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A partir de hoy y para siempre

- Esta comida es un asco – señaló Gold sin dejar de comer su plato de espagueti. La cafetería del hospital luciría prácticamente vacía si no fuera por Red, Green, Gold y Brock, quienes compartían una mesa.

- La comida que le dan a Yellow sabe mucho mejor – indicó Red. El muchacho también comía un plato de espagueti.

- Si, alimentan mejor a los enfermos que a los visitantes – añadió Gold – Deberían de tratarnos con igualdad.

- Si tanto te disgusta la comida de aquí, ¿por qué sigues comiéndola, Gold? – preguntó Brock con una lata de refresco en la mano.

- Es mi única opción – respondió Gold – En casa ya no hay nadie que cocine porque todos los soldados del Equipo Rocket pidieron su traslado; no tengo suficiente dinero para pagar un restaurante y si continuo robándole dinero a Silver lo comenzará a notar.

- ¿Le robas dinero a Silver? – inquirió Brock.

- No, como crees – negó Gold con diversión – Pero detesto estarle pidiendo, así que me conformo con esto.

- Listo, ya acabe, ya me voy – saltó Red haciendo el ademan de levantarse de la mesa.

- Comiste demasiado rápido – comentó Green bajando el libro que estaba leyendo para ver a Red - Yellow no te va a creer que ya terminaste de comer.

- Si lo hará – aseguró Red poniéndose de pie. Estuvo a punto de comenzar su camino de regreso al cuarto de Yellow, sin embargo, una idea lo detuvo. Volteó a ver a Brock - ¿Misty sigue en el hotel? – Los tres lo voltearon a ver ante la pregunta.

- Si, Erika no deja que se vaya - respondió Brock. Red asintió en conocimiento y salió del lugar con la mirada de sus amigos sobre él. En ese momento una alarma sonó, la cual llamó la atención de todos. Gold buscó entre sus ropas hasta encontrar su pokégear. Apretó uno de los botones y dejó el aparato sobre la mesa

– Muy bien, el descanso se acabó – anunció Gold antes de terminarse su plato de espagueti.


Si hacía las cuentas bien, hoy se cumplía un mes desde que Yellow fue internada. Estar un mes metido en un hospital era suficiente para crear alergia a los hospitales en cualquiera. Lo único bueno era que, después de mañana, no tendría que volver a pisar un hospital en toda su vida o al menos eso esperaba. Llegó al cuarto de Yellow y se asomó por la ventana. Ahí seguía Jake, haciendo reír a Yellow. No podía evitarlo, el peliazul aún despertaba los celos en su interior. En fin, sólo era cuestión de superarlos. Jake era una buena persona, además de que quería mucho a Yellow. Con seguridad, una vez que dejara de sentir celos hacia él, podrían ser buenos amigos. Abrió la puerta y entró al cuarto.

- ¿Qué? ¿Ya terminaste de comer? - preguntó Jake incrédulo al ver entrar al campeón de Kanto.

- Si – asintió Red.

- No te creo – expresó Jake – Nadie puede comer tan rápido.

- Red si – intervino Yellow con su mirada fija en el dibujo que estaba realizando en ese momento. Red le dirigió una mirada de autosuficiencia a Jake.

- Bueno, en vista de que tu flamante novio ya regresó, me voy – anunció Jake poniéndose de pie – Nos vemos más tarde.

- Adiós – se despidió Yellow volteándolo a ver con una sonrisa. El "chico psíquico salió del cuarto, no sin antes guiñarle un ojo, muy a disgusto de Red. Si, tendría que superar los celos antes de pensar en cualquier tipo de relación con Jake.

- ¿Puedo ver? - preguntó Red mirando con interés el cuaderno de dibujo de Yellow. La chica dudó un poco, pero le dio el cuaderno a Red. El muchacho lo tomó entre sus manos y miró con alegría un dibujo donde él y Yellow estaban tranquilamente acostados, recargados en su árbol favorito y abrazados – Me encanta – estuvo a punto de pasar la página con el fin de ver los demás dibujos, sin embargo, Yellow le arrebató el cuaderno de inmediato. Red la miró con extrañeza - ¿Por qué no puedo ver el resto?

