Abril: Este dolor lo hice con todo el dolor de mi corazón. Les juro que me dolía poner las manos en el teclado, era un atrancamiento terrible. Pero he sido una perra por mucho tiempo y no es justo de mi parte hacerles eso.
Todo a su alrededor se componía de color, borrosos colores que se mezclaban entre si; en ocasiones formado vagas figuras, en otras, nada en absoluto. La cabeza de Midorikawa palpitaba como nunca antes, las pulsadas de dolor golpeaban contra su cráneo desde lo más profundo. Fácilmente podría decir que se acercaba a una de sus jaquecas después de haber usado el meteorito alien. Se preguntaba si así se sentiría la mañana después de la borrachera. Pero al contrario de una borrachera, Midorikawa recordaba perfectamente todo, como una película puesta en pausa he instantáneamente en play de nuevo. Aun podía sentir las manos del hombre contra su cuerpo como una serpiente constrictor, el susurro de su voz como la voz del viento al estar solo. Trato de controlar el escalofrió que le recorrió el cuerpo, savia que después de esta experiencia tendía cantidad de pesadillas.
Lo primero que sintió, a parte del tremendo dolor en su cabeza, fue un punzante sentimiento sobre su mejilla, ardía por algún motivo desconocido para el. Claro, sin contar como le palpitaba la quijada por el puñetazo del hombre. Ese… no era definitivamente su día. Tenia el presentimiento de que los días por seguir serian aun peor.
Poco a poco los colores tomaron forma, transformándose en objetos sólidos, concretos. Con su visión periférica alcanzo a encontrar un azul, un profundo azul turquesa. Kazemaru… Pensó.
-¿Kazemaru?- Le llamo, aun sentía que en cualquier momento se iba a desmoronar al suelo, pero le dolor ya no era tan fuerte como antes. Gruño entre dientes, estaba convenientemente amarrado.
Girando la cabeza miro a su amigo, los oscuros ojos de Midorikawa cual búhos se abrían. Su amigo se veía como muerto; su pálida piel era adornada por oscuras ojeras bajo sus ojos, su antebrazo que hace apenas un día había sangrado cual grifo abierto, guardaba las marcas impregnadas de cinco dedos sobre ella. El cuerpo del joven temblaba en pequeños patrones, probablemente la acumulación de falta de sueño y perdida de sangre (sin contar la traumática experiencia por la que pasaba en aquellos momentos).
-Kazemaru.- Lo llamo una vez más, mas parecía que el chico no lo escuchaba. Su vista perdida y vacía. Otro escalofrió invadió al de cabellos verdes, asustado ante el comportamiento de su amigo. Siguió la vista de Ichirouta hasta que llego sobre un tocador con un espejo, sobre esta, yacía un pequeño pajarito de color azul, muerto he inmóvil. Con su corazón latiendo como el de un conejo, grito por su amigo una vez más.
-¡Kazemaru!- De un salto Nathan se volteo, encontrando los temerosos ojos de su mejor amigo mirándolo desesperado.
-¡ ! Despertaste…- Dijo soltando un aliviado suspiro.
-Si… ¿Kazemaru estas bien?- Pregunto Ryuuji preocupado -¿Dónde… dónde estamos?- Pregunto mirando a su alrededor, el apartamento de bancas paredes vació septo ellos dos.
-En problemas.- Suspiro Nathan bajando la cabeza –En graves, graves problemas.- Admitió.
-¿Tanto así?- Arqueo su ceja.
Nathan asintió solemne.
-Bueno… probablemente ya hay alguien buscándonos.- Sugirió Midorikawas, siempre optimista.
-Probablemente…- Murmuro su amigo.
-¿Por qué lo dices así?- Cuestiono desconcertado -¿No tienes fe en que nos encuentren?
-Créeme Midorikawa, no lo dudo.- Contesto sardónico –Lo que si dudo es que nos encuentren a tiempo.- Añadió para si, mas no se le escapo a Ryuuji.
-Descuida, estoy seguro de que lo harán.- Aseguro con una sonrisa, soltando una mueca de dolor ante el movimiento. La cortada estaba empezando a dolerle más. El peliverde escucho a Kazemaru suspirar nuevamente, algo estaba seriamente mal.
-Midorikawa…- Ichirouta trato de pensar en como confesarle lo que sabia, decirlo con tacto, amabilidad, sin duda alguna un par de disculpas. Todo era su culpa… -No van a encontrarnos a tiempo.
-Pero…
-Yo se. Ya he lidiado con el, no lo harán.
-Entonces tenemos que escapar.- Insistió, un ligero enojo llenando su ser –Tu puedes soltarme, después encontraremos una manera de salir sin que…
-¡Midoricawa! No podemos.
-Pero ni siquiera as trat…
-Ya trate Midorikawa, escúchame. –Suplico Nathan desesperado. –No tengo la fuerza suficiente para soltarme, hace una hora descubrí que ni siguiera me puedo parar. No puedo. Y… en cualquier caso que lo lograremos, no llegaríamos lejos, no alcanzaría. Y en cualquier caso de que lleguemos lejos nos encontraría. Aun que lleguemos a nuestras casas o vallamos con la policía, todo lo que hagamos…- Tomo una temblorosa bocanada de aire –nada va a funcionar, tarde o temprano va a encontrarnos… y no terminara bien.
-¿Cómo puedes decir eso, estarás a salvo y…?
-¡No entiendes Midorikawa! Esto no es solo sobre mi, es sobre todos aquellos que están involucrados. No entiendes nada de esto, nunca entiendes nada. Es una misión perdida, hagamos lo que hagamos al fina todo va a ser en vano.- Muy dentro de su ser, Kazemaru había tomado una decisión –Y tu nunca entiendes nada por que eres un inmaduro imposible, no habría peor persona con la que pudiera pasar un rapto que con tigo. Así que haznos un favor a los dos si quieres conservar tu vida… cállate.- Mantendría a Midorikawa a salvo, sin importar que nunca le volviera a dirigir la palabra, estaba decidido a protegerlo. Aun si tenia que lastimarlo… era por su propio bien. –Madura de una vez…
Ryuuji callo al escuchar las palabras que salían de su amigo. Todo había ido cuesta abajo desde que llego Elegance, nunca en su vida Kazemaru le hablaría así, pero habían sido dos veces esa semana. Todo se estaba cayendo en pedazos. El peliverde bajo la vista, dentro de el algo muy pequeño se había roto, pero no iba a llorar, no le daría el placer a Kazemaru de probar lo inmaduro que era.
Lo siento…Ryuuji. Lo siento tanto.
Y por aquella larga noche de insomnio, ninguno de los dos se dirigió palabra.
-.-.-.-.-.-.-
La tarde siguiente, todo estaba en movimiento en el aeropuerto. Las personas andaban de un lado a otro, temiendo perder sus vuelos.
Entre toda ese bullicio un alto hombre de oscuros cabellos verdes sonreía amable, sus manos aparentemente colocadas con suavidad sobre los hombros de dos muchachos, mas fuerte era su agarre al igual que doloroso.
Dentro de la chaqueta del hombre había tres boletos, con destino directo a Londres.
Abril: Pffff, estoy EXAUSTA, me avente esto de un jalón. Ahora no tengo muchas energías, pero probablemente corrija errores visibles mas al rato, ignórenlos momentáneamente.
Favor de darle las gracias a aquella persona que me saco de quicio (pero al mismo tiempo gano mi corazón) por comentar tantas veces. Es la causante de que tengan un nuevo capitulo.