Ladies Night
"I'm going out tonight, I'm feelin' alright
Gonna let it all hang out
Want to make some noise, really raise my voice
Yeah, I want to scream and shout"
Shania Twain - Man! I Feel Like A Woman!
Bianca se estacionó frente a un establecimiento cuyo letrero, con luces de neón mostraba una banana.
-Bienvenidas a "La Banana Dorada" -dijo Bianca y se giró hacia Rebecca-. Esta noche te vas a divertir, Becky, de nuestra cuenta corre.
-¡Sii! -exclamaron las demás a coro.
Bajaron del coche entre risas y cuchicheos, guiando a Rebecca por los hombros. La joven no podía estar más sorprendida… Eso le parecía casi irreverente y surreal, las amigas de su madre, quienes la conocieron desde bebé llevándola a un club de strippers. Al mismo tiempo, otra parte de ella estaba felíz y sintió una leve nostalgia al recordar las alegres tertulias que su madre hacía con sus amigas en su departamento, en las que siempre le prometían que cuando fuera mayor, la llevarían a una verdadera fiesta de adultas de las que siempre las veía volver con una sonrisa en la boca. No pudo evitar el pensar con melancolía, que ese momento prometido había llegado… Y su madre no estaría con ella.
El lugar estaba oscuro, excepto por la iluminación neón; un joven muy atractivo las recibió vestido tan solo con un pantalón muy ajustado y una corbata de moño en el cuello; tenía la piel blanca con un muy leve bronceado y un tatuaje que cubría todo su brazo. Llevaba el cabello castaño peinado hacia atrás con perfección.
-Bienvenidas a "La Banana Dorada" -dijo el joven cordialmente- ¿En qué las puedo ayudar, bellas damas?
Bianca se adelantó hacia el muchacho.
-Billy, ¡Qué guapo te ves hoy! -dijo con una sonrisa pícara mientras tocaba los pectorales del joven con su dedo- Te has puesto más fuerte...
-Y tu estás tan hermosa como cada vez que te veo, Bianca -replicó él- ¿Lo de siempre?
-Hoy quiero la mejor mesa que tengas disponible, guapetón -afirmó la actriz mientras abrazaba por el costado a una sonrojada Rebecca-, que hoy venimos a celebrar la llegada de mi ahijada, que regresa a Nueva York después de seis años.
-Muy bien -dijo el muchacho-, vengan conmigo. Les daremos el trato para nuestras más leales clientas.
Las muchachas siguieron al Camarero stripper por el lugar. Rebecca miraba a su alrededor asombrada, era la primera vez que iba a un lugar como ése. Había un bar y varias mesas al rededor de una pista de baile, donde un grupo de musculosos y atractivos hombres con poca ropa bailaban una coreografía para deleite de las asistentes que gritaban enloquecidas.
El joven les ofreció asiento en una de las mesas más próximas a la pista.
-Aquí tienen, señoritas -dijo el joven. ¿Les tomo su orden?
-Por supuesto, corazón -dijo Bianca alegremente- A mí lo de siempre ¿Y ustedes chicas?
-Yo quiero un "beso de Cupido" -dijo Janine.
-Yo un "Sex on the Beach" -Respondió Rose.
-A mí me traes un "Perla Negra"-solicitó Melissa- ¿Y tu Becky? ¡Que no te de pena!
-Yo... un "Bloody Mary" -respondió la chica mientras veía el espectáculo.
Mientras tanto, en el cuartel, Winston se dispuso a llamar al local, siendo rodeado por sus compañeros, quienes observaban la escena para no perder ningún detalle. De inmediato su llamada fue contestada por una voz sumamente varonil que parecía usar su tono más seductor.
-Buenas noches, te atiende Albert –dijo la voz al otro lado de la línea-. El tigre que hará todas y cada una de tus fantasías realidad.
Winston se separó del teléfono con brusquedad entre sorprendido y asustado captando así toda la atención de los muchachos que comenzaron a preguntarle qué pasaba, cosa que ignoró por completo mientras respiró profundo, y volvió a colocarse el aparato en el oído.
-Bu… buenas noches, soy ehm… -contestó dubitativo intrigando a quienes lo observaban- Winston Zeddemore… ¿Podría decirme a dónde estoy hablando?
-Se está comunicando a "La banana dorada" –contestó con suavidad, para continuar con galanteo- Y no te preocupes, querido, aquí no juzgamos.
