Juego Seductor
Sintió sus ojos sobre ella una vez más, como si aquel par de gemas negras irradiara en un ser un calor que jamás había sentido. No se atrevió a mirar detrás, porque sabía que él estaba presente.
El hombre de barba blanca la miró y sonrió con empatía, no debía de olvidar su misión, la razón por la que estaba ahí. Pero era tan difícil mantener la cabeza fría cuando un atractivo hombre rondaba el espacio que ella caminaba.
Colocó la tela una vez más en su sitio y siguió avanzando. El velo cubría su cuerpo, más de la mitad de su rostro, pero también trasparentaba parte de su vientre y sus piernas. Toda una exhibición para los hombres, pero para ella era un alarde tonto y absurdo.
Cuanto más lo pensaba, más recriminaciones llegaban a su mente, no sólo por haber acudido sola a la cena de disfraces que esa noche celebraba y más cuando vestía de princesa árabe. Una increíble coincidencia, porque más de la mitad de los presentes que no eran originarios de ahí habían optado por la misma vestimenta debido al calor.
-Apresúrate…- Oyó cerca de su oído, cuando su cuerpo rozó el suyo en una caricia erótica.
Un trance tan sensual que su piel se erizó por completo al ver cómo los habitantes de la aldea parche bailaban un ritual bastante extraño. Y el fuego se encendió, dejando a los bailarines en el centro del magnánimo lugar.
La brisa se coló por aquellas ventanas sin cristales y pudo ver a la luz de la luna como el extraño se acercaba a las escaleras y se introducía a las ruinas de la ciudad antigua. Curiosidad o no, sólo quería satisfacer un deseo carnal por que él la tocara.
Y se aproximó, pero lo perdió de vista hasta que sintió como su brazo era tomado con fuerza y rapidez. Chocó contra pared y se quejó, pero no pudo aguantar más tiempo cuando él descubrió su rostro, tirando al suelo el velo que llevaba. Ocultaba muy bien su identidad, especialmente porque sentía el magnánimo poder espiritual recorriendo con ahínco su cuerpo.
-Te estaba esperando.- Dejó escuchar con solemnidad, mientras intentaba quitar aquel estorboso velo de su rostro.
Sus manos al tacto eran suaves, aunque cada vez que rozaba con su rostro, era como derretirse en medio de la nada. Sus facciones eran adecuadas para un hombre fuerte y aquel cabello castaño le fascinó en cuanto sus manos tocaron la longitud del mismo.
-No he tardado mucho.- Se atrevió a responderle, mientras él pegaba su cuerpo al de ella.
Jamás le permitió a su prometido tocarla de esa forma, por qué a él le dejaría, y eso era lo que menos importaba, porque lo hacía y era una caricia suculenta y llena de magia. Algo en su interior despertaba y palpaba en un grito de necesidad.
-¿Quién eres tú?- Le preguntó el hombre con una voz llena de deseo.- Quiero saber tu nombre.
Su entrepierna rozó con su muslo, provocando una reacción electrizante y no pudiendo reprimir un pequeño gemido de gozo. Sus labios se abrieron con levedad, mientras él intentaba acariciar su boca con sensualidad.
-Anna…- Le dijo sin temor.- ¿Cómo te llamas tú?
Y besó su mejilla sin dejar de mover su cuerpo sobre el de ella, insistiendo en la unión y el despertar de una gran pasión en su interior. Anna percibió la dureza de su miembro, cuando el castaño frotó sin disimulo en medio de sus piernas.
-Yoh… - Susurró cerca de su oído.
Se quitó la capa que cubría su vientre y él posó la mano ahí sin ningún miedo. Seguramente porque desconocía su fama, o simplemente porque adoraba ver esa piel al desnudo. Ahora agradecía la fiesta que los habitantes intentaban hacer en medio del desierto y de las personas que entrarían en algunos meses ahí.
-Bienvenida a Norteamérica, Anna- Pronunció Yoh mientras acariciaba sus brazos desnudos.- Serás una excelente competidora.
Ella no era shaman, pero sí era una itako y una bastante poderosa, aunque eso quedó en el olvido en el momento en el que Yoh se había agachado para besar su vientre con deleite, inundando cada superficie con una caricia sensual, que le hizo delirar un momento al sentir el toque tan especial que despertaba en su intimidad.
Se humedecía, de tan sólo percibir los roces de sus manos y su lengua formando un bello recorrido. Ni siquiera la había tocado en lugares específicos y ella ya gritaba de gozo porque él la tomara entre sus brazos.
Fue erótico sentir como el dorso de su mano subía y bajaba acariciando su trasero, sus piernas y cómo desabrochaba el pantalón con plena seguridad. Un movimiento lento, pero al final la prenda estaba en el suelo y él la miraba con un brillo atento.
A esas alturas, no podía describir la humedad que predominaba en su interior, porque ese shaman la estaba llevando con lentitud al camino de la rendición. Y vaya que deseaba ese camino, más cuando comenzó a acariciarla con vehemencia es toda la longitud de sus piernas, especialmente porque sus besos llevaban el mismo camino.
Incluso, cuando le quitó la sandalia, sintió un dejo de emoción nunca antes visto en ella. Más cuando el castaño acarició y beso su pie en un efímero murmullo de deseo sexual. Se notaba, lo sentía y lo percibía en su mirada. Besó su pierna hasta llegar a su intimidad, que tímidamente se escondía debajo de las bragas.
No se detuvo y sin miedo acarició locamente esa parte de su cuerpo, aún por encima de la tela, ella sentía el contacto tan directo, la delgadez de la prenda no ayudaba mucho y pronto se mojó. Él posó sensualmente un beso por encima de la tela y Anna estuvo a punto de dejarse caer, pero él fue firme y específico su deseo.
-No te dejes caer, Anna.- Le suplicó con deseo, mientras deslizaba hacia abajo su prenda intima.
Fue inevitable el sonrojo de Anna, después de todo nunca había tenido una experiencia similar, ni ahora, y posiblemente nunca. No era apacible, pero en este momento, lo que más deseaba era estar a su completa disposición. Y gritó de gozó cuando su lengua tocó su botón en medio de una exploración silenciosa y lenta.
No tenía cómo sostenerse ante tal estremecimiento, pero ella no era una chica débil y se mantendría en pie aunque le costara mucho. Sin embargo, cuando sintió al castaño ahondar locamente en su interior, se resistió y se entregó de lleno a la placentera sensación.
Por dios, qué le hacía, se sentía como un verdadero cosquilleo, un excelente estimulador de sus deseos. Sintió como su lengua devoraba con pasión cada parte de su intimidad y cómo apretaba con suavidad su clítoris. No podía describir la sensación de gozo cuando alcanzó su primer orgasmo.
Yoh sintió el temblor en su cuerpo y sólo así, con ese sonrojo, y esa vehemente mirada se atrevió a besarla. Inexperta, se dejó guiar por su instinto pasional y su lengua se mezclo con la de él, en un sabor inusual, su propio líquido.
Se sentía feliz y complacida, pero cuando él la miró, no pudo evitar decirle lo única que era. Eso sólo subió su ego, aunque también se mantuvo extrañada de ver cómo el castaño le ayudaba a vestirse nuevamente.
-Concluiremos esto… en otra ocasión.
Continuará….
N/A: Sí, es Yoh con cabello largo, y es Anna con cabello igual de largo, y sí es un nuevo fic con mucho erotismo. Jajaja, bien, espero que les agrade y especialmente a sey, que le encanta el lemon, hasta la próxima. Ciao!
