Disclaimer: Ni Dragon Ball ni sus personajes me pertenecen.

Capítulo 24

¿Qué hubiera pasado si…?

Era una noche fría y ventosa, por más que lo intentaba no conseguía conciliar el sueño. Milk calmadamente abandonó su cama, las sombras de los árboles cercanos entraban por la ventanilla abierta a su costado. Esta vez el miedo no nubló su juicio, con quietud caminó hacia la ventana asomando su rostro por medio de ésta, observando así, el panorama nocturno circundante.

Las montañas eran acariciadas por las constantes ráfagas de viento gélido que provenían del norte, provocando que las ramas de la abundante vegetación del bosque se bambolearan. La pequeña casa permanecía sumergida en el infinito silencio, un silencio que empezaba a ensordecerla con el pasar de cada día.

¿Qué hubiera pasado si…?

Repitiéndose una y otra vez, una pregunta revoloteaba en su mente ensimismándola profundamente. Lentamente su vista se dirigió hacia un punto determinado, ahí, justo detrás del tronco de un manzano, la luz de la luna iluminaba la silueta de una lápida. Moldeada de piedra dura, ésta ha perdurado a lo largo de estos trece años de tribulaciones.

El nombre de su marido yace gradado en la losa rocosa, Goku al sucumbir por esa extraña e incurable enfermedad cardíaca, jamás pudo haber imaginado el infierno que solos meses después caería sobre la Tierra. El cual, le arrebató la vida a casi toda la población mundial, incluyendo por supuesto, a los más cercanos amigos del héroe que luchó contra el tiránico Freezer.

¿Qué hubiera pasado si…?

Milk sin apartar su mirada de la tumba de su esposo, nuevamente formuló ese cuestionamiento que llenaba de sueños e ilusiones su cabeza. El hubiera, se transformó en una puerta, un pasadizo secreto hacia otra realidad alterna, en la cual, la viuda Son vio con vida a su Goku, presenció como su primogénito en lugar de participar de batallas sangrientas, creía como ella siempre soñó.

No había androides, ni ciudades destruidas. Aquel orbe azulado, giraba con tranquilidad en torno a su estrella regándoles a los humanos un alba nueva cada vez. Aún dentro de ese espejismo de paz, Milk escuchó la risa alegre de un infante. En un comienzo, no fue capaz de reconocer esa voz que la llamaba. Como un espectro, la figura de un niño idéntico a Goku corrió a su lado.

¿Qué hubiera pasado si…?

Asustada sus ojos regresaron la horrible verdad, juraría por el mismísimo Kamisama que sintió a ese espíritu rondando su alcoba paseándose junto a ella. Tal vez, en otras circunstancias, su familia habría sido conformada por un miembro más. Sin embargo, tal noción no pasaba de los límites de un mera especulación, una bella teoría.

Pronto el cansancio la condujo de regreso a su blanda litera, si bien aún no es una anciana, los reiterados sobresaltos y preocupaciones que su corazón recibía, la hacen sentir como si lo fuera. Sin duda alguna, su más grande ansiedad recae en su único hijo. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que lo tuvo frente a ella, Gohan se esfumó hacía tanto que incluso especuló su muerte.

– ¡Gohan, vuelve a casa, vuelve a casa! –recitando esa frase, se perdió en los dominios de la somnolencia.

¿Qué hubiera pasado si…?

Las manos le ardían tremendamente, Bulma no pudo seguir soportando y retiró de ellas el par de guantes que las cubrían. Ambas eran revestidas por diminutas ampollas, que le causaban un agudo dolor a la veterana científica. La señora de cabellera azulada, las observó por varios minutos antes de sumergirlas en un recipiente de agua helada.

Aunque las técnicas de combate no eran su especialidad, la heredera del Doctor Briefs era claramente una experta en todo tema que esté relacionado con la ciencia. Y precisamente, dando usó de tal intelecto confeccionaba con su propio esfuerzo, lo que para ella era la solución definitiva al calvario que la humanidad ha tolerado por más de una década.

¿Qué hubiera pasado si…?

Observando el artilugio que creaba, Bulma trajo a sus pensamientos varias de sus vivencias pasadas. Aún recordaba perfectamente cuando inició la que sería su búsqueda más grande, siendo apenas una adolescente emprendió un viaje que gradualmente se llenó de aventuras. Conoció a personas singulares, criaturas sobrenaturales, y objetos mágicos.

Las esferas del dragón, fueron el común denominar en su travesía por toda la Tierra, y más allá de ella. Asimismo, éstas también acarrearon individuos malvados que las codiciaban por motivos egoístas. Y exactamente, uno de esos sujetos infames, terminó siendo parte de su vida de un modo que nunca imaginó.

¿Qué hubiera pasado si…?

Vegeta, aquel asesino y cruel guerrero espacial, la marcó para siempre como ningún otro hombre. Cuando lo conoció no pudo haber vaticinado que años después, compartirían el mismo lecho dándole entre sí, el placer y el amor que por dentro escondían. De esa relación fugaz, un niño surgió tomando de los dos, tanto sus mejores cualidades como sus peores pecados.

Bulma trató de imaginar vagamente, los eventos que se habrían dado de no asomar sus caras los androides. La madura dama soltó una suave risa, Vegeta posiblemente entrenaría a Trunks con rudeza y sin contemplaciones. Lo moldearía proporcionándole el temblé de un gladiador, haciéndolo sentir orgulloso de pertenecer a la raza saiyajin.

¿Qué hubiera pasado si…?

Sus padres consentirían al chico hasta más no poder, el Doctor Briefs construiría cientos de juguetes para Trunks, y su madre, lo alimentaría con toda clase de postres y golosinas. Bulma suspiró, en su realidad tales acontecimientos no ocurrieron, pero quizás, en un distante escenario alternativo, éstos sí verían la luz del día.

Dejó las fantasías a un lado, sujetó el destornillador y la llave de tuercas con sus manos. Aquel dispositivo, permitiría que esas ilusiones dejen de ser sólo eso. Su familia vivirá, Goku jamás morirá por un patógeno microscópico, Gohan no sufrirá el dolor que ha padecido, el planeta entero girará alrededor del sol rebosante de vida.

¿Qué hubiera pasado si…?

El hubiera dejará de representar los sueños y esperanzas de los humanos, convirtiéndose así, en hechos tangibles que serán parte de la experiencia que conlleva estar vivo. De la misma forma que se puede leer un libro luego de leerlo previamente, el universo se reiniciará en un nuevo cosmos que les regalará una segunda oportunidad a cada entidad que lo habite.

Todo volverá a comenzar desde su génesis.


¡Muere basura!

Abrió los ojos de golpe, su visión se encontraba distorsionada, era tanto el extenuante cansancio que éste opacaba el agudo dolor en sus entrañas. Lunch gateó lentamente sobre el piso cubierto de rocas, con sus manos palpó el inquietantemente alto nivel de humedad que poseía el blando terreno. La cual resaltaba aún más, por su vívida tonalidad rojiza.

Continuó arrastrando su herida anatomía sin rendirse, sus tímpanos ensordecidos no le permitían escuchar los interminables retumbos que se hacían presentes a sus alrededores. Pronto sus brazos ya no pudieron seguir, pesadamente se dejó caer apoyando su barbilla en una dura roca. El desgarrador malestar en su abdomen, fue ganando intensidad al pasar de los segundos.

Poco a poco, sus lastimados oídos fueron recuperando su capacidad auditiva. Los gritos y lamentos de pesadilla, se adueñaron de su atención por completo. La osada criminal, se vio paralizada al escuchar como las vidas de las personas que la acompañaron los últimos años, eran robadas por aquellos demonios que sumergieron al mundo entero en ese averno.

– ¡Maldición! –Lunch se dio la vuelta, al hacerlo la dolencia en su estómago se manifestó nuevamente haciéndola sentir como si su cuerpo se desgarrara por la mitad– ¡maldita sea, maldita sea!

Al inspeccionarse a sí misma, descubrió una enorme lesión en su vientre. Se trataba de una penetrante quemadura que a pesar de sangrar levemente, resultaba de una laceración casi mortal. Dicha dolencia, se asemejaba muchísimo a los típicos traumatismos que generaban las ráfagas de ki disparadas precisamente por los androides.

– ¡Diablos! –habló antes de escupir una gran cantidad de sangre, la antigua delincuente no tardó en darse cuenta que no sobreviviría esta vez.

La ladrona de cabellera dorada adornada con un listón rojo, desde su posición actual observó lo mejor que pudo el ambiente que la rodeaba. Varias columnas de humo negro y espeso se elevaban hasta más allá de las nubes, no muy lejos de ella miró los incontables cuerpos tendidos de los fallecidos.

En un santiamén, sus verdes globos oculares distinguieron algo entre las llamas a la distancia. Eran ellos, allí estaban mirando silenciosamente la obra que una vez más resultaba de su autoría. Sin embargo, los hermanos robóticos y ella no eran los únicos que se hallaban en ese sitio. Al voltear la mirada, Lunch notó la presencia de una persona musculosa.

Tal individuo, abrazaba con fuerza a una señorita cuyos cabellos oscuros caían rígidamente al ser halados por la gravedad. A pesar de tener a las dos creaciones del Doctor Gero a sus espaldas, su mirada se mantuvo clavada firmemente en él. Ese sujeto corpulento con pausa se giró suavemente, provocando que ambos tuvieran un inusitado intercambio visual.

Su rostro marcado con cicatrices reflejaba un dolor indescriptible, contra su pecho acogía a esa mujer como si se resistiera a la idea de dejarla ir. Un destello en su mente la estremeció, esa cara y esa vestimenta se parecían increíblemente a alguien de su ya lejano pasado.

– ¿Goku? –Preguntó en voz baja– ¿Goku, acaso eres tú?

Lunch jamás olvidaría ese uniforme de pelea, pese a los años que han transcurrido de su memoria no borraría nunca, el hombre que fue Son Goku. No obstante, se sentía abismalmente confundida. Ese desconocido se asemejaba a él aunque al mismo tiempo no era así, tal conclusión la tomó al percatarse de la ausencia de uno de sus brazos además de la expresión iracunda que ostentaba.

– Te lo dije dieciocho, sigue vivo.

– Levántate Gohan, no hemos acabado aún.

Ella escuchó las voces de los androides detrás de él, fingiendo estar muerta no movió ni un músculo. Aquel nombre rebotaba en su cabeza sin parar, haciendo eco profundamente en su mente. Su condición agonizante le había causado que perdiera la lucidez al pensar, pero ésta retornó enormemente otorgándole su acostumbrada nitidez mental.

– Gohan, ya te recuerdo–susurró.

Si bien sus párpados fueron derrumbándose al no resistir más tiempo consciente, en sus pensamientos, logró revivir los sucesos ocurridos desde su exacto punto de inicio. Por un instante, pareció como si la realidad misma diera marcha atrás. El sol se congeló en su lugar y gradualmente regresó sobre sus pasos antes de volver a andar en su sentido natural.

– ¡Arriba holgazanes, arriba!

La noche anterior les permitió sentirse como en sus viejas épocas, comieron y rieron hasta altas horas de la madrugada olvidándose completamente de sus miedos. Al llegar el amanecer, los integrantes masculinos y femeninos de su caravana, yacían tirados en el suelo durmiendo plácidamente.

– ¡Despierten de una vez!

Lunch a diferencia de los demás, con una gran disciplina preparó su armamento mientras estos celebraban. Cada día era una nueva batalla por sobrevivir, lo que se hizo ayer ya no cuenta para hoy. Habiendo aprendido amargamente esa regla, la que fuera la ladrona más buscada en la Tierra se dispuso a continuar con su viaje sin rumbo.

– Tienen cinco minutos, los que no estén listos se quedarán aquí para siempre–al ver como sus partidarios despertaban, ella en tono autoritario les ordenó.

Atrás quedaron las latas vacías de comida y los residuos de las fogatas apagadas, aquellos automóviles oxidados y cubiertos de polvo volvieron a rodar recorriendo el interminable desierto que progresivamente iba adueñándose del planeta. Sus ojos se mantenían vigilantes del camino, no sabía porqué pero un extraño escalofrío le recorría la espalda haciéndola pensar con paranoia.

Sobre su regazo, descansa su ametralladora la cual sostenía fuertemente con sus manos sudorosas. La ansiedad comenzaba a matarla, una insoportable inseguridad se apoderó de su raciocinio sin explicarse la causa de dicho malestar.

– ¿Se siente bien jefa? –El conductor de su camioneta le consultó al notar su mal aspecto.

– ¡Cierra la boca y continúa! –replicó enfadada por su intromisión.

Miedo, aquello que experimentaba era miedo. Pánico a qué, se preguntó interiormente, no era normal que ella reflejara pavor por algo. Al girarse miró el paisaje deshabitado que los acompañaba desde hacía mucho, tarde o temprano el momento de fallecer tocaba a la puerta de todo ser viviente.

Aunque ignoraba los elementos que se escapaban de su entendimiento, intuyó que de continuar en la dirección en la que viajaba llegaría irremediablemente al final de su vida. Por años huyó de la muerte, pese a conseguirlo con éxito, ya estaba harta de hacerlo. Llenándose de valor no le pidió al chofer que cambiara de ruta, decididamente quería enfrentar tal sensación de terror.

Habiendo desechado los mapas que poseía por considerarlos inútiles en la actualidad, ni ella ni sus seguidores sabían con exactitud en qué sitio se ubicaban. Por tal motivo, transitaban en territorios que desconocían, pese a eso, fueron adentrándose más y más en ellos. El paisaje circundante era idéntico en cada kilómetro de recorrido, solamente algunas plantas marchitas decían presente.

– ¡Mire allí jefe, allí!

– ¿Qué es?

En la lejanía, más allá de la vista, una serie de siluetas comenzaban a conformarse a medida que proseguían desplazándose. Lunch se mantuvo en silencio total al verlas fijamente, interiormente debatió consigo misma si aquellas sombras eran las culpables de la incertidumbre que la carcomía. Pronto tales figuras fantasmales, tomaron la apariencia de numerosos edificios.

– ¿Qué lugar es este? –el hombre al volante, cuestionó abiertamente al percatarse de los abundantes restos de vehículos de guerra que se hallaban esparcidos por doquier.

El convoy no disminuyó su velocidad al verlos, por el contrario la cantidad de tanques destruidos y aviones derribados colocados tanto a la derecha como a la izquierda les dio la bienvenida silentemente. Un detalle curioso fue notado por algunos de los seguidores de Lunch, en dichos instrumentos bélicos se apreciaba la insignia del Rey del mundo.

Al encontrarse ante un letrero descolorido, los neumáticos dejaron de rodar permitiéndoles a los individuos dentro de esos autos bajarse para explorar.

– Ahí está la respuesta a tu pregunta–Lunch le comentó a su conductor, señalándole el corto mensaje que se leía en el rótulo.

– Usted se encuentra en la Capital Central, hogar de su majestad el Rey–una de las mujeres que viajaba en la caravana leyó en voz alta la frase grabada en esa placa metálica.

