Annex File

16.15 horas. 23 de mayo. Campus de la Universidad de Unimari, Japón

Tras la «aventura» del octubre pasado, la vida de Nanoha había tardado poco en volver a la normalidad; después de recibir el alta del hospital un par de días después de ser operada por la herida de cuchillo en su costado, había regresado a su casa y poco a poco a la rutina habitual de su vida de estudiante, solo interrumpida por un par de más que agradables visitas de Fate, la primera más larga que la segunda, en la que apenas habían podido pasar juntas una semana. Durante esa primera visita, Fate le contó que el hombre responsable de todo, un tal Regius Gaiz, y sus asociados habían sido finalmente detenidos y encerrados en una prisión de la propia Agencia, de la que seguramente tardarían mucho en salir, si es que alguna vez lo hacían, y que ella había sido ascendida a Jefe Táctico, una posición de mando medio dentro de las filas de la organización.

Sus amigos habían aceptado sin problemas la historia de la INTERPOL y su admiración por Fate solo había logrado incrementarse un poco más, aunque los cuatro hubiesen preferido que no les mantuvieran al margen de todo el asunto, parecieron comprender las razones para ello. Tampoco los sorprendió el hecho de que ambas hubiesen decidido seguir adelante con su relación, les desearon la mejor de las suertes y ofrecieron todo su apoyo, aunque durante la primera visita, Hayate amenazó con perseguir a Fate hasta donde hiciera falta, si se le ocurría hacer daño a su amiga, agente especial o no.

Sus padres aceptaron el hecho de que en cierta manera La Agencia no saldría pronto de sus vidas y la apoyaban en su relación con Fate, a la que, pese a todo cuanto había ocurrido, respetaban e incluso estaban empezando a coger cierto aprecio y cariño.

Así los meses habían ido pasando y con ellos los exámenes finales y el comienzo de un nuevo curso en la universidad; Fate la llamaba siempre que tenía ocasión y compartían largas conversaciones ya fuera por teléfono o video-llamada, la única manera de verse mientras la agente estaba de misión en algún lugar del mundo. Cuando alguna de dichas misiones llegaba a transcender y sus resultados aparecer en los medios de comunicación, Nanoha siempre esperaba con ansiedad noticias de su novia y era incapaz de dormir o concentrarse en nada hasta que la oía al otro lado del teléfono o la veía al otro lado de la pantalla, a veces con una o dos heridas nuevas, pero siempre con una sonrisa en los labios para ella y un brillo especial en sus exóticos ojos, independientemente del cansancio o dolor que sintiera.

Su relación a distancia no era fácil, pero en general lo estaban llevando bien, aunque ambas deseasen poder pasar más tiempo real juntas y no solo hablando a kilómetros de distancia. Por eso, cuando Nanoha vio a la rubia apoyada contra el deportivo negro a la puertas del campus de la Facultad de Magisterio, las gafas de sol ocultando sus hermosos ojos y una pícara sonrisa de medio lado, no pudo evitar quedarse a media frase de lo que les estaba contando a Hayate y Yuuno en aquel momento y salir prácticamente corriendo hacia ella.

—Creo que la hemos perdido para el resto del día… Y de la semana —comentó Hayate divertida por la espontaneidad y entusiasmo de su amiga.

Yuuno rió asintiendo.

—¡Fate-chan! —Nanoha se lanzó literalmente en los brazos de la rubia, que la cogió entre ellos en un estrecho abrazo, ignorando las miradas curiosas que estaban recibiendo del resto de gente que pasaba por la zona—. Te he echado mucho de menos —musitó contra su cuello.

—Yo también. —Fate se permitió disfrutar del abrazo durante unos segundos, para después separase unos centímetros y contemplar a Nanoha, que liberando una de sus manos, le subió las gafas sobre la cabeza para poder mirar aquellos ojos carmesí que tanto había añorado.

Ambas sonrieron antes de que sus labios se encontraran en un largo beso, sus manos vagando en castas caricias por espaldas, costados y brazos.

—Estás más morena —comentó Nanoha cuando finalmente se separaron, aunque todavía permanecían la una en los brazos de la otra.

—Operación en Oriente Medio, el sol se nos ha pegado a todos bien —sonrió acariciando sus mejillas.

—Hay que reconocer que sabes hacer una entrada, Fate —dijo Hayate cuando ella y Yuuno llegaron a su altura, sacándolas a ambas de su pequeño mundo privado.

La agente rió y saludó a sus dos amigos; Nanoha no era lo único que había ganado tras la misión bautizada como Erased Secrets, todavía conservaba a los amigos que había hecho durante sus días pasados como estudiante universitaria.

—Algún día podrías darnos una vuelta en ese cochazo —comentó Yuuno mientras admiraba el deportivo.

—No hoy —se apresuró a decir Nanoha y los otros tres rieron.

—No hoy —asintió Fate.

—¿Cuántos? —inquirió la pelirroja, necesitaba saber de cuánto tiempo disponían esta vez.

—De momento una semana. Estoy de permiso. Después, todo dependerá de lo que pueda surgir. Pero por ahora me quedo aquí en Japón.

Nanoha no pudo evitar soltar un pequeño grito de alegría y volver a lanzarse sobre Fate, rodeándole el cuello con los brazos y besándola otra vez; hasta ahora, Fate no había podido volver a Japón salvo aquel par de semanas, diferentes misiones la habían tenido saltando de una delegación a otra de La Agencia a lo largo y ancho del mundo, pero por fin parecía que iba a poder volver a «casa».

—¿Os veremos el pelo durante esa semana o pensáis desparecer por completo? —preguntó una divertida Hayate, después de que volvieran a separarse.

—Bueno, Nanoha todavía tiene clases, así que supongo que la veréis por aquí, pero después… No hago promesas —dijo guiñándoles un ojo—. ¿Nos vamos? —le preguntó a la pelirroja.

—Sí. Antes tenemos que pasar por mi casa, necesito recoger algo de ropa y avisar a mis padres, pero después soy toda tuya.

—Bien. —Fate la estrechó una última vez y la dejó marchar hacia el lado del pasajero del coche.

—Hasta luego, chicos —se despidieron ambas de sus amigos entrando en el coche.

—Recordad salir a tomar el aire de vez en cuando. —Les recordó una bromista Hayate.

Fate sacudió la cabeza y arrancó el deportivo, cuyo motor rugió atrayendo unas cuantas miradas más.

—Para ser una agente secreto, te gusta llamar la atención —dijo Nanoha.

—Me gustan los coches potentes, qué le voy a hacer. —Se encogió de hombros y puso el coche en marcha saliendo a la carretera—. Pero ya sabes que la única atención que quiero es la tuya.

—Au… Fate-chan, yo también te quiero. Y me alegra que estés de vuelta por fin.

—Sí, yo también me alegro de estar de vuelta…

Intercambiaron una breve mirada y una nueva sonrisa, las dos dispuestas a aprovechar al máximo el tiempo del que disponían antes de que el permiso de Fate terminara y una nueva misión llegase. Dispuestas a centrarse en el momento, en el presente, en disfrutar de los días que tenían por delante sin pensar en nada más que en lo felices que se sentían por estar juntas de nuevo. La distancia y los peligros de un trabajo nada normal hacían las cosas más complejas, pero ambas sabían que el reencuentro siempre merecía la espera y que ya no podían vivir la una sin la otra, ni el tiempo ni la distancia eran obstáculos para ellas y el profundo amor que compartían.

FIN —