguna la primera derrota absoluta que el señor tenebroso haya sufrido jamás, incluso contando sus numerosos encuentros contra Albus Dumbledore. Fueron ciento sesenta y cinco magos oscuros reducidos a despojos y otros ciento veinte que simplemente desaparecieron, pero eso fue solo el inicio puesto que en los días siguientes las familias de estos se desvanecieron de la faz de la tierra en las narices de los espías del mismo Voldemort, los cuales ocasionalmente también desaparecían (Aunque comparándolo con lo que les ocurrió a los que si regresaron a reportar haber perdido a sus blancos, estos fueron los más afortunados). Por casi dos años no se supo nada de ninguno de ellos, pese a que Voldemort hizo mover cielo, mar y tierra para encontrar a Potter, él sabía que entre más tiempo le diera peor sería el resultado final, y así fue.
El primer avistamiento que se dio de Potter fue en un apartado lugar de Rumania, los siguientes fueron en Hungría, Noruega, el Tíbet, Japón, África, Egipto y nuevamente Rumania. Solo que a diferencia de la primera, las siguientes veces apareció montado a lomos de un joven Colacuerno Húngaro, nadie estaba seguro de donde salió, ni mucho menos como lo había domesticado ya que incluso Voldemort había intentado algo parecido pero decidió que era imposible domar tales bestias y ahora tenía a la mayoría cautivos para cultivar los valiosos productos que generaban. Sin embargo desafiando la imposibilidad que representaba lo que estaba haciendo, Harry lucho codo con ala junto a esa magnífica criatura, como si sus mentes fueran una, sobre los asentamientos de sus enemigos por toda Noruega, luego de la liberación de las minas de enanos en este punto, los barbados y corpulentos herreros nombraron a la bestia Ragnarok (El destino de los Dioses), Harry se enteró tiempo después de que ese mismo nombre se lo habían puesto anteriormente a un Colacuerno Húngaro que causó enormes catástrofes hace muchos años antes de que un enorme contingente de magos, enanos y otras criaturas se unieran para detenerlo, no se sabe que fue de la lucha pero los enanos solo dicen que la bestia cayó víctima de su propio poder. Tal fue la impresión que ser el primer jinete de Dragón dejo sobre las criaturas mágicas que muchos abandonaron su apoyo hacia el innombrable para acordar una alianza con Harry Potter, entre ellos estuvieron obviamente la totalidad de los clanes de enanos (que nunca sirvieron realmente a Voldemort sino que fueron esclavizados para trabajar en sus propias minas), varios clanes de vampiros (claro que esto fue también después de que Harry y Ragnarok tuvieran que enfrentarse a ellos docenas de veces lo que resulto en la muerte de miles de vampiros), y la última comunidad de veelas (estas también fueron obligadas a ser utilizadas como distracciones cuando la guerra estuvo en su apogeo, su presencia permitía a lo mortifagos acabar con sus aturdidos oponentes sin mayor problema, las defensas mentales y emocionales de Harry sin embargo lo hacían inmune a sus poderes, aún así tuvo que eliminar cerca de un centenar antes de que estas aceptaran que su mejor opción era simplemente no interponerse en su camino) y finalmente, aunque nadie supo bien como o porqué, las tribus de gigantes y los clanes de licántropos también acordaron dejar el bando de Voldemort, pero tampoco estarían en su contra solo se mantendrían al margen en tanto los dejaran en paz.
Furioso con este resultado Voldemort en persona fue a hacerle frente y destruir a todos los que se le rebelaron, para ello fue acompañado de sus más confiables aliados, dementores, miles de ellos acompañados de un número menor pero igualmente significativo de mortifagos. Sin embargo la batalla se desarrolló antes de lo esperado, ya que ni bien arribaron en un claro, supuestamente "seguro" para aparecerse bajo el cobijo de la noche, se hallaron justo frente a ellos a un colosal dragón, que aún con diez mil dementores congelando el ya de por si helado clima respiraba volutas de fuego sin esfuerzo alguno, sino más bien con ansiedad, cubierto por una brillante armadura, sin duda trabajo de enanos, y sobre su lomo en una montura de piel, con un grueso abrigo cubriéndolo el mismísimo mago de la cicatriz los observaba con un toque de aburrimiento que parecía decir "me estaba preguntando cuando aparecerían". Pese a no poder verlos también habían cerca de doscientos magos, enanos y algunos vampiros ocultos entre los árboles, sin embargo estos no estaban escudados de los dementores, los cuales al final resultaron ser el menor de los problemas, nuevos conjuros, variaciones del patronus, que conjuraban lanzas, flechas, ataduras y cadenas de luz plateada lograban dañar mucho más a los oscuros seres e incluso destruirlos liberando las almas atrapadas por estos. Pese a perder la significativa ventaja que los dementores representaban los mortifagos aún los superaban diez contra uno y lucharon encarnizadamente, el mismo Voldemort hizo a todos recordar porque el mundo temía pronunciar su nombre.
Muchos murieron aquel día de parte de ambos bandos, Harry sospechaba que así sería, que luego del encuentro en el ministerio habría perdido la mayor ventaja de todas, Voldemort ya no los estaba subestimando y a pesar de que los conocimientos que el chico que vivió había substraído de la mente de señor oscuro resultaron ser una ventaja muy poderosa, al parecer el innombrable había reservado recuerdos fuera de su mente como un arma secreta, el mismo Potter ya sospechaba de esto, porque la primera vez que terminó de revisar las memorias de Voldemort habían varios huecos, como la creación de horrocruxes o inferius, no que a él le interesara esos conocimientos pero esto demostraba que Voldemort no confiaba completamente ni en su propia mente y eso le permitía conservar la protección de lo desconocido de su lado, sin embargo Harry demostró que su Némesis no era el único con aquello de su parte cuando los primeros rayos de sol bañaron el campo y a los vampiros que luchaban a su lado sin hacerles daño alguno. Al volver a caer la noche fue el bando oscuro el obligado a abandonar la lucha cuando el único que seguía en pie era el propio señor de las tinieblas, que se desvaneció entre las sombras, pese a las múltiples barreras anti-aparición desplegadas al comienzo de la batalla. Voldemort se vio forzado a aceptar que no tenía sentido continuar, estando completamente rodeado y encarando a un supremamente cabreado Harry Potter luego de que su compañero draconiano fuera finalmente abatido, después de que cerca de cien maldiciones perforadoras dejaron al descubierto el palpitante corazón, aún entonces la feroz bestia continuaba luchando dejando una estela de sangre a su paso hasta que una maldición asesina, cortesía personal de Voldemort, acertará en el desprotegido núcleo despojando a la criatura de la vida.
