Hola!
Bueno, como le hice tanta promoción a este fic, no quise esperar más para ponerlo, pero advierto que me tardaré mucho con las contis, porque desarrollar un mundo diferente al normal es muy difícil para mí, además me quedaré sin internet por un buen rato (Creo que hasta octubre T_T) Pero trataré de ir al ciber a actualizar mis fis seguido, así que no se preocupen ^^
Bueno, sin más, les dejo este primer capítulo. Espero que les guste
.…
Capitulo 1: El principio de mi viaje.
Las historias de demonios siempre han atemorizado a la humanidad. Monstruos que devoran la carne, que beben la sangre, que incluso poseen formas humanas, y por eso es que nadie jamás está a salvo. En mi pueblo siempre supimos que esas historias eran más que simples leyendas, pero yo me convencí el día que lo conocí; al demonio de cabello dorado y ojos color cielo, que cambió mi vida por completo.
La gente teme a los demonios, ellos creen que son seres con la voluntad de matar, que ellos sólo existen en el mundo para acabar con la existencia de los seres humanos, sin embargo, no siempre las cosas son como parecen. Y fue de esa forma que todo cobró un sentido.
El sol iluminaba más que nunca, haciendo que el día se volviera realmente caluroso. Todas las personas de la aldea realizaban sus tareas diarias, bajo ese gran astro rey que ahora calentaba más que nunca antes, como si en verdad estuviese demasiado cerca de la tierra.
Un anciano se limpió el sudor de la frente y dejó de arar la tierra de su campo.
—Uf, que calor – Dijo. En ese momento miró al enorme y radiante sol, y notó a dos sombras negras pasar frente a sus ojos, volando. Eran a simple vista dos enormes pájaros negros, hasta que el hombre vio como aterrizaban sobre su campo. Esas dos siluetas no eran aves, y el hombre cayó sentado y muerto de miedo —. De-de-de…
—Maldita sea, di la palabra demonio de una vez – Habló uno de esos seres. Por fin el sol dejó ver más de él; su cabello era rubio y desordenado, y poseía dos hermosos ojos azules. Vestía una larga gabardina negra que iba abotonada desde el pecho hasta la cintura, dejando todo el resto abierto hasta casi llegar a sus tobillos. Tenía un cuello largo terminado en punta. Usaba unos pantalones negros y una especie de botas que llegaban un poco más debajo de sus rodillas, las cuales tenían un estilo gótico, ya que tenía un cierre largo en medio y además cordones cruzados hasta arriba de color blanco. Bajo la gabardina podía verse una chamarra anaranjada. Llevaba una espada a la espalda, pero sólo podía verse la funda negra y la empuñadura roja. Mientras que de su espalda, además, brotaban dos alas negras, aparentemente compuestas de una materia oscura, como si fuesen sólo sombras, nada palpables al tacto. De su cuello colgaba un pendiente azul, y en sus mejillas había extrañas marcas, como los bigotes de algún animal.
—¡Demonio! – Gritó el aldeano asustado. Vio como una espada filosa de color blanco apuntaba directamente a su cuello, y fijó su vista en el segundo sujeto.
—Dinos ahora mismo donde encontrar al vampiro de almas – Exigió saber el demonio con una fría voz. Su cabello era negro azabache, y sus ojos tan oscuros como la noche. Usaba una chaqueta negra con el cuello en alto, que en la espalda tenía el dibujo de un abanico en blanco y rojo. Ésta tenía un cierre, pero sólo estaba hasta medio pecho, y debajo se notaba una remera normal de color azul oscuro. Su vestimenta hacia abajo era igual a la del otro demonio, con la diferencia que sus botas llevaban el cierre a los lados. Llevaba una cadena colgada al cuello, con un pendiente rojo, igual al de su compañero. Y finalmente se podía ver la funda de su espada en su cintura, mientras de su espalda brotaban dos alas iguales a las de su compañero.
—¿El… el qué? – Preguntó el confundido anciano, tragando saliva del nerviosismo al tener tan cerca aquel filo metálico. El demonio rubio suspiró.
—Se ve que este viejo no sabe nada, vámonos Sasuke – Dijo poniendo una mano sobre el hombro del azabache. El recién nombrado guardó su espada, dejando de amenazar al hombre.
—De acuerdo Naruto – Respondió Sasuke —. Vamos a investigar un poco a esa aldea.
