Disclaimer: Los personajes conocidos son propiedad de Hiro Fujiwaray y compañía. Sin fines de lucro, solo por diversión.

Los empleados se habían reunido para ver a la nueva accionista. Algunos la reconocieron de su ante rior visita.

—No pude resistirme a echar un vistazo ese día dijo—. Me pareció tan fascinante que decidí que no quería vender mi parte de las acciones. Quise quedarme aquí y ser parte de esta empresa.

Sólo por decir eso, Misaki se convirtió para los empleados en una gran aliada. Y les gustó todavía más cuando descubrieron que hablaba Japonés e ingles además de un poco de español.

Un empleado le dio una vuelta por allí para enseñárselo todo en la empresa y, cuando terminaron, estaba más convencida que al principio. Adoraba ese lugar y a esa gente, e iba a defenderlo de Usui con su último aliento...

Algo que se hizo más evidente cuando vio los libros de cuentas. Anthony la había avisado de que la empresa tenía un pequeño problema.

—El problema es —dijo le dijo el contador de la empresa cuando estaban so los— que pagamos unos sueldos demasiado altos por que Anthony tenía un corazón muy generoso. La gente llega a la edad de jubilación y no quiere marcharse porque somos como una familia. Y él siempre deja que se queden.

—Entonces se quedarán —dijo Misaki firmemente—. Tendremos que encontrar otro modo de aumentar nues tros beneficios.

El contador sonrió y fue a comunicarle a «la familia» que todo iría bien.

Y entonces cayó la bomba.

La carta del banco era educada, pero rotunda. Si la junta de accionista no estaban deacuerdo en lo que Misaki decidió no podría hacerlo—Me temo que eso pueden hacerlo —suspiró el contador—

La letra pequeña dice algo sobre que un cambio de circunstancias les da el derecho a invalidar el acuerdo, con la muerte de Anthony los accionistas decidieron que los sueldos bajaran.

—Eso ya lo veremos —dijo Misaki furiosa.

Como siempre, había elegido su ropa con cuidado para resultar lo menos sexy posible. Fue difícil, pero hizo todo lo que pudo con un abrigo y un vestido ne gros. El peluquero del hotel casi lloró cuando le pidió que le recogiera el pelo con el estilo más sobrio y sen cillo que pudiera, pero obedeció a regañadientes.

Ahora parezco una institutriz de la época victoriana —dijo satisfecha—. Excelente.

Diez minutos antes de la hora prevista, llegó a su cita con el director del banco.

¿Entiendo,que su difunto marido no la informó de la situación financiera?

Si, pero necesito un préstamo para ayudar con los sueldos de los empleados Anthony dijo que usted nos ayudaría. ¿Cuánto tiempo tengo?

Necesitaría saber algo en un par de semanas; Gracias —dijo levantándose para marcharse—. Esta remos en contacto.

Volvió al hotel paseando, inmersa en sus pensamien tos.

¿Qué harás? —le preguntó El contador cuando ella le contó la entrevista con el director.

—No lo sé. Podría ceder y venderle las acciones a Usui. Tal vez eso es lo que todos quieren.

—Pero ya eres una de nosotros. Creíamos que ibas a quedarte.

«Una de nosotros». Eran una familia y la habían in vitado a entrar en ella. No podía decepcionarlos... y no podía perder la oportunidad de enfurecer a Usui.

Hizo unas llamadas al director de su banco de y le enviaron unos informes detallados con el estado de sus cuentas. Estaba reflexionando sobre ello en el ves tíbulo del hotel una mañana cuando una voz le preguntó:

No te importa que me siente, ¿verdad?

Al alzar la vista, Misaki vio a una mujer de unos cuarenta años, elegantemente vestida y con una atrac tiva mirada. Se presentó como la condesa Pallone.

Pero puedes llamarme Amy. Estaba deseando co nocer a la mujer de la que toda Japón habla.

¿De verdad? Pero si sólo llevo aquí cinco minutos.

—Pero todo el mundo sabe quién eres.

La viuda de Anthony.