Un escalofrío recorrió al hombre de color completamente ante la mirada intrigada de los demás, quienes comenzaron a especular sobre lo que pasaba mientras continuaba con la llamada.
-Eh… no, no señor, disculpe –balbuceó Winston-, yo no tengo esa clase de intereses… No… tampoco quiero que me haga eso… ¡NI QUE ME META ESO POR AHÍ!
En un arrebato de curiosidad, Peter le arrancó el teléfono de entre sus manos, cosa que Winston agradeció en silencio mientras se sobaba suavemente el trasero.
-Disculpe, soy Peter Venkman, necesito que me diga ¿A qué clase de lugar estamos hablando?
-Como le dije a su compañero, somos "La Banana Dorada" –respondió más serio el otro-. El club preferido de las mujeres atractivas.
-¿ME ESTÁ DICIENDO QUE ES UN CLUB DE DESNUDISTAS? –Gritó Peter fuera de sus cabales.
Los muchachos reaccionaron inmediatamente ante aquél grito, mientras que Ray se llevaba las manos a la cara, tratando de ocultarse de algo que no estaba ahí, Winston seguía masajeándose el cuerpo tratando de espantar la oleada de escalofríos que no paraba de atacar su ser. Egon, por su parte, dejo caer con un estruendo la maquinaria que limpiaba entre sus manos, para después decir:
-Este debe ser un error ¡Janine… es decir, las chicas no pueden estar en un sitio como ese!
-Lo mismo creo yo –dijo Winston tembloroso.
-No, no puede ser… -dijo Ray escandalizado- Las muchachas jamás llevarían a Becky a un lugar de ese tipo.
Ajeno a esa situación, la voz del teléfono siguió.
-Preferimos el término "Fino lugar de entretenimiento femenino" –afirmó la persona al otro lado de la línea con una voz más seria al darse cuenta que no eran clientes-, pero sí, así que dígame ¿En qué podemos servirlo?
-Se que obviamente no estarán ahí –dijo Peter con un tono de ira contenida-, pero debo preguntar si ¿De casualidad no conoce a las señoritas Romanelli, Blizzard, Wellington o Melnitz?
-Oh sí, son clientas V.I.P. –dijo la voz al otro lado para desagrado de Peter-. De hecho, la señorita Melnitz está siendo atendida justo en éste momento por uno de sus bailarines preferidos.
-¿Qué un bailarín le está haciendo qué a Janine? –Exclamó Peter.
Sin más, Egon se dirigió hacia la puerta con llaves en mano.
-Los espero en el auto –dijo el rubio visiblemente molesto.
-Muchachos, no puedo creer dónde están las chicas –dijo Peter colgando el teléfono de golpe.
-¿Dónde exactamente es que están? –preguntó Ray angustiado.
-Las chicas fueron a "La Banana Dorada" –dijo Winston aún en shock.
-¡Eso suena a tugurio de mala muerte! -exclamó Ray sorprendido.
-¡Oh, vamos! -dijo Winston con la voz temblorosa y tragando saliva a cada frase- Sólo se están divirtiendo... Además de seguro el lugar no es tan malo, creo recordar que mi primo Kenneth trabaja ahí como cocinero... –su voz bajó de tono al agregar- Ay, Kenny… ¿Qué diría la tía?
-¡Eso no importa! -dijo Peter- ¡Por mí se pueden divertir como sea! ¡Pero cómo se les ocurre llevarse a la niña a ese lugar donde sólo hay hombres bailando casi en cueros.
-Y a saber qué clase de hombres sean, o qué mañas tengan -dijo Ray-. Si lo que querían era ver hombres bailando, bien podíamos hacerlo nosotros ¿No lo creen muchachos?
Peter, Winston y Pegajoso se le quedaron viendo a Ray sorprendidos.
-Ray -dijo Peter molesto-, nadie, pero nadie quiere ver tu panza cervecera meneándose de un lado al otro…
-¡Oye, no estoy tan gordo! -dijo molesto el pelirrojo-. Además, ni que tú fueras un modelo de Calvin Klein... Yo lo digo por Janine, a ella le encantaría ver a Egon bailando.
-¡Ah, no! -replicó el rubio sonrojado- ¡A mí ni me metan!
-¡Egon! –Exclamó Winston sorprendido- ¿Qué tu no estabas ya en el auto?
-Si, pero vine a ver por qué demonios se tardan tanto –replicó el rubio exasperado.
