Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer y la autora es ItIsRaining, yo sólo traduzco.


Un Compendio de Pensamientos

Epílogo

Estoy enamorado.

No me importa si suena profundo o no, en verdad que no. Porque es verdad, y he intentado más del millón de veces estándar para expresar como me siento aparte de la pequeña declaración de dos palabras, sólo para encontrarme con que no es algo que pueda ser hecho al presionar unas cuentas teclas o incluso al decir las palabras en voz alta.

Lo cual, cuando piensas en ello, es triste en verdad. Porque la mayoría de historias de amor en películas o libros involucran algo de profesionalismo acerca de ese sentimiento en algún momento, ¿no?

Mentira. Eso es mierda.

Porque no hay una maldita manera en que pueda decirte exactamente como me siento. Ni pudo escribirlo, o actuarlo, o cantarlo (aunque estoy tentado de avergonzarte al hacer eso más tarde).

El amor no es sobre grandes confesiones épicas o grandes gestos.

Es aburrido, en verdad. Al menos, puede verse de esa forma desde afuera.

Es todo acerca de los pequeños momentos de perfección.

Esa vez cuando estábamos sentados en el sofá de nuestro apartamento, mirando a nuestro alrededor las estanterías vacías y las cajas esparcidas en el piso.

Suspiré pesadamente con estrés y pase la mano a través de mi frente. Era tan caliente allí, en el principio de nuestro primer Agosto en Chicago.

Te levantaste y encendiste el interruptor que había en la pared para el abanico. Nada pasó.

Obviamente, intentando no asustarme, continuaste moviendo el interruptor y mirando alrededor como si sólo fuera un nervioso hábito.

Levanté una ceja hacía ti y sonreíste curiosamente, como si preguntaras que estaba mal, como si no fuera nuestro primer día en nuestro apartamento nuevo y las cosas no estuvieran ya descompuestas.

Podía sentir un dolor de cabeza formándose entre el estrés y el calor, así que me quité la camiseta, lanzándola al piso, y recargué la cabeza hacía atrás en el sofá con los ojos cerrados.

Después de un minuto, sentí los cojines hundirse con tu peso, y te sentaste a horcajadas en mi regazo.

Mantuve los ojos cerrados y puse las manos en tus caderas, tarareando.

Entonces, sentí una leve brisa viajar a través de mi cuello. Me estremecí y suspire. Te escuché inhalar y sentí la brisa de nuevo, en mi pecho esta vez.

Sólo te quedaste sentada allí y soplaste sobre toda la parte superior de mi cuerpo hasta que te quedaste sin aliento, refrescándome efectivamente.

Cuando te cansaste, recostaste la cabeza en mi regazo y te quedaste dormida mientras yo jugaba con tu cabello.

Y justo así, te deshiciste de mi humor de mierda, mi estrés, y mi dolor de cabeza.

Te amo.

Otra ocasión cuando estábamos sentados en clase, uno al lado del otro.

Era un curso de humanidades. Te inscribiste a él sólo por que estaba en mi horario, y tomaste el último lugar disponible.

Estabas poniendo atención y tomando diligentes notas. Yo estaba mirando tu perfil.

Era muy divertido para mí, mirar tu expresión cambiar mientras escuchas cosas y las escribes. Bueno, las partes que encuentras interesantes, al menos.

Una mirada a tus notas me mostró que de "la pose seductiva del hombre indica que se supone que él es un tipo de sirena masculina," todo lo que tú tenías era "pene=hombre prostituto."

Y entonces regresaste a golpetear con tu pluma un lado de la libreta, o tu otra mano, o tu oído, en un ritmo que el resto de nosotros no podía escuchar.

Mientras encontrabas algo de lo que el profesor estaba leyendo particularmente interesante, el golpeteo se volvía más incesante; se hacía más rápido y ruidoso.

Finalmente, cuando comenzó a hablar sobre los genitales masculinosen una pintura diferente, golpeaste con tanta fuerza contra el escritorio que salió volando de tu mano y golpeaste en la cabeza a un chico de la fila de enfrente.

Tus ojos se agrandaron más de lo que jamás los había visto y te pusiste de un rojo brillante, incluso aunque tú no te sonrojas. Nunca.

El chico comenzó a girarse en su lugar para buscar a su atacante, así que comenzaste a moverte en tu silla y te escondiste debajo del escritorio en mis rodillas.

Cuando él no encontró a alguien que se viera sospechoso, eventualmente se giró de nuevo e intenté hacerte un gesto con mi cabeza para que salieras, pero sacudiste la tuya con miedo y te quedaste ahí abajo por el resto de la clase.