Cuando la Tierra vivía tranquilamente, el globo era regido por un único gobierno monárquico y centralista. A la cabeza de éste, el monarca desde su trono dirigía el destino de los habitantes del planeta. En el momento en que los androides hicieron acto de presencia, el líder político del orbe envió a sus fuerzas armadas en reiteradas oportunidades para hacerles frente.

Lamentable y predeciblemente, el ejército mundial fue incapaz de derrotar a los hermanos robóticos. Con el pasar de los años, la milicia fue brutalmente reducida a unos pocos regimientos. A diecisiete y a dieciocho les fastidiaba que esos insignificantes soldados los desafiaran, ya que estos resultaban ser oponentes con un bajísimo nivel de pelea.

Como consecuencia de la disminución de los militares, la población civil quedó totalmente indefensa a las hostiles visitas que los autómatas realizaban en sus ciudades. Fue sólo cuestión de tiempo, para que la Capital Central sufriera el mismo trato que las demás metrópolis. Ésta resistió milagrosamente por muchos meses a la devastación global, pero su suerte estaba por cambiar.

Aterrado desde el piso más alto de su castillo, el soberano vio como las creaciones de aquel científico loco caminaban con tranquilidad hacia su ciudad. De inmediato, les ordenó a sus generales desplegar sus unidades de combate para defender la capital. Con sus armas en mano, las calles fueron tomadas por la infantería que de a poco se colocó en una posición defensiva.

Por otro lado, una división blindada acordó el perímetro del palacio, simultáneamente, en el aire cientos de aeroplanos y helicópteros brindaban apoyo aéreo. Sin esperar a que sus enemigos dieran el primer golpe, la guardia real abrió fuego desesperadamente contra ellos. Las descargas de artillería y demás explosiones, retumbaron violentamente por cinco largos minutos.

Sin embargo, al despejarse la enorme cortina de humo. La mujer de cabello rubio y su hermano con pañoleta anaranjada, como era de esperar continuaban inmutables sin presentar ningún signo de lesión. Ambos compartieron esa mirada cruel que los caracterizaba, en menos de un parpadeo el par de humanos cibernéticos respondieron a la osadía de los combatientes uniformados.

Al tenerlos frente a frente, los escuadrones en tierra dispararon frenéticamente fracasando rotundamente en vencerlos. A esos hombres ya no les importó proteger a su gobernante, solamente pensaban en regresar vivos al lado de sus familias. Una parte murió al ser calcinados por rayos de energía, otros no corrieron con la misma fortuna.

Mientras dieciocho masacraba a los humanos que la rodeaban, diecisiete derivó las aeronaves que lo atacaron en el cielo. Eran como juguetes para él, con sólo un puñetazo los destruía haciéndolos explotar en las alturas. Entretanto, el Rey veía imponente como sus fieles soldados eran eliminados uno a la vez dejándolo desprotegido.

Para cuando los androides terminaron con el ejército, la Capital Central yacía repleta de cadáveres humeantes esparcidos junto a los restos de los vehículos artillados que éstos utilizaban. Con una armonía sínica, los hermanos se dispusieron a ver personalmente al individuo que dirigía políticamente a la Tierra.

Dentro de su oficina, el soberano se mantenía sentado detrás de su escritorio con sus manos cruzadas. Al otro lado de la gruesa puerta que sellaba esa habitación, escuchó a sus guardaespaldas gritar horrorizados paralelamente a que disparaban sin parar. En un instante, se produjo una afonía aterradora que le robó la última pieza de tranquilidad que poseía.

El monarca clavó sus ojos en la entrada de la recámara, ésta repentinamente estalló arrojando miles de astillas por todas partes. Allí estaban, él cruzado de brazos y ella con una mano posada en su cintura. Pausadamente redujeron la distancia que los separaba, su majestad al tenerlos tan cerca no pudo evitar recodar que una situación muy similar ya había ocurrido anteriormente.

Un ser igual de demoniaco, Picorro Daimao, se adueñó de su residencia proclamándose a sí mismo como emperador del planeta. Todo parecía perdido, no obstante, un niño surgió de la nada para pelear con él. Nunca supo su nombre, pero de su mente ese chiquillo que salvó al mundo entero jamás desapareció.

Sin embargo, la providencia le negó su súplica de repetir la historia. Sorpresivamente el aposento fue bañado con una luz intensa, luego de eso no volvió a ver nada nunca más. El castillo explotó arrojando múltiples escombros en varias direcciones, y así, al contemplar las secuelas de sus acciones, los sujetos mecánicos se marcharon perdiéndose en el horizonte.

– La capital debió haber sido destruida por los androides–afirmó uno de los acompañantes de Lunch–por eso no se volvió a tener noticias del Rey, lo asesinaron quién sabe hace cuánto.

– Muy bien, basta de tonterías–ella se dirigió a su banda–continuaremos a partir de aquí a pie, mantengan los ojos abiertos.

Como aves de rapiña, esos sobrevivientes registraron las ruinas de la devastada urbe buscando cualquier cosa que les sea de utilidad. Al ver tantas armas tiradas, recolectar ese armamento fue el primer pensamiento en sus cabezas. Lunch por su parte, se encaminó entre los vestigios de las edificaciones derrumbadas orientándose hacia el centro de la capital.

Sus pies evadieron las piedras y los esqueletos de los beligerantes que murieron al defender su ciudad, la incómoda sensación que percibía se intensificó al avanzar. En ese exacto momento, un murmullo remoto se ganó su interés. Si bien al principio creyó que eran sus hombres, al analizar la dirección en la que venía constató que no se trataban de sus colaboradores.

Sin dudar se arrojó al piso, encontrándose en esa postura se deslizó en la arenosa superficie hasta llegar a lo que quedaba de un avión militar parcialmente destruido. Agudizó su visión lo más que pudo, distinguiendo rápidamente las figuras de varios humanos. Pero otro dato, le hizo hervir su sangre al mismo tiempo que le paralizó sus músculos: los androides estaban allí.

– ¡Ahora todo tiene sentido! –exclamó al observar a esos dos malditos desgraciados, quienes con su maldad arruinaron su vida y la de los demás en el planeta.

La razón de la rabia e intranquilidad que la sobresaltaba desde el alba, era originada por ellos. Aunque parecía suicida, esa era su oportunidad para saldar cuentas. Así, aquella amargura que silentemente ha guardado por años logrará ser liberada, quizás no era una mujer dotada de una gran fuerza pero sí de un valor inquebrantable…el cual, se pondrá a prueba muy pronto.

No obstante, un par de cuestionamientos detuvieron sus meditaciones: por qué se hallaban en ese sitio nuevamente, qué hacían esas personas a su lado. Lunch prestó implacable atención a como esos terrícolas al mejor estilo de esclavos antiguos, cargaban y halaban grandes bloques de piedra dirigiéndolos hacia lo que aún quedaba del castillo que el Rey usó estando vivo.

– ¿Qué diablos es lo que hacen?

La doncella con listón rojo, decidió permanecer un poco más tratando de comprender qué ocurría. A pesar de haber huido de esos asesinos por tanto tiempo, nunca los había tenido tan cerca de sí misma como en esta ocasión. Con cautela volvió a empuñar su ametralladora, se conocía de una forma que nadie más podrá hacerlo, ese día terminaría con ella disparando y maldiciendo.

Asimismo, sin saberlo ni sospecharlo en ese preciso segundo, sus acciones provocarán que su destino junto al de sus secuaces y el de los autómatas, se cruce con el camino de un dúo de pelinegros que a su manera, buscaban erradicar los fantasmas del pasado que los han atormentado desde el inicio de ese infierno.

– ¡Espera un segundo!–Videl exigió respuestas– ¿existe alguien que sí puede vencer a los androides?

No muy lejos de las ruinas de la Capital Central, una motocicleta estacionada a un lado de la vía esperaba que sus ocupantes terminaran de dialogar. Ella aguardaba ansiosa por las palabras de Son Gohan, el cual, fraguaba en su mente la contestación más adecuada a la situación. Luego de miles de pensamientos que no lo llevaron a ninguna parte, optó por la sencilla verdad.

– Sí, su nombre es Trunks.

– ¿Trunks? –La chica pronunció con tono dudoso–ese nombre no me es familiar.

– No debería serlo, aunque si fueran otros tiempos sería una persona muy conocida–Gohan le comentó.

– ¿Por qué lo dices? –la hija de Mr. Satán se interesó más en ese tal Trunks.

– ¿Alguna vez escuchaste hablar sobre la Corporación Cápsula? –el guerrero replicó con otra pregunta.

– Sí, por supuesto–Videl le respondió–era una compañía multimillonaria ubicada en la Capital del Oeste, incluso tenían más dinero que mi papá.

– Correcto–alegó–por ende conocerás también a Bulma Briefs, quien fuere la dueña de la empresa.

– Claro, pero no entiendo qué tiene que ver eso con el susodicho Trunks.

– Bueno, él es el hijo de Bulma–la señorita abrió sus ojos interesada–su padre al igual que el mío era un saiyajin, debido a esto heredó poderes similares a los que yo poseo.

Videl guardó silencio, cosa que le permitió a Gohan proseguir.

– Vegeta, el padre de Trunks, luchó contra los androides cuando estos aparecieron–le narró resumidamente–pese a su gran habilidad al combatir, no fue capaz de aniquilarlos y terminó liquidado por ellos.

– Comprendo.

– Cuando me quedé solo, me di cuenta que Trunks a pesar de su joven edad tenía la destreza necesaria para convertirse en un peleador formidable–le aseguró Gohan–con los años lo fui entrenando, le enseñé todo lo que sé y al verlo supe una cosa: él algún día derrotaría a diecisiete y a dieciocho.

– ¿Cómo lo sabes?

– Llámalo intuición o una corazonada, como quieras–aseveró–de cualquier modo estoy convencido de ello, Trunks los vencerá…quizás no mañana ni en un año, pero lo hará.

No existe persona en ese mundo u otro que lo persuadiera de lo contrario, Gohan ciegamente creía que el muchacho de cabellos lilas era la única solución al problema. Videl por su parte, al mirarlo directo a los ojos se convenció de sus afirmaciones, no conocía a Trunks pero sin importar ese detalle confiaba en su futura victoria.

La fe, es un lujo para el que no tengo tiempo.

Esa frase dicha por ella hacía tanto atrás, comenzaba a perder su significado. A la hija del difunto campeón mundial se le dificultaba explicarlo, aún así lo sentía. Ese hombre lisiado con su rostro marcado con cicatrices le transmitía esperanza, sí había motivos para seguir luchando, todavía no debía bajar los brazos, por más largo que sea un túnel al final de éste siempre habrá luz.

Lo ignoraba, sin embargo haber encontrado a Gohan en el fondo de ese cráter tal vez no fue casualidad. Se consideraba una persona racional, pensaba que cada acción tiene una reacción, que toda causa crea un efecto. El hijo de Son Goku indirectamente y a pasos agigantados, restauraba la fe que Videl creía muerta en su espíritu.

– Suena increíble que un chiquillo tenga la fortaleza que dices, pero te creo Gohan, te creo–Videl sin percatarse de sus actos, tomó la solitaria mano de él con la suya.

Por un breve instante, se mantuvieron así, conectados tanto física como mentalmente. Al sentir aquella piel áspera, Videl pudo advertir de la enorme carga que ese individuo llevó en su espalda por años. Entretanto, Gohan con ese sencillo acto recobró una pizca de la viveza que perdió hacía mucho, al sujetar esa delgada extremidad se sintió más vivo que nunca.

Durante la década y media que ha enfrentado a los androides, peleó por cada ser humano que aún siguiera con vida. Víctimas anónimas carentes de un rostro definido, no obstante ahora su pelea poseía un aspecto aún más personal.

– ¿Qué ocurre? –ella cuestionó al ver ese semblante de vergüenza y arrepentimiento en él.

– Al mirar a Trunks, no puedo evitar sentirme culpable–expresó el hijo de Milk–desde pequeño le enseñé a esquivar golpes y a cómo darlos, jamás tuvo la oportunidad que tener una niñez normal.

– Sé que es cruel, pero nuestra realidad es así por los androides, no te culpes por acontecimientos que no fueron gestados por ti–Videl trató de borrar esa sensación en Gohan–sino hubieras hecho lo que hiciste, habría sido una persona indefensa como el resto del mundo.

– A pesar de no conocerlo, hablas como sí lo conocieras.

– Si es como tú, puedo imaginármelo.

Habiendo descansado suficiente, el par de pelinegros se dispuso a continuar con su camino inmediatamente. Los neumáticos de esa vieja motocicleta, rodaron una vez más por aquel paraje árido e inerte que se extendía infinitamente ante ellos. Con el sol sobre sus cabezas, el recorrido parecía ser el mismo que el de los días anteriores, pese a eso, no fue así.

– ¡Detente, para! –Gohan gritó alertando a su acompañante femenina.

– ¿Ocurre algo? –sin comprender, la chica frenó de golpe el vehículo de dos ruedas.

– Son pocos, pero puedo sentirlos.

– ¿De qué hablas? –Cuestionó– ¡explícate!

– ¡Personas Videl, son personas! –Replicó–en aquella dirección percibo el ki de varios humanos.

– ¿Lo dices en serio? –Indagó curiosa– ¡por fin, pensé que éramos los únicos en el planeta!

– Será mejor ir hacia allá.

– Tienes razón, vamos.

Videl impulsivamente aceleró la moto a su velocidad máxima, la monótona marcha que ambos compartían cambió, sin imaginarlo se dirigían al final de su travesía, una odisea que les mostró a que aún existían motivos para seguir luchando y que por más dolorosos que fueran los recuerdos del pasado, estos pueden ser superados al aceptar el presente.

– ¿Por qué nos detenemos? –Gohan se dio cuenta de la disminución en su aceleración, la motocicleta lentamente iba perdiendo fuerza.

– ¡Ahora no, no es el momento! –Expresó la mujer de cabellos negros, quien volteó su mirada al indicador de combustible antes de responder–se acabó la gasolina.

Paulatinamente, el potro mecanizado fue deteniéndose hasta que finalmente dejó de moverse. Si bien sabía que no funcionaría, Videl intentó encender reiteradamente el motor sin obtener resultado alguno. Al carecer de otra alternativa, abandonaron su transporte a un lado de la carretera, en la cual, un letrero descolorido les brindó información de gran utilidad.

– Capital Central a diez kilómetros–Videl leyó en voz alta el retorcido cartel metálico–por lo que veo, los humanos de los que hablas se encuentran en la Capital Central.

– Comprendo–Gohan junto a ella opinó.

– Tardaremos un par de horas caminando, anda no perdamos más tiempo–Videl se disponía a continuar a pie aunque Gohan se mantuvo inmóvil en su sitio– ¿qué esperas, creía que querías ir allí?

– Claro que sí, sólo que iremos de otra manera–sonrió levemente, él se acercó a Videl y con la ayuda de su único brazo se aferró a ella, colocándose cara a cara.

– ¿Qué diablos crees que haces? –claramente sonrojada, le cuestionó con un tenue tono molesto.

– ¡Ya lo verás! –riéndose suavemente, Gohan empleó su poder para flotar sobre el piso.

– ¿No piensas…?

