Bonjour a todos.

Nuevamente Mary Morante hace su aparición, después de ir a Paris, (lo que me inspira a crear nuevas y continuar mis historias) ¡est magnifique!

Les mando un saludo parisino a selajarg, Bethy Alien, ZoeyNyx, kaialina, Isling, glou, Seogumi y Masunny, guest, y a quienes me han mandado mensajes privados, y este capítulo se los dedico de forma especial a ustedes, en especial a Glou que me ha insistido mucho la actualización.

Disclaimer: Hey Arnold y sus personajes son propiedad de Nickelodeon y Craig Bartlett. A excepción de los creados por mí para este fanfic.

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MAS QUE AMIGOS

Inicia la Competencia

La última campanada hizo eco en los pasillos de la H.S.120, marcando el fin de otro día de clases. Las puertas de las aulas se abrieron de forma abrupta, seguida de la salida eufórica de los estudiantes. Entre todos ellos, la pareja "Gelga" corría estrepitosamente en dirección contraria a la salida, siendo acompañados de miradas curiosas, tratando de descifrar la razón de su apuro.

Sin ninguna intención (y en completo desconocimiento de los protagonistas), Helga y Gerald se habían convertido en la pareja más famosa de la preparatoria, acrecentando su fama desde que Arnold y Phoebe se presentaron.

Apretando fuerte la mano de su novia, Gerald la llevo hasta el ya vacío laboratorio de biología, cerrando molesto la puerta a sus espaldas tan fuerte, que la vibración retumbo en las ventanas – ¿¡Pero en qué diablos estabas pensando!? ¡yo no pienso formar parte en su tonta disputa y hablo en serio! – expresa el chico a gritos, soltando la mano de Helga y cruzando sus brazos.

Con el rostro enrojecido (quizás por haber corrido tan rápido) Helga elevo sus manos y se giro, dandole la espalda – ¿¡y quién te esta pidiendo ayuda idiota!? ¡esto es entre Phoebe y yo, tú no tienes nada que ver en todo esto, zoquete! – se vuelve hacia él, acorta distancias y lo empuja.

– ¿Qué? – Gerald baja los brazos y pone manos a la cintura – ¿dices que yo no tengo nada que ver en esto?… – el moreno niega con la cabeza – ¿acaso no fuiste tú quien lanzó el reto? – la rubia fastidiada elevo los ojos, apretó los puños y dio media vuelta, siendo seguida de cerca por el afroamericano – ¿qué no pactaste con ella un tonto desafío, en esas absurdas olimpiadas que organizó el señor Simmons?, siendo yo el supuesto 'premio' como si fuera un objeto.

Al ver que Helga no respondía y en cambio, se dirigía a la salida, Gerald la toma del brazo izquierdo, jalándola en un brusco movimiento – ¡Helga respóndeme!

– ¡Suéltame bucko! – la mano de Helga ya estaba posada en el picaporte, pero cuando este la sujetó, soltó la perilla y tomo con fuerza la muñeca de Gerald, forcejeando para liberarse de su agarre, clavando sus uñas – ¡no tienes derecho a reclamarme nada!

– ¿¡Qué no!? ¿en que momento te pareció una excelente idea decidir por mí?

La rubia aproximó su furioso rostro al de él, escupiendo toda su rabia – ¡ya te dije que esto no es de tú incumbencia Johanssen! ¡esto es entre ella y yo! – el forcejeo se fue haciendo cada vez más agresivo y él apretó su mano con más fuerza – ¡déjame ir idiota, me lastimas!

Los dos se soltaron y Helga lo empujo de nuevo. La cara de ambos estaba enrojecida y mantenían la respiración acelerada. El cabello de Helga ahora lucía desordenado bajo su gorra y sus ojos contenían una indescriptible ira – Helga G. Pataki no se deja intimidar con amenazas.

Frustrado, Gerald eleva sus manos hasta la frente – no lo puedo creer – dice con acidez en su voz – si pierdes, vas a renunciar a estar conmigo ¿solo por no dañar tu estúpido orgullo?

– Tengo una reputación que mantener, pelos de borrego – menciona la pelirrubia cruzando sus brazos, sin pensar muy bien en sus palabras y dejándose llevar por el coraje.

Lentamente, Gerald negó con la cabeza – ¿tú reputación? ¿eso te importa más que nosotros? ¿más que yo?– Helga abrió los ojos y comprendió su error, pero su maldito orgullo no la dejo retractarse – no Pataki, a mí no me engañas – entrecierra los ojos furioso – tú solo quieres una excusa, cualquiera para dejarme, e ir corriendo a los brazos de Arnold.

– E-eso… ¡Eso no es verdad! – expresa Helga.

– Ajá como no – Gerald la acorrala, poniéndola espaldas contra la puerta – ¡y casualmente la chica más deportista de la H.S.120 comete muchos errores en esa estúpida competencia y pierde! – toma sus hombros con rudeza – ¡admítelo!

Helga cerró los ojos y giro su cabeza – ¡NO!

El moreno apretó los dientes, tomó a Helga de la mandíbula y la obligo a mirarlo – ¡no me mientas! ¡sigues enamorada de él y yo solo fui tu diversión!

¡PAFF!

La mano de Helga viajo veloz a la mejilla de Gerald, obligando a que este retrocediera un paso, desatando un funesto silencio en el laboratorio. Ese golpe había echo reaccionar a los dos. Gerald por fin pudo ver con claridad el rostro de Helga, más allá de lo que su ira cegadora le permitía; sus azulados ojos mostraban ya un fondo rojizo, sus mojadas pestañas estaban pegadas unas a otras, y sus mejillas ahora eran coloradas, humedecidas por las lagrimas. Asustado la soltó, dando varios pasos hacia atrás.

