Muy bien. Capítulo final, algo diferente a los anteriores. Os recomiendo que al terminarlo leáis las notas finales. Gracias por todo.

Disclaimer: Kishimoto, todos los personajes son tuyos ¡bastardo egoísta!

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"Decirte adiós fue lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida y no lo volveré a hacer"

Noches de tormenta

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Naruto se revolvió el pelo mientras paseaba incesantemente por todo el despacho. Shikamaru, Neji y Kakashi lo observaban sin decir nada a la espera de algún comentario.

— ¡Se supone que ahora vosotros me dais vuestra opinión! —gritó el Hokage pateando una pila de libros que se encontraba en el suelo.

—Las cosas no están para pensar demasiado Naruto — Kakashi sonó aburrido y Shikamaru no podía culparlo ¿es que aquella mierda iba a perseguirlos por el resto de sus vidas?—recibiremos a los ninjas de la Nube y trabajaremos todos juntos desde ahí.

—Ya hace tres meses del ataque al Raikage, es normal que se esté impacientando. No hemos conseguido ni una sola pista nueva—la acotación de Neji solo consiguió que otro montón de libros fuese el siguiente blanco de la rabia del Uzumaki.

—Genial—masculló—¿y por qué nos mete a nosotros en este lío?

—No nos metió nadie o ¿has olvidado que ya estábamos en esta misión problemática desde el principio?

—Está bien, está bien. Conseguid algún lugar agradable para la estancia de los shinobis del Raikage y en cuanto estén aquí veremos lo que haremos.

Los tres hombres asintieron pero tan solo los dos más jóvenes abandonaron el lugar.

—Mierda—chasqueó Shikamaru mientras intentaba encender un cigarro al abandonar la torre—y ahora ¿dónde conseguimos un maldito lugar para ellos?

—Hinata-sama ha ofrecido su casa.

La declaración de Neji lo tomó por sorpresa. Es cierto que Hinata estaba independizada desde mucho antes de que él regresase de Suna, pero su casa continuaba dentro del recinto de los Hyûga y meter allí dentro a ninjas de la aldea que años atrás la había secuestrado no le parecía una candidata a mejor idea del año.

—¿En qué estaba pensando?

—Darui es uno de los hombres que vienen en el escuadrón.

—Sí ¿y qué?

—Hinata-sama y él son bastante cercanos desde nuestra estancia en la Nube hace año y medio.

No necesitaba más información para comprender la invitación de Hinata. Criada en el respeto y los buenos modales, estaba claro que sería la primera en querer darle una estancia agradable a un amigo.

Lo que si resultaba nuevo para él era esa relación estrecha que al parecer existía entre el hombre del Raikage y su reciente novia. A lo que había que añadir que ni siquiera él había estado en la casa de la Hyûga por la decisión – que ambos habían tomado – de llevar las cosas con discreción. Les había parecido lo más lógico después de su reciente llegada tras romper una relación y porque las cosas ya eran lo suficientemente complicadas sin añadirles la presión del entorno. Si bien no era un secreto de estado que eran algo más que amigos, tampoco estaban publicándolo más allá de lo necesario.

Aún así – y pese a todo – no podía evitar sentir cierta sensación de molestia. ¿Podía un hombre que pertenecía a una aldea que era enemiga natural del clan Hyûga pasar varios días en casa de Hinata, pero él no iba allí ni para tomar un té?

Era ridículo y estúpido. Y a Shikamaru no le sentaba nada bien esa pequeña vocecita al fondo de su cabeza sugiriéndole que simplemente estaba celoso.

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Entre el ruido de pasos mezclado con los murmullos de las conversaciones de los líderes de los clanes que abandonaban la sala de reuniones, Hinata oyó una voz dirigida a ella.

—Oí que serás la anfitriona de los ninjas de la Nube.

Ino había sido la acompañante de su padre en la reunión celebrada unos minutos antes y era la única que parecía no tener prisa por salir de allí para regresar a su vida cotidiana. En su lugar ayudó a Hinata a ordenar el lugar mientras se vaciaba.

—Los barracones shinobi están en reformas y al tratarse de una visita de un aliado las normas estipulan darles un cobijo digno.

—¿Y qué opina tu padre?

—Nada. Le informé como mandan las normas del clan, pero soy libre de prestar mi hogar a quien desee.

—O sea, que no está contento.

Hinata sonrió culpable. Arreglaron el lugar en un cómodo silencio, solamente interrumpido para despejar ciertas dudas de la colocación de algunos objetos o pergaminos por parte de Ino. En algún momento la Hyûga notó las escurridizas miradas que la rubia parecía enviarle y pensó que tal vez la ayuda escondía algún objetivo oculto.

Acabaron con el trabajo y salieron del lugar paseando con cierta calma.

—El tiempo empieza a ser algo más frío. ¿Te apetece tomar un té? —aunque la invitación había sonado absolutamente casual algo en el interior de Hinata sabía que había algo más ahí.

—Claro.

Llegaron a una vieja casa de tés que, aunque no tenía mucha fama, era un lugar habitual para ellas y sus amigas. Pidieron sus bebidas habituales y esperaron a ser servidas, una vez que las calientes tazas estaban en sus manos Ino fue directa al grano.

—¿Conoces las normas sobre las relaciones entre miembros de distintos clanes?

Hinata ladeó la cabeza.

—Más o menos—pensó unos instantes—hay algunas comunes. Como la de que – a no ser que haya algún tipo de acuerdo – el clan del hombre prevalece sobre el de la mujer. Pero al final entre las costumbres de unos y las leyes de otros todo acaba siendo un lío. ¿Por qué?

—Bueno, Neji es un Hyûga—Hinata sonrió ante la obviedad—y no te ofendas, pero tu clan no se caracteriza por ser muy flexible.

—Padre sabe que estáis juntos y no ha puesto ninguna pega. N-no estoy muy orgullosa de nuestro historial y nuestras normas anticuadas, así que entiendo lo que quieres decir Ino-chan.

—Pero ¿ y si el problema no fuera el estar juntos sino algo más? — Ino estaba empezando a actuar nerviosa mientras que la preocupación de Hinata iba en aumento. Ella no era una chica que le gustara presionar ¡por el amor de dios! Ella misma podía desmayarse bajo mucha presión, pero si Ino no le decía pronto que sucedía Hinata explotaría.

—¿Q-qué pasa? Estás asustándome.

—Si yo tuviera un hijo, aunque no estemos casados, sería un Hyûga ¿verdad?

—¿E-estás…?

—Responde, por favor.

Hinata intentó ordenar las ideas de su cabeza que parecían ir en mil direcciones distintas mientras recordaba el protocolo Hyûga para estos casos.

—Bueno, Neji-nisan tendría que reconocerlo. Si no lo hiciese él sería miembro de tu clan, excepto en el caso de que heredara el Byakugan que, con reconocimiento de Neji o no, sería un Hyûga.

—Se le aplicarían las normas Hyûga ¿no?

—Si.

Una sombra cruzó la mirada de Ino. Hinata soltó la taza que tenía en la mano y alcanzó la de Ino entrelazando sus dedos.

—¿Qué está pasando Ino-chan?

—No puedes contárselo a nadie—Hinata asintió mientras le daba un apretón para inculcarle fuerzas—estoy embarazada.

A estas alturas Hinata ya había llegado ella sola a esa conclusión, lo que no entendía era toda la conversación previa.

—Neji-nisan…

—Él no sabe nada aún. Quiero que siga siendo así, por favor.

—Está bien. Entiendo que no lo estabais buscando y es una sorpresa pero… ¿p-por qué pareces tan asustada?

—Van a marcarlo.

—¿Eh?

—¡Tu estúpido clan marcará a mi hijo, Hinata! ¿no lo entiendes?

Y la razón cayó como un balde de agua fría sobre ella. Soltó la mano de Ino, avergonzada de repente de su propia sangre. Quería decirle que ellos no iban a hacerlo, pero no sería más que una estúpida mentira.

Ino continuó mordiéndose su labio inferior para tragarse los sollozos de rabia que luchaban por huir mientras Hinata era absolutamente incapaz de mirarla. Finalmente Ino se despidió cordialmente y abandonó el local. Ella se quedó allí sola por unos minutos más, enfadada consigo misma. ¿Qué estaba haciendo?¿De qué había valido la pena tanto sacrificio, tantos duros entrenamientos si ahora no podía ayudar a una amiga y al hombre que era como su hermano?

Como un resorte se puso en pie y dejó dinero sobre la mesa mientras salía corriendo en la dirección que Ino había tomado.

Cuando la alcanzó la agarró fuertemente del brazo haciendo que la chica se sobresaltase y por un microsegundo tomase una posición defensiva, que abandonó al ver a la Hyûga.

Hinata se puso frente a ella y apoyó sus manos sobre los hombros de la otra mujer.

—No dejaré que eso pase. Nadie va a tocar un pelo de ese bebé Ino-chan—puso delicadamente una mano sobre la barriga plana de la Yamanaka—no sé cómo voy a conseguirlo aún. Pero es una promesa.

Ino miró los confiados ojos de Hinata que brillaban con tenacidad y sinceridad. Asintió con la cabeza incapaz de pronunciar nada mientras sonreía ligeramente.

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Shikamaru llegó al punto de encuentro para su cita con Hinata cinco minutos antes de lo previsto, pero aún así ella ya estaba allí. Por su mirada concentrada – y el hecho de que ni notó la presencia de Shikamaru – se dio cuenta de que llevaba allí bastante tiempo.

—Hinata.

Alzó la vista sorprendida, como si hubiese olvidado por completo que estaba allí para encontrarse con alguien. Inmediatamente mudó sus facciones y le dedicó una sonrisa.

