Disclaimer:Twilight no es mío. La historia y Jasper, sí.


The Bad Guy

por MrsValensi


Parte III, Capítulo VII.

«I'll be by your side when they come to say goodbye; we will live to fight another day».

Martes, 24 de febrero de 2010.

Lo primero que sentí fue la luz sobre mis ojos. No eran los rayos del sol, sino una claridad plateada que pronosticaba lluvias, pero igualmente molesta después de la oscuridad de la inconsciencia. Me sentía cansada, e intuía que no había dormido mucho más de cinco o seis horas.

Tardé unos buenos diez minutos en tomar la decisión de incorporarme y salir de la cama. Mi principal motivación era Edward. La charla que habíamos tenido el día anterior se había quedado en mi cabeza hasta altas horas de la noche. Él me había demostrado en más de una forma que… le importaba. Y el sentimiento era recíproco. No sabía cuánto estaba arriesgando al comprometerme con su causa, ya fuese física o mentalmente, pero confiaba en él. Lo quería, y deseaba seguir a su lado, incluso cuando eso significaba sumergirme en un mundo que no conocía. Incluso cuando estaba poniendo en peligro todo lo que conocía.

Con cuidado empujé la puerta de la habitación, que crujió suavemente. Cuando avancé hasta el final del corredor, dos pares de ojos gentiles se detuvieron sobre mí. Maya me sonrió y pronto se levantó para servirme el desayuno. Edward me dio una sonrisa suave, apenas perceptible, a la que correspondí de igual forma. Era increíble aquella aura de seguridad entre nosotros, esa nueva relación que me transmitía calma y algún tipo de esperanza sobre los dos, juntos. Edward me hacía sentir segura, aún cuando todo a nuestro alrededor parecía inestable, imposible.

—¿Pudiste dormir algo? —me preguntó Maya, dejándome una taza sobre la mesa con café.

Compartí una pequeña expresión de complicidad con Edward antes de responder:

—Más o menos.

Maya se sentó a mi lado, apoyando también un plato con tostadas de pan casero. Sobre la mesa había mermelada, mantequilla de maní y una porción pequeña de huevos revueltos.

—Sé que puede ser complicado digerir todo esto —comentó—. Es todo… nuevo para ti.

Me costaba pensar que alguien que vivía dentro de aquel mundo supiera con exactitud cuán difícil era hacerse a la idea de un grupo de criaturas y sociedades que uno sólo podía atribuir a los libros y las películas de ciencia ficción. En cuestión de semanas, mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados. En un abrir y cerrar de ojos, me había encontrado a mi misma con los pies sobre un mundo que creía haber conocido toda mi vida, pero mirándolo desde un ángulo diferente. Era como haber estado mirando siempre hacia adelante, concentrada en mis propios objetivos y tradiciones, olvidándome por completo que había más cosas a mi alrededor, pequeños detalles que uno sólo conseguía captar si era capaz de leer entre líneas.

No creía que Maya pudiera entenderlo del todo.

Decidí terminar mi desayuno en silencio. Había una pequeña televisión encendida en el rincón, aunque nadie parecía estar prestándole mucha atención. Edward estaba sentado frente a mí, pensativo, y Maya se encontraba leyendo el periódico. Era una escena que, para un espectador externo, podría resultar normal; sin embargo, la atipicidad de la misma me estaba haciendo sentir nerviosa. Aún cuando tenía muchísimo hambre, me costaba comer cuando no sabía qué sucedería luego. La anticipación no había dejado de fluir por mi sangre desde que había entrado a aquella casa.

Después de ayudar a Maya con los platos, me excusé momentáneamente para ir a la que había sido asignada como mi habitación. Edward me había pedido que me quedara allí, que él quería… protegerme, incluso cuando no sabía a ciencia cierta cuál era el riesgo que corría. Aún así, yo tenía una vida. Si iba a estar hundiéndome dentro de la de alguien más, por lo menos debía avisar a toda esa gente que estaba al pendiente de mi viaje.