En cuanto a Helga, esta miraba con ojos absortos la mejilla abofeteada del chico, no entendía de donde habían salido los pequeños rastros de sangre, hasta que bajo la vista y vio sus dedos manchados de la sangre del moreno, seguro por las heridas que le causo cuando le clavo las uñas.

Despacio, Gerald se acerco a Helga y sin decir palabra, señalo su brazo izquierdo. Helga al principio dio un paso hacia atrás, luego entendió lo que le solicitaba y levanto la manga de su blusa; su brazo tenía grabados los dedos de Gerald, en tono rojizo-violáceo.

Desconcertado, desvió la vista y apoyo sus manos en una mesa de laboratorio. Su mano derecha la sintió algo pegajosa y al buscar lo que había tocado (imaginando era el residuo de algún experimento) se percato de los mínimos rastros de sangre, provenientes de las heridas de su muñeca. Sorprendido elevo la vista a Helga, ella bajo la mirada y se abrazo a sí misma, escondiendo su mano manchada, aun hipando.

Ya no quedaba duda alguna; esta situación de inseguridad, amor-desamor, celos y peleas había cruzado todos los limites permitidos. Esto ya estaba fuera de control y lo peor era, que aun iba a continuar la horrible pesadilla.

¿Tan malo es estar juntos? se cuestionaban en sus adentros.

El silencio los acompaño unos segundos, siendo Helga la primera en hablar entre sollozos – yo… snif… te lastime…

– N-no importa… fue mi culpa – Gerald se acerca a la tarja, abre la llave de agua y en cuanto el líquido comenzó a limpiar su piel lacerada, sintió el clásico ardor en donde encuentro los rasguños. La rubia se puso junto a él (guardando distancia) y lavó sus manos, viendo como el agua se teñía de un discreto rosa. Ella cerró el grifo y bajo los brazos, secando sus manos en la ropa.

– Perdóname, yo… – el moreno señala su brazo – también te hice daño.

Elevando sus vidriosos y rojizos ojos azules, Helga hace un movimiento hacia él, pero este da un paso hacia atrás, evitándola – yo lo siento no… ya no quiero lastimarte.

– Entiendo… snif – otra vez se abraza a sí misma y apretó sus labios. No tardo mucho el moreno y pronto la rodeo en un fuerte abrazo, siendo correspondido por Helga, dejando toda su frustración, tristeza y arrepentimiento en su llanto – en serio lo siento mucho… snif…

– Yo también lo siento linda, perdóname por favor.

– ¿Q-qué va a pasar con… snif, nosotros?

Dando un largo suspiro, Gerald cierra los ojos y le susurra al oído su respuesta – no lo se.

Permanecieron así, sin hablar, solo sintiendo los brazos del otro rodeando su espalda. De repente, Helga empieza a sentir el dedo de Gerald en su cuello, sin embargo no se sentía como una caricia, más bien parecía que exploraba la zona, como buscando "algo" – ¿qué haces?

Con cansado suspiro, Gerald detiene sus movimientos y baja su mano a la espalda de la chica, atrayéndola más hacia él – nada.

c – c – c – c

Ya en la casa Pataki, Helga permanecía hincada dentro de su clóset, hurgando en la caja que Rhonda le había obsequiado, y cuyo contenido se suponía le ayudaría a contrarrestar el ataque seductor de Phoebe; mientras que Gerald, daba pasos inquietos alrededor de la habitación.

– Según lo que decían los carteles – menciona la pelirrubia – tenemos que formar equipos de seis personas, se avanza por rondas, hasta que quedan los últimos equipos…

El moreno poca atención le prestaba a su novia. Sus ojos viajaban de un punto a otro en la alcoba – ok… ajá… sí… – esas eran las escuetas respuestas que le daba. Todo lo que él podía pensar en ese momento, era el posible escondite del supuesto relicario en forma de corazón, que Phoebe le contó. Ya se había asomado de forma sigilosa en su alhajero, en los cajones, bajo la cama, bajo su almohada, y entre lo que faltaba, estaba el armario y bajo el tocador – esta bien… – se arrodilla para buscar bajo el tocador – como digas…

– ¿Pelos de borrego, me estas escuchando? – Helga se asoma y ve que este golpea fuerte su cabeza – ¿qué estas haciendo debajo de mi tocador?

Sobando su cabeza, Gerald se fue a sentar a la cama – y-yo pues, c-creí ver un…un… ¿ratón?

Enarcando una ceja, Helga se acerca temerosa, apretando la ropa que llevaba en sus manos – ¿dijiste u-un ratón?

Con alivio, Gerald encontró una manera fácil de seguir buscando en el cuarto de Helga – ¡exacto! y creo que aun anda por aquí.

– ¿¡Y que rayos esperas!? ¡criminal! – Helga da un brinco hasta su cama y se pone detrás del chico, prácticamente histérica – ¡sácalo de aquí de una buena vez!

– No sabía que te daban miedo los ratones, pelos de elote.

– ¡Cállate zopenco! y n-no es miedo, es precaución – apoya sus manos en los hombros del chico, asomándose para ver si localiza al animalito – t-transmiten enfermedades, pelos necios.