– ¡Sí! –repentinamente, el saiyajin emprendió el vuelo.

Videl por medio de sus nervios percibió la vertiginosa propulsión que los empujaba hacia arriba, al mismo tiempo que gritaba apretaba sus párpados al experimentar dicho impulso. Segundos luego, fue abriendo los ojos con cautela encontrándose con el paisaje nubloso del cielo. El sol se veía gigantesco entre las nubles, y la autopista por debajo se transformó en una escueta línea oscura.

Al pasar de volar en posición vertical a una horizontal, la hija de Mr. Satán fue capaz de apreciar el entorno circundante de un modo que muy pocos han podido observar. No era la primera vez que volaba, sin embargo, nunca antes lo hizo sin la ayuda de ningún artefacto volador como un aeroplano o helicóptero.

Su rostro recibió directamente la fría corriente de la atmósfera, el tradicional ruido de una turbina no se presentó permitiéndole escuchar nítidamente el sonido del mundo. Por su parte, Gohan desvió con sutileza su mirada, la expresión facial de Videl igualaba a la de una niña que entraba en una juguetería en vísperas de navidad, al verla él esbozó una enorme sonrisa.

No obstante, tal felicidad se borró de ella. La señorita se lamentaba profundamente por no poseer tal capacidad sobrehumana, estaba segura de que en otras circunstancias haría lo que fuera necesario por aprender a controlar aquella energía mística llamada ki. Videl también se convenció de una cosa más, de seguir vivo su padre catalogaría tal proeza como un vulgar truco de circo.

Olvidándose de toda la maldad de los androides, únicamente disfrutó del paseo aéreo. De la misma manera en que una hoja es acarreada por el viento, Videl sencillamente se dejó llevar. La distancia de diez kilómetros que los separaba de su destino se acortó en un pestañeo, los azulados globos oculares de la mujer distinguieron lo que le parecían ser edificaciones a la distancia.

Gradualmente el guerrero saiyajin fue bajando retornando a tierra, las plantas de sus pies volvieron a posarse firmemente en la polvorienta superficie. La observación de la joven pelinegra no era errada, efectivamente esas ruinas alguna vez fueron altos rascacielos que terminaron siendo derrumbados hasta sus cimientos por los ataques de los autómatas.

– Yo recuerdo este lugar–Videl afirmó–en una ocasión, hace varios años, mi padre me trajo aquí para presenciar cuando el Rey lo condecoró por su victoria en el torneo mundial de artes marciales.

– Aunque no lo creas, nunca antes había visitado esta ciudad–le confesó.

Son Gohan recurrentemente viajaba a la Capital del Oeste para ver a Bulma, en otras oportunidades se trasladaba al sur en busca de un consejo del Maestro Roshi. Pese a ello, la Capital Central nunca estuvo dentro de los pensamientos del semisaiyajin, lo cual le impidió enterarse sobre la destrucción de dicha metrópoli adornada con matices políticos y monárquicos.

– ¿Te das cuenta? –Videl le habló con voz inquisitiva–al parecer, se libró una guerra en ese sitio.

– Sí, y fue hace mucho.

Los incontables restos óseos de soldados y demás armamento, hacía obvia la deducción de que una batalla armada se realizó en esa ciudad, dejando como resultado la derrota del ejército allí sepultado. Asimismo, fueron evidentes los responsables de tal devastación con sólo mirarla. Gohan frunció el ceño, diecisiete y dieciocho habían protagonizado fechorías que ni él sabía que ocurrieron.

– ¿Qué tan lejos están los humanos que detectaste? –la antigua heroína de Orange Star City le cuestionó.

– Cerca, anda caminemos.

Simultáneamente, a que Lunch y los pelinegros exploraban la destruida capital cada uno en un sector diferente, dos hermanos homicidas arribaban precisamente a esa olvidada urbe. Sin embargo, ellos no se encontraban solos. Una pequeña parte de los terrícolas que el androide masculino conquistó, los acompañaba obligados a obedecer sus órdenes sin cuestionarlas.

– ¿Cuándo me darás una respuesta? –dieciocho muy impacientemente, marchaba a pocos pasos de su gemelo cibernético quien continuaba en silencio total– ¡maldición diecisiete, contéstame o te sacaré las palabras a golpes!

– Paciencia dieciocho, primero observa lo que pienso hacer…

– ¡Eres un imbécil, sigues actuando como un humano!

Ambos emprendieron un éxodo al atravesar los desérticos territorios que se hallaban en su camino, entre tanto avanzaban número dieciocho no comprendía el accionar del autómata que repentinamente, comenzó a viajar hacia esa dirección sin explicarle nada. Ella quería un sí o un no con respecto a su propuesta, el planeta Tierra ya no ostentaba ningún atractivo para la rubia.

Quien precisamente, pensaba en marcharse en busca de nuevos horizontes y rivales que los hagan sentir amenazantes una vez más. No obstante, él no aceptaba ni rechazaba su ofrecimiento aunque sonaba tentador. Era un peleador orgulloso de sus poderes, sus victorias eran incuestionables, no por nada eliminó al mismísimo príncipe saiyajin Vegeta.

Aún así, diecisiete considera que irse era como si hubieran perdonado a la humanidad, borrando toda obra que sus sanguinarias manos lograron. Por ende, al no tener una decisión clara continuó con su idea de torturar a los humanos hasta que finalmente estos no resistieran más.

– ¿Dime dieciocho, reconoces ese lugar?–número diecisiete le conversó al señalarle una edificación parcialmente demolida–sé que puedes recordarlo, vamos haz memoria.

– ¿Acaso es…?–la chica de cabellos dorados reconoció la zona instantemente, en el pasado ella junto a diecisiete redujeron a escombros dicha localidad.

– ¡Sí! –exclamó sonriente.

– ¿Qué hacemos aquí, qué planeas hacer?

– Hace años llegamos a esta misma ciudad, y como nos era normal la destruimos–diecisiete declaró al observar las ruinas del castillo desde el cual el Rey ejercía su mandato–en aquel momento no me di cuenta, pero ahora creo que lo más sensato hubiera sido no destruir el palacio, así desde ahí habríamos gobernado.

Cuando diecisiete se imaginó a sí mismo como dueño supremo del mundo, no sólo se idealizó titularmente, él realmente quería que su voluntad fuera ley desde la ubicación más digna posible. Y el único sitio que existía sobre la faz de la Tierra, que cumplía a cabalidad tal demanda era el alcázar de un soberano.

Si bien era un juego para él, no dejaría ni un sólo detalle a la especulación. Por eso, trajo consigo a los humanos que encontró para darles una tarea que sin duda consumirá la poca vida que aún poseen.

– Limpien los restos que estén junto al castillo, una vez hecho esto, reconstrúyanlo–el androide número diecisiete le ordenó a los terrícolas que obligatoriamente son sus súbditos.

– ¿Reconstruirlo? –dieciocho cruzada de brazos giró rápidamente su rostro hacia su hermano.

– Por supuesto–soltó una sonora carcajada–no pongas esa cara dieciocho, me conoces, puedo ser impredecible.

– ¿Si tanto deseas restaurar ese inútil edificio, por qué diablos no lo haces tú?

– ¿No lo entiendes verdad? –Regresó la pregunta–yo podría levantar cualquier piedra sin importar su tamaño, pero me gusta ver a los despreciables seres humanos hacer el trabajo–él los ojeó por un santiamén–nunca dudes de mi odio por ellos dieciocho, además tienes que admitir que es divertido verlos esforzarse hasta morir.

La mujer robótica guardó silencio, ese sujeto a su lado ya no se parecía al diecisiete que despertó de su cápsula en el laboratorio de Gero hace más de una década. Mientras tanto, los desdichados esclavos del androide con pañoleta naranja, hacían cuanto podían por satisfacer el capricho de su opresor, los terrícolas cargaban los bloques más pesados que sepultaban la estructura dañada.

Dieciocho se sentó en una roca cercana, mirando fastidiada lo que clasificaba como una bufonada por parte de diecisiete, el cual, permanecía de pie vigilando la reconstrucción del que será su propio castillo. Paralelamente a que esto sucedía, otra fémina de cabellera amarilla y con un listón rojizo vigilaba segundo a segundo los movimientos de los gemelos demoniacos.

Por casi cinco largos minutos, los espió sin dejar de aferrarse a su arma de fuego en sus manos. En más de una ocasión estuvo tentada a apuntarles y disparar en su contra, sin embargo al mirar los vestigios de la milicia esparcidos junto a ella, le pareció absurda la idea de que por sí misma lograra vencerlos…pese a eso, no pudo despejar de su cabeza ese pensamiento.

– Creo que se fue por aquí, iré a dar un vistazo–la voz de uno de sus adeptos se escuchó a sus espaldas

– ¡Demonios! –la bandida maldijo.

Lunch se escabulló de su posición completamente furiosa, una vez lejos del alcance visual de los androides retornó por el mismo sendero que tomó minutos antes para reencontrarse con sus seguidores.

– ¡La encontré! –Gritó nuevamente ese individuo al tenerla cara a cara– ¡Lunch, dónde estabas, te perdimos de vista!

– ¡Cállate, cierra tu maldita boca! –La rubia lo recibió no de buen humor– ¡si nos matan será por tu culpa!

– ¿De qué hablas, qué ocurre?

– ¡Rápido, volvamos con los demás!

Sin esperarlo ella corrió tratando de reacomodar su mente, aunque era una locura realmente estaba considerando la posibilidad de enfrentarse a los androides. Lo deseaba, no le importaba fallecer, solamente quería expulsar de su ser toda la frustración que abruma su alma. Y quizás así, pueda reencontrarse con Ten Shin Han en el más allá.

– ¿Qué extraño? –Gohan afirmó al detener su ritmo.

– ¿Ocurre algo?

– Sí–respondió volteándose a mirarla–percibo dos grupos de humanos, uno se encuentra muy cerca de nosotros y el otro está en aquella dirección.

– ¿Dos? –Videl se cuestionó–hay muchos sobrevivientes en esta ciudad.

La primogénita de Mr. Satán escaneó el ambiente que los rodeaba con detenimiento, le parecía increíble que tantas personas hayan logrado permanecer con vida, en una zona que carecía totalmente de cualquier fuente de alimento. Pese a eso, ella sobrevivió por años en un refugio subterráneo por lo que la idea de habitar donde se pensaría imposible hacerlo, es en realidad factible.

– ¡Mira eso! –la pelinegra repentinamente, señaló con su mano a un desconocido que se alejaba hasta perderse de su vista.

– ¡Deprisa, sigámoslo!

Gohan y Videl, aceleraron sus pasos esquivándolo los obstáculos que hallaban al internarse más en ese escabroso terreno, en menos de dos minutos llegaron a una corta explanada que inicialmente daba la ilusión de estar vacía. El saiyajin por medio de su susceptibilidad por las presencias de energía, descubrió que la situación era opuesta a la que se observaba.

– Estuvieron aquí no hace mucho, no debieron haber ido muy lejos–la chica de melena azabache, se arrodilló examinando las numerosas huellas de botas que se apreciaban marcadas en la arena.

– De hecho Videl, están más próximos de lo que imaginas.

– ¿Qué?

En ese instante, Videl alzó su mirada viéndose rodeada por varios cañones apuntando directamente hacia su rostro. Gohan igualmente era asediado, sin embargo éste mantuvo la calma sin alterarse.

– ¿Quiénes son ustedes, por qué nos siguen? –les interrogó uno de esos hombres armados.

– No tienen nada de qué preocuparse, estamos de su lado–Gohan trató de razonar.

– Deberíamos llevarlos con la jefa, Lunch sabrá qué hacer con ellos–afirmó otro sujeto con su rifle en mano.

– ¿Lunch, dijiste Lunch? –Cuestionó Videl poniéndose de pie como un resorte– ¡esto no puede estar sucediendo, son ustedes de nuevo!

– ¿Los conoces? –Gohan indagó.

– ¡Espera un segundo! –Alegó un secuaz de la rubia, quien se acercó a Videl mirándola con desconfianza– ¡te recuerdo, eres la chiquilla presumida que peleó con la jefa hace unos meses!

– Lo mejor será llevarlos ante ella.

– ¡Muy bien, caminen y no se resistan!

– ¡Quiénes se creen que son! –Videl impacientemente les gritó con tono amenazante– ¡ni piensen que obedeceremos sus órdenes!

– ¡Alto! –Cuando la chica pensaba enfrentarlos, Gohan la detuvo en seco–mantén la calma Videl, no vinimos hasta aquí para pelear.

– ¡Pero Gohan…!

– Haremos lo que digan, no queremos causar problemas.

Videl refunfuñó malhumorada como era usual, por su parte Gohan pensaba silentemente buscando en su memoria. El nombre de Lunch, provocó que una puerta cerrada de su pasado se abriera una vez más. No podía estar equivocado, él conocía a esa mujer. Siendo apenas un niño la conoció, luego de eso nunca más volvió a verla.

– ¿Cómo los conociste? –el saiyajin le susurró a la pelinegra.

– Antes que de aparecieras de la nada, esa Lunch y sus sucios secuaces intentaron apoderarse del búnker–ella le relató–luché contra ella y conseguí derrotarla, además de que acordamos un trato.

– ¿Un trato?

– Sí, yo le daría parte de nuestras provisiones si se marchaba pacíficamente, además de dejarnos una dotación del combustible que poseía.

– Ya comprendo.

– Jamás imaginé que volvería a encontrarla.

Al cabo de unos minutos arribaron al campamento de Lunch, tanto Gohan como Videl seguían siendo custodiados fuertemente por las tropas de la antigua bandida. Aguardaron brevemente hasta que ella apareció pasándoles de frente sin mirarlos, en un principio no los notó ya que venía profundamente absorta en sus pensamientos.

– Jefa, jefa–uno de sus partidarios llamó su atención.

– ¿Qué quieres?

– Encontramos a dos intrusos merodeando cerca de aquí, pensamos que lo más correcto sería traerlos ante usted.

– ¿Intrusos, cuáles intrusos? –preguntó confundida.

– Ellos–con su mano se los mostró.

Lunch dirigió sus ojos hacia el dúo, instantáneamente reconoció a Videl. Esa mocosa entrometida arruinó sus planes de apoderarse de ese refugio bajo tierra, dichas instalaciones proporcionaban seguridad ante la peligrosidad de vivir en la superficie del planeta. No obstante, el hombre lisiado junto a ella la inquietó en sobremanera.

"Ese uniforme es similar al de Goku"–meditó asombrada Lunch al observar a Gohan–"¡imposible, su cara es idéntica a la de él!".

– ¡Oye tú! –Le vociferó al saiyajin– ¡dime quién eres, no te atrevas a mentirme!

– Me llamo Gohan…

– ¿Gohan? –Dudó– ¡será mejor que no burles de mí estúpido!

– No bromeo Lunch, ese es mi nombre–replicó el hijo de Milk–por lo que veo, tampoco te has olvidado de mí.

– ¡Qué! –exclamaron al unísono Videl y el ejército de Lunch.

– ¿Ya lo conocías? –Videl se dirigió a él pero éste no respondió.

