Disclaimer: Todos los personajes de Supernatural pertenecen a Eric Kripke, por lo que esta historia no persigue fines de lucro.

Advertencia: Este es un Dean/Claire!Castiel. Agradecería que no me tiren tomates.

Spoilers: Toma como base el 4x20 y de ahí se sitúa en la sexta temporada.

Nota: El nombre viene inspirado en la canción Reverie de la banda The Morning Of.


Reverie.

Capítulo 1.

Cuando Claire Novak cumplió quince años lo entendió. Como era de esperarse, la adolescente dio el paso hacia la pubertad y con ello a las emociones intensas.

Como el amor.

O mejor dicho, se dio cuenta de que había estado estos últimos dos años enamorada.

Juntarse con sus amigas a ver teleseries donde la pobre chica se enamoraba del chico más popular de la escuela fue el primer paso. Por supuesto que la trama le emocionaba, pero habían ocasiones (cada vez más frecuentes) en que inconscientemente cambiaba los ojos azules del actor por unos verdes, el cabello oscuro del galán se tornaba rubio y la tez se cubría de pecas casi en un suspiro. La joven reconocía el rostro de Dean Winchester y para cuando se hallaba absorta con esa imagen mental, la pequeña sacudida que Ashley, su mejor amiga, le daba la devolvía a la realidad.

Observaba el amor, también, desde otra perspectiva. Desde su madre. Amelia Novak pensaba cada día en Jimmy, sin falta, y aunque se mostraba sonriente y afectuosa con su hija, Claire siempre notaba la tristeza en la comisura de sus labios cuando reía, en el borde de sus ojos abstraídos enfocando la ventana, esperando que algún día su marido regresase a casa.

Claire también lo quería, extrañaba a su padre y pese a que ya no le preguntaban tan seguido por su desaparición, ella sabía que casi nadie le creería si contase la verdad. ¿Quién creería de buenas a primeras que tu padre está siendo poseído por un ángel?

Oh, el ángel Castiel.

Los recuerdos que tiene de él poseyéndola son confusos, difusos. No estaría al tanto de lo que pasó si no fuera porque su madre le contó todo, pero aún así ella tiene un secreto. Cuando Amelia le preguntó que recodaba ella respondió que nada, lo cual no era mentira, porque lo que tenía fresco de ese incidente no eran acciones, eran sentimientos.

Haber contemplado a Dean Winchester a través de los ojos de Castiel es algo difícil de describir. Estaba la luz en su pecho, estaba la transparencia de sus ojos y también… estaba el fuerte sentimiento que Castiel hacía fluir por su cuerpo. Intenso, algo doloroso pero inevitable. Ahora, años después, Claire podía definirlo sin temor a equivocarse como amor.

Y fue eso mismo, esa marca invisible que dejó el ángel en su corazón, lo que le hizo tomar una determinación.

OoO

Claire no regreso a casa directamente del instituto, no obstante avisó a Amelia que pasaría por la iglesia para rezar un poco, lo cual le permitió sin oponer resistencia.

Una vez en la iglesia, la joven avanzó con pasos cautelosos y el corazón latiéndole desaforado. Tenía la incertidumbre de que quizás las cosas no saldrían como había planeado y pese a que estaba esa posibilidad de fallar, Claire no podría anticipar un plan B. Su mente estaba desbordante de imágenes, ahora más potentes de antes, y en ellas sólo podía distinguir ojos verdes y los latidos de su corazón se volvían ensordecedores.

Se sentó en una banca cercana a la escultura de un querubín y cerró los ojos.

Su voz baja y frágil llamó a Castiel hasta que las campanas de la iglesia anunciaron la misa y Claire se sintió tan cansada y defraudada que optó por irse a casa. Apenas llegó se topó con su madre en la cocina y la mesa puesta. Pese a que se esforzó por no demostrar su pena, Amelia le observó con preocupación durante la cena pero no dijo nada al respecto.

Una vez en su habitación, Claire exhaló con fuerza. ¿Por qué el ángel no había acudido? ¿Acaso no había rezado con fe? Se sentó en su cama y vio el reflejo en el espejo de cuerpo completo que estaba frente a sí; una bella jovencita de ojos azules y largo cabello rubio le devolvía la mirada. Un parpadeo y a su espalda estaba Castiel, el ángel, vistiendo las ropas con las que ella vio por última vez a su padre.

La pequeña Novak se volteó con un rictus de sorpresa dominando su cara, el miedo y la emoción se le entremezclaron en la boca de estómago y de pronto se vio incapaz de hablar.

— ¿Para qué me has llamado? —la voz de su padre en ese tono ronco le alivió y le infundió confianza, después de todo ¿por qué el ángel le haría daño?

—Lamento haberle molestado, —respondió en tono flojo—pero quería pedirle algo —Castiel ladeó la cabeza en un gesto que encerraba curiosidad.

— ¿Deseas hablar con tu padre? —aventuró a preguntar.

—Algo así —Claire se giró completamente para verle—. Lo que sucede es que quiero ver a otra persona antes de hablar con mi padre.

— ¿Quién? —el ángel se le acercó, sus ojos azules, los de Jimmy, le miraron con tal fuerza que la joven descubrió que debía dejarse de rodeos.

—Quiero ver a Dean Winchester… —sus mejillas adquirieron un suave rubor—. Si no es mucho pedir, por supuesto.

— ¿Por qué a Dean? —sus ojos la enfocaron en confusión y algo en el pecho se le instaló, como una bengala a punto de estallar.