- Eh... bueno... yo... - trató de explicar Yellow.

- No importa – la tranquilizó Red.

- Oye, ¿afuera está Blue? - inquirió Yellow para cambiar el tema – Dijo que saldría un rato, hace tres horas.

- Ahora que lo dices, allá afuera está muy vacío – señaló Red llevándose una mano a la cabeza.

- ¿Dónde estarán todos? - pregunto Yellow regresando su atención a su dibujo.

- Buena pregunta – apoyó Red.


- Odio la tierra – expresó Blue por enésima vez viendo sus manos – Mis manos no fueron hechas para el trabajo pesado.

- Nos está quedando muy bien – indicó Crys. Las dos estaban sentadas un poco apartadas del increíble mural de flores, el cual, por órdenes de Green, lo estaban terminando. No sólo habían puesto el mensaje de Red, también habían acabado con un hermoso marco floral para todo el trabajo.

- Y es una buena terapia – añadió Silver sentándose al lado de Blue –, aunque ya fue suficiente tiempo perdido. Tengo que seguir leyendo los expedientes de mi padre.

- ¿Acaso alguien les dio permiso para descansar? - preguntó una voz detrás de los tres. Voltearon para encontrarse con Gold y Ruby, uno al lado del otro con los brazos cruzados. Ambos habían sido nombrados como los líderes de la operación por Green.

- Tú no tienes cara para decir nada, acabas de regresar de comer – señaló Silver poniéndose de pie.

- Y eso que – dijo Gold – Eso no cambia el hecho de que somos la fuerza de la ley, bueno... - volteó a ver a Ruby – la fuercita y la fuerza de la ley.

- ¿Perdón? ¿Quisiste insinuar algo con eso? - preguntó Ruby ofendido.

- Sólo digo que yo soy más fuerte que tú – clarificó Gold.

- Por supuesto que no – negó Ruby – Yo soy mucho más fuerte que tú.

- ¿Quieres probarlo? - propuso Gold sacando una de sus pokébolas de su bolsillo.

- Claro que no – negó Ruby haciendo cara de asco – Mis pokémon son muy lindos y limpios para entrar en una ridícula pelea sin sentido – todos miraron con gotas de sudor en la cabeza a Ruby.

- Esa es la respuesta más ridícula que he oído en toda mi vida – admitió Gold.

- Trata de vivir con eso todos los días – comentó Sapphire al pasar por el lugar con un gran costal de tierra sobre su espalda.

- Bueno, yo tengo que regresar al hospital o Yellow y Red comenzaran a sospechar algo – señaló Blue mientras se paraba y sacudía la tierra de su ropa.

- Nosotros seguiremos trabajando – anunció Crys haciéndole una seña a Silver para que regresaran al trabajo.

- Mañana, antes de la fiesta, en el gimnasio de Green y sin testigos – murmuró Ruby antes de separarse de Gold, el cual sólo sonrió con autosuficiencia.


Odiaba estar encerrada y, en ese momento, así era como estaba. Miró a su guardián. Erika leía un libro sentada tranquilamente en uno de los sillones de su suite en el hotel. Regresó su mirada al frente a la televisión del cuarto. Si fuera por ella, estaría en ese momento en el Gimnasio Pokémon de Ciudad Celeste, sin embargo, Erika no se lo permitía. Quería que se disculpara con Yellow. Disculparse con Yellow. Eso no le serviría de nada, el daño ya estaba hecho y nada de lo que hiciera cambiaría el hecho de que todos la odiaban, en especial Red. La imagen de los ojos furiosos de Red no desaparecía de su mente sin importar lo que hiciera. Un golpe llamó su atención hacia la puerta, mas no se movió de su asiento. Erika se puso de pie y caminó hacia la puerta. Lo más seguro era que fuera Brock. Abrió la puerta y se encontró con la persona menos esperada.

- Hola, Erika – saludó Red con su sonrisa de siempre.