Naruto asintió y ambos hicieron desaparecer sus alas, quedando como dos humanos comunes y corrientes. Y mientras el anciano los veía dirigirse a la aldea, corrió a toda velocidad hasta una pequeña choza, en donde tocó una enorme campana.
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El sol seguía golpeando fuerte, mientras una joven de larga cabellera azulada y ojos color celeste, casi blanco, caminaba por el mercado de Konoha con una canasta entre sus manos. Llevaba puesto un vestido ligero color celeste y unas sandalias cafés. Tras ella iban dos muchachos, uno de cabellera castaña y ojos cafés, con dos extrañas marcas rojas en sus mejillas. El otro tenía el cabello negro, y a pesar del calor usaba unos oscuros lentes y un abrigo que cubría hasta la mitad de su boca.
—¿Cuánto más vamos a seguir aquí Hinata? Me estoy asando de calor – Dijo el chico castaño, cruzando ambos brazos tras la nuca. Miró a su compañero y una gotita resbaló por su sien —. No sé como puedes vestir así Shino, de sólo verte me da calor.
—Yo tengo frío – Fue todo lo que dijo Shino mientras su amigo hacía una mueca de desagrado.
—Aún faltan cosas por comprar Kiba-kun – Respondió Hinata dándose la vuelta para sonreír a su amigo. Kiba se sonrojó un poco y asintió.
Podría decirse que mi vida era normal, exceptuando el hecho que no recordaba nada de mi vida a partir de dos años atrás. Cuando los aldeanos me encontraron sentada en el viejo pozo de la aldea, me dijeron que sólo llevaba puesta una manta encima y que sólo sabía que mi nombre era Hinata. Nunca he tenido una familia, o al menos no la recuerdo, por eso desde que llegué a este lugar he sido consentida por todos. La mamá de Kiba—kun ha cuidado de mí desde entonces.
Mis amigos siempre se preocupaban por mi bienestar. Kiba y Shino eran como mis hermanos mayores, siempre estaban conmigo, y aunque les estaba muy agradecida, decidí partir, tuve el impulso de hacerlo. Por eso no me arrepiento de haber forjado mi propio camino.
Hinata se detuvo en un puesto a ver las frutas. Su sonrisa deslumbraba a quien la veía pasar, y es que ella era como el ángel de la aldea.
—¿Qué se te ofrece hoy Hinata-chan? – Preguntó el vendedor del puesto con una sonrisa dibujada en sus labios. Aquella jovencita era como la luz del pueblo, y para todos los aldeanos era un agrado verle sonreír por las calles. La joven del pozo le llamaban, y se compadecían de que ella no supiera nada de su pasado aparte de su nombre.
Hinata era extraña, demasiado jovial en comparación con las personas que habitaban ese lugar. Ella resplandecía como nadie, casi como si fuese un ángel caído del cielo, por eso también le habían apodado ángel, aunque cada vez que le llamaban así Hinata sentía un escalofrío en su cuerpo.
—Mmmm, aún no lo sé, no logro decidirme – Respondió Hinata llevando un dedo a su labio inferior en señal de duda.
Todo parecía normal, todo tan cotidiano… hasta que oyeron el sonido de la campana. Entonces todas las sonrisas se borraron del rostro de las personas, siendo reemplazadas por expresiones de terror. Todos sabían a que se debía aquel sonido, y sus corazones se agitaban con premura pensando sólo en salvaguardar sus vidas.
—¡Demonios! – Gritó una persona, y al instante todos comenzaron a correr despavoridos, gritando y amontonándose. Todos temían ser devorados, y en esos momentos lo único importante era salvarse a sí mismos.
Hinata seguía mirando las frutas sin decidirse y sin prestar atención a la gente, sólo lo hizo cuando Kiba la jaló del brazo.
—¡¿Qué demonios estás haciendo Hinata? ¡Tenemos que correr! – Gritó el castaño apresurado, más ella pareció no comprender. Como Hinata llevaba apenas dos años en el pueblo, esta era la primera vez que le tocaba vivir algo así, ya que desde su llegada, no se habían presentado sucesos como este. En cambio, antes de que ella apareciera en el pozo, los demonios abundaban por aquel lugar.
—¿Eh? ¿Por qué? ¿Qué pasa Kiba-kun? – Preguntó la chica confundida mientras era jalada por su amigo.
