Los personajes que reconozcan son de propiedad intelectual de Stephenie Meyer, el resto son solo mios al igual que la historia!

Niñas! un aplauso para mi super beta Valeh! quien nuevamente me acompañará en esta maravillosa aventura que empezó hace más de un año y medio. Te quiero amorosita de mi vida!

Y obviamente a toooooodo el Team Eddie!, quien por cierto aún tiene espacio para más!

Nos leemos abajo!


"Estamos embarazados"

Prologo

Edward POV

Ha pasado mucho tiempo desde aquel maravilloso día en el que, por fin, volvimos a ser la familia que nunca debió desaparecer.

Bueno, quizás no tanto tiempo… solo han sido dos largos, pero maravillosos años junto a mi Bells y a nuestro pequeño hijo, quién ya tenía cinco años y para ser un niño de esa edad poseía una perfecta dicción. Ese pequeño era demasiado inteligente y suspicaz para su para sus pocos años y ello no le imposibilitaba ser un niño normal, demasiado inquieto y mimado por sus abuelos y tíos.

En estos años de matrimonio no todo fue miel sobre hojuelas o cosas maravillosas, muy rara vez teníamos nuestras peleas y discusiones, unas más fuertes que otras, pero después de todo lo que tuvimos que vivir en el pasado, siempre llegábamos a la clara conclusión que solamente teníamos que hablar y no decir cosas de las que después nos arrepintiéramos.

Después de un tiempo juntos, aprendí a confiar ciegamente en el amor que mi familia sentía por mi y comprendí que Bella y mi hijo no se marcharían de mi lado jamás. Nos tomó muchísimo tiempo superar mi problema con la sobreprotección hacia ellos, y aunque ese miedo sigue allí, aprendí a controlarlo, pues estaba lastimando Bella y eso es lo que menos quería en la vida. Mi Bells es la mujer más maravillosa de mundo y yo la amo cada día un poquito más.

Hace menos de un año decidió que ya era hora de dedicarse completamente a ser madre y esposa, argumentando que por trabajar se había perdido muchos momentos importantes de la vida de Eddie y quería disfrutar los últimos años de su niñez. No dejaría completamente desatendida su librería, ya había contratado a un muy buen equipo de trabajo que estaba llevando el negocio a otro nivel, siempre teniendo en consideración a su gran amiga Carmen, quien por cierto hace unos pocos meses comenzó a salir con un buen sujeto llamado Aro Vulturi, un empresario italiano que quedó sorprendido con su belleza y naturalidad al conocerla, en alguna de las ocasiones que estuvo de paso en Seattle.

Pensando en Carmen, no pude evitar recordar cómo ha cambiado la vida de nuestros hermanos y amigos.

Mi Rose y Emmett tienen a un pequeño niño llamado Mathew que es la copia exacta del orgulloso abuelo Carlisle, hablando del ámbito físico, porque se veía a leguas que en un futuro tendría la chispeante personalidad de su padre, lo que sería un gran reto para mi hermana. Para tener dos años traía vueltos locos a sus padres, pues si se descuidaban el pequeño terremoto podía hacer un completo desastre.

Después de la llegada del pequeño Mat, Emmett se empeñó por encontrar una casa cercana a la casa de mis padres, que tuviera un gran jardín trasero para las maravillosas barbacoas familiares de los domingos, una nueva tradición recién implantada en nuestra familia. Rose había decidido comenzar a trabajar desde casa, quería estar en todos los momentos importantes de su pequeño, quizás su único hijo.

A nuestros amigos y hermanos, Alice y Jasper la vida les había dado una nueva razón para sonreír. Hace seis meses llegó para ampliar su familia el pequeño Lukas, quien a decir verdad no se parece a ninguno de sus padres. Su cabello al parecer sería de una tonalidad rojiza y sus ojos eran de un verde muy intenso, un tono más oscuro que el de los míos. Muchas veces cuando salíamos con todos los niños las personas pensaban que el pequeño era mi hijo, lo cual me gustaba mucho ya que moría de ganas de papá otra vez. La pequeña Amelie, quien ya tiene dos años y medio, adora a su hermano, lo cuida y siempre está al pendiente de él. Será una gran hermana mayor.

