DISCLAIMER: Los personajes de Avatar: la leyenda de Aang son propiedad de Nickelodeon y sus respectivos creadores. La historia es propiedad de Setlib quien me dio su autorización para traducirla al español.

Resumen: Zuko y Katara deben consentir un matrimonio por conveniencia para salvar su trono. Pero cuando comienzan la búsqueda de su madre, tal vez el acuerdo se convierta en algo más…

.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.

Referencias: Los detalles sobre los Sabios del Fuego y términos fueron tomados de Los pergaminos perdidos: Fuego (The Lost Scrolls: Fire). Viacom International Inc. 2006

Marriage of convenience.
Capítulo 1. Agni kai.

La voz de Zuko resonó con desafío.

— ¿Hoy no hay relámpagos? ¿cuál es el problema, temes que los redirija?

Enfrentó a su hermana con confianza, asumiendo una postura defensiva.

— ¡Oh, yo te mostraré un relámpago!

Azula movió las yemas de sus dedos en un arco, generando un enorme relámpago y extendiendo su brazo lo lanzó hacia su hermano. Pero en el último segundo, cambió su objetivo, enviándolo directamente hacia Katara.

— ¡No!

Zuko saltó por el aire, interceptando la energía, atrayéndola hacia su pecho. Se dejó caer sobre las baldosas de la plaza y envió el rayo desde su brazo haciéndolo destellar en el cielo nocturno sobre la capital de la Nación del Fuego. Los remanentes atravesaron su cuerpo, dejándolo retorciéndose sobre el piso, gimiendo.

— ¡Zuko!

Katara corrió hacia él, sólo para ser recibida por una ráfaga de fuego a sus pies.

Con una risa malvada, Azula se movía zigzagueante hacia su hermano moribundo. Katara sacó lo último del agua en su cantimplora y la envió en un escudo defensivo mientras corría para proteger a Zuko de su monstruosa hermana.

Azula disparó una ráfaga de abrasador fuego azul que vaporizó instantáneamente el agua de Katara.

— ¡Fuera de mi camino, sucia campesina! Es hora de que termine con mi hermano mayor de una vez por todas. —dijo mirando hacia donde Zuko estaba hecho un ovillo, agonizando. Sonrió y comenzó a crear un nuevo relámpago para dar el golpe final.

— No si puedo evitarlo.

Katara alcanzó desesperadamente cada gota de agua que pudo extraer del aire, su sudor, el cuerpo doliente de Zuko, y formó un centenar de pequeñas dagas de hielo que lanzó hacia Azula. Maldijo en voz baja cuando Azula fácilmente envió otra ola de fuego azul y disolvió el hielo.

— ¿Quieres ser tú primero, chica agua? Estaré feliz de hacerlo.

Azula estaba confiada, casi frívola mientras continuaba con su acercamiento.

¡Si solo hubiera luna llena! Por mucho que Katara temiera el arte oscuro del Sangre-control, ella lo usaría en un latido si eso detenía a Azula. Extendió todos sus sentidos, buscando el agua en cualquier lugar donde pudiera hallarla. Si hubiera habido algunas plantas o árboles en la plaza, ella habría podido extraer el líquido para usarlo. Con un grito de asombro se dio cuenta de que había una fuente tentadoramente cerca y podía sentir el constante y rítmico pulso del agua llamándola. Era impensable sacar el agua, seguramente era la más oscura forma de Agua-control imaginable, pero ¿qué opción tenía?

— Ahora que lo pienso, esto es aún mejor. Zuzu obviamente se preocupa por ti, ya que el cabezota corrió el riesgo para salvarte. Y ahora, él puede verte arder justo frente a sus ojos. Después de oír tus gritos, me rogará que acabe con él. ¡Sí, es perfecto!

Sonriendo, Azula llevó hacia atrás su puño para crear una bola de fuego intenso. Pero antes de que pudiera lanzársela a Katara, repentinamente comenzó a temblar y gemir, su hermoso rostro retorciéndose en una mueca inhumana.

— Ya no vas a lastimar a nadie. Nunca más.

Con los dedos engarrotados, las manos torcidas como garras, Katara alcanzó a Azula y luego tiró fuertemente de sus brazos hacia atrás. El cuerpo de Azula se tensó y se movió con espasmos, como una marioneta, y entonces con un sonido hueco, toda el agua fue arrancada de su carne y sangre hacia los pies de Katara. La ligera brisa de la plaza causó que su piel se convirtiera en escamas que flotaron alejándose como polvo fino, y sus cabellos cayeron en mechones, hasta que su armadura se desplomó abruptamente sin ningún rastro de Azula en su interior, sólo un montón de polvo gris.

