Just A Lemon Tree
Disclaimer: Esta nota aparecerá tan sólo en el primer capítulo. Final Fantasy pertenece a Square Enix...
Notas de la Autora: Antes de nada he de explicar el porqué y funcionamiento de este nuevo fic. ¿No hay días en los que os apetecería simplemente encontrar algo subidito de tono, cortito y medianamente aceptable para pasar el rato? No sé vosotros, pero yo encuentro difícil encontrar buenos lemons que me aporten eso, y la mayoría están muy vistos o son bastante desagradables... O simplemente tienen muchísima historia y las escenitas en cuestión duran nada... Así que pensé en hacer esto.
Cada capítulo será un One-shot, y la cantidad de capítulos y protagonistas de cada cual es algo que dejo a vuestra elección. Os pongo al final de este primer capítulo una lista de posibles parejas, y me gustaría que en vuestros reviews "votaseis" cuál debería ser la siguiente (y si se os ocurre alguna que yo no haya puesto sentíos libres de proponerla!)
Para mí el reto será el siguiente: hacer que cualquier tipo de pareja que se nos pueda ocurrir encuentre al menos una pequeña excusa para mantener como mínimo unos minutitos de sexo que intentaré sean lo más lógicos y entretenidos posible. Lo más difícil será poner de fondo las circunstancias idóneas para que según quién termine en la cama (o donde les pille XD) con según quién...
Para los que prefiráis cierto grado de suspense no diré nada sobre cuál será la pareja protagonista de cada capítulo, pero para los que prefieran no leer una escenita de dos personajes que no tolerarían nunca juntos... podéis ir al final del capítulo y veréis en mayúsculas los nombres de los susodichos.
¡Espero que os guste! Y por favor... ¡Participad! ¡Decidme qué os parece y, sobre todo, proponed parejitas para los capítulos venideros!
¡POR CIERTO! Estamos en Facebook... Fans de Thyamant! Hay dibujitos y avisos y cositas... ¡Corred! ò.o
CAPÍTULO I: TU PRIMERA VEZ.
Por un momento se incorporó en la cama, y lo que había estado temiendo desde hacía rato parecía un hecho.
Seifer quedó sentado, dándole la espalda, y Quistis no pudo evitar incorporarse, cubriendo su cuerpo con la única sábana que había tras ella y esperando a que él se levantase para vestirse y marcharse. Sin embargo Seifer no terminó de moverse de allí.
Alargó un brazo hasta agarrar sus pantalones, que habían quedado tirados sobre el suelo de cualquier manera, y sacó de su interior su teléfono móvil. Quistis intentó ver sobre su hombro lo que andaba haciendo, y oyó algunos tonos agudos y débiles mientras Seifer tecleaba en el pequeño aparato.
- Lo pongo media hora antes... ¿te va bien? - preguntó aún de espaldas a ella.
Quistis distinguió el pequeño dibujo de un reloj en aquella pequeña pantalla, y Seifer se giró hacia ella, aún esperando su respuesta.
- Sí... me va bien... - contestó algo indecisa.
Así que él daba por hecho que se quedaría a dormir allí.
El joven dejó el pequeño aparato sobre el escritorio, y antes de que volviese a tumbarse a su lado Quistis se movió levemente hacia adelante, apoyando su frente sobre la amplia espalda de Seifer.
Se encontraba tras él, de rodillas, y aunque hubiese tanta proximidad entre ambos casi no se atrevía del todo a tocarlo. Conocía a aquel hombre, y sabía que aunque en ese momento la tolerase junto a él, seguía siendo alguien impredecible.
Lo suficientemente impredecible como para estallar en cualquier momento... o como para permanecer en calma el resto de su vida.
- Creo que tengo una camiseta algo más cómoda... - empezó a decir a medida que se apoyaba con ambos brazos para levantarse, mirando hacia su armario.
Pero las manos de Quistis impidieron que se moviese de allí.
- Estoy bien así... - dijo mientras colocaba ambas manos sobre los costados del muchacho, pegando su cuerpo desnudo al de él – Si no te molesta...
Seifer dejó escapar un leve risa y se echó lentamente hacia atrás, acomodándose entre las rodillas de la muchacha y apoyando su nuca bajo la barbilla de Quistis. ¿Pensaba que le molestaría dormir con una mujer desnuda? Debía estar loca.
Colocó ambas manos sobre las rodillas de la chica y sus ojos se perdieron en el suelo de su habitación, donde su ropa había quedado abandonada sin miramientos. El silencio hizo acto de presencia y por un interminable minuto Seifer buscó como un desesperado algo que decir.
Y después de ese minuto dejó de hacerlo.
Recordaba haber asistido a cada una de las clases de aquella instructora sin haber prestado atención alguna a lo que decía. Recordaba haberla oído hablar hora tras hora, cada día de los que pasó como su alumno, sin que le importase lo más mínimo qué estuviese diciendo realmente. Pero siempre había estado hablando.
Quistis siempre tenía algo que decir.
Ahora sin embargo estaba allí, con la espalda pegada a la pared, ambas manos aún inmóviles sobre sus costados, la cabeza erguida, sin apoyarla sobre la suya, y en silencio.