Sentada en la cama de mi habitación provisoria, no pude hacer otra cosa que marcar el número de Jasper. Había dos llamadas perdidas de él, junto a dos de mi padre y otra de Seth. Había estado tan desconcertada, tan sumida en la historia que comenzaba a descubrir, que me había olvidado que en realidad había una misión que me había llevado allí. Aunque nadie supiera el verdadero trasfondo detrás de la búsqueda, seguía estando fuera por Edward, por un caso que nos había mantenido a todos en suspenso. Aunque sabía que Seth y Charlie eran quienes tenían, posiblemente, noticias para mí, no me atreví a marcar su número. No sabía si estaba preparada para lo que tenían para contarme.

¿Bella?, ¿eres tú? —escuché la voz de Jasper al otro lado—. Te he llamado. ¡Me tenías preocupado!

Sonreí ligeramente, intentando respirar con calma. No sabía exactamente cómo explicarle lo que había estado sucediendo a mi alrededor en el último tiempo. Preferí postergar las explicaciones, volviendo al tema que había quedado flotando en mi mente desde que había visto las llamadas de mi padre y Seth. Tarde o temprano, debía afrontar la realidad de lo que había dejado en Seattle.

—He estado… ocupada —murmuré—. ¿Sabes… sabes cómo está Jake?

Seth me dijo que está mejorando —respondió él suavemente—. Aún no ha despertado, pero creen que está en condiciones de poder hacerlo… eventualmente.

Un suspiro de tranquilidad aflojó mi pecho. Cuando había visto las llamadas, cuando había percibido la urgencia… había temido lo peor. Llamar a Jasper había sido una forma de evitar una respuesta directa que no quería, pero aquello simplemente me dio ganas de llorar. Jake estaba mejor, en proceso a recuperarse. Realmente esperaba que consiguiera ponerse bien. No sólo porque él era el único que podía contar qué había sucedido, sino porque además tenía la impresión que ni siquiera había sido su culpa. Con cada segundo que pasaba, con cada detalle de aquel extraño mundo en el que había sido metida a la fuerza, más me convencía que lo que le había pasado a Jacob no había sido una mera coincidencia. Todo era tan abrumador, que incluso algo como un accidente casual ya parecía totalmente fuera de contexto. Nada parecía librado al azar.

¿Cómo estás tú? —inquirió él—. ¿Cuándo regresarás?

Suspiré profundamente, sabiendo que aquél también era un tema que no podría evitar durante aquella llamada. No podía decirle a Jasper lo que estaba sucediendo, pero tampoco podía inventar una mentira que no me llevaría a ningún sitio. Él me conocía. Si había alguien que podía derribar mis historias, no había nadie mejor que Jasper.

—Ha surgido un… imprevisto —musité lentamente, cuidando mis palabras—. Tendré que quedarme por aquí un poco más de tiempo.

Se produjo un silencio entre nosotros. Él parecía estar analizando mis palabras. Yo estaba intentando controlar mis nervios y no comenzar a contar todo con esa necesidad desesperada de compartir mi incertidumbre.

¿Está todo bien?

—Sí…

Nos sumimos en un nuevo silencio tenso. Era una situación extraña entre nosotros, que generalmente teníamos la confianza suficiente como para hablar de cualquier cosa.

¿Qué sucede, Bella?

Suspiré. No había que ser un genio para notar que mi explicación era pobre e inconclusa. Incluso cuando Jasper era alguien especialmente perceptivo, todo delataba la falta de una buena teoría detrás de la falsa despreocupación.

—Cosas extrañas, Jasper —admití—. Pero estaré bien. Sólo… confía en mí, ¿vale?

No me estás dando una gran tranquilidad, Bella.

Me pasé una mano por el cabello, sintiendo deseos de arrancármelo.

—Yo… lo siento, Jazz, de verdad —musité, dejándome caer de espaldas sobre el colchón de la cama—. Te llamaré mañana, ¿vale?

Vale —suspiró contra mi oído—. ¿Y Bella? —agregó antes que pudiera despedirme.

—¿Sí?

Cuídate, por favor.

