Los Hombres Huecos

II

Ojos que no me atrevo a encontrar en sueños

en el reino soñado de la muerte

éstos no aparecen:

Allí, los ojos son

luz del sol sobre una columna rota

allí, hay un árbol que se bambolea

y hay voces

cantando en el viento

más distantes y más solemnes

que una estrella que se apaga.

Dejadme no estar más cerca

en el reino soñado de la muerte

dejadme también poner

tales disfraces deliberados

pelo de rata, piel de cuervo, duelas cruzadas

en un campo

comportándome como el viento se comporta

no más cerca—

no ese encuentro final

en el reino crepuscular.

T. S. Elliot, Los Hombres Huecos

~Ahora~

Erik siente su mente nublosa, como si estuviese caminando por en un túnel oscuro. Despertarse es difícil, los músculos de su cuerpo se sienten demasiados tensos y sus ojos le pesan al intentar abrirlos.

–Lamento mucho mi falta de control, Erik –le dice una suave voz, que reconoce como el tono de Charles. La apología le sabe agria cuando recuerda a Charles usando sus poderes en contra de él.

–No me siento orgulloso de haberte hecho daño, mi amigo –continúa Charles. Erik abre los ojos al fin, con lentitud, mirando a su alrededor; se encuentra en lo que espera ser la habitación de Charles, reconociéndola por los retratos de científicos y los cuadernos en el mueble al lado de la cama en la que yace. El telépata está sentando frente a él, en una de esas sillas parecidas a las que tenía en Westchester.

–Después de todo lo que has hecho, Charles, creo que es ridículo que te disculpes por algo así –responde con amargura, voz grave en su boca reseca. Charles lo mira con algo que en otro tiempo pudo haber sido un lamento, pero su rostro se vuelve impasible mientras acerca un vaso de agua hacia Erik.

–No sabes cuánto quisiera que las cosas hubiesen sido diferentes entre nosotros –dice, viéndolo beber, sus manos se encuentran en su regazo y por un momento Erik quiere creer que están de vuelta en la mansión, conversando sobre trivialidades, su guerra solo un recuerdo olvidado.

–Si no hubieras decidido convertirte en el juez del mundo, esto no estaría sucediendo –las palabras salen de su boca con más fuerza de la que quería. Por más que ha tratado de mantener alguna clase de tranquilidad, ésta lo deja en el momento que la frustración se hace mayor.

–Oh Erik, tu sabes muy bien porque las cosas son como son –Charles le dice, sus grandes ojos azules no pestañean, fijándolo en su visión–, lamento que estemos en un impasse tanto como lamento que hayas traído a Raven hasta nuestra discusión.

Erik cierra los ojos por un corto momento, pensando, y los abre mirando al hombre frente a él–, ¿Crees realmente lo que dices? ¿Piensas que Raven querría vivir en un mundo así, en donde reina tu mente?

Charles le quita la mirada, mordiéndose el labio. Erik duda por un momento, pensando que Charles volverá a perder el control, como la última vez, pero el telépata sigue igual. Mueve sus manos en su regazo para apoyarlas en la silla en la que se encuentra, rechazándolo con la mirada.

Erik piensa continuar con su cuestionamiento, ver si quizás ha penetrado en alguna parte de Charles, donde aún está el hombre que una vez fue su amigo.

Es Charles quien vuelve hablar–. Le fallé mucho, cada día vivo con el conocimiento de que no supe ayudarla como ella quería –le dice–, más de una vez me he preguntado si lo que estoy haciendo es lo correcto. Si lo que hago es realmente necesario. ¿Es por eso que has venido, no es así? Para cuestionar si me he vuelto un megalómano, si he perdido la razón creyendo poder arreglar el mundo. Conozco tu mente, Erik, supe que venías hacia acá cuando tuviste la idea.

El corazón le late con fuerza, las palabras de Charles, la afirmación a una verdad que siempre ha sabido le saben a náusea. Su voluntad, su libertad…

–Son tuyas, Erik –contesta Charles, leyéndole la mente. La sonrisa en su rostro debería ser calmante, pero solo ayuda a que el vacío en su pecho se expanda –mi amigo, tú sabes lo que soy. Lo que puedo hacer.

–Si no logras ver porque lo que haces está mal –le responde–, entonces creo que mi visita es inútil.

