:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Las tortugas ninja no me pertenecen son de Nikelodeon.

Algunos tienen tanta suerte.

::::: Lo más maravilloso del mundo :::::

En la guarida cuatro pequeñas tortugas juegan felizmente a las escondidas. Sus voces delatan su tierna edad: cinco años más o menos.

"…dieciocho, diecinueve y veinte, ¡listos o no ahí voy!" – grita entusiasmado un pequeñito con bandana anaranjada que le cubre toda la parte superior de la cabeza.

El pequeño Miguel Ángel comienza a buscar por todos lados a sus hermanos mayores, sin saber que Rafa y Donnie se habían puesto de acuerdo para esconderse juntos en un lugar muy alto, fuera del alcance de Mikey, a Leonardo no le gustó la idea, pero Rafa lo convenció.

"Tal vez no debimos escondernos aquí" – dijo Leonardo a sus dos hermanitos – "Mikey puede asustarse si no nos encuentra pronto chicos".

"Te preocupas mucho por él Leo" – se quejó Rafa – "Mikey ya no llora tanto".

"Rafa tiene razón Leo, Mikey es más valiente ahora" – aseguró Donnie.

Leonardo se quedó pensativo, no podía soportar la idea de que la sonrisa tierna en el rostro de la pequeña tortuguita de naranja desapareciera por causa de una broma.

Diez minutos después de búsqueda inútil, Mikey comenzó a sentirse solo, empezó a sollozar cayendo de rodillas, llorando enseguida con toda la fuerza de sus pequeños pulmones.

El lugar que los chicos habían elegido para esconderse no estaba muy lejos del lugar donde estaba Mikey, su llanto se escuchó de inmediato en cuanto aumentó su intensidad. El sonido alcanzó primero los oídos del hermano mayor y bajó de inmediato dando un salto.

"¿A dónde vas Leo?, ¡Mikey nos va a ganar!" – protestó de inmediato Rafael mientras que Leonardo se alejaba.

"El juego ya no importa chicos, Mikey está llorando…" – expresó Leonardo con voz en la que se notaba la inquietud.

"Tal vez Mikey sea un poquito más valiente, pero Leo siempre ha sido débil cuando Mikey comienza a llorar" – dijo Donatelo dando un suspiro.

"Tienes razón cerebrito" – convino Rafa.

Leonardo llegó en menos de un minuto hasta el lugar donde se encontraba el pequeñito quien al darse cuenta que su hermano mayor se acercaba, extendió sus bracitos para recibirlo. Leo de inmediato abrazó a Mikey.

"¿Estás bien Mikey?" – preguntó Leo al mismo tiempo que limpiaba las lágrimas del rostro del travieso.

"Si… tenía mucho miedo Leo, creí que me habían dejado solo para siempre" – dijo inocentemente Mikey.

"Yo nunca te dejaré Mikey, NUNCA" – aseguró Leo con voz tierna, mientras abrazaba al travieso con todas sus fuerzas.

"¿Me lo prometes Leo?"

"Te lo prometo Mikey".

Diez años después.

"¿Estás seguro Donatelo?" – preguntó Leonardo.

"Si… completamente" – aseguró el pequeño genio con una voz triste y con ojos cristalinos.

Donatelo abrazó a su hermano mayor y dejó que sus lágrimas fluyeran libremente por sus mejillas, Leonardo correspondió el abrazo de su inteligente hermano con igual cariño.

"No te preocupes Donnie, estoy seguro de que estarán bien. No importa lo que suceda, yo no diré nada y por favor no les digas nada a los demás" – pidió Leo.

"¿Estás seguro Leo?" – preguntó Don con cierto grado de duda y mirando a su hermano con ojos llenos de asombro.

"Si, primero quiero atar algunos cabos sueltos antes de comunicárselos".

"Está bien, lo que tú digas" – dijo Don mientras limpiaba sus lágrimas con sus manos.

Unos días después de esta escena Leonardo y sus hermanos se vieron involucrados en una pelea con los ninjas del clan del pie. En medio del caos y del fragor de la batalla Miguel Ángel fue herido en una de sus piernas por encima de su rodilla por el corte de una katana y cayó al piso.

De inmediato sus hermanos lo rodearon y lo protegieron de los pocos ninjas que quedaban en pie, en tan sólo unos instantes el resto de los ninjas fueron completamente derrotados. Al asegurarse de que todos los enemigos estaban fuera de combate, Donatelo se arrodilló cerca de Mikey y examinó la herida del travieso.