Harry se tuvo que separar de su camarada para apoyar a un grupo de magos que habían sido rodeados y estaban a punto de colapsar, sin embargo los mortifagos aprovecharon esto para rodear a su compañero, como la mayoría de hechizos rebotaban contra aquella armadura se concentraron abrir el peto… y más tarde el propio tórax del colacuerno, al instante siguiente de que fuera certera la caída de Ragnarok las cabezas de los mortifagos responsables por perforar su pecho rodaron dejando una marca carmesí en la antes blanca nieve de la meseta, luego se ensarto en un duelo uno a uno contra Voldemort, esté último, capaz de batirse contra una docena de magos preparados sin siquiera sudar, apenas podía defenderse a de las arremetidas del furioso mago, poca sorpresa expreso Harry cuando Voldemort se escabulló luego de que finalmente lograra derribarlo, pero aún así la furia seguía presente, tan presente como la marca tenebrosa invocada desde el día anterior en el nuevamente oscuro cielo, de entre los suyos unos trataron de acercarse para brindarle consuelo, pero se detuvieron cuando la temperatura se elevo varios grados, hasta el punto en que la nieve se derritió por completo y leves descargas emanaban del cuerpo del mago.
-¡YA BASTA! –Gritó con todas las fuerzas que le restaban mientras agitaba su varita hacía arriba, con el retumbar de un trueno como respaldo un relámpago atravesó el nocturno despejándolo por completo. A pesar de que vencieron y de que las bajas fueron mínimas nadie festejo aquella noche, de hecho en todos los territorios se guardó luto tres días por la caída del magnífico ser en batalla. Los enanos levantaron una estatua de oro con las proporciones reales del dragón en el lugar exacto donde esté sucumbió.
Aquella fue la última vez que alguien vio expresar emoción alguna en el rostro del elegido.
También fue la última vez que dirigió un ataque, ahora los grupos de resistencia trabajaban conjuntamente y tenían supuestos líderes que colaboraban entre ellos, cuando le pedían ayuda él participaba pero principalmente llevaba a cabo sus propias batallas y rescates ganando y ayudando a ganar terreno sorbe los territorios conquistados por Voldemort. Durante el primer año tras la muerte de Ragnarok nadie supo nada de Harry Potter, aunque la resistencia había conseguido algunas victorias deteniendo el avance de los mortifagos sobre Europa, estos ya no pudieron reconquistar los territorios liberados ni conquistar nuevos, sin embargo el primer avance real se consiguió al recuperar el callejón Diagon, el mismo día en que el elegido regresó a Londres se había organizado un ataque a gran escala coordinado de los casi cien elementos infiltrados por todo el callejón y quinientos magos desde el exterior desataron un pandemonio sobre los confiados seguidores del innombrable, el golpe fue bastante limpio, aún así se perdieron cerca de cincuenta vidas entre las filas de los rebeldes, pero eso no fue nada comparado con los mortifagos (de entre estos fueron eliminados hasta el último de ellos por mano del propio Harry), al final se consiguió también una alianza con los duendes de Gringotts. Casi cinco años más tarde una armada completa y bien organizada llegó desde Norteamérica para respaldar el avance, el eje del poder del innombrable todavía se hallaba en Londres pese a que el centro de mando de los rebeldes se encontraba ahora en el mismo lugar, el resto de sus seguidores en los otros rincones del mundo se encontraban sitiados en sus propias fortalezas solo postergando lo más posible su rendición, los refuerzos en cada lugar aunque ya no eran tan necesarios como en los primeros días igual eran bienvenidos.
Hoy en día, después de miles de conflictos, se llegó al punto en que el innombrable pasaba desplazándose constantemente entre sus bases por lo que era imposible ubicarlo o saber lo que planeaba, sin embargo la falta de acción durante el último año mientras su imperio se derrumbaba era incomprensible hasta para el mismo Harry, pero con un poco de suerte el asalto planeado para el día de hoy les daría la información que necesitaban, habían logrado conseguir un infiltrado dentro del ministerio. Las defensas actuales eran tales que se necesitaría de por lo menos tres sacrificios con el conjuro de espada de almas de Harry y una hora de trabajo para penetrarlo, lo cual les daría tiempo suficiente al otro lado para preparar un repliegue, por lo que la mejor opción era desactivar desde dentro las defensas principales y las otras podrían destruirlas sin dificultad desde afuera, el coronel Williams, un hombre de edad un tanto avanzada, ojos y cabello gris (más blanco desde los últimos años), desgarbado, pero seguro y con actitud calculadora, líder de la armada de los americanos en este sector repasaba los últimos detalles de la incursión en la cámara de guerra.
-El ataque estará coordinado exactamente con la desactivación de las defensas internas –detallaba mientras señalaba los puntos principales en un plano del ministerio- debido a que el edificio se encuentra bajo tierra deberemos volar toda una sección de la calle para ingresar.
-Disculpe coronel –interrumpió un mayor con voz formal y militar- pero ¿cómo hará la señorita Delacour para saber exactamente cuándo desactivar los escudos?, tenemos entendido que ningún tipo de aparato de comunicación mágico podía ingresar al ministerio debido a las medidas de seguridad que poseen y ninguno de tipo muggle funciona bien debido a la cantidad de magia que reside en el lugar actualmente –varios miraron atentos, incluso preocupados, ante este detalle, el coronel sin embargo se mantuvo en calma pues esperaba esa pregunta ya tenía una respuesta lista para dar.
-Un hechizo proteico –explicó simplemente, varios lo vieron confundidos- parecido a las marcas tenebrosas en los mortifagos pero este tiene la forma de una pluma, la contraparte la tiene la sección de inteligencia, cuando tenemos que enviar un mensaje ellos lo escriben y ella lo recibe.
-Pero… ¿Qué pasa si alguien la descubre por eso? –Preguntó otro, un teniente de unos treinta años, para su sorpresa el coronel solo carraspeo un tanto incomodo.
-Pues, el tatuaje solo se activa cuando envía un mensaje, y esté último se borra al terminar el día, además de que no está en un lugar que la Srta. Delacour acostumbre mostrar públicamente –contestó dando por terminado el asunto. El resto asintió inconformidad, ya tenían una idea de a lo que se refería- una vez traspasadas las defensas todos los soldados posibles entraran y empezará el asedio, sé que esto será arriesgado para nuestros hombres pero necesitaremos que el caos inicial dure lo suficiente para que el grupo de infiltración que entrará avancen hasta su objetivo, en caso de que esta se encuentre en condiciones, acompañados por Grabielle Delacour –acotó con voz levemente sombría, nadie agregó nada, sabían que de esto último había posibilidades casi nulas- una vez que lleguen hasta la oficina del Ministro este grupo deberá encargarse de someter a Bellatrix Lestrange y, luego precederemos a interrogarla para averiguar que sabe acerca de la ubicación y los planes inmediatos de Riddle –terminó su explicación y aguardo a ver si alguien tenían algo que agregar, los oficiales se mantuvieron en silencio pero en sus rostros se reflejaba claramente una duda que ninguno parecía dispuesto a expresarla en voz alta.