-¡Dejen de discutir! Lo que deberíamos hacer es ir por Becky a ese antro de perdición y lujuria -exclamó Peter mientras se limpiaba la mascarilla de aguacate- ¡Vayan ustedes a saber qué cosas estará viendo la niña! ¿Qué le voy a decir a su madre?
-Totalmente de acuerdo contigo, Peter -dijo Ray mientras se ponía un abrigo y corría al Ecto 1.
-Pero a esos lugares no dejan entrar hombres tan fácil -dijo Egon-. Va a ser muy complicado entrar.
-No se preocupen -dijo Winston- Como ya les mencioné, mi primo Kenny trabaja ahí, el nos puede ayudar a entrar por la cocina, a menos que quiera que mi tía Clara se entere dónde trabaja su pequeño…
-¿Pues qué esperamos? -dijo Ray encendiendo el Ecto 1.
Los otros que ya habían salido, se subieron al coche y se dirigieron sin chistar a La Banana Dorada.
Entre tanto, en dicho local, un atractivo joven de larga cabellera rubia bailaba sensualmente frente a la mesa que Bianca, Janine y las demás ocupaban. Rose, Melissa Janine y Bianca vitoreaban animadas al atractivo joven recién llegado de Europa cuando bailaba sensualmente ante Rebecca, quien estaba algo tímida y aturdida.
-Me parece que Becky no disfruta mucho de la velada, Bianca –comentó Melissa preocupada.
-Ahora resulta que la niña está asustada –replicó Bianca antes de llamar al bailarín- Pues yo le voy a quitar la vergüenza. ¡Hey tu!
-¿Qué vas a hacer? –comentó Janine.
-Se me ocurre una idea –comentó Bianca mientras ponía un billete en la tanga del rubio de cabello largo-. Aquí tienes, Allex… sigue bailando que es lo que mejor sabes hacer.
-Tack så mycket –Respondió el sujeto antes de irse a bailar a otra mesa.
-¿Qué estás planeando, Bianca? –inquirió Rose.
-Acompáñame, Rose –dijo Bianca, y luego se dirigió a las demás-. Muchachas, ahorita venimos.
Rebecca y la demás no objetaron y siguieron sentadas en el lugar. Bianca y Rose se fueron hacia donde se encontraba Billy Coen, quien las había recibido antes y era el jefe de los meseros y strippers.
-¿Te puedo ayudar en algo, Bianca? -preguntó el joven con amabilidad.
- Billy, necesito que traigas al bailarín mejor... dotado que tengas -solicitó Bianca- Y no te preocupes, sabes que se ser muy agradecida cuando se me complace.
-Por supuesto -dijo él-, Tiene poco que llegó, pero es justo lo que buscan… lo traeré en seguida.
El muchacho se alejó y entró a los camerinos a buscar al susodicho, Rose miró a su amiga sin entender qué estaba tramando.
-Esto lo ví en una película -comentó Bianca como quien está a punto de hacer una travesura-. No sé si vaya a alegrar a Becky, pero al menos estará tan sorprendida, que sacará a Ray Stantz de su mente por el resto de la noche. Y yo voy a reirme como loca.
En ese instante, llegó Billy con un muchacho rubio muy apuesto, aproximadamente de la misma edad de Rebecca, que llevaba el cabello a lo John Connor.
-Les presento a Leon Scott -dijo Billy triunfal-. Mejor conocido como Leon "La boa".
El joven las saludó con una sonrisa encantadora la cual Bianca respondió complacida.
-Muy bien, guapo, tenemos un pequeño favor qué pedirte.
-Estoy a sus órdenes -dijo el joven sonriendo.
-Dime ¿Alguna vez viste la película "Despedida de Soltero"? -preguntó la actriz ante la mirada estupefacta de Rose.
Mientras tanto, los muchachos llegaron en el Ecto 1 al lugar. Winston se bajó y los guió por un callejón que se hallaba a un lado del recinto
-Por aquí -dijo mientras tocaban la puerta de la cocina del lugar, la cual se abrió dejándolos ver cómo los cocineros y ayudantes se encontraban atareados. Winston llamó a un muchacho flaco de cabello negro que se dirigía a sacar la basura.
-Oye, disculpa… ¿Podrías llamar a Kenny Zeddemore? -dijo el cazafantasmas- Dile que lo llama su primo… Winston.
-¡Claro! -dijo el muchacho y asomó a la cocina- ¡Kenny, en la puerta te buscan!
