Esta historia no me pertenece. Todos los derechos son de cancercute, su autora, la historia la encontrarán en mis favoritos bajo el nombre de Intimacy. Le he pedido a ella permiso para traducirla porque, a mí en lo personal, me parece una historia excelente. Sin duda alguna de las mejores en el Takari y creo que cualquier persona que ame el Takari debería leerla.


Capítulo 18

Pasó una semana en la escuela y no recibió un mensaje, mail, sonrisa o señal alguna que la hiciera creer que él aún pensaba en ella. La semana entera había sido una tortura, un dolor como si le hubiesen arrancado el corazón y dejado la herida abierta se apoderó de su cuerpo. Porque más que el dolor de ver a TK con Karyl, era el haberlos visto yendo a la escuela juntos y seguir viéndolos con sus propios ojos durante los últimos dos días. Eso le causó un daño emocional mucho más intenso.

Odiaba cómo se sentía. Odiaba lo patética que era porque aún dejaba que él la afectara. Todo lo que él hacía la afectaba. Y aunque odiara demasiado admitir esto, aún estaba enamorada y eso hacía todo el drama más doloroso porque así no podía superarlo.

Sus pensamientos se perdieron apenas se sentó en el columpio, meciéndose despacio hacia delante y atrás en un movimiento linear. El parque estaba a tres calles de distancia de su casa y era el mejor lugar para pensar. Y ya que era lunes en la tarde, se hallaba casi vacío. Al menos así tenía tiempo de meditar en todo este torbellino emocional que cargaba.

De su pecho salió un largo y pesado suspiro.

-¿Kari?

Aquella voz hizo que su corazón se detuviera. Era la voz que conocía muy bien, la que la perseguía en sus sueños, el único sonido que calmaba y al mismo tiempo la sacaba de sus casillas. Ni siquiera se atrevió a voltear a verlo pues sabía que si lo hacía, toda su parte racional se perdería.

-¿Me puedo sentar?

Ella ni siquiera respondió pero lo dejó sentarse en el columpio a su lado, él se acomodó en dirección opuesta. No podía mirarlo porque la sola presencia hacía que su corazón se derritiera en todos los sentidos.

-Sé que soy la última persona que quieres volver a ver pero necesito decirte algo. Por favor escúchame. Pido solamente un minuto de tu tiempo, Kari.- comenzó a decir suavemente pero con un tono de desesperación en su voz.

El que ella no respondiera fue una señal que tomó para continuar hablando. Ciertamente, ella sólo estaba exhausta. Muy, muy exhausta de todo el dolor, el drama y los sentimientos. Sólo deseaba poder respirar aire fresco y quitarse el estrés, dejar todo atrás y continuar, pero, ¿realmente podría hacerlo?