—Lo siento. Estaba con la mente en otro lugar.

—Lo he notado—Shikamaru se dejó caer sentado al lado de ella—¿Qué es lo que te tenía tan abstraída?

La vio morderse el labio mientras miraba al cielo con disimulo, evitando su mirada.

—Unm. No es nada en realidad. Trabajo y esas cosas.

—Pensé que últimamente tenías menos carga de trabajo—insistió. Ya era problemático que no pudiese dejar de pensar en la revelación de Neji de aquella mañana, añadir que estaba claro que Hinata le ocultaba algo mientras le mentía, poco efectivamente, no ayudaba mucho.

—S-si, supongo. Simplemente no puedo sacarlo de mi cabeza—una pobre sonrisa salió de sus labios.

—Neji me dijo que alojarías a los ninjas de la Nube—el comentario salió mucho antes de que Shikamaru pudiese retenerlo.

—No es así.

—¿Qué?—incluso él notó el leve haz de esperanza e ilusión en su voz. Hinata lo miró ligeramente confusa.

—Bueno, iba a hacerlo pero finalmente solo Darui-kun se quedará en mi casa, otros clanes hospedarán a los demás, no sé quien sugirió que sería lo más adecuado—encogió sus hombros, quitándole absoluta importancia.

Y Shikamaru no quería dársela tampoco, pero maldito fuera si ahora mismo no se estaba mordiendo el interior de la boca para mantenerse callado. Tenía que calmarse, actuar como un imbécil celoso solo conseguiría que Hinata se pusiese a la defensiva, bastante tenían ya con acostumbrarse uno al otro y olvidar toda la mierda del pasado, como para añadir un ataque de celos.

—¿Estás bien?

—Si.

Hinata lo miró con desconfianza pero dejó ir el tema. Mientras conversaban sobre temas banales Shikamaru notó como ella volvía de nuevo a estar sumergida en su propio mundo ligeramente. No podía culparla. No cuando él no dejaba de imaginarse diferentes escenarios – cada uno más rocambolesco – de su novia con su futuro inquilino provisional.

—Shikamaru.

—¿Hnm?

—Si tú y yo nos casáramos, yo tendría que renunciar a mis derechos como líder sobre el clan Hyûga—Hinata había estado investigando y tanto el clan Nara como el Hyûga coincidían en darle predilección a los derechos del marido. Eso le había molestado un poco, en realidad. Pero se había dado cuenta de que suponía cierta ventaja en lo que estaba planeando.

—Si, supongo. Pero es un poco pronto para preocuparnos por cuestiones tan problemáticas, mujer.

Hinata se mordió el labio pensando en cómo decir lo siguiente. No tenía derecho a revelar el secreto de Ino, aparte de que le había hecho una promesa.

—Lo cierto es que—tomó aire—m-me vendría bien decirle a mi padre que…que nosotros…que nosotros estamos prometidos.

Shikamaru giró la cabeza de golpe. ¿Qué diablos? ¡Hinata se había vuelto loca!

Ella estaba absolutamente sonrojada con la vista estudiadamente perdida, lejos de los ojos de Shikamaru.

—¿Qué estás diciendo?—la pregunta sonó totalmente cargada de ira—¿Qué fue del 'vamos a llevar las cosas con calma y discreción'?

—Y-yo no estoy diciendo que tenemos que casarnos ya —el tartamudeo se hizo presente al tiempo que el Nara dejaba salir un suspiro irónico—pero si le decimos eso a mi padre lo nuestro será oficial.

—¿¡Y qué!?—espetó el hombre, que no entendía ni lo más mínimo. ¿Cómo cojones habían llegado a esa conversación?

—Según las normas Hyûga cuando un compromiso se hace oficial ante el líder yo pasaría a pertenecer a tu clan y…

—¿Es por eso? Por librarte de tu clan.

Hinata, a pesar de que veía normal que Shikamaru estuviese actuando de aquella forma irónica y cínica, lo miró algo ofendida.

—No. Pero eso me obligaría a renunciar a mi futuro puesto de líder y estaría en mis manos elegir el siguiente.

Shikamaru se puso en pie sorprendiéndola.

—A ver si lo entiendo. A penas somos capaces aún de estar unas horas a solas sin que la mierda del último año salga a relucir y tú quieres plantarte delante de Hiashi para decirle que estamos prometidos, sólo para librarte del peso de liderar el clan. ¡No es problemático, es ridículo!

Hinata se levantó también.

—Ahora no lo entiendes pero…

—¡Claro que no lo entiendo, mujer!—la mujer dio un paso hacia atrás al notar la atípica ira fluir de Shikamaru—¡Igual que no entiendo porque mientras yo tengo que verte en este estúpido rincón perdido, un tipo de otra aldea va a dormir en tu casa los próximos días!

La Hyûga tuvo que pensar un momento para ubicar el nuevo tema.

—¿Darui-kun? Somos amigos, no entiendo.

—Yo tampoco entiendo nada, Hinata. Pero está claro que si no podemos ni siquiera entendernos en esto, no estamos ni remotamente preparados para anunciar un compromiso que además es absolutamente inexistente.

—Pero es importante para mí.

—Dime por qué.

Hinata bajó la cabeza.

—No puedo.

—Muy bien. Por muy problemático que sea lo entiendo. Tampoco es tan extraño que no confíes en mí.

—Eso no es justo Shikamaru-kun. Confío en ti, pero no puedo compartir esto contigo aún.

—Compártelo con Darui entonces.

Y aquello fue como una cruel bofetada para Hinata que retrocedió un paso.

—Retíralo.

—¿Por qué? Pareces compartir más cosas con él que conmigo.

Shikamaru escuchó a sus celos – y enfado irracional – hablar por él, pero no tenía ganas ni quería detenerlo.

—Parece que la falta de confianza no es de mi parte.

La voz de Hinata salió tan plana que podría haber sido pronunciada por el mismísimo Neji si no fuera por el tono claramente femenino.

—Tendrás que disculparme si pensar en ambos solos en una misma casa me resulta problemático, mujer— ironizó.

Vio a Hinata agacharse y recoger el pequeño porta-armas que había dejado a su lado.

—No he estado con nadie desde la misión en donde herí mi pierna—pasó a su lado sin mirarle—ambos sabemos que tú no puedes decir lo mismo.

Shikamaru chasqueó la lengua y se frotó las sienes.

—Vale. Lo siento. Eso fue…

Hinata levantó la mano haciéndolo callar.

—Me las arreglaré sola Shikamaru-kun.

Se marchó dando zancadas rápidas bajo la atenta mirada de - aún un frustrado - Shikamaru, que aunque no entendía nada y sabía que el último reproche había estado fuera de lugar, no pensaba que debía sentirse mal. ¿Qué pasaba con Hinata? Se supone que iban a trabajar juntos en su confianza y su valor para enfrentar las cosas y lo primero con lo que le venía era con una enorme petición cargada de misterios. Qué problemáticas eran las mujeres, joder.

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A la mañana siguiente, después de finalizar el entrenamiento para el que habían quedado, Kiba la miraba con una ceja alzada.

—Os encantan los dramas a vosotros dos ¡eh!

—Kiba-kun.

—Vale, vale. Pero por muy de acuerdo que esté contigo en el hecho de que Shikamaru fue un imbécil con lo de Darui de la Nube, no puedo decir lo mismo de lo del compromiso—Kiba alzó una ceja—en serio, Hinata. ¿Qué mierda de petición es esa?

Ella suspiró. Vale, admitía que si alguien le viniese con el mismo rollo a ella también habría alucinado en colores al tiempo que se sentía ofendida. Pero ¿no podía Shikamaru darle un voto de confianza? Se suponía que estaban trabajando en eso e Hinata deseaba desesperadamente tener la clase de relación en la que ninguno de los dos necesitase hacerse grandes cuestiones y dramas para confiar ciegamente en el otro.

—Lo sé.

—Tampoco vas a contarme a mí de que va todo este rollo ¿verdad?

Tuvo que suspirar resignada mientras se frotaba la cara.

—No puedo—gimoteó—ojalá pudiera.

—Está bien—Kiba sonrió mostrando los colmillos—sea lo que sea se solucionará, ya lo verás. Y sobre Shikamaru; si yo fuera tú lo buscaría y bueno…haría cualquier cosa porque me perdonase.

—Pero…

—¡Hey! Soy Inuzuka Kiba y mi experiencia en relaciones serias se reduce a la que mantengo con Akamaru—el amigo canino ladró— pero no sé, da igual que técnicamente no hayas hecho nada. Ve allí y arrástrate, ruega, llora o alega enajenación mental. Pero, por favor, no vuelvas a ser la misma de antes de que volviera de Suna.

Hinata le sonrió. Pese al tono jocoso y bromista de su amigo, sabía que había una preocupación real.

—Supongo que haré eso Kiba-kun, pero primero tengo que recibir a los ninjas del Raikage.

—Ve. Shikamaru puede sentirse miserable durante un ratito más—rió.

Le dio a la cabeza al escuchar la broma de Kiba dejando escapar una ligera sonrisa al tiempo que aceleraba el paso hacia su destino.

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Aunque estaba cien por cien seguro de que su noche de insomnio había sido una absoluta mierda, se replanteó si lo suyo no habría sido nada más que algo pequeño en cuanto vio la cara de Ino.

Estaba absolutamente pálida con unas ojeras tan oscuras que marcaban sus ojos como dos sombras.

Se apoyó en el mostrador de la floristería sin dejar de mirarla.

—¿Qué te pasa problemática? Tienes una cara espantosa.

—Nada. Sólo estoy cansada.

