Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J K ROWLING, solo la trama me pertenece.

Hola

Aquí les traigo una nueva historia, se que me he concentrado en hacer historias de crepúsculo, pero ahora voy a intentar hacer algo muy distinto.

Amo esta pareja, desde que la encontré en Fan Fiction y leí la primera historia de ella quede prendara para siempre.

Espero que les guste de verdad, para hacerla me inspire en una canción que desde la primera vez que le preste la atención a la letra me susurro Draco y Hermione, y bueno tuve que escribirlo, la canción es de José José y se llama Amnesia, por eso el fic se llama así.

Acepto cualquier comentario positivo y/o negativo es mi primer Dramione y se que hay muchos que tendrán mucho que decir, entre esos jos Black ya esta afilando sus manos para escribirme jajaja (sorry amiga no pude dejarte por fuera).

Betza


Hermione llegó a Nueva York ya entrada la noche, había preferido llegar a su destino por los medios muggles, tal vez por nostalgia o simplemente por sentir el placer de valerse por sí misma después de estar tanto tiempo impedida a hacerlo.

Al salir del aeropuerto se estremeció por el frío y cubrió más su cuerpo con el abrigo marrón que había escogido para la ocasión. Estaban en pleno invierno por lo que calculaba que la temperatura se encontraba debajo de los cero grados, agradeció haber escogido el abrigo más grueso que encontró y haberse vestido estilo muggle esa noche.

El ambiente que se respiraba era de alegría y estrés ya que es el día antes de navidad. Hermione sonrió al ver a todas las personas corriendo para llegar temprano a su hogar con su familia, le había costado encontrar vuelo para ese día y casi le conjuga un hechizo imperius a una de las cajeras para que le encontrara un sitio como fuera en el avión. Agradeció a Merlin que Luna haya intercedido y no haya tenido que lanzar una imperdonable a una pobre mujer muggle que solo estaba haciendo su trabajo.

Entró al baño a refrescarse un poco antes de salir a su destino final y la mujer que mostraba en el espejo le impacto un poco, como siempre que se veía en esos últimos meses, no aparentaba los 21 años que tenía, su piel canela estaba un poco mas clara por la falta de sol, y estaba mucho mas delgada de lo habitual en ella, aunque su poca vanidad le hacía agradecer que todavía no había perdido las pocas curvas que había adquirido en los años. Su cabello largo y rebelde estaba mucho mas corto, motivo del ingreso de emergencia al hospital y Ginny le había mostrado un hechizo que lograba que sus rulos fueran manejables y cayeran en ondas, lo cual la ayudaba ya que tenía el cabello justo arriba de sus hombros.

El cambió mas sorprendente de su cuerpo estaba en su mirada; no solo en las ojeras que tapaba todo el tiempo con otro hechizo, aunque mas por vanidad era por necesidad ya que quien las viera sabía que hacía mucho tiempo que no dormía bien; sus ojos habían perdido la vida y la alegría que la caracterizaban, tenía un ordinario color miel sin el brillo que la acompañaba a toda hora, o la determinación que la ayudo a superar grandes obstáculos cuando solo era una niña. Era verdad lo que siempre había escuchado, los ojos eran la puerta del alma y la suya estaba tan vacía como estaba su mirada.

Salió del baño y al caminar a la salida se encontró observando a todos los lados completamente anonadara por la mezcla de luces y adornos de Santa Claus que se desplegaba por todo el aeropuerto, se había olvidado como era la revolución que era la navidad y era cierto lo que le habían contado, en Estados Unidos era peor que en Londres. Su pequeña sonrisa murió al ver un pequeña figura del reno Rudolph, sus recuerdos se arremolinaron en su mente, impactándola como si fuera un crucio, sabia lo que se sentía, lo había experimentado una vez.

Estaba sentada en su piedra en el parque Regent, el lago estaba congelado y ella se encontraba abrigada de pies a cabeza y con su túnica verde se envolvía las piernas encerrándolas con sus manos, había conjugado un hechizo Flagrate, creando una pequeña fogata que la calentaba un poco mientras disfrutaba de la nieve y el invierno.