Lunch se congeló en ese momento, hace varias décadas cuando la juventud rebosaba en ella. Un niño bastante peculiar se cruzó en su camino, aquel infante dijo llamarse Goku. Al pasar más tiempo con él, se dio cuenta que no era un chiquillo ordinario. Poseía una fuerza fuera de toda lógica, la cual le permitió derrotar a cualquier enemigo que enfrentara.

Gracias a Goku, el estilo de vida de la ladrona se encauzó directamente a un mundo repleto de aventuras inimaginables. Asimismo, pudo socializar con más personas que de otro modo nunca hubiera conocido: Bulma, Yamcha, Krilin, Puar, Oolong, Milk, Picorro, Chaos, Ten Shin Han, y el viejo atrevido del maestro Roshi.

Por unos años atestiguó los poderes de éstos guerreros en diversas batallas, llegando inclusive a sentir un aprecio especial por cierto hombre de tres ojos. Sorprendentemente un día, el mocoso extravagante que conoció ahora hecho un adulto se casó. Lunch aparentando no importarle, vio como Goku se convirtió en padre.

Recorriendo el mismo sendero, Gohan heredó las habilidades de Goku e igualmente se transformó en un gran peleador. No obstante, al acontecer el peligro de los androides, quienes asesinaron a casi todos los que alguna vez dijeron ser sus amigos, Lunch optó por literalmente desaparecer de la palestra temiendo compartir tal fin.

– Este día no puede volverse más extraño–la rubia murmuró, instantes luego giró su mirada hacía la chica ojiazul– ¡qué pequeño es el mundo, nunca esperé encontrarte de nuevo por estos rumbos!

– Así parece–Videl replicó.

– ¿Qué hacen aquí, buscan algo?

– Sentí el ki de muchos humanos, eso nos trajo.

– Entiendo, si Kamisama siguiera con vida él diría que el destino personalmente se encargó de reencontrarnos en estas condiciones.

– ¿Por qué dices eso? –Gohan le preguntó con duda.

– Piénsalo, ustedes y nosotros nos reunimos casualmente a muy pocos pasos de los androides.

– ¡Los androides! –en sincronía, todos los presentes exclamaron alarmantemente.

– ¿Hablas en serio Lunch? –Gohan una vez más le cuestionó.

– Sí, ven y míralos con tus propios ojos.

Gohan se quedó perplejo, después de unos meses sin saber de ellos, los asesinos de sus camaradas habían reaparecido. Ahora la afirmación de Lunch comenzaba a tener más coherencia, resultaba inquietante que se hallaran en un sitio que también era visitado por los androides. Él maldecía el hecho de que estos seres cibernéticos carecieran de un ki, con su ayuda los hubiese notado antes.

– No te quedes allí parada–le habló con seriedad a Lunch–vete deprisa, aléjate lo más que puedas.

– ¡Huye tú si quieres, no pienso escapar!

– ¿Pero qué dices? –Gohan la interrogó– ¿no ves el peligro que esto representa?

– Claro que lo veo, aún así no me iré–respondió enardecidamente–es muy sencillo para ti, tienes la fuerza y el poder para sobrevivir día a día, yo por el contrario no he podido hacer nada en todos estos años, siempre corriendo y ocultándome como un insecto antes de ser pisado.

– Lunch, no sabes lo estás diciendo.

– ¡Claro que sí! –Gritó–sé muy bien de lo que estoy hablando, ya me harte Gohan, me harte de ser la eterna víctima que se resigna a fugarse, ya no más…ya no más.

Videl conectó su mirada con la de Lunch, si bien no pronunció frase alguna ella experimentaba la misma aflicción que la ladrona de cabellera dorada.

– He viajado por el mundo por más de una década, y sin importar que dirección tome el paisaje no cambia–narró, sus secuaces entendían de que hablaba–arena, muerte, más arena, más muerte y mucha más arena, el planeta entero está muerto Gohan… ¡muerto!

– Te equivocas, aún hay vida–debatió–cada uno de ustedes es prueba de eso, siguen vivos a pesar del tormento.

– ¿Pero por cuánto tiempo Gohan, acaso lo sabes? –Él no contestó, por su parte ella bajó el tono de su voz–se nota que eres un buen chico, igual a tu padre, date cuenta Gohan, nadie ni siquiera tú puede seguir así por toda la eternidad, llegará el momento en que querrás tirar la toalla porque ya no resistes más.

– Ahora eres tú la que no comprende, tampoco ha sido fácil para mí–el saiyajin argumentó–los vi morir Lunch, yo estuve allí cuando los asesinaron uno por uno, desde entonces he peleado con ellos casi sin descanso, mi vida se hizo pedazos, lo que queda de mi familia vive con miedo, incluso perdí mi brazo izquierdo.

Los ojos de Lunch se enfocaron en su extremidad ausente.

– No tienes idea de cuántas veces quise tirar la toalla como tú dices, sería el camino más simple, pero si muero el infierno no se acabará, los androides son incapaces de parar…no saben hacerlo, seguirán con su destrucción hasta que ya no exista nada.

– ¿Qué harás al respecto?

– Lo que he hecho por años, combatirlos apostándolo todo.

– En ese caso, yo haré lo mismo–Lunch afirmó decidida–lo repito, no me marcharé de aquí, el destino por alguna razón me guió a este lugar, puedes ayudarme si así lo prefieres, sólo te pido que no me detengas.

Gohan trató de persuadirla, aunque ella se le adelantó.

– Me niego a correr de nuevo, ya he corrido lo suficiente y no quiero hacerlo más–Lunch se dirigió a sus hombres–tomé una decisión, no sé si es la adecuada o no, todo aquel que desee ayudarme venga conmigo, los que quieran irse háganlo, siéntanse seguros de hacerlo.

– ¿Qué va a hacer jefa? –le preguntó uno de sus colaboradores.

– Enfrentaré mis miedos, muchas dudas y rencores del pasado me atormentan–alegó ecuánimemente–es muy probable que muera hoy mismo, pero al menos lo haré libre.

Simultáneamente a que Gohan buscaba la manera de acabar con esa locura, a su lado, Videl caminó silenciosamente deteniéndose frente a Lunch. El hijo de Milk sin entender qué pasaba por la cabeza de la mujer pelinegra, escuchó sobresaltado las palabras de ella:

– Yo te entiendo, sé lo que sientes–Videl le dijo al tenerla cara a cara–odio a los abusivos, si bien el rencor no solventará nuestros problemas esto no significa que no debamos hacer algo al respecto, los androides han ganado esta guerra porque huimos de ellos, el terror que nos invade los hace más poderosos, ya es hora de demostrarles que ya no nos asustan.

– ¡Videl! –Gohan altamente preocupado se encaminó hacia ella–por favor no seas parte de esta insensatez, sabes de qué son capaces los androides, de lo que hablan es un suicidio–aseguró–incluso yo casi fui asesinado por número diecisiete y dieciocho, recuérdalo, sino me hubieras rescatado habría muerto en ese cráter aquel día.

– Hace poco me dijiste que luchar contra ellos es lo correcto, yo también quiero ayudar.

– Comprende, sus poderes sobrepasan tu fuerza por muchísimo, si tratas de enfrentarlos te asesinarán en un santiamén–él intentó convencerla–escapa de aquí sin perder más tiempo, dirígete hacia la montaña Paoz, allí está mi madre, refúgiate ahí.

– ¿Y tú qué harás?

– Esa respuesta ya la conoces, los distraeré lo suficiente como para que se marchen sin ser notados–Gohan planificó improvisadamente.

– ¿Acaso quieres ser un mártir? –cuestionó enfadada–no me quedaré cruzada de brazos viendo como te sacrificas, yo entiendo, reconozco que los androides me superan en fuerza pero eso no me asusta, no soy una damisela asustadiza, después de haber viajado juntos ya deberías saberlo.

El guerrero saiyajin se disponía a reiterar su alegato, cuando súbitamente una explosión de potencia moderada sobresalió en el panorama. Aunque desconocían los sucesos que se desarrollaban más adelante, estaba claro quiénes fueron los causantes de dicha detonación estrepitosa.

– ¡Vamos malditas cucarachas, trabajen más rápido!

Número diecisiete disparó una ráfaga de poder muy cerca de los humanos que obedecían sus órdenes, éstos apenas eran capaces de cumplir con el descabellado mandato del autómata. De continuar así, la mayoría de los terrícolas, sino todos, terminarían falleciendo ya sea a manos de los androides o al ser aplastados por aquellos pesados bloques de piedra que intentaban levantar.

Por su parte, Lunch decidida tomó su rifle y impetuosamente corrió hacia el sitio donde se hallaban los dos individuos mecánicos. Reaccionando tarde por la sorpresa, varios de sus seguidores recogieron sus armas siguiéndola sin mirar atrás. Muchos se dejaron llevar por el corto discurso de la bandida, si iban a morir lo harían sin sentir temor.

Son Gohan ensimismado, presenció como esas personas marcharon con firmeza detrás de su líder. Él no lo entendía, era una locura, lo más sensato sería retirarse y ocultarse. Pese a eso, preferían luchar contra las creaciones de Gero sin importarles que al hacerlo, firmarían personalmente sus sentencias de muerte.

El hijo de Goku, no se daba cuenta que en ocasiones la voluntad humana era capaz de hacer cosas que a primera instancia parecían ilógicas. Era algo nato de la humanidad, al encontrarse al borde del precipicio ésta toma el valor para realizar cualquier acción que otros tildarían de inútiles.

– ¡Son un grupo de dementes! –sin más opción, Gohan emprendió el vuelo persiguiéndolos desde las alturas.

Videl silentemente, permaneció de pie observando los sucesos que se daban junto a ella. Una leve sensación indescriptible se apoderó de su cuerpo, ante sus ojos el reflejo de su yo más joven pasó tenuemente. Hubo una época, en la que peleó contra numerosos criminales armados sin intimidarse, salvó varias vidas arriesgando la suya propia.

El mundo, la ciudad que conocía pronto fue devastada por una amenaza que no pudo detener. Su padre fue uno de los miles de fallecidos esa noche, y ahora, años después, se le presenta la oportunidad de volver a ser la chiquilla heroica que alguna vez fue. No era una cobarde, su valor era su pecado y virtud más grande.

Ella también tomó una decisión.

– Lo siento Gohan, desearía que las cosas hubieran sido diferentes…pero no puedo negar quien soy.

Deprisa rebuscó en su pequeño equipaje, encontrando un artefacto que al principio de su cruzada consideró innecesario. Ireza previendo cualquier eventualidad, además de darle agua y provisiones, le entregó adicionalmente un revólver. Sosteniendo el arma de fuego en su mano, ella aceleró sus pasos tratando de alcanzar a los demás.

– ¡Otro maldito día aburrido! –dieciocho bufó al mirar el cielo.

Mientras su hermano guiaba a sus esclavos humanos, ella yacía recostada sobre los restos de un bloque gigante de concreto. El calor resultaba insoportable y el paisaje no era nada alentador, una bandada de buitres volaba en formación circular, esperando a que uno de los terrícolas bajo el mando de diecisiete sucumbiera para alimentarse de él.

Al mantenerse en esa posición, la guerrera cibernética examinó su vestimenta. Su traje ya padecía el transcurso del tiempo, ésta ya notaba una amplia decoloración además de haber pasado de moda hace ya muchísimos años. Siendo una chica vanidosa, dieciocho echaba de menos las tiendas departamentales, ella daría lo que fuera por encontrar una en aquel planeta muerto.

Con calma giró su cabeza a un costado, mirando el horizonte repleto de escombros descubrió un detalle que capturó por completo su atención. Allá a la distancia, no muy lejos, una silueta humanoide se moldeó perfectamente gracias a los rayos del sol. El androide femenino enfocó sus globos oculares, confirmando así que tenían visitas.

– ¡No les tengo miedo malnacidos! –iracunda, Lunch gritó sin importarle ser descubierta.

– ¿Y esto qué es? –diecisiete volteó su vista hacia la fémina recién aparecida.

– ¡Al fin, tenemos cuentas pendientes que saldar! –exclamó la criminal al estar a pocos metros de ellos.

– ¿Se puede saber qué quieres humana? –dieciocho se unió a su gemelo, sin apartar la mirada de Lunch.

– Vine a matarlos.

– ¡Hablas en serio! –replicó diecisiete luego de reírse junto a dieciocho.

– En toda mi vida, nunca había dicho algo tan en serio–respondió simultáneamente a que sus ojos, percibían a sus hombres colocarse ocultamente a cada lado.

Para las creaciones de Gero, la inesperada aparición de esa mujer se tornaba más y más incomprensible. A diferencia de los millones de personas que han exterminado, ella no expresaba pánico en su rostro, su mirada retadora estaba clavada firmemente en ellos. Sin embargo, todos aquellos que reflejaron ese mismo gesto, terminaron igualmente sin vida.

– No sé quién eres, pero ya que estás aquí quiero ver de lo que eres capaz–diecisiete con una falsa tranquilidad, comenzó a caminar hacia la señorita con listón rojo en el cabello.

– Mi nombre es Lunch, estoy ante ustedes porque destruyeron todo aquello que yo amaba…y ahora ya no puedo seguir viviendo ocultándome como un gusano bajo una roca, sé que me asesinarán, pero al menos antes de hacerlo, los enfrentaré yo misma–empuñando su ametralladora, orientó el cañón de ésta hacia diecisiete–¡ya fue suficiente plática malditos, qué esperan, vengan!

Su dedo índice apretó el gatillo liberando proyectiles uno a la vez, las balas golearon el cuerpo de diecisiete sin causarle ni un rasguño. Entretanto recibía los ataques de Lunch, una sonrisa suave se delineó en sus labios al retomar su avance. La brecha que los separaba se acortó abismalmente, pese a eso, la rubia no dejó de disparar.

– ¡Ahhhhh! –vociferó la criminal al descargar su arma tiro a tiro.

El hombre con pañoleta anaranjada atada al cuello, extendió su brazo aferrándose al tubo de la carabina. Como si esta fuera de papel, al cerrar su mano la destrozó. Sin reaccionar, Lunch se mantuvo estática dándole la oportunidad a diecisiete de sujetarla por su garganta. No obstante, sin darle el placer de mirarla invadida por el terror, ella les hizo un ademán a sus tropas.

– ¡Disparen!

Los individuos encubiertos en los escombros de la antigua Capital Central, surgieron de sus escondites obedeciendo la señal de Lunch. Sus instrumentos bélicos retumbaron al disparar, esta vez fue el turno de dieciocho para recibir las detonaciones aunque igualmente que su hermano, éstas no tuvieron ningún efecto negativo en ella.

– ¿Quiénes se creen? –La rubia robótica cuestionó enojada–sólo son una basura.

Entre sus dedos destelló un luminosa esfera de poder, sin dudarlo lo más mínimo la arrojó hacia los partidarios de Lunch. Solamente unos cuantos, consiguieron apartarse lo suficiente como para no sucumbir ante la explosión que la agresión de dieciocho produjo. A consecuencia de la misma, la bandida vio incrédula la premura con la cual fue derrotado su batallón.

– Eso fue rápido–comentó diecisiete– ¡humanos estúpidos, están tan deseos de morir que hasta nos desafían!

