¡Hola! Sé que debería estar haciendo el capítulo 25 de "Una nueva familia" y en su defecto, estar pensando en la reedición de "Charmed Ohana" pero esto se me vino a la cabeza irremediablemente...y luego de hacer la versión de este prólogo en inglés (Y aún morderme las uñas porque no sé si quedó bien o no) Vine a subir la historia en español, con una mejor calidad que la que está en inglés...pero aún con detalles que afinar, ya que no soy buena en esto pero cada día aprendo.

Un cariñoso saludo a todos, y espero que les guste esta nueva historia, que no tendrá más de diez capítulos ni menos de dos.


La casa estaba dominada por un aterrador y profundo silencio que no era interrumpido por ningún tipo de sonido, excepto tal vez, por el crepitar de la madera en llamas.

Por debajo de las cosas que cubrían el suelo de la mansión, un brazo junto a una pequeña tos comenzaron a mover algunos escombros, tratando de sacárselo de encima del resto del cuerpo para permitirse ponerse de pie y encontrar al resto de las personas que habían estado en la casa antes del ataque.

― Cielos…― Murmuró Paige al quitarse algunas cosas de encima y ponerse de pie con bastante dificultad, afirmando su brazo derecho con el izquierdo, el cual posiblemente se había quebrado al recibir el viejo reloj encima de él, pero ahora eso no importaba.

Observó al rededor preocupada: La casa era un total desastre, todo parecía estar en el suelo y/o roto; las ventanas estaban trizadas, había madera quebrada por todos lados, la mayoría de las cosas se encontraba en llamas, como por ejemplo, las alfombras chamuscadas y llenas de cenizas, las cuales se mezclaban con la tierra esparcida por el piso producto de las macetas rotas y las plantas rostizadas.

― ¡Chicas! ― Gritó al recordar a sus hermanas, las cuales no parecían estar ni cerca ni visibles; tenía que encontrarlas ahora, en ese preciso instante, habían vidas en riesgo de dejar de serlo ― ¡Piper! ― Llamó, removiendo algunas tablas y cosas del suelo para tratar de encontrarla, esperando dar con alguna señal de su hermana ― ¡Phoebe! ― Intentó esta vez, tratando de usar sus dos brazos para la búsqueda: No le importaba si estaba herida o no, sus hermanas la necesitaban ahora, posiblemente más que nunca y no podía demostrar debilidad en su intento de salvarlas ― ¡Coop!, ¡Leo!

Entre corazones rosados, la figura de Coop apareció en el medio del salón, siendo el único de sus dos cuñados que había obedecido a su llamado; posiblemente Leo se encontraba herido, o bajo los escombros inconsciente.

― ¿Ya terminaron de…? ― Coop no alcanzó a terminar su pregunta, cuando su tradicional y amable sonrisa se desfiguró y dio paso a una cara de shock y miedo, el cual se acentuó al ver lágrimas en la cara de Paige.

― No las encuentro ― Musitó comenzando entrar en pánico, al igual que él ― ¡Basurero municipal de San Francisco! ― Gritó haciendo orbitar algunos escombros que sobraban lejos de ahí, intentando con eso despejar la zona y dar con su familia lo antes posible.

Coop negó un par de veces, observando como Paige trataba de ahogar un sollozo y al mismo tiempo en que ayudaba a despejar el área para encontrarlas, comenzó a gritar:

― ¡Phoebe! ― Gritó, ayudando a despejar el área para encontrarlas rápidamente, cuatro manos funcionaban mejor que dos ― ¡Phoebe! ― Continuó gritando y moviendo cosas con toda la fuerza que el temor de perderla le daba; no podía perder a su esposa...no podía hacerlo, menos ahora, no ahora cuando al fin habían logrado comenzar una familia juntos...cuando la mujer que amaba estaba esperando a sus dulces gemelas.

― ¡Piper! ― Gritaba Paige por su parte, ignorando las tibias lágrimas que surcaban su rostro producto del terror y el miedo de perder a su hermana, y a su vez a la niña que estaba esperando, el mismo miedo que sentía de perder a Phoebe y a sus gemelas, también el que le causaba que Leo no diese ninguna señal de estar siquiera consciente, o incluso vivo...

― ¡Encontré algo! ― Gritó Coop desde el que alguna vez había sido el comedor ― ¡Paige! ― Gritó, mientras la bruja orbitaba junto a él, buscando con la vista dónde poner sus manos para comenzar a sanar a quien fuera que hubiese encontrado.

― ¡Patio! ― Dijo orbitando unas sillas y tablas que había sobre el ensangrentado cabello castaño que Coop había encontrado ― Es Piper ― Dijo identificándola en el acto y notando las varias heridas y magulladuras que tenía repartidas por el cuerpo ― Sigue buscando, tenemos que encontrar a Phoebe ― Ordenó, mientras su cuñado se levantaba y seguía la búsqueda de su esposa por la casa.

Paige puso sus manos sobre el cuerpo de Piper, rezando porque aún fuera tiempo para salvar su vida, tranquilizándose al ver las luces doradas que despedían sus dedos. Tardó un tiempo en que sus manos dejasen de brillar sobre su hermana mayor, quien comenzó a abrir los ojos lentamente cuando terminó de sanarla.

― ¿Estás bien? ― Preguntó rápida e instintivamente.

― Si...¿Ya se fueron? ― Preguntó sentándose con cuidado, afirmando su vientre de ocho meses con ambas manos, asegurándose de que estuviese bien, deteniendo finalmente su vista en lo poco que quedaba de su casa, concluyendo en que hace mucho tiempo no había un desastre como ese en el lugar.