Con tranquilidad, Gerald toma las manos de Helga y se pone en pie – No te preocupes Helga linda – le dice sin despegar la vista del clóset – tal vez no era nada, pero de todas formas echaré un vistazo.

– ¡No espera! – Helga trata de impedir que abra el armario pero el moreno es más rápido que ella, entrando junto con él – n-no creo que e-este aquí… es-estoy segura que… m-mejor salgamos quieres – se pone delante de él y lo comienza a empujar hacia el exterior.

Maldita sea – se dice el moreno para sus adentros – ojalá Helga no fuera tan alta, no me deja ver más que ropas colgadas y unas cajas, tal vez en esas cajas– la rubia prácticamente le impedía la visión, ya que era solo unos centímetros más baja que él – ¿segura? me pareció que algo se movía detrás de esas cajas.

– ¡AAH! – Helga salta y Gerald apenas tiene el tiempo suficiente de atraparla en brazos – ¡sácame de aquí! ¡rápido! – lo aprieta del cuello.

– Esta bien, esta bien, tranquila – sale con la chica en brazos, y la sienta de la cama – mira, tú quédate aquí y yo entro a buscarlo.

– ¡NO! – Helga se abraza con fuerza de Gerald, rodeando su cintura con las piernas – quédate por favor, por si el roedor sale corriendo, p-por favor.

Vaya, tal vez la idea del ratón no fue tan buena – pensó para sí – de acuerdo – se sentó en la cama y pronto ella se acomodo en su regazo, abrazándolo con fuerza para que no se levantara. Gerald no entendía la razón por la que Helga estaba tan nerviosa, temblaba como una gelatina, su respiración era dificultosa y cada vez que él se movía, ella aumentaba su agarre. En su interior sabía que su reacción era "demasiado exagerada" por un pequeño roedor, y estaba convencido que existía algo trasfondo.

Lo único que se le ocurrió hacer en ese momento, fue retirarle la gorra y comenzar a acariciar con ternura su rubio cabello, al tiempo que empezó a balancear su cuerpo a modo de arrullo. Esto sorprendió a Helga, pero estaba logrando su objetivo. La rubia cerro sus ojos, sonrió de forma suave y se dejo llevar por el paciente cariño que le demostraba su novio, suspiro con ligero adormecimiento y si era sincera consigo misma, nunca había sentido tanta paz.

Una vez que su novia se calmo, Gerald la empujo un poco para quedar cara a cara – entonces ¿cuál es tu plan para las "Olimpiadas Chifladas"?

Con sonrisa malévola, la rubia demostraba que estaba lista para la batalla – tú solo confía en mí, pelos de borrego – roza su nariz con la de él – no dejaremos que ellos nos ganen.

c – c – c – c

El fin de semana llegó y muy temprano ese sábado en el parque, ya se encontraba un considerable número de alumnos. La idea de participar, no era compartida por la mayoría de los asistentes, pero los fuertes rumores sobre dos chicas que iban a disputarse el amor de Gerald, hizo que muchos adolescentes asistieran puntuales al inicio de las competencias.

La rubia llevaba puesta una cinta deportiva roja sobre su cabeza, y su cabello ahora corto, había sido peinado con sus ya prácticamente olvidadas dos coletas, mostrando un aspecto muy similar a la Helga de cuarto grado. La diferencia estaba en las cejas, el flequillo y por supuesto, su marcado cuerpo de señorita.

– Listo Helga – le dice Rhonda con suficiencia – Harold acaba de ir a inscribirnos en tu equipo… ¿pero qué les pasó a ustedes dos? – les interroga, señalando los vendajes que portan en sus brazos.

Gerald baja la vista, y cubre con su mano izquierda el vendaje de la muñeca derecha, Helga dirige sus orbes azules a los castaños del moreno, y acaricia con recelo el vendaje de su brazo izquierdo – tuvimos un accidente – aclara Helga, cogiendo la mano de Gerald, mientras que él besa su frente.

La pelinegra enarca una ceja, pero al ver la tristeza en sus rostros y como ambos se daban un tierno abrazo de lado, decide pasar por alto su mentira – comprendo, por cierto el deportivo que te obsequie te hace justicia querida, solo que la falda-short va más arriba.

El atuendo que le había regalado Rhonda, constaba de un traje deportivo de dos partes, en color blanco, de tirantes gruesos, y con unas delgadas líneas a los costados de color rosa – yo creo la falda le queda mejor donde esta – dice Gerald serio, desatando las risas de la pelinegra.

– Jajaja, esta bien cariño – la morena pasa su cabellera detrás de la oreja – no sabía que fueras tan celoso.

Helga cruza sus brazos, observando de reojo a Gerald – como no tienes una idea princesa – finaliza sonriendo de lado. La rubia sabía perfectamente, que pasará lo que pasará, Gerald siempre la cuidaría, como lo hizo en la fiesta de Alan al masacrar a Wolfgang; inclusive de él mismo, cuando demostró inseguridad de que Helga se le acercara, por miedo a lastimarla.

Lila y Brainy llegaron con ellos, vistiendo ropas deportivas – Hola Helga, hola Gerald, hemos venido a apoyarlos – dice Lila con emoción.

Gerald y Helga cruzaron miradas – gracias amigos, pero James, Harold y Rhonda se ofrecieron a formar parte de nuestro equipo, en todo caso solo podemos aceptar a uno de ustedes – les explica Gerald.