-Kari.- él suspiró profundamente.- Metí la pata muy, muy, mal. Lo sé y cada día deseo poder regresar y deshacer las estupideces que he hecho… pero no puedo y todo está cayendo sobre mí ahora.- se escuchaba apenado por lo que decía.- Estaba saliendo con Karyl antes de conocerte. Creí que estaba enamorado de ella. Al principio tuvimos un buen tiempo, al pasear, ella me enseñó a divertirme y reírme y bueno, sí, ella… me dejó usarla para sacarme el estrés.- se cubrió la cara con la palma de sus manos intentando esconder la vergüenza.- Pero luego se volvió posesiva e irritante. Se quejaba demasiado de cosas que yo no podía darle. Odiaba que siempre estuviera entrenando, decía que no le dedicaba suficiente tiempo pero la verdad, mi atención era de ella cuando no estaba lidiando con cosas del básquet. Y llegó un punto en el que me cansé de toda la mierda que me estaba dando así que rompí con ella. No lo tomó muy bien pero no me importó, yo seguí con mi vida. Y luego te conocí…- una sonrisa iluminó su rostro al hablar.- Te vi ahí en las gradas en el gimnasio y no pude quitarte los ojos de encima. Estabas tan concentrada, frunciendo el ceño de una manera que te hacía ver muy linda y no pude evitarlo. Cuando supe que mi hermano iría a tu casa a ver a Tai aproveché la oportunidad. Quería conocerte. Quería ser tu amigo… no sabía por qué pero había algo en ti que llamó mi atención cuando te vi en el gimnasio. Después de todo, cada vez que salíamos era como verte por primera vez. Tú iluminaste mi mundo. Hiciste que el básquetbol tuviera otro significado, ahora tenía un propósito por el cual jugar. Cada vez que estabas ahí en las gradas durante un partido, sentía que al fin había alguien a quien le interesaba, a quien le importaba lo que yo hacía, quien me apoyaba en lo que yo amo. Y cada vez que me esperabas después de un juego no deseaba regresar a casa. Tú te convertiste en mi hogar, Kari. Desde que te conocí, estaba tan feliz. Era como estar en un lugar tranquilo y confortante. Y cuando te vi en el asiento al lado de mi auto, estando empapados por la lluvia, tú brillabas… estabas tan bella y resplandeciente. En ese momento entendí… no era algo de ti. Eras todo de ti lo que me gustaba. Por primera vez sentí algo nuevo. Me enamoré. Kari tú eres mi mundo y no podría perdonarme a mí mismo sabiendo que te lastimé. Sé que soy la razón por la que sientes dolor y deseo poder arrancarlo todo. Pero es mi culpa que te sientas así. Fue mi estupidez la que nos trajo hasta aquí. Karyl está embarazada y es mi culpa. Aunque no lo quiera tengo que estar ahí para ella, por el bebé. Metí la pata y tengo que hacerme cargo de mis responsabilidades. De verdad, de verdad lo siento mucho, Kari.

Aquellas confesiones la movieron más de lo que se imaginaba. No creía que él le diría esas cosas porque, en primer lugar, no esperaba ya nada de él. No esperaba que se enamorara de la misma forma que ella lo estaba. Y él no creía poder llegar a ser su amigo. No se imaginaba besándola en el estacionamiento por primera vez… pero todo sucedió de manera que ambos cayeron en el amor.

-Fue un shock para mí saber que ella está embarazada. No quería creerlo, la acusé de mentirosa pero todo tuvo sentido. No hice nada más que lastimarla.- se le escapó una risa amarga.

Ella no sabía que decir, no podía pronunciar una sola palabra porque él la intimidaba. Incluso antes, él tenía esa habilidad de hacer que su corazón se detuviera, de paralizarla y hacer que se olvidara de cómo hablar.

-Por favor di algo, Kari. Sé que estás lastimada y no merezco ni tu tiempo ni comprensión pero por favor di algo… lo que sea.- le pidió mirándola de reojo.

Después de unos momentos de silencio y ansiedad, ella le preguntó suavemente.

-¿La amas?

Aún no quería mirarlo.

-No, Kari. No la amo. Siempre has sido tú, siempre serás tú a quien ame.

-¿Pero no estarás conmigo?- preguntó de nuevo.

Él la miró con tristeza. Todo era o afrontar las responsabilidades y consecuencias de sus acciones o estar con ella.

-Eso quisiera, Kari. Créeme, tú eres todo lo que quiero. Pero tienes que entender que tengo responsabilidades.

-Entonces es entre Karyl con tu bebé o yo. Es mucha competencia para mí.- se rió irónicamente sin poder detener unas lágrimas que resbalaron por sus mejillas.- O tal vez ya no haya competencia. Me parece que ya has tomado una decisión.

-Kari, por favor no. No siento nada por ella y lo sabes. Estoy enamorado de ti.- sonó desesperado, desesperado por su amor. Por ella.

