Realmente no sé qué decir. Éste capítulo me costó horrores escribirlo, reescribirlo—porque ya lo tenía— y aún más decidirme a publicarlo. Les presento el final de este fic—que si bien no es el que más me enorgullece, es el que más cosas representa y más me costó terminar—, originalmente este fic iba a tener un solo capítulo, posteriormente decidí que serían seis y por último opte por diecisiete, sin embargo, mientras escribía este capítulo me di cuenta de que éste—y sólo éste— sería el mejor final que podría darle.

Sin más los dejó con el final~

Orden de los POV's (?): Sara (principalmente)/Sara/Saralegui&Murata/Shinou/Yuuri/Wolfram/Murata.


La Boda

Lo hizo sin pensarlo, sólo lo hizo, se decidió a liberar al hermano de Yuuri de aquella hipnosis, dándole la libertad de desbloquear ese recuerdo del rubio y el soukoku besándose, por fin había llegado el día: la boda. La joven pareja se encontraba en el templo de Shinou, recibiendo la bendición de éste, mientras los demás asistentes a la boda observaban el ritual, que posteriormente se seguiría en el castillo con una gran celebración que se tenía preparada para el rey. El mazoku lucía un vestido blanco largo y entallado, que destacaba su grácil figura, nunca imaginó que terminaría usando un vestido el día de su boda, nunca quiso hacerlo y no lo hubiera hecho si no fuera por el hecho de que el vestido había sido un regalo de su suegra.

El moreno vestía traje, lo que resultaba extraño ya que todos los presentes estaban demasiado acostumbrados a verlo en su uniforme de colegial, frente a ellos estaba el rey original escuchando las promesas que se daban el uno al otro. El azabache no podía evitar contemplar ensimismado al rubio, aquel vestido resaltaba su belleza, y más aún con los toques de rosa pálido que le habían sido agregados, a pesar de que el velo le cubría el rostro, podía ver claramente aquellas esmeraldas regresándole la mirada.

Al lado de Yuuri se encontraban los padrinos, mientras al lado de Wolfram estaban situadas las madrinas que eran Anissina y Gisela, Gwendal se había encargado de llevar a Wolfram hasta el altar y ahora acompañaba a su madre mientras observaban como los novios recibían la bendición de su Dios. Jennifer miraba de un lado a otro, esperando encontrar a Shori, a quien no había visto desde esa mañana, pero no estaba por ninguna parte, cierta incomodidad angustiaba a ambas madres, algo malo estaba por ocurrir.

Las puertas del recinto se abrieron de golpe, mostrando al mayor de los Shibuya, estaba aterrado y muy alterado, su madre quiso acercarse a preguntarle que tal estaba pero fue detenida por su esposo, aquella sensación de aprensión se hizo presente esta vez con más fuerza que antes.

Yuuri sólo miró confundido a su hermano mayor, quien estaba interrumpiendo el momento más importante de su vida.

-Yuuri…-dijo el mayor como si estuviera viendo un fantasma.

-Shori, ¿te encuentras bien?-cuestionó sin moverse del sitio donde se encontraba, girándose para encarar a su hermano.

El mayor parecía a punto de colapsar, mientras observaba a su alrededor completamente desorientado, se sentía mareado, su hermano estaba a punto de casarse y tan sólo unas semanas antes él había encontrado a su prometido y a su amigo besándose en los jardines.

Tenía que decírselo, no iba a permitir que engañaran a Yuuri, no iba a permitir que nada lo dañara, después de todo su misión como hermano era protegerlo. Clavó su mirada en el rubio que lo observaba con la cara oculta tras el velo y en el soukoku que lo miraba con una expresión vacía.

-Yuuri…-susurró aproximándose a donde se encontraba su hermanito-necesito hablar contigo.

El rey lo miró extrañado ante tal petición, en ese momento se estaba casando, ¿qué acaso su hermano no podía ser más impertinente?

-Shori…no creo que sea tan importante como para interrumpir esto-trató de sonar lo más calmado posible-hablaremos después…

-Tiene que ser ahora, es urgente…

-No creo que…

-Yuuri, él y tu amigo…-dijo mirando despectivamente al rubio, cuyo nombre sentía no merecía siquiera ser pronunciado.

-Shori-levantó un poco la voz perdiendo un poco los estribos, no entendía ni le interesaba lo que quisiera decirle, sólo quería casarse y continuar con el ambiente festivo que hasta hace uno segundo se vivía en aquel lugar.