Y por primera vez en su vida Seifer se había encontrado ante la única persona cuyo silencio no terminaba de molestarle.
Sus manos se movían silenciosamente sobre las rodillas de Quistis, acariciando su suave piel casi sin darse cuenta, y ella seguía sin ser capaz de relajarse lo suficiente como para mover las suyas.
Sus dedos seguían fijos sobre el cuerpo de aquel hombre, y sus ojos seguían observándolo aún algo entretenidos. La belleza de aquel cuerpo no se correspondía para nada con la idea de Seifer Almasy.
Era cierto que no le molestaba que Quistis estuviese en silencio, pero también lo era que aunque no le hubiesen interesado sus palabras, recordaba haber adorado escuchar el sonido de su voz durante sus clases.
- ¿Cómo fue tu primera vez...? - preguntó de repente.
La pregunta la cogió completamente por sorpresa, y Quistis dejó escapar una leve risa antes de contestar medio en broma.
- Bien, gracias... - dijo simplemente, aún sonriendo.
- No, en serio... Siempre he tenido curiosidad... - contestó él mirando hacia arriba – Eras mi instructora, aún teniendo la misma edad siempre parecía que estabas... tan... por encima de mí... Que ibas mil pasos por delante...
- ¿Y qué tiene eso que ver con mi primera vez? - preguntó ella apoyando su barbilla por fin sobre la cabeza del muchacho.
- Bueno, también eras la instructora con el cuerpo más increíble... - dijo con media sonrisa – Eso hace que todo lo que te preguntes sobre esa persona gire en torno a... bueno... ya sabes... El sexo y ella.
Quistis sonrió ante el recuerdo de aquella primera vez y sus ojos se perdieron en la estantería que había frente a ella, mientras sopesaba la situación en que se encontraba.
- Pensarás que iba mil pasos por delante de ti... pero seguramente era al revés... - dijo en un susurro, aún sonriendo.
Los pulgares de la joven se movieron una sola vez, hacia atrás y hacia delante, haciendo que una sensación suave y levemente divertida recorriera la espalda del muchacho.
- Durante toda mi adolescencia mi única meta fue estar a la altura de SeeD – dijo aún susurrando mientras sus manos comenzaban a relajarse sobre los costados de aquel hombre y y éste cerraba los ojos, oyéndola hablar – Llegué aquí con 15 años y llegué a ser instructora antes de la mayoría de edad... Y mis notas merecieron ese puesto, créeme... Así que como podrás imaginar... no tuve mucho tiempo para pararme a pensar en chicos o en cosas por el estilo...
Así que todas aquellas clases divagando sobre la vida personal de su instructora habían sido tiempo perdido. Lo cierto es que nunca había tenido aquel tipo de intereses.
- ¿Y después? - preguntó Seifer al notar que se había vuelto a callar.
- Bueno, después de un corto periodo como instructora apareció Artemisa y todo se puso patas arriba... - dijo ladeando un poco su cabeza, descansando su mejilla sobre la cabeza de Seifer – Al volver... permanecí como SeeD durante un tiempo... Había perdido mi licencia gracias a cierto impresentable, ¿sabes?
- Hay gente tan desalmada en este mundo... - comentó Seifer con un tono de desaprobación completamente fingido.
Quistis levantó la cabeza y dejó de acariciarlo mientras le dedicaba una mirada molesta.
- Sólo bromeaba... - dijo él adivinando perfectamente la cara que debía haber puesto – Te pedí disculpas cuando volví ¿no?
Las manos de la muchacha se entrelazaron sobre el estómago del joven y volvió a apoyar su cara sobre su pelo decidiendo ignorar aquella interrupción y continuar con su relato.
- Durante tres o cuatro años me dediqué a hacer misiones de tanto en cuanto...
- Lo sé, caímos juntos en un par de esas misiones cuando me gradué... - la interrumpió él recordando aquella época en la que ambos habían coincidido como SeeDs, hacía ya casi siete años.
- ¿De quién es la historia, tuya o mía... ? - preguntó ella molesta.
- Disculpe, instructora Trepe... continúe... - le pidió levantando ambas manos en el aire.
Quistis guardó silencio un par de segundos, esperando para ver si aquel muchacho tenía algo más que decir, y finalmente continuó.
- Durante esa época tenía bastante más tiempo libre y surgieron algunos pretendientes... - confesó con media sonrisa – pero la verdad es que ninguno me llamó del todo la atención... Hubo alguna que otra cita... pero fueron bastante... decepcionantes... Aquellos apuestos aspirantes terminaban siempre con la misma cara de idiotas frente a mi habitación y yo terminaba despidiéndolos con dos besos en la mejilla y una sonrisa a modo de disculpa...
- Pobres... - comentó él con media sonrisa – no saben lo que se perdieron...
- La cosa es que... me aburrí de andar de misión en misión y de perder el tiempo... Echaba de menos plantarme frente a una clase llena de cabezas vacías e intentar llenarlas de miles de cosas... - dijo ella con una sonrisa soñadora. Le encantaba lo que hacía como instructora – Así que volví a presentarme a las pruebas de instrucción y recuperé mi licencia. Habiendo recuperado mi antiguo puesto, también recuperé mi horario completamente saturado de trabajo, así que... de nuevo... Nada de tiempo para pensar siquiera en relacionarme con nadie de manera más o menos íntima.