-¿Si quiera sabes lo que quieres, TK? Porque suenas como si no quisieras que te dejara. Es muy simple, ¿sabes? El bebé y ella o yo. O tal vez no es tan simple, tal vez soy muy egoísta porque… porque aún te sigo queriendo. Te quiero todo para mí sola. No deseo a nadie más, que ninguna otra mujer te tenga. No quiero compartirte así que perdóname por estar tan patéticamente enamorada de una persona que no logra decidir lo que quiere.

-Kari…- TK quiso decir algo pero su rostro sólo reflejó agonía.

-¿Qué? ¿No sabes qué decir? Porque aparentemente el amor no es suficiente, ¿entonces qué lo es para que valga la pena luchar? Si el amor no es suficiente, entonces tenemos que admitir que somos un desastre. Porque no creo que haya alguien en éste maldito mundo que vaya a repararnos. Así que por favor, TK, deja de prolongar lo inevitable y toma tu estúpida decisión porque no voy a esperar para siempre. Podrías dejar todo el drama y decir qué quieres, así al menos si no me escoges te lloraría un río entero antes de seguir con mi vida. Pero si me das algo más a qué aferrarme, una esperanza de que quizá regreses algún día, estaré más confundida que antes. Por favor, haznos un favor a los dos y decide.

Ella inhaló profundamente todo el coraje que estaba sintiendo y dejó salir todo aquello con lo que quería concluir, mostrando su interior y sus sentimientos.

-Pero TK, de verdad, de verdad deseo que me elijas. Escógeme. Te quiero y tú también me quieres. Si la vida fuera tan simple sólo quiero que estemos juntos y seamos felices. Pero sé que no lo es. Y sé que estoy contra algo más grande con lo que el amor pueda competir. Pero aquí estoy, patética y desesperada, intentando tenerte de vuelta, persuadiéndote a amarme y escogerme.

Por un breve momento ella dejó de hablar y volteó el rostro para verlo. Y se miraron como si fuese la última vez, como si fuera el último momento en que estarían así. Era el capítulo final de la historia en el que enterraron sus corazones mostrando únicamente sus sentimientos y vulnerabilidad.

Él delicadamente limpió una lágrima de su mejilla. Se acercó un poco y ella cerró los ojos. En ese momento, sintió sus labios presionándose contra los suyos en un suave movimiento. La manera en que él la besó se sintió como una despedida. Él no tuvo que decirlo con palabras, porque la forma en que movía sus labios lo decía todo. TK mordió su labio inferior saboreándolo como si fuese jugo de naranja recién hecho. Kari lo entregó todo, en ese efímero momento de intimidad cuando sus lenguas se hallaron, danzaron en un lento y triste ritmo mientras ella lo sostenía del cuello. El beso se prolongó, uniendo sus labios un poco más de lo común porque en lo más profundo de sus corazones, la razón susurraba que ese era el último. Y apenas ella comprendió esa razón se le escapó un sollozo y se apartó. Lloró recargándose en el cuello de él, sacando todas las lágrimas que había guardado desde que la plática comenzó.

Él la sostuvo y acarició su espalda dulcemente. Pero en cuanto el llanto cesó, se quitó, mirando con pesadez al cielo intentando no quebrarse de nuevo.

Entonces habló con lo poco de confianza que le quedaba viéndolo directamente a los ojos.

-Estaré en el café hasta medianoche. Si decides escogerme, encuéntrame ahí.

Sin una sonrisa, sin un adiós, ella se levantó del columpio alejándose, con su corazón destrozado y las emociones naufragando en una batalla que carecía de valor.


El resto del día fue un asco. Por la mañana ya había tenido suficiente sabotaje emocional y entrenar toda la tarde no hizo que su mente se desatendiera del asunto. Mientras hacía largartijas, sentadillas y trotaba, iba pensando en si debía ir. Diablos, él la quería demasiado, la amaba sin duda alguna, pero sus responsabilidades, su bebé…

El bebé que Karyl era suyo y claro, tenía sus dudas al respecto. No quería que el pequeño creciera sin un padre sólo porque él amaba a otra. No quería herir a un inocente. No podía darle limitaciones a su propia sangre, a su hijo. Había cometido un error y tenía que pagar por eso. Pero la paga sería de por vida… no estaba seguro de si podría hacerlo. Sí, sería un buen padre, pero no el hombre que Karyl necesitaba en ese momento, su corazón ya le pertenecía a alguien más.

