La brisa acariciaba con suavidad sus cabellos.

Marrón y rubio, danzaban en perfecta sincronía.

Sus ojos hacían choque, llenos de intriga.

Marrón y Azul.

-¿Quién eres?- Pregunto suavemente.

La miro. Estaba vestida en prendas blancas como la espuma del mar, con adornos brillantes…Encajaba a la perfección con los personajes de los relatos que su Abuelo le relataba cada noche frente a la hoguera.

-América Nativa.-

La niña morena arrugo la nariz.

El niño rubio pensó en un conejo.

-Que feo nombre.- Dijo tangentemente.

En los ojos cielo se formaron lágrimas. Y sus labios empezaron a temblar.

-¿Y tu nombre?- Le pregunto enojado.

La niña rio.

-Yatzil.-

América abrió su boca en asombro.

-¡Que lindo nombre!- Pensó.-Pero no es como que lo vaya admitir.-

Yatzil lo miro con detenimiento, el niño vestía prendas extrañas. Unos ropajes marrones –quizá hechos de cuero- que le cubría hasta las rodillas, su blanqueció rostro era decorado por marcas extrañas y en su cabello rubio una banda con plumas marrones le adornaba.

Yatzil sonrió. Lo que provoco un rubor en las mejillas de América Nativa.

-Seamos amigos.- Le propuso mientras extendía su mano.

América Nativa observo la mano con detenimiento, para luego mirar los ojos marrones.

Sonrió.

-Si…Seamos amigos.-

Y tomo la morena mano entre las suyas.