Seifer continuaba mirándose los pies con una expresión entretenida mientras la oía hablar. Así que aquella mujer madura y experimentada que tan adelantada a él le había parecido en todo había sido capaz de conservar su virginidad durante todo aquel tiempo. Y sin hacer realmente méritos, simplemente porque no había sentido la necesidad de que aquello cambiase.
- Y un buen día... llegó un instructor nuevo. Tenía 23 años, igual que yo, y era un chico realmente... simpático – Quistis sonrió ante el recuerdo y Seifer se movió ante ella, poniéndose algo más cómodo.
Se giró hacia ella y se movió colocando las rodillas de la joven sobre sus piernas, quedando sentada ante él, mientras hablaba sin llegar a mirarlo.
- Me sorprendió, la verdad... era muy tranquilo y amable... Casi no parecía que alguien de su edad pudiese ser así de... maduro...
Quistis mantuvo ambos brazos en el aire, frente a su cuerpo, cubriéndose torpemente mientras Seifer continuaba acomodándose, colocando ambas manos tras la cintura de la muchacha y echándose hacia delante, apoyando su frente sobre su clavícula.
- Continué dando mis clases y poco a poco... fuimos haciéndonos buenos amigos. Aunque no había nada realmente entre nosotros – dijo mientras volvía a colocar las manos sobre los costados de Seifer – El primer año estaba bastante perdido, así que le ayudé un poco a desenvolverse como instructor... Después, simplemente nos movimos como colegas. Trabajando juntos.
Seifer continuaba escuchándola en silencio. Y Quistis sabía perfectamente por qué había dejado de bromear e interrumpirla.
- Un tiempo después... bromeando... Recuerdo que él no paraba de decir que hacía siglos que no tenía tiempo para tener citas con ninguna chica... y le dije que eso era la vida de un instructor... Y de repente me pidió que cenase con él – la sonrisa que había en su cara era leve pero increíblemente cálida – Me dijo que tenía dos horas para ponerme lo mejor que encontrase en mi armario y reunirme con él en el parking. No sé cómo lo hizo, pero cuando llegué me estaba esperando con el coche del director en la puerta. Y cuando llegamos a aquel restaurante en Balamb entendí por qué estaba tan empeñado en sacar aquel tema sobre las ganas que tenía de tener una cita. Resulta que tenía incluso la reserva hecha, lo había tenido todo planeado desde Xian sabía cuando...
Oyó a Seifer reír pegado a su pecho y su sonrisa se ensanchó un poco más a medida que recordaba lo ridículamente divertido que le había parecido aquel joven instructor en aquel momento.
- Era un sitio bastante caro, y cenamos tomándonos todo el tiempo que pudimos... sin embargo se me hizo muy corto. Al final nos fuimos de aquel restaurante los últimos y decidimos volver al Jardín a pie – Quistis movió las manos tras la espalda del chico y la recorrió de abajo a arriba, subiendo hasta llegar a su cabeza – Con la tontería llegamos al Jardín pasadas las dos de la madrugada... y de repente... estábamos frente a mi habitación... como había estado otras veces con aquellos otros pretendientes.
La imagen de aquel instante volvió a aparecer en la memoria de Quistis y de nuevo volvió a sonreír al recordar lo que había sentido.
- Por primera vez dudé realmente sobre si debía invitarlo a pasar o no – confesó – Después de unos interminables minutos en los que él continuó hablando en voz baja, intentando no hacer ruido para que nadie se despertase, y yo seguí debatiéndome entre abrir mi puerta y esperar a que él también entrase o no... Él se quedó callado. Y yo di un par de vueltas a mi tarjeta en mi mano derecha, esperando el momento oportuno para abrir la puerta.
Los dedos de aquella joven se movían jugando con el pelo de Seifer, y él continuaba completamente en silencio. Casi hubiese jurado que se había quedado dormido de no ser por la manera en que sentía las palmas de sus manos apoyadas tras su cintura.
- Y finalmente... se despidió – dijo con melancolía – Me dijo "En fin... buenas noches..." y comenzó a caminar hacia su habitación. Ni siquiera me dio tiempo a decidir si despedirlo con un beso en la mejilla o en los labios... ni siquiera había terminado de decidir si debía invitarlo a pasar a mi habitación... Simplemente se fue. ¿Y sabes cómo pasé la siguiente hora?
- ¿Cómo...? - preguntó unos segundos después, su voz algo ahogada pegada contra el pecho de la muchacha.
- Dando vueltas en mi habitación, luchando para no ir a buscarlo... - dijo con un tono algo entristecido - ¿Pero sabes qué? Terminé perdiendo esa lucha... fui hasta su habitación... y golpeé mis nudillos contra la puerta, sólo dos veces. Y supongo, por lo poco que tardó en abrir, que ni siquiera había llegado a meterse en la cama. Y lo terminé de verificar cuando abrió y vi que seguía vestido y la cama estaba intacta...