Katara se dejó caer de rodillas, con ganas de vomitar ante el horror que acababa de cometer. Pero el cuerpo inmóvil de Zuko, y tan aterradores que habían sido sus gemidos de dolor, ahora su silencio lo eran mucho más. Atrajo agua para cubrir sus manos, sin querer pensar de dónde venía, y se agachó frente a su figura inerte.

Por favor funciona, por favor funciona… ¡por favor, Zuko, abre los ojos!

Katara guió el agua hacia la herida de Zuko, dispuesta a curar la carne dañada. La forma de estrella roja con los bordes dentados, completamente chamuscada, se extendía a través de sus costillas como un reflejo palpable del Cometa de Sozin ardiendo en el cielo. Presionó el agua curativa en él, sintiendo como su corazón latía erráticamente mientras la carga eléctrica continuaba atormentando su cuerpo. Ella no dejaría ganar a Azula, no dejaría que se llevara a Zuko, no ahora que ella finalmente había comenzado a ver lo valiente y desinteresado que realmente era. Katara acunó su cabeza con la otra mano, doblando su cuerpo por encima de él en gesto protector mientras buscaba profundamente en su interior el enfoque, el control que ella iba a necesitar para salvarlo.

Por fin el agua comenzó a brillar, la luz azul corriendo entre ellos mientras la carne quemada empezaba a sanar.

— Gracias, Katara… —susurró Zuko.

Parpadeó lentamente, como si estuviera despertando de un sueño extraño, y Katara no podía imaginar un espectáculo más bienvenido que esos ojos dorados abriéndose. ¿Cómo pudo haberles temido antes? Ignorando sus propias lágrimas, intentó sonreír con tranquilidad, como si nunca hubiera dudado de su habilidad para sacarlo del abismo.

— Creo que soy yo quien debería agradecerte… ¡aunque fuiste un tonto por recibir un relámpago en el pecho sólo para protegerme!

— ¿Un tonto? —repitió Zuko, alzando una ceja.

— No debiste haberte puesto en peligro por mí, Zuko. La Nación del Fuego te necesita. Eres demasiado importante como para arriesgarse a perdert…

Él la interrumpió suavemente pero con firmeza.

— No, Katara. Tú eres demasiado importante como para perderte.

Se sentó, estirando una mano como si quisiera acariciar su mejilla, pero se congeló cuando una voz sonó.

— ¡Tú, niña! ¿Qué crees que estás haciendo?

Katara alzó la mirada para ver una figura emerger entre las sombras que delineaban la plaza ceremonial. Un anciano vistiendo el distintivo sombrero de un Sabio del Fuego iba caminando hacia ellos, con otros cuatro Sabios siguiéndole. Conforme se acercaba, Katara se dio cuenta de que estaba furioso.

— ¡Esto es totalmente inaceptable! —escupió furibundo cuando se detuvo frente a ella—. ¡Está prohibido interferir en un Agni kai! Sólo los dos contendientes tienen permitido estar en la arena.

— Yo… pero… ¡Azula me atacó! ¿qué se suponía que iba a hacer? —reclamó Katara.

El anciano hizo caso omiso a sus protestas.

— ¡Has alterado el resultado del duelo! El golpe del Señor del Fuego Azula habría sido fatal, de no haber sido por tu interferencia.

Katara se levantó de un salto, gritando.

— ¿Me está diciendo que debería haber dejado que Zuko muriera? ¿sólo por sus estúpidas reglas?

Zuko se puso de pie con cuidado, sosteniendo su pecho herido. Pasó un brazo alrededor de los hombros de Katara, tanto para impedir que saltara sobre el anciano como para ayudarse a levantarse. Se inclinó con cautela.

— Gran Sabio, si usted vio el duelo, entonces debe haber visto a Azula darle el primer golpe a Katara. Seguramente estará de acuerdo con eso.

El Sabio frunció el ceño.

— Tal vez la chiquilla tenía el derecho a defenderse, pero lo que le hizo al Señor del Fuego Azula es más que un crimen, es… ¡una abominación! —dijo haciendo un gesto a la armadura donde una vez estuvo Azula, pero Katara cerró los ojos, volviendo la cabeza hacia el hombro de Zuko. La evidencia de lo que había hecho envió otra ola de repulsión a través de ella.

Zuko rápidamente habló en su defensa.

— Katara no tuvo más opción. Azula estaba a punto de matarnos a ambos, y usted lo sabe. Tanto si aprueba o no el resultado, no es menos cierto… ella perdió.