Lila y Brainy cruzaron miradas – ahhh… ahhh… pero si ya nos inscribimos… en su equipo… ahhh…

Harold se apresuro a llegar con ellos, entregándole a su novia una tela color azul con listones para sujetarse, y un número grabado en ella – listo chicos, ya somos parte del equipo "tribu del amazonas"

– ¿Tribu del amazonas? – expresaron los novios al unísono – pero si nosotros somos los "guerreros rojos" – Helga tomo el pedazo de tela de Gerald junto con el de ella, y se los muestra al chico rosado – ¡nosotros somos los de color rojo, zopenco!

Consternada, Rhonda toma a su novio del cuello de la camiseta – ¡Harold! ¿pues en que equipo nos inscribiste?

– Nosotros somos "tribu del amazonas" – escuchan a un costado, siendo Arnold el que hablo, llegando con Phoebe – ¿se inscribieron en nuestro equipo?

Phoebe acomoda sus lentes, mirando al rubio – vaya, parece que la suerte nos sonríe, pensábamos que tendríamos problemas en conseguir a los dos que nos faltaban.

Nadine llega al grupo, portando una tela azul con el número cinco – que gusto Rhonda, vamos a estar en el mismo equipo, bueno eso si tú quieres claro.

Dándose un palmazo en la cara, la pelinegra suelta a su novio – pero que soso eres Harold – Rhonda rueda la vista hacia Helga – no se si podamos cambiarnos, Helga.

– ¡Criminal, no te preocupes por esto princesa Lloyd! – Helga acomoda su cinta en la frente – ustedes no están obligados a participar solo con nosotros, además Brainy y Lila nos van a echar la mano.

Arnold se aproxima a la pelinegra – no es necesario quedarte en nuestro equipo, si ya habían quedado con Helga puedes ir con ellos, seguiremos siendo amigos Rhonda – le sonríe para puntualizar sus palabras.

– Esta bien Arnold, no es nada personal – se encoge de hombros – supongo que podemos ayudarles, después de todo también son nuestros amigos.

– ahhh… siento interrumpir… pero nos falta uno… ahhh… sino no podremos… participar – manifiesta Brainy, mostrando la propaganda con los requisitos que dieron en la entrada.

Miranda se acerca al grupo, luciendo un seductor traje deportivo de dos piezas – ¡Hey Pataki! ¿aún no completas tu equipo?

Haciendo ojos al cielo, Helga trata de morderse la lengua para no hacer lo que está a punto de hacer – no Peterson, todavía nos falta uno, y no se… si te gustaría… grrr… – toma su cinta del cabello y la muerde.

Sonriendo de forma sincera, Miranda afirma con la cabeza – en serio me encantaría formar parte de tu equipo Pataki, pero supuse que ya estaban completos y le pedí un lugar a este apuesto rubio – se aproxima a Arnold y lo toma del brazo – quiero estar en primera fila para ver como termina todo.

Al principio, Helga le irrito que Miranda coqueteará con el rubio, pero por alguna extraña razón, Phoebe se puso en medio de Miranda y Arnold, haciendo que se separen.

– Yo te apoyaría Helga, pero me lastime la rodilla – menciona Chelsea, apoyada en las muletas y mostrando la rodillera – ya sabes, en la rutina de porristas.

Mostrando seguridad, Helga se encoge de hombros – oh esta bien, ya encontraremos a quien nos falta.

Sid, Curly, Sheena y los demás se aproximan a ellos – Stinky hola, ¿te gustaría entrar en nuestro equipo?

– Lo sentimos mucho Gerald – le responde Stinky – pero yo, Sid, Sheena, Eugene, Lorenzo y Curly ya formamos nuestro equipo, pero podemos preguntarle a Iggy, ¿que dices Iggy, entras al equipo de Gerald? – el joven de la voz campirana se dirige al que va llegando.

Negando con la cabeza, Iggy saca un pañuelo desechable – lo siento amigos, traigo un fuerte resfriado, yo solo vine a apoyarlos.

Ok, calma Helga, calma – se repetía mentalmente – James, Lila, Brainy, Gerald y yo, hacemos cinco personas pero falta una, ¡demonios! – envuelve del brazo de Gerald y comienza a hiperventilar.

Alarmado por su repentina reacción, Gerald se pone delate de ella, tomando con cuidado sus manos – ¿Helga, te sientes bien? respiras en forma acelerada.

– ¿Helga necesitas ayuda? – Arnold le cuestionó a la rubia, pero esta ya estaba histérica. Toma a su novio de los hombros y lo comienza a sacudir – ¿cómo voy a estar bien, cabeza de cepillo? necesitamos una sexta persona, ¡diantres! no podemos perder antes de siquiera haber empezado ¿de donde vamos a sacar al competidor que nos falta?

– Yo formare parte de tu equipo, rubia.

Los chicos de la pandilla se giraron y vieron a una bella y pelirrubia desconocida acercarse a ellos, solo Arnold y Helga la identificaron de forma casi instantánea; la rubia jamás olvidaría ese rostro en su vida – ¿Frieda?

– ¿Es ella? – le pregunta Gerald y la rubia aún boquiabierta, solo afirma con la cabeza.

– Es curioso ¿sabes? – Frieda camina directo hacia Helga, con manos en la cintura – cuando te conocí rubia y me di cuenta de tu reacción, estaba confiada en que serias ua amenaza en mi relación con Arnold, pero que equivocada estaba – rueda los ojos hacia Phoebe, poniendo cara de pocos amigos. Da unos pasos alrededor de la chica de anteojos, sin despegar la vista sobre ella – desde que tú llegaste pequeña oriental, mi novio no dejaba de hablar de ti: Phoebe esta viviendo aquí, Phoebe esta estudiando esto, Phoebe hizo lo otro… Phoebe, Phoebe, Phoebe…

Abriendo grande los ojos, la pelinegra voltea a ver al rubio – Arnold ¿e-eso es cierto?

