Por supuesto que los personajes no son mios, si lo fuesen estaría perdida en una isla paradisíaca y no atumbarrá con el portátil en mi casa. Obviamente son propiedad de J.K. Rowling y es ella la única que se va a lucrar por vender sus historias ya que yo no voy a sacar ningún provecho de ellas.
Me costó lo mío pero he logrado averiguar cómo funciona esto xD. Bueno, me dio la ida de pinza y escribí esto, no sé cuántos capítulos tendrá ni nada pero espero que os guste ^^
Por fin lo había logrado, la tenía entre sus brazos. Había sido difícil alcanzarla pero la había podido arrinconar contra una pared. Con la respiración alterada por la persecución y por su propia excitación dijo en un gruñido.
- Te cogí.- Extasiada se quedó mirando aquellos labios carnosos y voluptuosos, se moría por morderlos con fuerza, succionarlos y lamerlos.
Su presa no dijo nada, se le quedó mirando a los ojos fijamente pero su rostro no mostraba deseo sino más bien desprecio. Le retaba, le estaba retando directamente... perfecto le encantaban los retos.
Un enorme batallón de mariposas se instaló en su bajo vientre y en su entrepierna. Su excitación aumentaba a cada respiración de ella, cada vez que sentía sus resuellos cansados de la huída sobre sus labios húmedos y ansiosos.
Haciendo caso omiso de aquél desdén que desprendía su mirada empezó a acercarse.
Apretó su cadera con la de ella aprisionándola contra la pared, le puso la mano izquierda en la cadera y con el dorso de la derecha le acarició con suavidad y lentitud el rostro. Le retiró un mechón rebelde de delante de los ojos para sujetarlo tras su oreja y mientras lo hacía notó el escalofrío que la recorrió al sentir la yema de sus dedos haciéndole cosquillas en la cara.
Siguió acercándose, tanteando el terreno sobre el que se estaba moviendo. Era consciente de que andaba sobre arenas movedizas y si no tenía cuidado podría hundirse en la mierda hasta las cejas.
Le estaba dando la oportunidad de girar la cara, o de que se la girase. Pero ella seguía con la vista clavada en sus ojos.
Se humedeció lentamente los labios y entreabrió la boca, de repente la mirada airada estaba cambiando. No podía seguir manteniendo la farsa y el reto se estaba convirtiendo en lujuria. Ella quería que la besase, no le apartaba la cara, no se removía incómoda.
Conforme sus labios se acercaban sentía su respiración cada vez más agitada. Si alguien pasara por allí seguro que la oiría resollar de deseo contenido y eso le encantaba.
Desechando cualquier tipo de pensamiento lúcido, más bien mandándolo a la mierda, se acercó rápidamente para atrapar aquellos labios deseosos de ser atrapados.
- ¡Señorita Pansy!- Le gritaron en el oído sacándola de su sueño de golpe.- ¡Señorita Pansy despierte!- Siguió gritándole el maldito elfo.
Enfadada y muy irritada se incorporó zafándose de las pequeñas manos que la zarandeaban de un lado a otro.
- ¡Basta!- Gritó al pobre elfo.- ¡Basta ya! Deja de sacudirme coño, que no soy una alfombra.-
El elfo se apartó y empezó a golpearse con una de las zapatillas de Pansy.
- Hokky malo.- Gritó mientras se golpeaba repetidamente.
- Trae aquí tarao.- Le espetó arrebatándole la zapatilla.- ¿Qué demonios querías?-
- Es hora de ir a la estación señorita Pansy.-
- ¿Qué? ¿Ya es la hora?- Berreó quitándose las sábanas de encima y corriendo como una loca. Por suerte los elfos ya habían hecho su trabajo y lo único que tendría que hacer era vestirse y arreglarse.- ¿Porqué no me habéis llamado antes?- Dijo mientras corría por todo el cuarto en bragas y camiseta.
- Como usted no quiere ser despertada antes de las doce.- Se disculpó el elfo con el miedo reflejado en la voz.
- Pero eso era los días de fiesta, leches.- Miró el reloj mientras se quitaba la camiseta de dormir para ponerse el sujetador y la ropa, eran las diez y media, tendría que acudir a la estación con polvos flu si no, no llegaría ni de coña.- Fuera de aquí ostias.- Le gritó al elfo que estaba sorprendido por el exceso de actividad de su ama, asustado por el grito salió corriendo de la habitación.