— No obstante, no puedo declararte el vencedor del Agni kai porque no derrotaste a Azula tú mismo.

Zuko se puso rígido de repente, su voz endurecida.

— Yo soy el heredero al trono. Debe declarar…

— ¡Tú ya no eres el heredero! —le interrumpió el Sabio severamente—. Estás desterrado, eres un traidor sin más derecho al trono que… que esta campesina. —hizo un gesto de desdén hacia Katara—. ¡Sin una clara victoria en el Agni kai, no puedo declararte Señor del Fuego!

Katara se quedó sin aliento.

— ¡Zuko tiene que ser el Señor del Fuego! ¡Él es el único que puede ponerle fin a la guerra!

Uno de los otros Sabios del Fuego se adelantó un paso y Katara se dio cuenta de que lo conocía. Era Shyu, el solitario Sabio del Fuego del templo del Avatar Roku, quien había estado dispuesto a ayudar a Aang durante el Solsticio de Invierno.

— Gran Sabio, yo puedo ser capaz de ofrecer una solución a este dilema. —se volvió hacia Katara y Zuko, inclinándose respetuosamente—. Los Sabios del Fuego se dedican a la preservación de las reglas y las tradiciones —explicó—, pero la Nación del Fuego tiene una larga historia, mucha de la cual ha quedado olvidada. Es posible que podamos encontrar un precedente que sirva de guía entre las historias secretas en las Catacumbas del Dragón de Hueso.

— ¡No necesitamos revisar los pergaminos! —se mofó el Gran Sabio—. ¡Cuando el Rey Fénix regrese de conquistar el Reino Tierra, tendrá a su hijo traidor arrestado!

— Usted está equivocado. —la voz de Katara temblaba de emoción mientras desafiaba al anciano—. ¡El Avatar derrotará a Ozai y usted se arrepentirá de haber insultado a su futuro Señor!

Zuko asintió con la cabeza y miró detrás del Gran Sabio.

— Buscaran en las Catacumbas toda la noche y encontrarán una solución al Agni Kai. Pero, de una manera u otra, la habrá. —dijo Zuko con firmeza—. Yo seré el próximo Señor del Fuego.

El Gran Sabio pareció morderse una nueva respuesta, aceptando por ahora. Entonces se marchó junto con los otros tres Sabios, solamente dejando atrás a Shyu.

— ¡Pensé que habías sido arrestado! —dijo Katara en voz baja—. ¿Cómo llegaste hasta aquí?

— Luego de que el Almirante Zhao fue asesinado durante el Asedio del Norte, no quedaba nadie para presentar los cargos contra nosotros. El Gran Sabio estaba indignado por la detención de los Sabios del Fuego en la Isla Luna Creciente y le exigió al Señor del Fuego Ozai que nos liberara. —explicó Shyu rápidamente.

— Estoy muy agradecido por tu ayuda —dijo Zuko reclinándose con cansancio en Katara.

Ella apretó su brazo alrededor de él.

— Shyu, tengo que llevar a Zuko a algún lugar seguro donde pueda recuperarse. Pensé que habría sirvientes o guardias alrededor, pero es como si el palacio estuviera desierto.

— Azula despidió o expulsó a todo el personal. Parecía estar convencida de que todo el mundo estaba conspirando en su contra. —explicó Shyu mientras pasaba un brazo alrededor de Zuko por el otro lado y los guiaba a través de la plaza.

En cuestión de minutos, Zuko había sido instalado cuidadosamente en sus antiguos aposentos en el Palacio Real. A pesar de que Katara estaba centrada en vigilar su progreso, dejó escapar un jadeo de sorpresa cuando entraron al lugar. Su habitación era lo suficientemente grande para albergar a la mitad de los iglúes y tiendas de campaña de su villa, y estaba casi vacía. Además de unas cuantas mesas pequeñas esparcidas alrededor de los límites de la habitación, estaba dominada por una gigantesca cama centrada contra la pared del fondo sobre una plataforma. A pesar del tamaño de la habitación y el techo alto, las cortinas color rojo oscuro daban la sensación de opresión. La cama estaba enmarcada por pesados postes de madera con un dragón tallado que serpenteaba hacia la parte superior donde suspendía una oscura cortina. Zuko se metió entre las sombras de la cama para acostarse sobre su espalda, y Katara se estremeció involuntariamente mientras le seguía en la oscuridad, deslizándose entre las sábanas de seda color rojo sangre.

Shyu hizo una reverencia.