-¿Tomara Harry Potter parte en esta operación, señor?
Excepto uno, el teniente coronel Mardukas, segundo en la cadena de mando, hablo con voz firme y segura, era un hombre de cuarenta y cinco años, cabello rubio corto y ojos azules con varias arrugas prematuras alrededor de los ojos los cuales cargaban pesadas bolsas pruebas de las largas noches sin dormir que cargaba a cuestas, las últimas exclusivamente escogidas para prepara está operación, varios oficiales se dirigieron miradas incomodas, pero el coronel arrugo el ceño perceptiblemente, parecía molesto.
-¡Esta es una operación sumamente importante Mardukas! –Respondió secamente, el oficial ni siquiera se inmuto ante el despecho de su superior- se llevará a cabo por elementos que sigan las ordenes de sus superiores ¿Me ha entendido? –El aludido se cuadro, pero no afirmo sino que volvió a hablar.
-Permiso para hablar honestamente señor –solicitó, el coronel solo asintió, sabía que Mardukas era muy metódico así que no pediría dar su opinión si no fuera necesario- yo peleé a lado de Potter cuando cayeron las ciento dos fortalezas, el día en que recuperamos Washington y el resto de nuestro país, sé exactamente cuán importante es está misión –le aseguró- y por consiguiente también sé cuan inestimable nos sería la ayuda de Potter –el coronel pareció considerar las palabras de su segundo pero no estaba seguro aún.
-Ese sujeto no responde ante nadie –respondió finalmente- si lo incluimos en la estrategia sería más un problema que un apoyo en mi opinión.
-Con el debido respeto señor –añadió Mardukas- yo creo que sería mayor problema cuando aparezca sin que nosotros estemos enterados de que estará allí o que es lo que hará.
-Bastara con que no se entere del plan –murmuró el coronel restándole importancia, al instante el teniente coronel se cuadro llamando la atención de los presentes.
-¡Señor! ¡Aceptare la responsabilidad por mi falta! –Algunos lo miraron confundidos pero el coronel parecía furioso y un poco preocupado.
-¡¿Le dijo a Harry Potter de esto?! –Inquirió furioso escupiendo mientras gritaba- ¡es una operación secreta Mardukas! ¡¿Acaso no sabe lo qué es eso?! ¡Esto podría llevarlo al paredón! ¡¿Qué tiene que decir en su defensa?! –El aludido se mantuvo en firmes en todo momento de la reprimenda con sólida disciplina militar.
-Usted me ordenó conseguir la asesoría necesaria para llevar a cabo está misión –contestó llanamente.
-¿Él era uno de sus asesores? –Preguntó incrédulo el oficial.
-El principal –aclaró el rubio- las ideas de usar artefactos de comunicación muggle en la residencia de Delacour para que nos pasara la información desde allí en las narices de los mortifagos y el encantamiento proteico fueron ideas y obras suyas –recalcó.
-¡¿Cómo es que no estaba enterado de esto?! –Exclamó su escucha.
-Porque usted lo dejo todo en mis manos y me ordeno solo informarle de los avances realizados –contestó mecánicamente Mardukas, el coronel se dejo caer en su silla y se masajeo las sienes ante la naciente jaqueca que comenzaba a atormentarlo, finalmente suspiró con resignación.
-Avísele del plan Teniente Coronel, y por favor haga que se apegue a él está vez –decidió derrotado, no tenían tiempo para hacer nada más que aceptar la intervención de aquel hombre le gustara o no, además (Y esto era algo que no compartiría con nadie) dicha intervención podría sin duda salvar la vida de muchos de sus propios elementos.
Mardukas atravesó el callejón en cuestión de minutos, pese a la enorme cantidad de refugiados que ahora acampaban allí esperando que se resolviera su situación de traslado, hasta entonces el lugar más seguro era allí, en especial porque era el sitio de residencia confirmado de un hombre al que los mortifagos habían llegado a temer todavía más que a su líder. En el extremo opuesto donde se hallaban los oficiales y adyacente al banco se encontraban las barracas provisionales de los soldados, pero no era allí donde se dirigía exactamente, sino a una parte modificada de estas que había sido acondicionada como un taller. Al llegar vio lo que parecía una pequeña mecánica muggle dentro de una tienda mágicamente agrandada y modificada con varios artilugios muggles y algunos mágicos de los que ni él mismo conocía su función, en el centro se hallaba una enorme moto brillante de colores negro y plateado, y junto a esta de espaldas a la entrada y sentado en el suelo ajustando los mecanismos de la máquina se hallaba un hombre al cual solo se podía identificar su cabello negro.
-¿Qué sucede Richard? –Preguntó directamente el hombre sin dejar su labor con voz monótona.
-La operación se llevara a cabo hoy a las 1700 horas –informó con voz marcial- el coronel me pidió que te informara al respecto y pedirte que formes parte del grupo de asalto principal.
-¿El coronel dijo eso? –Preguntó retóricamente con lo que se podría catalogar de sarcasmo, si su voz no hubiese sido tan seca- ¿o le contaste que yo ya sabía de la operación y vio que era mejor saber en dónde estaba?
-Bueno…, lo importante es que no tendrás que interrumpir en la operación clandestinamente –dijo de forma evasiva.
-Qué gran consuelo –comentó sin darle importancia mientras hacía las últimas revisiones antes de tomar asiento en la moto- y bien –continuó luego de dar arranque para revisar el motor, (el cual dio un rugido muy similar al que daría un dragón)- ¿Cuál se supone que será mi tarea?
-Lo crucial del plan se basa en el tiempo que tardemos en penetrar las protecciones –redactó el militar- debido a la carga mágica que se necesitara para hacer eso, aún sin las protecciones adicionales, en tan poco tiempo como sea posible…
-¿Cuánto? –Interrumpió Harry, ahora revisando los interruptores del panel de su moto, alguien que supiera de estos artefactos se habría preguntado por el inusual número de estos, sin duda más de los que normalmente tendría una moto, pero el militar no parecía confundido por esto.
-¿Cuánto qué? –Inquirió un tanto desconcertado por la pregunta tan abrupta.
-¿Cuánto tiempo tenemos para tirar abajo esa entrada?
-No puede exceder los 120 segundos.
-Muy bien –contestó sin preocuparse- ¿Qué haré después? –El oficial le miro confundido.
-El grupo encargado de derribar las barreras utilizara demasiada energía, por lo que solo se les asignara esa tarea –explicó- luego ya no tendrán energía y serían más una carga –Harry dejo de acelerar el motor tras estas palabras, pero no parecía molesto solo pensativo- sin embargo una vez los de este grupo se recuperen lo suficiente comenzaran a respaldar el ataque –agregó rápidamente, como si tratara de enmendar un mal comentario.