—Lo haré.

A pesar de lo extraño de nuestra charla, o del hecho de que las cosas aún no se habían resuelto ni un poco para mí, la noticia de Jake me había llenado de una agradable sensación de calma. Era bueno saber que podría ponerse bien y recuperarse con el paso del tiempo. No podía saber qué había sucedido con él, pero no era su culpa. No comprendía por qué había decidido seguir un caso de hacía años, pero intuía que, como yo, sólo había sido fiel a su profesión. Sabía cuán borrosos se volvían los límites entre lo correcto y necesario cuando uno sólo quería respuestas.

Llamé a mi padre y a Seth, que me contaron un poco más sobre la noticia que me había dado Jasper. Los estudios habían salido bien para Jake y, aunque los médicos estaban preocupados por la movilidad de su pierna izquierda, creían que podría recuperarse con el paso del tiempo y los cuidados necesarios. Tanto mi padre como el joven enfermero parecían felices ante la perspectiva, aunque no por eso relajados. El panorama había sido malo para Jake cuando lo había visto la última vez, y parecía un milagro que él estuviera poniéndose mejor. No sabía cuánto tardaría, y eso no podía hacer más que mantenerlos en vilo hasta que las respuestas fueran del todo certeras.

La tarde pasó en silencio. Wade y Edward desaparecieron después del almuerzo, y no volvieron hasta entrada ya la noche. Maya me explicó que había ciertos asuntos con el Consejo que debían resolver hablando… aunque, por su expresión, sentía que había algo que no me contaba. Ella se encontraba ansiosa, y la preocupación que surcaba su rostro me parecía completamente desconocida. No sabía quiénes eran aquellos tíos que habían aparecido allí la noche anterior, pero sabía que tenían algún tipo de poder y decisión sobre todos los que eran… como Edward. Si ellos estaban involucrados, lo que sucedía no podía ser del todo bueno.

Alrededor de las siete menos cuarto, Maya comenzó a preparar la cena y me ofrecí a ayudarla, más que nada para mantener mi cabeza ocupada. Cuando el aroma a pollo parmesano comenzaba a llenar el lugar, las dos nos concentramos en poner la mesa, mientras escuchábamos de fondo una comedia de la televisión. Estábamos poniendo los últimos cubiertos, cuando Edward entró a la casa. Como si se tratara de algún macabro presagio, un trueno rompió en el cielo y él se quitó la cazadora ligeramente mojada por la lluvia. Me quedé observando las pequeñas gotas que salpicaban su cabello mientras él se despojaba de sus cosas y se acercaba a la mesa.

—¿Y Wade? —preguntó Maya, apoyando una jarra de agua sobre la mesa.

—Tenía una llamada y se quedó en la puerta —explicó él sencillamente, aunque sus palabras se notaban ausentes, enfocadas en otro sitio. Maya pareció leerlo con facilidad porque, incluso cuando siguió preparando la cena, echaba ocasionales miradas furtivas en dirección a la puerta. Si había estado ansiosa durante todo el día, en aquel momento parecía a punto de comenzar a saltar en su sitio.

No fue hasta unos diez minutos después que Edward entrara que Wade lo hizo, cuando la llovizna se había convertido en una tormenta en todo su esplendor. Llevaba el cabello mojado y su rostro parecía más duro con los mechones adheridos a su piel. Ni siquiera se molestó en sacarse el abrigo o en apartarse de la puerta para no mojar la entrada. Compartió una mirada con su compañera, y ella pareció entender perfectamente cuando dijo:

—Ella ha conseguido huir.

Aunque la pregunta se formó en mi garganta, me sorprendió escucharla de los labios de Edward:

—¿Quién?

Maya se acercó a la mesa y pareció olvidarse completamente de la comida. Cogió una gruesa chaqueta que colgaba de un perchero de madera, echándose el cabello hacia atrás y amarrándoselo en una coleta.

—Tenemos que ir a buscar a Lynn, uno de nuestros miembros —explicó Wade—. Ha escapado de Ouray durante la noche, y debería estar esperándonos en las afueras de la ciudad. No es seguro que circule sola.

