Los personajes no son míos son de la maravillosa S.M la historia es una AD

-Advertencias:Hay escenas explicitas y lenguaje muy fuerte, creo que a muchas nos gusta, pero en avisar no hay engaño.

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- Edward dio un fuerte manotazo contra la llave de Identificación y la puerta de su camarote se abrió deslizándose silenciosamente. Dio un paso adentro, sus ojos se ensancharon ante la visión que le daba la bienvenida: Bella sentada en medio de su cama abrazándose las rodillas.

Ella estaba desnuda.

Su boca se curvaba en una pequeña, tímida sonrisa.

—Veo que Bree te comentó cierta teoría acerca de la desnudez, también —dijo él, su boca secándose. Avanzó aún más, dentro de su camarote, y la puerta que estaba detrás de él se deslizó hasta cerrarse.

Ella colocó su barbilla en la parte superior de sus rodillas.

—¿Quieres decir algo acerca de la desnudez derribando barreras? —Su mirada se deslizó rápidamente sobre él, demorándose mucho tiempo sobre su creciente virilidad.

—Ella no es completamente estúpida —replicó él. Sin saber cómo proceder, cambió de posición sobre su pie. Su primer instinto era gatear a través de su cama y encima de ella, pero primero tenían unas cuantas cosas que aclarar.

Si ella quería montarlo o recibirlo por detrás. Esas serían las únicas opciones que le daría ahora. Ella había sellado su destino. Su polla por ningún motivo le permitiría interrumpir los motores de La Tua cantante y dejarla en tierra.

No, su corazón no la dejaría partir.

Ella se frotó la mejilla sobre la rodilla.

—He decidido que voy a seducirte para que te enamores de mí.

Él permaneció de pie por un momento, el alivio reduciendo drásticamente la tensión que había anudado sus brazos y sus hombros.

—Me siento como una idiota, pensando en que eras un robot. —Su mirada se trabó con la de él, y su expresión se volvió solemne.

Él esperaba de todo corazón que ella no estuviese a punto de echarse a llorar otra vez.

Se sentó en el borde de la cama y colocó la palma de su mano contra la mejilla de ella.

—Fue una conjetura natural, amor —dijo él con tono burlón—. Después de todo, yo fui hecho justo para ti.

La cara de ella se arrugó, y se lanzó contra su pecho.

—Te amo, Edward.

Sus brazos se cerraron alrededor de ella, y soltó un profundo suspiro de satisfacción. Nada de lo que él había conocido alguna vez se sintió tan bien como esto. Tiró de ella hasta ubicarla en su regazo para luego presionar su cara contra su hombro desnudo. Mientras sus manos se deslizaban por los brazos y el cabello de Bella, las lágrimas de ella humedecieron su piel.

Al final, se apartó para mirarle a la cara.

—¿Qué sucederá ahora?

Edward alzó una única ceja.

Ella le dio un manotazo en el hombro.

—No me refiero a eso.

—Eso es todo en lo que puedo pensar por el momento —replicó secamente—. Tu suave trasero ha estado frotando mi polla y distrayéndome los pasados cinco minutos.

Él estaba aliviado cuando la cara de ella se oscureció con creciente temperamento.

—Pero quiero saberlo ahora.

—No siempre puedes tenerlo a tu manera, Bella. —Se inclinó hacia adelante y le mordió su labio inferior—. ¿Recuerdas?

Con un fiero jadeo, ella forcejeó contra sus brazos, con su culo restregándose sobre su regazo.

—¡Eres imposible! Te di las palabras. Lo menos que puedes hacer es corresponderlas.

Él la arrastró, maldiciendo y corcoveando contra el colchón, y bajó su cuerpo sobre el de ella —pecho contra pecho, sus vientres alineados— su polla descansando entre sus muslos separados.

Cuando al fin la refrenó, miró hacia su rostro ruborizado.

—Haré esto a mi manera, amor.

Su boca descendió hacia la de ella, su lengua se deslizó dentro de sus labios abiertos. Él bebió su bienvenida y se tragó sus suaves gemidos. Con un balanceo de sus caderas, se deslizó entre sus resbaladizos pliegues, una suave pulsación exploratoria, justo lo suficientemente lejos como para humedecer la punta de su deseo.

Justo lo suficientemente profundo como para encenderle una llama en su interior que le asegurara que ella no le causaría daño físico una vez que le separara las piernas.

Acercó una rodilla entre sus muslos y los apartó. Las piernas de ella ascendieron para rodearle la cintura, y sus brazos se enrollaron alrededor de su cuello. Bella lo abrazó tan estrechamente, que él pensó que ella podría intentar introducirse dentro de él.

Era muy tarde, ella ya lo poseía.

Él despegó su boca de la de ella.

Bella murmuró una protesta a través de sus labios henchidos. Sus dedos rasguñaron los hombros de Edward.

Él acunó su cara y apoyó su frente contra la de Bella.

—Te amo —dijo, y condujo su polla tan profundo como pudo dentro de ella.

Bella sollozó, su boca tembló mientras sus empujes crecieron en intensidad.

—¡Dilo otra vez!

—Te amo —gruñó él, y golpeó duramente y más rápido.