El hecho de que su comentario no se hubiese ganado un enorme grito típico de su mejor amiga acompañado de un intento de golpe, confirmó que algo sucedía allí. ¿Qué jodidos pasaba con el mundo? ¿Por qué todas las mujeres parecían actuar como extraterrestres últimamente?

—¿No deberías estar recibiendo al escuadrón de la Nube?—el comentario de Ino lo devolvió al presente.

—Tsk. Neji fue en mi lugar—demasiado cansado – y asustado ¿por qué no? – para enfrentar a Hinata tan pronto, le había pedido al Hyûga que lo sustituyera.

—Oh.

—Hinata también estará allí.

—¿Por qué suenas tan molesto?—interrogó su amiga—Dime que no has hecho nada que hiriera a Hinata.

—¿Por qué tengo que ser yo el malo automáticamente?—Ino alzó una ceja escéptica— Vale. Discutimos ayer, pero en mi defensa diré que no fue todo mi culpa.

—Cuéntame que sucedió—Ino se sentó en un taburete alto al otro lado del mostrador de venta.

—La versión corta. Yo dejé que mis celos me dominaran como si aún tuviese catorce problemáticos años y ella hizo una petición de lo más extraña que se negó a explicar.

—¿Celos, de quien?

Shikamaru rodó los ojos.

—De Darui, pero no quiero hablar de eso problemática.

—Eres un idiota.

—Si, si. ¿Podemos dejarlo?

—Has dicho algo de una petición extraña ¿qué fue?

Shikamaru sopesó el compartir aquello. No estaba muy seguro de que fuera correcto, pero dado que se había pasado toda una noche en vela intentando encontrarle el sentido pensó que no le vendría mal una visión externa.

—Hinata quería que le dijésemos a su padre que estábamos prometidos.

Ino frunció el ceño.

—¿Por qué querría eso?

—¡No tengo ni idea! Dijo algo sobre que así renunciaría a sus derechos como líder y el consejo tenía que dejarle elegir quien la sustituiría—al escuchar eso, Ino abrió los ojos sorprendida—ya te dije que no tenía ningún sentido.

—¡Lo tiene!

—¿Qué?

Vio como Ino se bajaba del taburete para ponerse frente a él. Lo agarró del chaleco zarandeándolo.

—Hinata va a abdicar en Neji.

—¿De qué estás hablando problemática?—maldito fuera si estaba entendiendo algo. Y ¿por qué Ino se veía de repente tan feliz y relajada?

—Ella va a renunciar a sus derechos sobre el clan para dárselos a Neji para que no marquen a nuestro bebé.

—¿Qué bebé Ino?¡Mierda, no entiendo nada!

—Estoy embarazada, maldito idiota. Hinata está protegiendo a mi hijo como me prometió.

Durante unos segundos fue demasiada información para procesar. Cuando logró hacer un cuadro ordenado en su mente de lo que estaba sucediendo, sus palmas comenzaron a sudar.

—Espera, estás diciéndome que ella solo intentaba ayudarte. ¿Por qué mierda no lo dijo desde el principio?

—Le hice prometerme que no diría nada a nadie. Ella realmente…¡es increíble! Va a renunciar a todo para salvar a un bebé que ni siquiera ha nacido.

—Joder. Mierda. Maldición—Ino miró a Shikamaru sorprendida de oírle maldecir tanto—yo fui un completo imbécil ayer.

—Entonces tienes suerte de que estemos hablando de Hinata—los dos amigos giraron la cara hacia la puerta en donde Kiba sonreía—yo venía a sacarte la mierda y amenazarte con una muerte sucia si hacías que Hinata volviese a ser la misma que cuando te fuiste a Suna, pero supongo que ya no es necesario.

—¿Qué eres tú? ¿Un matón a sueldo?—gruñó Shikamaru algo frustrado con toda la situación.

Kiba se encogió de hombros.

—Supongo que debo felicitaros a ti y a Neji—comentó mirando a Ino que se sonrojó.

—Gracias pero os agradecería que no dijeseis nada aún. A este paso Neji será el último en enterarse de que va a ser padre.

Shikamaru reaccionó en ese momento a la información.

—¡Maldición! Con todo este lío pasé por alto que acabas de decirme que estás embarazada, problemática.

La mujer rió golpeándole un hombro.

—Está bien, no estás en tu mejor día. Quizá deberías ir a buscar a Hinata. Ya celebraremos lo de mi maternidad cuando encuentre el valor para contárselo a Neji y a mi padre.

Kiba y Shikamaru rieron ligeramente. El último abandonó la floristería prometiendo que la vería de nuevo ese día.

Por la hora que era Hinata ya no estaría en la entrada de la aldea, lo que reducía los posibles lugares a la Torre del Hokage y su casa. Sabía – porque había sido convocado para estar presente – que Naruto recibiría a sus visitantes por la tarde, lo que hacía que sus posibilidades se redujeran a una. Suspirando con resignación avanzó hacia el recinto Hyûga. Iba a ser una extraña mañana.

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Hinata dejó a Darui acomodar sus cosas en la habitación libre que tenía. El hogar que ocupaba desde hacía un año no era más que una pequeñita casa de planta baja al más puro estilo japonés tradicional. Incluía una sala comunicada con la cocina y dos habitaciones con sus respectivos baños. Era pequeña, pero acogedora.

Además le gustaba la historia que tenía. Aquella pequeña casita había sido el techo de su madre durante el tiempo que transcurrió entre su compromiso con su padre y el día de la boda. Según la antigua tradición Hyûga, cuando dos miembros del clan decidían unirse la mujer pasaba ya a la protección del marido, pero aún no se le permitía vivir bajo el mismo techo – al menos antiguamente – así que ese lugar había sido el hogar de su madre.

Mientras colocaba dos tazas de té acompañadas de unas galletas que había horneado en su noche de insomnio Darui regresó de acomodarse.

—Gracias por todo, Hinata. Una posada hubiese bastado.

—No es necesario. Los clanes tenemos lugar de sobra para alojar a tres hombres. Bebe, es té de hierbas.

—Gracias, estoy congelado. Hemos encontrado nieve por el camino—observó a Hinata sobre el borde de la taza—mi mal aspecto tiene una razón, llevo días viajando y no he tenido un buen descanso desde que atacaron a Raikage-sama. ¿Cuál es tu excusa?

El sonrojo de Hinata y su sonrisa culpable hicieron a Darui elevar una ceja. Es cierto que personalmente no se habían visto más que unas cuantas veces desde que se conocieran, pero habían mantenido un contacto fluido por cartas. A él le parecía fascinante las formas de entrenamiento del control del chakra del Clan Hyûga y ese había sido un punto de partida para sus varias cosas en común.

—Trabajo y algún problema personal.

—¿Nara Shikamaru?

Hinata abrió los ojos algo avergonzada mientras carraspeaba incómoda.

—Sólo en parte. Necesito renunciar a mi puesto como futura cabeza del clan.

Darui se atragantó.

—Pensé que habías tardado años en que te reconocieran para eso ¿por qué diablos renunciarías ahora?

—Por qué probablemente será la única forma de ayudar a alguien importante, creo que también serviría para hacer avanzar un poco al clan. Además, seamos sinceros —le dedicó una sonrisa tímida—no tengo ni un hueso de líder en mi cuerpo, Darui-kun.

—Entonces simplemente le dirás a tu padre que renuncias.

—No. Si renuncio de propia voluntad, sin ninguna razón, mi puesto pasará a Hanabi. Ella sería una buena líder, estoy segura, pero no la que necesito ahora. Tengo que encontrar una razón dentro de lo legal por la que yo no pueda liderar, de esa forma el puesto seguiría siendo mío por lo que sería mi absoluto derecho elegir mi sustituto.

—Suena complicado—Hinata suspiró al oírlo—¿alguna idea?

—Tenía una—sonrió culpable—pero salió terriblemente mal y ahora tengo que añadir una nueva preocupación a mi lista.

—Y ahora volvemos a Nara. Por eso yo no tengo una novia, demasiado complicado.

A pesar de las preocupaciones eso hizo a Hinata reír justo cuando algo golpeteaba su puerta.

—Adelante.

Un Hyûga, que Hinata reconoció como una de los encargados de la seguridad en la entrada, hizo aparición con una exagerada reverencia. Darui la miró con gracia y ella se sonrojó.

—Hinata-sama hay alguien que quiere verla. Pensé en informarla antes de dejarlo pasar ya que no dijo que esperaba visita y él no se encuentra entre sus acompañantes habituales.

—Está bien. Puedes dejarle entrar. ¿De quién se trata?

—Soy yo.

Hinata miró hacia la puerta justo detrás del hombre de su clan, Shikamaru esperaba con sus manos en los bolsillos sin cruzar el marco de entrada.

—Oh. E-está bien—miró hacia el encargado de la seguridad sin recordar su nombre debido a la sorpresa—puedes retirarte. Gracias.

El eficaz chico desapareció, no sin antes pedirle a Shikamaru sus datos para incluirlo en el registro de visitas.

—Sí que sois estrictos con la seguridad por aquí—comentó sin mucho sentido.

—Padre es muy obsesivo con eso. La protección es su mayor preocupación—Hinata agradeció el tema neutral mientras alcanzaba otra taza para servirle té a su visitante sorpresa.

—Después de lo sucedido con la Nube hace años, no se puede culparlo—en el momento que eso salió por su boca quiso retirarlo. Mierda. Se supone que iba ahí para arreglar las cosas con Hinata, no para comportarse como un imbécil celoso y atacar al inquilino de su novia.

—Uh-oh amigo—habló Darui alzando las manos—yo no…

—Déjalo Darui-kun—colocó la taza, con más fuerza de la necesaria, delante de Shikamaru—Shikamaru piensa que por qué vas a dormir bajo mi techo también lo harás bajo mis sábanas.