Te amo.

En otra ocasión, estábamos besándonos con fuerza en nuestra habitación un viernes en la noche.

Yo había estado sentado en la mesa con mi cabeza inclinada sobre Frankenstein, incluso aunque tú te burlas de mí cuando hago mi tarea antes de las ocho del domingo.

Tú entraste empujando la puerta porque en el invierno se pegaba y tenías que lanzar todo tu cuerpo contra ella.

Ahora, normalmente, soy realmente bueno en no reírme cuando haces eso, pero en esa ocasión tu mochila te hizo perder el balance y caíste en el suelo, apenas evitando la esquina de la mesa.

En ese momento ya no pude contener las risotadas.

Todavía estaba farfullando mientras te ayudaba a levantarte, pero sólo te alejaste con un encogimiento y pisoteaste hacía la habitación en una rabieta.

Unos minutos después te escuché hablando por teléfono, pero lo hacías en silencio y no podía escuchar mucho.

Después de un rato, regresaste usando esos pequeños shorts y una blusa de tirantes, habiéndote quitado ya tu mochila, abrigo, y demás ropas.

Baje mi libro y me gire para verte, pero tú ya estabas frente a mí, agarrándome de la camisa y jalándome para levantarme y sacarme de la silla.

Con tu boca ya en la mía, me llevaste hasta la habitación, y me olvidé de que yo quería terminar el maldito libro. O tal vez no me importaba.

Te deshiciste de la mayoría de mis ropas rápidamente y me empujaste en la cama, subiéndote sobre mí.

Tus labios estaban en todos lados sobre mí, pero cuando intenté quitarte la ropa, atrapaste mis brazos sobre mí cabeza.

Y entonces hiciste esa cosa que me obsesiona en mis bíceps con tu boca, y ya no me importaba más.

Comencé a hacer mucho ruido, pero agradecidamente recordaste callarme, por que nosotros no queríamos ser esos vecinos, silenciándome con tu boca sobre la mía.

Entonces, tus caderas comenzaron a hacer cosas que yo no podía ignorar, y me liberé de tus manos y moví las mías hacía tu cintura, ayudándote.

Seguimos moviéndonos y tú estabas haciendo sonidos de jadeo que me volvían loco.

Te moviste un poco en mí regazo. Accidentalmente deje salir un ruidoso sonido y estaba justo ahí.

Fue entonces cuando escuché que tocaban la puerta.

Tú sólo saltaste sonriendo y gritaste, "¡La comida China esta aquí!"

Dejándome jadeando en la oscuridad, tú corriste hacía la puerta. Punto para ti. La venganza es tuya.

Es más gracioso ahora de lo que fue en ese entonces.

Pero incluso aunque jugaste sucio y ganaste, te amo.

Tenemos ese pequeño pizarrón en el apartamento.

Lo compraste en Target en la sección de un dólar porque combinaba con las papeleras que compraste para nuestros estantes.

Tenían lunares pintados. No digas que nunca hago nada para ti.

Muchas veces escribimos allí pequeñas notas para el otro, como 'clases hasta las 12:30' o 'comprando comida'. Siempre era para saber donde estábamos o lo que estábamos haciendo.

Tú tienes clase a las 8 a.m. los martes. Yo nunca tomo clases que comiencen antes de las 9:30.

Vagamente recuerdo que te levantaste un martes en la mañana, pero todavía estaba adormilado. Me besaste suavemente y luego te fuiste a bañar.

Justo antes de que te vayas cada día, siempre entras a la habitación para despedirte.

Usualmente sólo murmuro algo, me giro, y regreso a dormir. Pero por alguna razón, me sentía particularmente despiertoesa mañana, así que te agarre del brazo y te jale a la cama conmigo antes de que pudieras escaparte.

Comencé a besarte, pero tú estabas toda, 'Me tengo que ir, voy a perder L.'

Con un pesado suspiro, te libere y te moviste rápidamente al final de la cama antes de que pudiera atraparte de nuevo.

Me quede dormido con bastante rapidez después de eso y a duras penas escuche la puerta principal cerrarse cuando te fuiste.

Cuando me desperté un rato después, estaba vagando por la sala, sin esperar ver algo fuera de lo ordinario.

Pero un flash de rojo capto mi atención y me gire para ver.

Tú habías besado el pizarrón blanco justo en el centro antes de irte. Una perfecta versión roja ovalada de tus labios marcando el aburrido blanco.

