N/A: No hay mucho que decir, sólo es un intento de retomar el hábito de escribir.
Por cierto, si no hay review, no hay continuación debido a la falta de interés expresada por los lectores por continuar leyendo la historia.

-Kuroshitsuji no me pertenece, como así tampoco lo hacen los personajes de dicha serie, siendo los mismos, propiedad de su autora Yana Toboso.-

Despertó tras oír el timbre de su apartamento. Decidido a obviarlo, cubrió su cabeza con su almohada y viró en su cama para seguir relajando su mente en el mundo inverosímil de los sueños, hasta oir nuevamente ese fastidioso sonido en busca de su atención. Se quedo unos segundos inmóvil, meditando cuan fructuoso podría ser levantarse antes de las 8 de la mañana un sábado. Decidiéndose al oír el tercer llamado de atención por parte de un tercero que al parecer, era la primera vez que veía un timbre en su vida, se levantó molesto y con ganas de solucionar su presente problema.

Luego de haberse calzado sus pantuflas y colocarse una bata para tapar su ropa de cama, se dirigió a atender a quién fuera que estuviera osando interrumpir su bien merecido descanso. Tras no obtener respuesta al hablar mediante el portero eléctrico, espió por la mirilla de su puerta por si el llamado fuera dentro y no fuera del edificio, por más seguro que estuviera de haber percibido el sonido particular del timbre que da a la calle.

Nada... -bufó frustrado, dispuesto a volver a la cama, deteniendo sus pasos al oír algo golpeteando la puerta de su apartamento. Viró con sigilo y abrió rápidamente la puerta de par en par para encontrar in fraganti al responsable de esa broma de mal gusto. Sin embargo, paró en seco al encontrar una pequeña cajita con varios agujeritos, moviéndose frente a sus pies. Sin duda no recordaba haber encargado ningún tipo de encomienda, ni haber sido informado de recibir algo por parte de nadie, sobre todo porque no era una persona de muchas amistades. Dubitativo, tomó la caja y cerró la puerta tras de si.

Una vez en la cocina, observó el objeto movedizo con determinación buscando remitente y destinatario, suspirando al no encontrar ninguna de las dos indicaciones en el paquete. Usando la lógica, si no indicaba destinatario y la caja terminó frente a su puerta, sin olvidar los persistentes llamados para que la encontrara, definitivamente lo que tenía en frente era para su atención.

Abrió la caja con cuidado, encontrando varias mantas dentro, tapando lo que momentáneamente se veía como un bultito, el cual asumió, era el responsable de darle movimiento a las seis tapas de cartón. Quitó pacientemente manta por manta, disipándosele absolutamente el sueño al encontrar un pequeño gatito gris de no más de un mes de edad.

Tras observarlo atento por un momento, lo levantó hallando debajo una pequeña nota escrita con una caligrafía propia de un niño de preescolar, la cual sólo indicaba "Ciel", por lo cual entendió, así debía llamarse la pequeña bolita de pelos que en esos momentos se encontraba caminando torpemente y con los ojitos cerrados, dentro de la pequeña caja.

Siempre había tenído cierta fascinación por los felinos en general, aunque debido a las reglas del consorcio del edificio en el cual residía, no había considerado tener un gato puesto a que estaba prohibido tener animales de ningún tipo dentro de los apartamentos. Salió de sus pensamientos al oir un leve maullido y decidiéndo darle definitivamente un hogar y el cuidado correspondiente, le tomó en su mano.

- Oya oya... tienes hambre, pequeño? -musitó sonriendo, rascándole con delicadeza la barbilla mientras la pequeña pelusita iniciaba un casi imperceptible ronroneo en respuesta a sus caricias.

Pegó al gatito contra su pecho sosteniéndole aun en su mano, buscando un recipiente en dónde volcar un poco de leche para alimentar al pequeño y acallar sus insistentes maullidos.
Una vez encontró un platito acorde a las dimensiones de la bolita de felpa, le llenó con leche y dejó sobre la mesa, parando a Ciel en la misma y colocando su carita frente al platito para evitarle mayores complicaciones al momento de llenar su pequeña y aun pelada pancita.