—¡¿Qué no oíste la campana? ¡Hay demonios en camino! – Los tres chicos se adentraron en un tumulto de gente, pero en medio del caos las manos de Kiba y Hinata se soltaron, y ella fue empujada fuera, cayendo de bruces al suelo.
—¡Se acercan, se acercan los demonios! – Gritó un hombre desesperado, provocando que la turba se asustara más. Todos se ocultaron dentro de las casas o en los callejones, algunos hasta se metieron a la alcantarilla. Cualquier lugar era un buen escondite con tal de no encontrarse con los demonios.
—¡Hinata! – Gritó Kiba antes de ser empujado al interior de una casa junto a un gran grupo de personas.
La aldea parecía un pueblo fantasma. No había nadie en las calles, excepto Hinata, quien seguía en el suelo.
—Auch… mi rostro – Se quejó la chica mientras se levantaba. De pronto notó que sobre ella se posaba una sombra, y aún estando tirada en el suelo levantó sus ojos celestes, para ver a dos hombres de negro parados frente a ella.
—Hmp, es sólo una simple humana – Dijo el azabache mientras retiraba su mano de la empuñadura de su espada. Aquella mirada era despectiva, como si estuviese frente a un insecto cualquiera, o un animal que no mereciera el más mínimo respeto. Algo que ni siquiera merecía ser cortado por su espada.
El rubio que acompañaba a Sasuke, le miró con desprecio, aunque no pudo evitar detallarla por completo, pensando en que jamás había visto a una humana que le causara tal impresión. Era como si resplandeciera más de lo normal, o al menos eso podía notar el observar su aura, de un color dorado, y no azul como era la de todos los humanos.
Sin embargo, Hinata se había quedado sin habla. Estaba paralizada, y no del miedo. Simplemente nunca había visto un ser tan perfecto como aquel demonio de cabello dorado y ojos color cielo. Y sintió el tiempo detenerse mientras el viento se volvía una suave brisa sobre su rostro.
Dicen que todo humano busca algo en la vida, algo que no sabe lo que es hasta que lo encuentra. Así me pasó a mí. En cuanto vi aquella perfección me quedé deslumbrada, no sentí miedo sino admiración. Y un extraño sentimiento de familiaridad hacia aquel ser me invadió de pronto, como si ya lo hubiese visto antes, aunque por su mirada pude notar que no era así. Él parecía no conocerme, incluso era como si me odiase, o como si hubiese visto algo realmente extraño en mi, pero yo no podía dejar de verle embelesada.
—Demonios, Hinata – Masculló Kiba observando la escena por la ventana. Shino puso una mano sobre su hombro y negó con la cabeza, entonces Kiba apretó los puños con rabia y frustración por no poder hacer nada por su amiga. Se sentía impotente, pero sabía que no había nada que pudiera hacer contra dos demonios que al parecer, eran de clase alta.
—Oye, humana – Habló Naruto apuntándola con su dedo índice, aún manteniendo su mirada despectiva, al igual que su amigo —. ¿Has visto al vampiro de almas?
Hinata seguía sin poder hablar, sólo admirando en silencio a esos dos seres que no tenían aspecto de monstruos, a pesar de ser llamados demonios, a pesar de que todos les temieran, para ella eran tan normales como cualquier persona.
—¿Me estás escuchando? – Preguntó Naruto con una venita marcada en su frente –. Hey, humana – Volvió a llamarla sin obtener respuesta.
—Déjala Naruto, seguro está en shock por habernos visto, recuerda que los humanos nos temen – Le dijo Sasuke tratando de calmar a su amigo que ya estaba muy tenso.
—¡Ja! – Se rió Naruto en tono de molestia —. Los humanos son unos mal agradecidos, mientras nosotros les salvamos el trasero ellos huyen y nos tratan como a monstruos.
—Naruto… — Susurró Hinata en un tono bajo de voz, mientras abría sus ojos sorprendida. Era verdad que no recordaba ningún hecho de su vida pasada antes de esos dos años, sin embargo al oír el nombre "Naruto" extrañas imágenes repasaron su cabeza con gran rapidez.
Unos ojos color perla, que miraban desafiantes hacia algún lugar o ser, pero no estaba claro para ella. Una espada blanca, delgada y con pequeños zafiros incrustados en la empuñadura, simulando una media luna, la cual era empuñada por un ser, una mujer de larga cabellera, de ropaje blanco, y que además poseía dos enormes alas emplumadas, tan hermosas como las de un ángel. También había dos ojos tan rojos como la sangre, y una figura de espaldas a ella, a la cual el viento le hacía ondear los cabellos rubios.
