Era tarde y yo estaba en medio de una calle totalmente desolada. Llovía a cantaros y era de noche.

-Agh-. Hice una mueca, el paraguas que tenía se me resbalaba.

Mi destino era llegar a la casa de mi madre, que recientemente se había cambiado de vivienda. Y ni siquiera sabía donde quedaba. Me dirigí a una cabina telefónica para llamar a mi madre y decirle que me iba a casa ya que estaba perdida y era demasiado tarde. Pero cuando dí un paso hacia la cabina, algo muy rápido pasó por detrás mío. No pude ver que era pero probablemente era una persona. No, no era persona.

Recordé que en el diario de esta mañana salía que en el pueblo habían sucedido varios asesinatos. Pero no se me ocurrió pensar en eso cuando salí de mi casa y ya me vi involucrada en un extravío de calles.

"Camina. Solo camina como si no lo hubieras visto." Me alenté a mi misma buscando algún local con comida rápida que me ofreciera seguridad.

Caminé derecho unos minutos cuando vi mi salvación en un local que decía "Express food" con un letrero de luces de neón.

La persona que me había estado acechando venía detrás mío. Si, yo la podía sentir. Podía sentir sus grandes y firmes pasos. No aguanté la curiosidad y lo miré por el rabillo del ojo. Era un hombre con el pelo castaño claro. Tenía un abrigo de cuero que no le permitía mojarse. "Estas metida en un buen lío" pensé. Era cierto, estaba metida en un buen y gran lío. Alcance a empujar la puerta del local y ver su tallado rostro de Adonis a mi lado. Si no hubiera sido por la campanilla que sonó al empujar la puerta me habría quedado allí. De pie mirándole como boba.

Cerré el paraguas dentro del local. Tenía una música de fondo reconfortante y el ambiente era iluminado.

Me senté temblorosa en una silla. Saqué de mi bolsillo unas pastillas tranquilizantes y se me cayeron. Las recogí y al levantarme el hombre que había visto estaba frente a mí sonriendo sarcásticamente. Ni siquiera había sonado la campanilla. Me quede atónita al ver su sonrisa perfecta y se me olvidó por qué estaba allí y a qué le tenía miedo.

-Finge-. Susurró, su voz me abrazó de una forma inquebrantable.

-Disculpe, ¿Qué desea?-. La miré a ella y luego a él para ver si era un sueño. Pero no era así. Él estaba allí sentado mirándome fijamente.

-Un vaso de agua, por favor-. Susurré apenas.

-Uhm, pero eso no cuesta nada-. La chica miró a el hombre y él también. Se miraron fijamente durante unos instantes.- Se lo daré de parte de la casa, a demás estamos cerrando y a juzgar por la lluvia diría que es más fácil que se vaya temprano-. Abrí la boca para protestar pero algo me lo impidió.

Asentí sin muchas energías. La chica se dio media vuelta y fue a la cocina. Me di cuenta que alguien me estaba mirando. Y allí estaba el Adonis con ojos de color verde oliva.