¿Lo haría? ¿Dejar a su hijo para estar con Kari? Si lo hacía, la culpa se lo comería vivo. El solo hecho de pensar en eso cada día, dejar a Karyl y a un niño que necesitaría a su padre, era peor que torturarse a sí mismo.

Pero si decidía quedarse, ¿lograría algún día entender su hijo que su padre no amaba a su madre? Si el pequeño preguntaba si fue un accidente… ¿cómo le respondería eso?

Era un error de gran magnitud, enorme. Y lo tendría que cargar toda su maldita vida.

El sonido de un silbato lo sacó de sus pensamientos cuando el coach les dijo que tomaran un descanso de cinco minutos. Tomó su botella de agua que estaba en su maleta.

-¿Estás bien? Te ves mal hoy.- dijo Kouji al lado de él, limpiando su sudor con una toalla limpia.

-Hablé con Kari en la mañana.- respondió TK suspirando.

-¿Ah si? ¿De qué hablaron?- preguntó su amigo sorprendido.

-Cosas…- se sentó en una banca y movió su cabeza hacia los lados.- Todo es una porquería en este momento. Imagínate que me pidió que eligiera entre el bebé o ella, tengo hasta media noche.

-Mierda.- murmuró Kouji.- ¿Y qué vas a hacer?

-No lo sé, amigo.- respondió, totalmente perdido en su indecisión.

-Mira, si tú la quieres y ella te quiere, las cosas se solucionarán. Tal vez no ahora pero con el tiempo así será.- intentó ayudarlo.

-Si decido estar con mi bebé y ser el hombre que debo ser voy a perder a Kari. Me dijo que no me esperaría para siempre y no espero que lo haga. Le hice mucho daño y ella no se lo merece. Soy el responsable y voy a resolverlo, no quiero que ella malgaste su vida a mi lado.

-Tal vez, si la dejas ir ahora ella regrese en el futuro. Quizá después de todo si algo cambia y ella aún te ama, entonces todo se solucionará. Sólo haz lo que tienes que hacer hoy. Un paso a la vez, hermano. Si necesitas ayuda estoy aquí para ti, pero no te tortures demasiado.- le dio una palmada en la espalda.- Además, tenemos semifinales la próxima semana.

-Sí, tienes razón. Debo mantener la cabeza en el juego.

Minutos luego el coach les pidió que siguieran entrenando hasta que dieran las seis en punto. Al dar la hora salieron a darse una ducha a los vestidores y después a cenar. TK se separó del grupo y se fue directo a su casa en donde vio a Karyl sentada en su pórtico.

-¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó sorprendido.

-Quería saber cómo estabas.- respondió ella suavemente, mientras se puso de pie y lo dejó abrir la puerta.

-Bueno, estoy aquí, sigo con vida, ya te puedes ir.- dijo él al entrar. Dejó su mochila sobre el suelo alfombrado de su sala.

-TK, por favor… estoy intentando.- ella lo siguió hasta la cocina en donde él preparaba su cena.

-Felicidades.- murmuró con ironía sin siquiera voltear a verla. No sentía alguna clase de emoción por ella excepto exasperación. No podía ser compasivo o considerado por sus sentimientos. No deseaba tener nada que ver con ella. Pero el hecho de que estuviera llevando a su bebé en el vientre la hacía importante de alguna manera.

-Sé que eché a perder todo y lo siento mucho. Perdón por ser una perra, por envolverte en esta situación… ¡pero también es tu bebé! ¿Por qué no haces un esfuerzo en esta relación?- inquirió casi al borde del llanto con sus hormonas fuera de control.

