Los personajes pertenecen a la maravillosa Stephenie Meyer, yo solo deje fluir mi imaginación creando una historia un tanto diferente.

···III···


—26—

"Un año de calma"

« Viajamos para cambiar, no de lugar, sino de ideas.»

Hipólito Taine

«Y una vez que la tormenta ha acabado, no recordarás cómo conseguiste atravesarla, cómo te las arreglaste para sobrevivir. De hecho, ni siquiera estarás seguro, de si en realidad la tormenta ha terminado. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de la tormenta no serás la misma persona que entró. De eso es lo que tratan las tormentas. »

Haruki Murakami


Long gone and Moved on-The Script

Mirrors-Justin Timberlake

Hold You-Nina Nesbitt


Cuando el motor avanzó por las calles de la ciudad, mis pensamientos acerca de todo lo que estaba dejando atrás me golpearon.

Sabía que mantener la calma era básicamente la única regla en estos momentos y estaba estrictamente establecida por Eleazar y Carmen cuando las sesiones comenzaron. No importaba que escuchara o dijera, yo solamente tenía que entender que al día siguiente el mundo no terminaba, que todo iba a empezar de nuevo y la culpa sería inmensa si despertaba después de haber hecho cosas que no podía enfrentar.

Ese era un elemento de mi personalidad. Yo explotaba y hacía que todo a mí alrededor hirviera hasta convertirse en cenizas. Esa parte de mi la había consumido a ella y a mí mismo por separado, y juntos al mismo tiempo.

Carmen juraba siempre que no importaba cuántas veces yo había explotado en el pasado, si yo ahora podía hacer lo correcto y controlar mi temperamento todo habría valido la pena, a fin de cuentas.

Eleazar no se desvió para tomar la carretera que nos llevaría al que había sido mi hogar durante tanto tiempo. De hecho suspiró y condujo por varias calles iluminadas por las luces de neón debido a la vida nocturna hasta que se detuvo en frente de una serie de locales atestados de gente en el exterior.

—Voy a hacer esto por ti, Edward y como tu amigo. Por qué de ninguna manera podría hacer esto como tu amigo— su rostro se giró hasta encontrar el mío y soltó una risotada al ver mi cara descompuesta. Niall estaba de pie, fuera del auto con los brazos cruzados a la altura de su pecho y una sonrisa arrogante en la cara.

—Tienes la peor cara de todas—se mofó el niño mientras su padre abandonaba el vehículo—, ¿En realidad la dejaste?

Sacudí mi cabeza y salí del asiento de pasajeros hasta estar de pie, junto a los otros dos hombres.

—Ella quería el divorcio, y fueron muchas cosas, mocoso—murmuré por lo bajo mientras su padre se frotaba la barbilla con la preocupación grabada en dos líneas que le surcaban la frente—, no es tan simple como si la hubiera dejado. Básicamente ella me dejó y solo pidió una confirmación de eso. Y si mi cara te molesta, puedes ir a quejarte a otro lado.

Mierda, quería una cerveza fría, aunque durante mucho tiempo la había odiado.

No me sentía cómodo en estado sobrio, necesitaba algo que adormitara mis sentidos y me dejara despertar al día siguiente sin la culpa de haberlo quemado todo a mi alrededor.

—Edward, ¿Firmaste estos papeles?

—¿Y qué se supone que hiciera, Eleazar? —Regresé mis ojos a los de él y mis puños se transformaron—, primero me sueltas toda una perorata acerca de la peor persona que era y las pocas probabilidades que existían de que ella me perdonara. ¡Por Dios! ¡Me comparaste con Brigitt!

—Yo solo quería que tuvieras clara la imagen…—murmuró devolviéndome la mirada.

—Adentro, en pocas palabras ella expresó lo muy feliz que era y toda la suciedad y podredumbre que yo representaba en su vida. ¿Cómo iba a negarle la única cosa que ella me pedía a cambio de felicidad?

Mi voz estaba dos octavas más altas de mi tono normal, y supe que iba a perderlo antes de que me diera cuenta, así que suspiré y cerré la boca. Eleazar había sido claro y yo no podía culparlo por empujar la verdad fuera de su boca y encima de mi rostro como si de lodo se tratara.

—Hombre—soltó Niall por lo bajo—cálmate un poco.

—¿Podemos conseguir algo de beber? —Respondí sacudiendo mi cabeza—, al fin y al cabo nos trajiste aquí Eleazar.

—Sí, yo… creo que te mereces una cerveza al menos. No puedo imaginar mi vida sin Carmen, y si tú ahora…

—Ahora exactamente no puedo imaginarme nada—sacudí mi mano para que se callara—, sé que amas a tu mujer con todos los huesos de tu cuerpo, y yo a la mía la amo de la misma manera. Ahora imagina que alguien te quita todo ese amor y lo empuja dentro de tu boca en forma de tierra, pútrida, fétida y con todos tus pecados encima. —Solté el aire que llevaba en mis pulmones—. No se puede arreglar, Eleazar. Hiciste que me tragara toda la mierda que un día le solté a ella y ella también. Solo necesito un trago que me ayude a pasarlo.

Cerré los ojos y sentí la palmada de una mano joven en mi espalda.

—Vamos adentro, bastardo. Hasta yo puedo comprarte una cerveza después de lo que acabas de escupir.

Sin decir más, los tres nos adentramos en el único lugar que no tenía personas atestadas. Había música alta y hombres por todo lado, sufriendo y dejando que el alma se les fuera en los suspiros y gruñidos que soltaban después de tomarse un trago.

Me dejé caer en una mesa y en silencio escuché como Eleazar le decía a su hijo que llamaría a Carmen para dejarla algo tranquila. Caminé y pedí dos botellas del whisky que más me gustaba, luego me desplomé de nuevo en la silla barata y uno tras otro comencé a beberme lo que pude.

Bella no era más mía. Yo no era más suyo.

No éramos absolutamente nada juntos, yo era un pobre hombre que debía encontrar su camino de regreso a casa y a su verdadero ser y ella era ahora una extraña, porque no sabía cuánto ella había cambiado en los últimos tres meses.

Posiblemente tenía nuevas ambiciones, pero lo que me asustaba es que yo no entraba en sus planes de ninguna manera.

Mi frente tocó la madera de la mesa después del cuarto trago de golpe y Niall llegó junto con su padre.

—Fuiste rápido, Edward.