El muchacho, que también estaba sorprendido y muy abochornado, solo se alzo de hombros – realmente no me di cuenta que hablaba mucho de ti.

– Si no hubiera sido por tú desafortunada aparición, Arnold seguiría viviendo en New York conmigo. Sabía que tenía que cuidarme de alguien, pero no imagine que sería de alguien pues… como tú.

– ¿Como yo? ¿como ella? – Arnold y Phoebe mencionaron al unísono, cruzando miradas.

– ¿A que te refieres con "alguien como ella"? – le cuestiona Gerald, sin poder ocultar su incomodidad, llamando la atención de la oriental y molestando a Helga.

Frieda pone manos en la cintura, y encamina sus pasos hacia el moreno – ¡por Dios sólo mírala! – la señala con la mano derecha – es pequeña, delgada, es muy pálida, usa lentes, se ve tan insignificante – se acerca a Gerald y analiza su rostro – pero veo que mi Arnold no es el único interesado en ella.

Entrecerrando los ojos, el moreno la reta – tú no conoces a Phoebe – ve de reojo a Helga, que ya mostraba ira en su mirada – ni tampoco conoces a Helga, no puedes venir a decirles eso y mucho menos a mi novia – rodea a Helga de la cintura y ambos se abrazan.

– Vaya, ahora si que estoy confundida – cruza los brazos, enarcando una ceja – pero eso quiere decir, que los rumores de la competencia entre ustedes chicas no es mentira – señala a Phoebe – y voy a hacer una apuesta contigo pequeña, si les ganamos la rubia y yo, Arnold regresará conmigo a New York, en cambio si tú ganas, podrás quedártelo.

¿¡QUE!? – Arnold, Gerald, Helga, Phoebe y todos los de la pandilla, junto el resto de las personas que habían escuchado, no podían creer la nueva disputa; esto definitivamente ya rallaba en la locura y ahora toda la atención se enfoco, en el rubio cabeza de balón.

– ¡Arnold no te pertenece! – dice Phoebe bastante irritada – él no es un objeto al que puedas manipular, esa decisión le corresponde sólo a él.

Gerald le habla en voz baja a su novia – ¿ves? a eso me refería yo… ¡ouch! – un discreto golpe con el codo, fue la contestación de la rubia – ya deja de quejarte Johanssen.

Minutos pasaron y la chica rusa esperaba impaciente la respuesta de Phoebe. Arnold no se contiene más y se aproxima a Frieda, tomándola de hombros y alejándola del círculo de curiosos – ¿pero que estas haciendo aquí? Frieda te marque y te dije que necesitaba volver a Hillwood, que por ahora lo nuestro no podía continuar.

Una mezcla de dolor y furia se reflejaba en los ojos de la chica – debiste de habérmelo dicho de frente, Arnold.

– Lo sé, lo sé y lo siento, quise hacerlo en serio, pero tu padre me dijo que te habías marchado ese fin de semana con tus amigas, fuera de la ciudad, por eso te llame y te dije que cuando volviera, lo hablaríamos.

– Pero Arnold – Frieda se abraza del rubio – yo aún te quiero…

Arnold no era bueno manejando sentimientos de dolor hacia él, todavía podía ser bastante denso en ese sentido – pues… verás… se que duele Frieda, pero yo… en verdad…

A sus espaldas, escuchan el hondo suspiro de una persona, interrumpiendo al rubio – ¿ya terminaron? – pregunta la oriental, con brazos cruzados. Los involucrados se separan y Phoebe le extiende la mano – esta bien chica, acepto tu reto.

Con amplia sonrisa, Frieda toma la mano de Phoebe – espero que respetes nuestro pacto, pequeña oriental – de inmediato la suelta y se gira hacia Arnold – tus padres vendrán a buscarte Arnold, te sugiero que tengas una excelente excusa – se apura hacia Helga y Gerald, coge el brazo del moreno y lo lleva directo a la mesa de inscripciones.

– ¡Hey! ¿qué no estabas interesada en el cabeza de balón? – Helga corre detrás de ellos – ¡Gerald, te estoy vigilando bucko!

– ¡Phoebe! ¿porqué hiciste eso? – Arnold se pone delante de ella y la toma de los hombros – esa decisión no te corresponde.

– Lo sé Arnold y disculpa, solo que no me gusto su actitud hacia nosotros, además es una chica muy delgada y femenina, no creo que nos de batalla.

Dándose un fuerte palmazo en la cara, Arnold niega con la cabeza – se ve que no conoces a Frieda, pero veo que no podemos hacer más, además que tendré que hablar con mis padres – Arnold camina con Phoebe hacia unas mesas que obsequiaban botellas de agua, para los participantes.

Una vez que los cuatro protagonistas se habían marchado, los fisgones que quedaban se fueron retirando, dejando solos a los chicos de la pandilla.

Sid se retira la gorra y rasca su cabeza – vaya amigos, esto se ve cada vez más enredado.

– Espero que pronto puedan volver a ser amigos, no me gusta ver a Arnold y a Gerald pelearse – comenta Lila preocupada, juntando sus manos.

James afirma con la cabeza – la última vez que estuve con Gerald y Arnold, aún querían patearse el trasero.