- Hola – regresó el saludo Erika completamente sorprendida.

- ¿Está Misty? Quisiera hablar con ella – preguntó Red.

- Espera un momento – pidió Erika antes de cerrar la puerta y mirar a Misty, cuya atención estaba totalmente en la televisión – Red está afuera y quiere hablar contigo – informó Erika, por fin consiguiendo la atención de Misty.

- ¿Para qué? - preguntó Misty nerviosa.

- No lo sé – dijo Erika - ¿Quieres hablar con él? - Misty lo pensó un poco.

- Si, deja que pase – asintió Misty mientras apagaba la televisión. Erika movió afirmativamente la cabeza y abrió la puerta otra vez - Pasa – le dijo a Red. El chico entró en el cuarto al tiempo que Misty se ponía en pie – Yo iré a la recepción para pagar la cuenta – y acto seguido, salió del cuarto dejando a los dos entrenadores solos.

- Hola – saludó Red algo nervioso.

- Hola – regresó el saludo Misty.

- Yo... bueno... vine a disculparme – dijo Red mirando a Misty a los ojos. La líder de gimnasio no pudo evitar abrir la boca en sorpresa. ¿Disculparse? - Quiero pedirte perdón por lo que te dije y como te lo dije. No debí tratarte tan mal, no te lo mereces.

-Técnicamente, me merecía eso y más – señaló Misty bajando la mirada – Yo... actué como una tonta, hice cosas que nunca debí haber hecho. Se me olvidó que cuando alguien ama a otra persona, la mejor manera de demostrarlo es hacerla feliz. Yo sólo te hice sufrir – levantó la mirada - Lo lamento mucho, Red. No tengo nada que disculparte.

- Sabes, en cierto modo entiendo porque lo hiciste – habló Red – Cuando veía a Yellow y Jake juntos, yo quería matar a Jake y enterrarlo cinco metros bajo tierra – se rió, hecho que hizo sonreír a Misty. Le alegraba tener al viejo Red de vuelta – Te perdono, Misty. ¿Amigos? - preguntó mientras le extendía su mano.

- Amigos – repitió Misty estrechando la mano de Red. Los dos se sonrieron mutuamente.

- Tengo que volver al hospital – dijo Red en cuanto soltaron sus manos.

- Red, me preguntaba si no habría problema en que hablara con Yellow – habló Misty – para disculparme. He intentado entrar al hospital, pero no me dejan hacerlo.

- Si, fue idea de Green – señaló Red con una sonrisa – Claro, acompáñame.

Red se dirigió a la puerta, la abrió y salió del cuarto. Misty no tardó en seguirlo. Ambos salieron del hotel y caminaron a la puerta del hospital, donde se encontraban el Espeon y el Gadevoir de Jake vigilando. En cuanto los dos pokémon vieron a Misty, tomaron posición de ataque.

- Tranquilos, muchachos, viene conmigo – señaló Red pasando a los pokémon junto con Misty.

Recorrieron los pasillos hasta llegar a la sala de espera completamente vacía, excepto por Green, quien quitó su mirada de su libro para ver a las dos personas que acababan de entrar.

- ¿Cómo entraste? - inquirió Green un poco molesto.

- Yo la dejé pasar – informó Red sin detenerse en su camino al cuarto de Yellow. Green rodó los ojos, temiendo que esto los dejara estancados en ese hospital otra semana más, se puso de pie y siguió a los dos. Al llegar a la puerta del cuarto, Red entreabrió la puerta y se asomó. Yellow estaba acompañada de Blue, tal y como la había dejado hace algunos minutos – Alguien vino a visitarte – a continuación entró al cuarto y Misty detrás de él.

- ¿Cómo entraste? - repitió la pregunta Blue levantándose de su silla.

- Blue – la llamó Yellow aprehensivamente.

- Yo la deje pasar – repitió Red.

- Vine a hablar contigo, Yellow – habló Misty – Quería disculparme, por todo lo que te hice y te dije. No debí hacerlo, te lastimé y realmente lo lamento mucho.