La herida era dolorosa, pero no seria; así lo dijo Donnie a sus dos hermanos restantes. Después de asegurarse de que no era nada de cuidado Donatelo se levantó y casi de inmediato Miguel Ángel extendió sus brazos en dirección de su hermano mayor pidiéndole: "Leo, ¿me ayudas a levantarme?".

Leonardo se acercó a su travieso hermanito y quedándose de pie junto a él le respondió:

"Mikey… voy a hacer lo más maravilloso del mundo por ti… absolutamente nada".

Miguel Ángel no podía creer lo que escuchaba y mirando con ojos asombrados a su hermano mayor preguntó tímidamente: "¿Qué dijiste?"

"Lo que escuchaste. Levántate ya Miguel Ángel." – ordenó Leonardo.

"¿Qué te sucede Intrépido?" – preguntó Rafael empezando a molestarse, sin creer lo que escuchaba – "siempre has sido sobreprotector con todos nosotros y de pronto te portas de esa forma con Mikey".

Sin voltear a ver a su temperamental hermano Leonardo repite su orden: "Levántate Miguel Ángel".

Mikey conociendo lo serio que su hermano era en cuanto lo llamaba por su nombre completo, empezó a levantarse lentamente.

Rafael al ver que su hermanito se levantaba con mucho esfuerzo se acercó para ayudarle, pero Leonardo detuvo su avance interponiendo uno de sus brazos en el camino de Rafael.

"¡¿Qué haces ?, ¿Por qué me detienes?, ¿Qué no ves que nuestro hermano necesita ayuda?. ¡Déjame pasar!" – gritó Rafael desafiante.

Leonardo volvió su cabeza en dirección del ninja de rojo, mirándolo con ojos serios y tranquilamente pero con resolución respondió: "No".

Rafael retrocedió un paso muy dispuesto a golpear a Leonardo, pero se dio cuenta como Donatelo lo miraba y negaba con la cabeza. Eso detuvo a Rafael.

Miguel Ángel en todo el tiempo en que transcurrió esta escena ya había terminado de ponerse de pie.

Leonardo al ver a Miguel Ángel dijo: "Bien, vámonos, el maestro debe estar preocupado por nosotros".

Leo comenzó a andar mientras que Rafael y Donatelo sostenían a Miguel Ángel.

El viaje de regreso a la guarida fue silencioso, ninguno de ellos pronunció una sola palabra sobre el asunto.

Al llegar a casa Donatelo llevó a su pequeño hermano a la enfermería para atender su herida y Rafael los siguió. Leonardo entró a su habitación.

El primero en romper el silencio fue Rafael.

"¿Qué le pasa al intrépido líder?, siempre que Mikey le pide que lo levante Leo siempre lo hace y a veces hasta lo carga sobre su caparazón todo el camino de regreso. ¿Acaso hiciste una travesura muy grave esta vez?" – termina el gruñón dirigiéndose al travieso.

"No lo sé…" – respondió Mikey comenzando a llorar – "tal vez Leo ya está harto de mí o ya no me quiere". Donatelo al oír la contestación de su hermanito, deja las vendas que estaba preparando, se acerca a él y tomando la carita del más chico entre sus manos le dice: "Mikey, no dudes jamás del amor de nuestro hermano hacia nosotros, JAMÁS. ¿Entendiste?".

Mikey asiente y Donatelo comienza a vendar la pierna del travieso. Rafael al ver que Mikey comenzó a llorar apretó los dientes y los puños, expresando lo molesto que estaba por no comprender por qué Leonardo de pronto comenzó a tratar de esa forma a Miguel Ángel.

El pequeño doctor terminó de atender la herida de su hermanito y le dijo: "Tal vez deberías hablar con Leo, Mikey. De esa forma sabrás que es lo que está sucediendo y verás que no es nada de lo que hayas hecho" – dijo Donnie al mismo tiempo que sonreía dulcemente.

"Yo te ayudo a llegar Mikey" – se ofreció de inmediato Rafael.

"Si Rafa, gracias Donnie" – agradeció el travieso a su inteligente hermano.

"No hay de qué" – contestó Donatelo poniendo una mano sobre el hombro de Mikey con un gesto tranquilizador– "Rafael, en cuanto Miguel Ángel esté con Leonardo, ¿podrías regresar por favor?". Rafael asintió y se acerco al pequeño sosteniéndolo de uno de sus brazos sobre su caparazón.

Rafael ayudó a Mikey a llegar hasta la puerta de la habitación de Leonardo y en cuanto se aseguró que estaba bien, regresó con Donatelo.