– Tampoco me gusta ver a Helga y Phoebe enojadas – Nadine se cruza de brazos, bajando la mirada – son amigas desde preescolar.

– Todos somos amigos desde preescolar – Stinky observa a Chelsea, Miranda y James – bueno, tal vez no todos desde preescolar, pero somos amigos después de todo.

Con enorme ilusión en sus ojos, Miranda se toca sus mejillas – ¿quieren decir que ya soy parte de su grupo?

Desconcertados por la reacción de la afroamericana, todos veían extrañados a Miranda, incluida Chelsea – e-eh sí, como sea – acomoda manos en las caderas y se voltea, fingiendo que no le importaba.

– Chicos, tenemos que hacer algo – ahora es el turno de Sheena – no podemos quedarnos solo con los brazos cruzados.

Curly da un brinco en medio de ellos – ¿y si liberamos a los animales del zoológico? así hacemos que Arnold, Helga, Gerald y Phoebe unan fuerzas para atraparlos jajajajaja… ¡ay! – su risa maniática es interrumpida por el golpe en la cabeza que recibió, por supuesto, de parte de Rhonda – ¿por qué me pegas?

– Porque esa es la idea más estúpida que se te pudo haber ocurrido, engendro.

– ¿Y si los ayudamos a que lleguen a la final? – le cuestiona Curly, y la pelinegra esta a punto de darle otro golpe, (Curly cubriendo su cabeza) cuando Harold la distrae.

– Tal vez… si dejamos que convivan en estos juegos, logren arreglar sus diferencias, además que aquí los vigilaríamos de cerca, y podremos evitar cualquier intento de pelea entre Gerald y Arnold.

Lorenzo se acerca a Harold, con una mano en su mentón, analizando las palabras del chico rosado – Sí, sí… puede que funcione, ¡estupenda idea Harold!

Ofendido, Curly trata de llamar la atención de todos, dando saltos y moviendo los brazos en forma enérgica – ¡hey! ¡esa idea fue mía!

– ¡Cierto Harold, pero que buena idea! – expresa James contento, siendo seguido por Chelsea – es verdad, ¿como se te ocurrió?

– ¡Oigan, eso no es justo! – vuelve a reclamar Curly, sin recibir el mínimo interés de los demás.

Eugene camina en medio de todos – ¡Esta decidido chicos! ayudaremos a nuestros… ¡ahh! – sus palabras son interrumpidas al tropezar y caer en una pequeña fosa – ouch, estoy bien – eleva su mano.

Sheena puso su mano sobre la de Eugene – estoy contigo Eugene.

De inmediato, las manos de todos se fueron poniendo unas encima de otras, sobre las de Sheena y Eugene.

– ¡Por Gerald! – pronunciaron Harold, Sid, Chelsea y James.

– ¡Por Helga! – expresaron Rhonda, Brainy, Lila y Miranda.

– ¡Por Phoebe! – hablaron Nadine, Sheena y Lorenzo.

– ¡Por Arnold! – dijeron Stinky, Curly, Eugene e Iggy – ¡por A-Ar-a-a…! ¡ACHU! – accidentalmente, Iggy estornuda en el montón de manos y rápido los chicos las retiraron, limpiándose en las ropas – ¡PUAJ! ¡EWW! ¡Iggy!

El adolescente suena su nariz – ugh… lo siento chicos.

– ¡Esa será nuestra misión! – dice Sid, recibiendo la afirmación de todos los chicos de la pandilla, como una sublime y honorable promesa entre ellos (Eugene continuaba tirado, dentro de la pequeña zanja)

El sonido de los altavoces, hacen que viren la cabeza hacia el improvisado escenario – muy bien jóvenes, última llamada, las inscripciones están a punto de cerrase.

– ¡Ese es nuestro llamado, vayamos! – todos se dispersaron y algunos apretaron el paso rumbo a la mesa, donde obsequiaban agua; más tarde la necesitarían.

Con expresivo gusto, Rhonda rodea el enorme cuello de su novio, plantándole un beso en la mejilla – mua… eres un genio, mi dulce pastelito de azúcar.

Mostrando galantería, el pequeño de anteojos se aproxima a la morena, elevando las cejas – Rhonda muñeca, tú y yo sabemos que esa idea la di yo – Curly toma la mano de Rhonda y le da una olfateada – ¿qué tal si nivelamos las cosas y me das uno de esos besos?

Con repulsión en su rostro, Rhonda aventó lejos la mano de Curly – ¡argh no!, ¡eww!, aléjate de mí pequeño trol.

– Ya escuchaste a la señorita – Harold toma la cabeza de Curly y lo gira, en sentido contrario. Después rodea a Rhonda de los hombros – y dime amorcito, ¿tú también estarías dispuesta a disputar mi corazón?

– por Dios, Harold – Rhonda se gira hacia él – creo que con la única por la que me disputaría tu atención, sería con tu madre.

– jajajajaja – ante las burlas de Curly, Harold le reclama a Rhonda – eso no fue gracioso Rhonda.

Dentro de la pequeña zanja, sale la voz de un olvidado pelirrojo – Oigan ¿no van a ayudarme a salir de aquí? ¿amigos?

c – c – c – c

– Muy bien jóvenes, las inscripciones se han cerrado y me da mucha alegría comunicarles que se completaron las cifras de participantes, inclusive tuvimos que abrir un par de equipos más… snif… estoy tan orgulloso de ustedes – el señor Simmons saca un pañuelo y seca una lágrima. Eleva la vista y ve que todo el mundo le observa con extraña mirada – e-en fin, sean todos bienvenidos a la primer competencia anual de las "Olimpiadas Chifladas".