-¡Ellos te traicionaron!-gritó no pudiendo contener más aquel secreto que lo carcomía por dentro-¡Wolfram te fue infiel a solo unas semanas de la boda!

El maou lo miró estupefacto, lo sabía, sabía lo que su prometido había hecho con el soukoku, pero lo que no sabía es que eso había ocurrido tan sólo unas semanas antes, lo había sospechado, pero no podía creía que Wolfram fuera capaz de hacerle algo así, y menos estando a punto de casarse, así que él pensó que eso tal vez había sido un desliz que probablemente había ocurrido antes de que le propusiera matrimonio al rubio. Se había auto engañado, en el fondo siempre lo había sabido, siempre supo que todo eso había pasado frente a sus narices, y que no había pasado mucho tiempo desde aquello.

El rubio sintió un fuerte dolor oprimir su pecho ante la reacción de Yuuri, quien yacía cabizbajo apretando los puños, ¿acaso no se lo habían explicado el sabio y él? Quizá Yuuri lo malentendió, quizá pensó que…el rubio hizo una mueca de dolor, Yuuri jamás había entendido que aquello había pasado hace tan sólo unas semanas, él había entendido que aquello había pasado durante la ejecución del plan para emparejarlos.

El maou se giró lanzándole una mirada llena de tristeza al rubio, todos contemplaban la escena anonadados y es que Shori jamás pensó ni quiso expresarse de esa forma, simplemente había explotado y había revelado de la manera menos adecuada lo que había visto aquella noche. El maou caminó lentamente hacia el sabio quien lo miraba inexpresivo, la mirada del maou reflejaba odio, un sentimiento que hasta ahora el soukoku pensaba que jamás vería en el rostro de su amigo.

Un golpe lo impactó de lleno en la cara, el sabio retrocedió por la acción del puñetazo, pero después se volvió para mirarlo fijamente con la misma inexpresividad de antes, el maou le lanzó otro golpe, esta vez consiguió arrancarle los lentes y unas cuantas gotas de sangre empezaron a emerger de la nariz del soukoku.

El rubio y los demás presentes los miraban boquiabiertos, no podían creer lo que pasaba, el joven rey quien siempre se mantenía en un esquema pacifico se había abalanzado contra su padrino de bodas, atestándole un golpe tras otro.

El sabio se dobló de dolor al recibir una patada en el estomago, pero no hacía nada para defenderse, lo más doloroso no era lo físico sino la culpa que estaba cargando dentro, él mismo se había dando cuenta de que el pelinegro había malentendido las cosas sin embargo había decidido no decirle nada para no causarle más dolor. Se reincorporó para mirar de nuevo al muchacho que lo miraba encolerizado, tosió con fuerza expulsando un poco de sangre, su cara estaba hinchada y abultada por el impacto de los puños del moreno. Hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa vacía y llena de amargura, mientras se disponía a recibir otro golpe por parte del rey.

El más joven de los Shibuya se preparaba para lanzar un nuevo golpe, pero un fuerte agarre lo detuvo, el rey original se había decidió a interferir, no iba a permitir que molieran a su sabio a golpes, el rubio reaccionó y arrancándose el velo se dispuso a detener el conflicto, colocándose entre ambos, con los brazos extendidos.

-Yuuri…-dijo suplicante-por favor…

El maou dejó de ejercer resistencia y Shinou lo liberó del agarre apartándose para revisar al sabio.

-¡No quiero volver a verte!-gritó el maou quien poco a poco iba cayendo en la cuenta de lo ocurrido.

El sabio salió disparado de la sala, apenas el rey termino de hablar, sin darle oportunidad a su majestad Shinou de analizar su estado.

¿Qué demonios había hecho? Lo observó correr y atravesar aquel umbral, quería seguirlo, necesitaba hacerlo. ¿Por qué demonios lo había hecho de todos modos? No había beneficio que pudiera sacar de aquello. No le afectaba, él tan sólo quería que cayera en cuenta…

¿Caer en cuenta de qué?

Seguramente ahora el sabio lo odiaba y él lo merecía. Sentía ganas de llorar, de correr tras él, de asegurarse de que estuviera bien, de abrazarle, de tantas cosas que no podía entender.

Seguramente lo odiaba, pero eso era lo mejor ¿no?