Todos esos fotogramas hicieron que su cabeza comenzara a doler. Se la sostuvo con ambas manos mientras se comenzaba a quejar.
—Eh ¿Qué te sucede humana? – Le preguntó el rubio agachándose junto a ella. En ese momento Sasuke puso una expresión seria en su rostro y desenfundó su espada.
—¡Naruto! – Gritó.
—¡Si! – El rubio también desenfundó su espada mirando hacia el frente, desde donde comenzaba a brotar una figura del suelo.
Aquella figura poco a poco fue tomando forma, hasta parecer un murciélago del tamaño de un ser humano, con la piel de color gris. Tenía dos grandes colmillos como los de un vampiro, pero no se dedicaba a absorber la sangre de sus victimas, sino su alma. Sus orejas eran pequeñas y puntiagudas. Realmente tenía la apariencia de un monstruo. Hinata lo observó sorprendida y él posó sus ojos en ella.
—Al fin has aparecido vampiro de almas, o más bien debería decir Bryween, un demonio de clase baja – Dijo Naruto mientras lo apuntaba con su espada, la cual tenía una extraña hoja negra, en lugar de ser blanca como todas las demás. De la empuñadura roja colgaba una pequeña cadena del mismo color, con una especie de estrella de cinco puntas colgando al final.
—¿Cómo te atreves a llamarme clase baja, maldito cazador? – Habló el vampiro con una peculiar voz. Había sido tremendamente insultado por un cazador, un demonio traidor, que se dedicaba a perseguir a los de su especie, para acabarlos, una despreciable criatura capaz de aliarse con los ángeles, sólo por el beneficio del mundo que los rodeaba. Observó a Hinata y sonrió —. Sólo me faltaba un humano para mi transformación, quería que fuese alguien que se viera más fuerte, pero con esta niña me conformo.
De pronto, su tamaño aumentó dos veces más, viéndose aún más temible. Se lanzó contra los dos cazadores enseñando sus enormes garras y sus colmillos que sobresalían mucho de su boca. Los dos se pusieron en posición de batalla, pero en lugar de ser atacados, el monstruo cogió a Hinata con las garras de sus patas y se la llevó volando ante las sorprendidas miradas de Naruto y Sasuke.
—No podemos dejar que la devore Naruto – Dijo Sasuke, pero Naruto no respondía, estaba como paralizado —. ¿Naruto? – Volvió a llamarlo Sasuke.
El rubio estaba inmóvil. Una imagen muy parecida a lo recién vivido había aparecido en su mente, y aún no salía de su estado de shock.
Vio como un demonio alado alejaba a una chica de ojos perla de su lado, y él alzaba su mano para alcanzarla, pero no tenía fuerzas suficientes para pararse del suelo, e inevitablemente se la llevaron mientras gritaba su nombre.
—¡Naruto-kun!
—¡Naruto! – Gritó Sasuke cabreado mientras invocaba sus alas. El rubio al fin reaccionó y vio a su compañero salir volando — ¡¿Qué estás haciendo? ¡Date prisa!
—¡S-si! – Respondió Naruto al mismo tiempo que invocaba sus alas negras y volaba rápidamente para alcanzar al demonio que se había llevado a la chica.
Aunque estaba consternado e impresionado, no podía perderse otra vez en sus recuerdos. Naruto Uzumaki, mejor conocido como Kyubi o Kitzune, había perdido sus recuerdos hace dos años, pero siempre extraños pasajes de su vida pasada aparecían en su mente, aunque esta era la primera vez que los veía tan claros. Tuvo un extraño sentimiento de nostalgia al cruzar su mirada con la de aquella humana, como si de alguna forma ya hubiese estado junto a ella en alguna ocasión, pero aquello simplemente no podía ser, porque él odiaba a los humanos. Naruto sólo trabajaba como un cazador porque de esa forma sería capaz de recordar su pasado, pero no lo hacía por el bien de aquellos inferiores seres que sólo le temían, que habían sido los causantes de un antiguo dolor.
Porque los demonios también podían sentir, y eso provocaba que sólo guardara resentimiento en su pecho.