Se terminó de vestir poniéndose una camiseta de color azul y unos vaqueros de cintura baja desgastados, entró corriendo en el baño y se miró en el espejo. Ese verano le había apetecido un cambio de look y se había dejado crecer el pelo hasta los hombros escalonándoselo y con un flequillo más ligero y menos marcado. Se lavó la cara y se peinó con las manos colocándose ligeramente el cabello. Una vez satisfecha con su aspecto físico bajó a la cocina como un rayo a desayunar.
Allí ya estaba todo preparado para ella, su bol de cereales con leche y cacao y un vaso de zumo de naranja, traídas directamente desde Valencia desde luego.
Terminó de desayunar a toda velocidad, las once menos diez. Cogió su baúl y su mochila y fue a toda prisa hacia la chimenea.
- ¿Adonde vas?- Le preguntó su padre molesto.
- Voy a la estación de Kings Cross, tengo que coger el expresso de Hogwarts.- Explicó la chica un poco molesta por la interrupción de su padre.
- Me parece muy bien.- Le dijo con una mirada severa.- Pero haz el favor de no coger las maletas, pareces una maldita muggle. Para eso tenemos a los elfos domésticos.-
- Sí, padre.- Se limitó a contestar apática. Mejor no llevarle la contraria. Por un iluso y estúpido momento había pensado que su padre le iba a decir que tenía que darle un beso a él y a su madre antes de marcharse, pero no simplemente estaba preocupado de que su hija ofreciese una imagen adecuada a su posición social.- Me marcho, adiós.-
Como respuesta sólo obtuvo un gruñido, su padre se había vuelto a hundir entre las páginas de El Profeta. Enfadada echó los polvos a la chimenea y se marchó sin girarse entre las llamaradas verdes.
Apareció en el bar del andén nueve y tres cuartos bastante alterada. Nada más salir miró el reloj, menos cinco todavía tenía tiempo. Se tranquilizó, cerró su rostro a miradas ajenas con su habitual expresión de superioridad y arregló su ropa para que nadie pudiese darse cuenta de su estado de ánimo. Aunque no estaba muy segura de cuál era su estado de ánimo exacto, estaba alterada por todo el trajín nada más despertarse (no hacía ni media hora que había abierto los ojos), todavía se sentía excitada por el sueño interrumpido aunque se había repetido a lo largo del verano y sabía muy bien cómo acababa, estaba triste por la frialdad con que la había despedido su padre y la falta absoluta de despedida de su madre pero al mismo tiempo estaba feliz por volver a Hogwarts aunque sabía que no era alegría por volver a las clases sino porque a partir de ahora tendría tiempo de cazar a su presa onírica.
Pensando en su, como poco, complicado estado de ánimo salió al andén observando a su alrededor con atención.
A su derecha estaban los Slytherin apartados del resto de alumnos de las casas. A su izquierda, cerca de la locomotora roja que los conduciría al colegio de magia, estaba el trío dorado rodeados de montones de cabelleras rojas de los Weasley. Los Weasley aquellos malditos traidores de la sangre protegiendo entre ellos al puñetero niño que vivió y a la sangre sucia.
Poniendo un gesto de asco al verlos, se giró y se reunió con sus compañeros de casa. Se acercó a Goyle que parecía haber engordado unos cien kilos durante el verano.
- Vaya Goyle, qué bien te ha sentado el verano.- Ironizó dándole unas palmaditas en un brazo que era más ancho que su cabeza.- Procura no pisarme o me partirás por la mitad.-
Todos los Slytherin que la escucharon rieron el cruel comentario incluido el propio Goyle.
- Pobre no te llega.- Murmuró negando con la cabeza y provocando nuevas risas.
Mientras ella se metía con su compañero de casa Hokky había metido el baúl de la joven en el departamento en el que estaban las propiedades del resto de sus amigos. Un fuerte silbido les alertó para que entraran en el tren. Subieron y se sentaron cómodamente en el compartimento para hablar un rato antes de ir a molestar a los Gryffindor un rato.
Bueno espero que os haya gustado y dentro de poco traeré más. Gracias por leerlo y por las críticas, ya sean buenas o malas.