– ¡Eres…eres un desgraciado! –Lunch con dificultad lo insultó.

– Ya me cansé de escucharte, cierra la boca para siempre–lentamente incrementó la presión en la tráquea de Lunch, quien gradualmente iba perdiendo el conocimiento.

Número dieciocho desde otra ubicación, observaba a diecisiete cuando imprevistamente se percató de un rayo energético que salió de la nada con dirección al androide masculino.

– ¡Cuidado diecisiete! –gritó alertándolo.

– ¿Qué?

El robot soltó a Lunch y se apartó justo a tiempo, la ráfaga de ki pasó en medio de ambos a tan sólo centímetros de impactarlo, la cual, terminó estrellándose contra las ruinas de una edificación. El dúo de seres cibernéticos escudriñó el cielo y sus alrededores, desconocían la procedencia de esa técnica energética aunque esa interrogante pronto fue revelada.

– ¡No puede ser!

– ¡Es imposible!

Tanto diecisiete como dieciocho, presenciaron asombrados el aterrizaje de una silueta masculina frente a ellos. Ese rostro repleto de profundas cicatrices lo conocían mejor que nadie, al portador de ese atuendo lo utilizaron a modo de juguete por más de una década y media. Son Gohan, se plantó firme ante sus narices, reviviendo así las incontables peleas que los tres han protagonizado.

– ¿Pero cómo? –diecisiete pasmado más no asustado le cuestionó– ¡yo te vi morir, te asesinamos…!

Gohan recordó aquel momento, la vida de Trunks peligraba y fallecería de no hacer algo. Reaccionando en un santiamén, se interpuso en el camino del descomunal relámpago de poder que los androides liberaron. Su anatomía completa recibió el golpe, su piel se carbonizó y sus nervios perdieron toda sensibilidad en su brazo izquierdo a efecto de la amputación de éste.

Ciertamente esa noche hubiera sido la última, sin embargo, el destino aún no tenía su nombre escrito en su lista. Moribundo y herido, cayó a varios kilómetros del sitio de la lucha. Allí tuvo la oportunidad de vivir una segunda vida, una vida que ahora sí parecía tener un fin.

– Veo que siguen siendo igual de homicidas que antes–el saiyajin rompió el silencio–quieren pelear, bien hagámoslo, dejen que los demás se marchen.

– No puedo imaginar cómo milagrosamente sobreviviste, pero creo que es una sorpresa de lo más esplendida–diecisiete dialogó–dieciocho y yo nos hemos sentido muy vacíos sin ti, eres la otra parte de nosotros, al no tener un oponente con quien combatir este mundo perdió su encanto.

– ¿Para ustedes esto es sólo un juego, verdad? –Gohan indagó–sus mentes retorcidas me enferman.

– ¿A eso regresaste, a sermonearnos? –dieciocho lo interrumpió–mejor ahórrate tus comentarios imbécil, sino me alegrara verte de nuevo te amataría en este instante.

– ¿Te alegras por mí?

– Claro, ya estoy asqueada de este planeta, de los humanos, de todo…un poco de diversión me caería de maravilla.

La impetuosa número dieciocho, se lanzó vertiginosamente contra el semisaiyajin. Encontrándose cara a cara con Gohan, intentó conectarlo con un puñetazo. Pese a su intención, el hijo de Goku fretó su arremetida copiando su movimiento, los puños de los dos se estrellaron potentemente causando una abrumadora ola de presión que empujó rocas por doquier.

A continuación, ella por segunda ocasión quiso darle la bienvenida con una serie golpes, los cuales Gohan se limitó a esquivar uno por uno. No obstante, era una confrontación donde participaban dos manos contra una. Tal desventaja, hizo que el saiyajin no bloqueara en su totalidad las maniobras de su rival, dieciocho acelerando sus acciones logró finalmente castigarlo en el rostro.

Por la fuerza del revés, Gohan fue propulsado varios metros hacia atrás incrustándose así en una pared de granito. Para el maestro de Trunks, la ausencia de su extremidad izquierda era un inconveniente, sin embargo, esto no le impedía seguir en la pelea. Tomando grandes bocanadas de aire, gritó liberándose de su prisión de piedra.

Lunch por otro lado, tosía repetidamente buscando recuperar el aliento. Gateó con torpeza por el polvoriento suelo, enseguida su mano palpó el contorno de su ametralladora. Al mirarla hecha trizas, sus orejas captaron los quejidos y lamentos de sus secuaces heridos. Probablemente fue una estupidez, pero ya no podía darse el lujo de retractarse.

– No vine hasta aquí por nada, maldición–empecinada, se levantó prestando atención al escenario de la batalla aérea.

– ¿Pero qué demonios ocurre? –Videl, quien se quedó rezagada, mientras corría apresurada oyó los estruendos de las hostilidades–suena como un guerra, estoy cerca.

Los azulados ojos de la hija del campeón mundial, detectaron un trío de luces que chocaban entre sí en lo alto del firmamento. Tal descubrimiento, hizo que sus piernas dejaran de avanzar petrificándose en la cima de una pequeña colina. Ese punto privilegiado, le regaló un asiento de primera fila para atestiguar los acontecimientos que se desarrollaban allí.

– ¿Qué te pasa Gohan? –Dieciocho con tono sarcástico le preguntó– ¿acaso necesitas tu otro brazo?

– ¡Ahhhhh! –furioso, el primogénito Son volvió a padecer de sus acostumbrados ataques de furia, generando que un conjunto de llamas doradas lo envolvieran por completo.

– ¡Es él, lo sabía, el muy mentiroso! –Videl dominada por el asombro, contempló como ese hombre lisiado alteraba drásticamente su apariencia, transformándose en un ser de luz color oro.

– ¡Vaya, ahora sí estás tomando las cosas con más seriedad! –diecisiete se dirigió a él a sus espaldas.

– ¡Pueden hacer conmigo lo que quieran, mátenme si eso los complace! –Gohan les aseguró– ¡algún día, pagarán por cada vida que han robado!

Los androides replicaron riéndose con hipocresía.

– ¡Vegeta, Yamcha, Ten Shin Han, Chaos, Yajirobe, Krilin, el señor Picorro! –Enumeró a sus camaradas caídos– ¡sus muertes no se quedarán impunes!

– ¿Viniste a pelear o a hablar? –diecisiete indagó–cállate y ataca.

Sin aguardar más, dieciocho disparó constantes descargas de ki hacia el saiyajin. Una a la vez, éstas explotaron cerca de Gohan creando como resultado, una detonación ensordecedora que hizo temblar la superficie terrestre. Además, una gigantesca bola de fuego se elevó hasta el cielo eclipsando brevemente la luminosidad del sol.

No obstante, la sonrisa que la mujer robótica lucía se borró sorpresivamente al recibir el contraataque de su rival. Gohan eludió la ofensiva de la rubia, y gracias a las columnas de humo se escabulló colocándose por arriba de dieciocho. Esto le permitió patearla en la espalda, enviándola así a besar el suelo polvoso.

– ¡Gusano! –diecisiete al ver lo ocurrido, le obsequió otro rayo de energía aunque Gohan alcanzó a esquivarlo, moviéndose por consiguiente a una velocidad fuera del alcance humano.

– ¿Quién diablos es ese sujeto?

Mientras tanto, los terrícolas en tierra miraban pasmados a ese individuo que luchaba contra los androides. Simplemente no encontraban explicación alguna para lo que sus ojos atestiguaban, dicho hombre no podía ser normal. Fue entonces, que los recientemente bautizados como esclavos de diecisiete, vieron su oportunidad para huir de allí.

– ¿Adónde creen que van? –Precisamente, el androide descubrió sus intenciones– ¡todos ustedes me pertenecen!

En las puntas de sus dedos, diminutos destellos titilaron con cada vez mayor intensidad. El autómata de la Patrulla Roja se disponía a detenerlos, cuando Son Gohan reapareció junto a él arremetiéndolo con patadas y puñetazos.

– ¡Qué esperan, lárguense de aquí! –el hijo de Goku les gritó.

Diecisiete vio enfurecido, como sus sirvientes se marchaban huyendo de las ruinas de la ciudad. Su enfado provocó, que paulatinamente se inclinara la balanza a su favor en su enfrentamiento con el guerrero lisiado. Poco a poco, la ausencia de una mano extra obligó a Gohan a bajar su ímpetu en su arremetida, situación que su enemigo no dudó en aprovechar.

– ¡Ese infeliz!

La mortal rubia, alzó su vista desde el cráter que su cuerpo creó al chocar. Desde ahí, se percató que su hermano iba aventajando al saiyajin quién penosamente no conseguía defenderse adecuadamente. Queriendo participar nuevamente, despegó con velocidad tomándolo por sorpresa y acertándolo con un contundente puñetazo a la mandíbula.

– ¡No seas entrometida dieciocho, él está peleando conmigo!

– ¡Deja de decir estupideces, yo también quiero jugar con él!

Ante ellos, Gohan respiraba agitado luego de escupir una notoria cantidad de su sangre. Si en el pasado se le dificultaba combatir contra las creaciones de Gero, ahora sin un brazo, tal labor se triplicó. Recordando viejos tiempos, la anatomía del semisaiyajin demostraba ese hecho al estar cubierta de golpes y heridas sangrantes.

La mente de Gohan, se dio cuenta que al permanecer en el aire las circunstancias no le favorecían. En respuesta a esa reflexión, regresó al nivel del piso plantándose con firmeza sin apartar su atención del dúo de engendros demoniacos. Los cuales en un parpadeo desaparecieron del escenario, Gohan reaccionó desvaneciéndose igualmente.

– ¿Dónde están, qué pasa?

Los azulados ojos de Videl pestañearon incontables veces tratando de buscarlos, en el ambiente circundante escuchó reiteradas explosiones que resonaban en todas partes. Seguidamente, pequeños pilares de polvo se levantaban junto a ella dejándola desconcertada.

"¿Qué estás esperando?"–Gohan meditó al luchar con una rapidez supersónica–"¡maldición Videl, huye cuánto antes!".

– ¡No te distraigas! –diecisiete aprovechándose de la desconcentración de él por Videl, hundió su pie en el abdomen de Gohan enviándolo en dirección a un cúmulo de rocas.

– ¡Gohan! –Videl viéndolo de nuevo corrió en su auxilio.

Las piernas de la pelinegra se detuvieron al tenerlo ante ella, se veía diferente, completamente. No sólo su cabello tenía otro color, su rostro mostraba una expresión de rabia que desconocía en él. Con una genuina preocupación, se arrodilló a su lado ayudándolo a volver sobre sus pies. Ahora comprendió sin cuestionamientos, cómo Gohan obtuvo todas la cicatrices que posee.

– ¿Qué demonios haces? –Gohan con enojo le preguntó al sujetarla del brazo–olvídate de mí, escapa de una vez.

– No pienso irme, me quedaré–sin temor le replicó.

– No es el momento de ser una heroína, ellos te matarán–el guerrero le aseguró reincorporándose con dificultad.

– Estás gravemente herido, no te abandonaré.

– ¡Basta de tonterías! –Habló apresurado–intentaré alejarlos, corre a la primera oportunidad.

– ¿Pero qué tenemos aquí? –La voz de diecisiete congeló la sangre dentro de las venas de Gohan, arruinando su idea– ¿quién es tu amiga Gohan?

– Mi nombre es Videl Satán–le confesó su identidad sin miedo.

– ¿Satán? –dieciocho cuestionó– ¿tienes algo que ver con el estúpido de Mr. Satán?

– Sí, él era mi padre.

– ¡Tu padre! –exclamaron al unísono.

– Ustedes lo asesinaron, destruyeron mi ciudad, acabaron con todo lo que quería…no se los perdonaré–Videl arremetió verbalmente contra los androides.

– ¡Alto Videl, no sigas!

– ¡Esto es por mi padre!

La advertencia de Gohan no caló en los oídos de Videl, la antigua justiciera de Orange Star City por reflejo se lanzó hacia ellos sin importarle su seguridad ni su propia vida. En su mano derecha un puño se formó, este en un segundo impactó contra el rostro de diecisiete quien lo recibió directamente esbozando una amplia sonrisa.

Los abundantes puñetazos de la ojiazul se estrellaron en el androide, asimismo con un puntapié certero Videl lo conectó en su cabeza. Sin embargo y como era de esperar, sus inofensivos ataques fueron incapaces de lastimarlo en lo más mínimo. La hija del campeón asesinado, abrió sus ojos incrédula al ver sus embates fracasar miserablemente.

– ¿Terminaste? –diecisiete tranquilamente le cuestionó.

El hombre mecánico se disponía a responder al atrevimiento de la humana, cuando repentinamente una bala se desmoronó al chocar con su cráneo. Los cuatro voltearon a un costado, descubriendo a Lunch de pie y apuntando su revólver hacia diecisiete. A sus espaldas, la acompañaban los pocos secuaces que aún la seguían.

– No se olviden de nosotros.

– El día de hoy nos hemos encontrado con muchas alimañas–diecisiete afirmó al mirar a Lunch, quien junto a sus colaboradores abrieron fuego frenéticamente– ¡apártense de mi vista!

Incrementando su poder, el robot varonil formó una ola de empuje que mandó a volar a la criminal y a sus partidarios. No obstante, número diecisiete se olvidó de los terrícolas rápidamente al recibir los nudillos de Gohan en su mejilla. Un golpe que logró su objetivo, desviar su atención hacia él, aunque esto provocará que toda la demencia del villano desemboque en su persona.

Harta de tantas interrupciones, dieciocho con la ayuda de su velocidad se posicionó detrás del saiyajin y sorpresivamente aprisionó su cuello con las fuerza de sus brazos. Sintiendo la compresión en su laringe, a Gohan le fue imposible aspirar oxígeno hacia sus pulmones. Por más que lo intentó, la rubia homicida tenía pensado seriamente arrebatarle su último aliento.

– ¡Suéltalo! –Videl actuando con varios instantes de retraso, en un acto valiente o tremendamente estúpido intentó socorrerlo.

– Espera–a pesar de sus intenciones, diecisiete le obstaculizó el paso–tú y yo aún no acabamos.

– ¿Acabamos? –se cuestionó la chica, antes de recibir una potente bofetada que la tiró al suelo.

– ¡Videl…escapa, huye! –Gohan trató de hablarle, pero el agarre de dieciocho hacía inaudible su voz.

– ¿Dijiste algo? –Número dieciocho se burló de él– ¡habla más fuerte, no te escucho!

Progresivamente y a un ritmo veloz, el poder de Gohan decayó haciendo que su cabello se tornara azabache nuevamente. La mujer mecánica, sentía el latir del corazón del saiyajin por medio de su apretado enganche, al notar que éste estaba a muy poco de detenerse lo liberó. Gohan yacía acostado y aturdido, mientras respiraba profundamente.

– ¡Vamos, ponte de pie! –Por otro lado, diecisiete jugaba con Videl– ¿qué pasó con esas agallas que tenías?

Con desesperación buscó el arma que portaba entre su ropa, al sujetarla rodó sobre su espalda ganando una postura adecuada para disparar. Sin intimidarse, el androide masculino recibió los proyectiles que Videl por medio de su revólver lanzaba. Al cabo de unos segundos, las balas se acabaron dejando a la pelinegra virtualmente desarmada.