Sintió sus pasos antes de voltear y se estremeció levemente como siempre hacia cuando lo tenía cerca. No se asustó cuando sintió una respiración en su oreja porque sabía que era él, ni cuando sintió la presión de un brazo que la jalaba y cayó al suelo en la nieve, que gracias a dios amortiguo un poco el golpe.

Escuchó como él se carcajeaba y lo hubiese golpeado si en ese instante él no hubiese caído con ella y su cara no estuviese tan cerca a la de ella, acostado de medio lado, aprisionándola a su cuerpo, evitando que ella se escapara, siempre había sido así, desde la primera vez.

-Imbécil - le dijo molesta, era la cuota que su orgullo gryffindor le exigía, pelearle por haberla tirado al suelo antes de rendirse a sus encantos y a todo lo que él representaba.

Vio como sonreía de lado, en esa mueca tan de él y que ella había aprendido a conocer tan bien, no puedo evitar que la sangre se agolpada en sus mejillas, y le dio gracias a la nieve y al frío que le otorgaba un justificativo a su sonrojo, subió su mano lentamente y le acaricio su mejilla, su piel blanca y suave que hacían una combinación perfecta con los ojos grises que solo había visto en él y en su padre, aunque no quería pensar en su progenitor ni en mas nadie en ese momento. Estar esos momentos con él era un placer que la hacía sentir culpable, por muchas razones.

Le acomodo un mechón de cabello que le evitaba ver sus ojos y noto como su sonrisa se ensanchaba aún mas - ¿Acaso estas hipnotizada Hermione? - ella lo miro con los ojos entrecerrados y bajo su mano para que no sintiera su estremecimiento involuntario por escuchar como la llamaba por su nombre, tantos años llamándose por su apellido, era cómodo además de seguro porque siempre se habían despreciado, pero ahora era distinto, lo fue desde la primera vez que él la llamo así y todavía no se acostumbraba.

-Claro que no Malfoy - le enfatizó su nombre para que supiera que le molestaba esos comentarios y él frunció el ceño. Ella sabia que él quería que le retribuyera y lo llamara por su nombre pero a ella se le hacia difícil, sobre todo porque no podía hacerlo todo el tiempo.

Él le acaricio su cabello ya mojado por la nieve y Hermione se asombro por no sentir frío o incomodidad, se sentía calida únicamente por estar cerca de él, lo cual era extraño ya que no había conocido una persona con la temperatura corporal tan baja como la de Draco - Tienes la nariz roja – anunció tranquilamente observándola.

-Que caballeroso de tu parte - le dijo irónicamente a la vez que se alejaba de él avergonzada.

Antes de terminar de levantarse Draco la jalo de nuevo y la sentó en su regazo - No dije que no me gustara Hermione - le dijo enfatizando su nombre y pasando una mano por su espalda acariciándola con movimientos circulares haciendo que su cuerpo reaccionara a su toque.

Ella entrecerró los ojos mirándolo recriminatoriamente - Claro, imagino que te encanta que me vea como el reno Rudolph - continuó ella molesta mientras trataba de zafarse para no quedar mas en evidencia de lo que estaba, aunque con cada movimiento afianzaba mas el agarre de su cuerpo y lo pegaba mas al de él.

-¿Quién es ese Rudolph? ¿Y por que lo llaman el reno? ¿De donde conoces al tal Rudolph? - dijo frunciendo el ceño indignado y molesto, y ella adivinaba que completamente celoso aunque él nunca se lo dijera. Hermione se carcajeó negando con la cabeza, tenía mucho que enseñarle sobre el mundo muggle.

Dejo de ver la figura del reno Rudolph y volteó la mirada a otro extremo mientras con su mano limpiaba disimuladamente las lágrimas sin caer de sus ojos.

Tantos recuerdos la atormentaban, sobre todo porque la mayoría eran sobre todas sus malas decisiones y la llevaron al sitio donde se encontraba en ese momento.

Respiró hondo y siguió su camino, necesitaba llegar a ese sitio antes de la medianoche, le habían dicho que estaba allí cada noche y ya tenia mucho tiempo de retraso en esa conversación.

