EL DURO CAMINO HACIA LA LIBERTAD

Hermione pareció darse cuenta finalmente de que algo estaba pasando con Harry, de que este estaba cada vez mas retraído, y aunque la muerte de Sirius había sido un duro golpe, la negrura que pendía en torno al joven era demasiado intensa, demasiado viva. Aunque intentó acercarse de nuevo a él, insistiendo a Ron para que la ayudara, tan solo recibieron indiferencia del joven, que acabó reaccionando violentamente incluso.

-¿Qué quieres Hermione?

-Solo queremos ayudarte, Harry, ya es hora de que superes lo de Sirius.

El moreno se tensó y apretó los puños, girándose con enojo hacia los que fueran sus amigos, los ojos relucientes. La magia del joven rieló furiosa, y el joven la contuvo, con férrea determinación.

-No necesito tu ayuda Hermione, ni la tuya Ron. Ya tengo alguien que me ayuda, gracias.

Todos habían notado la creciente proximidad de Remus y Harry, y Hermione insistió:

-Pero…debes hablar con alguien de tu edad, alguien que te entienda…

Reprimiendo una carcajada amarga, Harry denegó, y murmuró con la ira y el dolor rebosando en sus hermosos ojos verdes:

-¿Realmente? ¿Has intentado entenderme alguna vez Hermione? ¿O tu Ron? ¿Habéis tratado de ver como soy en realidad, sin tener en cuenta mi fama y las opiniones de los otros sobre mí, sin pensar en todo lo que se supone que soy? ¿Me escucháis a mí simplemente?

Ron frunció el ceño, desconcertado y enojado. Su madre había insistido mucho para que Harry pasara las Navidades con ellos, aunque finalmente había sido imposible, y su padre murmuraba a veces cosas incomprensibles, tales como que le dieran su apoyo a Harry. El pelirrojo miró a su amigo desde su casi metro noventa de estatura y gruñó:

-¿De qué coño hablas? Te hemos dejado en paz, para que tuvieses tu periodo de duelo, pero esto ya es demasiado, Harry, no es saludable. Tienes que sobreponerte y luchar contra el culpable, contra…ese monstruo…

Harry les miró a ambos, con rostro tenso y sin emociones, aunque sus ojos relucían,y tras un momento, gruñó fieramente entre dientes.

-Estoy luchando, Ron, el que tu no seas capaz de verlo no es mi problema.

Y con un silencio y una helada mirada final, el moreno se levantó de la sala común y se marchó, desapareciendo por el desierto corredor.

Desde finales de enero, numerosos mortifagos habían apareció en extrañas circunstancias, extraños sucesos sin víctimas reales, entre ellos Lucius Malfoy, gravemente herido, el dado por muerto años atrás Peter Pettigrew, que había arrojado noticias sorprendentes sobre Sirius Black, creando toda una controversia social y el Ministerio estaba inquieto. Dumbledore insistía en que Harry usase su conexión con Voldemort, para averiguar los planes de este y Harry bajaba los ojos y murmuraba una y otra vez, "Lo siento profesor, debe estar usando oclumencia para impedirme entrar". Lo cual motivó nuevas clases particulares de legilimancia con Severus, tras una feroz oposición del rígido Profesor.

-Pero, ¡El maldito es un inútil Dumbledore! Ya le doy clases particulares de Pociones dos veces a la semana, y apenas logra mantenerse en el nivel requerido, y necesito tiempo para atender a Draco…

Con un guiño de sus ojos azules, el Director murmuró suavemente, con una sonrisa demasiado dulce:

-Vamos Severus, seguro que encuentras algún…"incentivo" adecuado para hacerle progresar…¡Necesitamos esa información!

Con un gesto repentinamente serio el hombre susurró con leve sorpresa:

-¿Qué insinúas Albus?

El mago se mesó la barba con manos nerviosas y se reacomodó la túnica, sentándose mejor en su alta silla. Con gesto decidido y frunciendo levemente el ceño, borrando su eterna sonrisa, haciendo surgir un leve brillo extraño en sus ojos, el mago se inclinó un poco hacia adelante y murmuró:

-Quiero esa información Severus. ¿No te han convocado últimamente?