-¿Está relación?- preguntó.- ¿Esta…?- se giró quedando cerca de ella y con sus dedos señaló el espacio entre los dos.- Esto apenas y es una relación. No sé qué más quieres de mí Karyl. Estoy aquí, ¿o no?

-Yo… sólo quiero que todo funcione, ¿ok? Así como era antes. Solíamos divertirnos mucho, quiero eso de nuevo, TK. Aún te amo y no deseo que me odies.- explicó casi en una plegaria.

-Perdóname, pero estoy aquí para el bebé no para ti.- respondió él con amargura. Puso la mesa y sacó su cena del microondas.- ¿Ya comiste?

-No.- respondió ella sorprendida por el cambio de tema.

-Entonces come, no es saludable que te descuides para el bebé.- dijo poniendo un plato y cubiertos extra sobre la mesa.

Se sentaron a cenar tranquilamente. Nadie habló mientras comían. Él estaba demasiado cansado como para lidiar con ella y las cosas que no podía darle. Si siempre sería así, renunciaba. No podía ser el hombre que Karyl necesitaba. No podía ser mas que el padre para ese pequeño pues nunca podría amarla a ella. ¿Dejaría al bebé? ¿Correría con Kari dejando atrás sus responsabilidades?

La idea de verla en el café cruzó su mente… pero entonces, miró sobre la mesa y, a pesar del hecho de que le desagradaba esta mujer que ahora cargaba con su hijo y le suplicaba amor, se sintió responsable y le dio algo de vergüenza. Era una pena que esta chica lo amara y él no pudiera corresponderla. Sin embargo aquí estaba, suplicándole que hiciera algo para mejorar aquello. Aunque no había nada que mejorar. Porque él sólo estaba para dar apoyo moral y cumplir su función como padre. No un amante o algo parecido.

¿Cómo podría estar Karyl con un hombre que no la amaba como ella lo hacía? No hay cosa más triste que estar con un hombre que no siente algo por ti. Karyl lo sabía; pero dentro de ella esperaba que ocurriera un milagro que lo hiciera cambiar de parecer. Ella tomaría esa oportunidad. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera incluso ir contra el destino si es que eso era posible para que él pudiera amarla.

Porque para ella cualquier oportunidad era importante y aceptaría cualquier cosa que él le ofreciera aún si no fuese suficiente.

Lo amaba demasiado y le dolía saber que el padre de su hijo amaba a otra mujer. Pero si así era el destino lucharía contra lo que fuera por mantener a su familia. Quizá no lo parecía ahora pero tenía la esperanza de que lo fueran en el futuro.

TK vació los restos de comida en el bote de basura.

-Limpia la mesa cuando termines, yo lavo los platos.- fue al baño a cepillarse los dientes. Para cuando regresó ella ya había limpiado la mesa y los trastes.- No tenías que hacerlo.- dijo, al ver a Karyl secarse las manos.

-Está bien, ya te he dado razones suficientes para que me odies, lavar los platos no hará que eso cambie.

Él suspiró pasando una mano sobre su cabello en exasperación. ¿Llegaría a sentirse culpable de lo que estaba haciéndole a esta mujer? En lugar de lo que no estaba haciendo.

Fue a la sala, se sentó en el sofá y encendió la televisión. Karyl lo siguió, sentándose a su lado pero no tan cerca.

-Sé que estás esforzándote, Karyl. Veo que lo haces.- dijo en voz baja.- Pero entiende que esto es lo único que puedo ofrecerte. Estoy intentando también. Voy a estar siempre al pendiente de ti o del bebé cuando me necesiten pero eso es todo. Estoy porque tengo que hacerlo no porque quiero. Lo siento, Karyl, pero no te amo y no puedo darte lo que quieres.

Ella movió la cabeza para que no la viera a punto de llorar.

-Entiendo que no puedo ser ella, TK. No puedo ser Kari, pero soy yo y tal vez no ahora, pero espero que con un poco de tiempo vuelvas a amarme.- dijo, con la confianza destrozada.