—¿Se van a casa?

—Eres patético.

Mis ojos regresaron a los del mocoso, no había sonrisa ahora. Solo tenía vergüenza en sus ojos.

—¿Qué dijiste? —Estuve de pie en un salto y traté de ocultar mi mareo entrecerrando mis ojos.

—Sí, eres patético. Estás ahí, bebiendo lo que puedes y pensando en la mierda que pasó contigo y tu matrimonio. ¿Para qué firmaste si no la querías dejar ir? La quieres contigo o no…

—Tú no sabes de lo que hablas—gruñí y Eleazar soltó un suspiro.

—Sé que no puedo ver como un hombre se destruye frente a mí. Hiciste lo que hiciste, ahora acepta las consecuencias como un hombre y no te hundas más.

¿Quién era este mocoso, un niño rubio, alto y mimado para decirme lo que tenía que hacer?

¿Cuántos años tendría? ¿19?

De pronto, me golpeó el hecho de que a su edad yo había sido mil veces peor que él. Estaba podrido por dentro.

—Cállate, mocoso—murmuré antes de llevar la botella hasta mis labios.

—Sal de este bar, consigue tu dignidad de vuelta y entonces puedes llamarme mocoso. —Respondió soltando un suspiro—, Enserio hombre, no dejes que te arruine…

—Todos estos meses, niño yo he seguido adelante con mi vida porque estaba decidido a recuperarla. Todos mis esfuerzos, mis sueños, mis intenciones desaparecieron como por arte de magia. Se fueron como la marea se lleva todo. Y ya no puedo ser tan fuerte, mocoso. Yo solo—me quebré como una niñita a la que sus padres le decían que no podía ir al baile o que no tendría el vestido rosa. Solo me quebré.

Qué la vergüenza se lleve lo que ahora quedaba de mi cuerpo, porque no me volví más que un muñeco triste y pequeño que derramaba lágrimas sin parar. Mi cabeza cayó contra la mesa y Eleazar soltó un par de maldiciones antes de que las dos sillas a mi lado chirriaran sobre el piso.

Estaba a punto de tener un ataque de pánico, mis manos temblaban mientras la botella de whisky iba directo a mis labios. Tenía las mejillas mojadas, y me sentía como la mierda. No podía moverme sino era para beber y pequeños sollozos, casi como maullidos heridos salían de mi boca.

¿Qué estaba mal conmigo?

—Edward—murmuró Eleazar tratando de llamar mi atención—escucha…

—¿Y qué quieres que escuche? ¿Vas a decirme que todo va a estar bien? ¿Qué en un par de días volveré a mi vida normal? ¿Qué puedo ser el mismo de antes si yo lo escojo así? —me reí y la amargura empañó mis palabras mientras otro trago me quemaba la garganta—. Serías el peor de los mentirosos, el más horrendo, porque sabes que eso jamás va a pasar. Ella no…—me atraganté mientras hablaba, viendo como el chico rubio tomaba un trago de mi cerveza y agrandaba sus ojos—vas a mentirte incluso a ti mismo, Eleazar. Y esta vez no escojo las mentiras, no las quiero para que me hagan sentir bien. Quiero que la sinceridad me apabullé y quiebre mis huesos hasta que no sea más que pulpa. Quiero llorar en paz, Eleazar y quiero sentir que me acostumbraré a la verdad porque es la única manera en la que puedo superarlo. Así que no—susurré y sentí una lágrima salada colarse entre el trago de whisky—, no voy a escuchar. Ustedes dos pueden tomarse un trago y dejarme llorar como una niña en paz, o pueden largarse.

Yo ya no podía más con eso.

Me había quebrado terriblemente y mi cuerpo entero no iba a reaccionar.

Desde entonces, fue como si mis palabras hubieran sellado la boca de ambos. El resto de la noche solo me dejaron beber hasta que sentí ganas de vomitar y apenas podía ver borroso. El chico apenas y tomó un par de cervezas y Eleazar fumó un tabaco que nunca había visto dentro de su chaqueta.

Cuando vi el sol moverse entre las nubes y el cielo tornarse levemente claro, mis brazos fueron levantados por dos pares de manos diferentes y luego no recuerdo más.

El dolor no se iba. No importaba cuanto alcohol estuviera en mi sistema, drenando mi inteligencia y mi fuerza, la idea de no tenerla más no era soportable.

Ella ya no era mía.

—Ella ya no es mía—susurré entre una risa e hipido cuando los brazos del chico cerraban las puertas del asiento de pasajeros. —Ella ya no es mía.

Ella ya no era mía, y no sabía cuánto más podía aguantar.

Una de las desventajas del alcohol es que el estado de congelamiento mental no dura para siempre. Yo estaba seguro de que el dolor iba a volver en algún momento y me golpearía las costillas hasta que sangrara.

Así éramos él y yo.

No nos teníamos piedad.

.

.

.

La mañana siguiente, en realidad fue la tarde dos días después.

Me desperté sintiendo que mi cabeza se quebraría porque mis hombros no la podían sostener y luego un punzón me atravesó de sien a sien hasta que me dejó sin respiración.

—Mierda.

—Buenos tardes, Edward.

Carmen estaba ahí, dejando una jarra de café oscuro y una gran taza en mi mesa de dormir. La vi con los ojos cerrados porque si los abría la luz del sol me dejaría completamente ciego.

—Hola—murmuré con la voz rasposa y dejando caer mi cabeza de nuevo en la almohada.

—Eleazar saldrá con Niall hacia el aeropuerto en un par de horas exactamente, he preparado tu maleta de nuevo pero te haría bien tomar una ducha.

Abrí mis ojos de golpe aunque el dolor me hizo aullar al recordar la oferta del chico y luego mi pedido.

Había decidido en esos momentos que lo mejor era irme con él, pero no tenía la cabeza en el puesto. Ciertamente ahora tampoco la tenía, pero eso poco importaba, porque a donde sea que fuera ella siempre iba a estar dentro de mis pensamientos.

—El viaje—murmuré con dificultad al sentir que los músculos de mi cuello se quebraban.

—Eleazar y yo conversamos sobre eso—me sentí enseguida como uno más de sus hijos, un niño más de la edad de Niall al que tenían que cuidar y aconsejar para que no hiciera estupideces. —y pensamos que lo mejor es que tan solo vayas unos meses, tus sesiones ya casi estaban completas, pero el hecho de que hayas firmado los papeles sin causarle a ella ningún daño ya muestra un avance.