El hombre denegó suavemente, y miró a un lado con aire falsamente apesadumbrado.

-Voldemort sabe que estoy…ocupado, y solo ha solicitado reportes de las actividades de la Orden y del muchacho. Está contrariado conmigo Dumbledore, por no haber respondido puntualmente a sus llamadas de verano…

Con un gruñido de descontento, el Director exclamó en voz sorda y ligeramente amenazante:

-No me importa como lo hagas, pero quiero esa información, entendido?

Severus asintió en silencio, los negros ojos chispeando de ira oculta tras una mirada de desdén, maldiciendo interiormente la crueldad e indiferencia ante los sentimientos de los demás del anciano y murmuró:

-¿Supongo entonces que no escuchara las quejas de Potter sobre mí?

El Director asintió sonriente, y Severus se despidió, furioso y temblando de ira, deseando llegar a sus habitaciones y abrazar a Draco para calmarse. Sin embargo, no solo encontró a su ahijado, sino a toda su familia aguardándole. No sabían lo que ocurría, tan solo que estaba muy furioso y enojado y todos estaban congregados en la salita de estar del Slytherin.

Aun temblando de furia, el hombre les relató su encuentro y Harry bajó los ojos al suelo por un largo rato. Con un murmullo firme, el muchacho alzó lo ojos y sonrió:

-Dale lo que quiere, Padre. Castígame, humíllame en público, sé el frio y duro bastardo que él espera… y vivamos el resto del tiempo en paz.

Draco le besó en la mejilla, y Harry le despeinó, dejando relucir sus verdes ojos con amor. El rubio busco con suavidad sus labios y la caricia se hizo más intensa hasta que Severus carraspeó sonoramente, haciéndoles separarse de nuevo. Con ojos relucientes, el moreno preguntó:

-¿Entonces, qué? ¿Estoy detenido por el resto del año o no?

Remus le abrazó, y todos se encerraron en las habitaciones de las mazmorras por el resto del día, deseando estar tiempo a solas. Tenían mucho trabajo, y las cosas solo podían hacerse con seguridad en las habitaciones perfectamente resguardadas del moreno Slytherin, o en la Sala del Requerimiento. Trabajaron el resto de la tarde, enviando cartas muy delicadas y los chicos se retiraron a descansar tras una cena en compañía de sus padres.

Draco y Harry se deslizaron entre las sabanas, vestidos tan solo con los pantalones de sus pijamas y comenzaron a besarse y acariciarse suavemente, enredándose cada vez más. Draco era consciente de su deseo creciente por Harry, y las hormonas del lobo no ayudaban para nada a controlarse. Ambos estaban listos, solo era cuestión de dar ese último paso, de vencer ese último miedo… Con un susurro ronco, el rubio preguntó:

-¿Quieres seguir?

El moreno asintió, besándole de nuevo, deslizando sus manos por su espalda, y Draco sonrió ligeramente. Harry nunca tenía bastante de sus besos o abrazos, eso seguro. Con un gesto tímido, el joven de ojos color plata desató el cordón de su pijama y se deshizo de este quedándose totalmente desnudo junto a su amante, aun cubiertos bajo la suave sábana. Los ojos verdes de Harry se dilataron de sorpresa y su gesto vaciló un tanto. Con un murmullo inseguro preguntó, acariciando su hermoso cabello de platino.

-¿Estás seguro Draco? No sé…hacerlo así, tan de repente… no me parece buena idea…

Draco le miró sonriente y sonrojado y murmuró con tono y gesto travieso, besándole ligeramente de nuevo.

-¿Asustado Potter?

Harry sonrió a su vez, y contestó igualmente juguetón:

-Que más quisieras, Malfoy…

El uso moderado y sabio de sus apellidos era una pequeña e inocente perversión para ambos, y lograba casi automáticamente hacerles dejar a un lado cualquier otra cosa, salvo lo que tuvieran entre manos ese momento, claro. Harry se deshizo de su pijama, y se apretó contra Draco, notando su erección rozando deliciosamente contra la suya. Era muy diferente notarla sin ropas entre ellos y Harry sintió como su tensión crecía mientras sus manos se deslizaban hasta las suaves nalgas del rubio.