Un joven afroamericano salió entre los camareros que iban y venían, llevaba pantalón negro, saco y gorro de cocinero blancos, limpiándose las manos con una toalla nerviosamente, encontrándose de frente con su primo, quien notó con facilidad cómo tragaba saliva y no perdió tiempo para hacer su jugada.
-¿Con que "Les fruits d'or", primo? –Dijo el cazafantasmas con los brazos cruzados- ¿Es en serio, Kenny? ¿Después de todo lo que trabajó Tía Clara para pagar tu educación?
-¡Por favor, Wins! –suplicó el chef- ¡No le digas nada a mamá! ¡Le rompería el corazón!
-Y yo no quiero romper el corazón de tía Clara –dijo Winston fingiendo inocencia-. ¡Claro! Siempre y cuando tú me hagas un pequeño favor… Kenny…
Kenny miró a su primo con recelo, notando por primera vez a los tres hombres que lo acompañaban.
-¿Qué quieres, Winston?
Peter quitó a Winston de en medio y se dirigió al cocinero.
-¡Necesitamos entrar al lugar! –Dijo de forma enérgica- ¡Y no aceptaremos un no por respuesta!
-¿Y por qué no entran como los otros… clientes? –cuestionó Kenny mirándolos con suspicacia.
-¡Nosotros no somos clientes! –Exclamó Ray adelantándose a Peter, para luego agregar tímidamente- Venimos a… buscar a… unas amigas…
El primo de Winston los miró con los ojos muy abiertos notando la expresión de cada uno; su primo agachaba la cabeza avergonzado mientras el rubio mantenía la vista fija en el piso con una expresión de obvio desagrado, el castaño tenía una mirada asesina mientras su pecho subía y bajaba rápidamente debido a la respiración acelerada; el pelirrojo por otro lado, lo miraba con una expresión de horror en el rostro. Kenny Zeddemore lanzó una carcajada, habría sido un gesto desagradable, de no ser por la franqueza que denotaba su risa.
-No puedo creerlo, primo –Dijo a boca de jarro entre risas-. Vienes aquí, me amenazas ¿Y todo porque se les perdieron las novias un ratito? Me hiciste la noche… me voy a tardar, pero van a entrar. ¡Espérenme aquí!
Kenny entró a la cocina dejándolos esperando un momento.
-¿Novias? –Dijo Egon ligeramente sonrojado- ¡Pfff! ¡Qué conclusión más ridícula!
-¿Ah sí? –Dijo Winston mirando a su compañero con una sonrisita burlona- Porque Janine ya es una adulta… no tenemos por qué andarla fiscalizando.
-Winston… -replicó el rubio- Cállate, por favor.
El cocinero asomó por la puerta, haciéndoles una seña para que pasaran rápido; los cazafantasmas se miraban unos a otros sorprendidos y entraron a la cocina siguiendo al cocinero.
-Y… ¿Ocurre muy a menudo? –Preguntó Winston mientras seguía a su primo- Ya sabes… que vengan a buscar a sus… ¿amigas?
-A veces –comentó Kenny con naturalidad-, no muy a menudo, pero sí. La última vez fue hace dos meses, un tal Walter Peck irrumpió en éste lugar con policías y toda la parafernalia alegando un permiso para clausurar el negocio; pero nosotros tenemos todos nuestros papeles en regla, así que el hombre sólo hizo el ridículo. Al final resultó que todo había sido porque el tipo estaba muy molesto ya que su prometida era clienta frecuente…
-Eso es lo que pasa cuando no tienes pito –murmuró Peter provocando una risita en Ray.
-De cualquier manera, siempre que viene algún celoso, las cosas se ponen bastante emocionantes por aquí –prosiguió Kenny.
Ray estaba a punto de preguntarle al cocinero a qué se refería con "emocionantes" cuando la puerta se abrió, y Leon entró con un aire casual a la cocina.
-Kenneth, me hicieron una petición muy especial –dijo el bailarín sonriente.
-Ah, hola Leon –dijo tomándolo por el hombro y presentándolo a los visitantes-. Ven quiero presentarte a mi primo Winston y a sus amigos.
Los cazafantasmas levantaron la mano en señal de saludo.
-Caballeros, les presento a nuestra nueva estrella: El señor Leon Scott, mejor conocido como "La boa" –dijo Kenny Zeddemore.
-¿Leon la qué? –cuestionó Ray Stantz sin entender.