Tanto Shikamaru como Darui giraron sus caras hacia Hinata altamente sorprendidos por la afirmación, nada propia de ella. En realidad, la misma Hinata estaba alucinando con su reproche. ¿De dónde salió eso? ¿Y por qué se sentía tan malditamente bien tener el valor para decir lo que pensaba sin preocupaciones? Quizá estaba mejorando en eso de no ser una cobarde. Aunque sería mucho mejor si ahora mismo no estuviese muerta de vergüenza deseando que la tierra la tragase.

Shikamaru suspiró.

Touché. Me merezco eso—sonrió ligeramente e Hinata se encontró respondiendo al gesto.

Darui suspiró revolviéndose el pelo.

—Creo que es mi momento para irme—vio al intención de Hinata de protestar—no te preocupes. De todas formas ya había quedado con Shee de juntarnos antes de nuestra reunión con el Hokage—se levantó—os veré allí supongo.

—A mi no, Darui-kun. Te veré cuando salgas.

El hombre asintió mientras se giraba desapareciendo para dejar a solas a la vistosamente incómoda pareja. Bebieron en silencio durante un buen rato.

—Hinata

—Shikamaru-kun.

Ella sonrió y él rodó los ojos al hablar al mismo tiempo.

—Hablaré yo primero, si no te importa—Hinata asintió concediéndoselo— Lo siento. Mi actitud de ayer fue problemática, no sé qué pasó conmigo. No entendía nada y lo cierto es que llevaba todo el día dándole vueltas al tema de Darui.

—Debiste habérmelo dicho—susurró Hinata.

—Lo sé, lo sé. Pero mi parte racional sabía que era una ridiculez así que pensé que podría simplemente ignorarlo—sonrió resignado—Los celos son problemáticos.

Su novia asintió.

—Sé cómo se sienten—tomó aire y resopló— Sobre lo del compromiso…

—Hagámoslo.

—¿Qué?—abrió los ojos sorprendida.

—Sé porque quieres hacerlo y me parece bien. Por muy problemático que me resulte plantarme delante de tu padre y decírselo. Mierda, él da un poco de miedo ¿Sabes?

Hinata ladeó la cabeza y se rió sonrojada. Shikamaru alzó una ceja sin entender nada. ¿Qué le hacía tanta gracia?

—T-tú no estás preocupado por formalizar algo sino por decírselo a mi padre. Él no es tan malo.

—Oh. Seguro. Pero tú eres su hija y yo el tío que quiere llevársela, sin contar que acabo de llegar de vivir con otra mujer—la Hyûga iba a replicar, él no le dejó— ¡Hey! No lo digo como algo malo, solo me pongo en su lugar. Si fuera Hiashi yo querría estrangularme, sinceramente.

Hinata se volvió de un rojo más intenso. Nerviosa, apartó la mirada antes de decir lo siguiente.

—¿Cómo sabes por qué quiero hacerlo?

—Bueno, estaba intentando tener una visión objetiva de lo sucedido ayer contándoselo a Ino y ella unió la piezas y me contó todo—se vio sorprendida—Bebé incluído.

—O-oh.

Shikamaru sonrió por la cara de sorpresa de Hinata.

—¿No dirás nada más?

—Ah, sí. Quería disculparme también.

—¿Por qué?

—No tenía derecho a pedirte algo así sin compartir contigo toda la información. Tenías razón cuando dijiste que apenas podemos pasar un día juntos sin que el pasado nos atormente y yo ya estaba haciéndote una petición enorme. Lo siento.

—Está bien.

—H-hay una cosa más—vio al hombre hacer un gesto de atención—aunque no me he dado cuenta hasta hace un momento, había una razón oculta tras mi petición.

—¿Cuál?

—E-es v-vergonzoso.

Hinata quería gritar de frustración por la vuelta del tartamudeo nervioso que la acompañaba cuando algo la alteraba.

—Hinata, sé que es problemático pero necesitamos ser totalmente sinceros para evitar cosas como las de ayer.

—Lo sé—tomó aire— Está bien. Creo que alguna parte posesiva de mí, que no conocía, quería reclamarte para mí—Shikamaru abrió los ojos sorprendido y boqueó—Y-yo quería saber que eras mío. ¡Es tonto, lo sé! Pero yo…

—No es tonto. Un poco extraño, quizá. Pero no tonto, definitivamente.

La reflexión del hombre hizo a Hinata encontrar el valor para mirarle.

—¿De verdad crees eso?

Shikamaru sonrió asintiendo con la cabeza. Hizo un gesto con la mano para que Hinata se acercase a él. Aunque sorprendida, obedeció, se acercó a donde estaba sentado y permaneció delante. Se sintió atónita cuando – de un fluido movimiento – Shikamaru la sentó sobre sus piernas.

—Hablar de estas cosas es tan problemático—suspiró pegando su nariz al pelo de Hinata—Pero de verdad lo creo. Una muy primitiva parte de mi también quiere reclamarte solo para mí.

Hinata soltó el aire de sus pulmones, comenzando a relajarse en sus brazos.

—A veces sueño que me despierto y todo esto nunca sucedió, que nunca regresaste.

—Pero lo hice y estoy aquí problemática. ¿Podemos solo disfrutarlo? Odio sentirme como si estuviésemos continuamente caminando sobre brasas con miedo de quemarnos.

—Lo siento.

—Ahora ¿por qué?

—E-eso es culpa mía en la mayor parte—Hinata lo miró forzándose a buscar el valor que se habían prometido—Y-yo creo que aún hay algo en mí que está furiosa contigo y que busca cualquier momento para salir a la defensiva. N-no me gusta… es sólo que a veces no puedo detenerlo.

—Está bien, guardártelo lo haría peor. Por muy problemático y vergonzoso que te resulte hazme saber cuándo te sientes así. Creo que será lo mejor para los dos.

Ella simplemente asintió con la cabeza. Durante un largo rato continuaron en aquella posición. Shikamaru aspiraba el ligero olor del pelo de Hinata con cada respiración y encontró aquello bastante placentero e íntimo.

Ella por su parte permanecía con los ojos cerrados disfrutando del calor corporal que desprendía el hombre, que la hacía sentirse protegida y segura de una forma absolutamente irracional.

Un ruido desde la zona de la salita de estar los hizo girar a mirar para encontrarse con un visitante. Shikamaru notó a Hinata tensarse en sus brazos sin percibir que él mismo había apretado más su agarre sobre ella.

—P-padre—se puso en pie de un salto.

—Hinata—giró los ojos hacia Shikamaru que se había levantado también—Nara.

Éste se frotó las sienes. Bueno, ahí tenía su gran oportunidad.

—Hiashi-san, lo cierto es que quería hablar con usted.

—Eso va a tener que esperar Nara. Hinata, me han pedido que como cabeza del Consejo de Clanes esté presente en la reunión del Hokage con los hombres de la Nube, quiero que me acompañes.

—C-claro, padre—observó de reojo a Shikamaru, que suspiró.

—Nos veremos allí, entonces—se despidió el de las sombras—hasta después Hinata.

Ésta asintió sonrojada viéndolo marchar. Casi agradecía la reunión de Naruto, si tenía que permanecer a solas un minuto más con su padre y su mirada traspasadora de almas, iba a desmayarse.

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El despacho de Naruto estaba demasiado lleno o, al menos, así era como lo sentía Shikamaru. ¿Por qué tenía tanto calor cuando fuera el invierno se hacía presente a pasos agigantados?

—Hijo—miró a su padre que a su derecha le hablaba sin mirarle—¿por qué Hiashi me mira como si desease tener mi cabeza en una bandeja para Navidad?

Shikamaru chasqueó la lengua paseando su mirada sobre el hombre del que hablaban y deteniéndola en Hinata que permanecía a su lado educadamente silenciosa mientras escuchaba algún comentario de Neji que flaqueaba su otro lado. De repente le miró como si pudiese notar los ojos de Shikamaru sobre ella, le sonrió de forma casi imperceptible.

—Oh—de nuevo prestó atención a Shikaku—así que es eso—lo vio reír ligeramente—Hiashi me odia porque mi hijo ha corrompido a su niña.

—¡Viejo!—bisbisó. Su padre movió la mano restándole importancia, claramente divertido.

—¡Dios mío! Tu madre va a adorar torturar al hombre.

Aunque no quería – y seguía pensando que la situación era demasiado problemática—sonrió con diversión. Imaginar a su madre ejerciendo su magia con el inexpugnable Hyûga le parecía cómico.

La voz de Naruto llamó la atención de todos e hizo a Shikamaru observarle. Estaba anormalmente serio y tenía un paso detrás de él a Kakashi.

—Gracias a todos por estar aquí. Sé que la mayoría creéis que esto es para un nuevo plan de acción que nos ayude a descubrir quién es el causante de los ataques que estamos recibiendo desde hace un largo tiempo.

Shikamaru notó las miradas que intercambiaba con alguien al fondo de la sala. Giró levemente la cabeza para encontrarse con Sakura, que aún llevaba su traje médico, por lo que acababa de unirse a la reunión.

—Hokage-sama ¿podría ir directamente al asunto que nos concierne?

El tono solemne y la particular forma de hablar – exageradamente educada – le hicieron a Shikamaru conocer al dueño de la voz sin mirarle. Hyûga Hiashi no parecía muy contento. Lo que él no quería saber era si por estar allí o por su reciente descubrimiento en la casa de Hinata un par de horas antes.

Naruto rodó los ojos.

—La aldea de la Niebla es la causante de los ataques.