El Slytherin gimió, entrecerrando los ojos, y sus manos aferraron con fuerza los hombros de Harry, arañándole sin darse cuenta de ello, haciendo brotar ligeros hilos de sangre. Besándole rabiosamente, enarcando una pierna sobre las caderas del moreno y deslizándola hasta enredarla entre las suyas, Draco se impulso hasta adelante, aumentando la presión y fricción entre sus cuerpos, jadeando en los labios del moreno y estremeciéndose rítmicamente contra su fuerte y musculoso cuerpo.

Harry apretó la tibia carne entre sus dedos, dejando rojas marcas en las prietas nalgas y empujó hacia adelante sus propias caderas, embistiendo a las de Draco, tumbándole finalmente de espaldas sobre la cama, luchando al mismo tiempo contra el furioso deseo que le roía las entrañas. Con un murmullo, el rubio gimió, sabiendo perfectamente que era lo que el moreno deseaba, ladeando el rostro y ofreciéndole el cuello:

- Hazlo, vamos ¡Muérdeme!

Con un gruñido feral, el moreno miró a los ojos de plata y vio el deseo brillando en ellos hasta volverlos casi negros y hundió la cara en la curva del cuello de su amado, mordiéndole con fuerza en un gesto de dominancia, haciéndole gemir y gritar mientras se movían el uno contra el otro, cada vez más rápido, más ferozmente.

- Oh, sí!, Haaa… ¡Sí!... Mhhh… ¡Siii!

Con un último lamento, Draco clavó con fuerza las uñas en los hombro del moreno y gritó ahogadamente, corriéndose explosivamente contra él. Harry se movió una par de veces más y se tensó súbitamente, gimiendo el nombre de Draco contra su piel, estremeciéndose en una violenta convulsión.

Ambos se relajaron sobre la cama, jadeantes, aun incrédulos. Cuando la noción de de que realmente lo habían hecho, por fin caló en su mente, una sonrisa salvaje se extendió por el rostro de Harry y buscó ansioso los ojos del rubio. Sonrojado, sofocado e igualmente satisfecho, Draco vio la expresión y el brillo en los ojos verdes y acarició suavemente las nalgas del moreno, tentadoramente.

-Te amo Harry…

- Y yo a ti…

Los dos se abrazaron y Harry bostezó, limpiándoles en un gesto casi inconsciente, cerrando los rasguños que se habían hecho mutuamente. Con una sonrisa en los labios, los dos se durmieron, felices y satisfechos. Un paso más, y uno menos hasta la meta final.

En la habitación próxima, dos adultos muy perplejos se miraban el uno al otro, y los ojos dorados miraron a los de ónice, insinuando una sonrisa finalmente.

-¿Han…?

Severus sonrió y murmuró:

-Algo han hecho, desde luego, Draco perdió por completo el control sobre su mente…

Con ojos relucientes y avanzando a cuatro patas sobre la cama hacia un cada vez más excitado profesor de pociones, Remus susurró antes de llegar junto a él:

-Bien, ya me han despertado, así que…

Harry bajó la cabeza, como siempre y murmuró calladamente "Si Profesor" cuando su padre le asignó una nueva detención. Ya nadie se sorprendía, Snape parecía haber desatado su ira sobre Potter y este actuaba ante él casi como un ratoncito asustado, sometido y humillado, y tras un tiempo, falsa información comenzó a fluir hacia Dumbledore, cerrando cada vez más el lazo en torno a él.

Draco se había reincorporado a Hogwarts a finales de febrero, y aunque su apariencia física era algo distinta, todo el mundo creyó que era debido a la prolongada enfermedad que le había retenido lejos de la escuela tantos meses. Sus compañeros se arremolinaron en torno a él, buscando su consejo en aquellos tiempos de cambio. Los hijos de mortifagos habían sufrido grandes sobresaltos, algunos incluso habían visto a sus padres acabar en Azkaban o sufriendo duros castigos a manos de su señor.

Draco les calmó y les advirtió que las cosas estaban cambiando. Y que era el momento de elegir sabiamente donde estaban sus lealtades. Draco sonrió y murmuró que no todo era lo que parecía y les dejó meditar sus palabras.