—¡Ayuda! – Gritó la joven secuestrada, temiendo por su vida. Estaba asustada, tremendamente. No quería morir. No sin saber cual era el motivo de su existencia. No sin recordar de donde había venido.
Sasuke y Naruto volaban a una gran velocidad, siguiendo muy de cerca al Bryween. Sasuke fue quien lanzó un extraño poder desde su espada, como si fuese un rayo, dando directo sobre un ala del murciélago, y haciéndole perder velocidad.
En ese momento Hinata cayó. Era una gran altura, tanto que podría matarla. Cerró sus ojos esperando el impacto, sin embargo sintió como se elevaba por los aires, para caer suavemente sobre el suelo de rocas. Abrió sus ojos y se encontró de frente con aquellos color cielo, tan profundos y expresivos, que era difícil pensar que se trataba de un ente del infierno.
El rubio le miró por un eterno segundo, como si de pronto todo lo que los rodeaba hubiese desaparecido. Y de cierta forma fue lo que sucedió, porque el tiempo, el espacio, e incluso el mismo aire parecieron distorsionarse en ese instante, y por un segundo Naruto pudo ver en ella a un precioso y sublime ser celestial.
—Quédate aquí – Le ordenó, para después alzar sus alas negras y volar hacia su objetivo, el cual luchaba ferozmente con sus garras, tratando de evitar los cortes de la espada del azabache, quien no perdía un segundo para atacarle.
Hinata siguió mirando el vuelo del demonio, hasta que lo vio llegar al cielo y situarse al lado de su compañero.
—Sasuke… ¿Por qué te has tardado tanto en acabarlo? – Preguntó con burla Naruto. Sasuke sólo bufó molesto, y chasqueó la lengua.
—Te estaba esperando, pero parecías divertirte mucho con aquella humana ¿No es verdad? – Aseveró sonriendo, haciendo molestar a su compañero. Naruto desvió su mirada hacia el Bryween, y desenvainó su espada negra apuntándole directamente.
—Ha llegado tu hora, clase F – Dijo seriamente. El vampiro de almas se molestó al ser llamado clase F. Clase F era la otra forma de llamar a un Bryween, la forma menos evolucionada de un demonio, una gran ofensa.
—¡Pagarás! – Gritó lanzándose hacia Naruto, mostrando sus garras afiladas. Naruto le contuvo con su espada, sosteniéndola con sólo una mano, mientras bostezaba como si estuviese cansado o aburrido. El vampiro de almas se molestó aún más, y decidió que si no podía con ellos, entonces tendría que hacer algo mejor. Observó a unos cuantos aldeanos que estaban escondidos atrás de un viejo hangar, y sonrió —. Vamos a ver como detienen esto – Dijo para luego lanzar unas extrañas semillas hacia ellos, las cuales hicieron explosión, y de pronto todos los humanos tomaron una forma parecida a la suya, sólo que eran inferiores.
—Mierda, si los dejamos así se volverán demonios – Dijo Sasuke —. Naruto, te encargo a este clase F – Y dicho esto bajó rápidamente hacia donde estaban los humanos convertidos. Sin embargo, a los pocos segundos se dio cuenta de que no había forma de regresarlos a la normalidad, y lo que era peor era que todos comenzaron a atacarle, y si los mataba sólo crearía un desequilibrio.
—¿Qué les has hecho? – Inquirió Naruto, molesto.
—Sólo los he convertido, ahora, si me disculpas – Contestó observando a Hinata. Se alejó de Naruto y voló a toda velocidad hacia la joven. Naruto trató de seguirlo, pero se dio cuenta que para ser de clase baja era muy rápido, y no lograba alcanzarle.
Sasuke trataba de contener a los humanos que intentaban ir al pueblo, y sin matarlos era muy difícil.
—¡Huye! – Le gritó Naruto a Hinata, pero ella estaba paralizada —. ¡Huye maldita sea! – Insistió, tratando de llegar hacia ella, pero fue demasiado tarde.
—¡Suéltame! – Exigió la joven, siendo apresada en los brazos del demonio, pero éste sólo sonrió y acercó sus colmillos al cuello de la chica.
—Serás mi cena – Dijo antes de comenzar a succionar su alma, directamente desde su cuerpo. No necesitaba morderle, sólo estar cerca de ella.
Hinata sintió como si una importante parte de ella la abandonase de repente, y dejó de respirar, al mismo tiempo que sus ojos se abrían enormemente y perdían su brillo. Una lágrima rodó por su mejilla.