Él suspiró de nuevo. No había algo más que sintiera por ella que pena. Se dio cuenta que había lastimado a dos mujeres ese día, las hizo llorar, no entendía qué había en él para que las mujeres lo amaran de esa forma. Todo lo que sabía es que ambas lo amaban y él no sentía merecer el amor que le profesaban y el deseo de estar a su lado.

Movió su cabeza desconcertado al saber que era la razón por la cual Karyl lloraba ahora.

-Lo siento.- murmuró.

Ella se acomodó sobre el sofá y se limpió las lágrimas.

-Vamos.- TK la ayudó a levantarse tomándola de la mano.- Te llevaré a casa. No deberías estarte desvelando.- la hizo que saliera y subiera a su auto para llevarla.

En el camino estuvieron callados, ninguno se atrevió a iniciar conversación pues ambos estaban cansados. Había sido un día de mucho estrés físico y emocional y probablemente era más de lo que podían aguantar. Necesitaban tiempo para distraerse, si es que eso era posible.

Después de estacionarse frente a su casa la encaminó hasta la puerta.

-Buenas noches.- estuvo a punto de irse cuando Karyl lo tomó de la muñeca, forzándolo a voltear y verla. Ella estaba respirando agitadamente, con dificultad y sus piernas temblaban. Se sostuvo de TK como si fuese su único apoyo y se apretó el vientre sintiendo mucho dolor.

-TK…- dijo antes de desmayarse en sus brazos.

-Mierda.- murmuró él alarmado y apresuradamente la llevó hasta su coche para llevarla al hospital.


-Le dije que me eligiera, qué patético, ¿no?- Kari se sintió avergonzada con Zoe mientras le mostraba sus miserables e incontenibles sentimientos.- ¿Crees que me elija?- preguntó, buscando algo de esperanza en los ojos de su amiga.

-Eso espero, K.- respondió.- Será mejor que lo haga.

Miró al reloj de pared en la cafetería y pasaban de las diez de la noche.

-Bueno al menos aún me quedan dos horas. No puedo creer que hice esto, ¿crees que pueda seguir con mi vida si él no me elije?

-Kari, pase lo que pase, lo vas a superar. Siempre estaré para apoyarte. ¿Crees que te dejaría seguir viviendo infeliz y miserable? Dios, tienes todo un mundo por delante. No dejes que nada ni nadie se convierta en obstáculo.

-Z… duele. Realmente duele mucho. No sé si podré poner una cara feliz y andar por ahí como si no me importara lo que los demás hacen.

-Todo va a salir bien, sólo no seas tan dura contigo misma.

Tal vez no era la mejor manera de hacer las cosas pero al menos al final del día podrá tener una respuesta. Porque eso era lo que necesitaba, cerrar ciclos. Es mejor saber cuál sería la decisión a que seguir por la vida con los "¿y si…?". Para entonces tendría algo para poder decidir y sacar de su vida la ansiedad y confusión. Mucha gente creerá que es mejor no saber porque la verdad duele, pero ciertamente, es mejor pasar un rato amargo a que estar el resto de tu vida imaginando las posibles respuestas de una decisión no tomada.

Es mejor concluir, darle a las cosas un final y evadir la incertidumbre. Una respuesta define los límites, pone las relaciones en el lugar donde deben estar y a cada persona en el rol que le corresponde.

Si termina favorablemente, podrían ir y hacer de su vida lo que quisieran y si no, al menos sabrían que están en donde deben estar.

Ella miró a Zoe y luego a las puertas del café. Cada vez que se abrían esperaba verlo. Porque era demasiado humillante tener que enterrar su corazón sabiendo él la inmensidad de sus sentimientos. No se sentía preparada para sufrir más con todo eso.

Pasó una hora y él no llegó. En treinta minutos más, cerca de medianoche, tendría que decidir, era Karyl o era ella.


