Naruto explotó en carcajadas, -Esa fue una muy buena broma, sensei Kakashi.

La risa murió en sus labios al percatarse de que su antiguo maestro simplemente le miraba con una desquiciante seriedad.

-Tienes que estar bromeando…

Esos fríos ojos continuaban mirándole imperturbable.

-Por favor sensei, estás bromeando.

-Hiashi Hyüga espera verte hoy en la tarde. Irás a verle. – y con esto el hokage regresó a unos papeles que tenía entre sus manos.

Una gama de emociones cruzó por el rostro del joven jönin, de todas ellas sobresaliendo la ira y la perplejidad. No pudo contenerse y golpeó el escritorio con el puño.

-¡No!

Kakashi solo alzó sus ojos. Naruto ignoró la helada mirada.

-No lo haré, es abusivo de parte de ustedes que me obliguen… Lo justo es que me permitan elegir. Tengo…

Kakashi le interrumpió, -¿Veintiséis años? – y arqueó una ceja, -En ocasiones, lo dudo tanto.

Naruto se mantuvo en silencio reconociendo el tono de voz que utilizaba el hokage. Era uno intransigente y gélido, el cual no admitiría ningún tipo de negativa. Le vio tomar una gran bocanada de aire para continuar más pausado.

-Regresas luego de casi ocho años fuera de la villa, andando por no sé qué lugares y tampoco sin saber que has estado haciendo. No puedes esperar encontrar todo de la misma manera en que lo dejaste. Todo cambia, es el curso natural de las cosas. También solemos olvidar lo que nos conviene… nadie en la villa recuerda todo lo que hiciste por nosotros. En su memoria solo ha prevalecido el temor de lo que representas.

Naruto se llevó una mano a la parte posterior de su nuca, aceptando lo que Kakashi le decía.

-Pero hay algo que creo no ha cambiado… tu deseo de ser hokage.

Él asintió.

-Y opino que está es una excelente proposición donde tanto Hinata como tú se verán beneficiado. Opino que no pierdes nada. Habla con Hiashi, escucha su oferta.

Transcurrieron varios minutos de silencio mientras Naruto reflexionaba en las palabras de Kakashi.

-De acuerdo, escucharé a Hiashi. Pero no prometo nada.

-Es lo justo. –asintió el hokage.

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A la hora acordada de la cita, Naruto se sentía algo mareado. Pero todo eso cambió al estar sentado en el vestíbulo lujoso de la casa Hyüga. La rabia bullía en su interior al tiempo que escuchaba a Hiashi hablar.

-Como decía, no es un secreto a voces que la reputación de Hinata no es intachable. Y que mi hija carece de muchas cualidades.

Naruto apretó los brazos de la butaca. ¿Quería cualidades? Las podía enumerar; valiente, luchadora, compasiva…

-Tampoco no es particularmente bonita.

¿Acaso el hombre era ciego? Ella tenía una belleza singular.

-Y además tiene el problema de ese hijo bastardo. Nunca ha querido decir quién es el padre. Reconozco que no es agradable para ningún hombre tener que hacer suyo el hijo de otro hombre y sobre todo ello, tener que hacerse responsable de un desgraciado sin saber a qué linaje pertenece…

No podía. Si no detenía al imbécil, lo estrangularía, -De acuerdo, acepto.

Hiashi le miró algo contrariado por ser interrumpido de esa manera, -Creo que no he terminado.

-Y no necesito escuchar nada más. Me casaré con ella y así podrá estar feliz de no tener que hacerse cargo de ella y su "despreciable bastardo."

El rubio se colocó de pie, ignorando como se enrojecía el rostro del hombre maduro, -Sólo dígame una cosa, ¿tanto le disgusta su hija que es capaz de arrojarla al primer hombre que la tome sin ni tan siquiera pensar que es lo que ella quiere?

-Esto no ha sido un capricho del momento. –se irguió el líder de los Hyüga, -Hemos pensado cada detalle…

-¿Hemos? ¿Quiénes son esos "hemos"?

-Mi sobrino y yo.

¿Neji? Pero, ¿cómo era posible? Él que pensó que el joven Hyüga había cambiado su actitud hacia su prima… Quizás si la villa había cambiado mientras se mantuvo lejos.

-Si te casas con mi hija, no sólo adquirirás una excelente dote…

Naruto le miró interesado, realizando que lo próximo era amargo para la cabeza del clan Hyüga al ver como todo ese rostro se contorsionaba por el asco.

-Sino que también serás miembro de nuestro reconocido clan.

Esto último hizo que Naruto considerara hacer la próxima pregunta, de pronto sospechando un motivo ulterior, -¿Por qué quiere deshacerse de su hija?

-El hijo de un clan sumamente prestigioso tiene interés en mi hija menor. Sería una pena que perdiera esta oportunidad por culpa de Hinata.

Una sonrisa escalofriante apareció en el rostro del jönin, -Por lo tanto prefiere que desparezca del panorama, ¿no?

El Hyüga se sintió amenazado. Hasta su oído había llegado los rumores de que el joven frente suyo era una sombra de lo que fue y que, así desearlo, podía acabar con la vida de cualquiera que le disgustara como si nada.

-De todas formas ella tiene que casarse. Tú mejor que nadie sabe que un niño necesita una figura paterna, eres un vivo ejemplo de ello.

Naruto se arrepintió de haberle preguntado, el hombre lo hacía enfurecer cada vez que abría su boca. Giró sobre sus talones para abandonar el lugar.

-Entonces, tenemos un acuerdo…

No se dignó en contestarle. Quería estar lo más lejos posible del hombre necio. Era tanta la ira que tenía que temía no sería responsable de sus actos. Abrió la puerta y tropezó con alguien. Ambos cayeron al suelo, sentados sobre sus traseros. La primera reacción instintiva de Naruto fue ayudar a quien había derribado.

-¿Na… Naruto-kun?

Él retiró su mano como si su piel le quemara.

-Hinata. –fue todo lo que pudo decir antes de salir precipitadamente.

La dulce pelinegra pudo captar sin dificultad alguna el enojo de Naruto. Fue entonces que vio a su padre salir del vestíbulo.

-¡Padre! – y ella entrecerró sus ojos, -¿Qué has hecho?

-Algo que se debió haber hecho hace varios años atrás.

Ese críptico comentario heló su corazón.