Dos torres de confeti sorprendieron a los asistentes – demos también una cálida bienvenida a nuestra mesa de jurado, quienes nos ayudarán a juzgar su actuación: el entrenador Jack Wittenberg, las entrenadoras Tish Wittenberg y Alice Gómez de la H.S.120, el entrenador Robinson, quien actualmente dirige al equipo de basquetbol de la H.S.120 y su querido director el señor Wartz.

Varios aplausos se escucharon y el maestro continuo – también agradecemos el patrocinio de Slausen's, quien nos ha dado su apoyo para realizar estos juegos.

Por un extremo del parque, Eugene (que por fin logro salir de la fosa) llego corriendo con la antorcha de plástico, tropezó y la antorcha salió volando, cayendo en manos del señor Simmons – vaya, igual que en cuarto grado, ¡que empiecen los juegos! – cuatro torres de confeti fueron accionadas detrás del señor Simmons y esto fue secundado por diversos aplausos – la primer competición será la carrera de relevos, del pollo de caucho, así que acomódense en sus lugares.

En la línea de salida, Helga estaba haciendo ejercicios de calentamiento. Se dobla hacia adelante y reconoce los pies de la persona detrás de ella – ¿se te ofrece algo, cabeza de balón?

El rubio da una fuerte inspiración – Helga, son treinta equipos los que están participando, y creo que llegar a la final va a ser muy difícil, ¿por qué no retiran su tonta apuesta?

Helga se pone erguida y ahora, hace movimientos giratorios con el tronco – ¿qué te molesta Arnoldo? ¿qué este compitiendo para quedarme con Gerald? porque no te veo tan incomodo de que Phoebe compita contra tu novia, para quedarse contigo.

– Eso es diferente, ellas no son amigas y ustedes sí, vamos Helga, sabes de que hablo, además que lo de nosotros, pues…

– Entiéndelo, no hay un nosotros… solo somos amigos – dice Helga, sintiendo como si una pequeña daga atravesara su garganta, antes de proseguir – y tal vez… nunca hubo un "nosotros".

Estupefacto por la declaración, el rubio se acerco a ella y la toma de los codos – Helga no, eso no es verdad, tú sabes que te busque muchas veces antes de irme a San Lorenzo.

– ¿Y cuando te busque yo a ti en San Lorenzo? – Helga sentía que cada palabra, le lastimaba su garganta. Se libera del agarre del rubio y sigue – ¿qué? ¿eso no contó?

– ¿Pasa algo? – Gerald llega con el pollo de caucho, y se interpone entre Arnold y Helga – ¿qué haces platicando con mi chica, Shortman?

Apretando los puños, el rubio toma a Gerald del número que trae sobrepuesto – ella no es tuya Johanssen, pero te puedo ayudar a que lo recuerdes.

La rubia aprovecha la distracción y rápido limpia sus ojos. De repente, llega Miranda apurada, coge la mano del rubio y lo separa de la pareja en forma estrepitosa – ¡lo siento chicos, pero es hora de ponernos en nuestras posiciones, y tú vienes conmigo!

Todos los participantes se fueron acomodando en sus lugares, siendo la carrera de seis relevos (incluía todos los miembros de los equipos) y los que estaban en la línea de salida, ya portaban en su mano el pollo de caucho – no olvides nuestro convenio Helga.

Apretando los ojos, Helga mira a su contrincante junto a ella – te veré morder el polvo, querida Phoebe – sujeta fuerte el cuello del pollo y se pone en posición.

– ¡Que empiecen las "Olimpiadas Chifladas"! – el señor Simmons eleva su mano y acciona una pistola, de la que sale un fuerte sonido y una pequeña bandera blanca, con un "bang" pintado en el centro.

Todos empezaron a correr lo más rápido que sus piernas les permitían. Helga corría mirando de reojo a Phoebe – vaya pero que estupidez, competir contra Phoebe, llevar un patético pollo de plástico, y todo esto para ver quien de las dos se queda con el retardado pelos necios – pensaba para sí. Eleva la vista y ve que su relevo es Gerald y el de Phoebe, Arnold – oh dulce Geraldoh querido Arnold, siento como si este pequeño pollo de caucho fuera mi sensible y herido corazón – mira fijamente al pollo, y este comienza a transformarse en un bello corazón, color rojo – ¿quién de ustedes será el merecedor de mi incondicional amor? los odio a los dos, pero los quiero, sin embargo, siento que solo puedo amar a uno: ¿Arnold o Gerald, Gerald o Arnold? – continua corriendo – ¡Dios, esta decisión es muy difícil!

La voz del señor Simmons, retumba en los altavoces improvisados – vaya, parece que una de las participantes ha perdido la línea de su equipo, va corriendo por dos carriles, en zigzag.

– ¡Helga pon atención! – grita Gerald – ¡vas en el carril equivocado!

– ¿¡Qué dices!? – la rubia sacude su cabeza y es hasta entonces, que se da cuenta que había estado corriendo en zigzag (en su mente, ella corría hacia Arnold y luego hacia Gerald, con su corazón en la mano) – ¡Helga hazte a un lado! – oye a sus espaldas, pero cuando esta a punto de regresar a su carril, siente que tropieza alguien detrás de ella y se termina produciendo una carambola, siendo Phoebe, Helga, Gerald y Arnold los caídos.

