Disclaimer: Los personajes de Sekaiichi Hatsukoi no me pertenecen, son propiedad de Nakamura Shungiku y Miyako Fujisaki.

» Notas: Un poco cortito, lo siento.


—Ritsu.

Si hay algo de lo que Ritsu no puede controlar, ese es su estremecimiento apenas la voz corta el silencio habitual de la biblioteca. O ya sea porque Masamune acaricia su cabello con sus dedos largos y finos, o roza su hombro cuando están solos o sus ojos oscuros se enfocan en él, todo ese misterioso hormigueo que nace desde su espalda y recorre todo su cuerpo, lo pone nervioso.

Pero su nombre. Su nombre hace saltar el corazón y sonrojarse en las mejillas, sudar frío en todo el cuerpo, apretar la boca para que las mariposas de su estómago no escaparan y su idiosincrasia como estudiante de primero y, para el colmo, ese amor imprudente que tiene por Masamune, no se escapara y lo delatara más.

(Empezó a pronunciar su nombre desde esa vez en su habitación. Y siempre cuando están solos, ellos dos y el mundo afuera por una ventana, y todo es Ritsu, Ritsu; pero también todo es Masamune.)

—¿Qué pasa? —balbucea Ritsu con los ojos enfocados en el piso, apretando entre sus dedos el libro que ocultó detrás de su espalda. Era el que Masamune le prestó el otro día y parte de sí no lo quería dejar escapar, no todavía.

Es raro aún hacerse la idea de dejar de conformarse con cosas pequeñas. Es raro aún el poder hablar con él libremente, pero cuando todo es libros es más fácil.

(Ritsu sonríe un poquito a escondidas.)

Masamune lo mira con esa expresión estoica en su rostro, luego se rasca la nuca y termina por ocultar las manos en sus bolsillos. Ritsu traga saliva, sonrojándose más. Es tan guapo. Cada gesto, cada movimiento, el frufrú de su camisa contra su piel...

—¿Quieres que te devuelva el libro? —pregunta Ritsu, amagando con avanzar un paso pero retrocede en realidad. Traga una vez más, la garganta seca y las comisuras de su boca caen hacia abajo.

(Masamune estira su mano y le revuelve el cabello, todo es tan dulce en sus gestos y su expresión fría ya no es tan fría, pero en realidad nunca lo fue porque siempre fue ligera al verlo, siempre suave y cariñosa.)

—¿Quieres venir conmigo? —dice Masamune, en un murmullo, arrastrando las palabras y dejando pausas entre respiros. Ritsu lo mira, encogiéndose sobre sí mismo, libro sobre su pecho. Tan de ensueño—. A la cafetería. La que está cerca del colegio.

Ritsu se estremece, pero lo que ahora no puede controlar es a su corazón efusivo en el pecho y llega a doler como una punzada en las costillas. Su boca tiembla un poco, cierra los ojos y asiente rápido.

—¡Sí, me gustaría!