Naruto Copyright © Masashi Kishimoto
!advertencia: Slash«Shota.


De juegos infantiles
ddeiSmile


I: De juegos y—gatitos.


Alzó entre sus manos al pequeño animal y éste se aferró a la piel pálida con sus uñas largas pero diminutas dándole una sensación graciosa en la piel, de inmediato acogió al felino en su regazo logrando así que los latidos del corazón que resonaban contra su piel con fiereza se calmaran*

Observó con cuidado a la pequeña; analizándola, memorizando cada detalle, buscando defectos que pudieran desagradarle. De inmediato se planteó que era demasiado pequeña, podía compararse a una bolita de estambre peluda con algunas rayas en blanco que se disfrazaban fácilmente bajo el oscuro y largo pelaje. Y tras todo aquél manto de negros, blancos y grises muy opacos sus ojitos resaltaban con su azul perlado.

Tan llamativo que sin duda le gustó mucho.

Decidido.

Frunció el ceño al escucharla maullar. Esperaba que la pequeña no fuera escandalosa ya que sin duda había pasado a ser parte de la familia y los Uchiha eran discretos e impasibles, ahora que era suya —y de nadie más— había pasado a portar su apellido por lo que debía aprender a honrarlo.

Mikoto sonrió al ver como abrazaba posesivamente a la minina quien de inmediato buscó sacar la cabeza para respirar apenas siendo distinguida por sus ojos entre tanto negro, una imagen más que adorable.

—¿Quieres éste, Ita-kun? —se inclinó acariciando los cabellos de su hijo.

Itachi asintió, aquello fue como una señal para la mujer de cabellos marrones junto a su madre quien desapareció en el instante, bastante conmovida, para esperarlos en la caja.

Mientras caminaban —Itachi con la atención fija en los nuevos implementos que tendría que comprarle a la pequeña— Mikoto se aventuró a sacar a su hijo de sus pensamientos.

—¿Y cómo la llamarás?

Mushu —respondió sin titubeos.

Ése 'regalo' había sido su recompensa por salir de Konoha sin quejarse, claro que jamás lo habría hecho, pero Mikoto confiaba en que el tener una nueva mascota le haría bien.

Recordaba a la perfección el momento en el cual compró a Mushu ya que, actualmente, no estaba tan seguro de haber tomado la decisión correcta. No debió dejarse engañar por su madre y los hermosos ojos de Mushu, debió pedir que le permitieran quedarse en Konoha para poder entrenar; conociendo a su padre aquél argumento habría ganado cualquier súplica de parte de Mikoto.

Suprimió un suspiro mientras veía desde la lejanía a su padre observar los juegos bastantes emocionantes que la pelinegro planeaba y ejecutaba con Sasuke.

Sabía que Fugaku tampoco estaba feliz con aquél viaje, la excusa de todo aquél complot era que su madre había quedado algo débil tras el parto de su hermano y según su padre merecía unas vacaciones. Le sorprendía que ambos Uchihas supusieran que aquella mentira podría convencerle, después de todo para ése tiempo Sasuke ya tenía dos años y medio.

De pronto una cabellera dorada se interpuso en su visión deteniendo al mismo tiempo el hilo de sus pensamientos y al buscar lo que hacía aquella niña torpe se dio cuenta que acariciaba a Mushu.

Su Mushu.

La ceja derecha del moreno se alzó con parsimonia —odiaba que tocaran lo que era suyo— y tras unos segundos la mirada de la rubia también.

Itachi se sorprendió por la belleza de aquél azul cielo. Se preguntó mentalmente si cabría la posibilidad de padecer algún tipo de fetiche con ése color pues esos ojos le habían gustado. Observó a la niña con cuidado, incapaz de notar que ésta le había hablado, detallando cada parte en ella.

—¿Eres sordo o bobo? —volvió a hablar— ¿o es que simplemente no quieres decirme cómo se llama, hn?

La ceja izquierda siguió pronta a la derecha al escuchar con atención la voz de aquella persona, una vez más se perdió en sus pensamientos.

—¿Eres niño? —preguntó frunciendo el ceño.

Un tono carmín invadió con fiereza las mejillas del rubio el cual alzó su puño derecho dispuesto a estampárselo en la cara al moreno. Éste, sin embargo, tomó la muñeca jalándolo hasta él en un intento por verlo mejor.

Mushu saltó un espacio lejos de su amo al ver como el rubio tomaba su puesto entre las piernas del Uchiha. Itachi observó con cuidado al rubito; analizándolo, memorizando cada detalle, buscando defectos que pudieran desagradarle y como había sucedido con Mushu el rubio le gustó.

—No importa —murmuró sin variar su expresión—, serás mi nueva mascota.

