Pena

En la ascienda Asakura un hombre anciano estaba en su lecho de muerte esperando a que todo terminara pronto. Cuando joven era tan vigoroso y sano como cualquier otro, deseando que jamás dejara de vivir pero ahora con más de 7 décadas, un cáncer terminal y con dolores insufribles por los tratamientos… entendió que era suficiente.

-Me alegra que termine-

-Papá por favor no digas eso-

-Ya es suficiente hijo… además extraño a tu madre-

-Ella no querría que murieras sin pelear-

-He estado peleando por 20 años ya hijo ¿cuántos más peleare?-

-Demonios… ¡Di algo Anna!-

-…-

-¡Anna!-

-¡No le grites a tu esposa!… es la única que se quedara contigo hasta que tu tengas que irte-

El chico enfurecido por la conversación salió de la habitación golpeando la puerta a los ojos de los que quedaron dentro.

-Me recuerda a alguien ¿no crees?-

-…-

-Niña… no llores-

-No quiero que muera señor-

-…-

-Usted es la única persona a la que le puedo decir padre… y yo no quiero… no quiero-

La "niña" rubia como él le decía comenzó a llorar amargadamente ante los ojos del anciano que la miraba con una mezcla de pena y alegría. Lentamente tomo la mano de la chica y se la apretó. Al contacto con su mano la chica se arrodillo y puso su rostro en la mano del anciano.

-Señor…-

-Creo que… eres la hija que no tuve Anna… estoy muy orgulloso que seas de mi familia-

-Señor-

Ella siguió llorando unos minuto mientras acariciaba la mano de la persona, en su opinión, mas adorable y amable que había en la tierra. Pero de pronto el anciano re encorvo de dolor y empezó a apretarse el pecho. Era un dolor insufrible que recorría todo su cuerpo, que le provocaba vómitos de sangre y problemas para respirar. La chica aterrada salió a buscar a su esposo, unos segundos después llegaron y vieron que se habían calmado sus dolores pero sus sabanas estaban ensangrentadas, así como su boca. La chica presurosa humedeció un paño y limpio su rostro con un cuidado extremo, cambio las sabanas y se coloco a su lado.

-Señor-

-Ya… ya se acabo-

-Papá…-

-No llores hijo, abraza a tu mujer y cuídala bien ¿Si?-

-S-si…-

-¿Niña?-

-¿Señor?-

-Sé que es difícil… pero cuida a mi hijo-

-C-como usted diga señor-

-Bien… los quiero-

Dicho esto último su vida se extinguió y lo único que quedo fue un cuerpo envejecido y el llanto de una mujer. Pasado el tiempo el funeral había terminado y la pareja caminaba camino a la ascienda para recoger sus cosas y volver a su casa.

-Anna-

-¿Qué pasa?-

-Se que suena tonto… pero tratare de ser igual que mi padre para ti-

La chica se le quedo mirando un largo rato antes de mirar hacia el cielo. Luego miro hacia donde estaba la tumba para volver nuevamente hacia su esposo.

-Nunca lo lograras-

-P-pero puedo tratar-

-No lo hagas… no puedes ser igual que el-

-¿Por qué no?-

-Por qué… el nombre del señor era Yoh Asakura y tú eres Hana Asakura-

-…-

-Tú eres lo que eres y jamás serás como el-

-¿Por qué no?-

-Por que por ti también corre la sangre de mi maestra.

-…-

-Don Yoh era el ser indicado para mi maestra… no para mí-

-Entonces tratare de ser el indicado para ti-

Anna III lo miro a los ojos y con una sutil sonrisa dijo.

-Puedes tratar-

Entro lugar y espacio estaban dos jóvenes uno frente al otro mirándose.

-Hola Anita-

-Hola Yoh-

-Lamento haberme tardado tanto-

-Lamento haberme ido tan pronto-

-…-

-…-

-Te he extrañado por casi veinte años-

-Yo te he esperado por casi veinte años-

Ambos estaban llorando al decir estas últimas palabras. Yoh sabía que aquí estaban todos sus amigos y familia pero eso podía esperar por que espero veinte años para volver a abrazar a su esposa y no pensaba esperar un segundo más.