-"La boa" –respondió el bailarín secamente antes de abrirse el pantalón y mostrarles la razón de tan singular apodo para un hombre visiblemente común.
Los muchachos al ver aquello, lanzaron un grito de sorpresa, eso no sólo era largo, era realmente grande. Leon sonreía ligeramente como si eso fuera lo más normal del mundo, al mismo tiempo que Egon se acomodaba los lentes mirando sorprendido, Peter y Winston aplaudían y silbaban, Ray retrocedió mientras sus ojos iban sorprendidos de la cara del sujeto hacia abajo una y otra vez, completamente desconcertado.
-Ya entiendo… -dijo Winston -. Muy bien…felicidades…
-Ni qué decir –corroboró Venkman aún aplaudiendo-. Yo personalmente no suelo impresionarme por éste tipo de cosas pero… vaya que está… fuera de la norma.
-Buen ejemplar –atinó a decir Egon-. He de admitir que me siento intimidado.
Ray sólo miraba completamente descolocado y presa del mutismo.
-¿Y bien Leon? –inquirió Kenny al fín- ¿Qué te pidieron?
-¿Viste "Despedida de Soltero"? –comentó el bailarín.
-¡Oh! No me digas que te refieres a… –Dijo el cocinero riendo para recibir una afirmación sonriente del muchacho-. Enseguida me encargo.
El cocinero regresó trayendo una charola con varios bocadillos y un pan vacío.
-¡No puede ser! –Dijo Peter entusiasmado imaginando de qué broma se trataba- ¿Hablan en serio? No voy a perderme esto.
-Pero Peter –dijo Ray preocupado- ¿Y Becky?
-Ella estará bien sin nosotros un poco más –dijo Venkman arrebatándole la charola a Kenny y entregándosela a Leon-. Y un poco de diversión no nos caerá mal con todo este… lío…
-Pero Peter… yo no creo que –protestó Egon.
-Egon… creo que ésta vez Peter tiene razón –comentó Winston-. Podemos aprovechar la "confusión" y sacar a las muchachas de aquí.
-Gracias, Winston –dijo Peter mientras tomaba un pan para hot dog-, Muy bien, Leon… O sería mejor decir: ¿Señor Boa?
-Cualquiera de los dos está bien –aclaró el stripper mientras tomaba el pan para hot dog.
-Bien, Leon –dijo el psicólogo-, ya sabes lo que tienes qué hacer.
El desnudista tomó la bandeja a la altura de su pelvis y entonces, colocó su imponente virilidad dentro de dicho pan junto con los otros refrigerios, ante la mirada incrédula de algunos de los presentes, entre ellos a Ray Stantz, quien la idea de ver quién sería la dama con dicho pedido, comenzaba a parecerle divertida.
Leon "La boa" salió con la bandeja en sus manos para dirigirse a las mesas, seguido por Kenny, Winston, Peter, Egon y Ray.
-¡No me lo pierdo! –dijo el pelirrojo.
Salieron discretamente por la puerta de la cocina y vieron el lugar lleno de mujeres que vitoreaban a los bailarines que bailaban en la pista, y algunos que otros bailando en las mesas. Leon se dirigió a una de las mesas más cercanas a la pista, donde un grupo de mujeres esperaba. Los muchachos no pudieron distinguir de quienes se trataban debido a la escasa y confusa iluminación del lugar.
-¿Dónde está? –Murmuró Peter- ¿A dónde fue Leon?
-Está en esa mesa –dijo Kenny entre risitas señalando la mesa donde Leon repartía los bocadillos.
Ajenas a todo aquello, Janine, Bianca y las demás se encontraban en la mesa disfrutando la velada, cuando dicho bailarín se apareció ante ellas llevando su charola con bocadillos.
-Un aperitivo para las bellas damas –dijo en tono seductor.
-Pero si acabamos de cenar –comentó Melissa sin entender.
-Sólo uno –dijo Bianca condescendiente-, de cualquier manera, eso lo quemaremos mañana en el gimnasio y Becky en su nuevo empleo.
-Igual Pegajoso siempre nos roba la comida –comentó Janine mientras tomaba un bocadillo-. Así que un día que me exceda, no me hará daño.
-Sí, yo también –dijo Rose eligiendo cuidadosamente su refrigerio para después tomarlo.
-Toma uno, Becky –comentó Bianca mientras tomaba su propio bocadillo-. Un regalo de bienvenida a la ciudad.
La joven tomó su bocadillo, el cual por alguna razón parecía estar atorado en el plato.