Sin embargo el pelinegro no comentó nada, solo volvió a encender la moto, como si el colosal rugido de esta dejara escapar toda la frustración que él simplemente no expresaba, pero conjuntamente bajo uno de los interruptores, uno de color dorado (había siete en total con diferentes colores y formas: el azul, púrpura y negro eran interruptores de encendido y apagado, como los de una lámpara; el rojo era un botón un poco más grande que una moneda que se mantenía activo en tanto se estuviera presionando; el verde y el plateado eran como unas pequeñas palancas que se movían verticalmente ya fuera hacía arriba o hacia abajo pero que también debían mantenerse presionadas ya que volvían al centro si se dejaban de presionar; y finalmente el dorado era también uno de prendido y apagado), de inmediato una burbuja rodeo la moto por completo y aproximadamente unos cincuenta centímetros más allá de está, la burbuja parecía semisólida con un profundo brillo dorado, la fuerza de está era confirmada por los surcos que se formaron en la base sobre la que estaba asentada. El teniente coronel no mostró sorpresa por esto, no se vería bien dado que ya lo había visto en varias oportunidades antes, y más impresionantes aún siendo en pleno campo de batalla, pero eso no significaba que no continuara siendo sorprendido cada vez que veía ese artefacto en acción. Nadie sabía a ciencia cierta cómo había conseguido esa motocicleta, los que habían sido suficientemente osados para preguntarle, el propio Mardukas entre ellos, solo habían conseguido un lacónico "era de mi padrino, pero le hice algunas modificaciones". No tenía idea de cuáles serían esas modificaciones pero esa máquina era algo temible en combate, aquellos armatostes que los muggles llamaban tanques blindados eran simples juguetes a su lado. Nadie lo decía cerca de él pero algunos murmuraban que su nueva montura no tenía nada que envidarle a la antigua, y el hecho de que está tuviera escrito sobre el depósito de combustible en letras rojo sangre "Ragnarok" solo acrecentaba las murmuraciones. Las palabras del motorista sacaron al hombre de su fuero interno.
-Necesitare más poder en el escudo –murmuró para sí mismo, Mardukas no tenía idea de que estaba hablando, después de todo antes había visto casi cada maldición conocida rebotar sobre ese escudo como pelotas sobre un muro de roca, sin embargo decidió no comentar nada, dio media vuelta para retirarse pero antes de salir volvió a hablar.
-Recuerda, a las 1700 horas en la entrada principal de ministerio de magia –reiteró solo para asegurar que el mensaje estuviera claro, el hombre asintió distraídamente mientras hacía Merlín sabrá que cosa con los extraños hilos de colores que salían de debajo de la coraza que acababa de quitarle a la moto.
Ministerio de Magia, 1650 horas.
La esbelta pero curvilínea figura envuelta en una túnica formal gris caminaba provocativamente por los pasillos del ministerio rumbo al recibidor, el sonido de sus pasos, aunque ligeros, resonaba en los silenciosos corredores de madera durante su paseo hasta el elevador, aún con el ajetreado día de trabajo de por medio, varios pares de ojos se levantaron dando un merecido descanso a la vista con la imagen de la hermosa rubia de ojos azules y tenue sonrisa que tenía a más de la mitad del ministerio hipnotizados, y no solo miembros del género masculino contados entre estos, pese al apretado horario de trabajo estos minutos eran considerados casi un ritual desde que la joven asistente había llegado recomendada de uno de uno de los ministerios aledaños franceses hace más de tres meses, a nadie le resultaba extraño tampoco verla pasar diez minutos antes de su hora de salida, pues siempre había aluno de sus compañeros que se ofrecía a terminar con los detalles más fastidiosos del final de su jornada que solo incluían llevar los reportes a la secretarias de sus superiores o informar al departamento de suministros sobre la falta de los mismos dentro de las oficinas. Una vez desaparecida está tras las puertas del elevador y tras varios suspiros a sus espaldas las labores continuaban sin interrupción.
-Me parece que está usted adelantada a su hora de salida señorita Maison –comentó una voz irritante e infantil a modo de sutil regaño, la aludida reconoció de inmediato a quien pertenecía y forzándose a no dejar que el despreció que sentía por esa persona se expresara en sus facciones se volteó para encarar a su acompañante con una muy forzada, pero igualmente deslumbrante, sonrisa- creo que tendré que reportarla, después de todo no se vería bien que dejáramos que nuestros propios elementos hagan lo que quieran ¿No lo cree así? –Comentó con fingida inocencia la mujer con cara de sapo y cabello gris que apenas si alcanzaba el estomago de su contraparte.
-Desde luego –aceptó está sin reparó y con una indudable expresión de arrepentimiento y vergüenza- no volverá a suceder madame Umbridge –le aseguró sumisamente agachando la cabeza, un poco más de lo que ya lo hacía para poder ver a la bruja a la cara, ahora con sus ojos clavados en el suelo.
-Eso espero –dijo con su suave voz cargada de malicia y un grado de regocijo ante el efecto que suponía estar provocando sobre la joven bruja- ya bastante tendría que estar agradecida con el hecho de que aceptáramos tener algo como usted aquí para que encima se aproveche así de nuestra generosidad –le dijo en tono condescendiente, digno del que se utilizaría para tratar a la mascota de un amigo, pese a su dócil postura los ojos de la bella mujer parecían centellear como relámpagos en una furiosa tormenta a la vez que sus manos se cerraban con tal fuerza que un hilillo de sangre había empezado a brotar de estas- la espero mañana a primera hora, antes de su jornada matutina en mi oficina para hablar de su sanción ¿me entendió?
Con solo un asentimiento de cabeza dio su confirmación, estaba segura de que si abría la boca sería para maldecir al viejo sapo justo donde estaba parada, finalmente el bendito timbre del elevador señaló el fin de esta insoportable situación, dando una leve reverencia en señal de respeto, por la cual estaba tentada de vomitar, se retiró mientras la diminuta arpía buscaba algo dentro de su bolso.
-Y otra cosa… -empezó levantando la vista solo para encontrarse sola, una rápida revisión al lobby le confundió al notar que la joven mujer parecía haberse desvanecido en el aire- impertinente –chasqueó con desaprobación mientras las puertas del elevador se cerraban nuevamente.
Debido a que aún faltaban unos minutos para la salida el lugar estaba tan desierto que solo algunos guardias permanentes caminaban por allí, por fortuna ninguno prestó atención al elevador, su trabajo era vigilar a los que entraban o salían del Ministerio, no de los ascensores. Todos ellos se perdieron de cómo la agraciada mujer pasaba detrás de una columna y dejaba caer sobre si una capa azul oscuro que al instante paso a ser plateada y luego desapareció ocultando perfectamente a su portadora, la cual ahora con silenciosos conjuros retiraba los cerrojos de cierta sección del techo que daba al exterior, en las narices de los que se hacían llamar guardias de elite.