Llegó a las parada de los taxis e hizo la gran cola para abordar uno, ahora si se le hubiese hecho muy útil poder aparecerse, pero nunca había estado en ese sitio así que no sabia bien como llegar.

Abrió su cartera y sacó la carta que había esperado por mucho tiempo para confirmar la dirección. Unas pocas líneas que avivaban una esperanza que había muerto años atrás.

Hermione:

Tienes que entender que pides demasiado y que mi lealtad siempre fue para él, y que nunca te voy a perdonar lo que le hiciste, tampoco creo que él lo haga...

Pero con todo lo que me has contado en las ultimas cartas, con todo lo que has pasado desde hace unos meses, lo único que puedo decirte es que él esta cada noche en un Bar, generalmente se queda dos o tres horas, esta ubicado entre la 5Y y 6, se llama The Red Wand, obviamente pertenece a un dueño Mago.

Te deseo suerte... La necesitaras.

Hermione suspiró y apretó la carta en sus manos tan fuertemente que sintió como si la traspasara, necesitaba más que suerte, necesitaba un gira tiempo, se arrepentía de haberlo devuelto en tercer año de Howgart. De haberlo tenido hubiese viajado al pasado, exactamente a ese día mas de dos años atrás en donde su vida cambio y le hubiese advertido a su yo del pasado que estaba a punto de cometer el mayor error de su vida.

Aunque no hubiese cambiado nada... ella era tan terca que estaba segura que hasta esa advertencia la hubiese obviado.

-Estupida Griffyndor - murmuró para si misma - la bruja mas inteligente de Howgart - bufo resignada - ¿Qué dirían esas personas si me vieran ahora?

Después de diez minutos entro al taxi y sonrió por cortesía.

-Feliz Navidad - dijo el hombre animado y ella asintió - ¿Para donde señorita?

-Vamos al Bar Red Wand esta ubicado entre calle 5Y y 6 - Hermione observó como la expresión de felicidad que tenia era borrada completamente con una de miedo y molestia.

-¿No creerá que voy a ir con mi taxi por esos lados? - dijo completamente furioso.

-Por favor señor necesito llegar allí urgentemente.

-No Señorita, quienes valoran su vida no van por esos sitios.

Hermione frunció el ceño, odiaba los mitos que se creaban alrededor de los sitios mágicos para que los muggles no se acercaran, y no eran necesarios tampoco ya que con unos cuantos hechizos desilusionadores era imposible que ellos supieran que había allí, pero se usaba como una medida de seguridad desde el principio de los tiempos.

-Por favor señor, no nos va a pasar nada.

-Lo siento. Mi familia me espera para navidad, si usted tiene deseos suicidas pues vaya a ese sitio pero yo no la llevare...

-Pe...

-¡Bájese!

Hermione lo miro con el ceño fruncido y se bajo del taxi sintiéndose completamente furiosa cuando el conductor le murmuro un Feliz Navidad.

Cincuenta minutos, diez taxis y tres tarifas normales después Hermione bajo del taxi casi empujada por el conductor frente al Bar Red Wand. Escuchó como el conductor arrancaba rápidamente dejando hasta las marcas de la rueda en el asfalto mientras ella observaba el edificio.

La fachada del Bar y de la calle general era tan deprimente, oscura y se veía tan peligrosa que entendía porque le huían a ese sitio, lo cual era mucho decir ya que era Nueva York, y por lo que ella había escuchado de esa ciudad sabia que ese sitio debía ser espeluznante en verdad para que sea evitado por los habitantes de ella.

El sitio era oscuro, vacío, estaba lleno de nieve pero negra por lo sucia de las calles, se paro frente al supuesto Bar de mala muerte que era un local tan pequeño que por lo largo de la fachada era mejor hablar de un baño más que un local comercial.

Busco la hoja y verifico la dirección, nunca se imaginaria que este fuera un sitio habitual para el que una vez llevo a un concierto muggle y peleo y refunfuño toda la noche por lo precaria de las instalaciones y lo asqueroso del sitio… pero así era, estaba en el sitió correcto.