Desafortunadamente, hace un año Alex y Ellen, junto a las pequeñas mellizas Mady y Juliet se mudaron a Nueva York por un traslado de Alex a una clínica muy importante, donde su carrera podía despegar al igual que la de mi amiga. A pesar de las distancias seguíamos comunicándonos muy seguido, algunas veces habíamos viajado por el fin de semana a verlos o ellos pasaban unas semanas aquí, aunque eso sucedía en muy contadas ocasiones ya que el viaje era muy pesado para las pequeñas. Las mellizas habían sido una grata sorpresa para Ellen y Alex, pues solamente esperaban la llegada de Juliet pero después del sexto mes se descubrió que Mady se ocultaba detrás de su hermana, gracias a Dios ambas venían en muy buenas condiciones y desde su nacimiento son las consentidas de su baboso papá.

Mis padres y mis suegros, quienes aún vivían en Forks, eran los abuelos más consentidores del mundo. Habían adoptado a los hijos de Alice y Jasper junto a los de Alex y Ellen como sus propios nietos y cada vez que podían, enviaban regalos o visitaban a cada familia aunque estuvieran del otro lado del país. Mamá y mi suegra estaban comenzando una pequeña empresa de decoración de interiores, Esme ya había comenzado una pero por desgracia su socia la estafó vilmente, logrando que perdiera una fuerte cantidad de dinero y se viera envuelta en problemas judiciales que, gracias al buen trabajo de Jasper y su equipo de abogados, ganó una buena indemnización, además de conseguir la cárcel para aquella mujer.

Mi suegro seguía siendo el respetado jefe de policía Swan en Forks, pero para desgracia de algunos y alegría de otros estaba a pocos meses de jubilarse, no por ser un hombre mayor si no porque quería tiempo para descasar y disfrutar de la vida con Reené, pescar con sus amigos en La Push y disfrutar todo lo que pudiese de sus nietos.

Carlisle se encontraba en una situación similar, desde hace poco más de tres meses había conseguido el cargo de director general del hospital en el que trabajaba y pensaba mantenerse en ese cargo por lo menos un año más para poder retirarse y disfrutar de su vida y de sus nietos, después de años de sacrificios por el bienestar de los demás.

Por mi parte no me puedo quejar, sigo trabajando en el Seattle Grace Hospital como traumatólogo de planta, desde que me casé, busqué la forma de trabajar y tener el tiempo necesario para mi familia, así que muy pocas veces al mes hacías guardias de noche o estaba en urgencias.

Estábamos a mediados de julio, en uno de los días más calurosos de aquel seco verano que extrañamente afectaba al Estado, por lo que las deshidrataciones y accidentes producidos por desvanecimientos abarrotaban la sala de emergencias del hospital. Me encontraba en la cuarta planta esperando con desesperación que el reloj marcara las seis de la tarde, para mi desgracia aún faltaba poco menos de dos horas. En estos momentos odiaba que los exámenes sanguíneos tomaran tanto tiempo en ser analizados.

Esta mañana obligué a mi esposa a realizarse un chequeo completo, desde hace semanas que sé que no se encuentra bien. Come mucho menos, duerme más, se cansa con demasiada rapidez y una que otra mañana ha vomitado hasta quedarse sin nada en el estómago. Eso claramente podría ser un rotavirus estacional o algún extraño virus que esté rondando en el aire, pero desde que se desmayó la noche pasada, todas las señales de alerta se encendieron en mi cabeza.

Obviamente Bella se enfadó muchísimo conmigo cuando, después de despertar le informé que a la mañana siguiente sí o sí se haría un chequeo completo, pues no era normal que estuviera tantos días enferma, y siendo sinceros no quería que mi hijo pasara por lo mismo. Me tachó de absurdo y exagerado pero me daba pánico que estuviera enferma y yo sin saberlo para poder cuidarla. No quería perderla, eso jamás me lo perdonaría.