Estaban sobre la hora cero, varios magos con encantamientos desilusionadores y amuletos encubridores de firmas mágicas (obras del mismo Harry) que evitaban que los detectaran, esperaban pacientemente las 1700 horas, momento en el que se daría la salida al mayor número de empleados del ministerio, era claro que ninguno de estos saldría por allí pero estarían presentes en el Lobby, lo que causaría un enorme caos en el lugar, no usarían hechizos mortales, después de todo el grupo de "ataque" era solo una distracción, el que se infiltraría para atrapar a Lestrange eran el arma, y para ingresar hasta el piso donde se hallaba la más leal lugarteniente del Innombrable debían aprovechar el desconcierto inicial, todos los magos en el recibidor, cerca de unos doscientos según sus informes, intentarían escapar de regreso a sus oficinas, puesto que no eran combatientes. Su espía en el interior (si lograba sobrevivir luego de abrir los cerrojos, algo con lo que no contaban realmente) y un grupo especial asignado para la tarea, que estaban vestidos como empleados del Ministerio, ingresarían entre los que intentaban escapar y llegarían al piso donde se hallaba Bellatrix, sabían que allí habría cerca de una docena de guardias a parte de la una vez fugitiva bruja, que era más peligrosa que cualquiera de ellos. Era por esto que a pesar de ser solo seis este grupo era el más preparado de todos, cada integrante eran de los mejores en combate. Todos se hallaban en sus posiciones, excepto una persona.
-¿En dónde rayos estás Potter? –Murmuró malhumorado el teniente coronel Mardukas, sabía que el pelinegro no se perdería esto por nada del mundo pero lo ponía nervioso no saber dónde estaba o qué estaba planeando, pese a reconocer su desempeño en combate, sabía también que no era bueno para su salud cardiaca estar de nuevo en combate junto a Harry Potter, ese mago no tenía la más leve idea de lo que era la sutileza, y si lo sabía no le importaba un comino hacer uso de ella.
¡¡¡GGGGGGGGRRRRRRRRRRRRRHHHHHHHHHHH!!!
Y allí estaba la irrefutable prueba de que sus temores no eran infundados, llegó en forma de un rugido que hizo que tanto a él como al resto de los soldados que se encontraban ocultos se les erizara el vello de la nuca. Casi con miedo de confirmar sus sospechas levanto la vista al cielo a tiempo de ver la inconfundible silueta de la enorme moto acelerando sobre sus cabezas, sin embargo algo que no se esperaba fue ver como el artefacto dejo de emitir sonido alguno cuando alcanzó los cien pies justo sobre la sección de pavimento que debían derribar, precipitándose en picada hacía el suelo, antes de que nadie reaccionara con algo más que espanto un poderoso brillo dorado proveniente del vehículo los cegó momentáneamente cuando recuperaron visibilidad, no podían creer lo que veían.
-Gracias a Merlín que no tenemos que luchar en contra de eso loco –murmuró sin salir de su asombro el militar, los que alcanzaron a escucharlo no pudieron si no estar de acuerdo con sus palabras.
Su trabajo estaba casi terminado, un par de conjuros más y sería relativamente sencillo para los magos que esperaban afuera forzar su ingreso a la supuesta "fortaleza del orden" de Londres, sin duda lo que más facilitó su trabajo fue la capa de invisibilidad que su… ella no sabría cómo llamarlo, le había enseñado muchas cosas que la llevaron a ser una de las brujas más poderosas en lo que a ataque se refiere, pero no tanto como para considerarlo un maestro, ya que solo le enseñaba hechizos y le daba un par de consejos para aprenderlos cuando ella se lo pedía directamente y explícitamente. Tampoco era exacto llamarlo un amigo, no eran ni por asomo tan cercanos, y no era como si ella no lo hubiese intentado infinidad de veces en los pasados años y a pesar de que él la había salvado en varias ocasiones de ninguna manera quería considerarlo su héroe, ella no era para nada una damisela indefensa.
-¡Accio capa!
Esté llamado la sobresaltó, sin embargo, y para su propia sorpresa y alivio, su cobertura no la abandonó pero se percató de que sus conjuros finalmente fueron advertidos por el enemigo y ahora estaba siendo rodeada por cerca de media docena de magos que apuntaban en su dirección aproximada, dos de ellos incluso le apuntaban directamente aunque aún no podían verla sabían en donde estaba.
-¡No se que estés usando pero más te vale soltar tu varita y entregarte! –Ordenó él que parecía el líder de escuadrón.
Sin embargo ella no llegó tan lejos dejándose amedrentar con facilidad y de ninguna forma iba a ser ella la responsable de arruinar un ataque como esté, con una última floritura los encantamientos que se mantenían en el techo se desvanecieron por completo, escuchó como las diferentes maldiciones eran arrojados por el mismo sujeto respaldado por los otros cinco, que al ubicar de dónde provino el último conjuro apuntaron en la dirección de la bella bruja y atacaron simultáneamente.
No tenía tiempo para cubrirse pero estaba satisfecha al haber cumplido con su parte, ella sabía bien que nadie esperaba que sobreviviera más allá de esta fase, muchos incluso guardaban dudas de que llegaría tan lejos. Pero pese a su repentina resignación ante la muerte, está no llegó, sintió dos fuertes empujones en el lugar donde maldiciones cortantes se estrellaron pero estás fueron devueltas a sus propietarios provocándoles una gran incapacidad, no terminaba de comprender esto cuando una potente maldición aplastante la arrojó con fuerza contra una de las columnas, sin embargo ella sabía que en realidad debía de haberle triturado todos los huesos, decidió dejar todas las preguntas para después, ahora que tenía una leve esperanza de que hubiera un después, y agitó su varita logrando dejar fuera de combate a los últimos dos magos en pie, sin embargo la alerta provocada por el pequeño combate había llamado cerca de una docena de magos más que empezaba a rodearla ahora que la capa se había corrido lo suficiente para dejarla visible. Tal vez no era una damisela indefensa pero mientras se ponía de pie abordaba la idea de que tal vez si era una en apuros.
¡¡¡CCCRRAAASSSHHH!!!