–El mundo sigue girando, vidas creándose y esfumándose. Las guerras se han evitado, los mutantes son aceptados en la sociedad. No diré que es una utopía, pero es lo más cercano a la paz que hemos estado. He sacrificado mucho para llegar a esto, soy consciente de las líneas éticas que he traspasado, líneas que en un pasado luché tanto para crear y seguir. Pero Erik –sus ojos vuelven a fijarse en él, el azul de sus pupilas brillando intensamente–, era lo necesario. Nunca me perdonaré que Raven haya muerto y no estaba dispuesto a que muriera otro inocente.

–¿Escuchas la inconsecuencia de tu discurso? Han muerto cientos y aquellos que siguen vivos tienen sus existencias atadas a ti. Podemos vivir en un mundo pacífico pero no por opción propia.

–Eres tú el que no entiende, Erik –responde con voz cortante –los sacrificios para llegar hasta aquí han sido males necesarios. No estoy orgulloso de ello. Por lo otro, cada ser en esta realidad sigue poseyendo su libertad, yo solo he moldeado el mundo para que puedan expresarla.

Erik calla, siente su garganta apretarse al ver a Charles hablar, al verlo tan seguro de su propia verdad. ¿Qué se proponía al venir aquí? ¿Creyó acaso que Charles abandonaría su sangrienta cruzada? ¿Por qué no se dio cuenta antes, por qué no lo paró cuando aún podía?

Charles sigue mirándolo, sus labios partidos al terminar cada una de sus palabras. Erik se pregunta si está intentando convencerlo, si hay algo dentro de Charles que quiere tenerlo a su lado tanto como él quiere que sea así.

~Entonces~

Erik mira a su alrededor, el aire en la mansión se siente tenso, como si algo fuese a explotar en cualquier minuto, como si lo que ha ocurrido en la playa esté juntándose y ahogándolos.

Sean y Alex están sentados en el sillón, de forma tan parecida a como estaban sentados ayer, mientras Kennedy daba su discurso. Pero todo ha cambiado, en tan pocas horas todo lo que creía saber se ha perdido.

Shaw está muerto. Después de años viviendo a través de una cacería que parecía sin fin, logró su cometido. Como Shaw matara a su madre, vivió su muerte, con la vieja moneda nazi atravesándole el cráneo.

Nunca creyó posible vivir después de eso. Demasiado tiempo soñando con su muerte, con completar su venganza, sacrificando tantas cosas en el camino, haciendo su paz con lo que ocurriría.

Hasta Raven. Hasta que Raven cayó a la arena, herida, con Charles gritando su nombre. Hasta que Raven murió, por culpa de la bala que disparó Moira y que él desvió.

Ahora Hank está al lado del cuerpo de Raven, en su habitación. No quiso dejarla ir, cuando regresaron, fue él después de todo quien la levantó en sus brazos cuando desaparecieron de la playa.

Los mutantes de Shaw; Azazel, Janos y Angel están también en la mansión. Inconscientes, se encuentran en el bunker donde Alex ha estado entrenando, bajo el poder mental de Charles.

Y Charles...

Charles está sentado frente a la ventana, ojos fijos en el exterior. Como ellos, aún sigue vistiendo el traje que Hank diseñó para la misión, solo que el suyo todavía está bañado en la sangre de Raven. No se ha movido desde que llegaron; después de ordenarle a Azazel que los teletranspotara, lo envió a él y a sus compañeros al bunker, dejándolos dormidos. Moira corrió una suerte parecida y ahora se encuentra en el otro sillón, también inconsciente.

La muerte de Raven lo cambió todo. Erik nunca había visto un despliegue de tanto poder en Charles, verlo manejar las mentes de los soldados en los barcos, ordenándoles que se atacaran, fue una epifanía.

Moira había caído inconsciente apenas Charles dio la orden, y con sus ojos ardiendo había manipulado a Azazel para sacarlos de la isla y llevarlos de regreso hasta la mansión.

Sean y Alex se levantan, sacándolo de sus pensamientos. Sus pálidas caras hacen ver lo jóvenes que son, aún heridos por las acciones de la batalla, ambos se encaminan hacia el corredor. Erik piensa que tal vez irán a ver a Hank, a Raven.