Después de hacer la ronda habitual de media tarde a todos mis pacientes, volví a mi oficina para investigar un poco por la web sobre los síntomas de Bella y las posibles enfermedades que podría tener en caso de que algunos de los resultados estuviesen mal. George, un colega que atendió a mi esposa, no pudo dar un diagnóstico de su estado hasta no realizar un análisis completo de sangre.

Antes de comenzar la búsqueda, sonó mi móvil con el tono que tenía destinado para Alice.

—Hola Allie — sonreí antes de acomodarme para escuchar a mi mejor amiga.

—¡Nino Ed! — reí suavemente ante la dulce voz de mi ahijada.

—Pero si es mi preciosa muñequita ¿cómo estas preciosa?

—Miem… ¿ta nina Belli?

—No cariño, estoy en el trabajo y nina Bells está en casa con Eddie — sonreí con ternura.

Amelie era la pequeña más habladora del mundo, si sus padres estaban un poco distraídos ella tomaba el teléfono y marcaba a casa o a donde mis padres. Al conocer todos los números era capaz de llamar ella sola a donde quisiera y eso ya era un grave problema para Jazz y Allie, porque ya había realizado unas cuantas llamadas por error al extranjero y la cuenta había salido carísima.

—Pedo yo quiedo habad con nina Belli — se quejó — y tamien con Eddie.

—Amy, corazón ¿porque no le dices a mami que te llevé a casa?

—No pede, mi manito ta dumendo y mami tamien ta dumendo — eso me extrañó, Alice jamás dejaba a uno de sus hijos desatento.

—¿Y estas solita?

—No nino Ed — me contestó como si fuese obvio — papi ta en el maño — susurró despacito.

—Oh, entonces dile a papi que te lleve a jugar con Eddie — sonreí ante la mención de mi hijo.

Eddie y Amy se llevaban muy bien, a pesar de la diferencia de edad a Eddie no le importaba jugar con Amy o con Mathew que eran más pequeños, aunque he de admitir que el cariño que se tenían ambos era muy especial porque mi pequeño cuidaba mucho de Amy… era como su hermanita pequeña.

—Siiiiiiii — chilló — ¿y Pedo juga con nemo?

—Claro que si muñeca, nemo ya no está enfermo así que puedes jugar todo lo que quieras con él.

—Amy ¿con quién hablas princesa? — Escuché la voz de Jasper acercándose de a poco.

—Con nino Ed papi — escuche un suspiro exagerado y un "Estaniñanocambia" antes de volver a escuchar nuevamente a mi ahijada — mi papi quiede hablad contigo nino. Te quedo mucho mucho.

—Yo también te quiero mi preciosa muñequita.

—Hola Ed — escuché la voz Jasper un poco cansada.

—Hey Jazz ¿estás bien?

—Solo un poco cansado — suspiró — anoche pasamos una noche complicada, Lukas está un poco enfermo y no durmió nada al igual que nosotros, pero hace poco logró dormir mejor junto con Alice.

—Algo me dijo Amy de eso, pero ahora está bien ¿Cierto?

—Eso creo — suspiró — iré a tratar de que Amy tomé una siesta y así poder dormir un poco.

—Eso sería bueno Jazz — respondí — llámame en caso de cualquier cosa dale besos a Alice y al pequeño.

—Lo haré, Ed y mándale saludos a Eddie y a Bells, a ver si el fin de semana vamos a cenar o ustedes vienen.

—Se lo diré a Bella para que hable con Alice.

—Bueno hermano, cuídate.

—Tú igual, Adiós.

Era tan extraño estar hablando así con tus amigos de toda la vida.