Miguel Ángel llamó a la puerta de la habitación de su hermano mayor.

"Adelante" - se escuchó desde el interior.

Mikey giró la perilla, empujó suavemente la puerta y cojeando entró en la habitación.

Leonardo al ver que se trataba de Miguel Ángel no se levantó de su cama y aguardó pacientemente a que su pequeño hermano se sentara junto a él.

"Leo" – comenzó Mikey con voz insegura, un momento después de tomar asiento junto a él – "¿por qué estás molesto conmigo hermano?".

Leonardo miró a Miguel Ángel dándose cuenta que su hermanito tenía los ojos rojos por haber llorado. Con ojos tristes igual que el travieso, el líder contestó: "Yo no estoy molesto contigo Mikey"

Sin estar convencido Mikey pregunta: "Entonces, ¿por qué te negaste a ayudarme?"

"Mikey… ¿recuerdas cuando tuviste que defender tu título de Campeón del Nexus contra ese tipo gigantesco?".

"Claro, yo tenía mucho miedo, quería esconderme y tú no lo permitiste. Me ayudaste a tener el valor suficiente para enfrentarlo".

"Y ganaste".

"Si"

"¿Sabes Mikey?, nunca he estado más orgulloso de ti como en aquel momento. Ni siquiera las aclamaciones de la multitud que acudió a la pelea de revancha podían igualarse al orgullo que sentí al verte triunfar" – dijo Leonardo al mismo tiempo que rodeaba a su hermanito por los hombros con uno de sus brazos.

"Lo único que lamento" – prosiguió Leo – "es que después de tu triunfo, has vuelto a descuidar tu entrenamiento Miguel Ángel". Finalizó Leonardo mirando con ojos descontentos a su pequeño hermano.

"¿Es por eso que no me ayudaste hoy Leo?" – preguntó Mikey – "¿Estás decepcionado y por eso me castigas?".

"No Mikey, no estoy decepcionado de ti… es sólo que… me preocupas mucho. En una pelea más grande podrías morir. La herida que tienes en este momento fue por un descuido imperdonable Miguel Ángel, el ninja que te atacó pudo haber sido derrotado fácilmente, pero solamente estabas bromeando… estabas descuidado… eso podría costarte la vida algún día" – dijo Leonardo, al mismo tiempo que miraba con todo el amor y preocupación de hermano mayor al más chico.

"Sé que me descuidé un poco, pero no creí que fuera tan importante esa pelea. Además siempre tengo a mis tres hermanos mayores para cuidarme. ¡Te tenemos a ti Leo!, tú nos cuidas a todos." – dijo sonriente Miguel Ángel.

"¿Y si yo no estuviera?" – preguntó Leonardo con voz apesadumbrada, desviando su mirada.

"¿A qué te refieres Leo?" – preguntó Mikey desconcertado.

"Tengo… algo que decirte Mikey…" – comenzó Leonardo a decir con voz insegura.

"¿Qué?" – preguntó Miguel Ángel empezando a preocuparse al notar la incertidumbre en la voz de su hermano mayor.

"Donatelo… me examinó hace unos días… yo me sentía extraño… y bueno, Donnie me dijo que podría morir en cualquier momento Mikey."

Miguel Ángel abrió los ojos de una manera que asustaba. De pronto, apartó de sus hombros bruscamente el brazo que Leonardo tenía sobre ellos y se levantó de igual forma. La mirada del travieso era una mezcla de tristeza e incredulidad… esos sentimientos combinados con la sensación de ser traicionado.

Leonardo no comprendió enseguida que fue lo que pasó por la mente y el corazón de Mikey al recibir la noticia. Miguel Ángel no lo dejó con la duda mucho tiempo, pues un momento después le gritó:

"¡ERES UN MENTIROSO!, ¡UN MISERABLE MENTIROSO!. ¡TÚ ME PROMETISTE QUE SIEMPRE ESTARÍAS CONMIGO!."

Miguel Ángel empezó a caminar con rapidez ignorando por completo el dolor de su pierna, mientras salía de la habitación de su hermano. Leonardo repuesto de la impresión comenzó a seguir a Mikey, alcanzándolo cuando él llegaba a la puerta de su propio cuarto.

"¡Mikey, por favor, espera!" – rogó Leonardo.

"¡NO ME TOQUES!" – gritó Mikey empujando a Leo. Abrió la puerta de su habitación, entró y azotó la puerta, cerrándola por dentro.

"¡Mikey, por favor, escúchame!"