- Yo te perdono, Misty – dijo Yellow con una sonrisa sorprendiendo a Blue y a Green. ¿Misty la había hecho sufrir como nunca y la perdonaba? - Y también quiero pedirte una disculpa.

- ¿Qué? - preguntó Blue incrédula.

- Por haberte quitado a Red – explicó Yellow – Él era tu novio.

Misty no pudo evitar sonreír. ¿Cómo pudo lastimar a alguien que se atrevía a pedirle una disculpa por algo que ella nunca hizo? Arceus, en verdad había sido un monstruo los últimos meses y eso simplemente no era su estilo.

- Tú no me quitaste nada – señaló Misty – Red siempre fue tuyo, Yellow. Mejor me voy. Eso era todo lo que quería decirte. Hasta luego - caminó hasta la puerta del cuarto.

- Mañana me harán una fiesta – anunció Yellow – Estás invitada, si quieres ir – Misty volteó a ver a Yellow, quien le regresó una dulce sonrisa.

- Gracias por la invitación, pero no iré – negó Misty antes de salir del cuarto con todas las miradas sobre ella.

- Chicos, ustedes dos son simplemente increíbles – soltó Blue sentándose de nuevo en su silla, comentario que provocó una sonrisa en Green.


Salió del hospital con los ojos llenos de lágrimas. Red y Yellow no la odiaban, aunque ganarse de nuevo la confianza del resto de los Dex Holders sería difícil.

- ¿Cómo entraste? - inquirió una voz enfrente de ella. Levantó la mirada para encontrarse con un Jake con la palabra sorpresa escrita en cada facción de su rostro. De inmediato su mirada se posó en sus pokémon acusadoramente.

- Pasé con Red, no te enojes con ellos – respondió Misty.

- Ah – fue lo único que dijo Jake. Misty pasó a su lado y comenzó a caminar. Sin embargo, se detuvo después de dar algunos pasos y volteó a ver a Jake.

- ¿Cómo lo hiciste? - pregunto Misty - ¿Cómo le hiciste para no caer tan bajo? - Jake no se sorprendió ante la pregunta. Era lo malo de poder leer las mentes, su nivel de sorpresa se disminuía a cero.

- Es como una batalla pokémon – explicó Jake – Llega un punto en el que te das cuenta de que sin importar lo que hagas perderás la batalla y lo mejor es que te retires. Si no lo haces, igual perderás y tu pokémon terminará muy mal.

- Linda analogía – dijo Misty.

- Soy un genio para esto de dar discursos – añadió Jake con autosuficiencia – Viene de familia, o al menos eso dice mi mamá.

- Eres una buena persona, te mereces a una buena chica – indicó Misty.

- Lo sé, me merecía a Yellow, pero Red me la ganó – puntualizó Jake causando una sonrisa en Misty – En fin, ya aparecerá alguien y también para ti. Existen miles de hombres que les gustan las neuróticas amantes del agua con problemas de celos.

- También debe de haber muchas chicas que amen a los narcisistas casanovas con poderes psíquicos – añadió Misty con diversión.

- Lo ves, ese es mi punto – apoyó Jake.

- Nos vemos, Jake – se despidió Misty antes de darse la vuelta y regresar al hotel.

Jake lanzó un suspiro. No podía negarlo y tampoco lo haría. Le dolía haber perdido a Yellow, pero, como su madre alguna vez le dijo, uno no pierde lo que nunca fue suyo. Sonrió amargamente, mientras su Espeon acariciaba su pierna con su cabeza.

- Ya aparecerá alguien – aseguró Jake acariciando la cabeza del pokémon psíquico - Sólo es cuestión de tener paciencia.


