Los personajes de Bleach no me pertenecen.

Vacío.


Si hubiera una forma de explicar cómo era el vacío seguramente tendrían que palpar su corazón para saberlo, sentir lo que desprendía su pecho.

Ichigo escondió con sus mechones de pelo naranja sus ojos. Para cualquier persona él era temible, no solo por tener el pelo de ese color tan peculiar, si no por tener esa personalidad y esos ojos. Ojos fieros y duros. Pero en ese momento estaban tan vacíos, nada lo llenaba, ni siquiera la fiereza.

No escucho lo que dijo su maestra, tampoco reacciono al golpe que le dio Tatsuki contra la ventana, menos aún con los ojos preocupados de sus dos amigos. Él volvió el rostro y esbozo una sonrisa.

―Todo está bien―mintió sonriendo. La preocupación palpo los rostros de los dos muchachos y la de la chica. Él se separó del grupo sintiendo el vacío crecer con más fuerza en su pecho. Llevo una mano a su cabeza y palpo la sangre que salía, con los ojos fijos en los dedos manchados de sangre comenzó a correr por la calle.

Estaba vacío. Algo faltaba. Y él sabía lo que faltaba. Era una pieza vital de su vida que faltaba, que no podía dejar pasar por alto.

Entro con fuerza a la tienda de Urahara y mascullo: ―Llévame a Hueco Mundo.

El rubio sonrió, cubrió con su abanico una sonrisa.

―Ya era hora Kurosaki-kun. Orihime-chan no te esperara por siempre.

Ichigo Kurosaki asintió con la vista fija en los ojos del hombre rubio.

Volvería a llenar el vacío que dejo Orihime, y solo con ella de nuevo a su lado desaparecería.