Draco y Harry mantenían una tregua aparente, un alto en las hostilidades que tenia intrigados a casi todos los estudiantes y ciertamente a muchos profesores. Ron estaba cada vez más descontento con su amigo y no dejaba de quejarse cada vez que tenía oportunidad de ello, tachándole de cobarde y traidor. Hermione se mantenía algo más neutral, pero la tolerancia de Ron hacia Draco era casi nula, haciendo imposible un acercamiento real entre ellos.

Finalmente, casi a finales de curso, Harry acabó encontrándose, una vez más, con Dumbledore en su despacho, rebelándose y negándose a darle la información que le pedía. Sus espías reportaban una inusual actividad, pero nadie sabía el motivo y Dumbledore le presionaba duramente, amenazándole incluso. El nuevo círdulo Interno de Voldemort parecía ser tan secreto y reclusivo que nadie tenía idea alguna de quienes eran realmente sus miembros. Finalmente Harry pareció claudicar a las presiones y murmuró:

- Han estado hablando de un posible ataque al Ministerio, tal vez a San Mungo pero no han dado fechas… parece que no hay nada decidido todavía Profesor…

Con una sonrisa de feroz alegría, el anciano murmuró entre dientes algo para así y acompañó al muchacho a su detención de la noche, con Severus. Sabían que ahora todas las fuerzas de la Orden y seguramente muchos Aurores, serían movilizadas a otra localización y Harry sonrió.

Un par de días después, el moreno desapareció. Aun estaba en los terrenos, las barreras hubieran alertado si hubiese abandonado los terrenos de la escuela, pero no aparecía por ningún lado. Los profesores fueron movilizados y todos los alumnos enviados a sus salas comunes, una vez comprobado que no faltaba nadie más. El director ordenó la búsqueda en los jardines e invernaderos y solo los prefectos fueron autorizados a salir en caso de necesidad de sus habitaciones.

Draco y Severus habían hablado esa tarde con los alumnos de sexto y séptimo de Slytherin, poniéndoles bajo un juramento de confidencialidad. Algunos reaccionaron mal ante las novedades y estos fueron obliviados y enviados de regreso a sus dormitorios. Los que se sumaron a ellos, subieron a una de las torres, y aguardaron ocultos y en silencio.

Muchos Ravenclaw, incluyendo a Luna Lovegold ofrecieron también su ayuda tras la charla secreta de Remus y Draco, al igual que Hufflepuff. Griffindor fue el terreno más difícil, pero unos cuantos, entre ellos Neville, Alicia Spinet, Collin, Parvati, y Hermione, se sumaron a la lucha inminente.

Cuando los profesores se desplegaron por el bosque, una gran puerta se abrió en la Sala del Requerimiento, dando paso a las tropas de Riddle, apostadas en la Cámara de los Secretos, que habían alcanzado por el túnel secreto hasta Hogsmeade, ampliado y estabilizado, lideradas por Harry, Severus, Remus y Draco, además de este. Cada uno llevó a una sección de las tropas a un ala del castillo y cerraron este desde dentro, activando las protecciones de batalla de este. Las ventanas se cerraron con gruesas cubiertas y las escaleras se detuvieron, inmovilizándose, y las gruesas puertas de roble se cerraron con estruendo, haciendo girar la vista de los Profesores hacia el castillo, repentinamente iluminado desde dentro.

Harry estaba en un mirador de la torre de Griffindor, y escuchó la voz de Voldemort retumbando en la oscuridad desde la Torre de Astronomía.

-¡DUMBLEDORE! ¡Muestra por fin tu verdadera cara!

Con ojos ennegrecidos por la ira, el mago de barba blanca gruñó, enfurecido:

-¡Sal de mi escuela Tom! ¡Deja en paz a mis estudiantes!

Una risotada flotó en la noche y Harry escucho el rugido procedente del cielo nocturno. ¡Llegaba la caballería! Charley, a lomos de su preciosa Norberta, voló entre las torres de la escuela, dejando que su montura chamuscase las copas de los árboles más cercanos al castillo en un vuelo raso súbito. Aterrizando en un tejado, Norberta dejó salir un grito de batalla y sacudió furiosa las mandíbulas.