—Bueno—me reí sin gracia—, casi me quiebro el estómago y el hígado de tanto alcohol, no fui tan sabio como tu hubieras querido.

—Esa es solo una muestra de que eres ahora más racional y normal—murmuró acercándose a mí con una bolsa llena de hielo que aplastó sobre mi frente—. Verás, Edward, las emociones siempre nos están controlando, no somos más que seres humanos y lo que nos diferencia de nuestros antepasados es que cada vez podemos controlarlas más. Sin embargo, eso no quiere decir que no podamos sentir el dolor en carne propia sin que algo nos lacere o nos hiera. Las heridas del corazón son ciertamente más profundas que cualquier otra física y la forma en la que las personas las manejan es distinta y depende de su nivel de madurez y la capacidad que tienen para soportarlo.

Ella caminó hasta servirme un poco de café y luego lo empujó para mis labios mientras seguía hablando.

—Yo pensaba que habías soportado el mayor dolor que tu mente y espíritu podían aguantar después de la muerte de Brigitt, y ciertamente no estoy nada orgullosa de la manera en la que lo manejaste, hiriendo a todo el mundo, destrozando corazones y sentimientos y alejándote de tu verdadera familia, pero lamentablemente estabas equivocada. —Sus labios formaron un puchero antes de seguir hablando. — La forma en la que dejaste ir a Bella después de todo el amor que siempre has sentido por ella, dejando atrás tus sentimientos y tu voluntad, olvidando lo que tu querías para darle a ella lo que deseaba, es sin duda lo que ahora me levanta de la cama y me hace pensar que hice un buen trabajo.

—No eres el mismo hombre que llegó semanas atrás, eres ahora mejor. Dejaste atrás tus deseos y tu amor para brindarle a ella la mayor muestra que existe en el mundo. La dejaste ir y no podría estar más orgullosa por eso. Ese es el dolor más grande que has enfrentado en toda tu vida, y aún así, después de firmar esos papeles, saliste de allí con la cabeza en alto—su voz aumentó unas octavas más mientras me miraba con aquellos oscuros ojos— y dejaste que otros te atraparan. Bebiste por la pérdida de tu alma, de tu amor, pero no heriste a nadie. No golpeaste, no destruiste, no arruinaste vidas. Dejaste que el dolor se centrara en ti y buscaste una manera de sacarlo que no tuviera que ver con otras personas. Después de todo lo que has vivido, yo no podría pedir más que eso.

Carmen suspiró y levantó mi mano para que yo mismo sostuviera la bolsa de hielo y luego sacudió sus pantalones antes de darme una sonrisa dulce y señalar a la puerta con su barbilla.

—Solamente fueron unos tragos que te noquearon como a un pequeño bebé porque no bebías desde hace mucho. No quiero que te quedes aquí, porque pienso que lo que falta en ti solamente puede ser digerido por ti mismo. Lo que quiero que hagas es que salgas ahí afuera, al mundo y lo disfrutes como nunca te lo permitiste. Quiero que lo hagas como si tuvieras 19 años pero con la sabiduría del hombre que eres ahora. Sin duda, será un viaje increíble.

Le respondí la sonrisa por ser educado y ella murmuró un par de instrucciones para que me diera una ducha y cenara algo antes de que nos fuéramos. Todo eso como si no me hubiera dicho la mejor verborrea que alguien pudo echar sobre mí.

Ella era la primera persona después de Bella que decía estar orgullosa de mí, y aunque no sabía cómo tomar todas sus palabras, sin duda era una chispa de esperanza.

Yo iba a viajar.

.

.

.

Es curioso pensar como el tiempo puede cambiar los hábitos de las personas, sus sueños, sus esperanzas, su carácter, las cosas que los motivan e incluso su fuerza interior.

Ese día salí de la casa de Eleazar y Carmen convencido de que no volvería a ver a Bella, sin fuerzas y con el corazón destrozado, además de la migraña que llevaba por mi estado etílico de hace dos días atrás. Llevé la misma maleta que Matilde había preparado cuando dejé la casa de los Masen y un par de cosas que Carmen compró, como cepillo de dientes, pasta dental y otras cosas. Todo acomodado en una inmensa mochila llena de correas a las que no le veía la utilidad, similar a la que cargaba Niall sobre sus hombros. En el aeropuerto utilicé por primera vez mi tarjeta de crédito en mucho tiempo y compré una cámara fotográfica con la mejor resolución.

Quería guardarlo todo en todas las clases de memoria física e intangible posible.

No hubo lágrimas cuando ellos se despidieron de mí, solo una sonrisa de parte de Carmen y un abrazo de los dos que me hizo recordar lo que pude haber tenido como padres y la oportunidad que perdí cuando solo tenía 19 años. Todo fue diferente con Niall. Su madre soltó más que unas pocas lágrimas y apretó sus puños en la tela de su cazadora recitando bendiciones en Español, luego el padre le dedicó una mirada llena de confianza y murmuró un par de consejos que no le irían nada mal al muchacho, y de paso a mí también.

Viajar de un lado al otro era algo que yo nunca había hecho. Pensaba que el tiempo haría que mis miedos disminuyeran, y estuve muy en lo correcto.

Nuestra primera parada fue California porque el resto del grupo de viaje estaba allí, atrapando algunas olas según Darren.

Ese era otro mocoso de cabello castaño y ojos profundos, pero tenía esas típicas sonrisas que derretían a las chicas cuando lo único que querías era algo de manoseo y unos besos. Lo sabía porque por fuera, él lucía como yo, tenía el mismo aire de poder y sexo que me gustaba pensar, yo tenía mientras estaba en el internado. Por dentro, por supuesto Darren era limpio, lo único que lo motivaba era la picardía y nunca rompía el corazón de las señoritas más de lo necesario.

Fueron tres días durmiendo en la playa, con arena entre los dedos y tan bronceado que mi piel ardía cada vez que el agua me tocaba. Por las noches, todos los chicos se reunían y salían directo a bailar en los bares más cercanos a las carpas en donde nos estábamos quedando. Los acompañé una vez, solo para reírme con todos los intentos fallidos de los tres chicos al coquetear con las californianas. Todas eran demasiado latinas y ellos lucían el típico look caucásico. Las otras dos noches, me quedé mirando las estrellas.

