Título: "En una noche más alegre"
Ranking: M
Personajes: Kaito Kuroba, Shinichi Kudo, Aoko Nakamori y Ran Mouri
Consideraciones: No pretendo ser como Julio Cortázar, pero esta historia es un intento de emular "La noche boca arriba". Puede que no entiendan mi historia, y los comprendo, porque cuando leí la historia de Cortázar era aún muy pequeña para entenderla bien, y ahora, aunque mucho mayor, sigo sin entenderla del todo. Esta historia es un pequeñísimo homenaje a tan grande autor latino. (aunque yo no le hago ni sombra)
Agradecimiento: A mis amigos y gatuno con los que disfruté una noche de salsa y carrete por unas horas.
Josh se fumaba un cigarro mentolado mientras tamborileaba con los dedos la salsa que todo el mundo bailaba menos él ¿Mentolado? Sí, era de sus tantas rarezas siendo un anglosajón de tomo y lomo.
De pronto uno de los mozos pasó rápidamente por detrás de su mesa mirando hacia el cielo del local y alrededores. Su loca mente comienza a buscar razones cuando de pronto ve pasar nuevamente al hombre con un par de paneles con la forma de las puertas del local. ¡qué idiota! Obviamente buscaba ayuda para poder cerrar el local por fuera y aislar el ruido interior… y él pensando en algún drama que pudiera ocurrir… antes más ¡Aún más idiota! Todo le mundo gozando del ritmo, incluso sus dedos que nuca dejaron de tamborilear, y él buscando mil razones para echar a andar su mente.
Desde el extremo contrario, en medio de la pista Ian, medio latino, bailaba junto a una chica que recién había conocido. No sabía quien era, pero le pareció encantadora por lo que, sin pensarlo, la sacó a bailar. Gracias a las pocas, pero eficientes luces pudo notar el color de sus ojos, un intenso color azul, similar a los suyos. Una curiosidad. En aquel instante unos ojos azules muy parecidos se cruzaron por su mente, más allá de este tiempo. Cuando la pieza musical acabó la chica se fue a su asiento luego de agradecerle, junto a Josh.
Shinichi cerró los ojos y descansó esa noche. Había sido duro. Ran estaba ocupada con un caso de defensa en el que ambos tuvieron una gran diferencia de criterios. Para él era evidente que el sujeto era culpable, pero su esposa insistió en defenderlo en tribunales. Lo curioso es que al finald el día parecía que Ran siempre estuvo en lo correcto. Fue un duro golpe a su mente y una lección a la soberbia que desarrolló con los años.
Desde un rincón oculta tras un poste del local, Ian observaba a esta chica que parecía rebozar de alegría junto a un huraño sujeto que a todas uces deseaba bailar, pero que se negaba a salir a la pista con ella.
Lentamente fue dirigiendo su mirada por cada una de las suaves curvas de ella, que no era muy voluptuosa. Se le hacía un infierno de distancia poder tocar esa cintura. Era un buen bailarín de salsa y seguro que podrían seguir disfrutando juntos. Esa silueta ligeramente insinuada que se distinguía un poco más gracias a las luces y a la polerita de pabilo con diseños azulados. De pronto un merengue y una nueva negativa de su ¿novio?. La chica cambió el gesto de su rostro y se laejó rumbo al baño cabizbaja. ¡Era su oportunidad! Corrió tras ella sorteando a la gente, así como corrió aquella vez tras una chica que ya no recordaba ¿Lo habría soñado?
Aoko corrió a través de la multitud esa noche. Kaito detrás de ella, mucho más atrás. Por enésima vez una discusión ¡¿Cuándo Kaito dejaría de coquetear con las chicas que se le acercaba? Aoko maldecía ahora sus shows de magia. Amaba su magia y sus shows eran su fascinación, porque lo amaba más al verlo tan pleno sobre el escenario, aun cuando los años habían pasado; pero odiaba lo que seguía. Su camerino lleno de mujeres buscando ver al seductor japonés de ojos azules que hacía posible lo imposible allí, en Broadway. Cruzó furiosa aquella fatídica esquina, justo cuando Kaito la alcanzó. Luces, chirridos, y al rato luces de colores rojos y azules. Nada más. Nunca más.
En uno de los rincones de esa salsoteca, Ian la alcanzó ¿Bailarías conmigo otra vez?
Josh había acabado su ultimo cigarrillo cuando, aún molesto por la insistencia de Ally, distinguió a una pareja que bailaba en el centro de la pista. Fue el largo cabello ondeante de la chica lo que llamó su atención. Una insinuante mujer bailaba desanimada y dejaba que un hombre de edad madura la llevara. Sintió celos. No era Ally, pero tuvo el presentimiento de que esa mujer había sido suya ¿Cuándo? Ni siquiera la conocía. Súbitamente se levantó y necesitó una excusa para acercarse ¿Dónde estaba Ally cuando la necesitaba?
La buscó con la mirada en dirección al baño, por donde se había perdido, y la encontró.
Bailaba feliz con otro tipo, el mismo sujeto anterior. No le dolía, pero se sintió incómodo en mitad de la pista siendo engañado, pero necesitando acercarse a otra chica, la del largo cabello oscuro. Sus razones… ¡un carajo! Se acercó a la pareja y pidió bailar con la mujer. El viejo le hizo ver muchas más luces y todo se volvió negro.
Lo último que Shin le dijo a Ran esa, su última noche, fue: "Te veré pronto. Juntémonos una noche más alegre".
FIN.