Peculiar

Habían acordado salir hoy, poner las cartas sobre la mesa y poder "conocerse". Prometido que serían sinceros con respecto a sus sentimientos, fueran buenos o malos y juraron que no se despedirían hasta que todo quedara claro.

Sin embargo, el todavía no llegaba. Ya habían sido 3 horas desde la hora acordado, muchas parejas habían entrado y salido del café. De su mesa habían sido removidas 3 tazas de chocolates caliente y 6 vasos de agua. Su mentón reposaba sobre su palma y su mirada observaba las calles de adobe.

Con un suspiro miro el papelito frente a ella.

Con gracia dejo el dinero indicado sobre la pequeña bandeja y se levantó de su puesto. Una campanilla sonó cuando salió de establecimiento. Y justo cuando su cabellera castaña se perdía entre la masa, una mata rubia entro presurosa al mismo establecimiento.

-Damn. -

En la mesa de la esquina, un joven cabellos castaños se disponía recogía la aun humeante taza de café.


Era después de las 7 de la tarde, hacia un hora que había abandonado la pequeña cafetería de la rustica ciudad. La espalda de su playera se veía ligeramente por las gotas que resbalaban de sus cabellos marrones. A pesar de haber tomado una ducha, se sentía bastante abochornada.

-Sera por el clima.-Se dijo mientras abría la puerta de su refrigerador.

Al cerrar el frigorífico el timbre de su casa se hizo escuchar por el pasillo. Alzo la mirada al reloj que estaba al fondo de la habitación, apenas eran las 7:15. Se miró de pies a cabeza, ya estaba en pijama ¿Sería realmente necesario abrir? Quizá no era nada importante. Sin embargo, el llamado a la puerta era incesante, si no habría, seguramente descompondrían su timbre. Con un suspiro termino de beberse la leche.

-¡Ya voy!- Exclamo una vez que iba al pasillo.

Le habían escuchado y finalmente, su timbre podría permanecer funcional. Antes de abrir, Isabel miro a la izquierda asegurándose que el pedazo de madera que utilizaba para defensa propia, estuviera allí. Nunca se era demasiado precavida.

Al abrir la puerta la brisa invernal la hizo sacudirse y cerrar sus ojos por instinto, al abrirlos, un ramo de dalias le saludaba.

-¿Alfred?- Pregunto Isabel apartando su vista del ramo.

El ramo descendió hasta descubrir los rubios cabellos.

-I´m really, really sorry Izzy!- Exclamo el estadounidense, claramente arrepentido.

Isabel miro al rubio sus ojos carentes de alguna emoción, no sabía si estar enojada, o si simplemente, lo sucedido esta tarde jamás le hubiese afectado. Por su parte, Alfred sentía la angustia invadirlo, no quería que su relación se estropeara. Más.

-Esta helando afuera, puedes entrar.- Ante el comentario Isabel se ladeo para dejar pasar al rubio.

-Thanks… - Murmuro Alfred.

El silencio era incomodo, pero no desconocido. Desde que había acordado con Alfred dar paso a su relación, estos silencios eran comunes.

-¿Quieres café?- Pregunto Isabel.

Alfred miraba el suelo, pero la morena percibió como el rubio asintió. Sin más Isabel guio a Alfred por el ancho pasillo, aspiro profundamente y su nariz se arrugo, había un olor extraño ¿Acaso era el nuevo detergente? Realmente era un olor...Peculiar.

Al llegar a la acogedora habitación, el norteamericano se desplomo sobre la primea silla a su alcance, por su parte, Isabel tomo dos tazas del lavabo. El silencio seguía presente y solo las manecillas del reloj hacían daño a la tensa situación. Ninguno de los dos se atrevía a romper el silencio.

-I´m sorry.- Murmuro Alfred mientras dejaba el ramo en el centro de la mesa.

Isabel tomo del microondas las dos tazas. Su espalda era lo único que Alfred podía observar, sin embargo, la mexicana se limitaba a pronunciar palabra alguna. Alfred suspiro angustiado.