—¿Qué sucedió con ella? —pregunté suavemente. Le eché una mirada discreta a Edward, que parecía a la espera de una respuesta con tanta ansiedad como yo.

Maya parecía compungida, perdida en sus pensamientos, por lo que Wade fue quien habló.

—Estaba relacionada con un vampiro, y su hermano sabía sobre ti—explicó, mirando a Edward—. Tenemos sólo una parte de la historia, pero ella ha matado al hermano de su amante, y él ahora está buscando venganza.

Me quedé unos instantes analizando la historia, y el velo de simplicidad con el que se encontraba cubierta. Es decir, en alguna producción de ficción, hubiese sido una trama perfecta. En la vida real, sin embargo, no dejaba de sonar como un gran absurdo. Un amor entre una humana y un… vampiro, un secreto que debía ser protegido, una venganza de sangre… ¿En qué momento nos habíamos metido en una película sobrenatural? Además, obviando el caso de que todo pareciera irreal, ¿qué había de malo con que alguien… supiera sobre Edward? ¿Por qué debía esconderse de un vampiro, si allí todos parecían bastante orgullosos de mostrar lo que eran? ¿Era porque Edward… porque él se creía… un vampiro?

—Lo que me preocupa —prosiguió Wade, arrastrándome de nuevo a la realidad— es que él use la información que tiene.

Maya asintió.

—Le contarán. —Edward no preguntó. Incluso a pesar del ligero tono inquisitivo en su afirmación, él no parecía preocupado, sino más bien convencido de ello.

—Es una posibilidad, sí.

—¿A quién? —interrumpí—. ¿Qué es lo que van a contar?

Los tres pares de ojos se volvieron sobre mí, y no pude hacer más que suponer que la desesperación en mi voz había evidenciado mis deseos por ser incluida en la abstracta conversación. Maya me miró, y luego sus preocupados ojos se volvieron hacia Edward, que parecía lejos de allí, abstraído por sus propios pensamientos al respecto. Ella se tomó un momento en silencio antes de hablar.

—Creo que es momento que le cuentes la historia completa, Edward —aconsejó—. Si realmente quieres protegerla, necesita saber a qué nos enfrentamos.

Me quedé observando el rostro cincelado del aludido. El ceño ligeramente fruncido evidenciaba un debate interno del que yo ya había sido testigo demasiadas veces. Él siempre parecía contenerse a mi alrededor. Siempre parecía haber cierto aire de recelo en lo que concernía a mezclar su pasado con su presente. Había una parte de él, esos años perdidos entre todos los datos que había reunido, que él prefería no recordar, ni mucho menos compartir.

—Tenemos que irnos —recordó Wade, cuando el mutismo se había extendido ya por unos buenos segundos—. Te dejaré las llaves, Edward. Sabes mi teléfono. Por favor, quedaros aquí y avisadnos si algo sucede.

Maya secundó las palabras de su compañero con un asentimiento, Edward uniéndose también a la acción con un aire menos vigoroso, más ausente. Wade no perdió tiempo y simplemente se dirigió a la habitación, volviendo pronto con una pequeña bolsa colgada al hombro. Nadie dijo nada en el intervalo. Me quedé observando a Edward, que parecía dispuesto a evitar mi mirada y quedarse sumido en aquella actitud que conocía tan bien.

Wade y Maya abandonaron la casa sin más, y estaba segura que había visto lágrimas sobre los ojos de la muchacha al salir. No sabía que sucedía, pero era consciente que todas las respuestas estaban dentro de la torturada cabeza de la persona sentada frente a mí. Edward parecía absorto en sus pensamientos. Estaba tan inmóvil que parecía una fina pieza de artesanía.

—Edward —llamé suavemente—. Quiero… quiero saber qué sucede.