Un silencio tenso se instauró en el lugar. Shikamaru vio a algunos intercambiar miradas. Observó a Hinata para ver su reacción y la encontró con la vista fija en Darui, el hombre mostraba una de disculpa dando a entender que él ya poseía esa información. La siguiente persona a la que la Hyûga miró fue al propio Shikamaru.

—¿Desde cuándo tenemos esa información?—Nara Shikaku fue el primero en romper el mutismo.

—Las sospechas han estado ahí desde hace un par de semanas. Darui y sus compañeros nos han traído todas las pruebas que han reunido y tras un buen análisis por parte del equipo de investigación, las hemos confirmado.

—Así que finalmente la Mizukage ha movido ficha—escuchó a su padre hablar—tarde o temprano sucedería algo así.

—Las crecientes buenas relaciones que estamos manteniendo con la aldea de la Nube deben haberla puesto en alerta. Su aldea sería una de las más perjudicadas si formásemos una alianza más sólida.

La aportación de Hiashi obtuvo varios asentimientos mezclados con susurros de las conversaciones que nacían en el lugar.

—Tenemos una alianza fuerte con el Kazekage y nunca ha parecido molestarle eso—aportó Sakura desde el fondo del despacho.

—La fuerza militar de la Arena no supone ningún problema para la Niebla—Darui tomó la delantera para responder—pero la nuestra es la más fuerte de todas las aldeas. En solitario representamos una amenaza para ellos pero unidos a vosotros somos mucho más.

—Sin olvidar que somos los únicos que mantenemos a dos Jinchurikis.

Shikamaru se sintió ligeramente sorprendido al escuchar a Hinata aportar algo. Hablar en público no entraba dentro de su costumbre de intentar pasar desapercibida. Se miraron. Ella se sonrojó.

—Así que—comenzó Shikamaru alejando su atención de Hinata—su plan era desestabilizar nuestra buena relación—chasqueó la lengua—Admitamos que estuvieron malditamente cerca de conseguirlo.

Naruto asintió con la cabeza.

—Vamos a ignorarlos.

—¿Qué?

Las exclamaciones vinieron de varias zonas de la sala.

—Tras pensarlo mucho hemos decidido informar a la Mizukage que sabemos lo que está haciendo y le hemos pedido que cese en sus ataques o nos veremos obligados a responder.

Kakashi dio la información. Shikamaru supo que era porque Naruto parecía muy cerca de tirarse por la ventana ante la perspectiva de una respuesta pasiva. Él, por otro lado, estaba absolutamente de acuerdo en tomar la vía diplomática. Ya habría tiempo suficiente para enfrascarse en peleas.

—Incluso el Raikage tiene una vena pacifista—el comentario hecho en tono bromista vino de alguna parte del despacho que Shikamaru no logró identificar. Él también estaba bastante sorprendido con que el orgulloso hombre aceptase esa vía. Un vistazo rápido a Darui le hizo entender que aquella había sido una batalla dura para que su superior aceptase.

Durante los siguientes minutos el despacho fue vaciándose lentamente, dejando al final sólo a unos cuantos. Entre ellos la única persona que Shikamaru hubiese deseado que ya no estuviese allí, el patriarca Hyûga, que ahora mismo se acercaba con porte serio hacia donde él se encontraba. Genial ¿quién había dicho que atacar a la Niebla era mala idea? Ahora mismo estaba peligrosamente cerca de ofrecerse voluntario para evitar lo que le venía encima.

—Hiashi— Shikamaru quiso rodar los ojos ante la diversión en la voz al saludar de su padre.

—Shikaku—hizo una pausa que le daba drama al asunto—supongo que serás conocedor de las nuevas noticias.

Hinata, que hablaba con Neji unos pasos atrás, pareció darse cuenta en ese momento del encuentro que estaba sucediendo. Se apresuró a unirse a ellos. Shikamaru se vio altamente sorprendido cuando se colocó de pie a su lado, en vez de en el de Hiashi. Éste, por su parte, si se sorprendió no dio signos de ello.

—Imagino que te refieres a que parece que tarde o temprano seremos familia.

Dios, Shikamaru quería matar a su padre. ¿No podía él olvidar la maravillosa oportunidad de fastidiar a Hiashi y centrarse en ayudar un poco? Aunque admitía que la breve – y casi imperceptible – mueca que el hombre dio por respuesta había valido la pena.

—No adelantes acontecimientos, Nara.

—Vamos Hiashi, no me negarás que un nieto no te haría ilusión.

Y ese fue el mismo instante en el que Shikamaru quiso morir. Allí, en ese despacho. Por la expresión de Hinata, ella estaba teniendo pensamientos similares.

—Un nieto estaría bien mientras no se parezca a tu mujer.

De acuerdo. ¿Qué sucedía? ¿Por qué mierda la idea de Hiashi bromeando le producía tanto pavor?

La risa de su padre le obligó a prestar atención. Pudo observar media sonrisa en los labios del Hyûga, que se borró en el momento que posó los ojos sobre Shikamaru.

—Creo recordar que querías hablar conmigo Nara Shikamaru.

—Padre, no creo que este sea el momento—Hinata habló antes de que él pudiese reaccionar—tampoco el lugar. ¿Qué te parece si lo posponemos hasta…?

—Mañana—Hiashi interrumpió a su hija—Ni un día más, Hinata. Mañana oiré lo que me tienes que decir Nara.

Y con las mismas se fue, sin variar ni un ápice su expresión.

—Pareces asustado, hijo.

Shikamaru gruñó.

—Cállate, viejo. No ayudas nada.

El Nara mayor rió.

—De todas formas ¿qué es eso tan importante que tenéis que decirle?

Hinata se sonrojó y desvió la mirada. Shikamaru tomó aire. No estaba preparado para decirle eso a su padre. ¡Maldición! No creía que lo estuviera si la situación fuera otra.

—¡Shikamaru!—Ino apareció con una sonrisa brillante, lista para convertirse en su salvadora del día. Si no fuera porque estaba seguro de que dos Hyûga en particular no lo apreciarían, la hubiese besado—Oh, hola Shikaku-san. Lo siento, pero voy a robarte a tu hijo. Ven tú también Hinata.

Sin darle tiempo a responder la rubia los agarró a ambos y abandonaron la Torre del Hokage.

—Eso fue poco sutil, pero gracias.

Al instante Hinata se vio rodeada de los brazos de Ino que la apretaban con tanta fuerza que llegó a temer por sus costillas.

—¡Gracias, gracias, gracias!

—Problemática vas a ahogarla.

—¡Perdón!

La sonrisa de Ino cruzaba toda su cara y hacía juego con el brillo húmedo de sus ojos. Hinata pensó que por eso ya merecía la pena todos los dolores de cabeza que su idea estaba provocando.

—Está bien, Ino. Aún necesitas decírselo a Neji-nisan pero no le cuentes mi plan.

—¿Vas a ocultárselo?—Shikamaru preguntó mientras se ponían en marcha.

La Hyûga enrojeció.

—Nunca estaría de acuerdo. Me disculparé con él después.

—Genial, esto se pone más complicado cada momento.

Ino sonrió apenada.

—Lo siento chicos. Estáis haciendo demasiado por un bebé que ni si quiera os concierne.

—No digas tonterías—Shikamaru resopló—si cada mínima noticia no fuese un dolor de cabeza esto no sería Konoha.

Hinata dejó que una pequeña sonrisa tirase en sus labios. Shikamaru tenía razón y aunque había sido idea suya, no dejaba de estar completamente muerta de miedo ante la perspectiva.

—¿Q-qué es lo peor que puede pasar Ino?

—Tu clan podría renegar de ti Hinata…

No le dejó terminar. Por supuesto que eso le daba miedo, pero no importaba. Era adulta y como tal se suponía que debía proteger a los más débiles a costa de sacrificios propios. Además, ya sabía cómo se sentía que renegasen de uno, no podía ser peor que a los trece años.

—Todo va a estar bien.

Y Shikamaru se preguntó si su novia lo decía para tranquilizar a Ino o a sí misma.

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Aquella noche, mientras cenaba con sus padres, Shikamaru se dio cuenta que no podía anunciar un compromiso a Hiashi sin el conocimiento de sus progenitores. Primero porque lo haría poco creíble y segundo porque su madre podría matarlo, muy lenta y cruelmente.

—Hinata y yo nos hemos comprometido.

De acuerdo. Soltarlo así, sin anestesia, no había sido su idea más brillante pero si lo pensaba demasiado las palabras jamás habrían salido de su boca.

Shikaku lo miró sin expresión y luego dejó que media sonrisa divertida se asomase en su boca. Yoshino, por su parte, había soltado el cubierto y lo miraba como si le hubiesen salido tres cabezas.

—¿Comprometido?

—Felicidades hijo—Shikaku lo dijo como si no fuera una gran cosa mientras su esposa lo miraba fulminante.

—¿Comprometido?

Shikamaru se frotó el puente de la nariz.

—Ya dijiste eso, mamá.

—Un compromiso como de ¿boda?

—¿Hay otra clase de compromiso?—resopló Shikamaru.

—Ni se te ocurra hacerte el listo conmigo Nara Shikamaru. ¡Vas a casarte! —la mujer se levantó estrepitosamente.

—Bueno, acabamos de comprometernos así que la boda puede ir para largo…

—¿Qué quieres decir?

Ahí estaba. El ceño fruncido de su madre y la mirada perspicaz de su padre. Elige tus palabras, pensó.

—Nos lo vamos a tomar con calma.

—¿Por qué?—ambos progenitores hicieron la pregunta a la vez con un tono de voz condescendiente.

Era una simple pregunta y a él le hacía sentirse como si estuviera acorralado contra una pared con cincuenta kunais apuntándole.

