Capítulo 1

Después de una batalla -según Inuyasha, sin importancia-, Kagome y el hanyou volvían al pueblo donde los esperaba el resto de sus compañeros. Al bajar en mitad del pueblo de la espalda de Inuyasha y comenzar a caminar en dirección a la chabola donde sus compañeros los esperaban, la adolescente y el chico notaron algo extraño. Todas las mujeres delante de las que pasaban, miraban lascivamente a Inuyasha. Las que iban en grupo, se lo comían con la mirada y luego cuchicheaban algo entre ellas.

-¿Tengo algo extraño, Kagome? -le preguntó al oído.

La chica, que no entendía porqué todas las mujeres lo miraban así, le contestó que no, que no había nada fuera de lo común en él. Intentando pasar por alto esas penetrantes miradas, los muchachos siguieron caminando hacia la casita de la anciana. Suerte que estaba un poco alejada del pueblo, junto a las escaleras que daban al santuario. En cuanto quedaron libres de tales miradas, Inuyasha exhaló un suspiro de alivio.

-¡Ya estamos aquí! -anunció Kagome, alegremente y saludando al entrar en la cabaña.

En ella aguardaban Sango, Miroku, Shippo y la gatita Kirara.

-¡Hey, hola Kag...! -fue a saludar Sango, pero no pudo terminar su frase, ya que sus ojos se clavaron en Inuyasha, y lo observaron de arriba a abajo con descaro.

Su cara estaba llena de sorpresa, miraba a Inuyasha como si no se creyera que estaba ahí. Muy despacio se levantó, caminando con pasos lentos y cortos hasta acercarse a Inuyasha -que ya estaba escondido tras Kagome, mirando a Sango asustado-. Con poca delicadeza, Sango apartó de en medio a Kagome, se quedó frente a Inuyasha, mirándolo fijamente unos segundos, y, acto seguido, sonriendo tontamente, se lanzó al cuello de Inuyasha para abrazarse fuertemente a él.

-¡Inuyasha! ¿Por qué has tardado tanto? ¡Me tenías muy preocupada! -chilló, abrazando aún más fuerte el cuerpo del hanyou.

Inuyasha estaba de piedra, inmóvil, congelado. Miraba a Sango con los ojos desorbitados. Pero luego, sus ojos recorrieron la estancia, y vieron a un Miroku mirándolos con sorpresa y enfado, y a su lado, a una Kagome con los ojos como platos.

-Sa-sango... -balbuceó, mientras notaba como Sango se frotaba suavemente contra su cuerpo- ¿Q-qué... estas haciendo?... -tartamudeó, sin atreverse a apartarla.

Esa escena se le hacía conocida.

-Te he echado... mucho de menos -murmuró, melosa, acercando sus labios a los de Inuyasha.

-¿Eh...? Ay... -susurró, cerrando los ojos para no ver lo que le esperaba.

-¡SIÉNTATE! -gritó Kagome con todas sus fuerzas.

Craso error. Sango estaba colgada del cuello de Inuyasha, así que al ir éste al suelo, ella fue detrás, cayendo sobre él en una postura bastante comprometedora.

La cara de Miroku era un cuadro. Sus rasgos no podían expresar más horror. Pero su cara no era nada comparada con la de Kagome, que estaba más roja que un tomate y los estaba asesinando con la mirada.

Sango, ajena a todo aquello, siguió con su tarea de frotarse contra Inuyasha. Éste, por otro lado, seguía congelado. Y de nuevo, la exterminadora intentó volver a posar sus labios sobre los del hanyou, consiguiéndolo esta vez.

-¿Qué está pasando aquí? -gritó un sorprendido Shippo con su voz chillona.

-¡SIÉNTATE, SIÉNTATE, SIÉNTATE, , SIÉNTATE, SIÉNTATE...! -gritó de nuevo Kagome, al tiempo que Miroku se levantaba y aprovechaba para apartar a Sango de encima de Inuyasha.

-¿¡Se puede saber que estás haciendo, Sango! -le reprochó Miroku, sentándola lo más alejada posible de Inuyasha.