"¡VETE!, ¡NO QUIERO SABER NADA DE TI!" – gritó Mikey antes de acostarse en su cama y cubrirse la cabeza con la almohada.

Mientras tanto en el laboratorio:

"Tú sabes lo que está sucediendo, ¿verdad Donatelo?" – preguntó Rafael.

"Si… Rafa… por favor… no te enfades con Leo. Esto es mucho más serio de lo que piensas." – contestó Donnie.

"Entonces ¡DIME!" – exigió Rafael

"Leo… va a morir" – respondió Donatelo con voz abatida.

Rafael no esperaba escuchar esa contestación, sus ojos se abrieron desmesuradamente para entrecerrarse después.

"Donatelo… si es una broma, te advierto que puedo ponerme de muy mal humor" – amenazó Rafael apretando los dientes y los puños.

"¿¡Acaso me crees capaz de bromear con algo tan serio como eso Rafa!" – contestó Donnie herido por la falta de confianza – "Ya tengo suficiente sufrimiento sabiendo que vamos a perder a nuestro hermano mayor como para soportar tu mal humor Rafael".

Rafa inclinó la cabeza, avergonzado. El ninja de rojo se tomó unos minutos para procesar las palabras de Donatelo, palabras que oprimieron su corazón. El dolor de la noticia se reflejó de inmediato en su rostro, pero también se prendió una pequeña chispa dentro de su mente, luz de esperanza…

"Donnie… tal vez… si vuelves a examinar a Leo… todo podría ser un error" – Rafael pronunció estas palabras, esperando contagiar al pequeño genio del mismo sentimiento que él estaba experimentando.

"No, no es un error, estoy completamente seguro" – contestó Donnie – "realicé las pruebas tres veces".

Rafael iba a abrir la boca cuando repentinamente se escucharon los gritos de Mikey y las súplicas de Leo.

Rafael y Donatelo salieron de inmediato de laboratorio corriendo en dirección de la habitación de Leonardo. Encontraron a su hermano mayor frente a la habitación de Mikey, recargado sobre la puerta diciendo: "Por favor, Mikey".

"Leo, ¿qué sucedió?" – preguntaron ambos.

"Mikey… Mikey cree que soy… un… men…tiroso" – contestó Leo, arrastrando las palabras mientras que sus ojos comenzaban a cerrarse al mismo tiempo que sus piernas se doblaban; hasta que perdió el sentido.

"¡LEO!" – gritaron sus hermanos.

Rafael con gran rapidez alcanzó a sostener a Leonardo antes de que cayera al piso, lo cargó y lo llevó a su habitación seguido por Donatelo.

Donnie examinó a su hermano mientras un Rafael impaciente lo miraba. Al final Donnie dio un suspiro de alivio y dijo: "No hay peligro, sólo se desmayó".

"Intrépido…" – murmuró Rafael – "acabas de quitarme como diez años de vida con el susto que me has dado".

"Espera aquí Rafa, cuida a Leo. Yo iré a hablar con Mikey" – pidió Donnie. Rafael asintió mientras sostenía una de las manos de Leo entre las suyas.

Donatelo llegó ante la puerta de la habitación del más joven y llamó un par de veces a Miguel Ángel sin obtener respuesta; así que decidió abrir la cerradura con una de sus herramientas que sirvió como una llave maestra. La puerta se abrió al momento, Donnie entró.

El cuerpo de Miguel Ángel se movía de tal forma que Donatelo se dio cuenta de inmediato que su hermanito seguía llorando. Donnie se acercó la cama y se sentó colocando una mano en el hombro de Mikey.

El travieso al darse cuenta que alguien había entrado en su cuarto se quitó la almohada de la cabeza viendo de inmediato a su hermano de morado que trataba de consolarlo. Con un movimiento rápido Mikey se abrazó a su inteligente hermano; llorando de nuevo.

"Mikey, ¿estás bien?" – preguntó Donnie mientras acariciaba el caparazón de Mikey.

"No" – respondió el más chico, abrazando con más fuerza a su hermano.

"Leo ya te lo dijo ¿verdad?"

"…sí".

"Mikey, dime qué piensas, ¿por qué crees que Leo es un mentiroso?".

"¡El me prometió que siempre estaría conmigo Donnie!" – contestó con fuerte voz Miguel Ángel seguro de que nadie podría objetar nada en contra de su pensamiento.

"Mikey… ¿no estás siendo injusto con nuestro hermano?. Tienes que entender que no será culpa de Leo si él… nos deja… " – Donnie no pudo continuar pues empezaba a llorar también.