Quistis observó atentamente la facilidad con que sus manos se paseaban por su pelo mientras se tomaba unos minutos para recordar qué había pasado después de aquello. Los recuerdos se mezclaban en su cabeza y de alguna manera sentía que había ido perdiendo detalles de lo que seguía.
- Su cara... deberías haberla visto... - dijo con media sonrisa – Yo estaba frente a su puerta, aún con aquel vestido color marfil, y él parecía que acababa de encontrarse con un tomberi vestido de novia o algo así...
Seifer volvió a dejar escapar una carcajada corta y ahogada ante la imagen y la sonrisa de Quistis se marcó un poco más.
- Pasé sin atreverme a decir nada y sin poder dejar de mirarlo, y cerré la puerta a mis espaldas. Me quedé un minuto allí quieta, en silencio, y supongo que lo que más le había sorprendido era lo que significaba que estuviese allí. Le dije que no me había dado tiempo a darle las buenas noches, y me miró como si hubiese hablado en un idioma completamente diferente al suyo.
Seifer se movió un poco más, cruzando ambas piernas bajo el cuerpo de Quistis y quedando algo más pegado a ella, y dejó que su barbilla se apoyase sobre el hombro de la muchacha.
- Me acerqué un poco más, mirando hacia su pecho... y por un momento lo que más me preocupó fue que pudiese oír a qué ritmo me latía el corazón. Porque sí, a mis 27 años aún no había besado realmente a nadie... Por ridículo que pueda sonar...
- Suena imposible, no ridículo... - comentó él en un susurro.
- Se acercó a mí y yo alcé mi cara hasta poder mirarlo a los ojos... Cada movimiento que él hacía parecía que había estado pensado durante horas, parecía que no quería cometer fallo alguno, que no quería decidir ni un sólo movimiento hasta que yo hubiese hecho alguno antes – se encontraba tan tranquila ahora, contando cómo había sido aquel momento pasado, que casi no podía creer que realmente hubiese existido – Y besarlo fue algo mucho más fácil de lo que hubiese imaginado jamás. Su manera de tocarme al principio fue tan... Asustadiza... tan tímida.
Se tomó tan sólo un segundo para recordar cómo había sido aquel primer contacto antes de compartirlo con Seifer.
- Sus labios estaban tan cerca de los míos que podía sentir el calor de su aliento, mientras yo me esforzaba por no respirar demasiado rápido, por no delatarme ante él como lo que era, una novata que se moría de miedo – su voz fue un susurro por un instante – Pero el momento en que sus labios me tocaron fue mucho más tranquilizador de lo que esperaba. Fue una sensación cálida y suave, pero casi parecía que estuviese tan nervioso como yo, igual de indeciso, así que sentí que ganaba algo más de confianza... Sus labios empezaron a moverse y los míos lo siguieron casi sin que me diese cuenta. Durante un buen rato me limité a sentir cómo mi cuerpo respondía a cada beso con una sensación completamente inesperada. Fue algo tan nuevo... que me daba miedo que él se diese cuenta.
Las manos de la muchacha se movieron hasta la espalda de Seifer y por unos instantes se quedaron ahí, inmóviles.
- Me sujetó así, por la cintura... y yo no tenía ni idea de donde poner mis manos – movió sus manos hasta tenerlas entre su cuerpo y el de él, las puntas de sus dedos rozando su pecho – Y las coloqué así, sobre su camisa... Y uno de mis dedos rozaba uno de sus botones, y empecé a sentir curiosidad sobre cómo sería desnudarlo, sentirlo sin aquella ropa cubriendo su cuerpo. Pero no me atrevía a hacerlo – sus manos acariciaron su estómago lentamente y Seifer sintió un leve escalofrío recorrer su espalda – Y él seguía besándome, sin hacer nada más... Así que pensé que tal vez mi cabeza iba más deprisa de lo que debía. Un... par de minutos más deprisa, supongo... porque fue lo que tardó más o menos en mover una de sus manos y bajar la cremallera de mi vestido. Lo hizo tan despacio que no sé si esperaba que no me diese cuenta... pero no hizo nada más. ¿Tal vez fue como una invitación a que la cosa fuese a más? En cualquier caso creo que no hacía falta, lo único que necesitó para que dejase de sentirme tan indecisa fue seguir besándome.
Quistis volvió a colocar ambas manos tras la espalda del muchacho y dejó que su cabeza descansase sobre su hombro, limitándose a susurrar pegada a él.
- Su lengua rozó mis labios... y se apartó de mí un par de centímetros. Estoy segura de que eso sí que fue una forma de pedirme permiso para seguir adelante... y sólo por la sensación que había sentido al sentir su lengua sobre mi boca, no pude evitar colocar mis manos sobre su cara y besarlo como nunca había imaginado que haría en una primera cita. Avancé casi sin darme cuenta y él se dejó llevar sin oponer casi resistencia, tal vez le pilló por sorpresa la urgencia que había de repente en mis movimientos... o tal vez se asustó un poco. En cualquier caso tampoco se quejó – su voz sonó distinta mientras sonreía, entretenida con aquella idea – Su trasero terminó apoyado en el borde de su escritorio y continuamos besándonos mientras nuestras respiraciones iban haciéndose algo más pesadas a cada segundo que pasaba.
