El amante desconocido
Oscuridad.
Lo único que pudo percibir es la más absoluta oscuridad.
Por mucho que intentó abrir sus ojos, lo único que pudo ver fue … la nada.
El agudo chirrido de unas cadenas fue el único sonido que recibió de aquel silencioso y oscuro abismo.
Sentía que su cabeza daba vueltas constantemente. Un molesto y ensordecedor zumbido resonaba por todos los rincones de su mente y le impedía concentrarse en algo en particular. Ni siquiera podía formar ni un solo pensamiento coherente . Se sentía como si estuviera flotando, en una especie de sueño. Su cuerpo se sentía caliente. Parecía arder bajo ardientes llamas. Algunas gotas de sudor resbalaban grácilmente por su cuerpo acalorado y jadeante, formando una capa brillante que cubría su suave piel y haciéndolo lucir tentador y apetecible.
Trató de centrarse, luchando contra el mareo. No pudo evitar emitir un leve quejido de dolor, que sonó más bien como un gemido.
Aquel insufrible zumbido fue disminuyendo, y entre quejidos, Antonio pudo distinguir el sonido de sus jadeos y los ecos de su rápida y pesada respiración resonando en las cuatro paredes de una habitación que no parecía ser muy grande. Comenzó a ser consciente del leve murmullo de la tormentosa lluvia que se desataba afuera, y del eco de cada gota de agua golpeando el cristal de alguna ventana que no conseguía divisar, creando al caer un ritmo constante y molesto. Una suave venda que cubría sus ojos le impedía ver absolutamente nada.
Intentó incorporarse, pero descubrió, para su desgracia, que se encontraba atado de pies y manos. Unas esposas aprisionaban sus muñecas a los barrotes de la parte superior de la cama, envuelta en sabanas de seda, en la que yacía acostado. Intentó liberarse, con fuertes tirones, provocando el ruidoso sonido de las gruesas cadenas chocando contra los barrotes de metal.
Luchó con fuerza.
Fue en vano.
No podría romperlas.
Su cabeza le dolía. No sabía por qué estaba estaba allí. No recordaba absolutamente nada.
Lo único que podía recordar es que había salido de fiesta con Francia y Prusia. Se habían divertido mucho y se habían encontrado con varias naciones que no conseguía recordar. Una de ellas le había ofrecido una copa. No sabía quien. Después, todo se fue volviendo confuso y borroso.
Eso era todo.
Comenzó a pensar que tal vez alguien había echado algo en su bebida. Algo que aun seguía haciendo efecto y nublaba sus sentidos, dejándolo indefenso y aturdido. Si, definitivamente alguien había hecho eso, pero, ¿con qué propósito?
Su mente aun luchaba por despertar de su ensoñación, intentando regular su respiración, cuando oyó el chirrido de una puerta abriéndose muy lentamente. Demasiado lento para su gusto. De pronto, los pasos de un visitante misterioso resonaban sobre el suelo de madera, aproximándose lenta y peligrosamente hacia él. Antonio sintió como su cuerpo se tensaba ante una posible amenaza, pero apenas tenía control sobre este y poco podía hacer para defenderse.
Los pasos se detuvieron justo enfrente suyo, y el visitante simplemente se quedó allí, estático, observándole detenidamente. Prestando atención a cada jadeo, a cada suspiro, a cada pequeño movimiento.
Toda esta situación comenzaba a inquietarle enormemente. Antonio, temiendo que algo malo le fuese a suceder, trató de permanecer despierto frente a aquella persona, pero a cada segundo que pasaba sentía que su mente se iba sumergiendo más y más en el abismo de la inconsciencia.
Sin remedio, sus parpados acabaron cerrándose en contra su voluntad, dejándole a merced de su captor.
Finalmente, al ver que Antonio dormía, el secuestrador se sentó en la cama, a su lado. Su mano vagó por el muslo del español. Que esa mano recorriera ese cuerpo y lo despojara de sus molestas ropas sonaba tentador, pero no tendría gracia hacer eso si Antonio no estaba consciente.
Él deseaba que Antonio le sintiese.
Deseaba volverlo loco de placer.
Deseaba conseguir que le rogase por más hasta caer rendido a sus pies, así como se encontraba él, ansioso por su amor y su tacto.
Se inclinó ligeramente, hasta que sus labios rozaron su oído.
"Mío" – Susurró suave, pero posesivamente, una voz misteriosa ...
¡Antonio tiene un amante secreto! D: Tan secreto que no lo sabe ni él mismo (?)
Bueno, espero que les guste. Es mi primer fic, y será cortito. Espero haber empezado con buen pie xD
¿Quién será el acosador misterioso? A ver quien acierta (no es tan difícil xD) Añadiré el nombre del "hombre misterioso" en la descripción más adelante, sino ya todos sabrían quién es. (mucha gente seguro que ya lo sabe xD)