Existían pocas cosas que respetaba y una de ellas era la lealtad. Por supuesto, la lealtad no era una de las mejores aptitudes en un miembro del Equipo Rocket. Era prácticamente una regla siempre estar del bando ganador. Ella siempre estuvo del lado ganador sin tener que perder la lealtad a sus jefes. Sacó la llave maestra de la casa y abrió la cerradura del despacho principal. Siempre fue leal, hasta el último momento. Entró al cuarto y cerró la puerta detrás de ella. Caminó hasta la computadora, se sentó en la silla del escritorio y prendió el aparato. Pero, ¿se podía ser leal a un jefe muerto? Simplemente ridículo, los muertos están muertos y ninguno vendrá a exigirte cuentas de tus actos. Entonces, ¿qué hacia ahí?

- Preguntará – aseguró Giovanni. El líder del Equipo Rocket estaba recostado en una cama de hospital, con la espalda recargada en una gran número de almohadas – Sé que lo hará. Silver es igual a mí, no le agradan las preguntas sin responder. Y cuando lo haga…

- Yo no sabré nada – concluyó Sird sentada en un sillón algo alejada de la cama y su mirada fija en Giovanni.

- Y cuando vea que no podrá sacarte nada, lo buscará por su cuenta – continuó Giovanni – Tú te encargarás de que no descubra nada.

- Créame, señor, soy la más interesada en ello – habló Sird con fastidio.

- No importará cuanto busque, no encontrará una respuesta – afirmó Giovanni – Mi hijo ya ha sufrido demasiado. No más.

- Puede confiar en mí, señor – expresó Sird poniéndose de pie – Yo me encargaré de que el joven Silver jamás sepa absolutamente nada de ella.

Borrar los registros del Equipo Rocket, desaparecer hasta la más mínima huella en la organización, amenazar a cuantos supieran sobre el tema o, en el mejor de los casos, pagarles y mandarlos muy lejos, revisar las cosas personales de Giovanni, todo había sido muy fácil. Sólo faltaba esa computadora. Maldijo a Giovanni y a su estúpida obsesión de guardar hasta lo más insignificante. Comenzó a buscar en la computadora. No sabía exactamente donde estaría, pero era un hecho que debía de encontrarlo esa noche. Por suerte, Silver no había tenido tiempo en los últimos meses para seguir inspeccionando los archivos de su padre y todo eso debía agradecérselo a sus detestables amiguitos que tenían la casa tomada. Estaba al tanto de que al día siguiente los obstáculos desaparecerían para su jefe y nada lo detendría de sentarse durante horas hasta haber inspeccionado cada carpeta y cada archivo. ¿Por qué demonios no hizo eso antes? No, mejor pregunta, ¿por qué Giovanni no lo hizo él mismo? Seguir preguntándose tonterías no la ayudaría a encontrar lo que buscaba. Abría con rapidez cada archivo sin importarle en leerlo, uno tras otro hasta que una foto llamó su atención. La cara le era enteramente conocida, incluso le provocaba nauseas. Odiaba a esa mujer como a nadie. Miró el nombre de la carpeta. "Silver".

- Siempre fuiste tan simple, Giovanni – comentó Sird.

Con un nombre tan simple lo más seguro era que el jefe Silver ya hubiera encontrado esa información, mas lo dudaba, si así fuera no importaría que todos sus amigos estuvieran muriendo, él estaría buscando hasta por debajo de las piedras con la finalidad de encontrarla. El muchacho aún no había llegado hasta esos archivos y tenía lógica, era de los últimos. Revisó toda la carpeta. Era un expediente médico detallado sobre Silver, desde que era sólo unas cuantas células hasta que desapareció a los dos años. Desapareció, mejor dicho, lo secuestraron. Insertó una memoria USB en uno de los puertos de la computadora, seleccionó la carpeta y la copió en la memoria. Una vez terminada la transferencia, borró la carpeta original y apagó la computadora. Tomó la menoría, se puso de pie y salió del cuarto. No caminó mucho antes de escuchar voces cercanas. Esos malditos niños ya habían regresado.

- Sird – la llamó una voz detrás de ella. Se giró para encontrarse con Silver, el cual estaba completamente lleno de tierra.

- Sí, señor – respondió Sird.

- Trae a algunos soldados a la casa – ordenó Silver – No me importa si no quieren venir. Necesito a alguien que se encargue de mantener limpio el lugar.