Con una respiración honda se acerca a Charles, para saber cuál será el plan de acción, para saber que harán ahora.

Camina hasta donde está sentado, ojos fijos en los árboles que rodean la mansión. Su rostro está pálido y cansado, pero sigue sin una expresión reconocible.

–¿Charles? –pregunta, no sabiendo como iniciar la conversación. La culpabilidad por la muerte de Raven lo sacude, el dolor de la perdida.

Charles no lo mira, pareciendo ignorar su presencia, hasta que habla con voz queda–. ¿Sabes? –le dice, girando sus ojos para mirarlo–, no necesito hacer esto –indica sus dedos en la sien–, para poder usar mi poder. Lo hago porque cuando éramos jóvenes, a Raven le gustaba saber cuándo utilizaba mi telepatía, no quería sentirse insegura a mi lado. Luego de los años, el gesto se quedó conmigo, hasta volverse un hábito.

Erik calla, no dice palabra alguna, lo recuerda ordenando a los soldados, diciéndoles que se atacaran.

Nunca movió sus manos.

–Raven está muerta –murmura Charles, frunciendo el ceño–, está muerta y no hay nada que pueda hacer para cambiarlo.

–Charles –comienza a decir, pero no continúa. ¿Qué puede decirle? ¿Qué en la guerra siempre hay pérdidas? No, no puede, así que va al grano, a lo que importa en el momento–. ¿Qué haremos? Los humanos pronto sabrán de nuestra existencia, y ya sabemos cuál será su reacción. Debemos prepararnos. Moira-

–Tengo un plan –Charles le contesta, voz firma y ojos intensos–. Moira cuando despierte no recordará nada sobre lo que ha ocurrido, nada sobre nosotros ni los últimos meses. Implanté nuevas memorias en sus recuerdos. Solo debo enviarla devuelta a la CIA.

Erik siente un escalofrío al oír a Charles, la forma en la que habla. Quiere preguntarle sobre los hombres a los que le provocó la muerte, si siente culpabilidad. No sabe si prefiere oírlo decir que fue un impulso y que ahora se siente culpable o escucharlo decir que era un mal necesario. No sabe que pensar de las acciones de Charles, sobre cuánto le ha afectado la muerte de Raven.

–Sé lo que debo hacer, mi amigo –Charles sigue–, los subordinados de Shaw son demasiado peligrosos como para dejarlos libres –dice de forma retórica.

– ¿Planeas borrarles las memorias? –pregunta, pensando en el destino de Moira.

–Me temo que no –explica, mientras se para, mirando una última vez al exterior. Las ojeras debajo de sus ojos se han extendido, dándole un aspecto demacrado–, como he dicho, es demasiado peligroso dejarlos ir. Aún sin sus recuerdos, los poderes que tienen son muy volátiles, y en momentos así no podemos darnos el lujo de dejarlos libres.

– ¿Quieres matarlos? –dice sin rodeos, mirando a Charles con incredulidad. También pensó que aquella sería la mejor solución, no confiando en las lealtades de los compañeros de su más grande enemigo, pero nunca creyó posible que Charles fuese quien lo afirmara.

–Creo que me he equivocado de tiempo narrativo –responde Charles, mirándolo fijo–, los subordinados de Shaw eran muy peligrosos. Ya me he encargado de ellos.

Erik siente algo apretársele en el pecho, una sensación de pesadumbre que lo arrastra–. Eso es... era necesario. Algo menos de lo que preocuparnos –contesta, sintiendo el sudor enfriársele, y por un momento se pregunta por qué no recogió el casco de Shaw, porqué lo dejó tirado en la playa. Los ojos de Charles siguen fijos en él, como si supiera lo que se está preguntando, como si supiera la respuesta a ello.

–Tengo un plan –repite Charles, caminando hacia el corredor–. Ahora entiendo con perfecta claridad lo que se necesita hacer, Erik. No dudes en mi capacidad de llevarlo a cabo.

Y con eso desaparece en el pasillo.

Notas: Charles es tan creepy... Me demoré más porque mis hermosos archivos ODF perdieron el formato al instalar el Office, así que tuve que reescribirlos. Todo por tener el Excel de pacotilla para hacer un trabajo. Así que estoy reescribiendo varios WIPS que tenía (y empecé otro xD).