Era algo que jamás había pensado hacer, difícilmente podía imaginarme al director de una fusión de compañías bajo la luna y con la ropa sucia y lleno de arena entre los dedos. Pero allí había estado dos noches de mi vida, las noches más tranquilas y relajantes, solo pensando en lo que haría cuando volviera de esta aventura y lo distintas que serían las cosas ahora que era mayor y tenía otras expectativas sobre la vida.

Seguro, ya no tenía a Bella.

No podía decirlo sin que la boca se me secara y el cuerpo me temblara.

Pero aún tenía sueños, estaba a tiempo para cumplir muchas de las ideas que Carlisle mantuvo y de las que me habló cuando solo tenía 17 años. Podíamos ampliar las empresas y no solo manejar bloques de construcción y edificios con pequeños departamentos, sino que los amoblaríamos con ayuda de Esme, Alice y Bree, los podíamos rentar en precios económicos a pesar de que no producirían mucha ganancia y crear nuevas plazas de trabajo. También podíamos comenzar a construir en zonas residenciales de alto valor comercial, no solo en zonas para clase media que es de donde mis padres habían sacado la mayor parte de su fortuna.

Solo necesitábamos un par de grandes arquitectos con visión moderna que quisieran mostrar sus ideas al mundo, y podía conseguirlos saliendo de la universidad.

Cuando tenía 18 años y estaba a unos meses de salir del internado un cazador de fortunas vino por Emmett. Había estado viéndolo jugar fútbol americano y lo quería en la Universidad de Washington para el equipo. Era una oportunidad única que Emmett se vio obligado a rechazar por causa de los mandatos de sus padres y las obligaciones que tenía con ellos y con el monopolio de comida "McCarthy y Brandon S.A". Alice había conseguido estudiar diseño a costa del sacrificio de Emmett por tomar las riendas de las empresas familiares.

Podía extender el mismo programa y establecer una serie de oportunidades para los estudiantes de arquitectura. Un par de visitas a las facultades y una muestra de todo lo que podrían conseguir si trabajaban para nosotros sería suficiente para sacar lo mejor de ellos y ponerlos a competir.

Grandes arquitectos y la inversión más cara de la historia de las empresas nos llevaría más lejos que cualquier otro esfuerzo de Carlisle por aumentar el precio de las acciones. Era una de las pocas cosas de las que estuve seguro mirando las estrellas.

Seguiría con mi empresa, pero ahora era un hombre diferente y no dejaría que toda aquella ambición me absorbiera.

La segunda parada fue México.

Apenas puse un pie allí supe que amaría la comida. Todo era colorido, lleno de luces y la música más divertida para bailar.

El sueño de Niall y Darren se hacía realidad porque cada vez estábamos más cerca de América del Sur, y en realidad ya estábamos en Latinoamérica. Uno de los primeros lugares a los que hicimos un esfuerzo por ir fue Chichén Itzá y todas las historias que la rodeaban de haber sido un centro ceremonial presidido por el dios Kukulcán.

Una noche, mientras los chicos salían a bailar con las tres niñas a las que se pasaban cuidando todo el tiempo, abrí mi computadora y empecé a redactar un gran correo electrónico para Esme y para Bree. Ellas podían darles la noticia a todos mis amigos, y así se los pedí al final, antes de escribir mi nombre como firma digital. Quería que Emmett, Rose, Jasper y Alice supieran lo bien que estaba, y también les enviaba un agradecimiento por si en algún momento ayudaron a Bella.

Les conté de mi divorcio con Bella y de este viaje, que aunque repentino, no hacía más que llenar mi corazón y darme fuerzas para seguir adelante con mi vida, como era el deseo de ella y desde California, también era el mío. Después de adjuntar un par de fotografías de California y las últimas 20 que había tomado de México y de mi visita a la ciudad prehispánica de Chichén Itzá en la península de Yucatán, me dediqué a escribir un correo a Carlisle con todas mis nuevas ideas.

Quería saber que era lo que él pensaba y si me apoyaría en la red de cazatalentos para los estudiantes de Arquitectura y también le envié fotografías.

Nunca antes en mi vida me había sentido así de completo, lleno de energías para hacer cosas nuevas, y deseoso de empezar muchas cosas más cuántas veces fueran necesarias.

Tenía ganas de vivir de nuevo, vivir todas las cosas que perdí.

Cuando iba a cerrar la pestaña mis ojos se clavaron en la opción de escribir un mensaje nuevo.

Estaba tan bien, no me había sentido triste en mucho tiempo. No tenía ideas suicidas. Quería vivir.

Pero extrañaba a Bella, quería que ella supiera que estaba bien y así se lo hice saber.

En un correo adjunté las fotos de las playas en California y luego las de Chichén Itzá. Solo estaba de pie frente al templo de Kukulcán sonriendo y en algunas estaba con los muchachos, luego habían fotografías de cada uno escalándolo y en las de California solo habían paisajes. La playa, las olas, Darren y Niall, las chicas, luego el grupo de todos ellos en tablas de surf. La única mía era de nuevo una en la que estaba de pie y miraba el horizonte y Niall la había tomado antes de tirar mi cámara a la arena.

Como si no tuviera ganas de asesinar al mocoso por eso.

No quería escribir ningún mensaje patético, así que decidí que dos líneas y mi nombre serían suficientes.

Estoy de viaje. El niño rubio es hijo de Eleazar ¿Amigos?

Edward

No podía rogarle amor, no me sentía con derecho a eso y nosotros ya no éramos pareja, sin embargo pensé que podíamos ser amigos y recuperar esa amistad tonta que teníamos cuando estábamos en el internado.

Lo envié sin pensarlo dos veces y luego apagué la laptop.

Me dejé caer en la cama, diciéndome a mí mismo que no quería y no iba a preocuparme si ella no respondía.

Cada día me sentía mejor y había hecho lo correcto.

Viajamos por Panamá antes de llegar a Colombia. Para entonces, una de las chicas era novia de Darren y la otra tenía ojos de cordero cada vez que veía a Niall, pero el mocoso ni siquiera lo imaginaba.

Era divertido ver los líos de amor en los que siete chicos se metían por pensar que podían jugar con fuego y no se quemarían.

Mi español apestaba. Niall estaba enseñándome lo que su mamá le había mostrado cuando niño, pero él no era tan bueno y yo era un pésimo alumno.