Las manos de la muchacha fueron hasta el cuello de Seifer y se apoyaron como sujetando una prenda imaginaria.
- Desabroché el primer botón de su camisa y mis manos hicieron el resto del camino hasta desabotonarla por completo. Colé ambas manos bajo su camisa y no sé si fue por tenerlas algo frías o porque le hice cosquillas, pero sentí que su cuerpo se estremeció en el mismo momento en que lo agarré de la cintura y me pegué aún más a él – de nuevo sonrió recordando el momento y su voz sonó distinta - ¿Y sus manos? Me había olvidado por completo de dónde estaban hasta ese momento, justo cuando sentí que la tela de mi vestido se deslizaba sobre mi piel, a medida que lo subía y las colocaba sobre mis caderas. Aquel joven instructor tranquilo y amable parecía impaciente con la idea de sentir algo más que tela bajo sus manos y de repente lo vi un poco fuera de lugar. Casi no parecía él...
- ¿Por qué...? - preguntó Seifer con algo de curiosidad.
- No sé... Al principio había parecido tan dudoso... tan nervioso como yo... Y la manera en que me levantó en el aire y se giró para sentarme sobre la mesa... Creo que fue entonces cuando perdí uno de mis zapatos... La forma en que tiró de mi vestido hacia arriba, quitándomelo antes incluso de que me parase a pensar en cómo sería estar desnuda de aquella manera por primera vez ante alguien... De repente parecía que sabía lo que hacía tan bien que me sentí estúpida estando así, frente a él, en silencio y sin saber exactamente qué hacer... - un instante intentando recordar qué había pasado después – Se apartó de mí, no más de un par de palmos, y sus ojos se movieron sobre mí durante un par de interminables segundos. Ser juzgada por el criterio de otra persona es algo que siempre he odiado, pero la manera en que su expresión parecía perdida mientras me observaba hizo que no me sintiese juzgada en ningún momento. No me dio la sensación de que lo hiciese para... "verificar" lo que había bajo mi ropa... Si no casi como si lo admirase...
Seifer movió su cabeza de manera que su frente quedase sobre el hombro de la muchacha y sus ojos se movieron por un instante sobre el cuerpo desnudo de aquella mujer. Sabía perfectamente a lo que se refería.
- Se acercó poco a poco a mí, respirando aún algo deprisa, pero esta vez sus labios se apoyaron sobre mi cara, moviéndose lentamente hacia mi cuello. Sentía una sensación divertida y extraña sobre mi piel a medida que su lengua se movía recorriendo la forma de mi clavícula y sus manos se movían sobre el cierre de mi sostén. Pensé... que él estaba vestido por completo y con la tontería yo estaba a dos prendas de estar completamente desnuda... así que retiré su camisa hacia atrás y él movió ambos brazos ayudándome a quitársela, dejando mi sostén desabrochado pero sin llegar a quitarlo del todo. Mis manos terminaron sobre su cinturón y empecé a dasabrocharlo con algo de impaciencia, ganándome una mirada fugaz con una sonrisa y una ceja levantada por su parte. Supongo que de repente parecía bastante más impaciente que hacía un rato.
Quistis pensaba en la hora que ya era, en el tiempo que llevaban ambos sentados sobre aquella cama mientras ella le contaba aquella historia y en la paciencia que había en ella mientras se entretenía recordando cada pequeño detalle, y reconocer que había estado impaciente en aquel momento le parecía algo casi imposible.
- Volvió a besarme, justo bajo la línea de mi mandíbula, y en un par de gestos se había quitado los pantalones, los había dejado caer de cualquier manera sobre la cama y sus zapatos habían ido a parar a cualquier otra parte cuando movió los pies para apartarlos sin mucho cuidado. Sus manos se apoyaron sobre mi estómago y comenzaron a subir lentamente, empezando a colar un par de dedos bajo mi sostén, mientras su boca seguía bajando sobre mi garganta y se detenía un momento al llegar a mi pecho. Me quitó aquella prenda sin pensárselo mucho. Y viéndonos así, ambos con una sola prenda sobre nuestro cuerpo, en aquella posición, la única idea que se me pasó por la cabeza fue: "¿va a ser así mi primera vez? ¿Sobre una mesa?"
Seifer rió de nuevo en voz baja pensando en que Quistis Trepe no podía pensar nada más que aquello incluso en una situación como la que le estaba describiendo.
- Pero justo cuando su lengua comenzaba a bajar entre mis pechos y mis manos acariciaron su estómago, intentando llegar hasta su ropa interior, él volvió a agarrarme con ambas manos sobre mi trasero y se movió torpemente hacia su izquierda, cayendo los dos sobre su cama – dijo sonriendo - Ahora estaba de rodillas sobre mí, con ambas piernas a ambos lados de mis caderas, mientras me miraba con aquella expresión que no parecía suya. Me besó una vez más, y esta vez mis manos hicieron todo el camino desde sus costados hasta justo debajo de su ombligo. Era la necesidad y la curiosidad la que me movían a querer tenerlo completamente desnudo, a tocar su cuerpo y descubrir de qué manera reaccionaría cuando lo hiciese, pero al mismo tiempo seguía sintiendo cómo mi cara ardía sólo con la idea.