-¿Qué diablos? –Murmuró la chica mientras jalaba el hot dog con insistencia- ¿Oigan qué…?
No muy lejos de ahí, los muchachos observaban la escena riendo como locos al ver lo que ocurría en la mesa, sin imaginarse quien era la chica a quien le hicieron la broma.
-Como que ya jaló mucho –comentó Ray comenzando a reir- ¿No?
-Se me hace que ya le gustó –Dijo Peter muerto de la risa.
En la mesa, Rebecca seguía con aquello ante las risitas disimuladas de las demás, fue entonces cuando en su mente algo hizo click. La joven volteó a mirar al stripper, quien le sonreía de manera coqueta, se volvió hacia Bianca, quien tenía una sonrisa pícara mientras levantaba su copa.
-Te dije que hoy tocarías un timbre –dijo la actriz en tono cantarín.
Rebecca abrió los ojos como platos y se volteó hacia el sujeto alarmada sólo para ver cómo éste asentía. Sin poder creerlo, la chica abrió el pan, como para corroborar si lo que las amigas de su madre insinuaban era broma, sólo para descubrir que lo que estaba ahí… no era una salchicha.
En ese momento, la joven levantó la vista nuevamente hacia el bailarín, mirándolo con la mandíbula ligeramente caída, sin siquiera haber soltado el "entremés".
-Sí, es natural –dijo el stripper-. Y todo para ti si lo quieres esta noche…
-Bueno… yo… -balbuceó provocando la risa de sus compañeras, mientras su propio rostro adquiría un color encendido pensando en aquella propuesta.
Kenny, Peter y Ray reían ante la broma, mientras Winston volteaba disimuladamente a otro lado, pensando que eran un montón de inmaduros. Egon trataba de disimular una sonrisita traicionera, antes de notar algo; por un momento, una de las luces se reflejó directamente en el rostro de la chica a quien le hicieron la broma. Provocando que el rostro del rubio palideciera inmediatamente. Egon se acomodó las gafas rápidamente para verla mejor y entonces ahogó un grito al darse cuenta que la chica a quien le habían hecho la broma, había sido nada menos que Rebecca, lo cual significaba que Janine tomó parte en la broma. Egon Spengler tomó del brazo a Peter quien reía como loco junto con Ray y Kenny.
-Peter –dijo sin dejar de mirar a la mesa-, ¡No puede ser!
-¿Qué pasa Egon? –inquirió el interpelado.
-Ya encontré a las chicas –respondió señalando hacia la mesa donde estaba Leon-. Y ahí está Becky…
Antes de que Venkman reaccionara, Ray identificó a la chica que había sido víctima de la bromita, sintiendo que las venas le estallaban.
-¡REBECCA! –Exclamó el pelirrojo sorprendido para tomar a Peter por la camisa- ¡A ella fue a quien le hicieron la broma con Leon!
-¿QUÉ, QUÉ? –Gritó el castaño fuera de sí corriendo hacia donde estaban las muchachas junto con Ray, Winston y Egon ante las miradas estupefactas de empleados y clientes del lugar.
Peter Venkman llegó hacia donde se encontraban las muchachas e hizo a un lado a Leon de un empujón.
-A un lado, desnudista con pretensiones –dijo visiblemente molesto provocando una conmoción que hizo que la música cesara, y las luces se encendieran.
Las muchachas se sobresaltaron al ver las luces encenderse y se sorprendieron al ver a los cazafantasmas frente a ellas.
-¡Egon! –exclamó Janine tapándose el rostro enrojecido con la mano al verse sorprendida por el rubio, quien la miraba con ceño fruncido.
-Vámonos, Janine –dijo secamente mientras la tomaba por la mano y se la llevaba a la entrada.
Ray, por su parte, se dirigió rápidamente hacia Rebecca, quien lo miraba sin articular palabra.
-Ray... –balbuceó ella al ver la mirada llena de terror del pelirrojo- Yo…
Sin más palabras, Ray tomó a la joven y le tapó los ojos.
-Yo te sacaré de aquí, Becky –dijo él mientras se la llevaba abrazada mientras con la otra mano le tapaba los ojos-. Todo va a estar bien ¡No veas!
La cercanía de Ray le permitía sentir el mismo aroma a colonia y un poco de sudor que tanto le agradaba desde el día en que lo conoció, aquella tarde en el teatro, cuando la protegió de aquel fantasma.