Un día nos llamábamos para ponernos de acuerdo a que bar iríamos para beber unas cuantas copas he irnos de fiesta y de pronto hablamos de cenas en familia y del cuidado de los niños. Se sentía extraño, pero bien al fin y al cabo.

Nuevamente pensaba en retomar mi búsqueda cuando el teléfono sonó, alertándome que me necesitaban en urgencias. Me venía como anillo al dedo, necesitaba distraerme un poco antes de conocer el resultado de los exámenes y que mejor forma que hacerlo con una de las cosas que más me gustaba, con mi trabajo.

Pasaron un poco más de dos horas después de haber atendido a una chica que llegó con una fractura expuesta del radio en el antebrazo derecho, costó un poco pues la chica no estaba muy dispuesta a cooperar, pero después de administrarle la anestesia no volví a tener ninguna queja.

Eran pasadas las seis, por lo que rápidamente fui por mis cosas a la oficina y pasé por el laboratorio por los análisis.

—Buenas noches Joe — saludé al enfermero de turno.

—Buenas noche Edward — me saludó y antes de pudiera preguntar algo tenía el sobre extendido hacia mí — ya están listos los exámenes de tú esposa.

—Gracias — dije agradecido — nos vemos.

Salí rápidamente de hospital pero lamenté haberlo hecho ¿Debía abrirlo aquí o esperar a estar en casa? ¿Y si era muy grave y requería atención médica urgente? ¿Podría interpretar bien los resultados con lo ansioso que estaba?. Realmente no sabía qué hacer, así que me senté en una banca cercana a los estacionamientos a respirar profundo y tranquilizarme para tomar la mejor decisión.

Después de unos minutos y la suave brisa que extrañamente estaba circulando por la ciudad, decidí que sería mucho mejor que George viera los resultados. Con esta nueva determinación me encaminé al hospital con la esperanza de que el amor de mi vida estuviera completamente sana.

Bella POV

Estaba feliz, radiante, emocionada… no encontraba las palabras necesarias para describir lo que sentía.

Sabía que le haría mucha ilusión descubrir él mismo lo que me sucedía, ya que la primera vez ocurrió un montón de cosas terribles por planear la forma de decírselo, esta vez decidí que él fuera el primero en saberlo y de primera fuente.

Estaba embarazada.

Lo sabía, podía sentir esa pequeña vida dentro de mí.

No estaba cien por ciento segura, pero mi instinto de madre me gritaba que ese tan ansiado bebé, que tantos meses habíamos buscado, por fin estaba creciendo en mi vientre. Los síntomas no eran los mismos, es más, creo que solo los desmayos eran similares a mi embarazo anterior. Y digo desmayos porque el de anoche no fue el primero, no le había comentado esto a Edward porque no quería asustarlo, pero mi suegra y Rose me advirtieron que si no hablaba pronto con él, le dirían ellas. Al parecer, ambas olvidaron los síntomas que tenía cuando estaba esperando a mi pequeño pedacito de vida.

Así que aquí estaba, sentada en un parque cerca de casa viendo como mi bebé, quien crecía cada día un poco más, jugaba con algunos niños que había en el parque.

Eddie estaba tan precioso, cada día se parecía más a su padre, con el mismo encanto y la misma personalidad sobreprotectora. Viéndolo jugar me convencía que el dejar de trabajar había sido la mejor idea que tuve en mucho tiempo.

—Mami, mami — llegó corriendo mi pequeño hacia donde estaba.

—¿Qué pasó amor? — se sentó a mi lado, dejando su cabeza en mi regazo y colocando sus piernas a lo largo de la banca.

—Nada, quería estar contigo — se acurrucó mejor, mientras comenzaba a acariciar su cabello.

Eddie era sumamente cariñoso conmigo, siempre que podía me daba muchos besos y abrazos sin avergonzarse de que la gente lo viera. Debía aprovecharlo pues no sabía si en algunos años más seguiría siendo así.

—Mami — me llamó, lo observé atentamente mientras se movía para ver su carita — ¿Tú me quieres?