Sin embargo, mientras pasaban los meses y nos movíamos de un país a otro me volví más fluido al hablar. Podía decir cosas educadas y casi siempre, Niall y otra chica de piel morena y largo cabello rizado traducían para el grupo entero.

Cuando pude abrir mi correo en Colombia no hubo respuesta de Bella, pero Carlisle escribió diciendo que empezaría la búsqueda en el equipo de informática para plantar la red de participantes en el programa de caza talentos y Esme y Bree no podían estar más entusiasmadas.

Todos querían más fotografías y que les contara todo lo que pudiera de los lugares que visitaba. Estaban emocionados y les respondí con mucha más energía y más ganas de vivir que la última vez. Incluso le envié nuevas fotos a Bella de todas las playas que habíamos visitado y de "Panamá La Vieja", las ruinas de la primera ciudad española destruida por el fuego. Esta vez no escribí unas líneas, solo envié el mensaje sin esperar respuesta.

En Colombia Niall, Darren y sus otros dos amigos se volvieron locos por los bares y la salsa, por tanto la novia del último terminó con él cuando lo vio tratando de coquetear en un pésimo Español con una muchacha y el hijo de Eleazar se ganó una discusión gratis con la niña ojos de borrego, ellos no eran algo, pero ella estaba celosa.

Yo me reía a grandes carcajadas al ver sus embrollos de amor adolescente.

Aprendí un par de pasos de salsa, pero en lo que más invertía mi tiempo era en fotografiarlo todo para el proyecto de documentar las diferentes culturas de Latinoamérica. Darren y Niall a pesar de sus líos de amor y de todas las noches que salían a bailar, siempre se tomaban el tiempo para grabar todo y fotografiar aún más. Estaban decididos a completar ese proyecto.

Un año de mi vida se fue con esos siete chicos, pero sin duda fue un año increíble, uno de los mejores de mi entera existencia.

Fue una Navidad completamente diferente en Venezuela, con la "Romería de los Pastores del Niño" y toda su diferente, pero deliciosa gastronomía. Incluso aprendí un poco del régimen que gobierna ese país y de los sistemas de gobierno que están tomando fuerza a través de toda América del Sur. El fin del año llegó mientras nos quedábamos en Ecuador y hacíamos planes para llegar a Machu Pichu. Había muchas tradiciones y mis pulmones explotaron de la risa mientras veía a los siete chicos comer doce uvas pidiendo un deseo por cada mes, beber champán y esperar por los fuegos artificiales que reventaron mis oídos.

Mi único deseo era que Bella regresara a mí y me había prometido a mí mismo que no lo pediría porque estaba superándolo perfectamente y amaba mi vida mucho más de lo que nunca había pensado, pero ese día estaba ebrio. Tenía champán encima y estaba cansado de la cerveza amarga que servían en toda Latinoamérica, no tenía mi cabeza en su sitio cuando cerré los ojos y pedí que ella volviera.

Los planes con Carlisle estaban avanzando cada vez más conforme los meses pasaban y mi Español mejoraba muy poco. La red de caza talentos estaba lista y solo faltaba que yo llegara para establecer las bases en las que se tendría que conformar la lista de participantes. Esme estaba feliz porque juraba ver mis sonrisas más anchas mientras los meses pasaban y Bree solo rogaba porque yo llegara con todos los presentes que le había comprado en cada país.

Bella nunca respondía mis correos, pero mi decisión de enviar fotos por cada lugar al que iba nunca perdió su fuerza. No desmayé y en cada país le envié imágenes de las maravillas que el mundo podía ofrecer.

Después de Machu Pichu decidimos ir directo a Bolivia. Según Niall y Darren ahí había más culturas que en ningún otro lado, aunque habíamos recopilado una gran cantidad de material fotográfico en Ecuador y Perú.

La primera noche que me quedé en aquel hotel mi conexión al internet apenas funcionaba. Sin embargo, abrí mi correo para encontrar una sorpresa que me golpeó el pecho.

El aire se fue, mis manos temblaron y mis rodillas se volvieron gelatina cuando vi un correo que respondía al último que había enviado a la dirección de Bella.

Lo abrí y encontré dos líneas.

Yo sigo en el mismo lugar de siempre.

Bella

Habían dos archivos adjuntos que abrí mientras me mordía la mejilla interna.

Era ella, sentada en las ramas de un árbol mientras un hombre pelirrojo que reconocí como Ray Swan, su hermano adoptivo y una pequeñaja de cabello negro, rizado y brutalmente desordenado le sonreían desde abajo. Vestía otra falda de flores y su cabello seguía siendo oscuro y corto.

La otra fotografía era la de una casa con tejas rojas y paredes ocre, la misma pequeñaja de cabello negro le sonreía a Bella mientras ella sostenía un pequeño diploma, vestida con un birrete azul y un hermoso vestido negro que apenas se mostraba debajo de esa capa que le llegaba hasta las rodillas. Estaba hermosa, con el cabello corto hasta el mentón y sus ojos brillaban a la luz del sol.

El orgullo hizo que mi pecho explotara cuando comprendí que ella finalmente había terminado su carrera en Gastronomía. La que yo le había hecho dejar al abandonar y la que ella amaba con toda su alma.

Era toda una profesional.

Quería escribirle tantas cosas, decirle que la adoraba y que nunca antes algo me había hecho tan feliz como verla convertir sus sueños en realidad, pero me remití a enviar mis fotos de Machu Pichu y una sola línea.

Machu Pichu. Gracias.

Edward

Gracias por que me había dejado verla y porque había escrito aunque sea unas palabras. Le debía más que un "Gracias".

.

Hola–la niña murmuró seria, en el portal del lugar.

¿Estás bien? –mi voz salió sin sentido de mi boca y me sentí extraño, casi de nuevo como un adolescente. Nervioso fingí revisar el libro y el iPod sobre la cama–Rosalie y Alice dijeron que te sentías algo mal, que preferías dormitar en vez de salir a una fiesta–luego clavé mis ojos en ella y comencé a hablar. Había venido aquí por algo en específico y no me iría sin ello– ¿Se puede saber porque te querías quedar encerrada la última noche demivida estudiantil?

Ella pareció pensárselo dos veces, mis manos sudaban mientras la veía reaccionar lentamente. Bella era fácil de leer, pero esto era algo nuevo para los dos. No sabía exactamente que esperar de ella.