-Todo está bien ahora –pensó mientras se dejaba guiar por el pelirrojo hacia la puerta trasera sin ofrecer ninguna resistencia.
Al mismo tiempo, Peter dirigía una mirada asesina a Bianca, quien lo miraba con copa en mano sin inmutarse.
-¿Ya terminaste de hacer tu numerito, Venkman? –preguntó la actriz sosteniéndole la mirada- Te recuerdo, que aquí la única diva… ¡Soy yo!
-¿A qué viene esto, Bianca? –espetó el castaño.
-A que te estás dando unas ínfulas que no te corresponden, Peter- replicó ella-. ¿Cuál es tu maldito problema, Venkman?
-Mi problema eres tú, tomando estas absurdas decisiones –dijo Peter agitando los brazos- ¡Es sólo una niña, por el amor de Dios!
-Tal vez no lo hayas notado, pero tu "niña", ya es toda una mujer –aclaró la ojiverde- ¡ No puedes tenerla en una burbuja de cristal toda la vida!
-Pero puedo intentarlo –rebatió el psicólogo frustrado-. Tal vez para ti no, pero para mí esa niña tiene un gran valor… ¡Ella es lo único que me queda de Victoria!
El rostro de la actriz se enrojeció al escuchar esas palabras… ¿Acaso insinuaba que Rebecca no le significaba nada? Winston, quien hasta ese momento había permanecido ajeno a esa situación, al ver la expresión de Bianca supo lo que tenía qué hacer.
-Muchachas –dijo Winston abrazando a ambas chicas de costado y guiándolas a la salida-, será mejor que salgamos…. Esto se va a poner feo.
-Sí… yo también creo que es lo mejor –dijo Melissa mientras le tomaba la palabra al afroamericano-. La última vez que Bianca se puso de ese color… el teatro tembló.
-Yo los sigo –dijo Rose.
Antes de que se dieran cuenta, el recinto se encontraba vacío, salvo los empleados, quienes observaban atrincherados la discusión.
-¿Acaso dices que Rebecca no es valiosa para mí? –dijo escupiendo cada palabra- Te doy una última oportunidad de que te retractes de eso justo ahora, Peter Venkman…
-Es lo que demuestras, Bianca –respondió Peter.
La actriz tomó un jarrón a una velocidad sin precedentes dispuesta a estrellárselo en el rostro al cazafantasmas, cuando oportunamente fue detenida por Billy.
-Señorita Romanelli –dijo el stripper sosteniniendo su brazo- la invito a continuar esto en otro lugar.
Ella volteó a mirarlo.
-¿Acaso estás corriéndome, William? –dijo con una voz impregnada de ira.
-No, no, no –dijo el joven con el rostro pálido y tragando saliva-. Usen la oficina, por favor…
Peter y Bianca caminaron hacia la oficina, ante las miradas estupefactas de los empleados.
Entre tanto, Egon seguía arrastrando a Janine alrededor del edificio.
-Egon, yo… -balbuceaba la pelirroja intentando decir una frase conciliadora- Yo no pensé que…
Egon sólo volteó a mirarla dejando a Janine petrificada, comprendiendo que por más que tratara de hablarlo, el rubio no iba a escuchar absolutamente nada.
Al mismo tiempo, en el auto, Winston esperaba junto con las otras dos chicas.
-¿Crees que Peter esté bien? –comentó Rose.
-Oh vamos… -dijo Winston en tono ligero- Bianca no puede ser tan mala… siempre ha sido muy linda… ¿Verdad?
-Es linda –dijo Melissa-. Pero no cuando se enoja…
-¡Rayos! –murmuró Winston.
Nuevamente en el congal, Bianca y Peter se hallaban en la oficina del gerente, discutiendo airadamente. Los gritos se escuchaban por todo el lugar.
-¡Vete al carajo, Peter! –Dijo ella enardecida- Rebecca no es tu hija, nunca lo fue… ni lo será.
-¡Tampoco es tuya! –replicó él sintiéndose agredido por lo dicho- Y si lo fuera, ¿Qué clase de ejemplo le estarías dando?
-El ejemplo de una mujer que toma sus propias decisiones –contestó ella bajando el tono-, lo que Victoria, siempre quiso para ella…
-Lo que Victoria siempre quiso fue estar al lado de su hija –respondió Peter-. No puedes tomar un lugar que no te corresponde.
-Tu menos, Peter –dijo Bianca-. Yo soy su madrina… tu no eres nada… Tan sólo eres un hombre que salía con su madre... Un hombre que juega a ser un papá cuando no sabe nada de niños.