El estruendoso golpe sobre sus cabezas cuando el techo tembló ligeramente interrumpió la lucha antes de que empezara, todos dirigieron su vista hacia arriba, al punto del que provino el sonido apenas dos segundos antes de que esa sección del techo fuera atravesada por una por una enorme esfera brillante de matices dorados. La esfera, que con un curioso rugido que solo la bruja de cabellera rubia pudo identificar bien mientras una leve sonrisa se extendía sobre su faz, se detuvo antes de colisionar violentamente contra el suelo, duro unos segundos suspendida en el aire y luego varios conjuros salieron disparados del interior de está, cortando, aturdiendo y paralizando a los magos que antes intentaban rematar a la bella bruja. A esta altura ya los magos y brujas que terminaban su jornada se hallaban en el recibidor presenciando el espectáculo con una mezcla par de sorpresa y temor. La única que no parecía impresionada por el espectáculo era la antes acorralada bruja que ahora levaba una capa nuevamente azul media noche con leves puntos brillantes, está se acercó a la esfera al tiempo que esta desaparecía dejando en su lugar una enorme motocicleta negra sobre la cual iba montado un hombre que parecía apenas más joven que ella de cabello y pantalones negros con un grueso chaleco de piel de dragón oscuro, que al no tener mangas dejaba al descubierto varias cicatrices en sus brazos, pero protegía sus órganos vitales de la mayoría de hechizos que lo incapacitarían, sus manos iban enguantadas en piel de dragón.
-¡Te tardaste Potter! –Le recriminó en son de broma la rubia cuando estuvo de pie a su lado.
-No sabía que teníamos una cita –comentó inexpresivo mientras se corría hacia delante para hacerle lugar, la chica solo bufó con resignación mientras se subía al vehículo y se sujetaba de la cintura del mago con su varita sujeta firmemente preparada para lo que fuera, la varita de Harry se hallaba en una pistolera en su antebrazo izquierdo y una varita secundaría, que nadie lo había visto usar nunca y algunos no sabían para que la tenía si nadie había logrado desarmarlo nunca antes, se encontraba sujeta a su cintura.
Con una patada la moto arrancó nuevamente y se abrió paso por el vestíbulo hasta los elevadores, para esté momento docenas de magos anti-asalto se hallaban en su camino y el ataque de los soldados que Harry había dejado atrás había comenzado. Gabrielle no se preocupo mucho por los quince magos enfundados en túnicas verdes y plateadas que les cubrían el paso, pese a ser el nuevo grupo de elite especialmente entrenada bajo los cánones de Voldemort (de los cuales uno solo sería capaz de reducir a tres magos cualificados a cenizas sin problemas o remordimientos), había poco o nada que pudiera preocuparla cuando luchaba a lado del mago de ojos verdes, esté por su lado movió discretamente su mano hacía los interruptores, pero no volvió a activar el dorado nuevamente, en su lugar mantuvo presionando el rojo, que estaba al alcance de su pulgar izquierdo aún sin soltar el manubrio, y una oleada de hechizos aturdidores eran arrojados por la motocicleta en un radio de dos metros alrededor de la misma mientras el mismo usaba su otra mano para lanzar toda clase de maleficios para apartar a los enemigos de su camino, los cuales caían desmallados cuando los adelantaba sobre la moto, sin mayores percances alcanzo el elevador que poco antes de se abrió por dos conjuros que salieron de los dedos de Harry (una de las habilidades del mago que nadie más había sido capaz de igualar, no con todos los conjuros que él sabía por lo menos), con un derrape controlado estaciono la moto con el frente listo para salir en cuando llegaran, ociosamente la guapa francesa se dio cuenta de que el elevador ahora era tres veces más amplio interiormente, por lo que la moto cabía con espacio de sobra.
Las puertas se cerraron permitiéndoles a ambos solo un último del Lobby en el cual ahora se desarrollaba una batalla campal entre los magos del ministerio y los actuales invasores, solo el leve ronroneo del motor interrumpía la tensión del momento, o por lo menos tensión de parte de la bruja porque el pelinegro bien podría parecer que estaba con su moto en la calle esperando en un semáforo en rojo, el sonido del timbre de alto llamó la atención de ambos cuando frente a ellos las puertas se abrieron y allí apareció una regordeta y diminuta bruja con redonda cara de sapo cuyos ojos saltaron cómicamente de sus cuencas mientras soltaba su bolso y caía hacia atrás horrorizada.
-¿Sube? –Preguntó indiferente a la expresión de la bruja, aunque la mujer a su espalda era capaz de captar el casi indetectable toque de diversión ajena que nadie más hubiera notado, ella misma estaba luchando para no reírse abiertamente de la cara que aquella insoportable bruja había puesto.
Apenas unos momentos después varios magos aparecieron detrás de Umbridge, aparentemente se habían detenido en el "departamento de aplicación de la Ley mágica", en el cual se encontraban la mayoría de cazadores de rebeldes, sin embargo antes de que pudieran hacer algo más que apuntar sus varias el motorista levanto el interruptor verde levemente y una llamarada esmeralda que surgió desde el faro principal barrió con los que estaban frente a él, a Gabrielle le llamó la atención que está no fue tan poderosa como la última vez que la vio pero fue suficiente para dispersar a los magos antes de que la puerta se cerrara nuevamente y continuara su ascenso.
En el último piso doce magos esperaban apuntando sus varitas a la puerta del elevador, la tensión y el nerviosismo se respiraba en el aire con facilidad, después de todo fueron avisados hace menos de un minuto de que Harry Potter estaba en camino, de todos ellos, solo un par lo había visto de frente y habían escapado de morir por los pelos, cuando finalmente el timbre del montacargas dio aviso de haber arribado al piso la puerta voló en pedazos arrojando a varios magos sobre sus espaldas, algunos fueron lo bastante rápidos para levantar sus escudos y protegerse pero ahora su número estaba reducido a la mitad, inmediatamente arrancó la moto a través de los sorprendidos magos que tuvieron que saltar para esquivarla dejándole el camino libre hasta la entrada a la oficina principal, con otro derrape estaciono su transporte perpendicularmente frente a las enormes y elegantes puertas de roble activo el escudo nuevamente y salto de la moto antes de que se activara dejando en ella a la pasajera.
-Te los dejo a ti Gabrielle –dijo secamente antes de que las puertas se abrieran violentamente y después de que las atravesara se cerraran de la misma forma.
La atractiva rubia no desperdició tiempo en arrojar cada hechizo que conocía sobre sus agresores manteniéndolos a raya ocultos detrás de barricadas precipitadamente transfiguradas, ella misma se coloco a cubierto a un costado de la moto por si el escudo llegase a fallar o por si algún conjuro fuera los suficientemente poderoso para atravesarlo, desde el interior ella lo percibía como si fuera una esfera de cristal amarillo, pero sabía que desde afuera no podían siquiera ubicarla con precisión lo que facilitaba enormemente defender su posición mientras esperaba el resultado del combate del ojiverde.