La batalla comenzó, con los refuerzos de la Orden y el cuerpo de Aurores, sumándose a los profesores. La dragona trazó un círculo de fuego desde el aire, en torno al castillo, impidiendo la aproximación de nadie a sus gruesos muros. Pero realmente, el castillo era en si una formidable fortaleza, y bien defendida, casi inexpugnable. Los profesores y los aurores, incluso otros magos llegados desde Hogsmeade - en realidad, todo el mundo salvo Dumbledore - estaban demasiado preocupado por los estudiantes retenidos. Finalmente, Dumbledore vociferó, convencido de la inutilidad de atacar sus propias defensas:

-¡HARRY NO ESTÁ! ¡Ha desaparecido esta misma noche, Tom! ¡Deja libres a mis estudiantes!

Los estudiantes, que habían estado viendo y escuchando todo lo que ocurría en el exterior, gracias a un hechizo que Severus había colocado en los espejos y muchos estaban empezando a dudar de muchas cosas. Ni un solo mortifago había intentado entrar en sus dormitorios, les habían dejado en paz, y eso era muy extraño. Y los ataques lanzados desde el castillo se habían limitado a repeler a los asaltantes, muy comedidamente por cierto. Norberta era la mayor amenaza hasta el momento y más de un auror había sufrido quemaduras al intentar aproximarse al castillo.

Harry, Remus, Severus, Draco y Voldemort salieron del castillo, escoltados por un selecto grupo de mortifagos. Y Dumbledore entrecerró los ojos, sin reconocer a los cuatro primeros escoltas. Vestían capas negras de alguna clase piel con las capuchas caladas, y túnicas de batalla de similar material, con altas botas de cuero y guantes bien ajustados. Desprendían poder, y parecían ser el nuevo círculo interno de Riddle, ese que se había mantenido tan secretamente oculto por tanto tiempo. Cuando los cuatro y Riddle se detuvieron, las capuchas cayeron hacia atrás, revelando la identidad de todos ellos.

Un murmullo de desconcierto y temor se extendió entre las filas de Dumbledore y Harry sonrió traviesamente. Con un gesto indicando en torno a él, Harry susurró:

- La escuela es nuestra. Ríndase y reconozca sus crímenes, Dumbledore.

Con un gesto de honda preocupación, pero los ojos relucientes de furia, el anciano murmuró, intentando usar veladamente una maldición imperius contra Harry.

-No sé qué te han hecho, Harry, pero estoy seguro de que podemos solucionarlo… ven conmigo, hijo…

Con furia, parpadeando y sacudiendo la cabeza con ira, Harry, escupió entre dientes, sus ojos brillando con luz dorada:

-¡NO SE ATREVA! ¡NO SE ATREVA A LLAMARME ASÍ!, ¡¿Me oye?

Con una sonrisa salvaje el moreno miró a su familia, que le respaldaba en silencio y gruñó:

-¡Ellos son mis padres! ¡Mi verdadera familia!

Con un gesto calmado y colocando una mano tranquilizadora en el hombro del joven, que se encorvaba hacia adelante, gruñendo salvajemente, enseñando los dientes en un gesto de clara amenaza, Riddle murmuró:

- Harry tiene razón, Albus. Sobre todo teniendo en cuenta lo que les has hecho durante toda su vida…

Harry se calló de inmediato, serenándose bajo el contacto del hombre y Riddle le acarició el largo y rizado pelo negro en un gesto de afecto. Riddle comenzó a enumerar fríamente algunas de las atrocidades que Albus perpetrara por acción u omisión contra el joven que se alzaba a su lado, o contra sus padres adoptivos y Draco, y murmullos de desconcierto e incredulidad brotaron entre las filas de sus seguidores, pero poco a poco, otros cuchicheos se propagaron y las caras de horror de muchos de ellos reflejaron el duro impacto de tan terribles verdades.

El anciano rió, una risa desquiciada y estridente, los ojos extraviados, ante el cada vez mas asombrado público que les contemplaba. El hombre miró a Riddle y preguntó con ironía:

- ¿Y qué vas a hacer Tom? ¿Pelear conmigo para defenderlo?

.-Si.