-¡Suéltame monje pervertido, yo quiero estar con Inuyasha!

-¡Siéntate, siéntate, siéntate...! -continuaba Kagome.

La escena era ésta: Inuyasha planchado en el suelo, con Kagome sin parar de mandarlo al suelo, en la otra punta de la habitación, Sango pataleaba y gritaba como una niña pequeña que dejasen en paz a Inuyasha, y le ordenaba a Miroku que la dejara ir con él. Kirara se había transformado y gruñía a Kagome, y Shippo, en mitad de la estancia, miraba a un lado y a otro sin comprender nada.

-¿Q-qué... está pasando aquí? -le preguntó Miroku a Kagome.

-No lo sé -contestó Kagome, después de dejar moribundo a Inuyasha.

-¡No! ¡Inuyasha, mi amor, despierta! -gritaba Sango, forcejeando en los brazos del monje, intentando escapar para poder alcanzar a Inuyasha.

-¿M-mi a-amor...? -murmuraron Kagome, Miroku e Inuyasha, que estaba reincorporándose, o intentándolo.

-Esto no puede ser verdad... -murmuró Miroku, con cara de espanto- Kagome, llevate a Inuyasha de aquí, llévatelo que sino le reviento la cara.

-¡Tira! -le gritó Kagome, agarrándolo del kimono y arrastrándolo hacia afuera. -¿Se puede saber qué le has hecho a Sango? -le gritó, histérica.

-¡Que yo no he hecho nada! ¡Ha sido ella quien se me ha tirado encima! -alegó en su defensa.

Y aunque a Kagome le costase aceptarlo -y creerlo- tuvo que reconocer que Inuyasha tenía razón.

-Pe-pero esto... esto no es normal, S-sango... -murmuró Kagome, desorientada- Inuyasha, espérame aquí en lo que yo hablo con Sango. No te muevas si no quieres volver a comer tierra -amenazó, y acto seguido entró en la cabaña.

Allí dentro, Sango había cogido su boomerang y Miroku, con su bastón, frenaba el arma de Sango para evitar el desastre.

-Sango, ¿se puede saber qué leches te pasa? -chilló Kagome, mirando desorbitada a su amiga.

-¿Dónde está Inuyasha? -inquirió, sin contestar a su pregunta.

-Fuera de tu alcance -mintió- Y ahora explícame porqué te has puesto asó al verlo.

-¿No es evidente? -preguntó, y ante la evidente mirada de incógnita de sus interlocutores, contestó:- Me gusta, Inuyasha me gusta mucho.

-Ay Dios... -murmuró Miroku, cayendo de bruces sobre su trasero, atónito por las palabras de su prometida.

-¿C-cómo? -logró articular la sacerdotisa.

-Pues que Inuyasha me... -comenzó de nuevo Sango.

-No, eso lo he pillado -le interrumpió la miko.

-¡KAGOME! -los tres escucharon un grito de horror proveniente de afuera de la cabaña- ¡AYUDA!

Deprisa y corriendo, al identificar la voz de Inuyasha, los tres salieron de la cabaña para ver unos metros más adelante a Kaede abrazada al torso de Inuyasha, intentando desnudarlo.

-Señora Kaede ¿que está haciendo? -gritaron Miroku y Kagome al unísono, yendo a apartar a la anciana, muy bien agarrada, de Inuyasha.

-Eso, vieja chocha, suelta a Inuyasha, ¡él es mío! -gritó Sango, para rematar, acercándose también para apartar a la anciana sacerdotisa.

Inuyasha cayó al suelo, todo desaliñado, con la mirada perdida, en estado de shock.

-Soltadme, ¡yo necesito a un hombre como Inuyasha! -gritó la anciana forcejeando para acercárse al hanyou.

-Miroku, retenlas en lo que yo me llevo a Inuyasha.

No hizo falta mucho la ayuda de Miroku, ya que la anciana y la exterminadora estaban tan metidas en su pelea que no se dieron cuenta de que Kagome agarró de la manga del aori a Inuyasha y lo arrastró dirección al pozo.