-Existe un motivo por el que no pude llegar a tiempo.- Explico.-Realmente lo hay.-

Isabel tomo el mango de la tetera que reposaba en la estufa, al derramar el líquido una pequeña nube de vapor ascendió, sin más comenzó a prepar el café del estadounidense, no necesitaba preguntarle cómo lo quería, ella lo sabía.

-¿Y cuál es?- Finalmente la morena decidió hablar.

Alfred la miro, los ojos castaños aún se rehusaban a mirarlo, avergonzado, bajo la mirada.

-Vietnam.- Isabel no se inmuto ante la respuesta, solo siguió batiendo el café.-La guerra en Vietnam, se está volviendo…Problemática. Además…No lo recordé hasta que ya era muy tarde.-

Isabel asintió, comprendiendo la situación. Estados Unidos se encontraba en guerra con Vietnam además de tener conflictos con varios más países; era de esperar que la nación tuviese un poco de tiempo para ella.

-Gracias por haber venido a explicarme la situación.- La voz de Isabel era tranquila.

Finalmente, la morena se giró para observar al rubio.

-Esta más delgado.- Apenas lo había notado.

Sus brillantes ojos azules se veían hundidos en sus cuencas además de estar ligeramente teñidos de rojo y si uno se fijaba lo suficiente podría notar como su rostro estaba –ligeramente- delgada, sus labios estaban resecos y se le notaba cansado a leguas. La guerra nunca tenía piedad con las naciones.

-Sin embargo lo he visto en peores condiciones.- Pensó tajantemente.

Lo observo en silencio con su mentón reposando en sus manos cruzadas, bajo el halo amarillo de luz el cabello del norteamericano brillaba con una singularidad peculiar. Alfred suspiro, su mirada fija en el café negro y su mano moviendo en pequeños círculos.

-No derrames el café.- Advirtió Isabel.

Alfred sonrió a medias.

-I won´t.- Respondió ausente.

Isabel frunció el gesto, algo no estaba bien, el norteamericano frente a ella tenía algo ¿O escondía algo? Estaba demasiado tranquilo y ausente. Esas cualidades no eran propias de Alfred.

-¿Te encuentras bien?- Cuestiono Isabel, su voz era cautelosa.

Alfred asintió, e Isabel pudo notar como Alfred temblaba. Era casi imperceptible el movimiento del americano.

-¿Te duele algo? ¿Tienes frio?- Pregunto de nuevo, su voz se volvía un poco más demandante.

El rubio negó, su mirada aun fija en el suave vaivén de la bebida.

-Algo no esta bien, definitivamente.-Concluyo Isabel.

Mordiéndose el labio inferior, volvió a observar a su vecino norteño.

Estaba ausente, seguía temblando y podía notar como estaba sudando ¿Alfred estaba resfriado? Isabel negó, era imposible, una nación no tendría fiebre por una guerra…O al menos, nunca antes había pasado

-Alfred.- Llamo Isabel, el rubio no pareció escucharle.-¡Alfred!- La voz aguda se elevó.

Fue entonces que los ojos azules se alzaron a mirarla, y pudo notar como estos se notaban ausentes. No lo había notado hasta este momento ¿O es que solo era la luz lo que había causado tal efecto? Isabel aspiro aire, buscando un poco de consuelo.

De nuevo, pudo percibir el extraño olor. Fue cuando sus ojos morenos miraron inquisitivamente al norteamericano, en cuanto más lo observaba sus ojos se abrían aun más, como si finalmente hubiese conseguido una respuesta.

-Izzy…-Murmuro Alfred, y en un movimiento torpe, el norteamericano rompió la taza verde. El liquido marron derramaba por la esquina de la mesa.

-My God, I´m sorry Izzy.- Alfred se veía ansioso.-Yo…-

Isabel no dio tiempo a que el rubio terminara con su disculpa.

-¿Alfred, te estas drogando?-

Lo único que se escucho fue el café derramándose sobre el suelo color crema.