¡Ha habido una colisión en la pista chicos!

– ¿¡Pero que diablos te ocurre Pataki!? – grita Phoebe, que no se da cuenta de que cayó sobre el pecho de Gerald – ¿G-Gerald?

– ¿E-estás bien Phoebe? – Gerald trata de levantarse pero las piernas de Helga se lo impiden – ¿Helga?

Quitando la cinta roja de sus ojos, Helga ve molesta al moreno – estoy bien por si me lo preguntas, imbécil – Helga siente que sus brazos descansan en algo suave y cae en cuenta que esta apoyada sobre el abdomen del rubio, que esta tosiendo de manera dificultosa – ¡Arnold, Dios mío! ¿estás bien?

Primero hace negativa con su cabeza – cof, cof… me sacaste… cof, cof… todo el aire… – toma los antebrazos de Helga y con cuidado sale de su prisión – cof, cof… ¿tú estas bien?– le cuestiona, tomando sus manos para ayudarla a ponerse en pie.

Helga se vuelve hacia Gerald y ve que este ayuda a Phoebe – no – responde en forma fría al rubio. Se inclina y toma el pollo de caucho – Geraldo deja de hacerte el idiota perdiendo el tiempo y corre, que vamos retrasados.

Obviamente, el moreno se molesto por las palabras de la pelirrubia, pero coge el pollo – te veré en la meta, Shortman.

La oriental también entrega el pollo a Arnold, y este salió corriendo. Ambas chicas se vieron de reojo y después voltearon su cara, cruzando sus brazos.

Los relevos de Arnold y Gerald fueron: Rhonda, Miranda, Nadine, Harold y Lila, Brainy, James y Frieda; respectivamente. La chica rusa llego en primer lugar, mientras que Harold llego en onceavo.

– Uff… uff… uff… por fin… llegue – Harold apenas podía respirar, dejándose caer agotado en el piso.

Rhonda, Arnold, Nadine y Phoebe se apuraron hacia el gordo – jaja buena suerte con tu equipo, pequeña oriental – Frieda pasa con sonrisa triunfal a un costado de Phoebe, y esta le frunce el entrecejo.

– Te lo dije – Arnold rodea a la pelinegra de los hombros – ella es campeona en atletismo.

Frieda ve a Helga y se apresura a ella – ¿que rayos te paso en la pista, rubia? pensé que eras más ágil en los deportes.

– ¡Soy ágil en los deportes! – se defiende Helga, mira de reojo a Gerald y empieza a sobar su brazo – solo me distraje un poco, es todo.

– ¡Tienes que poner más atención a la competencia rubia, sino ya no los apoyaré! – Frieda hace su sentencia y se aleja molesta. Gerald ve esto y camina hacia su novia, rascándose detrás de su oreja – ella tiene razón Helga ¿qué te pasó hace rato? es decir, tú no eres así, siempre has sido muy buena en esto.

– ¡Criminal! ¿qué es esto? ¿la santa inquisición? – Helga se gira y cruza sus brazos – no volverá a pasar, si es lo que quieres escuchar, pelos de borrego.

El moreno niega con la cabeza – no es eso, lo que quiero decir es: ¿tanto te distraes por Arnold?

Un escalofrío recorrió la espalda de la chica – por supuesto que no.

– Helga… – Gerald bajo la vista, buscando las palabras adecuadas para proseguir – si fuera al revés, y estuviéramos compitiendo Arnold y yo para ganar tu amor ¿lo aceptarías?

Muy bien jóvenes – resuena por los altavoces – prepárense para el siguiente encuentro.

– ¿Cómo? – Helga se voltea y ve que el moreno la mira serio – criminal ¿qué diablos intentas decirme? – otra vez le da la espalda – sabes que eso no esta pasando ¿verdad?

– Lo que quiero decir es… – el moreno cerro los ojos, dio una larga y profunda inspiración, después llevo su pulgar y su dedo índice a la raíz del puente nasal – olvídalo.

– Eso pensé – la rubia soltó un suspiro de alivio y camino hacia el siguiente evento, pero la voz de Gerald la detuvo – por cierto ¿sabes que es un relicario?

Si no le estuviera dando la espalda, el afroamericano hubiera visto la increíble palidez en el rostro de su novia. Helga quedo petrificada, con la boca abierta, enormes ojos y unas cuantas gotas de sudor frío comenzaron a descender desde su frente, y sin darse cuenta, estaba aguantando el aire.

Muy bien chicos, es hora de continuar – el sonido de los altavoces le ayudo a reaccionar y soltó todo el aire de un solo golpe. Solo una palabra paso por su mente en ese instante: Phoebe.

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ConTinUarA…

¿Frieda contra Phoebe, por Arnold? ahora no solo el premio tiene el nombre de Gerald, sino que el cabeza de balón ha entrado en un inesperado juego del destino. La situación entre los cuatro amigos, no ha pasado desapercibida por los chicos de la pandilla, quienes ahora se dedicarán a vigilar y mantener su apoyo para que ellos convivan y lleguen a la final, esperando que con esto las cosas se solucionen.

La flaqueza-fortaleza de la relación Helga-Gerald ha mostrado su peor cara. Ambos están pasándola muy mal y ahora, Gerald le ha hecho una fuerte pregunta a Helga, ¿que le dirá la rubia? ¿aún conservará el viejo relicario? y si es así ¿de quien es la foto que reposa en su interior?

MaRyMoRaNTe:)