Y de lo que no se había dado cuenta era de la manera en que se había sonrojado levemente al recordarlo. Una suerte que Seifer no pudiese ver su cara en ese momento.
- Movió una de sus manos tras una de mis rodillas y se colocó entre mis piernas, arrodillado ante mí, mientras su boca volvía a bajar con paciencia por mi torso, entreteniéndose de tanto en cuanto a lo largo del camino. Y no sé si era su manera de hacer todo aquello lo que me tenía atrapada en aquella sensación, o la sensibilidad de mi cuerpo ante la manera en que su boca se movía sobre él. Fuese de la forma que fuese podía intuir perfectamente hacia donde se dirigía y sólo anticipando sus intenciones sentía que mi corazón se aceleraba cada vez más. Me mordió suavemente justo bajo el ombligo, entreteniéndose seguramente con el sonido de mi respiración a medida que sus dedos se colaban bajo mi ropa interior y tiraban lentamente de aquella prenda, haciendo que se deslizase con toda la facilidad posible sobre mis piernas.
Hizo una leve pausa, sintiendo cómo su pulso se había acelerado imperceptiblemente ante el recuerdo.
- Allí estaba yo, completamente desnuda sobre su cama – dijo más para sí misma que para aquel oyente – Recorrió el camino de mi rodilla izquierda hasta mi ingle con la punta de su nariz... bueno, creo que fue con su nariz, en ese momento no me atrevía a mirar hacia abajo, pero no era una sensación tan suave como la de sus labios, y podía sentir el pelo de su flequillo haciéndome cosquillas a medida que se movía. Lo siguiente que sentí fue su aliento a medida que respiraba sobre mi piel, y después una sensación tan cálida que me estremecí levemente al sentir el contacto. Casi no me atrevía a respirar mientras sentía su lengua... moviéndose poco a poco entre mis piernas... y aquella sensación entumecía cada uno de mis sentidos.
Sólo el recuerdo era suficiente como para ponerle los pelos de punta, y Quistis se acercó un poco más a Seifer, esperando que el contacto calmase aquella sensación.
- No podía compararlo con nada que hubiese ocurrido antes, pero imaginaba que aunque hubiese podido no habría tenido sentido hacerlo. Siguió haciendo aquello durante un buen rato, y yo empecé a olvidarme de todo cuanto me rodeaba. Hasta que paró – se quedó en silencio sólo un segundo y después sonrió para sí misma – Creo que fue porque susurré su nombre, no estoy muy segura... Pero se me había quedado mirando como esperando algo. Yo le devolvía la mirada, segura de que mi cara debía ser un libro abierto en ese momento, y después de dedicarme una fugaz sonrisa apretó su cara ridículamente sobre las sábanas de su cama antes de volver a moverse sobre mí y besarme de nuevo.
Seifer se movió hasta tener la afrente apoyada sobre la de ella, observando cómo sus labios se movían a medida que hablaba.
- Podía sentirlo... apoyado sobre mí... Y sabía hasta qué punto estaba excitado a medida que se movía lentamente, pegando sus caderas a las mías. ¿Cómo... sería? - la mirada de la chica estaba perdida en la borrosa forma de la nariz de Seifer, pero realmente no lo estaba mirando mientras recordaba aquella sensación nerviosa - ¿Cómo sería sentirlo dentro de mí...? - susurró al cabo de unos segundos - Bajé ambas manos, y comencé a bajar aquella prenda lentamente, colando mis dedos a ambos lados de sus caderas, y él se movió sobre mí para ayudarme a quitársela. Tiró aquel trozo de tela a un lado y volvió a acomodarse sobre mí, pero sin llegar a tocarme, y yo sólo podía mirarlo a los ojos. Mis manos volvieron de nuevo a recorrer su estómago, y una vez más se pararon justo bajo su ombligo... Estaba deseando seguir bajando, pero al mismo tiempo... era una idea que me intimidaba un poco...
Quistis se quedó en silencio y Seifer hubiese jurado que lo hacía sólo para darle algo de emoción a su relato.
- ¿Y después...? - preguntó Seifer como animándola a que continuase.
- Después bajé unos centímetros más... y él se quedó completamente inmóvil en el momento en que mis manos llegaron hasta su sexo.
- ¿Y...? - preguntó separándose esta vez unos centímetros de ella - ¿Qué... tal...?
Quistis le devolvió la mirada con una sonrisa y una ceja alzada y se encogió de hombros.
- ¿Cómo que qué tal? ¿Qué esperas que conteste a eso...? - preguntó algo molesta.
- No sé, si te sorprendió o algo así... - comentó él mirando algo por encima de su cabeza - ¿Estaba bien dotado? - bromeó con una sonrisa burlona.
- Esos detalles no son realmente importantes... ¿He de seguir con la historia o te basta con esto? - contestó ella apoyando su espalda sobre la pared y y cruzándose de brazos.