"Lo sé… pero no puedo evitar sentirme asustado y un poco traicionado".

Donatelo al escuchar esto dijo: "Hace unos momentos Leo perdió el sentido y por un momento creímos que era algo más grave, no me gustaría saber que las últimas palabras que le has dicho a nuestro hermano mayor fueron de disgusto o de recriminación. Yo sé que el sentimiento de culpa sería muy grande si así sucediera Mikey, no me gustaría verte lamentándote por ello el resto de tu vida".

Mikey miró con preocupación a Donnie. El pequeño genio comprendió de inmediato y dijo: "No te preocupes, él está bien".

Miguel Ángel se tranquilizó al momento.

"Hermanito" – comenzó a decir Donnie – "quiero que reflexiones cerca de todo lo que ha sucedido entre Leo y tú. Nuestro hermano está muy preocupado por nosotros, sus pensamientos se han centrado solamente en asegurarse de que nosotros estaremos bien, es el único asunto que ha estado en su mente desde que supo que iba a morir".

"¡Pues no debería Donnie!" – protestó Mikey – "no debería hacerlo… Leonardo… ¿por qué tiene que sucedernos esto?, ¿por qué a Leo?".

"Hay situaciones que el destino nos tiene deparadas y que no podemos evitar Mikey. Resistirse a lo que está escrito es inútil, lo único que podemos y debemos hacer es no darle más problemas o preocupaciones a nuestro hermano. Es por eso que te he pedido que reflexiones… sé que estás triste, pero me gustaría que lo que le queda de vida a Leo, lo pase felizmente, con tranquilidad, sabiendo que todos nosotros seguiremos su ejemplo y sus consejos para que su partida no sea tan dolorosa para él"

Al escuchar esto Miguel Ángel se soltó a llorar con más fuerza, buscando refugio en los brazos de Donatelo, quien sin poder resistir más las lágrimas imitó al más chico, llorando también. Después de lo que parecieron horas Donnie llevó a Mikey a la habitación de Leo, encontraron a Rafael al lado de la cama cabeceando y a Leo profundamente dormido.

"Rafa" – dijo quedamente Donatelo.

"Hmmm, ¿Qué?, ¿qué pasa?" – dijo medio dormido Rafael.

"Vámonos a dormir, ya es muy tarde" – respondió Donnie, ayudando a Rafa a ponerse de pie.

"Bien… vamos cabeza hueca…" – dijo Rafa al mismo tiempo que ponía una mano sobre el hombro de Miguel Ángel.

"Ustedes vayan chicos, yo me quedaré aquí con Leo" – dijo Mikey.

Rafael y Donatelo se sonrieron, asintieron y se marcharon.

Miguel Ángel tomó una de las cobijas extra que estaba en uno de los muebles y se acercó a Leonardo. Mikey lo arropó y se acostó junto a él, acurrucándose cerca del mayor.

De inmediato los brazos de Leonardo se encontraban abrazando al más chico mientras murmuraba en su sueño: "Mikey… perdóname".

"No Leo, perdóname tú a mí" - susurró Mikey - "Y yo que creí que se me habían terminado las lágrimas por hoy" - pensó el travieso al mismo tiempo que sus ojos volvían a inundarse.

En poco tiempo Miguel Ángel se había unido a Leo en su cita con Morfeo.

Cuatro semanas después.

Durante todo este tiempo los chicos se dedicaron a estar tiempo completo con Leonardo, jugando, preparándole todo lo que prefería para las comidas, sin peleas ni preocupaciones; solo estrechando los lazos de amor fraternal entre los cuatro.

El maestro Splinter había estado de acuerdo en que los entrenamientos se suspenderían por tiempo indefinido, a Leo no le gustó la idea pero el sensei no admitió ninguna razón, dando prioridad a construir el ambiente ideal para sus cuatro hijos, quienes por primera vez en su vida podían vivir como si fueran adolescentes normales, sin pensar en peleas o patrullajes por las calles de la ciudad; así de simple, vivir felizmente.

Un día durante uno de los juegos de los chicos por las azoteas de los edificios de la ciudad, un grupo de ninjas del clan del pie intentaron capturarlos y se vieron forzados a defenderse. Como eran pocos los enemigos los cuatro hermanos los derrotaron fácilmente, pero al finalizar la batalla Leonardo volvió a sentirse débil y cayó al piso.

Miguel Ángel fue el primero en llegar junto a su hermano para ver si se encontraba bien.