A veces usas lápiz labial. Es raro. Me gusta.

Mi corazón salto ante la imagen. Soy fácil de complacer, pero tú dejaste esto por .

Sentía que volaba mientras me bañaba y esa sensación duró por horas.

Podría hacer esto cada día, pensé. Por el resto de mi vida.

Porque te amo.

Estábamos de pie en la azotea del apartamento de este tipo. Ya sabes, ¿el que tiene todos los tatuajes?

Era la Víspera de Año Nuevo.

Él había arrastrado a todos allá arriba, como hace en cada fiesta, para poder esperar la cuenta regresiva y ver los fuegos artificiales.

Tú te estabas congelando.

Apenas podía ver tu rostro en la oscura luz de la cuidad, pero escuchaba como castañeaban tus dientes.

Te jalé hacía mí de la mano y me senté en una de las grandes sillas que estaban esparcidas alrededor de la azotea.

Girándote, te senté con tu espalda contra mi pecho, y subí el cierre de mi chaqueta contigo adentro.

Suspiraste y te recargaste contra mí mientras mirábamos a todos los asistentes de la fiesta estaban alrededor, riendo y hablando.

Eventualmente, nuestros amigos nos encontraron y hablamos con ellos torpemente porque te negabas a dejar mi regazo.

Aunque a mí no me molestaba.

Cuando la cuenta regresiva comenzó, desaparecieron. Nos dejaron solos mientras todos se amontonaban alrededor del perímetro de la azotea, gritando en la noche.

Nuestra cuenta regresiva incluyó muchos más besos y menos cuenta.

Pero entonces escuchamos los estallidos de los fuegos artificiales y tú saltaste por el sonido.

"¡Suéltame!"

Tú estabas peleando con el cierre de la chaqueta y riéndote al mismo tiempo.

Cuando te libere, corriste hacía la orilla con menos gente de la azotea para verlos.

Pero yo me quede atrás y te mire, eligiendo caminar hacía tu lado lentamente.

Cuando te alcancé y puse tu mano en la mía, te giraste hacía mí y, juro por Dios, la sonrisa de tu rostro le daba a la ciudad un impulso y todas las luces de la ciudad fueron tres veces más brillantes gracias a ti.

Y cuando pensé en lo ridículo que sonaría si lo decía en voz alta, fue cuando me di cuenta.

Quería casarme contigo.

Estábamos discutiendo una noche después de cenar mientras lavábamos los trastes.

Era estúpido. Duh. Nosotros no peleamos.

Algo sobre llamar a la compañía de electricidad para que repararan el horno. Hacía unos días que la mecha no prendía.

Yo estaba intentando asegurarte de que el intendente de nuestro edificio se haría cargo de eso.

Tú estabas convencida de que se suponía que teníamos que llamar a la compañía de electricidad para todas las fallas.

Sacar a relucir el hecho de que la estufa era de gas realmente no te importaba, porque tú ya estabas en ese punto: terca, y levantando la voz, y poniéndote frenética.

Haces eso cuando te pones nerviosa.

Atribuía eso a tu incapacidad de cocinar con el horno por casi una semana.

Y entonces comenzaste a desmoronarte.

Te jalé hacía mí antes de que incluso pudiera ver las lágrimas brillar en tus ojos porque quizás yo también hubiera empezado a llorar.

Te abracé por unos minutos para calmarte. Funcionó. Sólo estabas sollozando mientras yo acariciaba tu espalda.

Fue entonces cuando te lo dije.

Te quedaste quieta inmediatamente, y yo estaba un poco sorprendido porque seguramente tú ya sabías eso.

Tenía razón. Ya lo sabías.

Y entonces hablaste de nuevo.

Tú también querías casarte conmigo.


A/N:

Entonces, levanta la mano si estas llorando.

Este hermoso epílogo y perfecto final de la historia fue escrito por Grant (Edward). Todos denle una ronda de aplausos. Trabajó duro en él y puedo asegurarles que no hubiera sido tan hermoso si lo hubiera escrito yo. Le dije que no podía usar nuestros nombres, así que se comprometió y no uso ningún nombre en absoluto. Creo que es más efectivo de esta manera.

Nos gustaría agradecerles por el interés en nuestra historia y por acompañarnos mientras en cierta manera la re-vivíamos.

Para terminar bien, ambos estamos bien, todavía vivimos en la ciudad. Todavía muy enamorados ;)

Gracias, de nuevo, por darle a esta historia aunque sea unos minutos al día.

ItIsRaining