—No sé. Lo decidimos así, ya está.

Yoshino parecía dispuesta a seguir pero tomando aire se sentó sin decir nada. Shikamaru quería sentirse feliz por eso y hubiera sido fácil si la mirada que habían cruzado sus padres hubiese pasado desapercibida para él pero no había sido así y, ahora, tenía miedo.

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Hinata tomó aire y se recolocó la yukata por enésima vez ese día. Quería convencerse de que no era tan horrible. Era simple. Decirle a Hiashi que se habían comprometido. Ya está. Entonces ¿por qué le temblaban las manos? ¿por qué un simple té no encontraba hueco en su estómago que parecía dispuesto a mandar fuera cada alimento que Hinata había ingerido en toda su vida?

—Hinata-sama—pegó un salto ante la inesperada voz. Se giró encontrándose a Neji, lo que la puso más nerviosa.

—Neji-nisan ¿qué haces aquí?

—Vivo aquí, Hinata-sama—aunque el hombre no varió su expresión ella sintió como si por un momento él pudiese ver lo que estaba a punto de hacer —¿Se encuentra bien?

—Unh, si. Estoy esperando a Shikamaru. Nosotros tenemos una reunión con mi padre.

—Algo he oído sobre eso. Debe de ser importante.

—Quizá. ¿No tenías tú una cita con Ino?

Si no recordaba mal la rubia le había dicho que esa misma tarde iba a darle la noticia a Neji. Hinata había estado de acuerdo porque a ese paso lo sabría toda la aldea antes que el propio padre de la criatura.

—Salía hacia allí—notó cierta duda, que hubiese sido imperceptible para cualquier otra persona que no conociese a Neji como ella, en él.

—¿Pasa algo?

—No es nada. Ella ha estado actuando raro desde hace unas semanas y más en estos últimos días.

—Seguro que no es nada, todo el tema de los ataques y ahora con la implicación de la Niebla nos ha tenido un poco nerviosos a todos.

—Supongo.

—Hinata-sama, Neji-sama—ambos miraron hacia la puerta al verse interrumpidos—Shikamaru-san ha llegado.

Ambos asintieron al verlo entrar y Neji se despidió cordialmente.

—Va a estar furioso cuando sepa tu plan.

—No tiene porque saberlo—apuntó Hinata—Todo esto pueden ser simples casualidades.

Shikamaru alzó una ceja, escéptico.

—Estamos hablando de Neji, en cuanto junte las piezas lo sabrá. Y tú y yo seremos pasto de su mal genio. ¡No hago más que meterme en situaciones problemáticas!

—A-aún puedes echarte atrás—suspiró ella—puedo buscar otra solución.

La mirada perdida de Hinata lo enterneció. Agarró su mano, sorprendiéndola.

—Vamos a hacerlo. Ino es mi mejor amiga. Y soy optimista, algún día en el futuro me encontraría en esta situación, no importa adelantarla.

—¿Situación?

—La de pedirle la mano a tu padre.

Ella enrojeció. Esa expresión en particular se le antojaba anticuada pero el hecho de que Shikamaru se hubiese planteado que en algún momento – aunque fuera mucho más adelante – debía pedirle permiso a Hiashi para comenzar una vida juntos, le resultaba enternecedor.

—Hinata.

Se vieron interrumpidos por la voz grave del jefe Hyûga. Aunque Hinata sintió el deseo irreflexivo de soltar la mano de Shikamaru, éste se lo impidió apretándola ligeramente más.

—Hiashi-san.

—Bienvenido, Nara Shikamaru —rodeó el salón situándose frente a ellos—sentémonos. Creo que lo vamos a necesitar.

Obedecieron colocándose frente al hombre mayor. Hinata sirvió el té que había estado preparando previamente y se concentró en la tarea para relajar sus nervios.

—Muchas gracias por recibirme, Hiashi-san. Sé que las cosas en la aldea están siendo problemáticas y probablemente tenga usted mejores cosas que hacer.

—Voy a discrepar—tanto Hinata como Shikamaru lo miraron algo asombrados. Había algo ahí, en el tono desconocido del hombre, que los desconcertó— Comparto tu opinión sobre la situación de la villa pero considero más importante tratar los asuntos familiares, sobre todo cuando pueden tener relación con el hecho de encontrarte en una situación de excesiva confianza con mi hija mayor en su casa.

Las mejillas de Hinata se volvieron rojas mientras apartaba la mirada. Shikamaru tosió incómodo. ¿Había cierto tono jocoso en la voz de Hiashi?

—Padre…

—Deja hablar al chico, Hinata.

Eso tenía que ser como arrancar una venda de una herida ¿no? Cuanto más rápido, menos dolor. Tomó aire y antes de empezar a hablar sintió la mano de Hinata rozando la suya. La miró para verla asentir con una ligera sonrisa ruborizada.

—Como ya habrá notado Hinata y yo estamos saliendo juntos—hizo una pausa para evaluar la respuesta del hombre y éste no le decepcionó, como el hábil shinobi que era no dejó ver ni una sola emoción—Aunque puede pensar que es un poco pronto… nosotros….En fin, nosotros queremos hacerlo un poco más oficial.

—¿Qué quieres decir con "hacerlo un poco más oficial"?

¡Maldita sea! El hombre iba a obligarle a decir las palabras.

—Me gustaría que nos diera su bendición para comprometernos.

Ahí estaba, lo había dicho. Y tal como le había sugerido Hinata lo había hecho entregándole todo el poder de la decisión a Hiashi, algo que habían pensado que le gustaría.

La respuesta del líder Hyûga fue el silencio. Bebió varios sorbos de té mientras los observaba. Era esa mirada que hacía a Hinata pensar que su padre podía ver claramente todo y cada uno de sus pensamientos. Había palidecido y retrocedido ante esos ojos tantas veces… pero ahora no podía, se obligó a mantenerse firme y en ningún instante soltó la mano de Shikamaru.

—¿Sabes lo que eso significa Hinata?—Hiashi apoyó su taza para observarla.

—Si.

—¿Estás dispuesta a hacerlo?

—Si.

Y lo estaba. Dolía un poco renunciar a aquello por lo que había tenido tanto que luchar pero al mismo tiempo, ahora que estaba allí a punto de deshacerse de su futuro como líder, se sentía más ligera, como si un enorme peso desapareciese de su espalda.

—¿Por qué tendría yo que aceptar esto?—Shikamaru tragó saliva y contuvo las ganas de chasquear la lengua fastidiado. Hiashi le miró—Es cierto que perteneces a un buen clan, tu padre es un gran ninja y mejor hombre, y es alguien a quien guardo un enorme respeto—el orgullo nació en alguna zona del pecho del Nara por las palabras hacia su padre—Pero hay muchas cosas de ti que no me resultan tan halagadoras, claro que eres uno de los shinobis más condecorados de tu generación, eres respetado y querido por gran parte de los ciudadanos de esta villa y veo en los ojos de mi hija lo mucho que significas para ella —Hinata bajó la vista avergonzada pero su padre continuó—pero aún así hace apenas unos meses que regresaste de Suna ¿por qué tanta prisa? Si no recuerdo mal vivías con la hermana del Kazekage con quien, me parece, tenías una relación desde hace varios años.

—Padre…

—Está bien, Hinata—Shikamaru apretó su mano, suspiró y sonrió resignado—Es cierto, estaba viviendo con Temari pero esa relación ya está terminada, Hiashi-san. Es problemático admitirlo pero supongo que tengo que ser totalmente sincero dada mi petición—Hinata lo miró aterrorizada, temerosa de lo que iba a desvelar. Él le acarició el dorso de la mano con el pulgar, para tranquilizarla— Es cierto que Hinata y yo llevamos poco tiempo juntos, lo que no significa que nuestros sentimientos sean tan recientes ya que éstos están ahí desde semanas antes de que yo me mudase a Suna.

—¿Intentas convencerme para que acceda a darte la mano de mi hija diciéndome que te fuiste con otra mujer cuando ya la querías a ella? Había oído hablar de tu inteligencia superior pero estoy empezando a creer que exageraron.

Shikamaru casi tuvo ganas de reír. ¡Joder! La situación era graciosa y a Hiashi no le faltaba razón pero esa era su última maldita baza y un compromiso no era lo más importante que estaba en juego allí.

—Intento que entienda la problemática situación, Hiashi-san. Sí, me fui con otra mujer porque tenía miedo de lo que Hinata me hacía sentir. Huí como un cobarde, que por otra parte era de lo que siempre me ha acusado todo el mundo, pero no funcionó. No hubo ni un solo día que mi decisión no me hiciera miserable, por eso cuando volví a verla me di cuenta de que no podía volver a dejar que el miedo me hiciese huir.

—De todas formas…

—Padre—Hinata interrumpió a Hiashi— No fue todo culpa de Shikamaru-kun. Yo lo culpé todo ese tiempo pero mi actitud aquel día tampoco fue mejor. Lo dejé huir. Él me dijo una vez que podía haberlo detenido y aunque no quise creerlo, tiene razón. Quizá hubiese funcionado o no, pero debí intentarlo. Así que fuimos unos cobardes lo dos—Hinata sonrió hacia Shikamaru— pero decidimos que ya no más. No está siendo fácil para nosotros, aún hay muchas cosas de ese último año que parecen perseguirnos pero estamos intentando agarrarlas y… y no tener miedo de nuevo—tomó aire y miró a su padre fijamente—Por favor, al menos, considera la propuesta.

Hiashi los observó durante algunos segundos. Shikamaru supo que jamás se enfrentaría a una situación difícil que le pareciese más malditamente problemática que esa, estaba seguro. Y entonces vio al hombre más mayor sonreír. Era un gesto ligero y algo extraño, pero era ¡una maldita sonrisa!