Contestó con serenidad el mago, despojándose de su capa y aprestándose en posición de duelo. Dumbledore pareció altamente sorprendido, pero sus ojos brillaron con furia y avanzó, respaldado por apenas un puñado de aurores. Harry, y su familia también avanzaron y pronto se libraba una batalla entre los dos pequeños grupos, rodeados por una impresionante barrera que Harry y Severus habían erigido, separándoles del resto el campo de batalla. Norberta descendió y voló muy cerca del suelo, creando un nuevo círculo de fuego en torno a ellos, haciendo rugir su fuego.

La lucha fue corta, pero intensa, y ambos bandos atacaron sin piedad, aunque los únicos que realmente lanzaron imperdonables fueron los dos actores principales: Riddle y Albus. El mago oscuro esquivó riendo los hechizos y contraatacó, enviando rayo tras rayo en pos de su oponente. Albus lanzó la maldición asesina y Voldemort la aguardó a pie firme, sonriendo una vez más. Y cuando esta rebotó contra su agresor, desviada y mezclada a su propio rayo, un poderoso Sectumsempra, la sorpresa de Albus fue inmensa. El anciano mago cayó hacia atrás, derribado y un corte enorme se abrió en su pecho, derramando su sangre a borbotones. Por un instante, Riddle permaneció en pie, y luego se tambaleó, cayendo de rodillas, sujeto casi al momento por los brazos de Harry. La lucha había cesado, los aurores habían dejado caer sus varitas, pendiendo en sus manos inertes y contemplaban indecisos a los dos magos agonizantes. Un auror se arrodillo junto a Dumbledore y tan solo meneó la cabeza hacia sus compañeros, viendo la vida escurrirse visiblemente de los azules ojos del anciano, cuya mirada extraviada no parecía verlo.

Harry y Draco recostaron con cuidado a Riddle, que aunque no tenía ninguna herida visible, palidecía por momentos, y una lágrima brotó en los ojos de Harry. Riddle sonrió débilmente y murmuró mientras Remus y Severus se arrodillaban junto a ellos, conteniendo las lágrimas de duelo por su señor. El mago miró a los dos hombres y susurró, con voz firme, pero algo más débil:

-Severus, Remus, se que Harry y Draco son ahora vuestros hijos, pero sería un honor que permitieseis que fuesen mis herederos, si eso no os incomoda…

Ambos denegaron y Draco sollozó, recostando su cara en el hombro de Harry, que sostenía en sus rodillas la cabeza del mago herido. Con un murmullo, el hombre tendió un frasco con sus memorias y un grueso rollo de pergamino a Harry y murmuró uniendo las manos de los adolescentes entre las suyas sobre su pecho:

-Se que tú no cometerás mis errores, hijo mío, y que Draco y tu familia te ayudarán en cada escollo del camino…

Los dos jóvenes se miraron entre sí por un instante, aceptando el deseo del moribundo y asintieron con una triste sonrisa en silencio. Con un último aliento el mago murmuró, mirándoles intensamente a los cuatro:

- Ha sido…un gran honor combatir a vuestro lado…

Harry dejó reposar en el suelo el cuerpo ahora inerte de Tom Marvolo Riddle, cuando este recobró sus rasgos faciales humanos y cerró con un suspiro roto sus ojos negros. Con decisión, se alzó y miró a los magos a su alrededor y gritó, señalando a Albus.

- ¡EL TIRANO, EL VERDADERO TIRANO HA MUERTO!

Avanzando unos pasos con la furia del lobo visible en sus ojos, y añadió, señalando a Riddle con una exclamación:

- Ridde era una marioneta, un juguete creado por sus manos y la única forma de liberarse de él, era la muerte…de su creador…al igual que la suya…Dumbledore nos engañó a todos, y convenció a Riddle de que para destruirle a él, a su enemigo, debía acabar primero conmigo, y provocó la innecesaria muerte de mis padres… e hizo de mi vida un infierno. Retornar de la muerte rompió el control que sobre su anterior cuerpo tenia Albus, pero sus vidas aun seguían ligadas… Albus no podía morir mientras Riddle viviera, y viceversa, ahora, su sacrificio nos ha liberado a todos...