Deidara abrió sus ojos a más no poder totalmente azorado, aquél niño comenzaba a ganarse un odio profundo de su parte. O tal vez estaba confundiendo la tormenta de sentimientos que comenzaba a abrirse paso por su torso; aquellos ojos ónix parecían gritarle que los adorara.

Y algo que sabía a la perfección era que el arte debía ser adorado.


—Me encontré una mascota —bisbisó el moreno mientras terminaba su última bolita de dango— y he decidido quedármelo.

—Cuidar una vida es una responsabilidad muy grande Itachi, dos lo es aún más —habló Fugaku.

—Éste es —sopesó sus palabras unos instantes—… especial. Es mío y quisiera quedármelo.

Aquella respuesta no daba lugar a una negación. Fugaku bajó la mirada para seguir comiendo, conociendo que evitar aquello sería imposible, Itachi era demasiado posesivo y si ya lo había proclamado como suyo así sería, incluso cuando había intentado mostrar sumisión para poder conseguir una aceptación conocía que buscaría quedárselo por todos los medios posibles.

—¿Y dónde está, Ita-kun? —preguntó Mikoto limpiando la boquita de Sasuke—, ¿Dónde lo tienes?

Los ojos de su hijo se iluminaron por un momento fugaz con un aire lleno de orgullo. Sin responder se levantó en dirección a la puerta y tras unos segundos apareció con la mano entrelazada a un rubito levemente más bajo que él.

—Él es gatito.

Deidara frunció el ceño sonrojándose.

—¡Ya te dije que me llamo Deidara, hn! —gruñó, desviando el rostro.

Itachi lo observó de reojo y alzó su mano acariciando los cabellos del menor.

—Es más ruidoso que Mushu —aclaró con aparente resignación—, pero así me gusta.

Fugaku y Mikoto se miraron entre sí sin caber en la sorpresa y aquella mirada que mostraban sus padres no le agrado, alzó su barbilla mostrándose más decidido que nunca y de forma sutil atrajo el pequeño cuerpo del rubio, aferrándolo a su lado.

—Es mío —repitió de forma recelosa.

Extrañamente el rubio tampoco quería alejarse de Itachi y aquella situación enterneció a ambas madres.

Como una salida Fugaku le hizo escoger entre Deidara y Mushu. Itachi se había ganado un golpe de parte del rubio al ver que lo pensaba demasiado y terminó por aferrarse a la suave manita de su gatito nuevo.

De cualquier forma Mushu se pegó a la pierna del rubito ronroneando con ternura mientras que Deidara murmuraba algo parecido a: "Uwah, ya entiendo por qué lo pensaste tanto, Itachi. Siendo tú me quedaría con Mushu". Aquello se había ganado una mirada despectiva de parte del moreno al verse traicionado. No sabía si canalizar su molestia contra Mushu por robar la atención de su rubio o contra el menor por atraer la atención de la minina.

Pero nada comparó a lo que sintió cuando el menor le soltó la mano para tomar a la gata, se sintió más que indignado, celoso no, indignado.

Deidara se acunó cerca del mayor abrazando a Mushu mientras una nebulosa de cansancio comenzaba a rodearle. Sus ojitos se cerraron lentamente mientras soltaba un pequeño bostezo y así, entre el mundo de los sueños y la realidad, murmuró:

—Hnm, Itachi —hizo una pausa sin percatarse de la molestia en el aludido—. Mushu es como nuestro Sasuke, ¿verdad? —preguntó tímidamente.

Observó de reojo al rubito y notó que éste se había quedado dormido contra su hombro, repitiendo las acciones que su madre solía hacer cuando se encontraba en una situación similar, cubrió al rubio en un suave abrazo y analizó sus palabras en el silencio de la noche.

No podía esperar a llevárselo a casa y mostrarle todos sus juguetes.


Continuará.


!βeta r: Murder the gaa.

Regresé al principio porque sentía que si iba a comenzar con una nueva etapa del fic debía sentirme totalmente satisfecha con lo anteriormente escrito, así que agregué párrafos, quité otros tantos, escribí nuevas cosillas, etc xD.

*Decidí agregar ésta pequeña parte porque cuando cargué a Mushu por primera vez su corazón latía fuertemente y quedé maravillada de sentirlo. Claro que ella comenzó a temblar mientras me clavaba las uñas aterrorizada de la altura y por eso la acogí entre mis brazos apoyándola en mi pecho, como si cargara a un bebé, así ella se calmaba.

*Para ver una foto de Mushu podrán irse a mi perfil en y dar clic en el link que dice "Mushu" (Yo y mi originalidad, por favor) allí se abrirá en una nueva ventana mi fb con su fotito.