Pasó bastante tiempo para cuando el doctor se presentó en la sala de espera.

-¿Señor Takaishi?- un hombre de cabello oscuro y bata blanca se acercó a él.- Su amiga sólo sufrió mucha tensión. Durante el embarazo, el cuerpo produce una gran cantidad de hormonas y todo el estrés físico, mental y emocional que vivió hoy causó que se desmayara. Entiendo que ambos son jóvenes y ella tiene que lidiar con los problemas de la juventud, relaciones, escuela, familia y especialmente el embarazo. Pero le aseguro que nada serio le pasó. Le inyecté unos sedantes para mantenerla calmada. Estará lista en unos quince minutos.- el doctor sonrió y dejó a TK esperando.

Momentos luego, Karyl salió viéndose tranquila y mejor que antes. Él la ayudó a subir al carro y la llevó a su casa. Nuevamente iban en silencio mientras él se concentró en manejar y ella miraba por la ventana. Para cuando llegaron él se bajó, asegurándose de que ella llegara hasta su cuarto.

-Gracias por hoy, TK. Lamento haberte quitado el tiempo.- dijo cuando él estuvo a punto de salir.

-No hay problema, Karyl. Ahora ya duerme tranquila.- intentó sonar amable. Si estaba siendo compasivo era porque se trataba de un ser humano, no alguien a quien amara, o una amiga.

Ella lo abrazó, se paró de puntitas y lo besó en la comisura de los labios.

-Gracias.- murmuró.

Él movió la cabeza al darse cuenta que ella quería besarlo y quitó sus brazos haciendo que se hiciera hacia atrás, entonces suspiró cansado y la miró.

-Buenas noches, Karyl.- dijo, tomando la perilla.- Cerraré la puerta del frente al salir.

Al sentarse de vuelta en el asiento de su auto se llevó las manos al rostro, acariciando su mejilla hasta la barbilla. Había sido un día muy duro y necesitaba descansar. No podía sentir nada más que exasperación.

Quería ver a Kari. Su rostro siempre levantaba su ánimo, calmaba sus nervios y lo hacía pensar que había algo bello en el mundo y eso era.

Decidió ir al café.


Nadie entró por la puerta y el reloj de pared que estuvo viendo durante toda la noche marcaba las doce. Su corazón se detuvo haciendo que volviera a experimentar ese dolor en el pecho. Se había preparado lo suficiente para lo peor en esa noche, pero al darse cuenta de la verdad la puso en los lugares donde más se dañaba.

-Él no va a venir, ¿verdad?- la tristeza fue muy obvia en su tono de voz.

-Lo siento.- dijo Zoe intentando apoyarla poniendo una mano sobre la de ella.

De repente las puertas se abrieron y ambas voltearon a ver quién era. Habían sido muchas decepciones las que experimentó ese día y quizá esa era la última. Kouji entró y se acercó a ellas.

-Hola Kari, ¿estás bien?- le dio una palmada en la espalda, como si fuese su hermano mayor, intentando darle consuelo a su pequeñita con el corazón destrozado.

-Estoy bien, Kouji. Gracias por preguntar.- se le escapó un pesado suspiro.- Sé que están cansados, está bien, pueden irse. Quiero estar sola por ésta noche.

-¿Estás segura, K? Sabes que me quedaré contigo si me lo pides.- dijo Zoe.

-Estoy bien, sólo quiero estar sola. Además mi casa está en la otra calle. Te llamaré cuando llegué allá.- afirmó Kari.

-Bien, no olvides hacerlo.- apretó la mano de su mejor amiga y le regaló una sonrisa antes de que Kouji la ayudara a levantarse.

-Kouji, ¿sabes en dónde está él?- preguntó curiosa.

Él la miró dudando en si responder a la pregunta.

-El último mensaje que recibí me dijo que estaba en el hospital. Karyl se desmayó y tuvo que llevarla.