– ¿Eso fue todo, no tienes nada más? –él la increpó–recuerdo a tu padre, él estúpido nos desafió a luchar, y cuando nos vimos, ni siquiera fue capaz de lanzar un mísero golpe, un insecto como él no podía hacerse llamar campeón mundial, así que simplemente lo eliminamos.

– ¡Eres un demonio! –exclamó Videl–no entiendo cómo el Doctor Gero pudo haberte creado.

– ¡Vaya, si bien eres hija de Mr. Satán no eres tan ignorante como él! –Comentó diecisiete–también me doy cuenta que Gohan te contó mucho sobre nosotros, dime qué más te dijo.

– Me explicó lo suficiente para comprender quiénes son realmente.

– Veo que ustedes dos se llevan muy bien, y eso me da una idea–diecisiete la tomó por su larga cabellera oscura levantándola en el aire, al mismo tiempo que ella se retorcía por el dolor, él se giró hacia Gohan–¡oye, Gohan!

El saiyajin lentamente se volteó a verlo, lo que observó le petrificó el alma.

– ¿Qué opinas si hago esto? –Con su rostro marcado con un crudo sadismo, colocó su mano derecha en el vientre de la joven terrícola, por un corto instante tanto ella como Gohan intercambiaron miradas, fue una despedida silente, luego de eso sucedió– ¡salúdame a tu padre de mi parte cuando llegues al infierno!

– ¡Noooooooooooo!

El grito desgarrador de Gohan, no le impidió a diecisiete perpetrar una nueva atrocidad. De la extremidad del autómata, una vigorosa descarga multicolor atravesó el abdomen de la humana ojiazul. Un océano interminable de sangre, tiñó de rojo las ásperas arenas del pavimento. Como si el mundo se hubiera ralentizado, Gohan vio el cuerpo de Videl rebotar antes de permanecer inmóvil al caer.

– ¡Videl…Videl!

La sonrisa de dieciocho imitó a la de su hermano, ambos rieron divertidos al escuchar las exclamaciones del maestro de Trunks al repetir el nombre de Videl infinitamente. Lunch a una corta distancia, desvió sus globos oculares hacia ese sitio entendiendo de inmediato lo acontecido.

– ¡Videl…Videl!

Entretenida, la rubia cibernética arrojó otra violenta ráfaga de ki hacia él. Generando que tanto Gohan como la chica gravemente herida, fueran aventados juntos por el cielo cayendo a unos cuantos metros perdiéndose entre los pilares de humo que obstruyeron su visión. No obstante, un detalle adicional se ganó su interés.

– ¡Tú de nuevo, acaso no te mueres con nada! –Número dieciocho afirmó asqueada de Lunch, quien se reincorporó y caminó torpemente hacia ella– ¡le pondré fin a esto!

Al estar cara a cara, las mujeres rubias por medio de sus expresiones faciales ejemplificaban sus convicciones. Deseosa de cumplir con sus palabras, dieciocho la tomó por su ropa fuertemente con claras intenciones de liquidarla sin rodeos. Sin embargo, la retadora Lunch tuvo un último acto que ejecutar: sonriente la escupió en su barbilla.

– ¡Eres una maldita sabandija repugnante! –Dieciocho vociferó endemoniada por el atrevimiento de la delincuente– ¡muere basura!

Copiando la técnica de su gemelo, posó la palma de su mano en el estómago de Lunch. Si bien su ataque no fue tan vistoso como el de diecisiete, ya que no la penetró, si creó una lesión considerable en la humanidad de la antigua ladrona que por muy poco casi le arrebató la vida. Dándola por muerta, dieciocho catapultó lejos el aparente cadáver de Lunch para enfocarse en su aliado.

– ¿Y ahora qué?

– Conociendo a Gohan, esto aún no concluye–sin tener prisa, diecisiete caminó lentamente en la dirección en la que el saiyajin fue arrojado.

Adolorido, el alumno de Picorro parpadeó recuperando la conciencia después de un par de minutos sin ella. El viento soplaba perpetuo, llevándose consigo varias paredes de polvo que nublaban el paisaje que lo rodeaba. Muchas de las presencias que percibió en las primeras horas del día ya se habían apagado, sin embargo, un ki en particular se hallaba muy cerca de él.

Gohan se arrastró empleando su solitario brazo como una palanca para desplazarse, dejando un surco en el piso se deslizó centímetro a centímetro hasta que finalmente sus ojos la vieron. Su cuerpo no se movía, parecía que no respiraba, su larguísima melena negra le cubría la cara por completo.

– ¿Videl, Videl?

Al estar a su costado, apartó tímidamente las hebras de cabello oscuro encontrándose así con la piel pálida de su rostro. La herida era mortal, Son Gohan se negaba a aceptar que era incapaz de hacer algo al respecto. A pesar de la lúgubre imagen que sus globos oculares captaban, un delgado arcoíris de vida brilló tenuemente.

– Gohan–con voz baja le llamó.

– ¡Videl! –impulsivamente la abrazó, entre sus dedos se escapó la sangre que continuaba fluyendo de ella.

– Lo lamento tanto, perdóname–susurrante volvió a hablar–pero tenía que…tenía que hacerlo.

– No hables, te repondrás–intentó engañarla.

– Eres un pésimo mentiroso, ambos sabemos que no será así.

– Fue culpa mía, no debimos venir aquí.

– Eso ya no importa–lo miró–eras tú, tú eres el guerrero dorado.

– No debí mentirte, sólo quería mantenerte a salvo–Gohan agachó su cabeza avergonzado.

– Lamento que las cosas terminarán de esta forma–sus palabras iban apagándose de a poco.

– ¡Debes resistir, no te marches! –Exclamó suplicante–ya perdí a muchos, no quiero perderte a ti también.

Por la mente de la hija de Mr. Satán, una serie de recuerdos acapararon su lucidez proyectándose como si fueran una película: su infancia, sus padres, sus amigos, su hogar, y por supuesto Gohan. Aunque el momento era invadido por la tristeza, ella por el contrario, experimentó una sensación de libertad jamás antes percibida en toda su existencia.

– ¿Crees que en otro tiempo o vida nos hubiéramos conocido, tal y como ahora pero en distintas circunstancias?

– No lo sé con certeza, pero quisiera creer que sí…–él replicó.

La tambaleante mano de la pelinegra se elevó hasta la altura de su rostro, posando su palma en su mejilla lo observó con una sensación de paz. Si bien la fatal laceración la alejaba de él a pasos agigantados, el dolor físico no le impidió compartir una plática póstuma con Gohan, el hombre que le enseñó que en el mundo hay mucho más de lo que se puede ver.

Asimismo, el saiyajin no encontraba la manera adecuada de expresar una idea que lo abrumaba. Teniéndola acogida junto a su pecho, inclinó su cabeza topándose con la ella haciendo que sus narices acariciaran sus cumbres levemente. Sabiendo que no tendría otra oportunidad para hacerlo, se dispuso a despedirse de Videl del único modo que consideró correcto.

No obstante, la propia Videl lo detuvo colocando un dedo en su boca.

– Que nuestros labios jamás se encuentren, para que así, nunca se extrañen.

El contorno de sus labios estaba a milímetros de su primer y último contacto, pese a eso éste no se dio. Era un beso que de ninguna forma podrá ser, un beso que se lo llevó el viento, un beso que sólo fue un quizás. Al verla cerrar sus ojos definitivamente él lo entendió todo, se maldijo mentalmente por su timidez y por demorarse tanto en comprender.

Videl Satán fue su confidente y consejera, ambos sabían que un romance entre ellos al mejor estilo de un cuento de hadas, era ineludiblemente imposible…fue solamente un amor platónico. Los dos debieron meramente conformarse con enamorarse de los ideales que compartían y representaban. Ideas que los definieron toda su vida, y más allá de ésta.

Aquel día cuando ella lo rescató en ese cráter, sin darse cuenta, él renació. No volvió a hacer el mismo hombre que pensaba exclusivamente, en hallar el método indicado para vencer a los androides. Gracias a su compañía durante su corta travesía, vio que había cientos de razones para seguir viviendo que hasta entonces ignoraba o simplemente no quería mirar.

– Ahora eres libre, finalmente eres libre–aunque quiso reprimirse, esto no le fue posible– ¡nooooooooooo!

Con su grito miles de chispas salieron de su piel, dichas descargas subieron hasta la inmensidad del cielo provocando que este se oscureciera. El resplandor dorado regresó para abrigarlo de los pies a las puntas de sus cabellos, cada fibra de su ser ardía tanto como cuando presenció las muertes de su maestro y amigos.

– Te lo dije dieciocho, sigue vivo.

– Levántate Gohan, no hemos acabado aún.

Gohan seguía abrazando el cadáver de Videl sin molestarse en ver a los androides, sintiendo sus fuerzas renovadas se puso de pie sosteniendo el cuerpo de la mujer con su solitario brazo. Su rostro cincelado en ira se volteó a su derecha, sus pupilas azuladas titilaron creando una abertura en la superficie del piso cercano.

Caminó hacia tal agujero ignorando a diecisiete y dieciocho, inclinándose sobre éste depositó la anatomía inerte de Videl. Se demoró unos minutos en esparcir suficiente tierra como para sepultarla, al terminar contempló silenciosamente el modesto sepulcro que creó para ella. Respirando fuerte y hondo, se irguió virándose completamente, mirando así, a las creaciones de Gero que le esperaban.

– ¿Ya acabaste o necesitas un pañuelo para limpiar tus lágrimas? –diecisiete se mofó de él.

Son Gohan no se dignó a contestar con palabras, elevó su ki tan alto como éste era capaz de encumbrarse. El piso comenzó a temblar estrepitosamente, su aura color oro brilló más esplendorosa que la misma circunferencia del sol. Fue igual a una vela que relucía hasta su máximo antes de apagarse, no se guardaría nada.

Sobrevivir dejó de ser una prioridad para él.


La mesa estaba colocada para el par de comensales, un plato y una cuchara yacían a cada lado esperando por la comida. Sentado a un costado de su madre, Trunks aguardaba el momento de comer para una vez más iniciar su rutina de entrenamiento. Aunque el estómago del chico de cabellos lilas empezaba a impacientarse, él se dio cuenta de un detalle que le preocupó.

– Te ves muy cansada–la voz de Trunks resonó en sus odios sin prestarle atención– ¿mamá estás bien?

Bulma no apartó sus ojos de la cacerola donde se cocía el guiso, su vista se perdía en el continúo movimiento circular que el cucharón mantenía al agitar el alimento en cocción. Lentamente sus pestañas fueron cerrándose gradualmente, de continuar así terminaría con su cabeza sumergida en la cazuela.

– ¡Mamá! –el llamado de su hijo hizo saltar a la científica igual que una liebre, haciéndola regresar al mundo consciente.

– ¿Dijiste algo Trunks? –dándose la vuelta lo observó.

– Te noto muy agotada, es como sino durmieras–atinadamente le comentó, las ojeras en el rostro de su madre eran evidentes.

– He estado ocupada con un nuevo proyecto en el laboratorio últimamente, pero despreocúpate no es nada serio–Bulma minimizó la reflexión de Trunks, sin percatarse de lo revelador de su respuesta.

– ¿De qué se trata?

– ¿Qué cosa hijo?

– El proyecto, en qué consiste–Trunks sintió una inquietante curiosidad.

Fue entonces que Bulma vio el error que cometió, siendo muy tarde para retractarse pensó en una excusa rápida para desviar el tema de la conversación. Sin embargo, una parte de ella creyó más sensato contarle abiertamente y sin mentiras sobre Ávalon. De todas maneras, Trunks cuando llegue el momento deberá estar cara a cara con la máquina del tiempo.

– Verás Trunks–en un inicio le fue difícil expresarse–desde que comprendí las circunstancias que envolvían a los androides, cruzó por mi mente la posibilidad de encontrar un método para vencerlos…

– ¿Vencerlos? –la interrumpió.

– Sí, pero me refiero a una forma no violenta…es decir, sin pelear.

– ¿Hablas de algún tipo de arma especial? –conociendo la capacidad inventiva de su madre, el chico especuló sobre algún aparato que consiguiera acabar con diecisiete y dieciocho.

– No, no hablo de un arma–Bulma objetó–piensa esto Trunks, por años han luchado contra los androides obteniendo como único resultado la muerte, imagina la posibilidad de simplemente evitar que ellos aparezcan en primer lugar…nada de lo ocurrido sucederá.

– ¿Evitar que aparezcan, cómo sería eso posible?

– Trataré de explicarlo lo más sencillo que pueda–con el cucharón tomó un poco de la sopa y la vertió en el tazón de su muchacho.

Trunks comenzó a comer mientras esperaba por la explicación de su madre, simultáneamente, Bulma dudó en continuar, no deseaba causarle falsas esperanzas al chico, si bien los experimentos más recientes indicaban que el desplazamiento temporal hacia el pasado era factible, no creía prudente aventurarse a decir que sabía cómo resolver el infierno que han resistido.

Los labios de Bulma titubearon al retomar sus afirmaciones, sin embargo, el descendiente del príncipe saiyajin se solidificó en su asiento dejando caer su cuchara al suelo. La mujer de ciencia lo vio sin entender qué sucedía, la cara de Trunks demostraba que algo estaba pasando. Asustada ella lo llamó repetidas veces, pero de su boca no salió respuesta alguna.

– ¡Trunks, qué tienes, háblame!

– Es…es Gohan, el ki de Gohan, lo puedo sentir–anonadado le replicó sorprendiéndola.

– ¿El ki de Gohan, estás seguro? –con incredulidad le indagó.

– ¡Está vivo! –Se levantó de su silla abruptamente– ¡no puedo equivocarme, este es el ki de Gohan!

Sus nervios captaban una energía enorme, esta fuerza hacía temblar sus huesos al percibirlo. Por lo que distinguía, Gohan se encontraba casi al otro lado del planeta. Habían transcurrido meses desde aquella batalla en la cual lo dio por muerto, dicha situación lo persuadió a salir volando más rápido que un cohete en la dirección en la que detectaba tal presencia.

– ¡Trunks!

Bulma no fue capaz de detenerlo, ahora fue su turno de quedarse parada como una estatua entre tanto Trunks corría hacia la puerta blandiendo su espada firmemente. Usando el ki de Gohan para enrumbarse, el joven guerrero atravesó el cielo sin aminorar su velocidad, esperanzado de llegar allí a tiempo. Su más ferviente deseo, era volver a ver con vida a su mentor.

– ¡Gohan ya voy!

A medida que volaba notó las tinieblas que reinaban en las nubes, el firmamento se hallaba ennegrecido por el luto. Aquella imagen le dio un mal augurio, provocando así que el corazón del chico latiera incontrolablemente llenando sus arterias de adrenalina pura. El ceño de Trunks se frunció, elevando por ende su rapidez al sostener su ruta.

– ¿Viste eso?

– ¿Qué?