Estoy bien–Susurró después de lo que pareció un infierno de silencio y le tomé las manos, esperanzado–Me gustaría hablar contigo sobre tu despedida.

Me sentí listo para abrir la boca y decirle que lo quería todo con ella, pero sus palabras fueron más rápidas que las mías y me congelaron en el sitio en el que estaba. De pie y más nervioso que nunca. Un golpe me apretaba el pecho como si fuera culpa.

Edward, creo que deberíamos hacer las cosas pensando en ambos, no solo porquevas a dejarme abandonada por el resto de mi vida, tengo que entregarte lo más valioso que tengo–ella habló con pasión, juntando sus cejas y golpeando el piso con sus pequeños pies–Yo quiero estar contigo, y tengo mis razones para hacerlo, pero hay algo que no me deja avanzar en lo que ansío para ambos–Apreté mis manos alrededor de las de ella y congelé mi respiración por un segundo.

Bella tenía la mayor de las terquedades que yo conocía. Si a ella se le metía en la cabeza que no quería…entonces tal vez…

Ella se quedó congelada en su lugar cuando después de que negara con la cabeza, con los nervios carcomiéndole las entrañas, yo rozara mi nariz con la de ella. Cuando estaba encogida y asustada quería comérmela a besos. ¿Por qué tenía que ser tan delgada y plana?

Aunque Bella era completamente diferente a la mujer que yo quería, tenía algo que me manejaba de un lado para el otro.

Mírame–ordené y la acorralé contra mi cuerpo–Abre tus ojos para mí–ella se pasó sus brazos por mi cintura y me miró.

Había tantas cosas en esos ojos. Me dio miedo seguir descubriéndolos. Mirarla era descubrir que todo lo hacía mal. Qué este pedido era incorrecto.

Bella–le besé la punta de la nariz, decidí hablar sin mentirle, pero mostrándole el mejor lado de las cosas en el que ambos ganábamos. Tal vez tiempo era lo que ella necesitaba–tu eres importante para mí, lo más grande que poseo, aún cuando no lo creas. Te quiero desde que teníamos tres años, y decidí que te tendría en mi vida como la mejor amiga que alguien podía desear. Serías esa persona especial durante el resto de mi existencia, tu lugar en mi vida es más importante y necesario que mi propia y futura esposa.

Era verdad. Ella era lo único real de mi vida y valdría más que cualquier otra cosa en el mundo si me regalaba esto.

Solo quiero tenerte para siempre.

¿Entonces porque me pides esto? –Murmuró temblando sin notarlo. Tenía los ojos abiertos y grandes y me miraba asustada, completamente herida y nerviosa. Se mordió el labio sin darse cuenta y me quedé mirando sus ojos sin tratar de descifrar lo que decían. Ella me ponía tan caliente sin siquiera intentarlo.

Porque quiero entregarte lo más valioso que tengo–le recordé nuestra última conversación– y no encuentro otra forma para dártelo–no pude resistir cuando vi sus pequeños ojos llenos de esperanza y la besé en el cuello apretando su cuerpo contra el mío. Me moría de ganas por tocarla–no poseo nada más que lo que soy, y quiero ser tuyo.

En el fondo, sabía que todo eso era mentira, pero no iba a reconocérselo. La quería para mí en esa forma oscura y caliente que hacia mi sangre reventar.

.

Me desperté bañado en sudor y jadeando.

Me sacudí el cabello y refregué mi rostro contra mis manos antes de resoplar y caer sobre el catre barato del hotel en el que nos quedábamos.

Era la primera pesadilla que tenía en mucho tiempo.

Si tan solo hubiera hecho lo correcto en esos días, Bella ahora sería mía y estaríamos en una nueva vida. Juntos.

Si no la hubiera querido de esa forma tan enferma, ahora la tendría de verdad.

Gruñí y cerré los ojos. El resto de la noche y los días que quedaron en Perú apenas y pude sacarme ese sueño de la cabeza.

Había sido un niñato horrible.

El resto del viaje duro poco. Bolivia, Uruguay, Paraguay y Argentina tenían cosas increíbles que ofrecer a los turistas, pero en realidad no pudimos verlo todo. Todos los chicos estaban enrolados en diferentes universidades y necesitaban volver a sus casas para quitarse la suciedad de un año de encima y recibir algo de amor de sus mamás. Hubo muchas fotografías, sin embargo y Niall aprendió a bailar Tango con la niña ojos de borrego que sufría en los rincones por dejar de verlo.

Cuando llegué a los Estados Unidos terminamos en el aeropuerto de Chicago, lo que trajo demasiados recuerdos que evité mientras veía a todos los chicos tomar sus maletas. No había vuelto a revisar mi correo electrónico desde nuestra visita en Argentina, pensaba que mi corazón no aguantaría lo que Bella hubiera dicho, o su silencio. Uno de ellos estaba enlistado en Purdue University, y todos habían decidido acompañarlo hasta que llegara a West Lafayette, la ciudad en donde se quedaría a vivir.

No supe porque Niall y yo no nos quedamos en Chicago y fuimos a casa de sus padres. Estaba exhausto después del vuelo, supongo que nos habíamos acostumbrado tanto a estar juntos los ocho como compañeros de viaje, que decidimos tomar la pick-up que nos llevaría hasta la bendita universidad sin pensarlo dos veces.

En este punto del camino, mientras los veía despedirse de su amigo, los pude reconocer a todos de nombre y no solo como, la chica de ojos de borrego, la de cabello rizado, etc. Niall, Rob, Darren y Christopher eran los cuatro muchachos. Sophia, Eri y Lily las tres niñas.

Minutos después nos alejábamos a pie y yo sentía la necesidad de volver a casa, a la de los Masen y aplicar todas las reformas en las que había pensado en todo el tiempo libre que los vuelos nos dejaba.

Quería conservar los muebles antiguos en ciertos salones de la casa, de tal manera que el exquisito origen, la cultura y el pasado, por muy doloroso que fuera, se quedara en pequeñas semillas que luego podrían significar algo para los hijos que algún día tendría. Seguía teniendo esperanza y creía que a este paso terminaría por adoptar algún pequeñajo, aún cuando fuera solo. El resto de lugares, como la cocina o las habitaciones iban a recibir un gran cambio, lo quería todo nuevo y con aroma a triunfo.