La expresión de Kari decayó. La escogió a ella, ¿y por qué no lo haría? Era ella quien iba a tener al bebé.

-¿Y ella está bien?

-Sí, está bien, Kari.

Fue muy obvio cuánto la afectó saber esto. Como si el pensar en ellos dos juntos no fuera suficiente tortura ya.

-Okay.

-Nos vemos, Kari, cuídate. Eres fuerte.- Kouji apretó su hombro y salió del café con Zoe.

Miró al reloj de nuevo, eran las doce con diez. ¿A quién quería engañar? Ya le había dado demasiado tiempo y él no apareció. Tomó una decisión, ¿a qué se esperanzaría ahora? Si al menos lo intentó, al menos le dijo lo mucho que lo quería y deseaba estar a su lado. Que le dolía verlo junto a Karyl.

Pero si él había decidido eso no le quedaba más que respetar su decisión.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando un muchacho se paró a un lado de la mesa.

-¿Está ocupado?- ella levantó la mirada y vio a Ryo sonriéndole.

-Hola.- saludó haciendo un gran esfuerzo por sonreír.

-Hola… ¿y bien?

-Oh, afortunadamente el asiento no está ocupado.- quiso no sonar triste, algo con lo que estaba lidiando. Y pensó que al menos por ese momento merecía una razón para sonreír.


Él miró desde afuera, a través de las paredes de vidrio, el interior del café y de inmediato la reconoció, con su rostro resplandeciendo cuando reía. Había llegado tarde. Y ahí estaba ella, riendo, sonriendo, como si todo el drama y el dolor que vio esta mañana hubiera pasado hace mucho tiempo. No se atrevió a entrar. No podía hacerle eso a ella. No quería aparecerse después de ver lo feliz que parecía estar en la compañía de otro chico que nunca había tenido intención de lastimarla. Ella merecía a ese muchacho que no la hiciera lidiar con drama, dolor e insuficiencia. Merecía todo lo mejor del mundo.

Se dio cuenta que, si la elegía no podría darle todo lo que necesitara. Siempre tendría que estar para Karyl, para ver por ella y cumplir sus obligaciones y al hacerlo no le daría a Kari toda su atención, el cuidado y amor que esperaba de él. La lastimaría al saber que cada sábado estaría con alguien más, otra chica, probablemente acompañándola al doctor o alguna cosa de maternidad.

Kari merecía un corazón completo y comprometido, no sólo una fracción de tiempo.

Y si él no podía darle lo que merecía es porque no era el hombre adecuado para su vida. Entonces, ¿por qué no dejarla ir? Como ella dijo, si el amor no es suficiente, ¿entonces qué es?

Él se quedó un poco más, observándola reír, con el resplandor en su bello rostro. Se quedó para ver lo que estaba dejando ir y era demasiado valiosa. Sabía que estaba siendo más estúpido y tonto por dejarla, pero ¿cuán feliz podía ser ella si no recibía toda la atención de su parte?

Era tan hermosa, y esa belleza iluminó su vida.

Pero ahora, él sentía la distancia entre ellos, incluso aunque hubiera un ventanal y estuvieran a metros de distancia, él supo que ella ya se había alejado.

Así que se dio la vuelta y se fue.

Fue a su auto, estacionado ahí cerca, sintiendo mucho enojo y tormento subir por su pecho. Lo dejó salir dándole un golpe a una pared.

-¡Maldición!- gritó para sí mismo. Pateó un lado de su carro mientras maldecía para sacar todas las emociones de su interior.

Cuando se hubo cansado de desahogarse, se recargó sobre el auto y se cubrió el rostro con las manos. Se sentó en la banqueta sintiendo cosas horrorosas, detestándose como nunca antes.

Porque la cosa más idiota que había hecho fue alejarse de la persona que más le importaba en el mundo.


Luego de dos años la autora volvió actualizando ésta historia. Lamento el retraso, pero aquí está finalmente. Ella prometió actualizar más seguido. Disfrútenlo! :D

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