Un par de bellos ojos femeninos apreciaban tranquilos el panorama, cuando repentinamente divisó entre los grandes cúmulos nubosos lo que se asemejaba a una silueta humana. La señorita de corta cabellera amarilla parpadeó confundida, por tal motivo se viró hacia su acompañante buscando un razonamiento lógico para tal avistamiento.

– Era una persona volando, o eso me pareció–Ireza le narró resumidamente a Shapner.

– ¿Una persona volando? –el rubio dijo con duda–probablemente fue tu imaginación.

– ¡No estoy bromeando, en verdad vi a alguien! –enfadada por el escepticismo de su amigo señaló con su mano el cielo azulado.

– Tranquila no te enojes, ven y toma un poco de agua.

Escapando del que alguna vez fue su hogar, ambos rubios viajaban sin un rumbo claro emprendiendo una búsqueda por un nuevo sitio que les proporcione cobijo. El refugio subterráneo en la desaparecida Orange Star City, en un principio albergó a cientos de sobrevivientes que con el pasar de los años, fueron enloqueciendo por el aislamiento que los volvió unos contra otros.

Y ahora, en medio de la nada, el dúo de camaradas se disponía a reanudar su odisea. Antes de montar su automotor, los dos simultáneamente miraron hacia el horizonte, allí en lo más alto, la oscuridad se adueñaba gradualmente de todo lo observable.

– Viene una tormenta, será mejor continuar–Shapner le dijo a Ireza.

– Como digas–con voz pesarosa le contestó.

– ¿También sientes lo mismo?

– Sí, siento un enorme vacío que no logro llenar.

Shapner abrazó a la delgada damisela, vislumbrando conjuntamente de la panorámica. Sabían perfectamente que esa ausencia que percibían en sus espíritus, tenía nombre y apellido.

– Videl–acotaron al unísono.

El viejo camión del caballero de melena dorada comenzó a rodar, su recorrido se renovó dejando a sus espaldas cada mala experiencia que han vivido. Desconocían con qué se toparían al avanzar, sin embargo miraban el camino que se ampliaba ante ellos con esperanza. Cualquier mal, por más poderoso que éste sea, no es eterno. Algún día, la Tierra volverá a vivir en paz.


El cielo se tornaba oscuro con el pasar los minutos, varios truenos y relámpagos anunciaban que el clima había cambiado su estado por uno menos sereno. Con la espesa capa de nubles bloqueando al sol, solamente una fuente de luz resplandeció en aquella región que era devorada por la hambrienta negrura.

Poco a poco, delgadas pero punzantes gotas de agua empezaron a precipitarse a tierra, mojando así a los androides y al hijo de Goku. La precipitación fue ganando intensidad, pronto incontables charcos se crearon en toda la extensión del suelo. Reflejándose en su acuosa superficie, se distinguían los rostros estoicos de los beligerantes mientras se vigilaban mutuamente.

Los ojos de diecisiete rodaron hacia su hermana, ella asintiendo apretó sus puños análogamente a que Gohan arrugaba su entrecejo aguardando por el primer movimiento de ambos. El cual no se demoró más en ser efectuado, sin aviso alguno el par de autómatas se desplazaron hacía el saiyajin a gran velocidad pensando únicamente en incrementar su sufrimiento.

– ¡Ahhhh!

El primogénito de Son Goku reaccionó rápido, disparó una esfera de ki hacia el piso levantando un denso muro de polvo que obstaculizó la visión de las creaciones de Gero. Al mismo tiempo, los dos individuos cibernéticos atravesaron veloces la altísima estela de ceniza sin lograr completar su ofensiva conjunta.

– ¿Adónde se fue? –dieciocho se cuestionó.

– Debe estar cerca…–diecisiete replicó momentos antes de recibir un puñetazo de Gohan que lo envió a volar.

– ¡Maldito, deja de esconderte! –La mujer robótica buscó entre sus alrededores, sin embargo la polvorienta pared no le permitía mirar con claridad– ¡ni piensas que te salvarás!

Enloquecida, la rubia abrió fuego en todas las direcciones posibles. Sus descargas energéticas no alcanzaban a impactar con su blanco, por el contrario, se estrellaban con los escombros de la antigua Capital Central. Mientras dieciocho continuaba con su frenética agresión, Gohan se escabulló entre el humo que se disipaba, consiguiendo así, colocarse cerca de ella.

Aprovechando esa oportunidad efímera, la conectó con un puntapié en la zona baja de su abdomen. Como resultado, el androide femenino impactó con el terreno cavando con su anatomía una larga zanja hasta detenerse. No obstante, su pequeña victoria no duró mucho. Diecisiete lo tomó por sorpresa, al golpearlo en su espalda con sus manos entrelazadas.

El guerrero saiyajin a medida que caía, se acomodó de tal forma que aterrizó de pie sin perder el equilibrio. Propulsándose de regreso a las alturas con la potencia de sus piernas, Gohan extendió su brazo contra diecisiete arrojándole una a la vez, cuantiosas ráfagas multicolores que detonaron sonoramente al tocar su objetivo.

Enceguecido temporalmente por la arremetida de Gohan, el hombre mecánico no esquivó un sólido rodillazo que el pelinegro le brindó directamente en su mentón. Sin detenerse, seguidamente con un manotazo lo despachó a colisionar con el rígido piso. Con calma, el hijo de Goku aterrizó suavemente recuperando el aliento mientras esperaba.

La lluvia persistió en presenciar el combate, aumentando también su ímpetu al hacerlo. Paralelamente a esto, la mirada de Gohan se concentró en un dúo de figuras que caminaban hacia él. Sus vestimentas se hallaban rotas y desgarradas, aún así sus cuerpos no mostraban ningún signo de flaqueza.

Con sincronía, los tres se desvanecieron borrándose del ambiente circundante. La pelea se aceleró de tal modo, que ésta se tornó más rápida que el sonido. El intercambio de golpes iba y venía, si bien los androides tenían superioridad numérica, Gohan resistía sus embestidas bloqueándolas con su brazo derecho y con sus rodillas.

Sin rendirse, su perseverancia perduró, pese a ser uno contra dos, en un breve instante, logró golpear a dieciocho en su mejilla simultáneamente a que pateaba en la cabeza a diecisiete. Luego sujetó a dieciocho por su pie y usándola como un martillo, aporreó al androide masculino que besó el suelo en compañía de su cómplice rubia.

– ¡Malnacido! –dieciocho enfurecida se dirigió a Gohan al levantarse apresurada.

– Tranquilízate, él quiere que perdamos el control–diecisiete calmó sus ánimos.

– ¡Vamos diecisiete, acabémoslo!

Siendo más calculadores, reiteraron sus embates anteriores intentando acribillarlo con sus puñetazos. En esta ocasión, Gohan no pudo defenderse con propiedad y progresivamente empezó a recibir el daño que éstos eran calificados para generar. La velocidad de los gemelos superó la capacidad de visibilidad del saiyajin, apaleándolo brutal y abismalmente.

Buscando alejarlos de sí, Gohan expulsó una parte de su poder formando una burbuja de ki que empujó a diecisiete y a dieciocho separándolos de él. Restaurando su postura de pelea, el aura dorada que se había debilitado regresó vigorosa a su alrededor. El par de máquinas homicidas igualmente se colocaron en sus posiciones, dejando a su hermana atrás diecisiete atacó en solitario.

El maestro de Trunks esperaba recibirlo con un derechazo, sin embargo su rival previó esa maniobra y se agachó antes de que esto se diera. Al encontrarse inclinado frente al semisaiyajin, número diecisiete hundió literalmente su brazo en el estómago de Gohan haciéndolo escupir una gruesa mezcla de saliva y sangre por su boca.

Materializándose sobre el lisiado guerrero, diecisiete lo golpeó en la nuca con su codo izquierdo. Enseguida, Gohan se irguió tan rápido como pudo pretendiendo responder a la agresión proveniente de su oponente. A pesar de eso, su enemigo adivinó su idea y con una serie de piruetas se alejó de él.

– Ese idiota de diecisiete, otra vez está jugando–dieciocho en un santiamén se desapareció sin que Gohan se percatara.

Ahora fue el turno de Gohan para correr hacia el androide buscando atacarlo, diecisiete tranquilamente se quedó estático demostrándole silentemente que no le interesa qué técnica usara. Encontrándose ya a menos de un metro de distancia, el saiyajin arrojó un rayo de poder que el individuo cibernético desvió fácilmente con un manotazo.

– ¡Ahhhh!

Deseoso de borrarle esa sonrisa del rostro, Gohan empleando su restante mano quiso castigarlo con un puñetazo, el cual sorpresivamente para él, atravesó la silueta de diecisiete como si éste se tratara de un espectro. El asombro se desfiguró de su expresión, al sentir como el puño endurecido del robot hacía crujir su mandíbula hasta casi desmontarla de su ubicación natural.

Sin darle la oportunidad de tan siquiera respirar, diecisiete se apoderó de su cara en un parpadeo. La palma de su extremidad centelló a consecuencia de la energía que allí se reunió, posteriormente, liberó dicha acumulación energética que detonó incinerando parcialmente la faz de Gohan. El cuerpo del peleador salió catapultado por el aire, lugar donde sería nuevamente apresado.

– ¡Mi turno! –dieciocho le susurró al oído al mantenerlo abrazado.

La mujer mecánica, inclinó su cabeza para así regalarle un cabezazo que abrió una profunda herida en la frente de Gohan. Dieciocho se regocijó por la apariencia maltratada de su víctima, continuando con su castigo con la ayuda de un puntapié lo hizo chocar contra las rocas del suelo, tal acción ocasionó que varios peñascos sobresalieran de la tierra.

Al yacer dentro de ese cráter, revivió el momento en que casi fallece. Él se hallaba en una situación similar, no obstante, una humana que no conocía lo sacó de allí permitiéndole vivir nuevamente. El recuerdo de la sonrisa que adornaba a la dueña de esos ojos azules, lo motivó a ponerse de pie desdibujando de su mente la más mínima idea de rendirse.

– ¿Por qué Gohan, por qué lo haces? –diecisiete le dijo al verlo reincorporarse–ya deberías haberlo entendido, tus poderes no se comparan con los nuestros, ríndete y reconoce tu derrota.

Gohan no respondió, se mantuvo callado.

– Esta vez no descansaré hasta verte sin vida, me aseguraré personalmente de ello–le aseguró el androide.

– Pueden hacer conmigo lo que les plazca, pero les prometo que me levantaré cuántas veces sea necesario–Gohan replicó.

– ¡Eres un terno, si tanto quieres morir con gusto te complaceremos!

Sin moverse de su sitio, Gohan pausadamente imitó a su padre a la hora de preparar su ataque más representativo. Si bien se usan ambas manos para elaborarlo, él consideró que con sólo una podría hacerlo. Entre sus dedos un bola de luz fue creciendo, ésta ganó vigor con el paso de los segundos, Gohan depositó en ella la fuerza que le quedaba.

– ¡Kaaameee, haaameee! –Recitando las palabras características de esta técnica, el descendiente de Son Goku no apartó de su mirada a las creaciones de Gero– ¡haaaaaa!

La descomunal descarga de poder viajó a gran velocidad hacia diecisiete y dieciocho, no obstante, éstos no se vieron intimidados por tal ofensiva. Los dos contraatacaron disparando sus propios rayos energéticos, los cuales se estrellaron contra el Kamehameha de Gohan. Provenientes de ubicaciones opuestas, los estallidos se empujaban uno al otro intentando derrotarse.

Los pies de los tres contendientes se hundían en el suelo ante la potencia de sus poderes, la Tierra temblaba con tanta violencia que parecía que ésta estallaría por completo. En los primeros minutos se mantuvieron equilibrados, sin embargo, al transcurrir el tiempo se notó la diferencia de poderío que se ampliaba exponencialmente.

– ¡Yo también, yo también moriré libre Videl! –vociferó para sí mismo.

– ¡Ya fue suficiente, vete al infierno gusano! –diecisiete aseguró dándole más energía a su arremetida.

De manera indetenible, los autómatas fueron ganando la ventaja en la lucha. Gohan por su parte, miró sereno como aquella bestia energética se le venía encima sin freno alguno. El calor fue carbonizando su piel al ser envuelto por ésta, la luz lo cegó perdiendo la noción de lo que ocurría a su alrededor.

"Mamá, abuelo, Bulma, maestro Roshi, perdónenme…hice cuánto pude"–el saiyajin mentalmente les dedicó unas palabras a sus familiares y amigos–"¡Trunks, jamás te rindas, tú eres la última esperanza!".

La sombra del primogénito Son fue borrándose gradualmente, al ser devorada por la embestida de los hermanos demoniacos. La muerte lo había absuelto en demasiadas oportunidades, el día de hoy, ella no fue igual de condescendiente. El gran gladiador mutilado se marchó esa tarde, para despedirlo, una titánica explosión cubrió enteramente los vestigios de la Capital Central.

No lejos de allí, Lunch vio la onda de choque que se aproximaba a su persona. Cerró sus párpados con una sonrisa en los labios, no sintió temor ni desesperación. La ladrona al ser bañada por esa vigorosa luminosidad, partió de ese mundo suplicándole al destino que la reencontrara con un hombre dotado con tres ojos.

El aguacero no se dejó amedrentar por la devastación, las gotas heladas de humedad continuaron cayendo sobre todo lo que ahí se encontrara. El clima silenciosamente trató de remover la sangre de los inocentes que entregaron sus vidas, no importaba su pasado ni su origen, la precipitación por igual les brindó su respeto.

– ¡Está muerto, esta vez sí está muerto! –diecisiete alegó al mirar el cadáver de Gohan.

– ¿Qué piensas hacer ahora que el castillo se destruyó? –le cuestionó al no ver la edificación en su lugar.

– ¿Qué? –el androide miró hacia el palacio del antiguo soberano mundial, éste fue completamente desintegrado junto a lo que quedaba de la ciudad.

Al ver que sus esclavos humanos habían escapado hace mucho, además de la pérdida del sitio que planeaba usar para gobernar el mundo. Número diecisiete se dio cuenta que debía pensar con más calma qué haría a continuación, sin responderle a su hermana él despegó alejándose de allí perdiéndose entre las nubes. Dieciocho lo siguió, dejando a sus espaldas el demolido campo de batalla.

Pasaron un par de horas, y un diminuto punto luminoso aumentó al acercarse paso a paso. El juicio de Trunks fue conquistado por el miedo y el pesimismo, el ki de Gohan se desvaneció sin dejar rastro alguno de su presencia. Al chico no le importó volar en medio de esa tormenta, empapado de los pies a la cabeza sobrevoló el área buscándolo sin lograr hallarlo.

Cuando creía que nunca lo encontraría, avistó a la distancia un hombre tendido en un profundo charco de agua. La vestimenta que portaba era familiar para el muchacho, el latido de su corazón decayó al caminar en esa dirección. Pronto su rostro se humedeció más, no por la lluvia sobre él, sino por el mar de lágrimas que brotó de sus ojos.

– Gohan…Gohan–masculló casi sin voz.

El individuo que delineó su vida, quien le enseñó a no sólo pelear y a utilizar sus habilidades, la persona que casi fue su padre, yacía inerte en el frío suelo. No obstante, algo cambió en su interior. La ira corrió por sus venas, una rabia sin límites lo estremeció apoderándose de cada fibra de su ser.

