Ok, hola a todos, este es mi primer fic, y bueno, no se hacer disclaimers ni nada de eso, este es un fic, todos los personajes nacieron de la flamante mente de J K Rowling-sama, a excepción de Friedrick y demás personajes de relleno.

Se agradece todo su apoyo,

Soñadora de Tiempo Completo

...

1936. Superada la crisis de 1929, el mundo se "recupera" de la 1a Guerra Mundial (entonces llamada Gran Guerra de Europa). Mientras en Inglaterra se vive una era "de oro" (realmente una relativa calma antes de la 2a Guerra mundial que se desató en 1939), el poder nazi crece inminente en Alemania (alentado, según las teorías, por el mago oscuro Gellert Grindelwald), haciéndose patente el deseo de superioridad en las Olimpiadas de Berlín. En esta Inglaterra es que crece un grupo de huérfanos. Uno de ellos, sin saberlo, es un mago.


Había llegado el verano. Los días se habían vuelto largos y el calor penetraba incluso a través de las sombrías ventanas del orfanato Wool's; y los niños, jugando en el patio felices por el fin de las clases, casi daban al lugar una calidez hogareña. Incluso Dennis, uno de los chicos más tímidos y apocados, lucía una gran sonrisa junto a su nuevo amigo, Tom. Hacía un par de meses apenas que había llegado a Wool's, cuando su antiguo orfanato había cerrado por falta de fondos.

-¡Tom! ¡Dennis! ¡Espérenme, por favor! Gritó Amy, la única niña que venía de ese mismo orfanato.

Los tres niños se sentaron en círculo en el único rincón del patio no llegaba el sol. Amy sacó del bolsillo de su batín una muñeca de trapo, algo estropeada, y la puso en el suelo.

-Tom, ¿lo harás? ¿Moverás a Tina para mí? ¡Por favor!

El aludido, que la miraba con indulgencia fingió bostezar y respondió:

-Ayer lo hice. Estoy cansado.

- ¿Oíste Amy? –Coreó Dennis- no lo molestes ahora con tus juegos tontos.

Amy apretó sus puñitos y miró al suelo con cara de tristeza. Tom en cambio, parecía disfrutar con la escena, observaba tanto la sonrisa bobalicona de Dennis como la cara de frustración de la niña. Al fin habló.

- Dennis, no seas tan duro con ella –reprochó, con una voz suave y ligeramente burlona, con la confianza de tener a los dos chicos en sus manos- no es tan malo que haga una petición tan sencilla.

El rostro de Dennis enrojeció avergonzado al mismo tiempo que bajaba la mirada al piso. –Lo siento-. Dijo.

Tom estiró la mano, y la muñeca pareció agitarse con una ráfaga de viento. Poco a poco, esta fuerza se volvió lo suficientemente consistente como para levantarla. La muñeca dió un paso, dos, y finalmente llegó a los pies de Amy, abrazándola. Amy y Dennis miraron a Tom, llenos de admiración.

-Eres genial –le dijo Amy-.

-Y eso no es nada –respondió ufano Tom-. Aún no han vistto todo lo que puedo hacer.

-Pero, nos mostrarás, ¿verdad? –Preguntó Dennis.

-Todo a su tiempo, Bishop, mañana, cuando lleguemos a Folkestone lo verán. Recuerden, deben ser los primeros en subir al autobús y apartar la segunda banda, detrás de la señora Cole.

-Pero, ¿no nos verán más ahí?

-Por supuesto que no, no seas tonto. Se pasará todo el viaje levantada cuidando a los revoltosos que se sienten hasta atrás. No lo olviden.

-¡Claro!- respondieron Amy y Dennis.

-Ahora váyanse. No molesten por hoy.

-Claro, Tom.

-Hasta mañana, Tom.

El muchacho permaneció otro rato sentado, practicando romper ramitas del árbol bajo el que estaba con la mente. Todavía le costaba mucho trabajo y sabía que tenía que practicar mucho antes de poder romper una rama grande justo cuando pasara la señora Cole, cuando de repente sintió como alguien lo observaba.

-Hola Billy –respondió, frío. Odiaba que se le acercara él, entre todos, porque era quien más lo conocía. Con argucias y sus poderes había logrado alejar incluso a chicos mayores que él, pero a Billy no lo asustaba. Era chocante.

-Hola, Marvolo- dijo Billy.

-¿Qué quieres?

-Solo saludar, hablar contigo… nada en particular.

-¡Di la verdad! –espetó cortante Tom-.

Billy se quedó mirando como si le hubieran echado un balde de agua fría. Los ojos de Tom le miraban enloquecidos, como si pudieran leer parte de parte de su miedo y su desconfianza, crueles. Quiso alejarse sin decir nada, pero una fuerza ajena a su voluntad lo obligó a contestar sinceramente:

-¿Qué estas planeando?

-Nada, Bill-contestó, frío de nuevo- mis asuntos no te interesan.

-Me interesan Tom. Mucho. ¿Qué piensas hacer con los dos nuevos? ¿Qué tienen Amy y Dennis para que te hagas su amigo?

Tom soltó una risa, fría, completamente antinatural en un niño de 10 años.

-¿Y quién te dice que soy su amigo? Esos dos son mi problema. Yo decido con quién me meto y con quién no.

-Tom, te lo advierto. Si vuelve a asustar a…

-¿Me lo vas a impedir? ¿Me acusarás con la vieja? Eres demasiado cobarde para eso. Y tú también acabarías en problemas. Tú decides…

-No te acusaré. Pero me encargaré de que lo pagues.

-Me gustaría que lo intentaras –amenazó- y su rostro, aún infantil, adoptó la misma fría expresión tan agria y anormal, y un relámpago rojo cruzó por sus ojos-. Te reto.

Billy, conservando todo el aplomo del que fue capaz, dio media vuelta y se alejó tan tieso como pudo.-¡Te estoy previniendo!- Advirtió. Tres segundos mas tarde, una rama de unos 2 metros de largo cayó justo donde Billy había estado parado.