Los personajes no son míos, son de la increíble Stephanie Meyer, yo solo juego con ellos, aunque puede que alguno me lo invente.

Bueno, después de que se me borrara uno de mis fic, he vuelto con una nueva trama, aún sigo jodida por lo que le pasó a mi otra historia, seguro he decepcionado a mucha gente, pero no la borré yo, me la borraron… T_T En fin, empiezo un nuevo fic, espero que guste y que obtenga muchos reviews, nos leemos a bajo.

Como es el primer capítulo, más que nada introducción, les dejo el resumen.

Summary: "Uno no sabe lo que quiere hasta que lo pierde ".Edward no tenía tiempo para su esposa, su trabajo era lo primero, ella se ha ido llevándose a su hijo Anthony y el hará todo lo posible por encontrarlos, ¿Por qué se fue y lo abandonó? Edward busca venganza.

Título: Perdido.

Capítulo 1: Huida.

Isabella Cullen había llegado al límite, y había estañado como era de esperar, no era nada fácil ser la esposa de Edward Cullen y estaba dispuesta a irse, no aguantaría ni un minuto más sus desvergonzados bochornos.

-Esta vez si la ha fastidiado de verdad – dijo mientras metía ropa echa un ovillo en la gran maleta azul que descansaba encima de la cama de matrimonio que ella y su marido tantas veces habían compartido.

Estaba al borde del abismo y eso se notaba en sus histéricos y temblorosos movimientos, se mordía una y otra vez el labio para no llorar, no quería que su hijo la viera así, debía ser fuerte, por él.

El pequeño Anthony de apenas cinco meses descansaba en su pequeña cuna en el cuarto contiguo al de sus padres, su respiración era lenta y estaba llena de paz, su pecho bajaba y subía con regularidad y de vez en cuando se destapaba con la suave mantita de lana que su abuela materna había cocido para él.

Bella cerró la maleta y la elevó de la cama para apoyarla en el suelo, cogió su bolso con los dos pasaportes que necesitaba y apañó dinero de la caja que Edward guardaba en su dormitorio y con pasos firmes caminó por el pasillo hasta llegar a la habitación de su hijo.

Una vez allí se quitó el patético y caro vestido de seda que llevaba puesto y se bajó de los altos zapatos de tacón para ponerse un vaquero azulado, unas converse blancas y una sudadera del mismo color.

Hizo el menor ruido para no despertar a su hijo, cogió pañales, polvos de talco y todas las cositas de aseo que el bebé necesitaba, después pasó al armario y cogió su pequeña ropa, hizo un hueco en su maleta y la metió junto a la suya, una vez acabo eso, con mucho cuidado despertó a su pequeño y lo vistió abrigándolo muy bien, el vuelo sería largo.

Llamó a Athenodora, su fiel ayudante para que la ayudara a sacar las cosas de la habitación y las llevara al coche que los esperaba fuera. Confiaba en ella, pero no le dijo nada a la mujer cuando esta le preguntó a donde iba.

Bella apretaba fuertemente a Anthony contra su pecho mientras caminaba por la amplia casa para llegar a la salida, allí les estaba esperando Mike Newton, el cochero de la familia que se encargaba de llevarle tanto a su hijo como a ella a todos los lados que ellos mandasen.

Athenodora le pasó la gran maleta azul a Mike y colocó el bolso con las cosas de mano del bebé en el asiento al mismo tiempo que Bella amarraba a Anthony en su sillita. Las dos mujeres se miraron fijamente y sin esperar un momento más, se abrazaron como si fuera la última vez, porque lo era y la mujer que se encargaba de su antigua casa lo sabía, conocía muy bien a Isabella como para no saberlo.

Después de que Athenodora le diera un último beso al bebé y un último abrazo a Bella se retiró y entró a la casa con un mal presentimiento, conocía demasiado bien a su amo como para saber que las cosas no acabarían así, que Edward no dejaría marcharse a Bella tranquilamente y ya está, sino que mandaría a buscarla o iría él personalmente a buscarla y se vengaría por haberlo abandonado, había cuidado de Edward cuando este apenas era un niño como lo era ahora su hijo y había crecido a su lado, lo conocía tan bien como si fuera su propio hijo y conocía tan bien sus formas, que su ego y orgullo no dejarían que su esposa se marchara para siempre.