—Tenéis mi consentimiento—ambos lo miraron sorprendidos— yo también fui joven ¿Sabéis? Aunque a veces eso parece estar ya a mil años luz. Por aquella época ya sabía que iba a heredar el título de líder del clan y todas esas expectativas altísimas sobre mi eran agobiantes pero nunca, absolutamente nada, me dio tanto miedo como ponerme ante el padre de mi esposa para pedirle su mano.

Hinata rió bajito y Shikamaru dejó que una sonrisa divertida asomase sus labios. ¡Bueno! Hiashi también era humano, después de todo.

—Muchas gracias, Hiashi-san.

—Gracias, padre.

—Sé que ya te lo pregunté antes pero ¿sabes que sucederá Hinata?

—Lo sé y estoy bien con eso.

—¿Tienes ya un candidato?

Hinata apretó la mano de Shikamaru, nerviosa de repente.

—Tengo alguna idea.

Hiashi sonrió. Una verdadera sonrisa.

—Me lo imaginaba, prepararé una reunión con el consejo—se levantó y ambos jóvenes lo imitaron. Extendió una mano hacia Shikamaru, lo que le sorprendió. Los Hyûga siempre habían sido muy correctos con eso de las formas y el contacto físico solía ser mínimo, pero aún así tomó la mano ofrecida— Bienvenido a la familia, Shikamaru—notó que usaba solo su nombre de pila por primera vez— sé que no tenéis prisa para la boda y estoy de acuerdo, es vuestra decisión. Pero mucha suerte para hacérselo entender a tu madre, ella va a ser un hueso mucho más duro de roer que yo.

Dicho aquello salió elegantemente del salón. Shikamaru se dejó caer sentado de nuevo notando toda la tensión alejándose de su cuerpo.

—Así que, problemática, estamos oficialmente comprometidos.

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Aquella mañana Neji había sido llamado a una reunión urgente con el consejo del clan. Era una orden que normalmente hubiese acatado sin mayor problema pero ese día tenía demasiadas cosas en su cabeza. Pensándolo bien, tenía una sola cosa en su cabeza y era la mujer rubia que vivía al otro lado de la aldea y que ayer le había anunciado que iban a ser padres.

¡Padre, él! Que se había jurado no tener jamás descendencia negándose a que su hijo fuera marcado como él.

Con la vestimenta oficial del clan caminó hacia la antigua estancia de reuniones. Hinata ya estaba allí a la espera de entrar. Era extraño verla con la yukata blanca que estipulaba el clan y que todos los Hyûga vestían de forma habitual, excepto ella.

—Hinata-sama.

Cuando se giró a verlo la notó extraña, nerviosa. Un poco como la vieja niña que era antes, que temblaba siempre ante su presencia.

—Neji-nisan.

Se fijó entonces en que ella no dejaba de observar de reojo hacia la puerta.

—¿Tiene alguna idea de por qué nos han mandado venir?—ella enrojeció y Neji supo que tenía algo más que una simple idea.

—Sí, pero no puedo revelar nada. Lo siento.

—¿Estás esperando a alguien?—dejó la forma respetuosa de hablarle casi de forma inconsciente porque solía hacer que su prima se sintiese más cómoda. Ella apreció el cambio porque le sonrió ligeramente, pero el nerviosismo no la abandonó.

—Shikamaru y sus padres van a venir.

Neji no era tonto y sabía lo que eso significaba. Compromiso. Boda.

—Supongo que debo felicitarte entonces—Hinata no respondió ni le miró. Justo en ese instante fueron llamados a entrar a la sala, la familia Nara caminaba al lado de Hiashi por la puerta de entrada a la casa en ese instante. Hinata ni los miró al ponerse a andar.

Como estipulaban las normas Neji caminó a su derecha un paso detrás de ella, cuando llegaron al sitio donde su prima tomaría asiento él se desvió hacia su lugar junto a la rama secundaria de la familia pero tuvo que detenerse al notar la mano de Hinata agarrándole del brazo.

—Gracias Neji.

—¿Hinata-sama?

—Voy a abrir tu jaula.

No entendió nada pero ya no tuvo tiempo a preguntar. Hiashi entró obligándolos a todos a ocupar sus lugares y situando a los Nara en un sitio privilegiado. Tomó sitio en su lugar y dio comienzo la reunión, durante un segundo cuando la mirada de Neji se cruzó con la de Shikamaru sintió que su vida estaba a punto de cambiar aún más.

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Shikamaru no se había sentido tanto como un extraño en su vida como en ese momento. Las reuniones de su clan eran un sinsentido de voces y locura comparadas con la excesiva formalidad de los Hyûga. Había sido sentado entre sus padres los cuales, tenía que admitir, se veían asombrosamente relajados y naturales. Al menos eso era de agradecer. Él ni siquiera había sido capaz de ingerir ningún alimento esa mañana.

En cuanto había cruzado la puerta con Hiashi lo primero que vio fue a una muy nerviosa Hinata, que por ridículas normas de su clan no tenía permitido hablarle antes de la reunión, con Neji y eso le hizo recordar que en un rato el Hyûga no iba a estar nada contento.

La voz de Hiashi le hizo saber que el momento había llegado, miró hacia Hinata que, casualidad o no, también le estaba mirando y la notó terriblemente calmada y serena. Ella le sonrió y él no pudo más que responder al gesto. Todo iba a salir bien.

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En cuanto su padre hizo una breve introducción dio paso al tema rápidamente, sin rodeos.

—Señores del Consejo, el motivo de esta reunión de urgencia es para anunciarles el reciente compromiso de mi primogénita con Nara Shikamaru, aquí presente.

Aunque en las blancas miradas apenas hubo variaciones Hinata sabía que la sorpresa estaba bailando sobre la cabeza de todos.

—¿Da usted su consentimiento Hiashi-sama? —preguntó un representante de la familia principal.

—Lo doy. Shikaku—el mencionado se levantó mirando hacia el Hyûga—Mi hija mayor pasa a estar ahora bajo el cuidado de tu clan—Hinata también se puso en pie y caminó hacia donde los Nara estaban colocados, madre e hijo se levantaron. Yoshino le sonrió y eso la tranquilizó un poco—El Clan Nara tendrá siempre entre sus amigos a los Hyûga, eres de mi familia ahora.

Shikaku sonrió ladeado y estrechó la mano de Hiashi.

—Es un honor.

Hubo un momento de susurros e Hinata sabía que ahora venía la parte más complicada. Su padre y Shikaku se despidieron, y Yoshino hizo lo propio con ella.

—Ya nos conoceremos mejor sin estar rodeados de vejestorios—le susurró divertida.

—¡Madre!—Shikamaru la regañó en bajo y a pesar de sus nervios Hinata rió.

Ambos adultos abandonaron la sala, Shikamaru permaneció dentro con pleno derecho a participar ahora, a su lado.

—Hinata—la voz de su padre sonó solemne y segura—Como líder del clan y cabeza de familia, debo retirarte el derecho de herencia del liderazgo.

—Lo acepto—había estado mirando como era el ritual para los casos y su padre la había ayudado la noche anterior—Con tu permiso padre, deseo ejercer mi derecho a entregar ese título.

Hiashi sonrió.

—Concedido—Hinata suspiró poniéndose en pie. Shikamaru la alentó con la mirada.

Caminó segura hacia su destino notando ligeras exhalaciones de aire de los miembros del consejo al ver que se dirigía directamente y sin dudar hacia la zona donde la rama secundaria se encontraba.

Se puso ante Neji que la miró con el ceño ligeramente fruncido, ella le sonrió disculpándose. Tomó aire y apoyó su mano derecha sobre el hombro de su primo.

—Hyûga Neji, viniste a este consejo y te sentaste como un miembro más. Es mi deseo ahora que te levantes como futuro cabeza del Clan Hyûga.

Apretó su mano sobre su hombro indicándole que se pusiera en pie, durante unos segundos pensó que su primo no se movería pero lo hizo. Una vez colocado ante ella Hinata hizo una reverencia con su cabeza, presentándole sus respetos.

—¡Hiashi-sama!—una voz sonó alterada en algún lugar. Su padre ni se inmutó, caminó hacia donde estaban ellos y miró hacia Neji.

—Te acepto como mi sucesor. Desde este momento, como último deseo de Hinata como Hyûga, eres el futuro de este Clan y todos los aquí presentes—no pasó desapercibida para Hinata la severa mirada que su padre dedicó a todos—te tratarán y respetarán como tal.

Y así de simple la ceremonia dio por acabada, algunos felicitaron a Hinata y Shikamaru por su compromiso y a Neji por su nombramiento, otros salieron en silencio y unos pocos quisieron protestar ante Hiashi que ni les dedicó una mirada.

Hinata quiso acercarse a Neji pero todo lo que vio fue a él abandonando el lugar a toda prisa. Su corazón dio un vuelco.

—Dale un momento, es demasiado para digerir—Shikamaru dijo poniéndose a su lado, golpeó el hombro de su novia con el suyo para aligerar el ambiente—ya estamos comprometidos y eres prácticamente una Nara—ella sonrió—ahora ¿qué? ¿Lista para mi madre y su loca ansia de organizar una boda?

Hinata rió. Quizá era por la tensión acumulada o tal vez se estaba volviendo loca, pero durante unos minutos no pudo nada más que reír. Shikamaru la acompañaba.

No sé, quizá tan solo era felicidad.