No entendía la razón de lo que había hecho, esa noche en la que encontró al soukoku bajo la lluvia, justo en aquella tormenta, ambos habían dejado salir todo el dolor que agobiaba sus corazones. Aquella noche él le había prometido aún sin saberlo mantener el secreto de lo ocurrido durante aquella despedida entre el rubio y el soukoku, esa noche sin darse cuenta él había abierto su corazón a una nueva verdad, esa noche por fin había comprendido aunque fuera en poca medida lo que era el amor, inconscientemente él le había abierto su corazón.

-No entiendo…-susurró, no entendía por qué le dolía el hecho de que aquella persona le odiara-. Es mejor que me odie-pensó-. Es mejor que me odie a que no me ame, ¿verdad?


Era un sueño sólo eso, no había hecho nada de eso. No aún. No quería hacerlo. Ya ni siquiera tenía ganas de asistir a la boda, no quería verle y a la vez quería hacerlo con ansias. ¿Qué demonios le sucedía?

"Es mejor que me odie a que no me ame, ¿verdad?" Esa frase vino a su mente subiéndole los colores al rostro. ¿Qué demonios estaba pensando?


La boda era tal y como en el sueño. El templo estaba lleno de gente, principalmente familiares de ambos consortes. Sara observaba inquieto, tenía miedo de que la escena en de su sueño se repitiera, no había hecho nada para que eso sucediera, sin embargo conservaba esa sensación de desasosiego.

Frente al altar el rubio y el maou se dedicaban miradas llenas de amor. Casi ansias. A su lado el sabio los miraba fijamente ajeno a todo y a todos, sin expresión alguna tal y como en su sueño. Se le oprimió el corazón al recordar ese amago de sonrisa amarga y vacía, no quería verla, quería correr a abrazarle.

La ceremonia se llevó a cabo sin ningún percance, salvo por alguna que otra mirada dirigida al sabio que el rey original no había conseguido disimular. Al final la muchedumbre se acercó para felicitar a la feliz pareja, aprovechando que la fiesta se realizaría en el castillo, la gente comenzó a abandonar el templo.

Se quedó ahí parado, buscándolo con la mirada. Aunque al no encontrarlo abandonó el salón. Comenzó a caminar pensativo, hasta que sus pies lo llevaron a aquella fuente, reconoció enseguida a la persona frente a él.

Miraba su reflejo en la fuente. Tenía ganas de llorar pero también de sonreír, aunque no pudiera hacer ninguna de las dos. Esa fuente le traía tantos recuerdos, por ahí llegó tantas veces en compañía de su amigo. Soltó un suspiró. Estaba feliz por Wolfram y por Yuuri, pero esa sensación de pérdida y soledad no se desvanecía. Deseaba sonreír y ser capaz de ir a felicitar a sus amigos, pero le era imposible siquiera acercárseles sin sentir como se le formaba un nudo en la garganta. Qué mirada tan vacía poseía. Mas que vacía, triste, apagada. Giró sobre sí mismo, dándole la espalda a su reflejo para toparse con esos ojos dorados.

El rey de Pequeño Cimarrón se le acercó, dudando un poco. Y se quedaron mirando.

-Yo…-articuló, pero el otro sólo lo miró dirigiéndole lo que parecía ser una vacía sonrisa-. Quiero verte feliz-pensó. Otra vez esas ideas raras.

-Siempre supe que esto pasaría-su sonrisa se volvió más amarga-. Sólo era cuestión de tiempo. Es lo mejor para ambos.

-¿Y qué hay de ti?-pensó.

-Seguro que Wolfram estará…-Sintió claramente como era abofeteado por el rubio frente a él, de aquellos ojos dorados se asomaban unas cuantas lagrimas, que no tardarían en salir a flote, si no supiera que el abofetear a alguien en la mejilla izquierda era una proposición de matrimonio sólo en Shin Makoku, habría creído que el chico frente a él buscaba comprometerse. Pero era consciente de que era por otra razón, una que desconocía.

-¡¿Por qué sigues pensando en él?-era evidente la desesperación que se reflejaba en su voz-. ¿Por qué él si lo único que ha hecho es lastimarte?

El sabio calló, mirándolo inquisitivamente, ¿acaso estaba celoso?