—Porque estoy… —bajó la mirada avergonzada y la voz fue un suspiro cuando lo confesó— Enamorada de él. Al igual que tú.

El ángel del Señor quedó sin palabras.

Oh, no.

OoO

Sam había salido a buscar el desayuno cuando Dean despertó. Se hallaban en Illinois por un nuevo caso y hasta ahora no habían podido encontrar el nido de los vampiros que habían atacado ya a diez muchachas. Inevitablemente, el Winchester recordó cuando fue un chupasangre y estuvo a punto de acabar con Lisa y Ben, por lo que anoche estuvo discutiendo civilizadamente con su hermano durante diez minutos antes de ceder e irse a dormir. No quería seguir leyendo de desapariciones en el periódico y aunque su experiencia le hizo tenerle menos manía a los vampiros, seguía fiel a su idea de cortarles la cabeza.

Alcanzó a vestirse cuando sintió el revoloteo de alas a sus espaldas, pero nada le preparó para ver a quién estaba en el centro del cuarto de motel.

Claire Novak le miraba con nerviosismo, su cuerpo había ganado varios centrímetros de estatura, ganado curvas y el cabello rubio le había crecido mucho desde la vez que la vio.

—Tú… —no sabía cómo empezar. Aun así, probó a hacerse de paciencia y no cometer un error con la adolescente—. ¿Qué haces aquí? ¿Ocurrió algo? ¿Y Cas dónde está? —ok, lo intentó.

—No ha ocurrido nada malo, simplemente le pedí a Castiel un favor —ahora parecía menos tensa, no obstante su voz todavía presentaba dejes de nerviosismo.

—¿… Y qué tiene que ver conmigo? —Aunque no lo pretendía sonó rudo y para cuando vio como la chica miraba el suelo acongojada se le acercó—. Lo siento, no quise sonar pesado. Es sólo que… esto es raro, sin ofender.

—Sí, sí. Entiendo —Claire alzó el rostro, sus ojos azules tenían unos destellos de… alegría, transparencia y algo más que le inquieto un poco— Sólo quería hablar contigo.

—Ok. ¿De qué quieres hablar? —alzó las cejas con curiosidad y esbozó una pequeña sonrisa.

—Va… a sonar muy raro, pero… —sacudió la cabeza buscando las palabras y Dean sintió el aroma dulce de su cabello subiéndosele por nariz en segundos—. No tengo recuerdos de cuando Castiel estuvo en mí, al menos no de hechos. Pero hay algo que recuerdo muy bien, algo que no he podido olvidar en todos estos años.

El cazador comenzó a entrar en pánico sin saber muy bien por qué. Es decir, de la nada se le aparece Claire Novak, una púber que vio una vez hace unos años, que es la hija del recipiente de Cas, que le mira de esa forma… que no entiende y le suelta que quiere hablar con él. La verdad no sabía cómo tomárselo… Sí, en cuanto pudiera iba a llamar a Cas y le iba a hacer un interrogatorio extenso. Estaba dicho.

—La forma en cómo Castiel te ve —musitó sin dejar de mirarle fijamente a los ojos—. Era algo que no comprendí hasta hace poco.

¿Dean sintió pánico? Ahora era terror. No, no, que no sea lo que cree que es…

— ¿Qué quieres decir? —instintivamente dio un paso hacia atrás. Por todos los cielos, era una niña de la que estábamos hablando, si fuera mayor de edad entonces, tal vez, no tendría tanto… recelo. Eso sin contar que era la hija de Jimmy Novak.

—Castiel está enamorado de ti, Dean.

Oh… Mierda.

— ¿Que Cas… qué? —Aquello tenía que ser una broma, es decir, él se hubiera dado cuenta. No, ni siquiera eso, estaban hablando de Castiel, un ángel, era de lo más irracional.

—No estoy bromeando —la chica le cortó de inmediato, el ceño fruncido le hacía ver casi adorable—. Te vi a través de sus ojos. Sólo había amor hacia ti y… aquella luz —hizo una pausa, parpadeando lentamente y evitando observarle—. Aquella luz era tu alma. Era brillante y cálida y el deseo de Castiel por protegerla era intenso.

Dean exhaló el aire con fuerza, como si hubiese estado conteniendo la respiración y se pasó la diestra por el rostro. Tal vez aún estaba medio dormido, pensó masajeándose el puente de la nariz con meticulosidad, quizás soñaba… mas para ser un sueño era de lo más descabellado.

— ¿Por qué me cuentas todo esto? —inquirió dejándose caer en un silla, lo suficientemente cercana a Claire.

—Porque todos estos años he estado sintiendo lo mismo —el Winchester arqueó una ceja e hizo una mueca. Y él pensó que no se podría poner… más surrealista—. Al mirarte de ese modo yo…

—Alto ahí —se puso de pie y comenzó a pasearse por la habitación como perro enjaulado—. Mira, tú eres apenas una chiquilla, te llevo por muchos años y… sea lo que sea que hayas visto no justifica nada —Claire desvió la mirada hacia la ventana, las lágrimas comenzaban a acumularse y luchó por contenerlas.

—Tengo diecisiete años—la voz ahogada y los bordes de los ojos rojos—. Dentro de nada seré mayor de edad…

—No, no estás entendiendo —Dean se detuvo frente a ella, inspiró aire y le cogió del mentón—. Agradezco que pienses en mí así, pero piénsalo. No me conoces. Soy un adulto muy jodido y tú deberías fijarte en chicos de tu edad, de seguro hay muchos tras de ti.

—Nadie es como tú, Dean.

Antes de que pudiera responder, Claire se esfumó del cuarto tal y como había llegado.


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