-¿Y acaso tu sabes mucho? –replicó Venkman con un dejo de cinismo.
-Cállate Peter –murmuró ella dándole la oportunidad de callarse.
-Tu tampoco lo sabes… -continuó él haciendo caso omiso a la advertencia de Bianca- Ni lo sabrás nunca.
En ese instante, el cazafantasmas sintió un terrible dolor iniciándose en sus zonas más blandas, que casi lo hace perder el sentido cayendo al piso sobre sus rodillas sujetando su entrepierna cayendo poco después sobre el suelo, para sólo ver a la mujer saliendo del lugar a toda prisa mientras Billy entraba con una bolsa de hielo que le tendió.
-Gracias… -dijo Peter con un hilo de voz.
-Sé lo que es eso… -comentó Billy.- Tiene una fuerte patada…
En el callejón Ray corría en círculos arrastrando a la chica aún tapándole los ojos….
-Tranquila, tranquila, Becky –repetía el pelirrojo sin cesar-. ¿Qué debo hacer?
-¿Y si dejas de correr de un lado al otro? -sugirió la chica- Estoy a punto de vomitar.
Ray Stantz se detuvo en seco mirando cómo tenía a la joven apretada contra sí mismo. La soltó y la dejó a un lado con fingida tranquilidad.
-Perdón –dijo él para después volver a su estado de turbación y sacudir a la chica- ¿Estás bien, Becky? ¿Te hicieron algo? ¿Te tocaron?
-A ver, a ver, a ver –dijo ella parándolo en seco-… Sí, estoy bien. No, no me hicieron nada… y no, nadie me ha tocado… Tranquilo.
El cazafantasmas exhaló un suspiro de alivio y la miró durante unos minutos, para luego retomar el interrogatorio.
-¿Qué demonios hacías allá adentro? –inquirió indignado- ¿Sabes lo que te podía haber pasado?
Rebecca sonrió.
-Estoy bien –dijo ella-. Se cuidarme bien… Tranquilízate…
-¿Cómo quieres que me tranquilice? –Replicó él- ¿No recuerdas lo que te hicieron… tocar?
-Bueno, Ray… -dijo ella con una sonrisa de incredulidad- algún día tendría qué hacerlo… además, no es como si fuera la primera vez que…
-Hubiera sido muy felíz sin saber eso, ¿Sabes? –la interrumpió el pelirrojo.
-Bueno, ya –replicó ella- Tranquilo, ¡Estás exagerando!
-Perdóname por preocuparme por ti –respondió molesto-. Olvidé que mi cariño no te interesa…
El semblante de ella cambió a uno de preocupación.
-Yo nunca he dicho eso – murmuró la ojiclara.
-Déjalo… yo soy quien debería saber que no te interesa…
-¿Es en serio Ray? –dijo ella molesta- ¿Es por lo de la adopción? ¡Ya me disculpé por eso!
-¡Nunca te disculpaste! –rebatió Ray- ¡Ni siquiera diste una mísera razón!
-Pero pensaba hacerlo –contestó Rebecca.
-¿Y qué esperas que piense? –dijo el- Sí lo único que has hecho desde que llegaste es recordarme el pasado. ¿Por qué, Rebecca? ¿Por qué no me quisiste?
La joven ya estaba cansada de las mismas preguntas, ya estaba harta de esconder lo que pasaba y de que el hombre al que tenía en frente, a quien adoraba desde niña, no entendiera lo que realmente ella sentía.
-¿Quieres saber por qué no acepté ser adoptada por ti? –dijo ella enfrentándolo- ¿En verdad quieres que te lo diga?
-Es una pregunta que me ha carcomido todos estos años –respondió el con un dejo de angustia en su voz, tenía la certeza de que la respuesta no le iba a gustar nada-. No hay día en que no me pregunte la razón…
Con un paso velóz se acercó hacia él, al tiempo que lo tomaba por la camisa y para sorpresa del pelirrojo, se dispuso a responder todas sus preguntas con una sola acción…
-Por esto es que no quise que me adoptaras –concluyó ella después de separar sus labios de los de él.
-Ah… -murmuró él, antes de echarse a correr por las calles de Nueva York dejando a Rebecca sola en el callejón.
-¡Vaya! –dijo ella con una sonrisa burlona- Lo tomó mejor de lo que creí… Sí que ha madurado…