Pero lo mejor vino al travesar el pueblo. Todas, TODAS, las mujeres se lanzaron sobre Inuyasha, peleándose unas con otras y gritando cosas como: "Es mío" "No, es mío" "Déjenlo, me lo quedo yo" "Tú, guarra, suéltalo" "Estúpidas, ¿no veis que él está conmigo?. Claro, eso había sido un descuido de Kagome, la cual intentaba meterse entre el montón de mujeres, en cuyo centro estaba Inuyasha.

-Ka-kagome... -murmuraba febrilmente el muchacho, mareado, intentando no ser pisado ni golpeado por todas las mujeres del pueblo.

Kagome tenía que pensar en algo para que todas aquellas desquiciadas se apartaran de él -pues, aunque no quería reconocerlo, estaba celosa y sorprendida-.

-A ver... Piensa, Kagome, piensa... ¡Ah, ya sé! -posó los dedos índice y corazón de cada mano entre sus labios, bajo su lengua, y produjo un sonido estridente, un silbido muy fuerte que captó la atención de todos- ¡APARTAOS DE ÉL, TIENE PIOJOS, PULGAS Y LADILLAS! -mintió. Las mujeres de calmaron, dejaron de pelear y abrieron el círculo alrededor del chico, el cual volvía a tener la ropa medio arrancada, el pelo desordenado y los ojitos mareados. Parecía que la trola había surgido efecto y se acercó poco a poco para agarrarlo, pero antes de llegar a él, todas volvieron a lanzarse sobre el cuerpo medio inconsciente del chico y gritaron.

-¡Yo se las quitaré!

-¡Yo me encargo de los piojos!

-¡Yo de las pulgas!

Kagome se echó hacia atrás, sorprendida. "Hay que hacer algo... Esto no es normal..." pensó, pensando en más cosas con las que poder sacar al chico de allí. Pero teniendo en cuenta que la diplomacia y la hipocresía no habían surgido efecto, había que pasar al plan B: la fuerza.

Con un grito colérico, se lanzó sobre las mujeres y arañando, golpeando y estirando más de una melena, logró agarrar el brazo de Inuyasha y estirar de él para sacarlo del tumulto. Inuyasha, notar el contacto de Kagome, su piel en contacto con la suya, recuperó las fuerzas. Entre ambos consiguieron salir del "círculo del mal" y dejar atrás aquellos muñecos diabólicos y comenzar a correr hacia el pozo. Pero esas desquiciadas no querían dejarlos en paz, y los estaban persiguiendo, y casi alcanzando.

-Sube a mi espalda, Kagome.

Esta vez, ella no reprochó; de un pequeño saltó se subió a la espalda del hanyou. Este la agarró de las piernas y comenzando a dar saltos; en unas cuantas zancadas llegaron al pozo, al cual se tiraron de cabeza, desapareciendo.

-¡Han huido! -gritó la primera que llegó al pozo y miró al fondo.

***

En el templo Higurashi, Kagome se había bajado de la espalda del hanyou y se había dejado caer al suelo en estado de shock. Inuyasha se había desplomado junto a la pared enfrente de ella.

-¿Se puede saber que está pasando? -preguntó Kagome, respirando de forma desbocada.

-Te juro que soy el primero que quiere saberlo.

Después de recuperar el aire y de que la adrenalina abandonara su cuerpo, Kagome notó como algo ardía en su brazo, y lo hizo saber.

-¿Te han herido? -Preguntó Inuyasha, acercándose a ella.

-No es nada -murmuró, tapándose el antebrazo.

-Déjame ver -insistió, agarrándole el brazo y mirando el rasguño, provocado seguramente por las uñas de aquellas mujeres- Desquiciadas...

-No importa. Vayamos a casa, allí me curaré.