Severus recogió el cuerpo inerte de Riddle entre sus brazos y comenzó a caminar entre los atónitos aurores, ignorándoles y abriendo camino hacia el castillo. Lentamente, los estudiantes fueron saliendo de sus dormitorios y se unieron a los contendientes, que habían dejando el cuerpo de Riddle en la entrada de la escuela, sobre un gran altar de mármol negro, cubierto por una sabana de seda verde. Atónitos, y murmurando, los jóvenes se sentaron en sus mesas, mientras Harry y su familia ocupaban un lugar la mesa de los profesores, junto a sus padres, sin que estos se opusieran. Con un murmullo cansado, Harry preguntó:

-¿Padre? ¿Puedes encargarte tú por ahora?

Severus asintió en silencio y dando un abrazo a sus padres, los muchachos se retiraron a descansar, seguidos de un coro de murmullos y miradas incrédulas y recelosas. Minerva les detuvo y preguntó preocupada:

- ¿A dónde vas Harry?

- A empezar a vivir, Profesora…o eso espero…

Draco le sonrió, apretándole la mano y los ojos de Harry se iluminaron un instante, pese al dolor. Si, ahora comenzaban realmente a vivir.

EPILOGO

Durante aquella larga noche de verano, Severus y Remus leyeron públicamente entre ambos el testamento y últimas voluntades de Riddle. Aparte de nombrar sus herederos universales a Harry y Draco, el mago relataba sucintamente como había sido seducido durante su estancia en Hogwarts por Dumbledore, como se había convertido en su seguidor y discípulo, y como finalmente accedió a un oscuro ritual de magia negra. Uno que ni siquiera el que había sido conocido como Señor Tenebroso osaba mencionar. Supuestamente, el objeto del mismo era hacerle más poderoso y darle poder suficiente para combatir con mano firme la decadencia y el mestizaje que estaba sufriendo la sociedad mágica, según la visión del propio Albus, pero que acabó con Tom Riddle transformado en Voldemort, despojado de su humanidad y sujeto a la voluntad de Dumbledore.

Durante años, el joven luchó por liberarse, pero el yugo era demasiado fuerte y solo a veces podía realmente librarse de él. En esos breves instantes de libertad, aprendió que las vidas de ambos estaban unidas, ligadas y que matar a Dumbledore suponía su propia muerte instantánea. Sin embargo, con los años, logró deshacerse en gran parte del ferreo control sobre su mente, recobrando parte de su libre albedrío, ya que no su cuerpo, sus sentimientos y emociones humanas y su vida. Así que cuando la maldita y falsa profecía llegó a sus oídos, hizo lo que creyó que era adecuado en su camino para liberarse.

Pero por alguna extraña razón, al atacar a Harry, Riddle perdió su cuerpo, pero no su vida, y tras mucho investigar, ambos acabaron descubriendo que Dumbledore había usado un ritual parecido con Harry, esperando que el chico le ayudase a seguir con vida, ahora que Riddle estaba cada vez más fuera de su control. Pero ambos hechizos entraron en conflicto al enfrentarse los dos, y Harry quedó libre del maleficio. Su famosa cicatriz era realmente la marca ocasionada por Riddle al destruir inadvertidamente el hechizo de Dumbledore, forjando una extraña conexión entre ellos, que había dado paso finalmente a su reciente alianza.

El testamento estaba acompañado por memorias seleccionadas del hombre, momentos clave de su vida que ratificaban sus palabras y los testigos guardaban un respetuoso silencio, a veces acompañado de sollozos. Pronto fue evidente que el verdadero Lord Tenebroso había sido Dumbledore, ansioso y sediento de poder, con unas ideas radicales y demenciales que contradecían su trayectoria pública conocida y sus ideales aparentes de vida. El mago deseaba ser el salvador que derrotara al más temido, como con Grindewall, y convertirse a su vez, en el más poderoso, con una imagen bondadosa detrás de él, para emprender la verdadera reforma que deseaba en la sociedad, segregándola para siempre de los muggles y asumiendo su control, una vez que otros hubieran hecho el trabajo sucio por él.