Llegó a la puerta y cerró los ojos llamando en su interior el valor del que tanto hablaban de los Gryffindor, de ese que le hizo merecedora de su puesto y del que la acompaño en todas las batallas que vivió con Harry y Ron. Unos minutos después se dio por vencida, el valor la había abandonado y solo quedo su orgullo y si de algo estaba segura era que esa noche, en esa conversación iba a tener que tragárselo, porque todo lo que él le iba a decir se lo merecía... con creces.

Entró al local y sonrió divertida, obviamente el sitio había sido agrandado por un hechizo Engorgio, era cinco veces más grande de lo normal y todo lo tétrico y oscuro de la parte de afuera era abandonado completamente con entrar al sitio. La decoración era vino tinto y negro, y tenía candelabros por todo el sitio, había varios magos sentados en cada mesa, tal vez hayan tan pocos porque era noche vieja y la mayoría lo estén pasando con su familia.

-¿Puedo ayudarla? – se acercó una camarera rubia y Hermione asintió mirando a todo el lugar esperando no haber llegado tarde y que él se haya ido.

-Estoy buscando a una persona – contestó Hermione en voz baja.

-¿Si?

-Dra… - se cortó rápidamente – Malfoy… ¿sabe si lo puedo encontrar aquí?

Ella la miró de arriba bajo, midiéndola seguramente, tal vez no sea la primera que lo busque y tal vez esa guapa mesera sea una de sus nuevas conquistas… ¡Basta! – se reprendió a si misma, no tenía ningún tipo de derecho de pensar eso.

-Claro – dijo la mesera mirándola altaneramente al parecer había aprobado una prueba que no sabía que había cursado – Esta en su sitio de siempre - dijo señalando el fondo del local y Hermione asintió siguiendo su mirada y quedando paralizada al observarlo sentado.

Se quedo en el mismo sitio por unos segundos, y tuvo que apretar sus manos en puños para darse valor. No había pasado mucho tiempo aunque sentía que había pasado una vida entera desde la última vez que lo vio. Camino unos pasos, acercándose más agradeciendo que no la haya percibido y pueda observarlo.

Estaba mucho más guapo que antes, tenía su cabello rubio casi platino para atrás pero mas alborotado que en sus años escolares, y su piel pálida parecía que brillaba con el fuego de la chimenea, estaba jugando ajedrez mágico con otro sujeto, era en lo único que se parecía a Ron, le encantaba el juego. De pronto él volteó donde ella estaba, tal vez porque sintió su mirada y ella quedo paralizada al sentir su mirada de nuevo, alzó la cabeza, no iba a perder el enfrentamiento que se estaba llevando a cabo.

Si no lo conociera, si no hubiese estado con él lo suficiente, hubiese supuesto que él simplemente no la reconoció o ni siquiera le importo suficiente como para cambiar la expresión de su rostro en alegría, molestia o por lo menos desdén, pero lo conocía o por lo menos lo hizo un tiempo atrás y sabe que la reconoció y que esta analizando las razones por las que ella esta ahí ya que la última vez que se vieron ella le juro que no lo volvería a ver mas nunca y él solo asintió, sin rogar o pedir algo mas, no el gran Draco Malfoy, que nunca se rebajaría a verse necesitado o débil.

Camino hacía él con pasos lentos y firmes, era la hora de llegar a su destino y todo se decidiría esa noche, llegó frente a él quien la miró con indiferencia y frialdad la misma que compartió en los últimos seis años de Howgart, y que había desaparecido un poco después de la segunda guerra mágica, pero se la merecía… oh si lo hacía y la aceptaría si eso significaba volver a verlo y a estar con él un poco mas.

-¿Qué hace una héroe nacional en esta tierra perdida? – le preguntó irónicamente mientras se enderezaba en su asiento.

-Draco…

Él la observó más fríamente si es posible y con un porte tan amenazante que ella tuvo que hacer un esfuerzo para no moverse de su sitio – Granger – ella tembló por la mención de su apellido, sabía que iba a ser así, la había llamado así en el final pero igual le dolía – no te he dado mi autorización para que puedas usar mi nombre.

Ella quedó en shock por unos momentos y lo observó frunciendo el ceño, había pensado en muchas variantes, en muchas reacciones que él pudiera tener en su contra, mas esta… no la había calculado – Tengo que hablar contigo Malfoy – dijo mordiéndose él labio inferior y él la observó pensativamente.

