Kansas – Dust in the Wind
Si el Impala pudiera hablar, tendría muchas historias que contar. Historias felices, historias tristes, unas menos que las otras.
Si el Impala pudiera hablar, lo más probables es que no contara ninguna de ellas, porque le pertenecen, a ella y sus tres protagonistas.
Si el Impala fuera una persona, sería una mujer, una chica morena, de ojos profundos y oscuros con una sonrisa condescendiente y seria fuerte y amable a la vez y se dedicaría a consolar y cuidar a las tres personas que más le importan en el mundo.
Pero por, el Impala corre por una carretera sin nombre, los neumáticos casi volando por la pista y siente que en realidad no toca el suelo. Hace calor y el metal quema, quema el caucho de las llantas. Si el Impala fuera un persona, sudaría y resoplaría como hacen las tres personas que van dentro, una esperando llegar al próximo pueblo, el otro preocupado por su hermano y el último, pensando que no quiere estar allí y le gustaría saber a dónde van.
Hace calor, y el viento que levanta polvaredas está caliente, arde y sus miles de partículas de polvo chocan contra las ventanas subidas del Impala.
El Impala corre un poco más y un poco mas y tiene una sensación apacible, como la sensación de sueño en las tardes cálidas, tan tenue como el ronroneo del motor y continúa corriendo hasta detenerse unos kilómetros más adelante, delante de una gasolinera. El Impala sabe que ahora Jhon le llenará el tanque y aprovechara para comprar algo de comer. Dean pedirá chocolates y cereales para Sam.
(Si entonces, en ese momento el Impala pudiera ser una persona…)
Sam y Dean bajan. Sam arrastra los pies, frunciendo el ceño mientras mira la inmensa carretera y el aun más inmenso desierto. Tiene ocho años y está lleno de preguntas y dudas. Dean le sigue y lo observa apoyado en el Impala y su mano mientras la toca (hace muchos años, el mismo Dean decidió que ese sería su auto y la acaricio antes de que naciera) forma una caricia vaga.
Hace calor. El aire está caliente y a Sam le quita todo el buen humor que podría haber tenido, le agobia y abre la boca para decir algo.
-¿A dónde vamos, Dean?- dice- ¿Por qué nos fuimos…?
El aire sopla, traicionero, y se atraganta con el polvo que le choca en la cara. Dean le mira mientras tose, parpadea y suelta la risa. Sam escupe y le atraviesa con la mirada, dolido y enojado.
(Si estos momentos, el Impala fuera una persona, tal vez se acercaría a Sammy y reemplazaría a la madre muerta…)
Dean se va por un momento y regresa con una botella de agua mineral.
(Pero Sammy todavía tiene a Dean para eso)
-Toma- dice. Es un niño, tiene doce apenas y para ese entonces ya había perdido toda la inocencia.
-No quiero estar aquí- dice Sam después de tomar un trago de agua y escupir de nuevo.
-Ya. ¿Y dónde vas a estar si no?- Dean sonríe condescendiente y empuja a Sam despacito hacia el auto y Sam se deja hacer, murmurando algo en voz baja.
Y el Impala no es una persona, pero sonríe y cuando Jhon regresa los encuentra a ambos sentados en el asiento trasero del Impala. Sam se enfurruña y se pega a la ventana, lo más lejos que puede de Dean y Dean sonríe y le ignora, pero no se mueve de su lugar.
Hace calor, todos sudan y el Impala piensa en ella como la única cosa que les protege de las inclemencias del tiempo y piensa que debería poder protegerlos de todas las otras cosas también.
N/A: Hola, bueno pues otra historia mas, espero que les haya gustado y bueno, cualquier comentario, pulsen el boton verde!