Mientras el sonido de la puerta cerrándose eclipsaba cualquier vestigio de la lucha que se suscitaba a sus espaldas, los orbes verde césped registraban rápidamente el lugar antes de asentarse definitivamente sobre la mujer de cabello casi completamente blanco, sujetado en un burdo moño, sentada tras un aristocrático escritorio de caoba, vestía con sus túnicas negras de mortifago originales en lugar de aquellas nuevas bordadas con hilo de oro, como si fueran un traje de gala para la ocasión, su cara se notaba demacrada y veinte años más vieja de lo que en realidad era, ya ni siquiera conservaba su acostumbrado gesto de superioridad. A diferencia del resto de sus cofrades ella no mostraba temor en su presencia, a pesar de que había presenciado en primera fila muchas veces de lo que era capaz. Su vista no estaba siquiera enfocada sobre el mago que acaba de hacer temblar los cimientos del ministerio de magia por segunda vez en su vida, sus cansados ojos reposaban en la forma de un pequeño colgante de plata en forma de serpiente que emitía un tenue brillo azulado sobre la mesa apenas a unos centímetros de su varita, no hizo ningún movimiento mientras Harry se acercaba tranquilamente hasta estar justo frente a ella, con solo el escritorio separándolos, ociosamente observó el objeto que robaba la atención de su contraparte.
-¿Por qué no lo has tomado? –Preguntó en un tono que podría haber sido educado sino se contara la total falta de emoción en él, apenas rondaba un poco la curiosidad salvo que no parecía realmente importarle si la mujer frente a él le respondía o no, está simplemente tiro una tenue sonrisa y una carcajada seca sin ninguna diversión.
-¿Algo que el gran Harry Potter no sabe? –Se burló débilmente, más para ella misma, sabía que sus intentos por molestar al joven frente a ella tendrían mayor efecto si se los dirigiera a la silla de su oficina.
-En absoluto –le contradijo- solo encuentro un ajeno sentimiento de deleite en escucharte decir que tienes miedo de volver a la presencia de Voldemort solo para reportarte con un nuevo fracaso, no por los cruciatus o demás maldiciones que te esperarían sino simplemente por el gesto de decepción o aversión que podrían expresar sus ojos al verte –le dijo con fría indiferencia, lo mismo podría estar hablando del decorado de la oficina, pero un leve escalofrío finalmente atravesó la imperturbable figura de Bellatrix Lestrange, como si por un instante hubiera sido capaz de ver esos ojos de serpiente observándola con el desagrado que se le había vuelto dolorosamente habitual presenciar en los últimos años.
-¿Qué es lo que quieres Potter? –Preguntó con voz aburrida finalmente levantando la vista y sosteniéndole mirada, algo que casi ningún otro mago o bruja, incluso dentro del mismo bando de aquel hombre, era capaz de hacer, esté solo se recargo con sus manos sobre el escritorio para reducir todavía más la distancia entre ambos.
-Lo sabes perfectamente Bella –contestó sin alterar su tono de voz- quiero borrar para siempre la existencia de Voldemort de la faz de la tierra, quiero que tanto él como su nombre, sus mal llamadas hazañas y los que se atrevieron a apoyarlo se conviertan en solo un mal recuerdo –describió sobriamente- y para ello quiero saber en dónde está Voldemort –Completó finalmente.
-Sabes que no te dejare sencillamente saberlo –dijo monótonamente la demacrada mujer apoyándose en el respaldo de su silla con las manos apoyadas sobre el escritorio a un palmo de su varita.
-Eso es obvio –comentó su escucha irguiéndose- terminemos con esto.
Con una agilidad digna de alguien de la mitad de su edad la varita de la bruja se hallaba en su diestra y un conjuro atravesaba su escritorio como si fuera de papel en dirección del mago que ahora tenía su varia en su mano y levantaba un escudo frente a él, la fuerza del hechizo no consiguió traspasar el escudo pero si lo levantó con todo y mago varios pies sobre el suelo y hasta la entrada, mientras aún seguía en el aire varios hechizos salieron en dirección de la mortifaga, está ya había transfigurado un muro de roca para protegerse pero este cayó casi de inmediato tras terminar de recibir tres certeros maleficios, sin embargo una vez abajo no se veía a nadie protegido detrás de esté. Con una leve agitación de su varita terribles ondas de choque atacaron en todas direcciones, el sonido de un golpe seco delató la posición precisa de su oponente que ahora se encontraba levantándose luego de rebotar contra una de las paredes de su oficina, aún sin poder verla podía percibir exactamente en donde estaba.
De improviso las tablas del suelo se levantaron convertidas en serpientes y arremetieron con sus mortales colmillos, un perezoso movimiento de su mano las incineró al instante hasta quedar en cenizas mientras avanzaba, desvió varios conjuros más con su varita antes de congelar el brazo derecho de Bellatrix y hacerla perder su varita, sin embargo antes de inmovilizar a su víctima el sonido de las puertas abriéndose lo distrajo por un segundo, un segundo fue todo lo que la supuestamente desarmada mujer necesito para obtener una segunda varita de su manga y arrojar dos abominables conjuros, el primero directamente en el hombro de Harry, que no solo le trituro la clavícula sino que lo mando a volar casi cinco metros de regreso hasta la entrada mientras lo forzaba a transpirar sangre, y el segundo impactó sobre los entrometidos magos del grupo de invasión, los cuales aun tratando de protegerse cayeron fuertemente heridos, de los siete magos que inoportunamente entraron en ese momento solo tres seguían en condiciones de luchar, Gabrielle Delacour entre ellos y empezaron a hacerlo de tan pronto como estuvieron a cubierto, los otros cuatro yacían inconscientes por el rebote del hechizo que afortunadamente no los alcanzó, pero sin importar cuantos hechizos lanzaran estos no parecían capaces de alcanzar a la mortifaga, lograba bloquearlos sin problemas y aún así arreglárselas para devolver tanto o más de lo que la arrojaban, solo un par de hechizos que la mortal bruja no conocía, cortesía de la bruja parte veela, lograron herirla y forzarla a cubrirse mientras planteaba una estrategia.
En tanto esto sucedía Harry se había puesto a cubierto mientras trataba sus heridas, menos mal que el maleficio atinó justo donde aún estaba protegido por su coraza de piel de dragón, de haber alcanzado el brazo se lo hubiera arrancado brutalmente, o si no llevara puesta dicha "armadura" ahora ya no tendría hombro. Tan pronto se encontró en capacidad se levantó del suelo y volvió a la lucha a tiempo de ver como su rival se deshacía de las barricadas de sus actuales contendientes, los cuales salieron despedidos hacia atrás y aterrizaron sobre sus espaldas, en ese momento pudo ver la clara intención de Bella al apuntar su varita a la bruja de dorada cabellera que logró herirla, sin necesidad de pensarlo y sin mutar la expresión casi aburrida sobre su rostro Harry Potter se desvaneció como si estuviera hecho de niebla casi al mismo tiempo que un rayo de luz verde dejaba la punta de la varita de Bellatrix Lestrange, rayo que jamás llegó a su destinatario.