-No tengo nada que decirte así que no me interesa – le dijo y se volteó a continuar con el juego.

Ella cerró las manos en puño y las apretó debajo de su pecho, indignada – Pues no me iré hasta que me escuches Malfoy, espero que tengas una cama adicional…

Él la observó de nuevo – Lárgate Granger

-No lo recuerdas... no te tengo miedo

Él la miró un segundo y por un momento noto un cambió en su mirada, vida debajo del cubo de hielo, pero solo fue un segundo, después se volteó a ella y se levantó rápidamente, Hermione tuvo que levantar la cabeza para observar sus ojos, había crecido aún mas en el tiempo que tenían apartados.

-Sígueme – le murmuró pasando al lado de ella y empujándola con un hombro en el proceso, ella camino detrás de él obediente, mas de lo que había sido alguna vez y se detuvo antes de golpearse con su espalda cuando él dejo de caminar abruptamente.

-Cariño – dijo Draco sonriéndole a la mesera que había atendido Hermione cuando llegó al sitio. La castaña frunció el ceño, sabía que no tenía derecho a hacerlo pero todavía lo celaba con la misma intensidad que antes - ¿puedo usar un privado? – Dijo mirando despectivamente a Hermione – Tengo un asunto desagradable que atender.

-Por supuesto – dijo la mesera sonriendo coquetamente - ¿nos veremos mas tarde? – le preguntó acercándose a él y agarrando su brazo posesivamente, marcando su territorio con Hermione y ella no pudo evitar sonreír irónicamente, si tan solo supiera…

-No lo se aún – dijo Draco molesto por el atrevimiento de la mesera, Hermione estaba segura, nunca le había gustado esas demostraciones en público, era algo que siempre había compartido con ella – La noche es joven y tengo muchas opciones – la mesera sonrió como si fuera una broma pero él no lo hizo, no estaba bromeando. Que lastima que la pobre chica no lo supiera.

Los dejó solos y Hermione retomó su camino detrás del rubio, quien le hizo una seña al mesero y abrió una especie de puerta, que tenía la misma forma de la pared y le hizo una seña, ella paso delante de él encontrándose con un cuarto, con una mesa pequeña con cuatro puestos, una chimenea encendida y dos candelabros, se sentó frente a Draco en la mesa.

-Tu dirás – dijo él mirándola aburrido.

-Quería hablar sobre… - se detuvo cuando entró un sujeto con una botella de Whisky de fuego y observó como Draco se servía una cantidad mas que generosa en uno de los vasos.

-¿Quieres? – le preguntó haciendo gala de su caballerosidad nata que no lo abandonaba en ningún momento.

-No

-Por supuesto – dijo él empezando su trago, que estaba segura no era el primero de la noche.

-Quería hablar sobre lo que sucedió hace dos años…

Él vacío su vaso y lo volvió a llenar con la misma cantidad de licor, ni siquiera hacía seña de disgusto o de ardor por la bebida caliente - ¿Y qué sucedió hace dos años? – le preguntó tranquilamente.

Ella lo miró impactada – Sabes a lo que me refiero.

-No, no lo se… - dijo él bebiéndose la bebida de la misma forma que la anterior.

Hermione se levantó de la mesa exasperada, no podía creer que eso estaba sucediendo – No hagas esto… sabes exactamente de lo que estoy hablando.

-No Granger, no lo se, y como soy él único que puede saber lo que esta dentro de mi cabeza, soy el único que puede saber lo que se y lo que no… - ella lo miró dolida mientras él tomaba otro trago - ¿Te casaste con Weasley? – le preguntó mirándola fijamente.

Ella lo observó derrotada – No – dijo un segundo después.

Él se encogió los hombros restándole importancia – En Hogwart era tu perro faldero junto con Potter, siempre se pensó que ibas a terminar casada con él y que ibas a ser la madre de cincuenta niños pobres y pelirrojos.

-No puedes estar hablando en serio… - le dijo desesperada. Él la observó fijamente y tomo otro trago – ¿No te parece que has bebido suficiente? ¿Acaso quieres emborracharte?