—¡Hinata! – Escuchó una voz dentro de su cabeza. Aquella voz fue tan fuerte, tan armoniosa, que de pronto sintió regresar sus fuerzas. Un enorme brillo blanco se apoderó de su cuerpo completamente, haciendo que el monstruo la soltara de inmediato. Naruto y Sasuke se cubrieron, mientras veían impresionados como los humanos que estaban por convertirse en demonios eran purificados por aquel brillo, y los ojos celestes de Hinata se tornaban completamente blancos, del color de la luna llena.
En su frente apareció un símbolo con la forma de un diamante, pero abruptamente se apagó, haciendo que Hinata cayera al suelo, desmayada.
Naruto llegó a su lado, viéndola impresionado. Jamás había visto a una humana hacer algo como eso, en verdad no era normal.
—¿Q-qué demonios es ella? – Se preguntó el vampiro de almas retrocediendo lentamente, asustado por lo que había sucedido.
Naruto aprovechó ese instante para darle con su espada, lo que lo hizo desaparecer, convertido en polvo.
—Adiós – Susurró con calma. Después se volteó hacia la chica, acercándose a ella y agachándose para observarla mejor.
—¿Crees que se trate de un ángel? – Le preguntó Sasuke parándose a su lado.
—Es lo más seguro, aunque parece que esta chica no recuerda nada, porque un ángel no viviría entre humanos, ni tampoco se dejaría agarrar tan fácilmente por un simple clase F – Respondió el rubio, sin quitar su vista de Hinata. De pronto, sintió una presencia detrás de él, y alzando una mano detuvo una especie de madera que iba directo hacia su cabeza.
—Maldito demonio ¿Qué le has hecho a Hinata? – Preguntó Kiba, quien sostenía aquel pedazo de madera, intentando en vano golpear al demonio —. Déjenla ir de inmediato.
—Naruto, vámonos – Dijo Sasuke, ignorando completamente al joven castaño. Este les miró con profundo odio, creyendo que ellos le habían hecho algo a su preciada amiga.
—¡Malditos! ¡Lárguense de aquí! – Les gritó —. ¡Ustedes son monstruos!
—Vámonos Sasuke – Respondió Naruto poniéndose de pie, ignorando también al humano que trató de hacerle frente.
Kiba se molestó aún más, y apretó su mano contra el pedazo de madera, tratando de volver a golpear al rubio, pero éste lo volvió a detener con su mano, y lo miró con profundo rencor.
—No te metas con nosotros si no quieres morir – Lo amenazó. Kiba sintió aquel instinto asesino, y como el miedo recorría su ser. Sin embargo, al notar como Hinata reaccionaba, desvió su mirada.
—¿Q-que pasó? – Se preguntó la chica, sentándose en el suelo. Al abrir sus ojos observó a Kiba aún sosteniendo esa madera en contra de Naruto, a Naruto deteniéndola con una sola mano, a los aldeanos dormidos en la acera, y a Sasuke con una expresión de aburrimiento —. Kiba-kun ¿Qué estás haciendo?
—¿Estás bien? ¿No te hicieron daño estos demonios?
—¿Dónde está el monstruo? – Preguntó Hinata mirando a Naruto.
—Lo derroté – Respondió cerrando sus ojos. Y todo lo que vino después fue tan rápido, que los desconcertó de una forma increíble.
Hinata se levantó del suelo, y cuando iba creyó que lo iba a abrazar, simplemente lo pasó de largo, y observó con la boca abierta y una expresión de incontenible sorpresa, como Hinata abrazaba a Naruto, y al segundo siguiente unía sus labios con los de él.
Naruto se quedó en estado de shock, Sasuke casi igual, y Kiba creía que estaba alucinando.
Pero todo era real; Hinata había besado a Naruto. Y al separarse de él lo miró con una sonrisa dulce, que él no sabía como interpretar.
—Llévame contigo, Naruto-kun, porque yo te amo – Fueron sus palabras.
Continuara…
…
¿Qué les pareció? ¿Quieren saber por que Hinata dijo e hizo eso? ¿Quieren saber por que Naruto odia a los humanos, o que es lo que él y Hinata recuerdan?
¿Quieren el siguiente capítulo?
Pues tendrán que esperar.
De antemano, gracias por leer ^^
Bye!