– ¡Gohan!

Una corriente eléctrica viajó por todo su cuerpo, su menté se nubló y no consiguió pensar con lucidez. La tranquila personalidad de Trunks se vio poseída por un poder no humano, el súper saiyajin que vivía dentro de su espíritu finalmente salió. Un aura dorada lo envolvió mientras su cabello optó esa tonalidad, el hijo de Bulma no volvería a hacer el mismo jamás.

– ¡Noooooooooo! –sus piernas no pudieron seguir sosteniéndolo, al arrodillarse con ambos puños golpeó el piso agrietándolo salvajemente.

Trunks lloró sin consuelo en lo que le pareció una eternidad, a partir de ese momento la guerra sería suya. Son Gohan murió protegiendo lo que más amaba, su familia, sus camaradas, la Tierra. Era el momento para que el descendiente de Vegeta, dejara a un lado sus temores y dudas, tanto el futuro como el pasado dependían de ello.


Tres años después…

El sonido molesto de un despertador inundó la recámara, en la cama, debajo de las frazadas, una figura se retorcía reiteradamente sin fin. Al cabo de unos segundos el joven allí acostado despertó sobresaltado, el sudor recorría su frente al mismo tiempo que una punzante jaqueca taladraba insistentemente su cabeza.

– ¡Otra vez esa pesadilla!

Habiendo dejado la niñez atrás, un Trunks a muy poco de tocar la adultez, apagó el fastidioso ruido de su reloj. Si bien habían pasado tres años desde el fallecimiento de su maestro, aquel día se repetía constantemente en sus sueños atormentándolo. Sus ojos se dirigieron a su confiable espada colgada en la pared, con su ayuda entrenó por meses controlando su transformación.

A pesar de ser un súper saiyajin, en los consiguientes enfrentamientos que protagonizó junto a los androides sus intentos por derrotarlos fueron infructuosos. Su vida peligró incontables veces, pero los robots lo mantenían vivo para que así fuera su nuevo juguete, tal como lo hicieron con Gohan por tanto tiempo.

Una vez de pie se dispuso a vestirse reiniciando de este modo su rutina, al cubrir su desnudez con cada prenda de vestir los recuerdos de esa tarde afloraron. Nunca olvidaría la cara de su madre cuando lo vio llegar con el cadáver de Gohan, sin embargo, sería otra mujer la que interpretaría la escena más desgarradora que ha presenciado.

El funeral del semisaiyajin se efectuó días después, Milk sollozaba desmoralizada ante el féretro de su único hijo. Bulma, Ox Satán y el maestro Roshi trataban de confortarla, aunque sus palabras resultaban inútiles. La viuda de Son Goku, tenía un vacío en su alma que no podría llenarse con sólo frases de aliento.

Señora–Trunks revivió esa mañana–yo le prometo, le juro que vengaré la muerte de Gohan, no dejaré que su sacrificio sea en vano.

¡Trunks!–Bulma quiso calmar su ímpetu.

Yo derrotaré a los androides, me cueste lo que me cueste.

Milk giró su rostro demacrado por su desconsuelo, y pese al dolor que la destruía por dentro tuvo la fuerza suficiente como para regalarse una sonrisa genuina. El sepelio prosiguió su marcha, la tumba de Gohan se confeccionó junto a la de su padre. El dúo de guerreros descansó en paz uno al lado del otro, dos leyendas de las artes marciales reunidos en la eternidad.

– Trunks, sal de la cama, ya está listo el desayuno–Bulma lo llamó al apoyarse en su puerta.

– Voy enseguida mamá.

Completamente vestido, el joven de cabellos lilas recorrió el interior de su casa llegando a la cocina. Su madre alegremente tarareaba una canción, él no recordaba cuándo la había visto tan feliz.

– ¿Pasa algo mamá? –le cuestionó al sentarse.

– Trunks, hoy no quiero que salgas a entrenar.

– ¡Pero mamá, necesito volverme más fuerte!

– Escúchame hijo, no noto mucha diferencia entre tus poderes y los de Gohan–Bulma comentó al verlo a los ojos–además, tengo pensado que vayas de viaje esta misma tarde.

– ¿De viaje, adónde?

– La pregunta correcta sería: cuándo–sonrió orgullosa–anda come, tu almuerzo se enfría, al terminar te explicaré todo en el laboratorio.

Si bien tenía el apetito de su padre, Trunks engulló sus alimentos deprisa intrigado por las acciones de su madre. Una vez que su estómago estaba satisfecho, él se enfiló a las instalaciones subterráneas donde Bulma trabaja con un fervor casi religioso. A mitad de camino, la científica más grande de la Tierra lo esperaba.

– ¿Qué está sucediendo, qué ocurre?

– Trunks hijo, desde hace algunos años he mantenido en secreto varias cosas porque estaba esperando la ocasión idónea para revelártelas, y ya llegó ese momento, te presentaré a Ávalon.

– ¿A quién? –indagó sin entender.

– Sígueme, será más fácil si me acompañas.

Bulma tomó aire, y así, entre tanto caminaban, ella inició con su relato:

– Cuando tu abuelo vivía, el teorizó la posibilidad de realizar desplazamientos temporales, aunque nunca experimentó con ello, dejó antes de morir una serie de cálculos y esquemas que yo después encontraría.

– ¿Desplazamiento temporal? –dudó al arribar a la puerta del laboratorio.

– Me refiero a viajar a través del tiempo–con esa frase congeló a su hijo.

Ambos ingresaron en la recámara, allí detrás de otros artefactos tecnológicos, Trunks observó boquiabierto una especie de nave con forma de huevo, la cual era sostenía por un conjunto de cuatro altas y delgadas patas. Al ver su cara, Bulma esbozó una leve sonrisa. Sin demora, se giró hacia él continuando con su explicación.

– La llamé Ávalon, ya que me pareció una grosería referirme a ella solamente como: la máquina del tiempo–la científica explicó, ella le guardaba mucho respeto a su creación–por eso, creí más correcto darle un nombre propio.

– ¿Y esta cosa funciona?

– Claro, me costó mucho trabajo pero la hice funcionar aunque admito que el diseño no está perfeccionado.

La hija del Doctor Briefs, le detalló al nieto de éste cómo fue experimentando con las ecuaciones postuladas que el viejo científico especuló previamente a fallecer. Le reseñó el peligro que implicaba retroceder en el tiempo, el más mínimo error de cálculo, y el viajero terminaría en la época equivocada sin posibilidad de retorno.

– Concentrando una gran cantidad de energía en un punto diminuto, Ávalon consigue romper la barrera del espacio-tiempo abriendo así, una abertura en el tejido espacial por la cual viaja.

– ¿Qué?

– Olvídalo–acotó al distinguir la expresión de desconcierto en Trunks–Ávalon tiene la potencia suficiente para realizar dos viajes: uno de ida y otro de vuelta–declaró–es por tal motivo, que debe operarse con sumo cuidado.

– ¿Por qué no me hablaste de esto antes?

– No quería darte falsas esperanzas si fracasaba.

– ¿Y dónde encajo yo en esto?

– ¿No lo ves? –Replicó con una pregunta–construí esta máquina para ti, tú la usarás para volver veinte años atrás y advertirle a Goku sobre los androides.

– Pero mamá…–no sabía qué decir.

– Si la ciencia fue la culpable por desarrollar a los androides, entonces debe ser la ciencia misma quien solucione el problema–Bulma exclamó con vehemencia–sé que estoy presionándote mucho, discúlpame, pero no quiero verte morir en batalla como a los demás.

La idea fue una como supernova en su mente, si realmente ese artilugio hacía lo que su madre afirmaba, valía la pena probarlo. Volvería a ver a Gohan, conocería a los otros gurreros que sólo conocía en historias y aún más importante, se encontraría por primera vez con su padre, el príncipe Vegeta.

– Confío en ti mamá, dime qué debo hacer.

– Trunks, ya lo verás, todo se arreglará–con una enorme sonrisa abrazó a su retoño.

Esa misma tarde en las afueras de su hogar, tanto madre como hijo, apreciaron juntos de la silueta de la máquina del tiempo que reflejaba la luz del sol con su estructura metálica. Antes de partir en una odisea histórica, Bulma se acercó a Trunks sosteniendo una chaqueta en sus manos.

– Toma Trunks, es un obsequio, espero que te dé suerte.

– ¡Es fabulosa, gracias! –jubiloso el chico alegó al colocarse la prenda.

– Repacemos el plan–Bulma insistió.

– Viajaré dos décadas al pasado, iré al día exacto en que Freezer llegó a la Tierra–la mujer peliazul asintió–una vez allí, buscaré al papá de Gohan y cuando estemos a solas, le contaré porqué estoy ahí.

– ¿No olvidas algo? –alzó una ceja.

– ¡Ahh sí, la medicina! –contestó sosteniendo el frasco entre sus dedos.

– Sí, es primordial que Goku reciba ese medicamento, así no morirá por esa horrible enfermedad del corazón–afirmó Bulma–la sinteticé en forma de jarabe puesto que a Goku le asustaban las inyecciones–rió un poco.

– Puedes estar tranquila, me encargaré de dársela.

– Recuerda, no debes decirle a nadie más quién eres, si mi yo de esa época o tu padre descubren tu identidad podrías no existir.

– ¡Sí!

– Bien Trunks, vete, estaré esperando buenas noticias cuando vuelvas.

– ¡Espera, aún no! –La sostuvo por sus hombros– ¿tienes algo con qué escribir?

– Sólo tengo este plumón.

– Es perfecto–tomando ese instrumento de escritura, Trunks trazó una a la vez las letras de una palabra en uno de los costados del vehículo del tiempo.

– Esperanza–Bulma leyó en voz alta lo escrito por su hijo.

– Ahora sí, me voy.

Trunks besó en la mejilla a su madre mientras la rodeaba con sus brazos, luego de eso se dirigió a la cabina de Ávalon donde se vio sorprendido por la gran cantidad de botones y palancas de control.

– Tranquilo, solamente acciona el interruptor de arranque y la máquina hará el resto–la científica gritó.

El chico se vio a sí mismo, en la chaqueta se encontraba la cura que salvará a Goku, su espada dentro de su funda decía presente silentemente, en su muñeca estaba colocado el reloj con las coordenadas del aterrizaje del padre de Gohan. Simultáneamente a que se despedía con su mano de su mamá, el artefacto tecnológico dio inicio a sus funciones.

La ovoide cúpula transparente se cerró sellando el compartimiento de mando, la pantalla principal se encendió entre tanto Ávalon se elevaba en el cielo perdiéndose en la redondez del astro rey. La estructura de la máquina vibró, el mecanismo interno que permite los desplazamientos temporales fue gradualmente activándose.

– Fecha de destino: agosto del año 764–la computadora de abordo informó con voz robótica.

Trunks entrelazó sus manos ansioso, en su cabeza recordó la información que su madre le proporcionó sobre Freezer y sus amigos asesinados. No obstante, su corazón palpitaba emocionado al imaginar el momento en que esté frente a frente con el hombre que le heredó sus fuerzas y poderes.

Bulma por su parte, vio desde el suelo como la nave fugazmente se desvaneció de su vista. Ya no podía hacer nada más, únicamente le quedaba aguardar por su regreso. Si bien su línea de tiempo no se vería alterada, sabía que su esfuerzo generará un cosmos alterno donde tanto ella como Trunks podrán experimentar una existencia más digna y feliz.

Y así será, como los acontecimientos de la historia volverían a iniciar nuevamente, pero ésta vez, de forma distinta. Era una segunda oportunidad, una nueva vida para todos se vislumbraba al final del túnel. El destino les permitiría forjar su propio futuro.

El día de hoy, mañana es ayer.

Fin

Quiero darle mi más sincero agradecimiento, a todos los lectores que se molestaron en leer esta historia de su génesis hasta su ocaso. Estoy seguro que muchos al igual que yo, se preguntaron qué más sucedió en el futuro de Mirai Trunks, Videl habría existido, qué hubiera ocurrido si ella llegara a conocer a Mirai Gohan.

Precisamente, fueron por estos cuestionamientos que se volvían incontrolables en mi cabeza, que decidí compartir con ustedes mi visión personal de los acontecimientos que posiblemente se dieron en esa época en particular. Reitero, la presente fábula enmarca mi opinión de los hechos dados en éste tiempo, pueden estar de acuerdo o no.

Cuando empecé con Ávalon, traté y lo enfatizo, intenté ser lo más apegado posible a la historia que nos regaló el señor Akira Toriyama. Aún así, yo deseaba impregnar el fic con detalles propios de mi imaginación para darle originalidad, evitando de esta forma, que resultara siendo una copia exacta de la obra original de DBZ.

Como sabrán los que siguen mi humilde trabajo, los escritos que mi mente crea están centrados en la pareja de Gohan y Videl. Al ser fanático de ellos, me encantaría conjeturar un universo donde ambos son capaces de desarrollar una genuina relación amorosa, en medio del infierno desatado por los androides del Doctor Gero.

Aunque esa idea me gustaba, al ir gradualmente construyendo este relato comprendí que tristemente tanto Mirai Gohan como Mirai Videl estaban destinados a no poder estar juntos. Llegué a esta conclusión, debido al entorno apocalíptico que los dos vivieron desde niños hasta el final de sus vidas.

Eran seres humanos marcados por pérdidas y sufrimientos acumulados, que enloquecerían al más cuerdo de los individuos. Gohan al dedicarse a su entrenamiento y al de Trunks, jamás pudo socializar con más personas ya que su círculo social era muy cerrado, especialmente sobre el sexo opuesto, impidiéndole saber cómo actuar al estar frente a frente con una mujer.

Me disculpo con los fans de esta pareja, si llegaron a tener la esperanza de verlos compartir un amor abierto tal como sus contra partes en la línea temporal normal. Pero el concepto de un posible noviazgo feliz, se fue nublando más y más por la sombra homicida de los androides que no permitirían que su juguete favorito tuviera una pizca de alegría.

Serán ustedes los que decidan si estoy en lo correcto o no, siéntanse libres de dar su opinión, si así lo consideran necesario, para compartir mi particular visión o por el contrario para refutarla. Puntualmente al tocar este tema, ahora me dirigiré solamente a una lectora en específico. No sé tu nombre real, únicamente te conozco con el seudónimo de "Una lectora".

Normalmente, respondo a las observaciones que me regalan, no obstante, al carecer de una cuenta en la página, nunca pude contestarte tan directo como me hubiera gustado. Numerosas veces me suplicaste que no matara Gohan, perdóname, en verdad lo siento, pero la muerte de Mirai Gohan era un elemento fundamental e inalterable para el avance del fic.

Si sirve de consuelo, te doy las gracias por tus impresiones a lo largo de la historia. Una vez más, manifiesto mi agradecimiento a todos los que leyeron Ávalon. Espero que ya sido de su agrado y que aunque sea por unas horas los haya entretenido, de inmediato me enfocaré en concluir mi otra historia pendiente, es decir, El Príncipe Gohan.

Gracias por leer y hasta la próxima.