-Entonces es verdad –susurró para sí misma tratando inútilmente que la sorpresa de semejante revelación no alterara sus, hasta ahora inmutables, facciones cuando vio con sus propios ojos como la maldición asesina impactaba directamente en el pecho de Potter sin tener mayor efecto que sacudirlo un poco- eres inmune a las maldiciones imperdonables.
-No veo por qué te sorprende tanto Bella –comentó calmo el hombre que se supone debería estar muerto- hoy en día chicos de quince años en adelante han sido entrenados hasta que son inmunes a la imperius, cualquiera que quiera ser soldado de asalto debe tener por lo menos un tercer grado en resistencia al cruciatus y ya hay varios que han alcanzado el séptimo grado, a los que solo les causa cosquillas –continuó mientras comenzaba a acortar la distancia entre él y su presa- y sobre el Avada Kedavra… pese a que estoy seguro de que es la primera vez que lo ves por ti misma supongo que al menos habrás escuchado los rumores –una carcajada seca y muy próxima a su antigua risa demencial, solo que más controlada, escapó de labios de la mujer mientras caminaba de espaldas.
-Claro que he escuchado los rumores, al igual que el resto de los mortifagos –admitió casi divertida por el tema- ¿Quieres escuchar el más reciente? Dicen que eres capaz de congelar a alguien con solo verlo y tirar llamaradas de fuego de tu trasero –las cejas de Harry se arquearon un poco por dicha información.
-Esa sería mi motocicleta –desmintió educadamente dando otro paso, está vez su contraparte ni se molesto en retroceder, solo le miraba con tal intensidad que parecía querer atravesarle el cráneo.
-Y otros dicen… que te adelantaste a alcanzar la meta que tan ansiosamente buscaba el señor tenebroso, que eres inmortal –comentó con aparente tranquilidad pero sus ojos delataban miles de emociones contenidas, el miedo entre ellas, pero también había una pizca de algo que nadie más que el hombre frente a ella hubiera reconocido o peor aún entendido, esperanza.
-Eso no podría confirmarlo –admitió sin variar su tono- nunca he muerto, no de manera absoluta por lo menos pero eso no dice demasiado, cualquiera que veas caminando por la calle podría decir lo mismo…
-¡No juegues conmigo Potter! –Chilló perdiendo finalmente los estribos- ¡¿Cómo lo hiciste?! –No obtuvo más que silencio por su parte, lo que solo logró incrementar su desesperación- dímelo, por favor –agregó con su voz otrora de hierro finalmente quebrada, igual que ella. Lejos de responder Harry solo suspiró mientras miraba a su oponente por primera vez demostrando una emoción, con una que nadie nunca antes se había atrevido a demostrar en presencia de Bellatrix Lestrange, lástima.
-¿Tan desesperada estás por recibir su aprobación que te rebajas a mendigar una respuesta de un enemigo mortal, uno al que desprecias más que cualquier otra cosa en este mundo Bella? –Inquirió viéndola fijamente mientras paseaba a su alrededor, como si buscara algo en la figura desvalida de la antes temida mujer, algo que tras finalizar su búsqueda decidió que no estaba allí, tras un suspiro continuó- parece que finalmente se hizo justicia por lo que hiciste la primera vez que nos enfrentamos aquí –dijo, ella no comentó nada pero su mirada se hallaba un poco confundida- nada queda ya de la Bellatrix Lestrange que arrojó a mi padrino a través del velo de la muerte hace más de veinte años…
-Solo mátame de una vez –le cortó de su monologó rígidamente, ahora con su varita a un costado y sus hombros caídos, parecía estar haciendo un esfuerzo enorme solo para seguir estando de pie.
-¿De qué me servirías muerta? –Fue la fría e inmediata respuesta del ojiverde.
-¿De qué te serviría viva? –Fue la contestación de ella- sabes bien que no puedes obtener ninguna información de mi cabeza.
-Cierto –admitió con calma- el hechizo que Voldemort desarrollo no es nada sutil (Y ambos sabemos que el que yo lo diga ya es decir bastante), pero en definitiva cumple con su objetivo, la primera vez que me tope con el tarde horas en retirar los restos de tejido cerebral de mi ropa, lo que me recuerda, mi más sentido pésame por la muerte de su esposo, viuda Lestrange –agregó formalmente, la mujer simplemente resopló con irritación- Cualquier intrusión externa que destruya las defensas propias de la mente, activa el conjuro y le, literalmente, vuela los sesos a la víctima, haciendo imposible que incluso el ojo de samsara logré recuperar cualquier cosa –resumió con perder la compostura- pero… -aquí llamó la atención de la mujer y los sorprendidos escuchas que trataban de asimilar esta insólita charla- allí está la clave, "intrusión externa", si la persona en cuestión voluntariamente permite el acceso dentro de su mente, el conjuro no se activara.
-¡Jamás traicionare mi señor Potter! –Le desafió con su tono altanero de vuela, pero esté era en el fondo vació, y Harry lo sabía perfectamente- ¡Mi devoción al señor tenebroso es…!
-Todo lo que tienes –completó-interrumpió el mago de ojos verdes, Bella no encontró argumentó con que debatir esto pero Harry solo continuó- si lo dejaras ir ya no quedaría nada de ti en lo absoluto, pero… ¿Si te concediera aquello que realmente quieres Bella? –Tanto está como los magos tras él lo observaron confundidos- la eternidad a lado de tu señor –los ojos de la mujer se abrieron con sorpresa en un inicio, pero los entorno con desconfianza de inmediato.
-¿De qué estás hablando Potter?
-¿Ya olvidaste lo que fue lo que me lleve la última vez que estuve aquí? –Preguntó astutamente mientras apuntaba un dedo sobre su sien, casi al momento la comprensión brillo en los apagados ojos de la mortifaga- ¿Y si sus ideas pudieran estar juntas para siempre? –No tenía dudas, está vez había conseguido por completo su atención, podía ver como la sola idea la seducía enfermizamente mientras lo veía acercarse un paso más, esta vez no retrocedió para mantener la distancia.
Harry podía ver en sus ojos aún sin la necesidad irrumpir en su mente como estaba trabajando su decisión, tras interminables minutos de incertidumbre las dudas fueron desapareciendo hasta quedar extintas dentro de su cabeza, el niño que vivió se encontraba ahora frente a ella, un rígido asentimiento fue todo lo que esté necesito para proceder a quitarse su guante izquierdo y colocar la palma sobre la frente de la bruja, con solo una pregunta a la cual quería encontrar respuesta.
¿En dónde está?
Continuara…