Sin más reproches, Inuyasha la cogió en brazos -a eso sí que se opuso Kagome, pero no demasiado- y de un salto ya estuvieron fuera del pozo. De otro salto salieron de la casucha que lo guardaba, con otro aterrizaron ante el goshimboku, y con el último terminaron justo delante de la ventana de la habitación de Kagome. Inuyasha la soltó, pero sin dejar de agarrarla de la cintura -no fuese que resbalase- y ella abrió la ventana. Entró, con la ayuda de él, por supuesto, y tras ella entró él.

-Voy por el botiquín, tu espé... -pero no pudo terminar su frase al ver como Inuyasha cogía su brazo y pegaba un lametón sobre su herida, limpiándola de sangra y lubricándola- ¿Se-se... se puede saber q-qué haces?...

-Así cicatrizará más rápido. No te pongas nada más, sólo tápatelo, y de vez en cuando te iré dando algún que otro lametón.

Kagome se quedó a cuadros, pero aún así se acercó al baño -seguida de Inuyasha- en busca del botiquín, de cual cogió unas gasas y con ellas se tapó la herida. Una vez en su cuarto, procedió a cambiarse da camiseta.

-Inuyasha, sal fuera.

-¿Qué? ¿Por qué? -preguntó, en tono lastimero.

-Porque voy a cambiarme.

A eso no pudo oponerse, así que salió afuera, cerró la puerta y esperó paciente. Pero mientras esperaba, oyó como la puerta principal se abría y una voz conocida anunciaba que ya estaba en casa.

-Hola, Sota -en un abrir y cerrar de ojos se había plantado ante la puerta principal para recibir al hermano de Kagome, el cual traía una compañera -¿Quién es?

-Una compañera de clase -en verdad, era la chica que le gusta- Venimos a hacer un trabajo.

En ese momento, la niña levantó los ojos para mirar a Inuyasha y saludar educadamente. Pero en vez de eso, le salió un tono jocoso y muy meloso.

-Hola... ¿Y tú quien eres? -murmuró la niña, acercándose sinuosamente a Inuyasha.

-Sota... ¿Quién es? -preguntó Kagome, apareciendo en el recibidor.

-Hola, hermana. Es una compañera de clase.

-Agáchate -ordenó de repente la niña, mirando lascivamente a Inuyasha.

Inuyasha miró a Kagome, tragando duro, la cual le dio una mirada de aprobación, y él se agachó, reposando su peso sobre una rodilla. La niña puso sus manos en ambas mejillas del hanyou, el cual la miró con los ojos desorbitados.

-Eres muy guapo ¿Cómo te llamas? -preguntó dulcemente la niña.

-I-Inuyasha... -su voz temblaba.

-Yo soy Rika, encantada de conocerte Inuyasha -y sin previo aviso, besó ambas mejillas de Inuyasha.

Souta gritó de horror.

-Eres un corruptor de menores, ¡orejas de perro!

Inuyasha pegó un bote hacia atrás, cayendo de culo al suelo. A Rika le faltó tiempo para lanzarse sobre él, y tras ella apareció Kagome que la agarró de la cintura y la sacó de encima de chico.

-No, déjame, ¡quiero estar con él!

-Rika, ¡que es el novio de mi hermana!

-¿QUÉÉÉ? -gritaron al unísono Inuyasha y Kagome.

Ambos muchachos miraron atónitos a Sota.

-¡Me da igual! -chilló Rika mientras pataleaba intentando soltarse de Kagome. Consiguió darle una patada en el estómago, y ésta, evidentemente, tuvo que soltarla.

-¡Kagome! -de un estirón logró quitarse de encima a la niña y fue a socorrer a la miko, la cual se apretaba fuertemente el vientre -Sota, ¡nos vamos! -anunció Inuyasha, y sin más preámbulos cogió a Kagome en brazos y por la puerta salió disparado.

Corrió todo lo que pudo, alejándose lo más posible del templo, y perdiéndose entre las calles de Tokyo hasta llegar al tejado de un edificio bastante bajo. Dejó delicadamente a Kagome recostada contra una pared.

-Dios... ¿Pero qué coño es todo esto? -farfulló Kagome, sobándose el vientre.