- Estoy de acuerdo, en especial porque yo no nací para limpiar la tierra que usted y sus amigos traen consigo cada día – señaló Sird. Silver no respondió a eso. Pasó al lado de Sird.

- También quiero que revises las cosas del cuarto de mi padre – habló Silver – Voy a tomarlo como mi cuarto.

- Como usted ordene, señor – asintió Sird. Silver siguió su camino hacia donde se oían el resto de las insoportables voces – Por suerte, ya revisé ese cuarto.


Los rayos del sol entraban al cuarto como diciéndole "te estamos esperando aquí afuera, ¿por qué te tardas tanto?". No era su culpa. El doctor debía firmar su orden de alta y al parecer en este momento estaba haciéndose cargo de una emergencia o al menos eso le informó la enfermera cuando vino a revisarla por última vez esa mañana. Abrió su cuaderno de dibujos lista para concluir su trabajo de los últimos días. Sin embargo, un dibujo llamó su atención. Se trataba del dibujo que hizo hace una semana cuando vio a Red besando a Misty. Miró el dibujo con cierta tristeza, antes de tomar una decisión un tanto drástica. Arrancó el dibujo y lo tiró en el cesto de la basura al lado de su cama. Fijó su atención en la siguiente página. Era el dibujo de Red y ella en el bosque, en el que llevaba trabajando algunos días. Tomó su lápiz entre sus manos, escribió en él la fecha de ese día y debajo de ella una inscripción: "Para que no se me olvide a quien ama Red".

- ¿Aún no llega el doctor? – preguntó Red entrando al cuarto con un paquete de galletas en la mano. El muchacho estaba comiendo todo lo que no comió en un mes. Yellow negó con la cabeza.

- ¡Ya llegó! ¡Ya llegó! – exclamó Blue entrando al cuarto seguida del doctor y una enfermera.

- ¿Cómo está mi paciente favorita? – preguntó el doctor con algunos papeles en las manos.

- ¿Soy su paciente favorita? – inquirió Yellow un poco sonrojada.

- Nunca había tenido una paciente que tardara tanto en salir de aquí – explicó el doctor entregándole un papel a Yellow – Y por eso, espero no volverte a ver por aquí nunca más.

- Ni nosotros – dijeron Red y Blue al unísono.

- Que tengas un buen día, Yellow – se despidió el doctor con una gran sonrisa.

- Gracias – agradeció Yellow antes de salir corriendo del cuarto.

- Me encanta verla tan feliz – expresó Red.

- Eh… Red… ¿no crees que deberías de alcanzarla? Hay una sorpresa esperándola en su casa – señaló Blue.

- ¿Sorpresa? – repitió Red sin entender - ¿Cuál sorpresa?

- No sé si la palabra flores te diga algo – respondió Blue con los brazos cruzados.

- ¿Flores? – repitió Red - ¡Flores!

Acto seguido, el campeón de Kanto salió en busca de Yellow. Blue sonrió con diversión, tomó las cosas de Yellow y salió del cuarto, no sin antes despedirse del doctor.

Una vez afuera del hospital, Yellow se detuvo para oler el fresco aire del exterior y sentir como la brisa acariciaba su cara. Extrañaba tanto esas sensaciones, extrañaba tanto el exterior.

- ¿Lista para tu sorpresa? – preguntó Red al llegar a su lado.

- Claro – asintió Yellow.

- Entonces vamos a allá – propuso Blue liderando el camino a la casa de Yellow.

- ¿Está en mi casa? – inquirió Yellow emocionada.

- Algo así – respondió Red. Caminaron hasta llegar a la casa de Yellow, en cuya puerta se detuvieron – Cierra los ojos.

- Está bien – aceptó Yellow cerrando los ojos. Red pasó su mano enfrente de la cara de Yellow y, al no notar reacción de parte de la Dex Holder, la guió hacia el patio trasero con la ayuda de Blue.

- No abras los ojos – advirtió Red.

- No lo haré – aseguró Yellow.