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Durante los tres días siguientes Hinata había trasladado sus cosas a la zona del clan Nara. Aunque su padre le había permitido permanecer dentro del complejo Hyûga, en la casa que había establecido como su hogar, los padres de Shikamaru – en especial Yoshino – había insistido en que era mejor para ella empezar a adaptarse a su nuevo hogar. Como al parecer era costumbre en el clan Nara les habían cedido a la nueva pareja una pequeña casa sencilla donde comenzar su vida juntos, pero tanto Hinata como Shikamaru habían decidido que por un tiempo solo viviese allí Hinata. Ya era bastante raro adaptarse a un sitio nuevo sin añadir más presión.

Shikamaru dejó sobre el suelo la última caja y miró a su alrededor, aún quedaba bastante por hacer. Colocar cosas, ordenar el lugar y desde luego añadir algún mueble a mayores no estaría de más, pero al menos la casa ya estaba algo limpia y empezaba a tomar forma de lugar habitable.

Chôji entró cargando él solo un pequeño sofá que dejó en el poco sitio libre que había mientras no ordenasen el lugar.

—Tu madre ha secuestrado a Hinata ahí fuera, decía algo sobre unas cortinas.

—Tsk. La muy problemática va a volver loca a Hinata, no me extrañaría si decidiese volver corriendo al complejo Hyûga. Yo mismo me lo estoy planteando ¿crees que Hiashi me daría cobijo?

Chôji rió y ambos se sentaron en el suelo apoyando sus espaldas en las cajas amontonadas.

—¿Cuándo te mudarás aquí?

Shikamaru alzó los hombros en respuesta.

—Ni siquiera lo hemos hablado demasiado. Supongo que Hinata necesitará algún tiempo para acostumbrarse así que iremos viendo por el camino.

—Estoy contento de que estés aquí Shikamaru. Suna no estaba mal pero era demasiado lejos y las cartas no es lo mismo que tenerte a un par de calles de distancia, amigo.

El pelinegro sonrió.

—Por no hablar del inútil gasto de papel y la indiscriminada tala de árboles que conlleva—Ino bromeó entrando. Shikamaru no la había visto desde antes de la reunión en el clan Hyûga.

—¡Hey, problemática! Estaba empezando a pensar que tendría que mandar al clan Inuzuka para buscar tu rastro.

Ino sonrió culpable y se dejó caer al lado de Chôji.

—Han sido unos días un poco raros. ¿Dónde está Hinata?

—Aquí—Hinata acababa de aparecer, sonrojada y un poco cansada.

—Dime que mi vieja no te ha vuelto demasiado loca.

—Ella sólo intenta ayudar.

—Eso quiere decir que lo ha hecho.

Todos rieron. La primera en dejar de hacerlo fue Hinata que miró a su alrededor consiguiendo una sombra sobre su rostro.

—Sólo tienes que darle tiempo—Ino colocó su mano en el hombro de la Hyûga—Está, bueno, digiriendo todo lo sucedido.

—Lo sé. Y-yo…¿Está bien? ¿M-me odia mucho ahora?

—No lo hago Hinata-sama.

—¡Ni-san!

A pesar de que una sonrisa adornó los labios de Ino, rodó los ojos. Al fin el muy idiota se dignaba a ver a Hinata.

—Será mejor que os dejemos unos minutos solos—dijo—Vamos, chicos.

—Me gustaría que Nara estuviera presente—Shikamaru detuvo su andar y asintió desganado. Ino y Chôji abandonaron la pequeña casa entre una conversación sobre ir a recoger algo para comer después.

Hinata miró a su primo como intentando descifrar que era exactamente lo que iba a decirles ahí. Estuvo tentada a golpearse a sí misma. Nunca había sido capaz de leer los sentimientos de Neji y estaba segura de que aquel momento no iba a ser el primero.

—Tú dirás, Neji. Mira, sé que toda esta mierda ha sido problemática y que jamás deberíamos haber tomado esa decisión sin consultarla contigo pero, vamos hombre, no es que estuviéramos en una situación muy normal.

—Sé que no era una situación normal Shikamaru—Neji no dejó de mirar a su prima a pesar de hablar con el hombre— pero me gustaría que comprendierais mis circunstancias. Os estoy muy agradecido por lo que hicisteis, sobre todo a ti Hinata-sama, porque has renunciado a algo por lo que luchaste toda la vida para proteger a mi hijo. Pero debes entender que, de nuevo, alguien tomó la decisión por mi y eso me molestó.

—Lo siento, Neji-nisan—se encogió de hombros—cuando supe que Ino-chan estaba embarazada lo único en lo que podía pensar era en evitar que lo marcaran, que otro niño inocente fuera víctima del egoísmo estúpido del Clan. Debí haberte consultado pero…

—Pero habrías dicho que no—Shikamaru suspiró— Admito que tomar una decisión tan importante sobre tu vida sin consultarte fue un acto estúpido y está bien que te cabrees. Pero había en juego mucho más cosas que tú problemático orgullo. Estaba Ino, que acabaría enfermando de tanta preocupación que cargaba y el bebé , tu hijo, que se vería obligado a cargar con esa misma jaula que tanto odias si hereda el Byakugan.

—Shikamaru-kun—Interrumpió Hinata.

—No. ¡Ya está bien! Por que simplemente no miras las cosas buenas, das la gracias y en paz.

Neji dejó escapar una disimulada sonrisa.

—Venía exactamente a eso.

—Oh.

—Ino ha estado siendo un auténtico dolor de cabeza al respecto y anoche tuve la primera reunión con Hiashi-sama sobre mi nuevo papel que me hizo ver las cosas de otra forma. Así que gracias, Hinata—estuvo a punto de usar el sufijo respetuoso pero lo omitió, ganándose una sonrisa de su prima—También a ti, Shikamaru. Cuida mucho de mi prima porque puedo ser el nuevo heredero Hyûga, pero ella continuará siendo mi protegida.

—Ya, ya. Orgullo de hombre—Shikamaru movió la mano con desgana pero sonrió—ahora quizás podríamos decirle a tu problemática novia que puede dejar de espiar desde fuera e invitarnos a comer. Aún no hemos celebrado ese nuevo niño para Konoha.

Ino entró sin una pizca de arrepentimiento.

—Chôji ha ido a por comida a la barbacoa, estará aquí de un momento a otro.

Hinata sonrió. Y dedicó la primera verdadera mirada a su nuevo hogar, que lleno de cajas, polvo y con la necesidad de ciertos arreglos urgentes, le pareció el más hermoso palacio. Observó de reojo también a Shikamaru, que asentía desganado a la perorata de su compañera de equipo y pensó que a lo mejor el destino era un poco extraño, al fin y al cabo, había juntado a las dos personas con menos probabilidades de estar juntas de todo Konoha y lo había hecho poniéndoles demasiadas pruebas y obstáculos que estaba segura de que no serían los últimos, pero que merecían la pena y lo seguiría haciendo, siempre y cuando cada vez que Shikamaru la mirase ella lograra olvidar ese permanente miedo que la acompañaba y la hiciese sentirse valiente. Tanto como para salir ahí fuera y enfrentar el mundo.

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Después de tres semanas de trabajar en cada momento que tenían libre, la pequeña casa terminó completamente arreglada y habitable.

—Afortunadamente no se parece en nada a la del inicio—suspiró Shikamaru secándose el sudor de la frente—me alegro de que al fin puedas dormir en un lugar decente.

—No se estaba tan mal—sonrió Hinata, cargaba vasos de limonada junto a Ino.

—¡Estoy sediento!—Kiba bebió todo el líquido de un solo trago y cogió el siguiente vaso gruñendo—¿Dónde diablos está Neji? Pensé que él también ayudaría.

—Había una reunión de clanes con el Hokage—explicó Shikamaru moviéndose para dejar un hueco a Hinata que se sentó a su izquierda—mi padre me excusó, afortunadamente.

—¿Reunión? ¿Así, urgente?—Kiba alzó una ceja.

—Sí, lo cual indica que algo problemático se nos viene encima.

Ino acarició instintivamente su vientre e Hinata suspiró. Un ruido de alguien apareciendo entre una nube de humo los hizo mirar hacia la cocina. Neji estaba allí con una cara que no auguraba nada bueno. Ino se puso en pie y caminó hacia él que – saliéndose por completo de su papel de estoico ninja – le pasó el brazo sobre los hombros.

—Supongo que no traes buenas noticias—Shikamaru lo miró fijamente, al tiempo que Hinata le cogía la mano y se acercaba un par de centímetros más a él.

—La Aldea de la Niebla acaba de declararnos la guerra.

Durante los siguientes segundos no se oyó ningún sonido. Ino llevó sus dos manos a su aún inexistente barriga, Kiba acariciaba a Akamaru y Neji apretaba con más fuerza su brazo sobre la rubia.

Shikamaru e Hinata permanecían con las manos unidas y en algún momento cruzaron la mirada. A pesar de la situación ella dibujó una sonrisa y golpeó con el dedo índice de su mano libre la nariz de Shikamaru.

—Ahora es cuando debemos demostrar que somos valientes.

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FIN

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Antes de nada, agradecer a todos los que habéis leído la historia, los que la agregasteis a favoritos y los que dedicasteis algo de vuestro tiempo ha dejarme vuestra opinión en forma de review.

Como habéis comprobado ha sido un final absolutamente abierto, lo cual es gracioso porque suele repatearme bastante que una historia tenga uno, pero hay una enorme razón. La historia de Hinata y Shikamaru no termina aquí pero no quería continuarla en este fic porque se iría completamente del contexto inicial.

En un futuro, esperemos que no muy lejano, encontrareis el siguiente paso en la vida de esta pareja a la que le he cogido cariño. Se llamará Valientes. Y espero veros a todos por allí.

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¡Hasta pronto!