— Debo ir a las Catacumbas del Dragón de Hueso para ayudar a los otros Sabios a buscar las historias secretas pertinentes.

— ¿Lo estás haciendo solamente para comprarnos algo de tiempo o realmente crees que pueda haber un precedente allá abajo? —preguntó Zuko.

— Yo personalmente he vuelto a copiar muchos de los manuscritos relativos a la sucesión real. Encontraré una solución que hasta el Gran Sabio no podrá refutar, te lo prometo.

Katara negó con la cabeza.

— No entiendo por qué cree que puede decidir quién será el Señor del Fuego.

Zuko rió secamente.

— Hace mucho tiempo, el Señor del Fuego era un Sabio, el líder del consejo de Sabios. Pero en algún momento de la historia, un Señor del Fuego se cansó del arreglo y se apoderó del control militar de la Nación del Fuego. Desde entonces, el líder de los Sabios ha tenido un papel meramente ceremonial.

— El Señor del Fuego Sozin fue incluso más lejos, les exigió su lealtad a los Sabios por encima del Avatar. —Shyu sacudió la cabeza con tristeza—. Ahora los Sabios han perdido cualquier autoridad espiritual. Es por eso que el Avatar Roku destruyó el templo en la Isla Luna Creciente.

— Entonces, ¿por qué debe importarnos lo que piense ése llamado Gran Sabio? —se burló Katara.

— No me importa. Ser Señor del Fuego es mi destino. Y no voy a dejar que algunos estorbos burocráticos se metan en mi camino. —dijo Zuko con determinación.

— Sí, pero el camino hacia la paz será duro —le advirtió Shyu—. La gente desconfía de ti y los Generales no tendrán ningún interés en poner fin a la guerra. Tener la ley, y a los Sabios, de tu lado te dará la autoridad para tu reclamo. Estoy seguro de que puedo encontrar la manera.

— ¿Los otros Sabios te seguirán? —preguntó Katara.

Shyu asintió con la cabeza.

— Tuve que rechazar al Avatar y jurar lealtad a Ozai antes de que el Gran Sabio apoyara mi salida de la prisión. Es algo bueno que haya tenido años de práctica ocultando mi verdadera misión. Mentí lo suficientemente bien como para ser el encargado de la coronación de la princesa Azula. Pero sé que mi deber es ayudar al Avatar y a los que le sirven.

Shyu hizo una profunda reverencia y salió de la habitación. Katara podía escuchar el ruido de sus sandalias contra el suelo de mármol del corredor mientras caminaba a toda prisa.

Por lo demás, el inmenso palacio estaba extrañamente tranquilo.

— Déjame revisar tu herida otra vez. —dijo Katara arrodillándose junto a Zuko. Con cuidado alisó los fragmentos quemados de su túnica para inspeccionar la quemadura enrojecida que iba desde su ombligo hasta justo debajo de su corazón.

— ¿Viviré? —bromeó Zuko.

Ella puso su mano sobre su pecho y sonrió ante el fuerte y tenaz latido bajo su palma.

— No creo que tu corazón haya resultado dañado, y sólo tendrás una ligera cicatriz en la piel. Sin embargo, necesitas descansar para completar el proceso de curación.

Zuko estrechó la mano que reposaba sobre su pecho.

— Quédate conmigo.

Sus largos dedos acariciaban distraídamente los nudillos, descendiendo por el dorso de su mano hasta el interior de su muñeca.

Ella contuvo el aliento ante el suave toque, pero enmascaró su reacción con una mirada de falsa indignación.

— ¿Es una orden, mi Señor?

Él no mordió el anzuelo.

— Es una petición. Por favor, Katara. Odio estar de vuelta en el palacio otra vez. No es una casa, es un mausoleo. Puedo sentir los malos recuerdos vagando por los pasillos como fantasmas vengativos.

— Pensé que querías volver aquí. Dijiste que era tu destino.

— Es mi destino… poner fin a esta guerra y restaurar el equilibrio en mi pueblo, pero no será agradable ni fácil. —sonrió con tristeza—. Nada en mi vida ha sido fácil.

Katara se apoyó en su codo, moviendo su otra mano desde su pecho para acariciar las tensas líneas que cruzaban su frente.

— Duerme entonces, príncipe Zuko. Me quedaré a tu lado para mantener a los fantasmas lejos de ti. No voy a dejarte. —prometió.

Él cerró los ojos y poco a poco su respiración fue haciéndose lenta y profunda, como si su cuerpo hubiese obedecido sus instrucciones por instinto.