—Claro que si bebé— murmuré mientras besaba su frente y acariciaba suevamente su mejilla — ¿Por qué lo preguntas?

—Es que… yo… — suspiró, al parecer no quería compartir sus pensamientos conmigo — es que ¿Cuándo voy a tener un hermano, así como Amy?

Esa pregunta me dejó fuera de lugar momentáneamente.

—¿Quieres un hermano? — le devolví la pregunta.

—Yo… no sé — susurró muy despacio.

—¿Qué ocurre Eddie? — me senté mejor y conseguí que se sentara en mi regazo para abrazarlo mejor — ¿Porque te pusiste triste?

—Es que yo quiero un hermano o hermana — murmuró mientras sus ojitos se llenaban de lágrimas — pero no quiero que papi y tú me dejen de querer — al decir eso una pequeña lagrimita cayó por su mejilla.

No me gustaba ver a mi pequeño así, y mucho menos me gustaba saber que él pensará que algún día lo iba a dejar de querer, me dolía el pecho de tan solo imaginarlo siquiera. Así que antes de aclararle cualquier cosa, lo abracé fuertemente, besando su cien en repetidas ocasiones y dejando que los sollozos salieran del pequeño cuerpo de mi hijo.

—Mi amor — murmuré mientras secaba mis propias lágrimas — yo te amo, te amo más que a mi vida, más de lo que amo a papi y a los abuelos. Eres lo más importante y lo más valioso que mami tiene y jamás, jamás voy a dejar de amarte como lo hago. Cuando tengas a tu hermanito, lo voy a amar de la misma forma en que te amo a ti, porque mi corazón es muy grande y tiene amor para todos.

—Pero… ¿y mi papi?

—Eddie, papi tampoco te va a dejar de amar — acuné a mi pequeño entre mis brazos y nos mecí tranquilamente a ambos — ¿Me crees cuando te digo que te amo demasiado? — Asintió pasando sus bracitos por mi cuello, aferrándose más a mí— eso me parece mejor — sonreí.

Me dolía un poquito pensar que Eddie no pudiese querer al bebé que ya estaba en mi, sabía que los celos estarían presentes y que tendríamos muchos problemas con el pequeño consentido de la casa. Solo rogaba a Dios que las cosas no fueran tan difíciles y que Eddie amara tanto a este bebé como yo y su papá lo amábamos a él.

—Ya es hora de ir a casa, amor — susurré en su oído logrando que un par de risitas salieran de sus lindos labios — así me gusta, que este contento y feliz.

—Te quiero mucho mami — me volvió a abrazar con fuerzas, luego lo llevé en brazos hasta el auto.

—Bebé — lo llamé después de acomodarlo en su sillita — ¿Te gustaría tener un hermano o hermana?

—Siiiiiii — chilló emocionado, al parecer había olvidado completamente su miedo. Era una de las grandes ventajas de ser niño — pero primero quiero una hermana y después un hermano.

—¿Dos hermanos? — pregunté asombrada mientras tomada dirección a casa de mis suegros.

—Sip, así tengo muchos hermanos con quien jugar — sonrió.

Reí alegremente mientras me abría paso por las ya oscuras calles de Seattle, al parecer la hora había pasado un poco rápido, había perdido la noción del tiempo.

Esa misma tarde decidí que Eddie pasaría la noche con sus abuelos, y claramente ambos estaban felices de pasar tiempo con el mayor de sus nietos. Había preferido pasar esta noche a solas con mi esposo, tanto si teníamos que celebrar o si mi presentimiento era equivocado y tenía alguna extraña enfermedad.

Llegué a casa pasadas las ocho de la noche y el automóvil de Edward ya estaba estacionado en la cochera, pero extrañamente las luces de la casa estaban completamente apagadas.

—Qué extraño — murmuré antes de Salir de la seguridad de mi automóvil y dirigirme a mí, aparentemente, solitaria casa.