Bella apretada contra la sillita de su hijo en el coche temblaba de miedo, pero no solo por el pensar que el podría ir a buscarlos y los arrastraría de nuevo a su lado, sino también por otro sentimiento que la invadía, la rabia, no solo rabia por el artículo y la foto que había leído esa mañana en el periódico que aseguraba que Edward Cullen la engañaba, además, había una foto que demostraba que eso era cierto, si no por la rabia de que él nunca la quiso, nunca la amó, se casó con ella solo porque necesitaba un heredero, y Bella como una estúpida se lo dio, ella había sido tan ingenua al creer que la amaba, que había aguantado todo, todo esos días de largos viajes, las reuniones hasta las tantas de la madrugada, las huidas repentinas… él nunca estaba con su hijo y con ella, con quien se supone que tendría que estar, si no con esa zorra rebajada amante suya con la que le había engañado, Bella en estos momentos no podía sentirse peor de lo que ya estaba.

Llegaron al aeropuerto y Mike se bajó a abrirle la puerta, mientras ella se bajaba el cochero fue a sacar la maleta del portabultos.

Bella con mucho cuidado cogió a Anthony entre sus brazos que dormía como si el mundo no se moviera a su alrededor y con otra mano agarró el bolso de necesidades del pequeño y se lo colgó al hombro, ella no necesitaba bolso, llevaba los pasaportes y su cartera en el mismo bolso del bebé.

Mike entró con ellos al aeropuerto y depositó su maleta en la cinta que la llevaría a Forks, después de que ella enseñase su pasaporte y el del bebé se giró hacia él y se despidió.

-Cuídale mucho Bella – dijo Newton mirando al pequeño Anthony que dormía entre sus brazos – y cuídate a ti por lo que más quieras.

-Tranquilo Mike, no nos pasará nada – dijo segura de sí misma.

-Os protegeré aquí descuida, no le diré nada a Edward, seré una tumba – le aseguró Mike y con un intento de abrazo, ya que Anthony estaba entre ellos se despidió de ella.

Bella acomodó a su hijo para que durmiera mejor y se paró en una cafetería a tomar algo, un café no le vendría nada mal, el viaje hasta Forks duraba una pasada, ella ahora mismo se encontraba en Londres y hasta Washington eran mínimo siete horas si el vuelo no se retrasaba.

Edward estaba aburrido de tanta fiesta, lo único que quería hacer era llegar a su enorme casa, coger a su pequeño Anthony en brazos y luego hacerle el amor a su mujer lentamente.

Tanya Denali estaba al final de la mesa, y no paraba de mirarle con esa sonrisa pervertida que años atrás le había gustado, porque eso era solo lo que sintió por Tanya, pura atracción sexual, luego de hacerle el amor, se dio cuenta.

Aro, Caius y Macus Vulturi estaban desmadrados, las corbatas en vez de descansar en su cuello, estaban acomodadas sobre su frente como si fueran indios, sus mejillas estaban afiebradas por el alcohol y caminaban sin tino, era todo un completo desastre, si desde el principio le hubieran dicho que la cena iba a ser así, no hubiese ido, estaba hecho polvo, le iba a estañar la cabeza después de haber estado hablando de Masen S.A, por eso odiaba las cenas de trabajo.

Se levantó con una elegancia digan de un Cullen y se acercó a la salida, pero Tanya se le cruzó encima y no pudo más que pasarse y mirarla.

-¿A dónde vas tan temprano señor Cullen? Todavía queda noche para rato – dijo Tanya haciendo acto de presencia a sus mejores encantos femeninos.

-Debo irme señorita Denali, si no le importa, ¿Sería tan amable de dejarme pasar? Se lo agradecería mucho – dijo Edward haciendo acto de una paciencia que no tenía.

Tanya al ver su dura y fría mirada se apartó de la puerta y dejó que Edward pasara, este pasó por su lado sin dirigirle la palabra, ya había tenido bastante por ese día.

-Pasajeros del vuelo 00562-C embarquen urgentemente por la puerta número 66 – dijo alguien por un altavoz.

Anthony se removió en los brazos de Bella al escuchar la fuerte voz que salía del altavoz y empezó a llorar.

Si es que este niño tiene un mal despertar – pensó Bella mirándolo con devoción.

La verdad, se derretía por su bebé.

Meció en los brazos a Anthony hasta que este paró de llorar pero no se calmo, todo lo quería tocar, todo lo quería ver, para todo tenía una mueca… era agotador.

La azafata le entregó una botellita con agua y le rellenó el biberón a Anthony que ya se había bebido la suya, esta noche estaba ansioso.