Blue se adelantó, dejando a los dos solos. Finalmente, cuando llegaron, Red no pudo evitar sorprenderse. El mural estaba tal y como lo había imaginado inicialmente, incluso tenía el letrero de "Te amo, Yellow" y un hermoso marco de flores alrededor de él. ¿Cómo? Él recordaba que la última vez que lo vio no era así. Su mirada viajó por todas las caras de sus amigos reunidos ahí.

- Red – lo llamó Yellow extrañada por el silencio reinante - ¿Ya puedo abrir los ojos?

- No – negó Red dándole la vuelta para qué le diera la espalda al mural. Todos se vieron entre si sin entender – Ahora si – Yellow abrió los ojos encontrándose con la mirada de Red – Antes de que veas tu sorpresa… bueno… sé que ya no vale la pena, pero como no lo he hecho, quería preguntarte si te gustaría ser mi novia, Yellow.

- Si – asintió Yellow con alegría, respuesta que hizo que Red uniera sus labios con los de ella. Instantáneamente, todas las chicas suspiraron.

- Que dejen de hacer eso – dijo Gold asustado.

- ¡Cállate! – exclamaron todas las mujeres.

- Ahora puedes voltearte – dijo Red en cuanto se separaron. Yellow no esperó a que se lo dijera por segunda vez y giró – Se suponía que cuando te dieran de alta verías esto y te confesaría mi amor, pero hubo un pequeño cambio de planes. ¿Te gusta? – Al ver que Yellow no le respondía, volteó a verla. Por las mejillas de la rubia corrían lágrimas, hecho que lo asustó por completo – Si no te gusto, puedo quitarlo, pero no llores, Yellow – pidió Red. Yellow giró su cabeza para ver a Red con una sonrisa.

- Eres un tonto, Red – señaló Yellow antes de abrazar a su novio con toda la fuerza existente en su cuerpo.

- Lo sé – aceptó Red regresándole el abrazo a Yellow - ¿Si te gusto, verdad?

- ¡Me encanta! – exclamó Yellow deshaciendo el abrazo - ¡Flores! ¡Muchas flores! – y a continuación, corrió hacia el mural y se tiró sobre las flores junto con Pika y Chu Chu. Después comenzó a correr por todo el mural.

- ¿De quién fue la idea? – preguntó Red acercándose a Green, mientras todos se dispersaban hacia algunas mesas colocadas en el poco espacio libre del patio.

- Mía – respondió Green – Detesto deberte cosas – Red sonrió ante eso.

- Gracias – agradeció Red – Eres el mejor hermano del mundo, Green – Green miró de reojo a Red.

- No te pongas cursi – pidió Green cruzando los brazos.

- Sólo digo la verdad – señaló Red, para después correr hacia donde estaba Yellow.


- He tomado una decisión – anunció Gold sentándose en una de las mesas con Silver – Me voy.

- ¿Te vas? – preguntó Silver – Ya era hora.

- Extraño la comida de mamá – indicó Gold – Además, ya hice todo lo que podía hacer aquí.

- ¿Ser mi niñera? – aventuró Silver.

- Hice un buen trabajo – señaló Gold – Ahora ya sabes atarte las agujetas tú solito – Silver rodó los ojos.

- Salúdame a tu mamá – pidió Silver.

- Y tú salúdame a la tuya cuando la encuentres – pidió Gold. Silver sonrió con diversión.

- Gracias – agradeció Silver.

- Oh vamos, no comenzaremos con la parte triste de las despedidas – dijo Gold fingiendo llanto – Sabes que odio esos momentos.

- Estúpido – señaló Silver.


- ¿Quieres? – preguntó Blue sentándose en la mesa donde Green acababa de sentarse. Llevaba dos vasos de refresco en sus manos.

- No, gracias – negó Green.

- No te preocupes, esta vez no le puse nada – aseguró Blue.

- Tú palabra no es muy confiable – indicó Green mirando hacia el mural, donde Yellow había dejado de correr y decidido sentarse junto con Red.

- Se ven tan lindos – señaló Blue – Algún día estaremos así, Green, juntos disfrutando de nuestro amor.