Al entrar, me recibió el silencio poco habitual. Encendí la luz de la sala y la del recibidor, a decir verdad me daba un poco me miedo todo lo que estaba pasando.

—Ed, amor ya estoy en casa — llamé mientras comenzaba a caminar a la cocina.

—¿Edward? — Volví a llamarlo por si estaba en el patio, pero al parecer no había nadie — ¿Dónde diablos esta mi esposo? — suspiré.

Seguramente salió un momento a caminar o a casa de sus padres a pie, eso era algo que solía hacer cuando tenía un mal día en el trabajo. Así que, resignada, me encaminé a nuestra habitación para ponerme mi pijama y comenzar a preparar la cena, pues al parecer mi lindo esposo o no retiró los exámenes o todo está normal en mí y el lindo bebé que ya estaba imaginando en mi cabeza aún no existía.

Ese pensamiento inmediatamente me volvió sumamente triste, yo ansiaba quedar embarazada de nuevo y tener otro hijo de Edward. Desde hace seis meses decidimos que habíamos disfrutado suficiente de nuestra pequeña familia y que ya era tiempo de ampliarla, así que nos pusimos a trabajar en ello arduamente y en cada test que me realizaba la decepción me embargaba cuando salía negativo. Me estaba comenzando a desesperar, yo quería estar embarazada, quería que Edward viviera la experiencia completa conmigo y quería que Eddie tuviera un hermanito.

Respiré profundo limpiándome las lágrimas, no me hacía nada bien alterarme de esa forma.

Cuando entré a nuestra habitación observé que la luz del baño estaba encendida, así que Ed si estaba en casa.

—¿Edward? — Llamé a la puerta — ¿Estás bien amor?

—Estoy bien mi vida — su voz se escuchaba extraña, un poco entrecortada — salgo en un momento cariño.

Encogiéndome de hombros fui al armario a buscar mi pijama como todos los días lo hacía, pero antes de siquiera llegar al armario escuché que la puerta del baño se abría y me dispuse para ir a besarlo como todos los días lo hacía después de llegar del trabajo. Pero me sorprendí completamente cuando vi a mi esposo.

—¿Edward? — Lo observé de pies a cabeza — ¿Qué es eso?

—¿Esto? — señalo esa cosa que tenía.

—Sí, eso.

Se me hacía sumamente extraño que Edward apareciera con una camiseta gigante, la cual cubría una pelota o mucha ropa que había sobre su estómago. Se vería completamente gracioso si estuviéramos en otra situación, pero ahora mismo estaba un poco preocupada por su salud mental.

—¿No te imaginas que puede ser? — Me sonrió y sus ojos brillaban excesivamente.

—Cariño — me acerque a él y toque su frente — ¿Te sientes bien?

—Maravillosamente bien, amor — tomó mi mano y la beso delicadamente antes de ponerla en… la cosa que tenía en su estomago.

—No entiendo Edward — dije tratando de sacar mi mano de allí, pero no me lo permitió — ¿Qué esta…

De pronto la comprensión llegó a mí… no podía ser… eso que Edward tenía… ¡Oh por Dios!

—Yo… Ed… — mis ojos se llenaron de lágrimas al igual que los de Edward — ¿Es… es lo… lo que estoy… pensando?

Sentí que una enorme sonrisa comenzaba a brotar por mis labios, al igual que en los de Edward, mientras las lágrimas desaparecían de sus grandes ojos.

—Amor… — ya no pudo decirme nada más, aunque asintió enérgicamente antes de aclararse un poco la garganta — ¡ESTAMOS EMBARAZADOS! ¡VAMOS A SER PAPÁS!


CORAZONES DE MI VIIIIIDA!

¿Cómo están hermosas? espero que esten todas muy bien :D

¿Qué les pareció?... espero como siempre su sincera opinión y quiero agradecerles muchísimo el review's por el outtake de "Aprendiendo a ser padre". Las quiero a todas desde lo más profundo de mi yo!

Nos estamos leyendo!

Rommy