Pensaba incluso designar algunas habitaciones de la gran mansión al cuidado de huérfanos. Bella y yo la habíamos pasado bien en el internado, pero siempre supe que ella sentía la necesidad de una verdadera familia, y a pesar de que estaba completamente divorciado, quería intentar dedicarle tiempo a niños que habían sufrido lo mismo que Bella y mostrarles todo lo bueno que la vida ofrecía.

Era solo una pequeña posibilidad, y además tendría que adquirir licencias para ser un lugar oficial, o incluso para solo adoptar un pequeño, pero un hombre podía soñar.

Ese viaje definitivamente me había cambiado la vida.

Esa noche todos estábamos demasiado exhaustos para regresar en otra pick-up a Chicago, así que sin importar lo cerca que estábamos, y lo mucho que deseabamos regresar a casa, Niall y yo rentamos una habitación doble por primera vez en mucho tiempo y nos dejamos caer sobre las camas confortables.

El mocoso, al que le había cogido más aprecio del que pude pensar en un primer momento, comenzó a roncar como osezno y yo me reí de él antes de levantarme y conseguir algo de comer.

Caminé por las calles de ese pequeño pueblo hasta que encontré una hamburguesería y pedí una gran orden para satisfacer mi apetito y el de Niall y salí de ahí con el olor de papas fritas golpeándome la nariz.

Cerré los ojos cuando el sol de la tarde me golpeó los párpados y cuando los abrí, encontré una sorpresa frente a mí que me dejó sin aire.

La niña de cabello negro y saltarín que había visto y el tipo pelirrojo enlazaban sus manos mientras reían de algún chiste que Bella les contaba. Ella estaba perfecta, con el cabello oscuro y hasta el mentón y una adorable falda de flores que le llegaba hasta las rodillas. Sonreía como hace mucho tiempo no pasaba y apretaba a su pecho una bolsa de papel que parecía llevar vegetales y frutas.

¿Por qué tenía que verla ahora?

Tal vez mis ojos solo tenían que entender lo feliz que ella estaba para poder dejarlo atrás finalmente. No iba a tocarla, no iba a susurrar su nombre para llamarla ante mí.

Era casi como ella había dicho, el destino, el tiempo, Dios, la vida nos había reunido de nuevo sin que ninguno de los dos lo quisiéramos, pero esta vez, yo estaba seguro que ella no volvería a mí. No iba a dejar la vida que aquí había construido por mí.

La última vez que la vi después de ocho años, lo único que hice fue traerla de vuelta a mi porque el destino nos reunió y acabé destruyéndola en el camino.

No iba a hacer eso ahora. Ella era libre, y yo no le quitaría su felicidad.

Suspiré y sonreí antes de darle una última vista.

La luz del sol le golpeaba los ojos y el cabello haciendo que brillara entre todas las personas que caminaban por la misma calle. Sus delgadas y níveas piernas eran ahora más sensuales, y la sonrisa dulce y tierna que siempre había sido parte de su personalidad relucía fuerte e inquebrantable. Su cuerpo y las pequeñas curvas me dejaba sin aire, pero su alma carcomía la mía sin piedad. Era su alma de lo que yo me había enamorado y lo que me tenía atado de pies y manos por la eternidad.

La amaba. La amaría el resto de mi vida.

Mientras la veía me di cuenta que con ella a mi lado hubiera podido lograr lo que fuera. Su corazón, su alma, todas las cosas buenas que tenía de ella en mis recuerdos aún me llevarían más lejos de lo posible, pero una parte de mi no quería dejarla ir. Todo el espacio que el dolor había creado dentro de mí ahora solo estaba lleno de la calidez que ella me había regalado en nuestro tiempo juntos. Nunca jamás iba a encontrar alguien como ella, y verla era observar a través de un espejo el reflejo de mi alma.

Ella también estaba herida, cicatrices le llenaban la mente y el corazón, igual que a mí. Había sobrevivido a grandes cosas, a guerras que ni siquiera eran suyas, como yo. Era una luchadora y había seguido adelante con su vida, tal como yo me había visto obligado a hacer más de una vez. Incluso, lo mejor de todo es que mi reflejo era ella por la manera increíble en la que ahora mi alma era la suya.

Era el amor de mi vida. Nunca la dejaría ir completamente de mis pensamientos.

Pero esto era su felicidad.

Aquí, sin mí. Con esas personas que siempre fueron sus verdaderos amigos.

Me iba a conformar con leer lo que me escribiera en los correos. Inventaría otros lugares a los que visitaba, otros sitios con tal de poder mantener comunicación con ella. Eso era todo lo que yo deseaba. Vería nuestro reflejo a través de los tiempos imaginando como pudo haber sido, y aceptando como ambos éramos ahora. Recordaría la mucha responsabilidad que estaba sobre mis hombros y la poca que residía sobre los suyos por haberme dejado herirla. Y finalmente, vería nuestro amor en todas las cosas pequeñas.

Bella siempre sería mi reflejo. Mi alma.

Cerré los ojos y giré mi cuerpo. Avancé paso a paso y en silencio, convenciéndome a mi mismo de que esto era lo correcto para ella y para mí.

Todo este tiempo me obligado a esperar un par de días, solo uno más. Solo un día más y la encontraría. Ahora yo no quería que ella regresara al dolor que yo le causaba. Me moría por sostenerla, por abrazarla y dejar que el tiempo nos cegara en respuesta al pasado. Quería que los minutos borraran lentamente lo que nos había golpeado, la tormenta que nos había sacudido. Habíamos cambiado tanto el uno contra el otro, éramos ahora más diferentes de lo que jamás pudimos imaginar, pero estaba seguro, nada nos hacía más feliz que ser quiénes somos.

Las tormentas sacudían todo a su paso, lo destruían hasta convertirlo en polvo y luego la corriente de agua se llevaba los rezagos de lo que un día pudo haber existido. Nosotros habíamos sobrevivido y mejoramos. A fin de cuentas, de una manera torcidamente relativa, la tormenta que nos había envuelto era lo mejor que pudo habernos pasado.

Sin embargo, ni ella ni yo teníamos que vivir esto de nuevo. Lección aprendida. Esto iba a terminar aquí. No podía seguir esperando otro día porque la idea de verla o de olvidarla estaba dentro de mi pecho como una daga que no pensaba salir. El dolor la tenía atravesada ahí y no la sacaría si yo no la tomaba por mis propias manos.

Bella había dicho que volviera por ella, pero después de verla tan perfectamente feliz, no iba a golpear su vida y dejarla sin más.