- Si – asintió Green, sin embargo, en cuanto captó la idea de Blue, volteó a verla - ¡¿Qué?

- ¿Qué de qué? – regresó la pregunta Blue.

- ¿Qué dijiste? – inquirió Green.

- Que algún día estaremos juntos disfrutando con nuestro verdadero amor – mintió Blue con inocencia. Green se tranquilizó y regresó su mirada al mural. Blue sonrió siniestramente al tiempo que recorría con sus ojos a todos los reunidos en el patio. Sus ojos se detuvieron en cierta persona alejada del resto del grupo – Oye, Green – Green giró para verla y Blue le hizo una seña para que volteara. Green siguió la seña.

- Yo voy – dijo Green poniéndose de pie.


No dejaba de preguntarse cómo no se le había ocurrido algo así. Sin duda alguna, Red le ganaba en el tema de lo romántico. ¿A quien quería engañar?, él era mejor en ese tema.

- Se verá un poco raro que no estés en la fiesta – señaló Green al llegar a su lado.

- Hablé con Yellow sobre eso ayer – puntualizó Jake – No es muy divertido ver a la chica que te gusta al lado de otro.

- Buen punto – admitió Green.

- Sólo vine a ver si la habían dado de alta – habló Jake – Sería un chiste muy malo si no – Los dos se quedaron en silencio, viendo a Red y Yellow tranquilamente sentados en el centro del mural – Nunca me interesó – rompió el silencio Jake – No importaba cuantas veces me lo dijeran mis abuelos y mi mamá, nunca me interesó. Sé que tengo un gran potencial. Podría leer mentes cuando yo quisiera y encontrar a cualquier persona en cualquier parte del mundo, mas nunca me interesó – hubo un pequeño silencio – No me interesó hasta que estuve buscando a Yellow y no lograba encontrarla porque no estaba en mi rango de alcance – Green miró al chico – Dejaré de desperdiciar mis poderes.

- Esa es una buena decisión – apoyó Green.

- Además, los chicos con superpoderes llaman la atención de las chicas – añadió Jake con autosuficiencia. Green rodó los ojos.


- Ya sé que haremos mañana – habló Red. Estaban sentados sobre el pasto, Red abrazando por la espalda a Yellow y la chica tranquilamente recargada sobre el pecho del muchacho.

- Ir al bosque – dijo Yellow emocionada.

- A pescar – señaló Red.

- Aunque antes tengo que buscar mi sombrero – indicó Yellow.

- ¿Tú sombrero? – repitió Red no muy contento con la mención de dicha prenda.

- Creo que se me perdió con la caída – expuso Yellow.

- Y si nos olvidamos del sombrero – aventuró Red.

- Pero es un regalo de Blue – argumentó Yellow.

- No creo que a Blue le importe mucho – puntualizó Red.

- Aún así iremos a buscarlo – finalizó Yellow. Red hizo una mueca, sin embargo, enseguida volvió a sonreír.

- Está bien – aceptó Red.

- Todo volverá a ser como antes – se alegró Yellow mirando el cielo azul sobre ellos.

- No, nada volverá a ser como antes – corrigió Red con una sonrisa de oreja a oreja. Yellow fijó su mirada en los ojos de Red – Será mucho mejor que antes, a partir de hoy y para siempre.

Yellow acentuó más su sonrisa, antes de que Red la besara una vez más.

- A partir de hoy y para siempre – repitió Yellow una vez que sus labios y los de Red se separaron.


Muy bien, mi segunda historia terminada. Espero que les haya gustado. Esta historia es sólo el preambulo para otra, sin embargo, no estoy segura de cuando comenzaré a escribirla, pues quiero primero terminar otras dos historias que tengo en espera desde hace mucho tiempo. Quiero agradecerles a todos los que comentaron a lo largo de estos meses y a los que sólo leyeron también; aunque no hayan comentado, sé que están ahí gracias al contador. Sin más que decir, les deseo un feliz y prospero 2011 y que todos sus sueños y esperanzas se hagan realidad.

Adiós ;)