Las impactantes noticias volaron por todo el país, y el estupor de la sociedad mágica fue enorme. Nadie sabía muy bien qué hacer, y mientras el Ministerio se desmoronaba apresuradamente, muchos ojos se volvieron hacia Harry y Draco. La verdad sobre sus vidas también había salido a la luz, y los jóvenes fueron aclamados como salvadores y líderes de la comunidad, junto con sus padres adoptivos.

Tras oficiar un controvertido funeral y enterrar a Tom Marvolo Riddle junto a sus padres y Sirius Black, con todos los honores, a la luz de la luna llena, haciendo evidente que ya no eran simplemente magos, el joven, su flamante esposo Draco Malfoy y sus padres adoptivos habían desaparecido, recluyéndose en Potter Manor, cerrando toda comunicación, salvo algunas lechuzas intercambiadas con algunos amigos.

El Ministro de Magia Rufus Scrigeamur exclamó exasperado, semanas después de toda la ordalía, habiendo logrado por fin una entrevista personal, aunque a un coste realmente elevado:

-¡Harry! La gente se calmaría si accedieras a ser la imagen del Ministerio…

Con una mirada ladeada, Harry dejó que el lobo aflorase en el, transformando por completo su cabeza y gruñó ferozmente.

-Creo que eso quiere decir que no, Sr. Ministro.

Susurró Draco, haciendo girar su reluciente anillo de boda indolentemente en su mano, acariciando el negro pelaje de su esposo, mientras el hombre retrocedía acobardado. Ambos habían abrazado con entusiasmo su naturaleza tras la polémica boda sobre las lápidas del cementerio y sus relaciones ya no tenían barreras. Era público que los tres se habían convertido voluntariamente en algo muy similar a licántropos, pero aunque los medimagos habían declarado que no necesitaban tomar matalobos y que no eran contagiosos, no dejaban de ser imponentes y peligrosos, como cualquier animago con una forma animal tan poderosa y letal.

- ¿Va a darle a las criaturas como yo el trato que se merecen? ¿Va cambiar realmente las leyes?

Gruñó Remus Lupin, haciendo relucir sus ojos ambarinos, sujeto ahora por el hombro por su esposo y este le tranquilizó un tanto, mirando con dureza al Ministro, que gruñó, sabiéndose derrotado.

-Pero… es improcedente, no son más que dos niños…

-Que han visto y sufrido más que muchos adultos a lo largo de toda su vida, Rufus…

Con un gruñido final de exasperación, el hombre claudicó, bufando:

-¡Esta bien! Les daré los puestos de sus familias en el Wizengamot!

Harry sonrió, y murmuró mirando a sus padres con ojos alegres, después de todo, era bueno no ser todavía el líder de la manada:

¿Padres, podéis ocuparos de los detalles, por favor? Draco y yo tenemos asuntos pendientes…

Y con una llamada mental a Draco, ambos se transformaron en un grácil salto y salieron trotando alegremente en dirección al jardín que rodeaba la bella mansión de Potter Manor, dejando al Ministro plantado en el salón con la boca abierta mientras Severus susurraba:

¿Sabe Ud. Sr Ministro? Realmente es de muy mala educación interrumpir la luna de miel de otros con asuntos de política, no cree?

Y desapareció rumbo a su alcoba, seguido de un sonriente Remus Lupin, cuyos ojos miraron con fiereza por un instante a su visitante, antes de desaparecer tras la puerta. Dejándose caer en un silloncito, llevándose las manos a la cabeza, el mago se sobresaltó cuando un elfo de aspecto muy anciano apareció ante él. Con una voz aguda y ojos maliciosos, Kearcher murmuró, indicando la chimenea:

-Yo me marcharía inmediatamente y no regresaría hasta dentro de un mes, Sr. Ministro, no a menos que desee…compartir con ellos su luna de miel….La chimenea se cerrará en unos minutos….

Y con un plop, desapareció, haciendo gemir al mago, que pese a todo, abandonó la sala envuelto en las verdes llamas, mientras los sonidos procedentes de algún lugar de la casa y del jardín próximo no dejaban lugar a dudas de las actividades de sus ocupantes. La sociedad mágica tendría que esperar, porque sin duda, los cuatro licántropos no pensaban dejar que nada les perturbara, al menos no hasta el final de su luna de miel…