-¿Estás bien?

-Sí... -perdió su mirada en el horizonte durante unos minutos y cuando volvió en si, habló:- Tenemos que volver a mi casa, más bien, tenemos que volver al pasado, hay que descubrir por qué está pasando todo esto.

-¿Tú estás loca? Una niña, Kagome, una niña te ha herido, y antes también lo han hecho aquellas desquiciadas.

-¿Que estás proponiendo? ¿Que huyamos?

-Jamás -exclamó, ofendido- Pero no quiero ponerte más en peligro -soltó sin anestesia.

Kagome se lo quedó viendo, atónita.

-¿Qué?

-Volvamos a casa, anda -murmuró dulcemente, preparándose para subir a la espalda del hanyou.

Inuyasha gruñó por lo bajo, pero al final accedió a la orden. Cuando ella ya estuvo en su espalda, de un salto se plantó en el suelo. En ese momento, Kagome se dio cuenta de que aquel lugar era el instituto, y que a esas horas se estaban dando las actividades extra-escolares, con la cual, ante ellos estaban todos los equipos de los distintos deportes: voleibol, baloncesto, fútbol, tenis... Y, entre ellos, los equipos femeninos...

-Oh, oh...

Todas las chicas allí presentes se quedaron mirando como embobadas a Inuyasha, y fueron pocos los segundos que les bastaron para reaccionar comenzar a correr hacia ellos para lanzarse sobre el medio demonio.

-¡Inuyasha, CORRE! -gritó Kagome. Y de un salto volvieron a alzarse, justo antes de que las chicas los atraparan. Inuyasha, al tocar tierra de nuevo, comenzó a correr, viendo como otro tumulto de chicas desquiciadas volvían a perseguirlos. Y corrieron y corrieron hasta abandonar el recinto escolar y comenzó a saltar de un edificio a otro hasta llegar la templo Higurashi.

-Sota, ¿se ha ido tu amiga? -gritó Kagome, al entrar por la puerta, dejando a Inuyasha fuera por si acaso.

-Si, ¡ya se ha ido!

-Uf... Menos mal. Pasa -Inuyasha entró tras ella.

-Hola hija -saludó su madre apareciendo por el recibidor- Te he echado de menos, cuánto tiempo sin... -pero su frase quedó cortada al ver a Inuyasha tras Kagome.

-No... -murmuró con horror, al ver el rostro iluminado y lascivo de su madre- Mamá... ¿Tú también? -preguntó de forma lastimera.

-¡Inuyasha! -gritó la madre de Kagome comenzando a zancar hasta donde estaban ellos.

-No puede ser... -murmuró Kagome, abatida.

-Kagome, hay que salir de aquí -objetó Inuyasha, agarrándola del brazo bueno, arrastrándola hacia afuera, y una vez allí, cogiéndola en brazos y comenzando a correr hacia el pozo, al que se lanzó de nuevo, huyendo de la madre de Kagome.

La miko estaba completamente ida, en estado de Shock.

*****

¡Holaaaa! Aquí me decidí a subir una nueva historiaa jojojo. Esta será muy corta, prospero que menos de 5 capítulos, y espero haberla terminado en unos pocos meses -bueno, eso depende de los reviews.

Para las lectoras de mis demás fics, avisaros que pronto subiré un cap de Polos opuestos, rompiendo la promesa de acabar primero el de Atrapados T.T' No sé qué pasará con este último, la inspiración para con esa historia no quiere venir, y me jode, porque sólo me queda el final, me queda nada y menos, ¡ayy, qué rabia!

En fin, si os gustó, clicar ese hermoso botón de abajo, con el que me pagaréis por este trabajito. Vuestra opinión es mi combustible =)

Lamento las posibles faltas ortográficas, la verdad es que ha sido bastante súbita la aparición de esta historia en mi mente, y la he escrito deprisa y corriendo para evitar que la inspi no me abandonara ñ.ñ

Un beso enorme para todos. Se despide una fiel servidora:

Dark priinCess