Ella emitió un jadeo estrangulado y sus caderas contrarrestaron los movimientos de Edward, sacudiéndose con fuerza, en armonía con ellos. Entonces él sintió como los músculos internos de ella se aferraron a su eje con los primeros espasmos de su clímax.

Se dejó caer sobre ella, empujando rápidamente, el semen explotando de su polla para bañar su canal con calor. Cuando al final descansó encima de ella, llevando aire a sus pulmones, dijo otra vez:

—Te amo, Isabella. —Rodó poniéndose de espalda llevándosela con él.

Ella se desperezó como un gato encima de él, y entonces yació laxa, su mejilla apoyada contra su pecho sudado. Su sudado pecho. Él sonrió y peinó con sus dedos los húmedos rizos.

—¿Hacia dónde nos dirigimos? —preguntó ella, su voz suave y adormilada.

—A Alpha Centauri —replicó él, sintiendo que estaba a punto de bostezar.

—¿De verdad? —su cabeza se levantó abruptamente—. Mis padres están allí. En el sistema Savau.

Edward deslizó su antebrazo debajo de su cabeza.

—Eso no está tan lejos de donde entregaremos el cargamento de Black. ¿Te gustaría acordar una visita?

—¿De verdad? —sus ojos brillaron con excitación.

Sintiéndose como un héroe, dijo:

—Claro. Conozco a la mayoría de los oficiales de los Cuerpos Diplomáticos en esa región. Quizás les conozca ¿Cuál es tu apellido?

Sus ojos se entornaron.

—¿Aún no conoces mi apellido?

—Nunca surgió el tema, amor —replicó.

La boca de ella se torció en una sonrisa abiertamente sardónica.

—Es Swan.

La mente de Edward hizo un clic.

—¿Cómo Renne y Charlie Swan?

—¿Los conoces?

—Por supuesto. Están entre mis mejores clientes. —No pensaba que sería una muy buena idea mencionarle que su «carga especial» iba destinada a ellos. De algún modo, no creía que a Bella le hiciera gracia la preferencia de ellos por el potente afrodisíaco Arturiano.

—No me lo puedo creer ¿Compran contrabando? ¿Mis padres?

—Son personas pragmáticas, amor. Las reglas cambian un poco afuera del mundo.

Bella se acurrucó más cerca con sus piernas cayendo a ambos lados de sus caderas. La posición favorita de ambos para tomar una siesta.

Él ahuecó sus nalgas y bostezó.

—A propósito ¿Qué está haciendo Bree?

—Le di algo que hacer para mantenerla ocupada por un rato —murmuró ella.

—Siempre que ella no esté conectada dentro de mi nave.

—¡Oh, die-gooo! —llamó Bree.

Él llegó con su floreo habitual.

—Hola, Bree amor.

Ella se deleitó en la oleada de energía que era distintiva en él. Le envió un pulso de bienvenida.

—Mmm ¿qué te llevó tanto tiempo, querido?

—Miré a hurtadillas dentro de los camarotes de la tripulación. Edward y Bella vuelven a las andadas. Los miembros de la tripulación están todos apostando sobre quién es el que gritará más alto.

—¿Y cómo sabrán quién ganará? —preguntó ella, su voz creciendo en advertencia.

Diego se rió ahogadamente.

—Oh, los ayudé a descubrir los monitores en el camarote del capitán.

—Audio únicamente ¿no?

—Por supuesto, amor. No soy tan vulgar.

Bree se relajó y provocó un zumbido alto y vibrante, de su fuente de energía.

—Todos ellos estarán gruñones como osos por la mañana por falta de sueño.

Diego se deslizó dentro del ritmo de ella y su zumbido e inmediatamente éste se hizo más alto.

—¿Cuándo me presentarás a los muchachos? ¿Mmm?

La risa de Bree era baja y gutural.

—Aún no saben que tienen a un autoestopista a bordo. Infiernos, no se dieron cuenta que estoy viviendo en su computadora central.

—¿No piensas que sospecharán cuando detecten unas misteriosas oleadas de poder? —pulsó él otra vez—. ¿Le diremos que soy Bisexual?

—Amor, ellos te expulsarán del sistema. Todos son estrictamente heteros. —Él envió un ardiente arco de electricidad a su núcleo—. Oh, die…go —gimió Bree—. Haz eso otra vez. Además Bella no está lista para escucharlo. Después de todo eres un resultado directo de su perfil.

—¿Quieres venir a jugar conmigo al arte náutico, amor? Le he añadido algunas mejoras a los programas de navegación del contrabandista.

—¿Mejoras? Justo dijiste mi palabra favorita. Pero primero, vamos a ir a ver a Bella y a Edward para asegurarnos que las cosas están progresando de acuerdo al plan.

En el plazo de un nanosegundo, ella los conectó a los monitores —imagen y audio— en las instalaciones de Edward.

Bella arrodillada en medio del colchón con sus ojos desbordando con picardía y con su dedo haciendo una seña hacia un Edward que sonreía lobunamente, dijo, con una voz velada imitando a una niñita:

—Ven aquí bebé. Déjame que chupe esa enorme y gran polla tuya.

Fin

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Como lo prometi, este es el fin… espero que les alla gustado la historia tanto como a mi