― Si ― Asintió Paige un poco más calmada, ayudándola a ponerse de pie ― Ahora necesitamos encontrar a Phoebe y Leo ― Le explicó, mientras ambas oían los desesperados gritos de Coop por encontrar a su esposa, y se unían a ellos incluyendo también el nombre de Leo.

― Yo...¡La vi caer cerca de la cocina! ― Recordó Piper, emprendiendo rumbo hasta el lugar en donde parecía haber pasado un torbellino de tal magnitud que había logrado tirar todo al suelo; desde el microondas y la cafetera, incluyendo también el refrigerador.

― ¡Phoebe! ― Gritaron ambas al mismo tiempo, al notar como debajo de varios platos, servilletas y cristales rotos, se encontraba la hermana del medio, totalmente inconsciente ― Voy por Coop ― Dijo Piper saliendo de la cocina, sabiendo que Phoebe estaba en las mejores manos junto a Paige.

Ya había pasado más de media hora sin que tuvieran noticias de Leo: habían dado vuelta la casa entera, recogido escombros, apagado el fuego y usado el péndulo, pero parecía que no estaban en ninguna parte, prácticamente había sido borrado del mapa.

― Piper, descansa un poco, te diste un buen golpe, no olvides que estás embarazada ― Le pidió Paige, tratando de sentir a Leo sin que esto diera frutos.

― No me pidas que me quede tranquila cuando mi esposo puede estar muerto ― Reclamó tratando de recitar algunos hechizos que, aunque tenía claro que no funcionarían, era lo único que le hacía creer que estaba haciendo algo productivo por encontrarlo y no la dejaban impotente, viendo como los minutos pasaban y no se sabía nada de su marido.

― Piper, vamos a encontrarlo ― Dijo Phoebe comprensivamente, tratando de tomar su mano ― Pero no sacas nada si no te cuidas a ti misma primero.

Paige observó la angustia de Piper y se puso en su lugar, ¿Qué pasaría si fuera Henry el que estaba faltando?, no era que Leo no valiera lo suficiente como para preocuparse, pero perder al amor de tu vida sin poder evitarlo debía ser lo peor que podría pasarle a alguien.

― Voy a subir ― Decidió harta de no tener resultados ― Quizás sepan algo, y si no saben, los obligaré a saberlo pronto.

Billie asintió e hizo que tanto Piper como Phoebe se recostaran sobre los sillones para descansar un poco, mientras todas vieron desaparecer a Paige entre luces blancas y celestes, dejando atrás un halo de miedo y malos presentimientos en el salón.

Al llegar arriba, pudo ver como la mayoría de los ancianos parecían tristes y deprimidos, conversando sobre algún terrible acontecimiento, que por lo que presentía, había ocurrido hace muy poco; tenía curiosidad por saber qué había pasado, pero la búsqueda de Leo era mucho más importante que averiguar el último chisme del cielo.

― Lamento interrumpir el momento ― Se disculpó, sin lograr ocultar su nerviosismo ante Johan, el anciano con quien estaba hablando ― Pero vengo de abajo, mis hermanas y yo necesitamos a Leo y no...y no tenemos ninguna señal de él...no lo puedo sentir y ni el péndulo ni los hechizos han podido traerlo de vuelta o decirnos donde está, ¿Saben que le pudo...?

La expresión del hombre de mediana edad que tenía en frente le hizo callar; sus ojos parecían tristes, como si hubiese estado llorando hace poco y no se atrevía a mirarla a la cara para responder la pregunta que había ido a hacer.

― ¿Algo anda mal? ― Balbuceó comenzando a intuir que el revuelo que había arriba era precisamente por el luz blanca que ella estaba buscando.

― No sé...como decirte esto Paige ― Comenzó a decir Johan preocupado, mirando los ojos de la chica que tenía enfrente, los cuales habían comenzando a empañarse mientras su cabeza negaba rápida y repetidamente, negándose a creer lo que aquél sujeto estaba a punto de confirmar ― Leo...él...ha muerto.

Paige cerró los ojos con fuerza y dejó caer las lágrimas por sus mejillas, sintiendo como una fuerte punzada en su corazón le recordaba que tendría que ir y decirlo en casa ¿Cómo se suponía que iba a decirle a su familia que Leo estaba muerto?, ¿Qué jamás iba a volver?, ¿Cómo podría explicarle a Piper que el amor de su vida se había ido para siempre?

― ¿No...no hay nada que podamos...que podamos hacer? ― Preguntó abriendo los ojos despacio, tratando de recomponerse mientras tomaba aire profundamente y evitaba que las lágriams quebraran su voz.

Johan negó con la cabeza sin decir una palabra, permitiéndole continuar.

― ¿Qué le voy a decir a Piper? ― Preguntó derrotada, sintiendo como sus piernas empezaban a tiritar y sus rodillas apenas lograban sostenerla ― Está embarazada...mis sobrinos, ¿Qué van a hacer sin su padre? ― Agregó tapándose la boca, pensando en el momento en que tuviera que hablar, poniéndose en el lugar de esa familia, sintiendo el dolor de Piper.

No recibió ningún tipo de respuesta de parte de nadie, pero las cosas no iban a quedarse así: ya habían derrotado y burlado a la muerte muchas veces, tantas que no podía contarlas...iría a casa, le diría la verdad a sus hermanas y traerían de vuelta a Leo antes de que pudiera pestañear.

Lo que Paige no recordó, es que a pesar de todas las veces en que pudieron revertir los efectos del ángel de la muerte, la familia Halliwell se apuntaba cinco fracasos: Andy Trudeau, Allen, Patty, Penny y Prudence Halliwell…y Leo, sería el sexto y el último durante unos años en esa lista.


Este es el prólogo, espero que les haya gustado... No sé cuando tendré el siguiente capítulo, porque mi prioridad por ahora está en "Una nueva familia", pero espero tenerlo pronto.