-Justo ahora-su voz se quebraba poco a poco mientras las lágrimas comenzaban a fluir una tras otra-, sólo deberías pensar en ser feliz…

Sintió como si un puñal se le hubiera clavado en el pecho, era cierto, la razón por la que no era feliz no sólo era que Wolfram estuviera con Yuuri, ni que hubiera traicionado a éste, eso también contribuía, pero era él quien no se había permitido serlo. Observó como el otro se secaba las lágrimas frente a él y se sintió agradecido. Por fin sabía que era lo mejor y aunque doliera era necesario. Y lo mejor para él era irse por un tiempo de Shin Makoku, alejarse un momento de la pareja real. Quizá respirar nuevos aires le vendría bien, quizá hasta…

Seguía llorando, no podía parar y lo peor de todo era que no sabía el por qué de su llanto. "Sólo quiero verlo feliz" y de nuevo aquellos pensamientos confusos lo invadían. Se tensó un poco al sentir aquella mano posarse en su hombro. Lo miró aún con los ojos nublados por el llanto, sonreía de una forma un poco más sincera, real.

-Gracias-susurró simplemente-. ¿Me permitirías permanecer unos días en tu reino?

El rubio asintió, de nuevo sentía sus mejillas arder. Ardor que contrastaba con lo frío de sus lágrimas. Pero sin que se percatase, su llanto por fin había cesado.


Miró la escena desde lejos, su sabio no le necesitaba. No más y probablemente no volvería a hacerlo. Y aún así guardaba la esperanza, no se rendiría. Una parte de él sabía que la batalla estaba perdida pero otra se aferraba a aquella mínima esperanza. Después de todo lo importante era que el sabio fuera feliz, sólo eso. Sin importar quién o qué fuera la causa de su felicidad.


Era feliz como nunca en su vida lo había sido, amaba a Wolf y por fin eran esposos. Qué idiota había sido todo este tiempo, qué estúpido. Jamás se había dado cuenta de lo mucho que lo amaba hasta que se vio a punto de perderlo.

Tenía suerte de tenerlo entre sus brazos, le parecía sumamente lindo enfundado en aquel vestido, pero según lo que habían acordado aquella prenda sólo la utilizaría durante la ceremonia en el templo, por tanto ahora vestía un esmoquin parecido al suyo, pero de color blanco.

Wolfram era hermoso y suyo. Y siempre sería así, lo cuidaría y no lo dejaría ir nunca. Le demostraría todo su amor cuando le fuera posible y cuando no, lo intentaría. Era feliz teniéndolo a su lado, con sólo saber que el otro era feliz él lo era.

Bailaban juntos, a pesar de que a Yuuri le pareciera algo incómodo. Pero hoy nada importaba, podían bailar toda la eternidad si les daba la gana, ese día era de ellos y de nadie más.

Yuuri sonreía mirando a su adorado príncipe, estrechándolo en sus brazos. Y cómo aquella noche en la que se prometió no volver a ser un henachoko, se prometió siempre amar a su querido mazoku del fuego. Y esta la cumpliría pasará lo que pasará.


Era un sueño hecho realidad, su sueño hecho realidad. Si era tan sólo un sueño no quería ser despertado jamás. Podía ver a Greta sonreírles entre la multitud de parejas que bailaban a su alrededor. Pero en ese momento poco le importaban los demás. Sólo eran él y Yuuri, como siempre debió ser.

Y pensar que hace tan poco…

Le debía mucho a Murata. Pero de momento sólo podía esperar que el sabio estuviera bien.

Fue entonces cuando entre el gentío lo vio un poco más animado platicando con el príncipe de pacotilla-Saralegui-, al menos lucía feliz.

Sus miradas se cruzaron durante unos segundos y Wolfram pudo captar por primera vez el mensaje tras esa mirada oscura: "Todo estará bien, cuida de Shibuya y sé feliz".

El rubio sólo sonrió y siguió bailando.

Después de la tormenta, sin importar qué, siempre viene la calma.

Después de la lluvia siempre sale el arcoíris.


Mañana se los diría, ahora lo mejor era dejarles disfrutar de su noche de bodas. Partiría en unos días a Pequeño Cimarrón, ahí empezaría de nuevo y trataría de sanarse a sí mismo. Sí, eso haría. De verdad esperaba que Wolfram y Yuuri fueran muy felices juntos.


Muchísimas gracias por seguir ésta historia, sobre todo a quienes amablemente se tomaban el tiempo de dejarme sus comentarios—no saben lo mucho que me ayudaron y alentaron a seguir con ésta historia—. Por cierto, estoy sopesando la idea de hacer un extra llamado: "Under the rainbown"—o uno diferente mas no es seguro que lo vaya a hacer, así que por si acaso no lo hiciese me despido. Gracias por todo.

Atte. Nan.