Lo sentí soltar una buena bocanada de aire entre dientes. Su posición no se modificó; seguía con la vista al frente, el cuerpo rígido y la expresión distante. Conociéndolo, sabiendo cómo procedía cuando se trataba de esa parte de su vida que estaba fuera de mi alcance, me quedé en silencio. Sólo me limité a mirarlo por una buena cantidad de segundos, esperando que fuese él quien diera el primer paso. Ya estaba cansada de presionar las cosas. A aquella altura, sentía que ya estábamos más allá de aquello. Ya no estaba tratando a Edward sólo como otro de mis pacientes. Él era alguien importante para mí. Alguien de quien deseaba tener una confianza que iba mucho más allá de lo profesional.

—Hay tanto que no sabes, Isabella —dijo, rompiendo ese perturbador sonido exterior de lluvia y naturaleza—. Tanto que tengo… miedo de contarte.

Me incliné un poco en su dirección, tentada a estirarme para coger su mano. No lo hice. Simplemente me quedé en mi lugar, capaz únicamente de preguntar:

—¿Por qué?, ¿por qué tienes miedo?

Él volvió a tomarse unos instantes para componer una respuesta que parecía reacia a abandonar sus labios.

—Porque no quiero perderte. —Sus ojos encontraron los míos, haciéndome contener la respiración. La expresión sobre su rostro simplemente era… fuera de este mundo; un balance tan trágico y delicado que daban ganas de llorar y sonreír al mismo tiempo—. No quiero que te alejes o te alejen de mí.

Sin controlar mi propio cuerpo, me puse de pie y rodeé torpemente la mesa, hasta llegar hasta donde él se encontraba. Yo no podía perderlo. Y la revelación me golpeó en aquel momento, con tanta fuerza y realismo que no pude más que dejar que el peso de mi cuerpo venciera el apoyo de mis piernas. Caí de rodillas frente a su silla, aferrándome a sus manos con todas mis fuerzas. Mis ojos seguían persistentes sobre los suyos, obligándolo a buscar algún signo que le indicara que yo era presa de la misma desesperación, que no podía concebir la idea de perder a alguien que un mes atrás no había sido más que un problemático desconocido.

—No voy a dejarte, Edward —respondí en un hilo de voz—. No puedo dejarte.

Él tiró de mis manos, obligándome a ponerme de pie. Nuestros labios se encontraron en algún punto medio, mezclándose con la desesperación y la ansiedad de una conversación que, de seguro, cambiaría el ambiente entre nosotros.

No me importaba lo que tuviera para decir. Quería que confiara en mí. Quería saber la historia completa, incluso cuando todas las señales decían que no me gustaría lo que iba a escuchar.


Playlist: If I Had a Gun – Noel Gallagher's High Flying Birds.


¡Hola a todas! Perdón por el retraso, antes que nada. Ya lo habrán leído por algún lado, pero no tengo tiempo para nada. De hecho, en este momento ni siquiera debería estar cerca de la computadora a menos que sea para terminar mi monografía. Estuve un montón intentando subir el capítulo, pero Fanfiction no me lo permitía. No sé cuánto demorará, pero en serio que ya quiero sacar la historia de aquí y llevármela al blog. Últimamente FF no hace más que darme dolores de cabeza, lo que es una verdadera lástima, teniendo en cuenta cuánto cariño le tengo a esta página y a la gente en ella.

Mil gracias por los reviews. Los estaré respondiendo en cuanto tenga un tiempito. También me gustaría empezar a hacer una lista de mails con la gente de FF, para cuando mueva todo fuera de aquí. Si alguien está interesado en seguir recibiendo alertas y esas cosas, además de participar en un pequeño proyectito que tengo planeado a futuro, no tienen más que mandarme un mail a (arroba hotmail punto com; ya saben que FF no permite las direcciones de correo) y las agregaré :) Sin compromiso de compra, ya saben jaja.

Nos estamos leyendo, bonitas. Gracias por toda la buena onda, que se necesita mucho. Con todo este... quilombo, porque no hay mejor palabra para definirla, cada vez se me hace más difícil escribir. Así que gracias, en serio, porque los mensajitos y el apoyo siempre le dan a uno ganitas de seguir :)

¡Que terminen bien el finde! Besitos.

MrsV.