—Y la mujer que está enfrentándose a Usui. Créeme, no hay muchos que puedan hacerlo. Él es un hombre poderoso y le gusta que todo el mundo lo sepa. Todos estamos ansiosos por ver lo que pasa.

—Pues me alegra estar dándoos entretenimiento —dijo Misaki riéndose.

Pidieron café y se sentaron a charlar. Amy tenía un carácter alegre y una mente astuta y a Misaki eso le gustó.

He de admitir que tenía un motivo oculto para ha blar contigo.

¡Claro! ¿Qué puedo hacer por ti?

—Dirijo una organización benéfica que apoya la la bor de un hospital infantil y mañana por la noche va mos a celebrar en este hotel un evento para reunir fon dos. Sería maravilloso que pudiera asistir y tal vez donar una pieza de cristal, ya que Tsubasa—Corp tiene una franquicia de eso.

Me encantaría. Ahora mismo iba a ir a la fábrica. Buscaré la pieza más bonita que haya.

Una hora después se subió a un carro en dirección de esa tienda y eligió un gran caballo hecho de cristal.

Es la pieza más cara que hacemos —le dijo El contador—. No queremos que la superen, supongo que Usui Donara algo igual de caro.

¿Entonces Usui también hace una donación?

—Todos los años. El señor Usui siempre ofrece la mejor pieza que tiene. Dona mucho dinero a la cari dad.

—Seguro que estará allí y Amy debía de saberlo cuan do me ha invitado. Bueno, parece que habrá más de un campo de batalla.

—¿Cómo dices? —preguntó El contador.

—Nada. Por favor, haz que lo envuelvan y me lo lle varé cuando regrese al hotel.

Al día siguiente le entregó el caballo a Amy pidién dole que lo catalogaran como regalo de Anthony.

Había dicho que se lo tomaría como una batalla y, así, estudió su armario como un general eligiendo el uniforma apropiado. Se decidió por el blanco: seda pura, cuello alto, mangas largas y bajo hasta el suelo. En resumen, lo contrario de lo que se habría esperado Usui. Unos diminutos diamantes en sus orejas com pletaban su atuendo.

La recepción tuvo lugar en el enorme vestíbulo del Hotel Illyria. Amy envió a su hijo a acompañar a Misaki; era un veinteañero extremadamente guapo y jun tos hicieron una espléndida entrada. La condesa la pre sentó ante todo el mundo y Misaki sonrió mientras discretamente buscaba a Usui con la mirada.

Y entonces lo vio, elegante y con traje negro. Con ese cuerpo alto, atlético y natural al mismo tiempo y su hermoso rostro resultaba el hombre más impresionante de la sala. Estaba claro que se sentía como un Dragón en tre chacales.

Y precisamente el Dragón alado era el símbolo de Japón y sus imágenes estaban por todas partes de la ciudad anunciando que ese lugar estaba bajo su protec ción, bajo sus órdenes.

Usui la vio y fue hacia ella.

—Me alegra que estés aquí. Amy me ha enseñado tu obsequio y quería darte las gracias por haberlo hecho en nombre de Anthony.

—No podía hacerlo de otro modo. Después de todo, era mi marido, aunque tú no lo veas así...

—Por favor, ¿no podemos dejar eso de lado por esta noche? Déjame decirte que estás preciosa.

La última vez que se habían visto, él la había exci tado para después rechazarla con tanta firmeza que ha bía sido casi un insulto para ella y ahora estaba comportándose como si nada de eso hubiera pasado.

—Sabes que nos están observando, ¿verdad? —conti nuó susurrándole al oído—. Todo Japón lo sabe.

¿Y qué sabe exactamente? O mejor aún, ¿qué creen que saben?

Usui sonrió.

—Muy aguda. Apuesto a que podrías hacerles creer lo que quisieras. Es un arte que tendrías que enseñarme.

—Oh, me parece que tú ya te sabes algunos trucos y yo siempre estoy dispuesta a aprender. —Misaki sonrió

No estás siendo justa. Si dijera que creo que te co noces todos los trucos, te lo tomarías como un insulto.