"¿Estás bien hermano?" – preguntó Mikey.

"Si Mikey sólo estoy un poco mareado" – respondió Leo al mismo tiempo que intentó ponerse de pie.

"Espera Leo, yo te cargaré" – esta frase provocó que todos vieran a Miguel Ángel como si no fuese la tortuga que todos conocían.

"Mejor lo cargo yo Mikey" – se apresuró a decir Rafael – "yo soy mucho más fuerte que tú".

Volteando a ver al gruñón el travieso le dice: "Por favor Rafa, déjame hacerlo sólo por esta vez, te lo pido como un favor ¿si?".

"Espera Mikey, yo puedo caminar" – intervino Leonardo tratando de ponerse de pie nuevamente, pero sus piernas se negaron a ofrecer servicio.

"Leonardo" – dijo la voz seria de Miguel Ángel a su hermano mayor – "por favor, sólo por esta vez" – la voz de Mikey cambió de seria a tierna, llenándose de una voluntad firme; un rasgo poco común en Miguel Ángel.

Leonardo se dio cuenta que la voluntad de su hermano no cedería ante nada, así que solamente se sonrió y extendió los brazos en dirección de Mikey. Miguel Ángel se volteó y ofreció el apoyo de su caparazón al líder, quien se sujetó con fuerza a la parte superior del mismo. Mikey tomó la parte posterior de las rodillas de Leo con sus manos y se levantó sosteniendo al mismo tiempo su peso y el de su hermano mayor.

Durante el camino de regreso a casa Miguel Ángel dijo: "¿sabes Leo?, ahora ya comprendo porque no me ayudaste ese día, tú estás tan preocupado por nosotros que lo único que querías era ayudarme a madurar aún más, tener la capacidad de hacer todo por mí mismo, tener más conciencia de todo. El que te causaba más mortificación era yo".

"Tienes razón Mikey, de todos nosotros, tú eres el más joven, no podría irme sin saber que tenías la capacidad y la madurez suficiente para enfrentar la vida tan inusual que tenemos. En todos estos días has madurado tanto que es otra de las ocasiones en que estoy muy orgulloso de tí hermanito".

"Gracias Leo"

"Recuerdo un cuento que me contó el sensei" - dijo Leonardo acordándose - "Un chico paseaba por un bosque y encontró la crisálida de una mariposa, justo en el momento en que el pequeño insecto comenzaba a rasgar su cubierta para salir por primera vez al mundo como una mariposa, el muchacho la ayudó quitándole un pedazo a la cubierta; ignorando por completo que el insecto necesitaba ese esfuerzo para fortalecer sus alas. Al verse privadas del esfuerzo, las alas de la mariposa nunca pudieron sostener el peso del cuerpo del insecto y solo pudo salir al mundo arrastrándose" - Leonardo calló por un momento y después agregó - "Me alegro tanto que todo el esfuerzo que has tenido para madurar haya tenido éxito Mikey... soy tan afortunado en ver como tus hermosas alas han crecido, las de todos."

"Son alas que tú nos ayudado a crear Leo" - dijeron sus hermanos.

Leonardo se sonrió con una de esas expresiones que dan tanto orgullo a los niños cuyos padres los adoran.

Sonriéndose Miguel Angel dijo de pronto: "Creo que Donnie estaba equivocado Leo, no te ha pasado nada. Eso me alegra mucho"

"Si… te quiero Mikey… los quiero tanto a todos" – dijo Leonardo al mismo tiempo que cerraba sus ojos y recargaba su cabeza en el hombro de su hermanito que lo cargaba.

"¿Leo?"

"No te preocupes Mikey, Leo se ha quedado dormido" – dijo Donatelo.

"Se ve tan tranquilo" – añadió Rafael.

El hermano mayor había cumplido con su palabra, ató todos los cabos sueltos que le preocupaban. Los chicos siguieron su camino de regreso a casa, sólo para darse cuenta de que Leonardo había entrado en un sueño del que jamás despertaría.

FIN

Tal vez alguien se esté preguntando que enfermedad acabó con la vida de Leo en esta historia, eso es lo menos importante. Lo único que me importaba era narrar uno de los pasos más importantes en la vida de todo ser que piensa, siente y tiene tanto por lo cual preocuparse: dejar a los que quedan atrás lo mejor posible; para no llevarse la preocupación consigo. Leonardo siendo al mismo tiempo hermano mayor, líder y con un estilo de vida tan poco común, bueno, era natural que debería asegurarse de que sus hermanos estarían bien.