Katara bajó la cabeza para descansarla sobre la almohada de seda, junto a la de él. Desde ese lado, su cicatriz quedaba oculta y su mirada viajó desde su rebelde cabello negro, a través de las nobles líneas de su nariz y mejillas, hasta sus delgados labios. Era raro ver su rostro relajado, y ella se dio cuenta de que sus rasgos eran, en realidad, bastante atractivos. Durante mucho tiempo solo había visto la arrogancia en su fiero ceño fruncido. Ahora que lo conocía mejor, ella comprendía cuánto dolor y miedo había escondido bajo esa máscara. Quería aliviar esas heridas en carne viva, encontrar la manera de sanar esa pena interior justo como había sanado la carne exterior. Inconscientemente, recorrió con su dedo labio inferior de él, bajando por la barbilla, hacia el pulso firme en el hueco de su garganta.

El grupo solía bromear con que ella era la madre, quejándose, dando órdenes y cuidando de todos. Pero la forma en la que se sentía por Zuko no tenía nada que ver con el cariño protector que sentía por Sokka, Toph y Aang. Zuko no estaba a salvo. Estaba atormentado, confundido, era obstinado, y ella sabía de primera mano el dolor que sus malas decisiones le habían causado. Cuando se conocieron, él había ardido con la misma facilidad que el fuego que creaba con las manos, lleno de violencia, amargura e ira. Pero en los meses transcurridos desde entonces, él había sosegado el fuego que todavía brillaba en su interior alcanzando la paz y su propósito. Ella estaba impresionada por su fuerza, su determinación.

No fue sino hasta esos terribles momentos cuando se estaba muriendo y ella temía no ser capaz de salvarlo, que comenzó a entender lo importante que él se había vuelto para ella. De alguna manera, él había pasado de ser su enemigo a convertirse en su amigo… o más. La desafió, la defendió, pero nunca la retuvo. Eso era lo que lo hacía diferente de Sokka o Aang, ella se dio cuenta de que él no intentaba aplacarla o complacerla, como si fuera una niña. No, Zuko la trataba como una igual. Como una adulta. Como una mujer.

Katara sintió una oleada de rabia al pensar en todas las cosas que él había tenido que superar. Nunca había conocido el amor y la lealtad de un padre, o de un hermano, o de una tribu, como ella lo había hecho. En su lugar, había sido traicionado por las mismas personas que se suponía que lo protegerían. Sólo su tío había cuidado de él, pero Iroh había sido a atrapado en el Reino Tierra indefinidamente. Ella no sabía nada de su madre, excepto lo que él le había contado en Ba Sing Se: que se la había arrebatado la Nación del Fuego. Zuko merecía algo mucho mejor… merecía tener a alguien que lo amara incondicionalmente. Tener a alguien en quien pudiera confiar por completo. Alguien con quien pudiera contar para cuidarle siempre la espalda. La justificada indignación la recorrió, agitándose hasta que ella sintió que algo se resquebrajaba y se movía en su interior, como un témpano de hielo que se separa de la orilla.

Ella podía ser ése alguien. Para sostenerlo, defenderlo de sus enemigos, protegerlo de sus recuerdos. Él podría confiar en ella, contar con ella. Amarla.

"Yo no te dejaré, Zuko", prometió de nuevo.

« Continuará… »

- - - - - - - - - Adelanto del Capítulo Dos: "Sorpresas"

— Entonces, ¿el asunto queda resuelto?

El Gran Sabio asintió con la cabeza, pero su sonrisa arrogante dejó en claro que tenía un as bajo la manga.

— El precedente está claro. Si un Señor del Fuego en funciones es asesinado durante un Agni Kai, el ganador es declarado el nuevo Señor del Fuego.

Tranquilamente, Zuko dejó escapar el aliento que no sabía que había estado sosteniendo.

— Realiza todos los preparativos, quiero que la coronación sea esta noche. Necesito ser declarado Señor del Fuego oficialmente tan pronto como sea posible.

— Usted no, príncipe Zuko. Usted no derrotó a Azula. Según la tradición, el nuevo Señor del Fuego es ella.

El Gran Sabio apuntó con desprecio hacia Katara.

.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.:.

Nota de la Traductora:

Espero que les haya gustado!

Primer fic en el fandom de ATLA. Agradecimientos más que especiales a Setlib por haberme permitido traerles esta historia al español, uno de los mejores Zutara que he tenido la oportunidad de leer en cualquier idioma.

Siendo primeriza en esto de la traducción, agradecería mucho su consejo para ir mejorando poco a poco. Recuerden… los reviews son siempre bienvenidos ^^

Nos leemos pronto!

Anna