Caminé varias calles hasta que sentí un jadeo en mi oído y una pequeña mano aprisionar mi muñeca.

Mis ojos se abrieron de aturdimiento cuando se clavaron en la pequeña figura que se apretaba contra mi pecho, jadeante y con las mejillas arreboladas. Me miraba y sonreía mientras las lágrimas le llenaban los oscuros ojos.

Mis rodillas temblaron y me apreté contra una pared cuando sentí que me iba a caer.

—Volviste—ella susurró y su sonrisa húmeda por las lágrimas me llenó el pecho de euforia. Luego se aclaró la voz y me miró seriamente antes de soltar mi muñeca y estirar su mano—hola.

Ella estaba hablándome.

¡A mí!

—¿Hola? —Susurré inseguro mientras mi mano se estiraba para apretar la suya en un saludo formal.

Tocarla fue casi como volver a respirar.

Yo aún no podía quitarme la idea del último beso lleno de dolor que habíamos compartido antes de que dejara ese maldito lugar.

—Bella—volví a susurrar viendo sus ojos y sintiendo su tacto. Cuando vi que su respiración se alteraba tanto como la mía al tocarnos solo no pude parar—Bebé…mi amor perversa…

Entonces ella se quebró, ambos en realidad.

Estiró sus manos hasta empuñarlos en mi camisa al mismo tiempo que las mías apretaban su cintura. Todo fue perfectamente sincronizado, incluso nuestros sollozos débiles y llenos de alivio por volver a tocarnos.

—Te extrañé—murmuré sin poder contenerme. —Eres mi vida, Isabella—levanté su rostro para alejarlo de mi pecho por unos segundos y miré sus hinchados ojos que no paraban de llorar—Te amo, tanto que voy a explotar y estoy listo para irme si quieres que me aleje. Yo solo quiero tu felicidad, bebé. Por favor, te amo tanto—la apreté de nuevo contra mi pecho y sentí como su rostro se hundía en la base de mi cuello—por favor—seguí rogando mientras la tocaba por todas partes, formando círculos en su espalda para que dejara de llorar. Me sentía en el cielo, ella era más de lo que nadie podía pedir. —Bebé, por favor, por favor. Te amo tanto.

Ella siguió llorando un par de minutos, apretada a mi pecho, con sus piernas enredadas en mi cintura y su rostro en mi cuello. Mientras, le seguí rogando mientras le juraba amor.

Ella me miró por un momento, una chispa de luz y dolor brillaba en sus ojos.

—Estaba embarazada, perdí a tu hijo—susurró y volvió a quebrarse entre mis brazos mientras mordía la piel de mi cuello para evitar que los sollozos de dolor volvieran a golpearla y alertaran a todo el mundo—dolía tanto, tanto…

Eran demasiadas emociones, demasiadas. No podía sentir alegría por tenerla de vuelta y dolor por el hijo que habíamos perdido. ¿Podía? Quería llora hasta que el dolor se fuera de mi cuerpo, y hasta que la felicidad me embargara para siempre.

—Bebé—la abracé hasta que sentí que éramos uno solo y no sabía dónde terminaba ella y comenzaba yo, me dolían los brazos y la piel que ella mordía para acallar el llanto— te amo, y yo…. Siento tanto todo, perdón… perdón… por favor…

Cuando al fin el llanto se detuvo Bella se separó de mí y el temblor de su cuerpo se había ido sus ojos se clavaron en los míos de nuevo.

—Yo… —susurró con voz rasposa.

—Desde el inicio, ¿Recuerdas cuando estábamos en el internado? Desde el inicio, imagíname cuando estábamos en tercer grado y …. Por favor—rogué de nuevo sosteniendo su rostro entre mis manos. La desesperación hacia mella en mí—desde el inicio.

Ella entendió. Así es como somos, una conexión compleja.

—Volvemos a tener tres años, me gustan las galletas y solo somos amigos—murmuró sonriendo aunque la sombra de las lágrimas aún gobernaba sus ojos,mientras acercaba su cuerpo al mío.

—Solo somos amigos—mis labios se convirtieron en una imperceptible sonrisa mientras la besaba.

FIN


*Cause I still don't know how to act
Don't know what to say
Still wear the scars like it was yesterday*


OMG! Siempre se siente asdfghjklñ! terminar un bebé. Estoy eternamente agradecida por todo su apoyo durante estos años que me tomó escribir Cry. Gracias por aguantar la tardanza, los capítulos sin sentido, las preguntas que no tienen respuesta, mis adelantos raros, mi Edward enfermo, la Bella tonta e idiota que hasta a mi me dio rabia, cuando no les respondía los reviews porque tenía que estudiar, etc. GRACIAS INMENSAS por todo. Esta historia siguió adelante porque ustedes siempre quisieron saber como era que terminaba.

Gracias a las chicas del Facebook que siempre estuvieron pendientes de los adelantos en FFAD y gracias a todas las lectoras fantasma.

Muchas pueden pensar que es algo rápido, pero la realidad es que no quiero que esta historia se convierta en aquellas en las que las malvadas aparecen para agregar capítulos. Ustedes saben que aquí apenas hubo un par de "villanas" que no merecían protagonismo en toda la historia porque eran parte de la verdadera cosa que carcomía a Edward. Es un final abierto. Muchas odiaron a Edward y jamás lo van a perdonar, otras comenzaron a quererlo en su etapa de madurez. En mi cabeza el final es así, un intento más a pesar de todo lo que les ha pasado a este par. Ella con el cabello oscuro y nueva, con otra ropa y él un hombre diferente, vestido distinto por dentro.

Puede que suba un corto epílogo porque todas las parejas merecen un poco de amor cuando la calma ya ha llegado, pero no prometo nada. Viajo muy pronto y tengo un par de little things que hacer y arreglar. Si les digo la verdad, me siento feliz de haber terminado Cry, fue un Edward que siempre me dio dolores de cabeza y una Bella a la que quería ahorcar. But I absolutely love them. Son como yo, dos caras de la misma moneda.

¿Molestaría mucho si les pido un último review? Déjenlo como constancia de decirle adiós a Cry y a los demonios y fantasmas internos de Edward.

I love U guys with all my heart. U're incredible. Qué tengan muchos éxitos y gracias por todo el apoyo.

Sigo en Facebook y estoy en Twitter como arrobaCherryValh.

Besos

Valhe