Draco hizo una mueca sonriendo irónicamente – No hay whisky en Nueva York para emborracharme lo suficiente.

Ella lo observó unos segundos, cínico, amargado, perdido ¿ese es el nuevo Draco Malfoy? ¿Acaso ella fue la causante?... - ¿Cuánto es emborracharse lo suficiente? – le preguntó sentándose de nuevo mirándolo fijamente.

-Buena pregunta – dijo mirándola sardónicamente – Y como siempre la sabelotodo tiene que saber cada respuesta, como toda buena niña - Ella apretó los labios fuertemente hasta volverlos una línea, pero no contesto, no le daría el gusto – Pues todo es cuestión de células cerebrales… - le respondió unos minutos después.

-¿Células Cerebrales? – le preguntó Hermione confundida.

-Exactamente – dijo él con humor – cada bebida o licor que tomas mata mil células cerebrales – ella lo miró extrañada – Pero no importa, da igual, porque tenemos miles de millones mas…

-No entiendo… - dijo ella, no entendía por qué él estaba hablando de eso, cuando tenían cosas más importantes que decirse.

-Primero mueren las de la tristeza… por eso sonríes mucho – le dijo a la vez que le entregaba un trago de Whisky y le advertía con la mirada que no la rechazara – Luego mueren las del silencio… así que hablas fuerte ¡por cualquier cosa! – dijo gritando lo último y riendo sarcásticamente.

-Malfoy…

-Pero luego mueren las de la estupidez… y solo dices cosas inteligentes y finalmente… mueren las células de la memoria… - ella quedó paralizada por esas palabras y palideció un poco – esas cabronas son difíciles de matar – dijo riendo aunque sin humor mientras bebía otro trago.

-¿Eso es lo que estas haciendo? Bebiendo para olvidar… para olvidarme – le preguntó apretando el vaso con tal fuerza que la mano se puso blanca y tuvo que soltar el agarre cuando sintió que se quebraba.

-¿Y que es lo que olvidé Granger? – le dijo con voz cansina mientras la miraba aburrido

Hermione se levantó de la mesa apoyando sus manos para buscar equilibrio – Nosotros… - dijo susurrando.

-¿Nosotros? – preguntó Draco perplejo.

-Fuimos amantes.

Él la miró como si estuviese loca y negó con la cabeza carcajeándose – Nunca tuve tan mal gusto Granger…

Ella lo fulminó con la mirada y se acercó hasta quedar frente a él – No seas imbécil Draco ¡Tu me amaste! – le dijo cerrando las manos en puños y temblando de impotencia y porque los deseos de golpearlo eran intensos.

Él la miró extrañado y divertido aunque ella observó la rabia debajo de su fachada y respiró mas aceleradamente – Me temo que estas equivocada, yo nunca he amado a nadie, y si lo haría nunca te elegiría a ti.

-Tu también me hiciste daño Draco – le dijo con los ojos llorosos y él tembló un poco, si no lo hubiese mirado fijamente y no lo conociera no lo hubiese percibido pero lo hizo y le hizo durar por un segundo sus palabras.

Él bajo la mirada un segundo – Era un niño y un idiota Granger, creía cosas absurdas y pensaba que la sangre era lo mas importante – Hermione lo vio asombrada, ¿de verdad estaba diciendo…?

-No me refiero a nuestro tiempo en Hogwart Draco.

-Yo no sé de que me hablas Granger, y es mejor que te vayas, ya me dijiste lo que me querías decir y ya yo te conteste – le dijo a la vez que se acercaba a la puerta.

-Esta bien… - le dijo mirándolo desafiante – si así quieres jugar así lo haré, quieres recordar, pues lo harás, me encargare de contarte todo, hasta lo que no sabes, hasta lo que nunca te conté – él se detuvo en ese momento, a centímetros de la puerta paralizado.

-¿Todo? – le preguntó en voz distinta y Hermione asintió enérgicamente.

-Todo – repitió ella.

Él alzó la cabeza y negó varias veces – Cuéntame esa historia Granger, ese sueño de tu cabeza en donde existió un mundo en que un Malfoy y una simple Granger estuvieron juntos.


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