—Claro que sí. Y lo curioso es que, si yo te lo dijera a ti, te lo tomarías como un cumplido por mucho que yo intentara que sonara como un insulto.

Y lo intentarías con ganas.

Sin duda.

Se rieron y todas las cabezas se volvieron hacia ellos.

—Amy me ha dicho que siempre donas una de tus mejores piezas. Estoy deseando verla.

—Deja que te la enseñe. — usui la guio

—Es precioso —dijo con sinceridad al ver el gran águila de cristal y plata.

El caballo se veía muy simple al lado del espectacu lar águila, y Usui debió de verlo en la cara de Misaki porque le dijo:

Seguro que tu caballo es la donación que más di nero recauda.

Es muy amable por tu parte, pero no lo creo. Apuesto a que sí. ¡Hiddeky!

Un hombre regordete se giró al oírlo y sonrió. Des pués de que Usui los presentara, dijo:

—A Hiddeky no hay nada que le guste más que hacer apuestas. Pues aquí va una: apuesto a que por la pieza de Misaki se pagará más dinero que por mi águila.

Di una cantidad —dijo Hiddeky entusiasmado. Diez mil euros.

Misaki y el hombre se miraron.

Confío en mis instintos —añadió—. El caballo es una pieza hermosa, como todo el cristal . ¿Qué me dices, Hiddeky?

¡Hecho! —dijo el hombre, que sacó una libreta y comenzó a anotar apuestas a medida que más gente se iba arremolinando a su alrededor.

—¿Qué estás haciendo? —le murmuró Misaki a Usui—. Podrías acabar pagando una fortuna y enton ces... ¿cómo ibas a comprarme las acciones?

Pero como no vas a vendérmelas, no importa.

—Supongo que no. — Misaki estaba sorprendida.

Además, si pierdo, seguro que ya no podré com prarte nada y te sentirás más segura. — Le dijo sonriendo Usui

Ni en un millón de años se sentiría segura al lado de ese hombre, pero se limitó a sonreír.

—Te prometo que ya me siento muy segura. Lo único que me preocupa eres tú. — Misaki le dijo con sinceridad

—Qué amable eres al preocuparte por mí, pero por fa vor no lo hagas. Te aseguro que me he protegido bien. — usui la miro a los ojos.

—Te creo. Otra cosa no me la creería, pero si me di ces que estás tramando algo, te creo.

¿Es que no estás tramando algo tú? — Pregunto Usui.

Misaki no contesto.

Hiddeky había terminado de anotar las apuestas de la gente.

Entiendo que ninguno de los dos va a pujar por vuestros propios artículos.

—Hecho —dijo Usui.

Hecho —añadió Misaki.

En ese momento la orquesta dio comienzo al baile que se celebraría antes de la subasta.

—Baila conmigo —dijo Usui llevándola a sus brazos.

MISAKI sabía que no era muy sensato bailar con él, pero no le había dado opción a negarse.

Le había puesto la mano en la cintura y la había llevado contra su cuerpo, de manera que podía sentir sus piernas rozándose con las suyas a través de la deli cada seda del vestido. Durante unos instantes fueron dos bailarines excelentes danzando en perfecta armo nía, y cuando la música terminó, él le tomó el mentón la besó en los labios galantemente para después decir:

—Ha sido un verdadero placer, bailar con usted señora.

Un hombre se acercó y, tras presentarse, expresó su deseo de bailar con ella. Usui se retiró, dejando a Misaki sin saber que hacer.

Usui se alejo para tomar un trago de champagne, mientras Misaki bailaba con un joven, en un momento las miradas de ambos se cruzaron.

Me beso… Pero, no. No puedo enamorarme de él Misaki suspiro para si misma.

Sera una larga noche Pensó Usui mientras terminaba su copa de champagne.

N.A:

Actualizo ¿Que milagro no? Espero que les guste, les diré que lo haré los viernes, eso para que el capitulo sea mas largo n.n saludos!