El avión despegó y Bella agarró más fuerte a Anthony que estaba en su regazo intentando agarrar los pelos de la señora de delante que reposaba la cabeza contra el sillín de su asiento.

-No Anthony – le reprendió Bella a su hijo dándole un toquito en la mano para que viera que eso está mal – eso no se hace, a la señora le duele.

El bebé se miró hacia ella y la miró con una mueca que le hizo sonreír y abrazarlo como si fuera a exprimirlo, Anthony era su todo. ¿Lo echaría Edward en falta?

Edward llegó a la mansión Cullen y al pisar la sala principal se quitó los zapatos y se desató la corbata, era raro lo que pasaba en esa casa esa noche, toda la casa estaba iluminada y eran las 00:00 de la mañana, por lo normal a esa hora todo el servicio dormía después del duro día de trabajo.

Sin hacer caso a lo que ocurría a su alrededor subió a la plata en la que Bella, él y Anthony compartían habitaciones, pero antes de seguir de largo a su cuarto, se paró en el de su hijo y abrió la puerta lentamente, con cuidado de no despertar a su hijo que seguro ya estaría durmiendo, pero se encontró con una gran sorpresa al no verle.

Seguro que está con Bella en nuestra habitación – pensó.

Y ingenuo por ese pensamiento se encaminó a su cuarto con la esperanza de encontrarse allí a su bebé y a su esposa, pero tampoco estaban, buscó por todos lados, el baño, la terraza, incluso en el armario, pero no había rastro de ellos y el cuarto estaba patas arriba, advirtió que la caja fuerte había sido abierta y no quedaba ni un euro en ella.

Buscó por toda la casa a su mujer y a su hijo, pero no se encontraban en ningún lado, ¿En donde estaban?

Bajó a la sala principal, en la que sus servidores estaban incómodos e histéricos.

-¿Dónde están Bella y mi hijo? – preguntó con ferocidad y frialdad.

-No están señor – se atrevió a decir Randall.

-¿Cómo que no está? – dirigió sus ojos fríos esmeraldas al hombre que había hablado.

-Se fue señor, cuando yo la vi llevaba una maleta y al pequeño Anthony en brazos, luego pidió el coche y ya no hemos sabido más nada de ella – se excusó el jardinero.

-¿A dónde la has llevado desgraciado? – le preguntó a Mike Newton.

-Yo no sé nada – dijo el aludido protegiendo a Bella, la mujer de la que estaba enamorado, en silencio.

-Responde – le dijo peligrosamente.

-No sé nada señor Cullen.

-Muy bien, ¿Tendré que usar contigo la fuerza para que hables? – Edward se estaba descontrolando.

-Haga lo que quiera, yo no sé nada.

Y sin pensarlo, Edward se abalanzó hacia él y le empotró el puño contra la cara haciendo que el cochero callera al sueño, le volvió a golpear, le amenazó y le tentó a hablar, pero este no abrió la boca.

Athenodora que presenciaba la escena asustada le paró el puño cuando iba a dar el golpe final para rematar a Mike Newton.

-Edward, no pierdas los nervios, tú eres un hombre decente – le dijo esta haciendo que Edward la mirara y medio se calmara.

-Athenodora por favor, dime donde está mi hijo y mujer – comentó con furia.

La mujer mayor lo pensó muchas veces, pero no iba a decir nada, le había prometido en silencio a Isabella que guardaría en secreto su escapada.

-Simplemente se ha ido Edward, y no piensa volver – dijo con simpleza.

Edward se puso furioso y empezó a golpear todo aquello que encontraba, los antiguos jarrones heredados de antiguas y antiguas generaciones de Cullen caían al suelo como si de limones en árboles se tratara, cuadros, espejos, sillas, mesas, Edward arrasaba con todo, estaba enfurecido.

¿Cómo se le había ocurrido a esa zorra irse? – pensó Edward endemoniado.

Seguro tendrá un amante y me dejó votado, llevándose a mi hijo, MI hijo, MI heredero – pensaba con furia – desgraciada, cuando te pille me las pagaras, porque te iré a buscar como si tengo que ir al fin del mundo, pero tú volverás a mi lado y pagarás el haber intentado abandonarme – seguía pensando ciego por la rabia.

-¡Maldita seas Bella! – Gritó al borde de un ataque - ¡Me las pagaras!

Iría a buscarla, claro que lo haría, la traería con él y le haría pagar todo lo que él, por su culpa había destrozado.

¿Gustó?

¿Reviews?

Un beso.