- No, no... continúe, instructora... - le pidió él educadamente.
Quistis lo miró durante un momento y finalmente volvió a perder su mirada sobre el estómago del muchacho, colocando ambas manos a los lados de su cintura y retomando el momento de aquel recuerdo en el que se había quedado.
- Lo acaricié durante unos instantes... movida más por la curiosidad que por otra cosa... - confesó con media sonrisa – y él permaneció aún en silencio, arrastrando lentamente su respiración, como si intentase no hacer ruido, mientras mantenía los ojos cerrados y su cara estaba a dos centímetros de la mía. Levanté un mano hasta tenerla sobre su cara y lo besé lentamente, y justo entonces apretó los ojos y un leve quejido escapó de su garganta. Supongo que llevaba un buen rato concentrándose para no hacer ningún ruido raro, pero no le salió del todo bien.
Quistis sonrió una vez más y sus manos comenzaron a recorrer el estómago de seifer de nuevo, a medida que continuaba hablando.
- Se movió de repente, estirando una mano hacia arriba, para llegar a una estantería que había sobre su cama, rebuscando entre lo que tuviese allí arriba mientras seguía besándome con bastante impaciencia, y mis ojos se dirigieron hacia aquella estantería, de la que podía ver asomando algún pedazo de papel, la esquina de un libro mal colocado y lo que parecía desde ahí abajo una pequeña cajita de cartón duro en la que andaba rebuscando a ciegas. Mi mano había dejado de moverse sobre su miembro, y pude sentirlo rozando mi ombligo cuando él se apoyó sobre su otro brazo para tener algo más de acceso a aquel estante de madera.
Quistis paseaba su mirada sobre el desorden que había en aquella habitación y volvió a sonreír imaginando la cara que debía haber tenido mientras observaba a aquel muchacho.
- Al final encontró lo que andaba buscando y se apoyó con ambas manos sobre la almohada, justo a ambos lados de mi cabeza. Yo me giré con curiosidad hacia su mano izquierda y vi aquel pequeño envoltorio de plástico, de forma cuadrada y cubierto de pequeñas letritas, y al volver a mirarlo estaba observándome con media sonrisa, como si esperase alguna respuesta a alguna pregunta que no había llegado siquiera a hacer. Le sonreí y volví a besarlo, y sólo entonces me alegré de no haberle invitado a entrar a mi habitación. Una costumbre que nunca he tenido es guardar cosas que no necesito, y sin tener mucho interés ni vida sexual no había ningún tipo de protección como aquel preservativo en mi dormitorio.
Seifer levantó ambas cejas pensando que era bastante lógico que no tuviese nada por el estilo, seguramente había sido una suerte que las cosas hubiesen salido de aquella manera.
- Se quedó de rodillas sobre mí, moviendo sus manos sin demasiada dificultad mientras acomodaba aquel pedazo de látex como debía, y el miedo que había ido alejándose caricia a caricia volvió de golpe cuando volvió a apoyar ambas manos sobre la almohada, mirándome con una sonrisa amplia e impaciente. ¿Se daría cuenta?
La voz de Quistis volvió a convertirse en un susurro y sus manos se quedaron quietas a ambos lados de la cintura de Seifer
– Sentí una sensación fría y húmeda entre mis piernas y llevé una mano hasta su miembro sin saber si intentaba impedir que continuase moviéndose o si intentaba ayudarlo a ello. Volvió a rozar sus labios sobre los míos, sin llegar del todo a besarme, y sus caderas se movieron lentamente a medida que se deslizaba sin demasiada dificultad en mi interior... Yo cogí aire intentando no hacer ruido a medida que me acostumbraba a aquella sensación algo... apretada... - dijo buscando la palabra adecuada – Y su respiración se volvió más sonora aún en el momento en que empezó a moverse lentamente.
Los ojos de la muchacha volvieron a pasear por la estantería que había en la pared que quedaba al otro lado de aquella habitación y continuó hablando con una expresión curiosa.
- Poco a poco aquella sensación extraña se iba tornando más agradable, y aquel joven instructor fue acelerando el ritmo de sus movimientos hasta llegar a un punto acompasado, siguiendo a la perfección el sonido del leve quejido apagado que se intuía tras su garganta. Desde el principio me había parecido graciosa la manera en que intentaba no hacer ruido, pero por lo visto en aquel momento se le había olvidado por completo. Creo que yo no hice tanto ruido como él, pero en cualquier caso me encantó oírlo, susurrando mi nombre un par de veces contra mi oído, a medida que sus brazos se apoyaban tras mi espalda y se pegaba a mí todo lo que podía.
Se quedó callada, intentando recordar justo en ese momento lo que había hecho ella después de que él empezase a moverse, y se sorprendió al encontrar un leve vacío en su memoria.
- Supongo que estaba demasiado pendiente de lo que hacía él... Recuerdo que yo tenía ambas piernas entrelazadas tras su cintura, y que había rodeado su cuello con mis brazos. No sé en qué momento había empezado a mover mis caderas al mismo ritmo que lo hacía él ni tampoco si había llegado siquiera a pensar en hacerlo. Pero ahora que pienso en ello, supongo que estaba demasiado perdida en la sensación que sentía en ese momento.
- ¿No tienes más detalles que eso para darme? - preguntó él con media sonrisa.
- No... lo siento... - confesó ella en un tono que denotaba disculpa – No podría decirte cuánto tiempo pasamos así... Todo continuó hasta que su respiración se tornó un gruñido entrecortado, apagado tras sus dientes apretados, y que la manera en que se movió sobre mí en ese momento, apretando su cuerpo contra el mío y besándome una última vez con una intensidad que no parecía suya... Hizo que me perdiese esta vez en una sensación completamente distinta, tan intensa como fugaz, y no fue hasta que se apartó levemente de mí que fui capaz de abrir los ojos e intentar respirar de nuevo.
Quistis se quedó en silencio una vez más, pero esta vez no intentaba recordar ni se entretenía con ninguna memoria. Aquel recuerdo había terminado.
Seifer continuaba frente a Quistis, mirándola esta vez completamente en silencio, igual que ella, con ambas manos sobre la cintura de la muchacha y sosteniendo el peso de su cuerpo sobre sus piernas.
- ¿Por qué no me avisaste... ? - Preguntó en un susurro, tornándose aquella sonrisa entretenida en una algo preocupada, esperando a que lo mirase a los ojos.
- No sé... no lo vi necesario, supongo... - contestó ella mientras sentía que se sonrojaba levemente al volver a mirarlo.
- A veces soy un poco bruto... - dijo girando los ojos hacia un lado mientras levantaba una ceja y sonreía con un deje de disculpa en la cara - ¿Te he hecho daño...?
Quistis negó con la cabeza y se acercó a él para apoyar de nuevo su frente sobre el pecho del muchacho.
- Tranquilo, instructor Almasy... - contestó aún abrazada a él – Nada por lo que deba preocuparse...
El sol comenzaba a asomar tímidamente por el horizonte, y una luz azulada se colaba tras las cortinas de la habitación de aquel muchacho, haciendo relucir levemente la fina tela de aquel vestido color marfil que había sobre la silla, apartada a un lado de aquella mesa completamente desordenada.
- Casi me engañas con lo del joven instructor nuevo de carácter tranquilo y amable... - comentó Seifer acercándose lo suficiente como para sentir cómo sus labios se movían al contestarle.
- Has cambiado mucho, Seifer... - dijo ella colocando una de sus manos sobre su cara, recorriendo la fina línea de la cicatriz que había entre sus cejas.
- Y has hecho bastante más ruido que yo, por cierto... - comentó él con una sonrisa entretenida – otra cosa es que no te oyeras.
Quistis se apartó de él lo suficiente como para ver si hablaba en serio, y sintió algo más de calor sobre sus mejillas a medida que se daba cuenta de que así era.
El pequeño móvil que había tras ellos empezó a vibrar sobre la mesa y ambos se giraron algo asustados. Seifer lo agarró y pulsó una tecla, haciendo que volviese a quedar en silencio.
- Hora de irse... - susurró Quistis con media sonrisa, mirándolo con algo de tristeza en la cara.
Seifer la volvió a besar y después la soltó para que pudiese levantarse y agacharse hasta coger su ropa.
Se les había ido media noche bajo aquellas sábanas y la otra media recordando lo que acababa de ocurrir. Sin embargo el día ya había empezado y Seifer tenía algo mucho más urgente en lo que pensar. Cómo volver hasta la ciudad de Balamb y recuperar el coche del director antes de que nadie se diese cuenta de que lo había sacado del Jardín.
SEIFER-QUISTIS
Pues aquí lo tenéis, el primer capítulo listito. He de decir que la idea sobre narrar su primera vez y tal no es mía, lo vi en un cómic hace tiempo y me pareció original que la historia en sí... no la narrase el narrador, si no un personaje... aunque no fuese en primera persona.
En fin, espero que os haya gustado... y tanto si ha sido así, como si no... ¡escribid leñes! XD
Todo... absolutamente todo... está permitido en este juego (menos rollos familiares en plan Squall-Laguna, ni historias con menores ni animalitos de por medio... Prefiero no alimentar según qué tipo de filias v.v...) Chicos con chicas, chicos con chicos, chicas con chicas...
PERSONAJES A ESCOGER:
Squall
Rinoa
Quistis
Seifer
Zell
Irvine
Selphie
Laguna
Raine (Pensad que murió cuando murió... no me pongáis un Raine-Irvine porque no tendría sentido v.v)
Eleone
Kiros
Ward
Cid
Edea
Shu
Nida
Viento
Trueno
Kadowaki (¿Por qué no? XD)
Zone
Watts
Julia (Os digo lo mismo que con Raine)
Calway
La bibliotecaria de la trencita
La reina de cartas (¿?)
¿Recordáis a la amiga de Selphie en Trabia? La chica que tenía su carta... pues esa también XD
PAREJAS YA USADAS:
Quistis-Seifer
En cada capítulo iré poniendo las parejitas que ya han aparecido y si se nos ocurren más personajes serán añadidos por aquí. ¡Gracias por adelantado!
